Introducción
El programa de Teología fue creado desde hace más de 20 años al interior de la hoy nombrada Universidad Católica Luis Amigó. Esto aconteció durante la rectoría del terciario capuchino Fray Marino Martínez y la dirección del padre Iván Darío Toro Jaramillo en Medellín1. En este momento se empezó a usar la expresión Teología en contexto. Su propósito era crear un programa con horizontes de sentido que pudiera consolidar un diálogo entre el saber teológico y las realidades de los contextos sociohistóricos, inspirado por la tradición francisco-amigoniana que sostiene a la Congregación de Terciarios Capuchinos fundada por Fray Luis Amigó y Ferrer en 1889 quien asume, desde su lectura evangélica de la realidad, el dolor de las juventudes, las personas más vulnerables de la historia española de aquella época.
Desde su origen, el programa avanza en su reflexión sobre las dificultades y las esperanzas que conciernen a un proyecto teológico en cualquier universidad confesional, siempre con la vocación de su comienzo: una Teología en contexto que implique un tono, un estilo, un método que aproveche la meditación académica para implementar acciones concretas y así transformar los entornos. Para el año 2021, luego de tres registros calificados reconocidos por el Ministerio de Educación Nacional, al interior de su reflexión curricular, continúa esta impronta que desafía hoy al cuerpo docente de la Facultad de Educación y Humanidades. Lo que pretende es pensar la Teología desde una perspectiva interdisciplinar que comparte su espacio con otras carreras. Además, desea atender el llamado del magisterio actual de la Iglesia a los futuros profesionales de la Teología: dialogar con el mundo, las ciencias, las múltiples realidades de sufrimiento y esperanza de los seres humanos, pueblos y culturas con el fin de lograr procesos de humanización según los presupuestos de la fe2.
La reflexión y problematización del contexto en relación con la Teología es una tarea necesaria. Por esto la pregunta de esta investigación es: ¿cómo se comprende el contexto en el quehacer teológico de la Universidad Católica Luis Amigó? Hoy, el programa de Teología se sigue preguntando por este sello distintivo que le caracterizó desde su fundación: la de validar un discurso de fe que interpreta la realidad desde su saber. Esto lleva a cuestionar cómo se ha hecho este trabajo a través del tiempo y si aún continúa su tarea en la actualidad. La pregunta problematizadora pretende, además de dilucidar el camino investigativo, poner cimientos para fortalecer el trabajo teológico institucional.
La comprensión del enfoque contextual en la Teología de la Universidad Católica Luis Amigó se ordenó en una investigación que contenía los siguientes objetivos que apuntaban a los diversos momentos metodológicos: 1) la construcción de marcos teóricos sobre el valor del contexto en el trabajo teológico actual partiendo de producciones relacionadas con el tema de investigación y una Revisión Sistemática de Literatura, con el objetivo de alimentar la perspectiva teórica y disciplinar y la identificación de categorías fundamentales para la construcción del instrumento de investigación que se aplicaría en grupos focales con mayor precisión3; 2) descripción de la comprensión sobre la Teología en contexto en el programa a partir de la intervención en dos grupos focales, uno con estudiantes y otro con docentes, para la identificación de apreciaciones a partir de categorías previas de análisis que permitan identificar, desde el mundo de la vida de las personas al interior del programa, el empeño de la carrera y cualificar su quehacer desde la experiencia de la comunidad teológica amigoniana y los marcos teóricos ya obtenidos; 3) finalmente, la discusión y conclusión de los resultados de tales construcciones teóricas y apreciaciones sobre la Teología en contexto al interior de la Universidad para renovar y enrutar administrativa y académicamente las voluntades directivas, profesorales y estudiantiles, a partir de la publicación de los resultados de la investigación4.
1. Marco teórico
Durante las sesiones de investigación se recopiló la información a partir de la revisión de producciones teológicas significativas y de artículos investigativos en revistas de alto impacto. Además, se consideró recurrir, a partir de entrevistas, a la experiencia histórica y académica de Iván Darío Toro Jaramillo, actual director de la Escuela de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, quien participó en la creación del programa de Teología en la Universidad Católica Luis Amigó en los inicios del siglo XXI haciendo énfasis en el contexto; y de Alberto Parra Mora, profesor emérito de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, reconocido por su hermenéutica teológica contextual. De la información recogida y analizada, se pudieron trazar itinerarios históricos, filosóficos y teológicos para continuar la reflexión de una Teología en contexto al servicio de la comunidad amigoniana.
Para la construcción del marco teórico de este artículo de investigación, se encuentran dos conceptos fundamentales que emergieron durante las entrevistas con Toro Jaramillo y Parra Mora: el Lebenswelt o mundo de la vida, que da continuidad a los inicios del programa de Teología en la Universidad Católica Luis Amigó como punto de partida filosófico fundamental5; y el tránsito de la Textexegese a la Lebensaktexegese o de la exégesis del texto a la exégesis del acto de vida, que proyecta la meta para la verificación del método al interior de este quehacer universitario6. Estas dos bases fenomenológicas y hermenéuticas asumen los impulsos actuales del magisterio de la Iglesia y renuevan el quehacer teológico para la academia, las comunidades de fe y la sociedad7. Y, sobre todo, resignifican el sentir de Luis Amigó y Ferrer, quien anuncia un carisma, una experiencia pensada y narrada desde el contexto sufriente de la juventud española en los albores del siglo XX8. Tal carisma cimienta y configura hoy la misión congregacional, la vida académica y la carrera teológica de la Universidad.
1.1. Lo contextual: el mundo de la vida
En este artículo se comprende lo contextual como aquello que la fenomenología hermenéutica ha llamado el mundo de la vida. Desde las entrevistas iniciales de esta investigación, en especial con Toro Jaramillo y Parra Mora, se descubre un interés por la comprensión del contexto como el concepto fenomenológico de Lebenswelt o mundo de la vida. Toro Jaramillo define lo contextual como «la realidad, la realidad vivida, la realidad experimentada y experiencial». Posteriormente, aclara: «Es lo que de alguna manera Husserl dijo bajo aquel concepto de Lebenswelt»9. Como se sabe, el filósofo Edmund Husserl critica a las ciencias positivas y llama a las ciencias concretas del espíritu a no caer en el ideal de exactitud y cuantificación. Con esto convoca a escuchar «el enigma de la subjetividad»10, a atender las cuestiones relativas al sentido o sinsentido de la existencia y describir fenomenológicamente lo que las personas viven y sienten dentro del contexto inmediato en el que habitan: cuáles son sus preocupaciones, cuáles son sus búsquedas y carencias, cómo se da su existencia espiritual.
El mundo de la vida de la fenomenología husserliana interpreta al sujeto inmerso en un mundo de preguntas y de búsquedas y deja como herencia los posteriores desarrollos de la hermenéutica, en especial en las obras de Heidegger, Gadamer y Ricoeur, las cuales resaltan la importancia no sólo de los textos antiguos, sino de la vida de quien los interpreta. Del mismo modo, este mundo de la vida se traduce en la realidad política, tal como lo enfatiza Hannah Arendt, quien contextualiza el lenguaje fenomenológico-existencial a la concreción histórica de lo que se comprende como vita activa. Esta es entendida por la filósofa alemana como la relación del ser humano con su entorno en tanto transformación de este mediante tres actividades: labor, trabajo y acción11. Labor es la actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, ligado a necesidades vitales. Trabajo es la actividad que transforma los elementos naturales en artificiales, en mundo de cosas o instrumentos para relacionarse con la tierra. Acción corresponde a la condición humana de la pluralidad, y se remite a la acción política. En este sentido, no se puede pensar en el mundo de la vida sin las implicaciones laborales y las relaciones sociales.
Así lo propone la mística activista Simone Weil en sus cartas desde la fábrica a la que entró para identificarse con la vida obrera: «la realidad de la vida no es la sensación, es la actividad»12. En esto critica Weil a pensadores estetizados como André Gide, quienes se dedican a la mera contemplación artística del mundo y no a su transformación. Weil aclara y radicaliza que la actividad no se da sólo en el pensamiento o en la creación de obras de arte, sino también -y ante todo- en la acción, en la realidad laboral, en la condición obrera: «Los que viven de sensaciones no son, material y moralmente, más que parásitos en relación con los hombres trabajadores y creadores, que son los únicos hombres»13. De este modo, se asume que el mundo de la vida implica también el mundo del trabajo. Y la Teología en contexto debe asumir que docentes, estudiantes, comunidad de fe y sociedad tienen como objeto primordial la búsqueda del pan y la creación de mundo a través de instrumentos.
