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Revista Colombiana de Psiquiatría
Print version ISSN 0034-7450
rev.colomb.psiquiatr. vol.41 no.3 Bogotá July/Sept. 2012
Crianza y sexualidad de hijos de mujeres prostitutas marginales del centro de Bogotá
Upbringing and Sexuality in Children from Marginal Prostitute Women Downtown in Bogotá
Javier Guillermo Díaz Amaya1
Miguel Barrios Acosta2
Rafael Vásquez Rojas3
1Médico pediatra de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.
2Médico pediatra, PhD (c) en Salud Pública, profesor asociado del Departamento de Pediatría, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.
3Médico psiquiatra de niños y adolescentes, profesor titular del Departamento de Psiquiatría, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.
Conflictos de interés: Los autores manifiestan que no tienen conflictos de interés en este artículo.
Correspondencia
Rafael Vásquez Rojas
Departamento de Psiquiatría
Universidad Nacional de Colombia
Carrera 45 No. 26-85
Bogotá, Colombia
ravasquezr@bt.unal.edu.co
Recibido para evaluación: 21 de marzo de 2012 Aceptado para publicación: 11 de julio de 2012
Resumen
Se exploraron las creencias, actitudes y prácticas de crianza relacionadas con la sexualidad de niños, niñas y adolescentes hijos de mujeres prostitutas del centro de Bogotá. Se establecieron los principales procesos determinantes de la crianza. Es una investigación analítica interpretativa que usó entrevistas a profundidad y un grupo focal. Participaron 10 mujeres, entre 28 y 56 años. Se contemplaron como puntos centrales de exploración la subjetividad de las madres, los retos del desarrollo sexual y los condicionantes sociales y culturales de la crianza. Las violencias estructural, simbólica y económica son las principales determinantes de la crianza. El abuso sexual y la posibilidad de gestación en sus hijas adolescentes son las preocupaciones más importantes. En general, las participantes comparten y reproducen los mismos valores tradicionales sobre el género y el ejercicio de la sexualidad, los cuales son transmitidos y modelados desde la crianza.
Palabras clave: Crianza, sexualidad, prostitución, violencia estructural.
Abstract
Introduction: Child upbringing of women engaged in prostitution has been little explored. Methods: Child upbringing beliefs, attitudes and practices regarding sexuality in prostitutes' children and adolescents were explored downtown in Bogota. Analytical-interpretive research included in-depth interviews and a focus group. There were ten women between 28 and 56 years of age. Core issues were their subjectivity as mothers, sexual development challenges, upbringing social and cultural conditions. Results: Structural, symbolic and economic violence are the main determinants of parenting. Sexual abuse and the possibility of pregnancy in their adolescent daughters are the most important concerns. Conclusions: In general, the participants share the same values and reproduce traditional ideals in gender and sexuality, which are transmitted and modeled from upbringing.
Key words: Upbringing, sexuality, prostitution, structural violence.
Introducción
Esta investigación aborda los conocimientos, pautas y prácticas de crianza relacionadas con la sexualidad en mujeres que ejercen o han ejercido la prostitución en el centro de Bogotá D. C., y explora las particularidades de la crianza en estos contextos de pobreza, marginalidad y exclusión social (1-3).
Las investigaciones en trabajadoras sexuales se han concentrado en salud sexual desde un enfoque de riesgo y pocas han trascendido a los retos de la vida familiar o de la crianza (4). Las mujeres prostitutas son vulnerables por razones inherentes a su oficio. Algunas de estas mujeres se embarazan con sus clientes, lo cual genera dinámicas particulares con la crianza de esos hijos (4,5). Las "putas " han sido históricamente estigmatizadas y marginadas. La prostitución se ha asociado con degeneración social, física y moral, y con la transmisión de infecciones por vía sexual (6).
En el centro de las ciudades funcionan centros administrativos, comerciales y financieros con gran circulación del dinero. El trabajo sexual es una actividad comercial funcional a estos contextos.
