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Desde hace tiempo, la Universidad de San Buenaventura ha desarrollado, de manera continua y sostenible, una política de publicación intelectual producto del trabajo erudito de los miembros de su comunidad académica en particular y de los investigadores en general. Durante su primera etapa, se publicó una revista para cada facultad (once en total). La primera edición data de 1986.
En un segundo período que comenzó en 1998, se tomó la decisión de unificar las revistas según los temas, lo que derivó en el establecimiento de tres revistas institucionales: Ciencias Humanas, Gestión y Desarrollo e Ingeniería. En comparación con las actuales, esas etapas anteriores significaron un esfuerzo y aprendizaje continuos, que constituyeron nuestro impulso para este nuevo paso hacia la excelencia.
Para la calificación de nuestras publicaciones periódicas, vimos la necesidad, en el segundo trimestre de 2003, de establecer una única revista científica institucional, que ahora entregamos y en la que ofrecemos a las comunidades académicas y científicas nacionales e internacionales los resultados de las investigaciones de nuestra institución y las de otros grupos de investigación en sus respectivas organizaciones. Por lo tanto, decidimos contribuir de una manera más exigente y pertinente al desarrollo del capital científico y tecnológico de nuestro continente, nuestro país y nuestra región.
Hemos llamado a nuestra revista Guillermo de Ockham porque es una figura inspiradora para la investigación y la práctica científicas. Además, el fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico Guillermo de Ockham fue un intelectual cuya figura está fuertemente vinculada a nuestra identidad institucional y a la tradición franciscana de la que estamos orgullosos de formar parte. Guillermo de Ockham, nacido en Gran Bretaña entre 1280 y 1290 y posiblemente fallecido en Múnich, alrededor de 1349, estudió filosofía y teología en la Universidad de Oxford, donde recibió su licenciatura. Comenzó su carrera docente explicando el texto Sentencias de Pedro Lombardo, un prerrequisito académico para obtener su maestría en Teología, título que no pudo lograr debido a la oposición del canciller de esa universidad, John Lutterrell, quien consideró que algunas de sus tesis eran herejías y de su contenido informó al papa Juan XXII. Es una paradoja que uno de los pensadores más famosos de la Edad Media no pudiera ser promovido a profesor principal –inceptor– y se le negase el permiso para enseñar en universidades. Por ello, sus discípulos, comprensivos y con un sentimiento de ironía, le otorgaron el título de Venerabilis inceptor.
Guillermo de Ockham criticó en sus obras el platonismo y el aristotelismo desde una concepción de la experiencia y la libertad, que no tienen su fundamento en las ideas como una realidad final. Esta crítica lo aleja de la comprensión platónica agustiniana y de la comprensión tomista, y lo acerca –según su comprensión– a la visión cristiana, posición que lo distancia del idealismo platónico y del realismo aristotélico. Contribuyó a la expansión del campo de la lógica y distinguió en el término dos dimensiones: significado (significatio), que se refiere a lo existente, y suposición (suppositio), como la representación que se tiene en una proposición. Este segundo término es la lógica verdadera sobre la cual se desarrolla el razonamiento científico, aplica para todas las cosas individuales recogidas por sus similitudes y en él consiste toda la realidad. Con una relativa autonomía presagia el importante desarrollo de la filosofía del lenguaje y lo semiótico en la forma contemporánea de pensamiento.
Afirma que toda la ciencia está hecha de proposiciones: la ciencia trata las cosas individuales a través de términos. Aquí prevalece un principio de economía conocido como “la navaja de Ockham”, que consiste en erradicar y evitar suposiciones innecesarias y apunta a un razonamiento suficiente, dinámico y conciso. Su investigación del razonamiento científico, de acuerdo con la comprensión actual de las disciplinas relacionadas con el discurso de los fenómenos del mundo, lo lleva a considerar que no hay una sola definición esencial para cada entidad. Una determinada scientia se conoce a través de la suposición de términos discursivos reunidos en ella. Esto abre una diversidad de definiciones en diferentes contextos del discurso. La navaja de Ockham elimina lo superfluo e innecesario, pero presta gran atención a lo diverso: su economía es la libertad de las singularidades.
La inconmensurabilidad como reconocimiento epistemológico, también de acuerdo con la evaluación actual de la pluralidad y la diferencia, se manifiesta en esta diversidad del discurso científico, en la inquebrantable multiplicidad de cosas individuales y en un orden moral estable pero no inmutable, no eterno, susceptible de cambio y basado en el consenso actual. Nos encontramos frente a un pensador que se abre a la diversidad y establece su presente en el campo de la cultura y la ciencia.
Asimismo, su reflexión filosófica y su lógica científica, contextualizadas en la experiencia y en los problemas histórico-políticos de su tiempo, nos ayudan a superar uno de los falsos dilemas actuales y muestran la pertinencia social como una de las notas esenciales de la calidad académica. Guillermo de Ockham evidenció la necesidad de distinguir las jurisdicciones temporales y eclesiásticas, los dominios del emperador y del Papa, del Estado y la Iglesia, logrando un gran acuerdo final sobre este problema.
Guillermo de Ockham es considerado el último de los grandes filósofos de la Edad Media y el primero de la era moderna. Su forma de pensar fue un esfuerzo magistral para proporcionar una respuesta ingeniosa a los problemas religiosos, políticos, culturales y científicos, en un momento de transición e incertidumbre, cuando los viejos sistemas de pensamiento colapsaron y los paradigmas temblaron. Y una invitación hoy a una discusión teórica enriquecedora, sugerente y renovada para enfrentar los nuevos problemas y desafíos con mayor libertad de espíritu, conciencia y conocimiento.
Como la historia ha demostrado, estos periodos no son épocas de cambios sino sólo cambios de épocas. Son momentos privilegiados para que los dogmas, el totalitarismo y las tiranías, guiados por esos espíritus mediocres que eligen el camino fácil de la injusticia, encuentren un camino para enfrentar la incertidumbre del cambio.
Con la decisión de un franciscano y con su espíritu de libertad evangélica y científica, se enfrentó a todos los que representaban una amenaza al nuevo horizonte en la forma de pensar y abordó la tarea de dar siempre respuestas abiertas de filosofía, tecnología, derecho y política. Para ello tuvo que ayudar a demostrar las viejas respuestas y emprender nuevos caminos –tarea que le causó no pocos reproches y repercusiones– que conducirían a un conocimiento que nunca se logrará. Pero ello es razón suficiente para luchar por una existencia.
Por todo esto, nos honramos de tener nuestra producción de investigación bajo el nombre de Guillermo de Ockham. |
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