El concepto de mundo de la vida o Lebenswelt, basado en Husserl, Heidegger y Arendt, es el fundamento filosófico de la Teología en contexto, según la búsqueda de Toro Jaramillo, desde los primeros planteamientos en la fundación del programa hace 20 años. Comprender el contexto como mundo de la vida permite esta herramienta conceptual para que la Teología, fiel a sus horizontes salvíficos, toque la realidad evidente en las preocupaciones de las personas y pueda llamarse en contexto, siendo este su nombre original, sin caer en las imprecisiones propias del término y su cópula: desde el contexto, para el contexto, de contexto, contextual, de la contextualidad.
Alberto Parra ubica el concepto del mundo de la vida desde el Ahí de la comprensión heideggeriana de ser-en-el-mundo. Esto implica observar los fenómenos y discursos teológicos en los contextos, para luego comprender la estructuración de los fenómenos y, finalmente, dar una mirada crítica a los fenómenos, de modo que se pueda comprender la propia crisis y analizar la realidad desde las realidades sentidas y vividas a profundidad por los sujetos14. Esto es lo propio del Ser-ahí, desde una perspectiva heideggeriana, en la medida en que el Dasein -entendido este como la existencia humana que se pregunta por el ser- habita el mundo preguntándose por él, preocupado por las situaciones vitales y de significado, por sus posibilidades para su estar en el mundo y en el tiempo15. Así, Parra invoca la existencialidad del ser que se define por su existir concreto, sensible, situado, terrestre, histórico y carnal16.
1.2. El contexto: estar en el mundo de la vida
De este modo se comprende lo contextual de la Teología como un estar en el mundo de la vida bajo tres modalidades que se complementan: preguntando, cuidando y actuando. Según Heidegger17, el humano se halla en el mundo de la vida de la pregunta y el cuidado. Esas son las posibilidades y maneras de ser del Dasein comprendido como el ente que pregunta por el sentido de su relacionamiento con el mundo y cuida de sí y de los otros. El estar-en es un modo de ser del Dasein, en la medida en que también sabe que co-está o comparte el mundo con otros. O como lo plantea Arendt18, vivir es estar entre otros seres humanos -inter homines ese-, es actuar para construir un mundo en relación con la tierra. Esto lleva a hablar del humano como un intérprete del mundo, a la disposición afectiva en la cual el sujeto interpreta el mundo, puesto que es un ser de afectos, y a la acción transformadora de los medios para construir ese mundo siempre en relación con otros y otras, ya que el humano es un ser de relacionalidad y no una mera racionalidad19.
Pero hay que detenerse en el Ahí, puesto que este es el mundo de la vida hacia el cual se vuelca el Dasein o el intérprete -en este caso investigativo, el sujeto que también se hace preguntas teológicas y cuestiona las interpretaciones en diálogo con la tradición- incluso, en condición de arrojado -lo que el cristianismo puede asumir como la condición de pecado, según Tillich20-, de estar-ahí asumiendo la propia existencia en el mundo. De este modo, la persona o el Dasein en tanto ser -Sein- de un ahí -Da- está ubicado en un mundo específico, o lanzado a él -lo entendido por contexto- y este lo transforma en ser específico debido a las especificaciones de ese ahí21.
Según Heidegger, el humano está abierto al contexto en el que está y este contexto determina su comprensión de mundo y la disposición afectiva, las cuales van de la mano, puesto que las personas no entran en una relación hermenéutica con el mundo sin estar mediadas por el modo en que se sienten dentro de él. El ser en contexto, el Dasein, es, por tanto, un ser de afectos. Y el temple de ánimo en el que se encuentra en el contexto es la condición de abrirse afectivamente al mundo22.
Por esto se considera, desde Heidegger, que para comprender al ser humano en contexto, no se pueden separar los afectos en favor de la razón o de la mera explicación sociológica, sino que se le debe considerar de sus afectos y su condición de arrojamiento dentro del mundo, pues ni siquiera la teoría está exenta de una tonalidad afectiva23. Quien contempla el mundo está inmerso en lo contemplado, y el humano está consignado en el contexto en el que habita dispuesto afectivamente a él como una manera de habitar en entrega al mundo en el que se vive. Además, desde Arendt, se debe afirmar que el mundo es el resultado de la intervención humana y de la interrelación de unas personas con otras, y que los seres humanos siempre están condicionados por su entorno y su contexto en tanto son productores de un mundo, pero también son producto del mundo en el que viven.
1.3. La situación hermenéutica del contexto histórico
Así, la interpretación que realiza una Teología contextual o en contexto atiende tanto a los fenómenos externos que rodean al intérprete como al intérprete mismo abrazado por su entorno. Esto es lo que comprendemos como la situación hermenéutica.
La comprensión es una condición del estar en el mundo de la vida. Para Heidegger, el estar ahí -Dasein- es un comprender. Esta comprensión, como se ha remarcado, es afectiva24, y siempre es contextual, pues descansa en el hecho de comprender al mundo en el que se está a la par que comprenderse a sí mismo dentro del mundo. En palabras de Heidegger: «El comprender es el ser existencial del propio poder-ser del Dasein mismo, de tal manera que este ser abre en sí mismo lo que pasa consigo mismo»25.
El Dasein está en el mundo en disposición de comprender su contexto, asunto categórico para la comprensión del ser humano. Asumirse a uno mismo es asumir su pasado, a la vez que el pasado -el haber-sido- es una afectación para definir el propio futuro. El pasado no es sólo un recuerdo, sino que hace ser lo que se es, pone a la persona ante posibilidades futuras y la equipara para la comprensión de los fenómenos. Por eso tanto el tiempo como el espacio -es decir, el contexto- son definitivos a la hora del ser humano comprender y también comprenderse. No se puede comprender al Ser-ahí si no se comprende su ahí. Este ahí es el contexto.
Se puede afirmar que la contextualidad no es una propiedad de los hechos sino una estructura de la existencia. Heidegger se refiere a ella como historicidad, el modo de ser de la existencia humana, cuando ésta se auto-gesta en el tiempo. Contextualidad, comprendida como historicidad, es la apertura del campo de toda posible historia en la que se entiende al comprenderse a sí mismo como proyecto26. El Dasein es proyecto que se orienta hacia sus posibilidades. Comprender es proyectar las posibilidades contextuales e impregnarse de todas las posibilidades que ofrece el entorno. De este modo, desde una perspectiva hermenéutica contextual, se habla del comprender como la proyección del ser humano hacia sus posibilidades, a la vez que es un poder ser, pues no se limita a lo que ya está dado o definido por la historia o el contexto, sino que es un poder-ser, desde las posibilidades abiertas que se dan en el acto del comprender.
Heidegger comparte la importancia de la interpretación del acto de vida o de la vida como un acontecimiento del ser mismo en su contexto interpretándose. La comprensión es vista desde una fenomenología hermenéutica que muestra al ser en su realidad y lleva a los planteamientos de una nueva hermenéutica que desafía al método histórico-crítico que se gestó en la teología del siglo XIX, en el seno del racionalismo y del historicismo, pero que se concentra en los contextos de producción de los textos sagrados y tradiciones, pero no en los de su recepción.
La hermenéutica fenomenológica, que se ocupa del mundo de la vida, considera que el ser humano comprende su realidad desde una situación determinada y que el ser humano está ubicado en su propio tiempo y espacio, como lo plantea Gadamer en su obra Verdad y Método: «no es la historia la que nos pertenece, sino que somos nosotros los que pertenecemos a ella»27. En este sentido, la historicidad del contexto determina las preocupaciones y vivencias del intérprete frente a un texto, a una tradición o a una obra de arte.
Ricoeur, por su parte, enfatiza el valor de los lectores activos frente al texto, el cual goza de un plus de sentido que no se agota con una primera interpretación. El texto exige una lectura activa28, en especial a partir de la teoría de la muerte del autor heredada de la semiótica: «leer un libro es considerar a su autor como ya muerto y al libro como póstumo», comenta el filósofo francés. Y más adelante dice: «sólo cuando el autor está muerto la relación con el libro se hace completa y, de algún modo, perfecta; el autor ya no puede responder; sólo queda leer su obra»29. Esto significa que, en lugar de limitarnos, una tradición está abierta y se libera a nuevas interpretaciones en nuevos contextos, siempre y cuando haya una interacción viva entre las estructuras del texto y las realidades concretas de los intérpretes. En este sentido, estos filósofos recalcan la importancia que tiene el contexto vital de los intérpretes a partir de preocupaciones concretas y proyecciones de mundo, al momento de enfrentarse a una tradición bíblica o teológica, estética o literaria, social o histórica. El clásico Sitz im Leben de la exégesis clásica pasa a convertirse en el lugar de vida de las personas que hacen suyos los textos en la medida en que los vivencian.