El centro de Bogotá ha sido receptor de desplazamientos internos. El asentamiento poblacional se ha dado de la mano con un proceso de deterioro urbanístico. Así, se han gestado zonas peligrosas, donde la delincuencia, la venta y consumo de sustancias psicoactivas, la prostitución, la informalidad y la ilegalidad en general son la regla (7-10).
La marginalidad social hace referencia al hacer de personas que tienen conductas al margen de las normas y de los valores predominantes de la sociedad. Así, la prostitución es un oficio marginal, ya que está por fuera de los lineamientos hege-mónicos que regulan el ejercicio de la sexualidad (1).
La estigmatización conlleva una representación social asociada con un rasgo o característica específica, que conduce a las personas y a los grupos estigmatizados a procesos de discriminación que en la práctica significan un trato diferencial excluyente y la negación de sus derechos (11,12).
La pobreza, exclusión, marginalidad, estigmatización y discriminación ponen a las personas y grupos en condiciones de vulnerabilidad social. Las personas que viven en las zonas de degradación urbana con frecuencia comparten todas las dinámicas y riesgos asociados con la violencia estructural. Algunas mujeres que ejercen la prostitución en este tipo de zona, particularmente aquellas que realizan su trabajo en la calle, padecen y son víctimas de todas estas dinámicas sociales (1,5,13).
En la literatura técnica sobre sexualidad en niños predominan recomendaciones y pautas para educadores y padres. Estos lineamientos parecen fundamentarse en acuerdos y normas sociales y morales sobre el tema, y no sobre investigaciones específicas que exploren directamente el tema de la parentalidad frente al desarrollo sexual (14,15).
La crianza es el proceso de socialización mediante el cual los niños y las niñas adquieren identidad y pertenencia dentro de su cultura cuando crecen y se desarrollan. Según Posada: "cualquier discurso de crianza resulta del análisis de sus elementos constitutivos: conocimientos, actitudes y prácticas. Los conocimientos son lo que es, las actitudes lo que debe ser y las prácticas lo que se hace, mediante lo cual se transmiten valores, normas, usos y costumbres […]" (16-18).
Los patrones de crianza están determinados por las diferencias y posibilidades particulares (históricas, sociales, culturales, económicas, entre otras) de los sujetos involucrados (niños, niñas, y adolescentes y sus cuidadores), de las comunidades a las que pertenecen los sujetos, de la sociedad en general y de las relaciones establecidas entre ellos (19).
Se ha descrito la noción de estilos parentales como las variaciones normales que utilizan los padres para controlar y socializar a sus niños. Para ello, considera esencial por un lado el estilo de crianza que aplican los cuidadores, y, por el otro, la forma como los padres resuelven los problemas que les demanda la crianza (20).
Steinberg considera que los estudios sobre la crianza deben focalizarse en poblaciones en riesgo que tengan problemas sociales y de salud importantes. Para la realización de las investigaciones propone que "se abandonen los preconceptos sostenidos, y se usen métodos interdisciplinarios, etnográficos, epidemiológicos y acercamientos de intervención para producir datos de vida informados por las comunidades, para desarrollar investigaciones e implementar programas y decisiones políticas " (21).
Con base en los anteriores linea-mientos se formularon las siguientes preguntas de investigación: ¿cómo crían las mujeres que ejercen o han ejercido la prostitución en el centro de Bogotá en tópicos sobre la sexualidad? y ¿cuáles son los principales procesos determinantes de crianza en esas mujeres?
Métodos
Es un estudio cualitativo (22-24). Para el análisis y la interpretación se construyó un marco conceptual que comprende: a. elementos de la subjetividad relacionados con la forma de criar de estas mujeres; b. la forma en que ellas asumen y resuelven los retos del desarrollo sexual de sus hijos, y c. algunos de los determinantes sociales y culturales de la crianza. Este modelo se construyó desde la teoría bioecológica del desarrollo humano de Bronfenbrenner (25-27).
Los aspectos de la subjetividad relacionados con la crianza de las participantes se tomaron por medio de secuencias de sus historias de vida, de la forma como los patrones de género han participado en su identificación como mujeres y como madres, de los papeles y dinámicas que asumen dentro de sus relaciones de pareja. Adicionalmente, en la forma como el consumo de psicoactivos participa en los procesos de identidad y en el papel de madre (28-30).
