INTRODUCCIÓN
La atención humanizada del parto (AHP) comprende el cuidado de la gestante a partir de la observación de una serie de atributos con el fin de permitirle la vivencia satisfactoria del trabajo de parto y el parto. Entre dichos atributos se cuentan: respetar la fisiología del parto; intervenir solo lo necesario; identificar, comprender y respetar los aspectos socioculturales de la gestante; brindarle apoyo emocional; darle poder de decisión, y garantizar su autonomía y privacidad 1.
Con el avance del conocimiento y la tecnología se han establecido guías y protocolos, además de las condiciones necesarias para atender a la gestante durante el trabajo de parto y el parto, garantizando AHP 2,3. Sin embargo, se ha encontrado que para algunas maternas, la atención dista mucho de ser humanizada y, en cambio, experimentan maltrato 4, que les puede generar sentimientos de pérdida de la autonomía, soledad, incomprensión y percepción de peligro durante su trabajo de parto o al momento de este 2.
De ahí que surgen las preguntas: ¿Cómo se desarrolla la AHP? ¿Qué es el maltrato obstétrico? ¿La AHP es igual para todas las gestant¿Cuáles son los grupos más afectados por falta de AHP? ¿En qué otros momentos de la gestación puede haber ausencia de AHP? A partir de estas preguntas, este documento tiene como objetivo de reflexionar sobre el disfrute de la atención humanizada del parto según las condiciones clínicas y socioeconómicas de las maternas. Se defiende la tesis de que la AHP es diferencial según la edad, la clasificación del riesgo y el nivel socioeconómico de la gestante. Se intenta dar respuesta a las preguntas antes formuladas, con base en la revisión de la literatura relacionada con las teorías y la normatividad que la soporta.
Teorías que subyacen al concepto de atención humanizada o a su ausencia
Humanizar la asistencia en salud durante el parto se entiende como aplicar el conocimiento técnico-científico y, simultáneamente, propiciar el respeto y la comunicación entre el personal de salud, la gestante y su familia. Es decir, que a partir del conocimiento del proceso fisiológico, se procure intervenir solo en caso necesario, partiendo de la comprensión y el respeto de las creencias, costumbres, sentimientos, pensamientos y percepciones, propios e individuales, de cada mujer durante el trabajo de parto y el parto 1. No se trata de dejar de tomar decisiones o de dejar de realizar procedimientos necesarios, sino de que la materna sea informada de manera clara y oportuna sobre los procedimientos que se van a realizar, las razones para hacerlos, sus riesgos y beneficios 3.
Desde el punto de vista de salud pública, el parto es un proceso fisiológico 4 de alta vulnerabilidad para la madre y el recién nacido 5, razón por la cual se han implementado políticas tendientes a la prevención y el tratamiento oportuno de las situaciones de riesgo, que han llevado a la reducción de la morbimortalidad perinatal y materna 6. En ese mismo sentido, el trato que recibe la mujer durante el trabajo de parto y el parto es de tal importancia, que interfiere en la satisfacción y en los aspectos psicosociales de la maternidad 7, y puede constituir un recuerdo de vida para la madre.
Es así como la atención durante el trabajo de parto y el parto lleva implícita la observancia de los principios éticos fundamentales para la atención a las personas: respeto por su autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia 8, en armonía con el cumplimiento de los derechos humanos a la dignidad, la vida, la seguridad; la salud y la igualdad en la atención, y a no ser sometidas a tratos inhumanos 9.
En contraposición a la AHP, el maltrato o la violencia obstétrica se ha definido como "la apropiación del cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres por parte del personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizado, en abuso de la medicalización y la patologización de los procesos naturales, que lleva a la pérdida de la autonomía y de la capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y su sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres" 10.
Con miras a garantizar la AHP, se han logrado acuerdos desde los organismos internacionales rectores de la salud. Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lideró la Declaración de Fortaleza en 1985, revisada en 1992, que indica que: "la mujer tiene derecho a atención prenatal adecuada y a participar en la planificación, ejecución y evaluación de la atención" 11,12. En 1996, la OMS publicó la Guía de Atención del Parto Normal, en la que establece que durante el trabajo de parto y parto las mujeres tienen derecho a tomar decisiones acerca de su cuidado, a estar acompañadas, a tener libertad de movimiento y posición, a tomar líquidos y alimentos, a que no se les practique de rutina: episiotomía, rasurado, enema ni monitoreo fetal electrónico; así como a recibir analgesia y a limitar el número de cesáreas 13. En 2011, se publicaron los derechos universales de la mujer en edad fértil, donde se sustenta que la inequidad y la violencia de género impactan la maternidad, y se recomienda considerar aspectos biopsicosociales de la materna 14.
A pesar de los anteriores acuerdos, los derechos de las mujeres se ven vulnerados por las conductas de quienes las atienden, tanto por la revisión repetitiva de sus órganos genitales sin su consentimiento, como por la exhibición a la que se ven obligadas en las salas de partos 15. Es frecuente la falta de sensibilidad ante el dolor 16, o el hecho de silenciar, insultar o hacer burlas de la materna 17. Así como la realización de exámenes e intervenciones que tienen efecto limitado o nulo sobre los desenlaces fetales y maternos 18.
¿Cuáles son los grupos más afectados?
