Introducción
El término parafilia fue usado por primera vez por Stekel en 1930 y Money lo popularizó en la década de los setenta1. Parafilia se usa sin connotaciones peyorativas desde la tercera versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM) de la Asociación Psiquiátrica Americana hasta la versión más reciente, DSM-52,3. El término se introdujo para reemplazar la expresión «perversión» que había tomado connotaciones populares, despectivas y casi siempre criminales, así que las parafilias se consideraban trastornos mentales2,4.
En el vigente DSM-5, parafilia se define como «cualquier interés sexual intenso y persistente que no sea el interés sexual en la estimulación genital o caricias preparatoria con las parejas humanas fenotípicamente normales, físicamente maduras y que consienten»2. Esto no implica en sí mismo un trastorno mental4-6. Estos comportamientos sexuales (parafilias) toman la locución «trastorno parafílico»«si las fantasías, deseos sexuales irrefrenables o comportamientos causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento», es decir, se entienden como trastornos mentales2. Una distinción no siempre fácil de precisar7.
Wright8 sostiene que la distinción entre parafilias y trastornos parafílicos es un paso a la despatologización de los comportamientos sexuales infrecuentes. Pero varios autores, entre ellos Fedoroff et al. (4 y Echeburúa et al. (5, plantean que esta división no sólo implica patologizar (medicalizar o psiquiatrizar), sino que mantiene efectivo el complejo estigma-discriminación asociado con los intereses o comportamientos sexuales heterodoxos. Por su parte, Hamilton9 sostiene que con este procedimiento se quiere dar la connotación de trastorno mental a algunos comportamientos claramente criminales, y con ello dejar en el sistema de salud problemas que deben manejar los sistemas de justicia6,10. Sin duda, estas perspectivas encontradas reviven la controversia de larga data en psiquiatría sobre la distinción entre trastorno mental y comportamiento criminal11.
En la categoría de trastornos parafílicos se agrupan el trastorno de voyeurismo, el trastorno de exhibicionismo, el trastorno de froteurismo, el trastorno de masoquismo sexual, el trastorno de sadismo sexual, el trastorno de pedofilia, el trastorno de fetichismo, otro trastorno parafílico especificado y trastorno parafílico no especificado2.
Los comportamientos zoofílicos, o «zoofilia», pueden definirse como «cualquier interés sexual intenso y persistente» por animales y, por lo tanto, incluirse en el diagnóstico «otro trastorno parafílico especificado» si se asocia con malestar importante o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento y ha estado presente durante al menos 6 meses2.
El diagnóstico de zoofilia, y otras parafilias, no está exento de polémica, dado que ello implica la medicalización y la patologización, en algunos casos la criminalización, de una amplia variedad de comportamientos sexuales privados que no vulneran los derechos de otras personas y que son la mejor representación de la heterogeneidad y «normalidad» humana en todas las culturas12-15. Esto denota que las representaciones actuales de la sexualidad son el desenlace de un proceso dinámico complejo de cambios en el contexto social, político e histórico que privilegian el bienestar y la responsabilidad sexual12,16,17. Downing18 plantea que la patologización de la parafilia involucra cuestiones más ideológicas que médicas en favor de la heteronormatividad y la reproducción como objetivo central de la sexualidad. Para los comportamientos zoofílicos, es posible que se insista en la criminalización o patologización por la creciente defensa de los derechos de los animales; algunos autores consideran que todo contacto con intenciones sexuales con un animal, aunque no cause dolor o daño evidente alguno, se puede denominar abuso sexual animal19-21.
En resumen, desde una perspectiva clásica, las parafilias son elecciones sexuales que quedan fuera del límite de la sexualidad «normal». Desde una visión crítica, estos comportamientos reflejan visiones sociales particulares sobre el comportamiento sexual aceptable. Y desde un enfoque integrador, se necesita una consideración cuidadosa para determinar si tales comportamientos son simplemente parte del espectro normal de comportamiento, y si existe algún valor clínico para la medicalización en lugar de la criminalización de las personas que participan en un comportamiento sexual no consensual12-18,22,23. Para el caso particular de la zoofilia, sería imposible realizar el diagnóstico si la persona no siente malestar alguno por el comportamiento sexual con animales, si lo considera una opción válida12,15-18.