En los "retos sexuales " de la crianza se tuvieron en cuenta los estilos parentales aplicados a situaciones específicas. El acercamiento a los procesos de determinación social, económica y cultural de la crianza se realizó con base en las distintas dinámicas sociales que aparecieron en los discursos (31).
Los datos primarios se extrajeron de cinco entrevistas semiestructura-das y un grupo focal. La selección de las mujeres fue hecha por la Fundación Vida Nueva (FVN). Participaron diez mujeres entre las entrevistas y el grupo focal. Cada entrevista duró 70 minutos aproximadamente. Todas las entrevistas y el grupo focal se grabaron y trascribieron. Los distintos resultados, análisis e interpretaciones aquí presentadas se discutieron y consensuaron con las mujeres participantes y con miembros de la Fundación.
Las entrevistas fueron realizadas entre junio y octubre de 2010. La fase de análisis, interpretación, discusión de los resultados y validación por el grupo participante, así como la escritura del texto final, se realizó entre septiembre de 2010 y mayo de 2011. Los datos primarios se condensaron en la matriz de análisis expuesta en la tabla 1.
Resultados y discusión
Todas las participantes son mujeres pobres que han ejercido la prostitución en el centro de Bogotá, tanto en la calle como en prostíbulos. La más joven tenía 28 años, y la de mayor edad, 56 años, con una media de 42,7 años. Cada una tiene entre dos y diez hijos, los cuales tienen entre cinco meses y 32 años de edad, con un total de 21 hijas y 26 hijos, para el total de las diez mujeres, con una media de 4,7 hijos por cada mujer.
De las cinco entrevistadas, tres tienen pareja estable, con la cual tienen al menos un hijo. Una mujer tiene un compañero permanente, pero no convive con él, y ella a su vez es madre de tres hijos de dos padres diferentes. Otra mujer no tiene pareja estable actualmente y ha tenido cinco gestaciones, incluyendo una actual de cuatro meses, con cuatro compañeros.
Cuatro de las cinco entrevistadas tuvieron al menos un hijo con alguno de sus clientes. Esas cuatro mujeres convivieron por un lapso con esos clientes, que se convirtieron en sus compañeros permanentes, y durante la vida en pareja asumieron la paternidad de sus hijos. A su vez, esas cuatro mujeres tuvieron hijos con otros de sus clientes con quienes no convivieron, ni tampoco asumieron la paternidad. Esa paternidad no siempre fue asumida, porque los hombres no reconocieron a sus hijos, porque las mujeres ocultaron su estado de gestación o porque no estaban seguras de quién era el padre de su hijo.
Se infiere que algunas mujeres se hacen madres como producto del ejercicio de la prostitución, porque esta se realiza sin protección contra infecciones de transmisión sexual o anticoncepción. Estos datos dan cuenta de la situación de exclusión y vulnerabilidad en la cual se ejerce la prostitución en el centro de Bogotá.
La prostituta como madre y criadora
La niñez y adolescencia de las participantes se dio en condiciones de pobreza, marginalidad, exclusión social y diferentes tipos de violencia. Lo vivido incidió en la subjetivación, facilitó su acercamiento al ejercicio de la prostitución y les condicionó establecer relaciones de pareja con sujetos que vivían situaciones similares de marginalidad. Las cinco mujeres entrevistadas reconocen que no disfrutaron su niñez por condiciones sociales y de pobreza. Una de ellas, de 38 años, refrió que un determinante en su vida fue haber sido regalada por su madre:
Entonces yo vivía con mi hermano. Él no es mi hermano, pero mi mamá me regalo a él, eso fue como una cadena, mi mamá me regaló a él por vicio […] mi mamá me dejaba en un lado, en otro y en otro y en otro […]. Para mí fue un golpe muy duro, y yo la odié mucho. Yo tenía como 10 años, pero fue algo que me dejó muy marcada, mi mamá por estar con su vicio.