1.4. Definir históricamente la Teología junto al contexto
Al enfrentar el contexto vital de los intérpretes con una tradición bíblica o teológica, se entra en el campo de la Teología en contexto. Si bien se menciona antes el problema de la cópula en contexto y se clarifica el concepto mundo de la vida, también se hace necesario resaltar las variantes que dificultan o enriquecen el término en la materialidad histórica. Porque el contexto puede ser el punto de partida o de llegada, puede ser la existencia del sujeto, una realidad histórica documentada en textos y tradiciones, un espacio donde se ejerce la acción humana, un lugar teológico tal como lo comprendió la Teología latinoamericana en el rostro de personas empobrecidas30, una realidad social o psicológico-existencial propiciada por la injusticia y la opresión que causa sufrimiento. También, en el contexto de esta investigación, implicaría a la universidad entera con la vida de docentes y estudiantes de los programas universitarios, la relación entre cuerpos administrativos, docentes y estudiantiles del programa de Teología en la Universidad Católica Luis Amigó inserta en la ciudad y sus situaciones, en el país con sus realidades y conflictos31.
Ángel Cordovilla señala que la experiencia religiosa es expresión de la recepción de la revelación de Dios en el ser humano y basa la reflexión teológica como segundo momento de la experiencia cristiana. Esta, al mismo tiempo, alimenta tal ciencia, conocimiento, sabiduría porque, para llegar a Dios, hay que pasar por los signos y testimonios históricos que hablan de él32. Y, al pensar la realidad misma de Dios, se introduce el horizonte lingüístico humano produciendo una turbulencia semántica, para citar la expresión de Adolphe Gesché33.
Es una turbulencia semántica, más aún, cuando se relaciona la experiencia de Dios con la lectura del contexto. Ignacio Cervera Comte señala que la Teología no puede evadir el contexto y que está condicionada por él en su quehacer porque informa la reflexión del teólogo. Por lo tanto, de la mano de Marcel Chappin y Douglas John Hall, la contextualización es el esfuerzo intencional para hacer Teología desde un contexto34. Y esto puede evidenciarse en el desarrollo histórico de un quehacer que demuestra cómo la forma externa y concreta de su realización va cambiando según las condiciones de los contextos, pero su identidad, naturaleza y originalidad científica perdura a través del tiempo, desplegando así su biografía. Esta erudición, como toda acción humana, tiene en la cuenta su dimensión histórica que, para este caso, puede exponerse en cinco formas esenciales que van, 1) de la escritura al símbolo -siglos I al III-; 2) del símbolo a las sentencias, -siglos IV al V-; 3) de las sentencias a las sumas, -siglos VI al XI-; 4) de las sumas a las confesiones, -siglos XII al XVIII-; y 5) de las confesiones a las teologías en contexto -siglos XIX, XX y XXI-. Cada desarrollo teológico muestra la forma en que, desde el contenido perenne del saber, se responden a las más variadas y complejas realidades35.
La quinta forma, donde estamos insertos hoy, indica diversas escuelas de pensamiento teológico impulsadas por enfoques interdisciplinares y contextuales. Para Cordovilla, «el siglo XX ha sido uno de los más fecundos en la biografía e historia de la Teología»36. Retoma este autor el epílogo de la obra de Rosino Gibellini37 sobre la pluralidad de escuelas teológicas del siglo XX en la que, inspirado en Habermas, numera movimientos teológicos: 1) el fenomenológico; 2) el antropológico; 3) el histórico-social; y 4) el contextual38. Según Gibellini y Cordovilla, el contexto se hace más consciente en la tarea teológica en los dos últimos giros correspondientes a la segunda mitad del siglo XX y posteriores al Concilio Vaticano II. En esta época ingresan al pensamiento teológico las mediaciones históricas, socioanalíticas y de la praxis transformadora de la realidad. Con estos avances empiezan los desarrollos de las teologías de la esperanza39, política40, experiencial41. Estas asumen el contexto latinoamericano con la teología de la liberación42, el asunto racial en los Estados Unidos con la teología negra43, el género en los colectivos de las mujeres con la teología feminista44 y en África y Asia con las teologías del Tercer Mundo45.
Es el pensamiento teológico latinoamericano el que introduce la noción de contexto en la definición de la Teología. Gustavo Gutiérrez afirma que la fe debe operar por el amor46, pues la disciplina es una reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la Palabra47. Con esto, busca llegar a una nueva manera de hacer Teología48. Si bien se han hecho profundas críticas contra esta escuela teológica49, también se hacen las justas aprobaciones y reconocimientos a los llamados de atención que planteó en su época.
Sin embargo, Cordovilla plantea a propósito de la relación entre Teología y sociedad que, si bien es necesario agradecer esta perspectiva latinoamericana por traer la praxis y el compromiso sociopolítico a los desarrollos teológicos y tomar conciencia de ellos, tal expresión forma parte de su propia naturaleza y, de entrada, no tendría necesidad de tales adjetivos porque ella misma tiene su propio carácter público y provoca acción social. Porque Dios, como objeto de esta disciplina, se revela en la historia y se plenifica en la persona de Jesucristo en el seno eclesial. Ahí está su logos, su método, su comunidad como espacio salvífico y el sujeto que responde desde la fe como ser humano y sujeto social y eclesial. De esta manera, la Teología jamás se realiza en el vacío sociocultural sino en la vida académica, eclesial y sociopolítica implicando desde ella misma la responsabilidad social del acto creyente. En la academia explica, sistematiza y fundamenta; en la comunidad de fe acredita, comunica y celebra; y en la sociedad presenta su acción performativa y transformadora50.
Es aquí, en la acción performativa y transformadora propia de la Teología donde mejor se articula el concepto compartido durante la entrevista con Alberto Parra: la transición de la Textexegese -exégesis de los textos basada en la hermenéutica aristotélica- a la Lebensaktexegese -exégesis del acto de vida basada en la hermenéutica heideggeriana-. Parra comparte:
había que pasar a la Lebensaktexegese, de la exégesis del texto a la exégesis del acto de vida, que es lo que importa, tal vez a la luz del texto. Pero lo primero no es el texto, lo primero es el contexto de vida. ¿No es eso pararse en el contexto? ¿Y no es eso invocar realmente tanto filosofías contextuales, como antropologías contextuales, como políticas contextuales, como ciertamente, teologías contextuales? Es decir, nosotros mismos no somos otra cosa que contexto51.
Se trata de migrar de la única comprensión teológica como revisión limitada y exacerbada de documentos de tradición bíblica, eclesial y magisterial en la que han terminado carreras e investigaciones -exégesis de textos-, a incluir con seriedad temática y metodológica la circularidad hermenéutica que promueva la transformadora acción personal y comunitaria desde su mundo de la vida -exégesis del acto de vida-52. Parra llama la atención sobre el peligro de centrarse de forma hermenéutica en las letras, que se concentra en la fuerza y el valor del texto santo determinando la Teología desde la actividad locucionaria, e identifica valores y significados entre sus líneas diciendo su propósito ilocucionario, en vez de fortalecer su imperativo perlocucionario, del acto de vida que culmina el proceso de la interpretación teológica de la acción. Parra fundamenta la anterior exposición desde la hermenéutica de Ricoeur para generar verificación y comprobación sobre la comunicación de la revelación del Padre en la historia que manifiesta su propósito de gracia, salvación y redención, extensivo a la percepción de los fenómenos históricos actuales donde se muestra desde el preguntar práxico y contextual sobre las preocupaciones de pequeñas y pequeños, víctimas, personas injusticiadas de este mundo53. Ahí se generaría, incluso, la credibilidad y emergería la investigación teológica.
1.5. Las nuevas búsquedas y los nuevos paradigmas del siglo XXI
La turbulencia teológica continúa con las formas nuevas y plurales que asumen con rigurosidad los contextos en el siglo XXI. Pueden ser amplias y pendientes por sintetizar estas primeras dos décadas de recorrido académico. Sin embargo, para esta investigación y con el único propósito de ser enunciados, se tomarán algunos aportes de autores como Juan José Tamayo-Acosta y Josef Estermann y autoras como Elisabeth Schüssler-Fiorenza e Ivone Gebara; y en el plano académico a Stephen Bevans y algunos datos generales sobre la novedad de las investigaciones en el panorama internacional de los últimos años.