La falta de humanización es diferencial según algunas condiciones de las gestantes, en primer lugar, las adolescentes. Algunos estudios dan cuenta de que la violencia verbal, el regaño y la ejecución de procedimientos sin consentimiento informado, es mayor en ellas que en embarazadas adultas 15. El maltrato se agudiza, en parte, porque el embarazo en adolescentes es considerado de alto riesgo 19, y porque es visto como un problema de salud pública con consecuencias evitables que interfieren los ámbitos social, económico, cultural y político del desarrollo de la adolescente 20, o, como una forma de perpetuar el círculo de la pobreza 21. Por su parte, las adolescentes sienten que son tratadas de manera diferente por su condición y que reciben menos apoyo del personal de salud 20. De hecho, hay estudios que muestran que a ellas se les brindan servicios precarios y menos dedicados que a las gestantes mayores 22.
El segundo grupo donde más falla la AHP es durante la atención de partos de alto riesgo. En este caso aumenta la oportunidad de maltrato, en parte debido a que el personal de salud enfrenta la presión de la responsabilidad, lo cual no solo disminuye la posibilidad de que la madre pueda participar en la toma de decisiones sobre sí misma, sino que afecta la conducta de quien la atiende, ante la posibilidad de demandas legales en caso de un mal desenlace 23,24. La falta de AHP se ve agravada porque las mujeres con embarazo de alto riesgo experimentan más emociones negativas 25, ansiedad, incertidumbre y fragilidad psicológica 26, y con ello una disminución de su autonomía y su capacidad de exigir sus derechos.
El tercer grupo de gestantes más propensas a recibir maltrato son quienes tienen bajos ingresos, habitan en estrato socioeconómico bajo, o quienes están obligadas a recibir subsidios para atención en salud. Para algunas de ellas, las posibilidades de acompañamiento por parte del familiar durante el trabajo de parto están limitadas; hay instituciones que han configurado servicios diferenciales para gestantes de estrato socioeconómico alto, donde se cumplen la mayoría de los atributos de la AHP, mientras que las gestantes de bajos ingresos tienen limitadas las visitas, los espacios físicos de deambulación, el personal asignado a su cuidado, la atención por especialistas y la analgesia durante el parto, entre otras 23. También son más propensas a recibir maltrato quienes han hecho uso de medicinas tradicionales, quienes son multíparas o quienes han tenido un parto anterior en casa 27. La mayoría de ellas cuentan con menores ingresos, menor escolaridad o pertenecen al estrato socioeconómico más bajo 20. En ocasiones, las tres condiciones se conjugan y los efectos de la falta de AHP se potencian.
La falta de AHP conlleva el denominado maltrato o violencia obstétrica 28, que produce en las gestantes temor a ser ignoradas, descuidadas, o a ser forzadas a hacer cosas sin su consentimiento 29. Como resultado de esto, algunas deciden regresar a casa y evitan usar los servicios de salud 28, lo cual hace que se pierda la continuidad en la atención, con las consabidas consecuencias para madre e hijo. Como circunstancias agravantes, en algunas instituciones el maltrato se ve como algo normal 30, hay profesionales que lo han aprendido durante su entrenamiento 28, otros tienen sobrecarga de trabajo, limitados recursos, pobre motivación o cultura machista y de violencia de género 31,32 que dificulta la AHP.
¿En qué otros momentos de la gestación puede haber ausencia de AHP?
Se han encontrado dificultades para llevar a la práctica la AHP en la atención de la gestante desde el preparto, atención que empieza por propiciar el inicio temprano del contacto madre-hijo y permitir el acompañamiento o suministro de información a los familiares 33. Algunas instituciones promueven capacitación sobre humanización, pero focalizada en el personal auxiliar, sin incluir a profesionales como los médicos o las enfermeras 34, lo cual puede propiciar mal manejo de las relaciones de poder y la adopción de conductas como evaluación innecesaria del trabajo de parto o aumento de cesáreas sin indicación 35. En ocasiones, el personal de salud propone medidas para alcanzar la AHP, pero encuentra dificultades como deficiencias en estructura física, falta de insumos, sobrecarga de trabajo, falta de organización institucional, desinterés y falta de preparación sobre el tema 33. Algunos autores han propuesto intervenciones estratégicas para incrementar la AHP, tales como la implementación de métodos de mejoramiento de la calidad en los servicios de atención del parto 36 y promoción y empoderamiento de las gestantes con sus derechos 32.
CONCLUSIONES
La AHP implica atención con calidad y respeto de los derechos humanos y reproductivos de la gestante, en momentos en que enfrenta miedo, dolor e incomodidad. La AHP aboga por una experiencia agradable en el parto, donde la gestante reciba la información, ayuda y comprensión que requiere. El parto debe ser atendido teniendo en cuenta las singularidades y la autonomía de cada mujer,evitando intervenciones rutinarias y mejorando el vínculo entre ella, el bebé, la familia y el personal de salud. Se requiere explorar intervenciones en el personal de la salud y las instituciones que redunden en beneficio de la AHP.
Es evidente que la vivencia de la AHP es diferencial según edad, riesgo y estrato socioeconómico. Es decir, el maltrato en salas de partos es más frecuente con gestantes adolescentes, de alto riesgo obstétrico y bajo nivel socioeconómico. Estas diferencias van en detrimento de la salud de este grupo de mujeres en condiciones de desventaja. Por otra parte, las desigualdades en el trato configuran inequidades y son una muestra de las diferencias en la calidad de atención en salud para mujeres en condiciones de pobreza y marginación. Se requiere el compromiso de los profesionales de salud y las instituciones para construir escenarios equitativos de AHP sin distingo de ninguna índole, para lo cual es necesario adelantar estrategias que permitan la reflexión, la autocrítica y la realimentación constantes, en un ambiente de trabajo digno, y en instituciones con procesos incluyentes que apoyen la AHP.