El maltrato, el trabajo y la explotación laboral y sexual son constantes en sus historias de vida. Otra entrevistada de 48 años dice:
-¿Y desde qué edad empezaste la prostitución?
-Desde los 12 años.
-¿Y cómo fue eso?
-Por una tía. Mi tía me llevó y me explicaba cómo tratar a los hombres, después ella los robaba. Yo era una niña, pero después empecé a abrir los ojos, pues toda la vida me crié en la calle, entonces vi que ella estaba robando y le dije: "¿A mí no me va a dar la parte?", entonces ella me dijo: "Esta china culicagada, ¡qué parte ni qué nada!", entonces yo le dije: "Bueno, pues, entonces esta marranita de oro sí se le va a ir". Y yo me fui de ahí, a mí no me gustaba que me pusieran esas minifaldas.
Tres de las cinco mujeres entrevistadas refirieron iniciar el ejercicio de la prostitución antes de los 18 años de edad. Las mujeres consideran que la juventud facilita el trabajo de la prostitución y que el paso de los años dificulta el ejercicio. Hubo una sensación de derroche del dinero ganado con su trabajo durante la juventud.
Solo una mujer entrevistada refirió que se acercó a la prostitución por características propias de su personalidad, como tener un temperamento fuerte, ser ambiciosa y desear tener mejores condiciones laborales. Las otras cuatro refirieron haber llegado a la prostitución por las dificultades económicas en las que se encontraban en ese momento.
Estas mujeres viven sus papeles de género según lo aprendido en su niñez. En sus relatos se evidencia el sometimiento de la mujer frente al hombre fuerte y productor, como se insinúa en siguiente aparte: "Si yo digo tengo 28 años y si ahorita tengo problemas, pues que hay veces no me cuadro, que será de mí si de aquí a 10 años no logro conseguir ni siquiera un techo, un trabajo estable o un marido que me mantenga ".
La incorporación de este estereotipo de género en la subjetividad de las mujeres que ejercen la prostitución es un elemento importante en la comprensión de las dinámicas que estas mujeres sostienen en sus relaciones de pareja y la crianza de sus hijos. Una mujer de 47 años considera que sus hijos debían estar siempre con su padre, independientemente de lo que ella tuviera que vivir, para garantizar la presencia masculina de su pareja: "Me he aguantado todo con él [su esposo], porque a mí sinceramente nunca me nació ponerles padrastro. Yo sufrí mucho, aunque no tenía ni lo uno ni lo otro [ni padre ni padrastro], pero de todas maneras yo sufrí mucho".
Las prostitutas sufren maltrato de sus parejas por su oficio. Si la mujer inició la prostitución luego de tener una relación de pareja o durante esta, la reacción inicial del hombre es de tristeza. Posteriormente, el hombre acepta y aprovecha el oficio de su mujer para descargar sobre ella su responsabilidad económica. De este modo, la obliga a seguir trabajando en la prostitución. Si la mujer establece la relación de pareja posterior al inicio de la prostitución, el hombre acepta el oficio y puede exigir a cambio que esta trabaje más para responder por las necesidades económicas del marido. Una mujer de 48 años comenta al respecto:
Yo siempre les decía a las amigas: "No escojan una persona del mismo gremio. Porque ya después, le dicen la 'Abejita Conavi' a uno, porque uno se va a trabajar y ellos se quedan frescos en la casa ". Eso fue lo que me pasó con él. Ya con el tiempo, comenzó a maltratarme. Toda la vida me habían maltratado, y yo le dije: "El día que me maltrate, ya no vuelvo a vivir con usted". Él me maltrató y ya no seguí más con él.
La violencia de pareja es frecuente en la vida de estas mujeres, incluso en ocasiones son violadas por sus maridos, como se reconoce: "Las mujeres somos víctimas de eso porque a veces nos vamos a vivir con ladrones y no sabemos qué vida nos espera al lado de ellos, y la verdad es esa, que ellos lo obligan a [uno a] tener relaciones ".