Puede preverse desde el inicio, luego de la innovación teológica del último siglo, la continuidad en los avances de las escuelas del siglo XX al siglo XXI. Los planteamientos no terminaron, se prolongaron en las búsquedas contextuales de las iglesias, las religiones y los movimientos sociales de inspiración creyente, motivando la configuración de nuevos paradigmas teológicos, en palabras de Juan José Tamayo Acosta. Teniendo presente los principios de la misericordia y la liberación, el autor recorre los retos de la interculturalidad, el diálogo interreligioso, la crítica hermenéutica, los nuevos planteamientos feministas, las urgencias ecológicas, las necesidades ético-práxicas e inspiraciones utópicas, la memoria de las víctimas, los lenguajes simbólicos y los aportes de las ciencias de las religión, la crítica a la economía del mercado y la relectura mística de la liberación54. Con estos horizontes fundamentó luego que otra Teología es posible como fruto de estos nuevos paradigmas de inicios de siglo. Con los nuevos contextos de empobrecimiento, justicia, violencia y paz; de diálogo entre culturas y religiones; el ingreso de las teorías decoloniales y poscoloniales al quehacer teológico, la amplitud de los discursos de género y feministas y las espiritualidades diversas, junto a la defensa de la dignidad humana desde el panorama teológico y político, continúa el ejercicio de un pensamiento crítico y creyente.55
Además, se abren también las perspectivas interculturales según evidencian estudios como los de Josef Estermann y la continuación de la reflexión de Tamayo Acosta. Estermann se pregunta por la relación de la fe cristiana con las culturas indígenas de Suramérica y reconoce que las categorías teológicas leídas en diversos marcos culturales a través de la historia generan teologías contextuales y procesos de recepción del mensaje cristiano. Estas contextualizaciones jamás son definitivas, sino abiertas y en permanente flujo y diálogo con nuevas categorías históricas; Tamayo hace una crítica a la religión hegemónica para dar lugar a las teologías que piensan la experiencia de Dios desde la raza, las etnias, las espiritualidades de los grupos indígenas, y profundiza más las llamadas teologías del Tercer Mundo desde una perspectiva decolonial56.
Ahora, vale la pena mencionar cómo la Teología feminista también recrea planteamientos y demuestra que hay un antes y un después en el pensamiento bíblico-teológico. Ejemplo de ello son las obras de Elisabeth Schüssler-Fiorenza, quien ayudó a recrear los orígenes del cristianismo desde las categorías del género con obras traducidas al español como Pero ella dijo57Cristología feminista crítica: Jesús, Hijo de Miriam, Profeta de la sabiduría58 desde el campo bíblico; y también en el campo teológico, sistemático y contextual con el esfuerzo de la brasilera Ivone Gebara y sus Intuiciones ecofeministas59, además de la obra El rostro oculto del mal, una teología desde la experiencia de las mujeres60, escrita en la primera persona del singular, que hace un llamado a pasar de una ontología a una hermenéutica del mal, para abrir caminos de esperanza a las mujeres latinoamericanas, entre las que se incluye ella como sujeto de la investigación. Estas obras, de finales del siglo XX y comienzos del XXI, son muestras de las búsquedas de las teólogas que revelaron caminos impensables en la producción teológica61.
Desde el punto de vista académico, es reconocido Stephen Bevans como el pionero en la elaboración sistemática de una Teología contextual. Pone en relación la experiencia del pasado en las Escrituras y la Tradición con la experiencia presente del contexto particular de comunidades y personas en cualquier cultura religiosa o secular, enfatiza que el contexto determina el contenido, el método, las preguntas de más aspectos relacionados con este saber. Tal diálogo que propicia interdisciplinariedad lleva a Bevans a definir varios modelos de comprensión teológica, como el de traducción, el antropológico, el práxico, de síntesis, el trascendental y el contracultural, quizá haciendo síntesis de las escuelas teológicas ya mencionadas62.
La turbulencia puede verse, además, en el amplio panorama internacional ocupado por los desarrollos de la Teología en contexto, con múltiples formas de expresión. Se construyó una ecuación de búsqueda para Scopus refinando la búsqueda de 2015 a 2020, encontrando variedad de artículos de investigación científica mencionando la relación entre la Teología con las tecnologías, los cristianismos, las religiones, las cosmovisiones, los procesos de educación teológica, comunidades rurales y urbanas, interdisciplinariedades teológicas, migraciones, ecologías, cuerpos y asuntos de raza, género, sexualidades, etnias y discapacidades, además de situaciones de conflicto sociopolítico y demás culturas periféricas en territorios variados. Tanta complejidad no hace posible una sectorización temática inmediata para significar el contexto. Este análisis será comentado en la metodología de investigación de este artículo.
Evidentemente, no se están agotando todas las fuentes en este marco teórico, pero sí se muestra la importancia de tomar en serio el contexto en el quehacer como fruto certero de su maduración. En este planteamiento filosófico a propósito del mundo de la vida y luego el recorrido histórico que informa las construcciones teológicas que incorporan de forma explícita el contexto a sus construcciones como producto de una exégesis del acto de vida, puede potenciar la reflexión necesaria y esperada. Es necesaria para la validación de la Teología en el concierto de las ciencias desde el horizonte de la revelación de un Dios que manifiesta los signos de su reinado y anuncia un Evangelio de la misericordia63. Y es esperada porque la Teología, en razón misma de la continuidad histórica de su tradición y en correlación con la hermenéutica de los textos sagrados, propone también innovaciones propias de las nuevas comprensiones de un saber útil64 para los procesos de transformación de la humanidad y los entornos en todas las formas de la vida. Se trata de tomar en serio el contexto, el mundo de la vida, la realidad-ahí, interpretar el acto de la vida y actuar en ella con prontitud performativa. Se vislumbra un reto para la comunidad teológica amigoniana.
2. Metodología
La investigación, de tipo exploratorio y descriptivo65, tomó un enfoque, un paradigma fenomenológico, histórico y hermenéutico. Sigue las pautas de Rosa María Cifuentes Gil, y se considera práctico, ubicado en la historia, pues interpreta las situaciones aparentemente aisladas para darles sentido, resignificarlas y reconstruir su mundo a partir de ellas para la comprensión global del fenómeno66. En este caso, se trata del contexto del grupo social y los aspectos subjetivos para conocer opiniones, sentimientos, imaginarios y percepciones en la vida cotidiana o mundo de la vida de las personas fundamentales que intervienen en los procesos formativos del pregrado en Teología en la Universidad Católica Luis Amigó, comunidad de sentido en la que forman parte e interactúan los investigadores67.
Tal paradigma va de la mano con la comprensión misma de lo que es la Teología como ciencia, como reflexión creyente a partir de la praxis, comprendida incluso sacramentalmente. Según Parra, la Teología es reflexión creyente sobre la comunicación divina en la historia de salvación y sobre las praxis humanas históricas de en el horizonte de la revelación y de la fe: «la teología se comprende dentro de las ciencias humanas, ciencias del espíritu o ciencias hermenéuticas»68. A partir de las praxis históricas, la Teología como ciencia instaura la reflexión creyente sobre esas mismas praxis y sobre el acopio de sus manifestaciones, como son los signos, los símbolos, y las situaciones sociales.
Esta investigación comprende la Teología desde el horizonte de la fe y considera la revelación como su categoría irrenunciable que lee la historia de las praxis humanas en los contextos como el espacio del acontecer y de la encarnación. Este punto de partida la ha impulsado al desarrollo de un método cualitativo. Aquí se entronca el saber teológico con el paradigma antes mencionado y la comprensión cualitativa de la investigación al haber hecho referencia a caracteres, atributos, esencias, totalidades o propiedades no cuantificables que podrían describir, comprender y explicar mejor los fenómenos, acontecimientos y acciones del grupo social investigado69. Lo cualitativo, al nacer en las ciencias sociales y humanas como crítica a la comprensión científica en el mundo moderno tal como se mencionó al inicio a propósito del planteamiento filosófico sobre el mundo de la vida, no recurre de entrada a procesos cuantitativos como tampoco se hizo durante la fluida resolución del problema de investigación.
