En Colombia, la camparía presidencial de 2022 ha puesto de manifiesto el racismo estructural presente en la sociedad, en un proceso electoral en el que han figurado precandidaturas y candidaturas afrodescendientes y pertenecientes a los pueblos originarios, muchos de ellos también víctimas del conflicto armado interno colombiano.
La «raza» como variable relevante ha sido desatendida en los estudios colombianos de salud mental, al igual que la salud mental de las personas y las comunidades afectadas por la violencia sociopolítica1, mencionados en ocasiones como parte de los determinantes sociales de la salud mental dentro de un enfoque de gestión del riesgo2.
El concepto de «raza» como constructo se ha empleado para delinear diferencias biológicas entre los seres humanos con base en el color de piel y la presunción de que las personas con pieles oscuras son inferiores a aquellas con pieles claras3),(4. Todos los grupos raciales comparten más del 99,9% de los genes; en consecuencia, la «raza» como referencia a un grupo genético particular es inadecuado y muy limitado5. La apariencia física no necesariamente significa similitud genética en los grupos poblacionales6. Sin embargo, en publicaciones médicas se ha fomentado y perpetuado el «racismo científico»7. Generalmente se hace énfasis en la raza como una característica y se minimizan aspectos culturales (la etnia), sociales e intersectoriales implicados en la asociación2),(6, asunto de gran relevancia en un país diverso como Colombia y más aún si se habla de salud mental, si se asume que la diversidad es una de las expresiones de la salud mental individual y colectiva y un patrimonio de la salud mental pública8.
La mirada tradicional de etnia/raza con frecuencia desconoce los aspectos sindémicos relacionados con la salud8)-(10. La sindemia hace referencia a cómo los asuntos relacionados con la salud interactúan entre sí y estos, a la vez, con los factores sociales, históricos, culturales, ambientales, políticos y económicos como la pobreza8),(9.
Es necesario abordar la salud como un todo, físico y mental, desde un enfoque sindémico: considerar la interacción de problemas sociales que afrontan las personas afrodescendientes y de los pueblos originarios y los aspectos culturales relacionados como el complejo estigma-discriminación3),(6.Se debe considerar que el complejo estigma-discriminación por etnia afecta negativamente el «vivir sabroso»,el«buen vivir» o la salud mental de los colectivos étnicos estigmatizados-discriminados, excluidos y empobrecidos10),(11.
Es momento de acabar con el complejo estigma-discriminación en salud mental, la patologización y psiquiatrización del color de la piel y otras características como la hendidura palpebral, el epicanto o la particularidad de la textura o el color del cabello12. En Colombia sigue vigente el racismo en todos los ámbitos de la sociedad, especialmente en los entornos escolares, laborales y de encuentro social, lo cual afecta adversamente a la salud mental de comunidades afrocolombianas, raciales, originarias, etc.13. Es preciso considerar más los aspectos sociales y culturales que afectan al proceso salud mental-problema/trastorno mental-atención y usar con más frecuencia el concepto de etnia en lugar del de raza, y tener presente que las condiciones de vida, los hábitos, las costumbres, la cultura y las condiciones sociales median la situación de salud de las comunidades, entre ellas reunir los criterios diagnósticos de trastorno mental14. Se debe interpretar mucho mejor los hallazgos en las investigaciones clínicas y epidemiológicas relacionados con la etnia, dada la existencia de racismo estructural, incluso en el ámbito científico15.
Las personas con un origen étnico particular que reúnen criterios diagnósticos de trastorno mental sufren doble estigma-discriminación: la interseccionalidad del complejo estigma-discriminación que se da cuando en una persona convergen diferentes características, condiciones o situaciones estigmatizadas como sexo, orientación sexual, clase social, ingresos financieros o desplazamiento por violencia sociopolítica16.
En conclusión, las desigualdades en salud mental de los grupos étnicos por fuera del poder político y económico son principalmente el resultado de la exclusión social y no de eventuales diferencias genéticas17. La psiquiatría colombiana se debe comprometer con el disfrute de la salud mental como derecho e implementar la materialización del enfoque diferencial del sistema general de seguridad social en salud colombiano18, trasladarlo de lo enunciativo en los discursos a las prácticas en el campo de la salud mental, donde el reconocimiento y el respeto a la diversidad ocupan un lugar central que no debe subsumirse por la medicalización, la psiquiatrización o la psicologización8),(17