Cuatro de las cinco mujeres entrevistadas refirieron persistir en el trabajo sexual para criar a sus hijos. Otra contó que su permanencia fue para el vicio. Las mujeres consideran el maltrato físico como una medida válida de corrección de sus hijos. A pesar de que todas reconocen haber golpeado a sus hijos para corregirlos, consideran que su trato no es violento, al comparar su forma de disciplinar con el castigo físico que ellas experimentaron cuando niñas."A veces, para qué, le pegaba, pero tampoco pa' matarlo. No era tanto, ¡pero había que enseñarle. Tampoco, porque yo también sufrí maltrato, pero es que esos benditos le sacaban a uno canas!" (mujer de 48 años).
La drogodependencia influye en el rol de madre. Una mujer de 48 años relata que inició su consumo junto con el inicio de la prostitución, y que posteriormente el dinero que ganaba servía principalmente para consumir. Con el control del consumo de sustancias psicoactivas, estas mujeres refieren una mayor voluntad para compartir con sus hijos, mejorar sus condiciones de vida, así como la posibilidad de reconstruir sus errores en la crianza. Una mujer de 38 años relató: "Estoy comenzando a recuperar otra vez el amor de ellos [los hijos], pues por la droga ellos no me dicen mamá, por haberlos dejado solos".
Determinantes económicos, sociales y culturales de la crianza
Las prostitutas son marginales, porque su conducta cuestiona la mujer como propiedad de un hombre, la fidelidad, las prácticas tradicionales de la vida sexual íntima, etc. A su vez, esa conducta marginal excluye a estas mujeres como grupo del sentido de pertenencia y valía dentro de la sociedad. Esta exclusión se produce por medio de la estigmatización que cada una de estas mujeres sufre, lo que a su vez condiciona posturas ambivalentes en su papel materno.
La función maternal está condicionada y diezmada por las representaciones sociales de la "puta ", quien "no tiene derecho" a ejercer el rol de madre, ya que no cumple con el estereotipo"de madre de familia " que se espera de la mujer en la sociedad.
Lo anterior condiciona dobles roles en esas mujeres, uno para dramatizarlo en su vida de prostituta y otro para desempeñarlo ante sus hijos y otros miembros de su familia. El siguiente testimonio ilustra las dinámicas de doble moral que se viven:
Una vez llegó mi hijo que ahora tiene 21 años y me reprochó, entonces yo hasta brava me puse y le dije: "No hermanito, a mí me hace el favor y me baja de ahí, me baja de ese bus. Puede que yo no sea una santa, pero yo no iba a vender el cuerpo en ninguna parte ". Yo le dije que me iba a tomar y emborrachaba a los manes para poderlos robar y darles a ustedes de comer. "¿Algún problema?" […]. Uno debe negar todo hasta que a uno se lo comprueben.
Nótese cómo en ese discurso es preferible ser ladrona que "puta", lo cual ilustra el proceso de estigmatización del cual se está haciendo referencia. Es tan determinante, que el ocultamiento del oficio de prostituta facilita situaciones de violencia y explotación por terceros, como se muestra a continuación:
Más de tres [vecinos] llegaron al negocio y me tocaba tener relaciones con ellos, porque si no, me decían que le contaban a mis hijas, y me tocaba tener relaciones con ellos, y fuera de eso pagarle a la casa por estar con ellos. Ellos no me pagaban a mí, yo estaba con ellos por silencio, para que no dijeran nada en el barrio.
La pobreza y las necesidades de subsistencia de ellas y sus hijos hacen parte del núcleo de la vulnerabilidad de estas mujeres como madres:
Me decía [uno de los hijos]: "Mamá, yo lo único que me acuerdo de mí pequeño, era cuando usted me dejaba a mí encerrado con mis hermanitos, y usted llegaba tarde o a veces no llegaba, y yo sentirme tan solo y encerrado, porque yo me sentía como enjaulado, a veces con hambre " […]. Yo a veces los dejaba con una agua de panela y un pan, y les decía: "Ya vengo", porque no tenía un peso y me tocaba irme a rebuscar, pero no conseguía, y yo decía: "¿Cómo voy a llegar a la casa sin siquiera una panela?". Entonces, ¿sabe qué?, no llegaba, los dejaba sufrir allá solos […].