Sobre el método construido para la investigación, se tuvieron en la cuenta los desarrollos teóricos antes expuestos, compartidos por Toro Jaramillo sobre Husserl, desde la fenomenología y la forma en que es heredado el concepto de mundo de la vida, que nutrieron las perspectivas hermenéuticas de Heidegger sobre comprensión del ser-ahí70, Gadamer y la visión del ser humano inserto en su propio tiempo y espacio71; y Ricoeur con la mirada puesta en el intérprete del texto significando la acción72, leída por Parra para una exégesis del acto de vida73. Con esos postulados que correlacionan la existencia personal y comunitaria de los sujetos que preguntan su existencia y coexisten con otros y otras como los modos de ser y vivir en el mundo, que correlacionan el existir de personas con la interpretación de su tradición de fe enfrentando el contexto vital de quien interpreta con los datos de los textos bíblicos, teológicos y magisteriales para producir una Teología en contexto, se toma la exposición de Paul Tillich a propósito del método de correlación:
realiza un análisis de la situación humana del que surgen las cuestiones existenciales, y demuestra luego que los símbolos utilizados en el mensaje cristiano son las respuestas a tales cuestiones. (…) El análisis de la situación humana utiliza los materiales que pone a su disposición la autointerpretación creadora del hombre en todos los dominios de la cultura (…) El teólogo organiza estos materiales en relación a la respuesta dada por el mensaje cristiano. (…) El mensaje cristiano nos proporciona las respuestas a las preguntas que se hallan implícitas en la existencia humana74.
Tillich advierte que el método de correlación siempre ha sido utilizado por la Teología sistemática de forma más o menos consciente generando interdependencia entre las existencias y los contenidos de la fe cristiana75. Saranyana recuerda que cualquier reflexión teológica reconduce a las misteriosas relaciones entre el tiempo y la eternidad, a la armonización de lo natural con lo sobrenatural sin confusión ni separación, al binomio del orden de lo creado en relación con el orden de lo divino, cuestionando y respondiendo cómo se conjuga la historia humana con la eternidad de Dios76.
Con estos supuestos recogidos a lo largo del artículo, se generó interpretación a partir de los datos emergidos de la correlación entre los contextos y las existencias de quienes asimilan de manera profesional los contenidos del mensaje cristiano -estudiantes- y quienes comunican tal saber especializado -cuerpo profesoral- al interior del programa de Teología de la Universidad Católica Luis Amigó, con los datos teológicos recogidos de los marcos teóricos y las categorías de análisis levantadas a partir de las revisiones literarias desde artículos de investigación en revistas internacionales de alto impacto.
En una primera fase de la investigación se hizo un proceso de escritura sobre diversos materiales que permitieron comprender mejor la Teología en contexto. Varios de ellos fueron compartidos durante el Coloquio Internacional de Teología celebrado en la Universidad Católica de Oriente en agosto de 2021 y otros expuestos en el marco teórico de este artículo como fruto de la madurez de la investigación. Y las categorías de análisis se obtuvieron de la revisión de revistas internacionales de alto impacto en Teología recogidas de la base de datos de Scopus, también compartida en la ponencia ya mencionada, que se retomarán y profundizarán a continuación.
Se toman las publicaciones informadas por Scopus al considerarse una base de datos de impacto internacional para la investigación77. La ecuación de búsqueda «contextual theology» or «contextual theologies» en Scopus, refinando la búsqueda entre los años 2015 a 2020, mostró sinfín de artículos de investigación científica mencionando la relación entre la Teología con las redes sociales y las ciencias; con otros cristianismos, religiones y filosofías religiosas autóctonas; centros educativos, comunidades y ciudades; métodos teológicos interdisciplinares en especial con la antropología y la sociología; ecología y problemas medioambientales; etnias, razas, personas con discapacidad, diversidades sexuales, mujeres; migraciones, culturas periféricas y situaciones de conflicto sociopolítico, en especial desde territorios asiáticos y africanos. Tanta variedad complejiza la precisión para la categorización temática a favor de la investigación78. De 73 documentos informados, se discriminan 59 artículos para la lectura y la construcción de categorías de análisis bajo la respectiva codificación de los elementos hallados en cada escrito.
Basados en las orientaciones para la codificación abierta, axial y selectiva según Strauss y Corbin79, la codificación abierta presentó 1209 categorías que, posterior a 18 categorías concluidas por la categorización axial, se codificó en 5 categorías abarcadoras nombradas de la siguiente manera: 1) Saber teológico con métodos, temas bíblicos, teológicos y pastorales, experiencias de fe en la realidad; 2) Realidad social, mencionando espacios, sujetos, cuerpos, territorios y realidades políticas productoras de sufrimiento; 3) Entorno antropológico, dando cuenta de ritos, culturas, interculturalidades, cosmovisiones, religiones, espiritualidades, sujetos rituales; 4) Acción humana y pedagógica testimoniando la comunicación del saber, de la acción humana, la praxis socioeclesial y el diálogo con lo no-colonial; y 5) Ciencias, demostrando la relación de la Teología con las ciencias auxiliares, lo interdisciplinar, el diálogo ciencia-fe, ciencia-teología.
Con base en estos datos, se procedió con dos propósitos: 1) para el trabajo de campo, se consideró la entrevista semiestructurada. Pero la reflexión sobre la técnica empleada para la investigación debió replantearse. Debido a la realidad del contexto -y porque la investigación cualitativa es flexible y lo permite- se determinó convocar grupos focales para dialogar con estudiantes y docentes agrupados según los criterios del muestreo no probabilístico de tipo accidental o circunstancial80. Los grupos focales, como técnica cualitativa de estudio, permitieron asumir los grupos de manera homogénea por sus características e intereses según las informaciones emergidas, respetando sus individualidades, pero también la pertenencia a una comunidad de sentido al interior del programa de Teología; 2) Esto implicó elaborar una guía de intervención81 con base en las 5 categorías seleccionadas según el análisis de los artículos en Scopus. Se presentó la guía de preguntas y los consentimientos informados para la aprobación por el comité de ética de la vicerrectoría de investigaciones de la Universidad82. La guía contenía 13 preguntas repartidas en cada una de las 5 categorías y permitió verificar cómo estudiantes y cuerpo docente desarrolló su reflexión sobre la Teología en contexto desde y para el programa de Teología. Para responder a la confidencialidad garantizada en el consentimiento informado, a la disponibilidad de estudiantes y docentes, y a la realidad de confinamiento aún asumida en la Universidad, los espacios se ejecutaron y grabaron desde la plataforma de Google Meets.
Con la metodología detallada, se procedió a la recolección, escritura y análisis de los discursos para la comprensión de los datos y la próxima discusión.
3. Resultados y discusiones
Se abordaron los dos grupos focales en una discusión abierta y orientada a la solución del problema de investigación, con estudiantes, profesores y profesoras por grupo. Para esto, se siguió la planeación metodológica y la guía de trabajo previamente preparada a partir de las preguntas diseñadas y ubicadas en las 5 categorías seleccionadas. Se procedió a la escritura de los diálogos, a la reducción de la información emergente, a la descripción sintética de los resultados tratando de ser lo más fiel posible a las apreciaciones destacando puntos considerados esenciales, y a la mención de algunas perspectivas para avanzar en la comprensión de una Teología en contexto, dando cuenta de los siguientes juicios.
3.1. Experiencias de estudiantes en diálogo con la Teología y sus contextos83
En torno al Saber teológico, los y las estudiantes identifican: 1) una academia crítica y clásica que relee de forma interdisciplinar el mensaje cristiano con bases rigurosas que fomentan la investigación, pero pesa más la construcción especulativa. Valoran las Teologías de Contextos84 y la aplicación de cursos en la realidad pero consideran que falta verificar la acción, la salida a los campos sociales fuera del aula; mirar las peticiones de Minciencias podría llevar a tal renovación teológica. 2) Se verifica el proceso del método hacia los contextos según sus intereses con las teologías positiva -bíblica y patrística-, sistemática -dogma, escatología, historia, cristología- y práctica -espiritual, sacramental, pastoral-; la formación creyente les lleva a amar la cristología y las materias bíblicas sobre lo social -Pentateuco, Profetas y Evangelios-. La Teología es crítica frente al problema social, pero le faltan prácticas pastorales. 3) Variedad de personas, culturas y contextos nacionales e internacionales por el laicado y la vida religiosa, sobre todo las mujeres. Desde ahí prueban su coherencia vital con los contextos de sufrimiento -dicen que esto es «amigoniano»- y valoran lo cotidiano sobre lo académico, pero lamentan la falta de apoyo de los sectores eclesiales -parroquias- en la promoción de la Teología para catequistas y agentes de pastoral.