El conocimiento de la frecuencia de comportamientos parafílicos en la población general es muy escaso, casi anecdótico, dado que hasta la fecha los estudios han tomado muestras sesgadas24. Estos comportamientos se han investigado preferentemente en infractores sexuales25-27, como predictores de comportamientos antisociales28,29 y pacientes con diagnóstico de otros trastornos mentales30-33. Sin duda, conocer la prevalencia en la población general puede dar luces en la discusión sobre la naturaleza de los comportamientos zoofílicos, si se deben considerar parte del espectro sexual «normal» o infracciones a las leyes penales y, en consecuencia, delitos o trastornos mentales formales que ameritan tratamiento psiquiátrico formal12-15,22,23.
Métodos
Se realizó una revisión en las bases de datos de MEDLINE, a través de PubMed, Scopus y la Biblioteca Virtual en Salud (BVS). La BVS es un recurso electrónico que recopila información biomédica en español y portugués que con frecuencia no se encuentra en MEDLINE y Scopus.
Se realizó una búsqueda amplia que consideró la mayor cantidad de artículos, como casos y otros estudios que informan de frecuencia de eventos en la población general. La búsqueda se limitó a publicaciones del siglo XXI, desde enero de 2000 hasta diciembre de 2017.
En el grupo de palabras clave se incluyeron "parafilia", "zoofilia", "casos" y "prevalencia" en diferentes combinaciones. Estas palabras se usaron tanto en inglés como en español y portugués para la BVS. No se consideraron revisiones narrativas ni revisiones sistemáticas. Para reducir la omisión de artículos de interés, se siguió una revisión manual de las referencias de los artículos identificados en las búsquedas iniciales. Se llevó a cabo un análisis descriptivo en el que se precisaron las características sociodemográficas de la población, la forma de evaluación, los criterios usados y la prevalencia de comportamientos zoofílicos.
Resultados
Inicialmente se revisaron 17 artículos. Se excluyeron 4 trabajos porque los participantes no eran de la población general, sino de otros contextos como el forense, o no se investigaron comportamientos parafílicos de tipo zoofílico34-37. Se revisaron 10 informes de casos38-47, 2 series de casos48,49 y 1 estudio transversal50.
En resumen, en los casos se describe a 12 participantes, las series de casos sumaron a 1.556 personas y el estudio transversal sumó a 305 varones y 710 mujeres. En la tabla se presentan detalles de los trabajos incluidos.
Discusión
La presente revisión recopila casos, series de casos y un estudio de prevalencia de zoofilia en la población general. La información es realmente escasa en el tema y es difícil precisar la prevalencia de comportamientos zoofílicos en la población general. El único estudio transversal informa de una prevalencia del 2%, tanto en varones como en mujeres50.
Es altamente probable que la escasez de datos válidos y confiables en el área esté relacionada con las connotaciones siempre negativas que han tenido estos comportamientos, desde las connotaciones religiosas como pecado, los sistemas legales como un delito y hasta la fecha como un trastorno mental desde la perspectiva médica psiquiátrica1,2,4-7.
Sin embargo, el crecimiento de las comunidades y redes sociales en internet ha mostrado que los comportamientos sexuales incluidos en la categoría de parafílicos, con la inclusión de los llamados zoofílicos, son más frecuentes de lo que se pensaba en la población general sin disfunción alguna en las áreas habitualmente evaluadas para definir un trastorno mental51,52. Esto es comprensible, puesto que internet permite mantener el anonimato, evitar el complejo estigma-discriminación asociado con los comportamientos sexuales heterodoxos y encontrar a otras personas con comportamientos similares53,54.
Lo anterior hace suponer que es cada vez más difícil sostener la validez del diagnóstico de los trastornos parafílicos4,5,7. Además, si se acepta que estos comportamientos sexuales suelen perdurar, como las características de personalidad4,6,7, por lo que no tienen probada respuesta a los tratamientos disponibles actualmente55.
Esta investigación actualiza el conocimiento sobre la prevalencia de comportamientos parafílicos en la población general, aunque no permitió establecerla con precisión, dada la heterogeneidad de las publicaciones.