La debilidad de las redes sociales como soporte para la crianza y para la ejecución de la maternidad también facilita la débil apropiación del rol maternal: "[…] Entonces yo me iba a pedir [mendigar] con los niños y a veces yo llegaba trasnochada a trabajar [en la prostitución]". El consumo de psicoactivos no depende únicamente de las características individuales, sino que el entorno de la prostitución con frecuencia exige el consumo, bien sea para poder desempeñar el oficio o para facilitar procesos conexos, como la venta de alcohol a los clientes."[…] Ya cuando comencé la prostitución probé el perico, el primer día […] porque como todos metían perico, y entonces era lo play, y los clientes tenían y metíamos perico, y los clientes pagaban bien cuando uno consumía […]".
La violencia del contexto y la posibilidad permanente de muerte o lesión participan en subjetivación como madre:
-¿Hay diferencias de trabajar en negocios o en bares, con trabajar en la calle?
-No, el peligro es igual… tú no sabes si entras a un negocio si vas a salir viva o vas a salir muerta. En una calle igual, en el momento menos esperado pasa un carro, rosea y ahí quedaste.
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) es una institución amenazante para la maternidad de estas mujeres. En cinco de las diez mujeres participantes, el ICBF retiró al menos alguno de sus hijos de su cuidado. Todas estas experiencias fueron vivenciadas con mucho dolor, y se aumentó el riesgo individual y social. Así, se incrementó su consumo de drogas, la inmersión en el mundo de la prostitución, estados depresivos mayores, etc.
El discurso biomédico está incorporado en la subjetividad de estas mujeres, y a partir de este validan elementos de estigma y discriminación:
[…] Aun así siendo aseada corro muchísimos riesgos de muchas enfermedades, de muchas trasmisiones de muchas cosas, que ni siquiera un médico que es tan sabio puede describir. Y después de yo estar enferma no hay nada que hacer, y fuera de eso, sé que va a ser una cadena, porque mis enfermedades, los genes de mis hijos van a seguir y así se va a formar una cadena.
Los procesos económicos, sociales y culturales influyen en la vida, la subjetividad y el rol maternal de las participantes. Así, construimos a una mujer que desde su niñez ha vivido el maltrato y la violencia social, que reproducen en su vida de pareja. Mujeres que sufren estigmatización y discriminación validados por las representaciones sociales dominantes.
Estas personas sufren estrés por desarrollar roles diferentes como madre y como prostitutas. Como madres, suelen ser muy sensibles a los riesgos que tienen sus hijos relacionados con el contexto donde viven. Sin embargo, a pesar de reconocer los riesgos, suelen ser débiles para actuar coherentemente y afrontarlos. Esto se relaciona con la fragilidad de sus recursos personales y de su red de apoyo.
Retos de la crianza relacionados con la sexualidad
La principal preocupación encontrada fue el abuso sexual. Esta intranquilidad está relacionada con la violencia sexual sufrida en la niñez y la adolescencia, así como con la percepción de su frecuencia dentro del contexto. Una mujer de 38 años manifestó:
[…] La niña últimamente me decía que no la dejara con él [el padrastro] […]
-¿Cuántos años tenía ella en ese momento?
-Póngale usted como desde los 8 añitos… me decía "no me deje con él ", y empezaba a llorar, y yo ¡ah! Después una vecina me dijo: "Señora, ¿no escuchó lo que su hijo le dijo anoche?", entonces yo le dije "no, ¿qué?", "Que como mi papá manosea a mi hermanita". Ahí yo sentí que la tierra se me abría, hijueputa, qué terrible […]. Fui a donde la niña y le dije: "Mamita, dígame la verdad, yo no le voy a pegar, dígame la verdad […], ¿verdad que a usted me la toca?". Me dijo: "Sí mama, él me toca [el padrastro], y yo le decía a usted que no me dejara con él […]".