A propósito de la realidad social dicen: 1) vida y contexto inmediato es la realidad primera leída desde la fe como la parroquia y sectores populares, además de las problemáticas de actualidad nacional y mundial. 2) La concreción teológica aborda temas fuertes. La historia afecta la vida creyente y la manera de hacer Teología. Urge solucionar el campo laboral, la universidad o la congregación de terciarios capuchinos debería facilitar el contrato de teólogos y teólogas para las funciones institucionales. 3) Las tecnologías al servicio del saber para atraer juventudes, las redes sociales pueden maximizar y mejorar la formación y la consulta para trabajos académicos, experiencia por el confinamiento. Incluso, el Papa Francisco predica desde esas plataformas. Esto permitió un acercamiento existencial a otras realidades impensables desde la presencialidad, afectando la comprensión de lo humano con temas como el poshumanismo. 4) La pastoral educativa cristiana incluyente y juvenil propicia el contexto para el testimonio, la construcción del discurso y la acción teológica más allá de lo catequético, asumiendo retos educativos. 5) La situación de conflicto, violencia y corrupción política en Colombia reta el saber teológico. Ven a los líderes sociales semejantes a Jesús por defender la dignidad humana con la vida. Hay desesperanza en muchos territorios necesitados de un mensaje de esperanza cristiana, mencionan una cristología del desplazamiento y el acompañamiento a las víctimas. El Proceso de paz y la Comisión de la verdad en Colombia implican una lectura teológica. La política debe ser evangelizada para recuperar su dimensión ciudadana.
Desde el Entorno antropológico, afirman: 1) la formación teológica facilita la dimensión sociopolítica y comunitaria del ser humano para combatir al egoísmo y cuidar la naturaleza. 2) La Teología recupera la dimensión trascendente de la persona creada por y para el amor, resignificando la humanidad desde la persona de Jesús. 3) Las culturas pueden manifestar el Espíritu, incluso dentro de la Iglesia. Dios crea dentro de la cultura, ahí el ser humano le busca. Hay diversas maneras de ver el mundo y hacer las cosas, los ritos religiosos y sacramentales son ejemplares al asumir contextos y facilitar vínculo creyente y emociones personales para permear la reflexión teológica. Algunas culturas, como parte de su identidad, aprovechan los signos del cosmos para alabar las manifestaciones del amor. 4) La Teología toca la realidad humana al tomar en serio las culturas. La Teología latinoamericana es ejemplar y el magisterio de la Iglesia está interesado en la interculturalidad. Las culturas son plurales y comunican la fe, que no es superior, no debe imponerse y puede dialogar y aprender de otras culturas. 5) La cultura no es buena por ella misma, pues crea ídolos y debe purificarse de elementos deshumanizadores.
Sobre la Acción humana y pedagógica es interesante pensar que: 1) la enseñanza y el aprendizaje es útil en diálogo con las ciencias sociales. La virtualidad facilitó procesos instruccionales pero la pandemia no facilitó el encuentro y la conversación con el prójimo, por lo tanto, debe fortalecerse la dimensión contextual y real del quehacer teológico. 2) Los y las docentes son de alta calidad académica, demuestran gusto por la Teología pues generan grandes aprendizajes, potencian la investigación y el fortalecimiento de la fe, tienen creatividad metodológica y didáctica, despiertan el pensamiento crítico, pero a veces parten sólo de su contexto inmediato y falta mayor relación con otras realidades para una reflexión teológica vital. 3) Debe haber aprovechamiento de otros espacios formativos, no ceñirse sólo a las clases. El semillero de investigación es valioso porque ahí se mira la realidad y se planean trabajos investigativos para eventos académicos sobre temas de vanguardia teológica desde la interdisciplinariedad social, pero los demás estudiantes casi no participan, desaprovechando la formación contextual.
En las Ciencias, se identifica: 1) las ciencias históricas y filológicas, sociales, humanas, antropológicas, políticas y las leyes permiten poner a la Teología en el contexto y facilitan la verificación del aprendizaje teológico porque, si Dios se revela en los signos de los tiempos, deben emplearse los instrumentos para comprender tales signos y tales tiempos. Los Derechos Humanos y la historia colombiana deben leerse desde la fe cristiana. 2) La pedagogía, el lenguaje, la psicología y la reeducación van de la mano con la Teología, permiten la comunicación de la reflexión teológica para pensar la persona, su espiritualidad y colaborarle en sus procesos de humanización. 3) La filosofía es fundamental en la formación teológica para pensar el ser y el hacer de la humanidad y la divinidad, aunque a los y las estudiantes les falta mostrar más interés en ella. 4) El semillero de investigación facilitó en su momento la neuroteología y ecoteología como lugares de reflexión. 5) Debe cuidarse el objeto de la Teología para establecer un correcto y productivo diálogo interdisciplinar.
Apreciando la participación del cuerpo estudiantil, si bien hay una categorización previa, se pudieron evaluar entramados temáticos que llevan de lo teológico a lo pedagógico, de lo social a lo antropológico, de ahí a lo científico y nuevamente a lo teológico. La complejidad revela redes de significación, espontaneidad, incluso comodidad en la participación. Se percibió, además, la disminución de la intensidad en las respuestas hacia el final de la sesión. Esta cuestión puede indicar cansancio, poco interés o falta de dominio en los últimos tópicos, en especial en la relación entre la Teología con la acción pedagógica o las diversas ciencias.
Los y las estudiantes reconocen las capacidades del programa de Teología y la fuerza del carisma amigoniano, pero consideran que, en su desarrollo, la carrera es teología clásica. Asunto que no está mal porque manifiestan pasión por las construcciones especulativas en el aula, pero queda en la hipótesis la acción teológica -exégesis del acto de vida-. Llama la atención la alusión al Minciencias para discurrir en las clases de Teología sobre la renovación del saber. En la conciencia estudiantil, en todo caso, se ve con claridad que la relación Teología-Contextos es fundamental -sobre todo desde lo social y cotidiano de sus relaciones-, valoran el quehacer y critican el medio eclesial.
En lo teológico se deja ver su postura sobre lo social. Existe alta conciencia estudiantil a propósito del mundo de la vida, por eso el punto de partida es la lectura creyente sobre vida y la historia desde los contextos sociales más cercanos, pero también los más amplios del contexto de violencia y corrupción política colombiana y latinoamericana. Son sensibles al sufrimiento y la injusticia vivida por el pueblo colombiano y se aventuran a correlacionar teológicamente y con esperanza tales realidades. Llaman concreción teológica a la manera de abordar los problemas e interrogantes sociales y el mundo laboral es un temor permanente. Hay una relación evidente entre lo social, los contextos y las tecnologías tanto para el trabajo pastoral como para el desarrollo académico. El poshumanismo lo extrapolan a esta categoría social, quizá interroga la manera de comprender la humanidad inserta en el espacio desde este horizonte. Lo educativo, en relación con la juventud, preocupa y es valorado como un espacio de promoción humana fundamental.
Se observa la relación entre lo antropológico y lo social. No conciben la Teología sin antropología y sin comunidad, pero también sin trascendencia. La aproximación a la persona de Jesús es paradigmática en la relación entre Teología y antropología, más aún cuando se percibe al interior de la cultura como creación humana. Reconocen la presencia de Dios en las culturas, valoran la reflexión latinoamericana y se puede entrever cierta construcción de apreciaciones interculturales, incluso, aventurándose en una comprensión eclesiológica y litúrgica de la interculturalidad, tanto para estimarla como también para hacer una crítica de los signos de muerte que puede haber en su interior.
Reconocen como ejemplar el cuerpo profesoral y es apreciado en su generalidad, pero consideran que el abordaje de los contextos se queda en la hipótesis del aula. Emerge en este punto pedagógico la importancia de las ciencias sociales en la formación teológica, asunto que debe retomarse con fuerza por el distanciamiento en tiempos de pandemia que no fue solucionado por la virtualidad. Hacen una crítica fuerte a sus otros compañeros que no aprovechan los eventos académicos para la profundización del saber porque ahí encuentran la médula de la reflexión contextual del programa.
Consideran que la Teología debe dialogar con las ciencias históricas, filológicas, sociales, humanas, antropológicas, políticas, pedagógicas, psicológicas y la filosofía. Tópicos como las leyes, la neuroteología, la ecoteología, los Derechos Humanos y el lenguaje mueven la Teología a nuevos contextos y a ver los signos de los tiempos en la realidad personal y social. El semillero de investigación es un lugar propicio para la interdisciplinariedad.
Hay claridad profunda en los siguientes tópicos: la relación entre la Teología -con todos sus contenidos más clásicos y pastorales- y las ciencias sociales -teniendo presentes todas sus realidades personales y nacionales-, la necesidad de concretar teológicamente la acción en la realidad y la exigencia de prácticas reales fuera del aula que lleven a verificar la praxis en los contextos. Existe conciencia del mundo de la vida, pero falta potencia en la exégesis del acto de vida. Si pudiera categorizarse en los modelos teológicos de Bevans, se ve un esfuerzo por un modelo práxico-profético, pero se entrevé aún un modelo teológico de traducción de los lenguajes teológico-evangélicos a las necesidades puntuales de las personas.