Esta madre, a pesar del abuso sexual contra su hija, fue incapaz de separarse del abusador; intentó demandarlo, pero abandonó el proceso y posteriormente, cuando este cayó preso por otro delito, lo visitaba como su pareja. Esta dinámica de contubernio con la marginalidad, el delito, la vulnerabilidad, demuestra en la esfera familiar la misma debilidad que se había ilustrado para estas mujeres en su vida como"mujer pública ".
Otra preocupación que se encontró fue el embarazo en las hijas adolescentes:
A mí me preocupa mi L…, porque ¡ay!, me da miedo que ella siga mi mismo camino, que quede embarazada, que tenga tantos chinos como yo […], yo le digo a ella: "Mami, cuídate, ¿ya tienes novio?". Sí, mami, ya tengo novio. Yo le digo: "!Ay! Mami, tiene que cuidarse, no vaya a hacer lo que hizo su mamá, con tanta cantidad de hijos", y ella me dice: "No, mami, yo no soy tan boba". […]
La de 18. Tenía 16 años y se consiguió un cagón que no le daba nada. La dejó en embarazo […] Pues, yo la rescaté, pero qué, perdió lo principal: ¡su dignidad! Ahí está estudiando, y yo le digo: "A…, termine, mire, ya pasó lo que pasó, ¿qué se puede hacer?". Pero eso las hijas lo desilusionan a uno. Es una decisión que tanto que uno se mata. Yo a veces les digo: "Terminé mi juventud, terminé tantos años para que ustedes sean algo en la vida y ustedes por cualquier bobada la caguen".
El testimonio anterior deja leer adicionalmente un entendimiento tradicional, conservador y machista de la sexualidad de la mujer cuando entiende que tener relaciones coitales significa la pérdida de la dignidad como mujer. Esto es muy llamativo, ya que se podría esperar que una mujer que ejerce la prostitución pudiera y debiera ser capaz de trascender esos preceptos para entenderse a sí misma como una mujer digna.
Existió consenso en las mujeres participantes en que el embarazo en las adolescentes es una barrera para la movilidad social de sus hijas, y por eso el rechazo y el control que se quiere tener sobre el sexo en sus hijas. Pero las participantes asumen que sus hijas jóvenes tienen vida sexual activa y tienden a dialogar con ellas sobre el tema y a facilitar la anticoncepción. Probablemente esta postura tenga relación con sus historias de vida y el oficio de la prostitución.
La preocupación por la vida coital en las hijas adolescentes contrasta con la indiferencia y complicidad que se tiene sobre lo mismo en sus hijos varones, lo cual ejemplifica cómo se reproducen los preceptos y valores tradicionales de género.
En general, existe discriminación y rechazo de las participantes hacia a la población homosexual, incluso si se trata de sus propios hijos. Lo cual deja leer que dentro de poblaciones estigmatizadas y excluidas, como son prostitutas y homosexuales, también hay discriminación.
Parece existir una jerarquización en ese contexto de exclusión y marginalidad social que ubica en la cúpula al ladrón, luego a la prostituta, sigue el gay y otros hombres con expresiones no hegemónicas de su sexualidad, y, por último, al habitante de la calle. Una de las mujeres describió su ascenso social desde habitante de la calle a la prostitución.
Se evidenciaron algunas medidas de control y protección para evitar la estimulación sexual inadecuada de niños y niñas, como la prohibición de las películas pornográficas. La preocupación para evitar estímulos inapropiados puede guardar relación con la preocupación sobre la posibilidad de que sus hijas se dediquen en un futuro a la prostitución. Se encontró reporte del oficio en varias familiares de las participantes.
Se constató que la prohibición del incesto hace parte de la enseñanza en sexualidad de sus hijos, como se lee a continuación: "La malicia de ellos no los deja pensar que son hermanos […], pero ellos no van a pensar en ese momento que son hermanos y que por ser hermanos ellos no pueden hacer eso, si uno no les explica a ellos: 'Ustedes son hermanos'".
La prostitución es causa de cuestionamientos por parte de los hijos:
La niña grande, que hoy en día es madre soltera, me preguntaba: "Mamá, ¿usted por qué lleva eso?", y yo le respondía que iba al restaurante, a trabajar al restaurante."Mami, ¿y usted lleva esa faldita tan cortica?". Ellos miraban y analizaban, pero no me decían nada.
Cuando ya fueron cogiendo más cancha, me dijeron: "Mamita, ¿y esa faldita tan cortica? Usted se las pone", y yo les decía,"sí, pero en el restaurante". Cuando ellos empezaron a tener más conocimiento, ya dijeron "¿Cuál restaurante!", entonces fue cuando ya todo se despelotó.
Aunque en algunas mujeres el descubrimiento del oficio de la madre por sus hijos genera rupturas irreconciliables, lo que sucede en la mayoría de estas familias es que finalmente se produce una aceptación y entendimiento del ejercicio de la prostitución en virtud del amor y las necesidades de los propios hijos. El testimonio de ML… da pie para esta apreciación:
Por ejemplo, yo cuando salía a trabajar, dejaba a mis hijos en la pieza, o a veces pagaba para que me los cuidaran. Cuando yo tenía mi pareja, yo tenía mi pareja y era muy discreta. Ya con el tiempo, como nosotros vivíamos en esas ollas, ellos [los hijos] se dieron cuenta de que yo conseguía plata ahí, y ellos jamás me irrespetaron. Nunca me dijeron: "Es que mi mamá se para en una puerta, es que mi mamá…" Nada, ellos nunca tocan ese tema.
Las explicaciones dadas por las participantes acerca de algunas conductas sexuales de los niños se atribuyeron a dos tipos de razones. Las más frecuentes, como aprendizaje de tipo social: "Yo pienso que es culpa de ambos padres. De pronto ninguno abusó del niño, pero el simple hecho de él ver a los padres que hayan tenido relaciones sexuales, sin que el padrastro haya abusado de él, él psicológicamente ve que el sexo lo puede hacer con cualquier persona […]".
La otra explicación es de tipo biológico, haciendo referencia a un elemento constitutivo innato de su subjetividad: "Mi hermano nació siendo gay y él estuvo con dos mujeres dos veces en su vida, pero él ya desde los 9 años ya tenía su noviecito".
La medicina se concibe dentro de la sexualidad infantil principalmente como un recurso para descartar el abuso sexual. Por otro lado, la educación sexual es considerada importante, en particular por las limitaciones que parecen tener las participantes en el papel como educadoras sexuales de sus hijos. En otros retos, la población en estudio parece tener normas y regulaciones parecidas a lo que practica la población general, por ejemplo en lo relacionado con la desnudez o el baño conjunto entre padres e hijos.
Consideraciones finales
La mayoría de las dificultades y retos que tiene la crianza para las mujeres participantes son determinadas y dependen de procesos y condicionantes estructurales. Particularmente, son las violencias estructural, simbólica y económica las principales determinantes de la crianza.
La posibilidad de abuso sexual y gestación en sus hijas adolescentes son las principales inquietudes sobre crianza y sexualidad. En general, y a pesar de su oficio, estas mujeres comparten y reproducen los mismos valores y pautas tradicionales sobre el género y el ejercicio de la sexualidad, los cuales son transmitidos y modelados en sus procesos de crianza. Es posible que el ejercicio de la prostitución facilite una postura más comprensiva sobre algunos tópicos particulares, como el inicio de la vida sexual en las adolescentes.
Agradecimientos
El trabajo se realizó dentro del convenio existente entre la universidad y la Fundación Vida Nueva (FVN). Esta es una ONG constituida desde 1994, cuya misión es el apoyo a las mujeres prostitutas para mejorar sus condiciones de vida. El protocolo de investigación fue debidamente evaluado y aprobado, cumpliendo con los requisitos legales y éticos de la investigación social. Agradecemos a la Fundación Vida Nueva, a su directora, Nohora Cruz, a todas las mujeres vinculadas con la Fundación y a sus familias por compartir con nosotros sus experiencias de vida y conocimientos.
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