3.2. Docentes y profesión teológica al servicio del contexto85
En torno al Saber teológico afirman: 1) la apertura de los directivos, pero resistencia en algunas comunidades religiosas sobre nuevas formas de hacer Teología, aunque prevalece la enseñanza tradicional. 2) Mejoramiento de la investigación acompañado por la Dirección, afianzando la línea de investigación86, motivando el trabajo en el aula para que el programa «mire hacia afuera» y defina el perfil del graduado. 3) La construcción teológica es consecuente desde la fundación del programa, debería recuperar el adjetivo de «crítica», aunque falta definir «en contexto» porque no sería «de la liberación». 3) Hay equilibrio de intereses según las especialidades, desde la bíblica a la dogmática y fundamental; y especificidades como la antropología teológica -importante para el contexto-, liturgia, pastoral, pedagogía, poshumanismo, Derechos Humanos y problemas latinoamericanos. 3) La educación teológica se fortalece orientando el currículo a lo crítico y contextual, no solo con las cátedras Teologías de Contextos sino también desde a relevancia de una Teología que analiza las realidades contemporáneas dentro de los cursos, en tanto identifica perspectivas y nuevos sujetos políticos. Aunque importante, prevalecen cuidados sobre la formación del clero desde la ratio fundamentalis, comunicadas por rectores y obispos con temas clásicos sistemático-pastorales. Esto no debe evitar el diálogo y la acción universidad-sociedad desde la Teología, pues se debe prestar oído a los problemas del mundo. 4) Hay experiencias reales de trabajo contextual, como la experiencia misionera en El Peñol; es necesario retomar los rostros sufrientes mencionados en la Conferencia de Puebla y redimensionar la caridad. 4) Se necesita crear un observatorio teológico de las realidades sociales, oportunidad para que la Teología juzgue otros contextos y no dejar todo el impulso a las ciencias políticas y sociales.
A propósito de la Realidad social, dicen: 1) El punto de partida debe ser el abordaje social de la realidad. El polo social del hoy real debe leerse desde el polo religioso del ayer de la revelación, tal circularidad hermenéutica hace falta. Por ejemplo, el mundo camina hacia los ODS y falta abordarlos teológicamente para forjar conciencia planetaria, aproximarse a poblaciones sufrientes, pensar los sujetos marginados, criticar la inequidad e injusticia al estar en un contexto hermenéutico, político y social. Aquí emerge el poshumanismo como tema. 2) Realidades, contextos e intereses estudiantiles son diversos. Comunidades religiosas parten de la fe en Dios y el fortalecimiento del carácter del individuo; el laicado necesita competencias para abordar la realidad desde la fe. Los cursos deberían responder en ambos contextos desde la realidad social. Los cursos electivos deben pensarse para formar desde los contextos. 3) La Universidad como espacio social para el debate teológico implica pensar el genitivo de la Teología -de Dios o del diálogo con el ser humano-. Deben problematizarse los topoi teológicos. Surgen posturas entre los profesores y las profesoras sobre afianzar los lugares teológicos tradicionales -Escritura, tradición, magisterio- para evitar una sociología-antropología de la religión, aunque siempre se debe estudiar el contexto de la pobreza y la juventud; otros, además, se preguntan por el objeto de las disciplinas porque no es sencillo diferenciar entre sociología de la religión y aspectos sociales de la fe, pues se reconoce que la Teología es política desde sus inicios. 4) ¿Situación latinoamericana o bibliografía europea y norteamericana? Ubicar el contexto sociopolítico productor de conocimiento y darle lugar a la propia reflexión es vital. Hacer parte del constructo epistemológico más que dominar el saber de los países de los llamados «primeros mundos» es crucial, se suele hacer Teología desde parámetros europeos en contextos latinoamericanos.
Desde el Entorno antropológico, enuncian: 1) la comprensión del ser humano en relación con las tecnologías y la Teología; la pregunta por la conciencia y el cerebro, se cuestionan la soteriología en relación con la ingeniería genética, la inteligencia artificial, transmigración de la vida a lo cibernético, el trans-poshumanismo, la supervivencia de la Teología y la inmortalidad como un tema que le incumbe a estas disciplinas. Se dice ciberteología sin definir al ser humano. 2) La pregunta por el ser humano concierne a todos los saberes. La Teología es humana y responde históricamente y con límites sobre su sentido en diálogo con otras visiones de mundo. La literatura, el cómic, el arte, la poesía, la filosofía no pueden dejarse a un lado ni son inferiores, al contrario, revelan creencia y manifiestan anthropos contemporáneo. 3) La Teología, sin timidez, debe ir a la vida humana y su realidad contextual porque ahí se refleja la experiencia de Dios. Debe seguir otras disciplinas, pero debería adelantarse en el tema, porque su respuesta está en la persona de Jesús como revelación del Padre. Se considera el ser humano como lugar de reflexión teológica, cuestión impulsada por el Concilio Vaticano II. 4) No se puede hacer reflexión teológica sin cultura porque la religión está ubicada en una matriz cultural. La Teología observa y dialoga con las culturas como lugares teológicos. Docentes deben tener presente la cultura estudiantil, también las minorías de la universidad y el país como las comunidades indígenas, afro y sus materiales y narraciones histórico-espirituales para ser conservadas y promocionadas desde la Teología. Afros, mujeres y juventudes son lugares de reflexión teológica.
Sobre la Acción humana y pedagógica reconocen: 1) El currículo y el pensum esperan y facilitan procesos contextuales. El mejoramiento de las Teologías de Contextos es un esfuerzo valioso para los procesos de comunicación del saber y la creación de plataformas de diálogo con lo contextual y los actuales discursos no-coloniales que aún no ingresan en la Teología colombiana. Las metodologías y didácticas están enfocadas en lo investigativo, deben seguir mejorando este aspecto, pero posibilitan más profundización para hacer construcciones teológicas novedosas. 2) Hay sugerencias administrativas para la calidad del contexto en el programa de Teología. Si bien se comprende la relación entre cantidad de estudiantes-cantidad de cursos, puede tenerse en la cuenta alguna estrategia para hacer montajes de cursos con tiempo teniendo en la cuenta competencias y especialidades docentes para pensar los contextos en cada disciplina teológica. Por eso es importante tener espacios como este grupo focal o comunidades académicas de discusión para hacer las reflexiones temáticas, pedagógicas, didácticas sobre la Teología, sobre todo desde las experiencias de otros y otras docentes.
En las Ciencias, relacionan: 1) la interdisciplinariedad debe ser consciente en el actuar docente, sobre todo con disciplinas poco usuales en relación con la Teología, como las ciencias básicas. Las ciencias humanas, la economía y la política deben tomarse en profundidad. La psicología faculta destrezas en el campo de la espiritualidad. Motivar a los estudiantes para valorar la filosofía porque está en la base de la formación teológica y facilita la interdisciplinariedad. Asimismo, debe motivarse y fortalecerse la formación en los idiomas técnicos y actuales, esto se vuelve un obstáculo para ellos. 2) Volver a valorar cada área de la carrera teológica en relación con las realidades humanas, se deben conservar y resignificar las propias tradiciones teológicas, sobre todo en el campo bíblico. Se mencionan otra vez el transhumanismo y la inteligencia artificial como espacios de diálogo interdisciplinar y contextual. 3) Retomar desde la perspectiva interdisciplinar el documento maestro del pregrado en Teología que contiene el pensum y el currículo obtenido y el perfil del teólogo y la teóloga que se desea.
Apreciando la participación del grupo docente, ocurrió lo mismo que con el grupo de estudiantes: entramados temáticos, redes de significación que mezclan lo teológico, social, político, cultural, pedagógico e interdisciplinar, que no se puede ni se debe controlar, respetando la espontaneidad, así se presente una categorización previa. El grupo de profesores y profesoras manifestó sentirse a gusto, incluso, valorar el espacio de discusión entre docentes, necesario siempre en toda academia. También disminuyeron hacia el final de la sesión las intervenciones a propósito de lo pedagógico y las diversas ciencias, asunto normal debido a las dos horas consecutivas de sesión virtual.
Como es propio de docentes y de un ambiente universitario, sus reflexiones reflejaron muchos asuntos relacionados con la vida docente, la administración educativa y los propios intereses académicos. Todo esto cabe bajo la categoría de contexto. Las menciones explícitas sobre los documentos que guían la acción académica y administrativa, como también la regulación sobre las cátedras docentes, los tiempos y las especialidades, emergen como puntos significativos y propios de la vida docente, reconociendo las propias plataformas para el mejoramiento formativo y la innovación investigativa en los componentes flexibles a favor de los contextos. De igual modo, hacen un llamado a la configuración rigurosa de la comunidad académica teológica amigoniana.
Desde lo teológico, manifiestan varios tópicos, como el contexto de la diversidad estudiantil -religiosos/laicado- que complejiza los enfoques de los cursos desde la actividad docente, pero la investigación teológica es de capital importancia y puede aportar consenso en la variedad. Es aquí donde se debe dar línea a lo contextual, a la acción docente y a los significados del diseño curricular y los horizontes de sentido del programa para que responda al contexto. Se percibe libertad de cátedra para que el docente muestre su especialidad e intereses, en los que se encuentran siempre los asuntos sociopolíticos. Lo contextual incumbe al laicado, pero también a los ministros ordenados: todos forman parte en el entramado del mundo. Por lo tanto, el reconocimiento de otros sujetos teológicos es necesario porque se juega la relevancia de la carrera. El magisterio de la Iglesia lo exige y el carisma amigoniano lo permite, al crear espacios misioneros de práctica educativa.
La creación de un observatorio teológico de las realidades sociales se ve como una idea significativa y en línea con lo solicitado por el Papa Francisco, donde convergen las demás categorías: lo social, lo político, lo antropológico, lo cultural, lo pedagógico, lo interdisciplinar, todo bajo la óptica de lo teológico. Da cuenta práctica, incluso, de la deuda sobre la consciente circularidad hermenéutica en el trabajo teológico. Por lo tanto, es coherente que consideren lo social como el punto de partida sobre el que debe hacerse la hermenéutica teológica, como también la mención a los ODS y las realidades de sufrimiento colombiano. Emerge el principal contexto, el estudiantil, para garantizar sensibilidad desde la fe ante estas realidades complejas, sin descuidar otros tópicos de orden personal que son importantes en el quehacer teológico. Repensar la posibilidad que el pensum puede otorgar para enrutar la reflexión, tanto en los discursos docentes como en las cátedras flexibles, como oportunidades para correlacionar la fe y los contextos.
Ante el debate académico y el encuentro de posturas, debe naturalizarse esta función que es propia del mundo universitario, donde nació históricamente la Teología en la historia de la humanidad87. Discutir los lugares teológicos y la actividad propia de una Teología católica no impide el debate de la identidad del saber en relación con los objetos propios de las otras ciencias. En este debate, tanto estudiantes como profesores y profesoras, manifiestan mucho interés en el trans-poshumanismo y la relación entre tecnología y antropología, y consideran deficientes las respuestas teológicas sobre estos asuntos. Emergen muchos enunciados en relación con estas materias. Se puede percibir, además, que, por un lado, asumen los avances de algunas universidades europeas que miden el conocimiento teológico con esos tópicos pero, por otro lado, se hace una crítica de la prevalencia de las investigaciones europeas y norteamericanas sobre las situaciones y búsquedas latinoamericanas. Aparentemente es una contradicción, pero no lo es del todo: se trata de reconocer la capacidad del pensamiento latinoamericano para entrar en otras categorías, disciplinas y realidades, y para enunciar los propios contextos e intereses para cualificar aquellos espacios universitarios.
La relación Teología-antropología-cultura es indudable y existencial. La respuesta teológica es limitada, pero su fuente es inagotable: Jesucristo, revelación del Padre en la historia y, por lo tanto, en los amplios despliegues de las culturas. Así como es imposible la reflexión teológica sin ser humano, es impensable la reflexión teológica sin culturas, que deben ser entendidas como formas de ser y de hacer en el mundo, pero también como personas insertas en ellas; muchas no son tenidas en la cuenta como rostros específicos de mujeres, juventudes y la relación con las comunidades y las etnias. El objeto de la Teología debe estar al servicio y ser logos de tales cuerpos, contextos y culturas.
Disciplinas, saberes y ciencias son lenguajes creativos que demuestran los horizontes teológicos. Los docentes mencionan interdisciplinariedades e intersapiencialidades que deben asumirse con plena conciencia y planeación académica. La Teología dialoga con las ciencias humanas, la economía, la política, la psicología, la filosofía, los idiomas para la comprensión de las tramas personales y comunitarias, como también debe valorar la literatura, el cómic, el arte en general como espacios de expresión de la hondura humana. La Teología se encuentra y se dice en todas estas áreas.
La idea que subyace en el fondo de las intervenciones docentes es transversal: existe una gran disponibilidad, creatividad, autonomía, motivación para repensar de forma permanente la Teología a favor de las realidades humanas -exégesis del acto de vida- y reconocen el lugar social que ocupan como pensadores, pensadoras y docentes -mundo de la vida-. Valoran los esfuerzos administrativos del programa y se sienten parte de ellos. Amplían el espectro de las disciplinas hacia otras posibilidades de comunicación, demuestran preocupación por la validación y la relevancia del saber. La experiencia de la divinidad es latente en ellos en las preocupaciones que demuestran, el contacto con los estudiantes y los desarrollos teológicos que les comprometen. El modelo de la praxis, desde los postulados de Bevans, quizá se asemeje más a la reflexión que pretenden.
3.3. Algunas relaciones entre estudiantes y docentes a partir de las intervenciones
Llaman la atención algunos puntos, quizá no convergentes. Por ejemplo, la percepción de los estudiantes sobre una Teología clásica y especulativa que falta a la potencia en la exégesis del acto de vida o la praxis de los contextos contra un quehacer docente consciente y propositivo sobre alternativas para ingresar al mundo de la vida de los estudiantes. Los estudiantes insisten en espacios de práctica reales de la reflexión teológica, como también hay conocimiento docente en los esfuerzos misioneros del programa para generar tales significados. Esto puede tener varias razones: 1) enunciar con claridad docente donde están los puntos de esfuerzo contextual en las cátedras; 2) escuchar las ideas para el trabajo práxico con los estudiantes al interior de los comités curriculares o las comunidades académicas; 3) facilitar canales de comunicación desde la administración del programa que informen y articulen el trabajo profesoral para conocer las experiencias significativas en materia pedagógica, práxica, científica y demás asuntos con las proyecciones de las novedades que están en la base de la carrera. Por lo demás, en la necesidad sobre la correlación real entre fe y contextos, son claros ambos grupos focales.
Conclusiones
Ante la pregunta de investigación ¿cómo se comprende el contexto en el quehacer teológico de la Universidad Católica Luis Amigó? se consideró oportuno hacerlo con la técnica del grupo focal porque el «quehacer teológico de la Universidad» es la relación consciente y comunitaria de quehaceres y percepciones entre estudiantes y docentes en materia teológica. Por el límite y los alcances de la investigación no se pudo llevar a cabo otro grupo focal que permita el encuentro posterior entre los dos grupos, para encontrar caminos de convergencia en varios asuntos emergentes, aunque los horizontes de sentido están claros: atender el mundo de la vida e interpretar el acto de vida, tanto en la existencia personal, las experiencias comunitarias, los contextos sociopolíticos locales, nacionales e internacionales, como también la relación de la Teología con las ciencias y las sabidurías, correlacionados con la interpretación de los textos de tradición para el oficio teológico.
Al influir la herencia del pensamiento latinoamericano y la realidad de sufrimiento de los pueblos, la reflexión desde las ciencias sociales sale a flote siempre como un asunto definitivo. Esta es una exigencia del magisterio de la Iglesia que incluso se califica como necesaria y ética para relacionar la Teología y las ciencias sociales con mayor rigurosidad y habitar la realidad desde una hermenéutica evangélica y garantizar la relación fe-vida, tal como lo dice la Gaudium et Spes y el Proemio de la Constitución apostólica Veritatis Gaudium. Sin embargo, la transdisciplinariedad dicha en dos ocasiones en la constitución es un asunto pendiente, pues está ausente en los grupos focales.
En línea con los contextos eclesiales, llama la atención el silencio sobre la sinodalidad. Hay preocupación por conservar lo propio de un hacer teológico católico, pero la sinodalidad, tema de capital importancia de la Iglesia actual, falta asumirse en los grupos focales. Si bien la Teología en contexto debe ser sinodal y consecuencia de tal sinodalidad, esta categoría, en tiempos de reforma eclesial, debería ser explícita en los intereses de las partes.
También se levantan interrogantes y algunos cuestionamientos como los siguientes para próximas investigaciones: 1) ¿Queda solucionada la diferencia entre la Teología pastoral, en contexto, latinoamericana y de la liberación? Si bien el padre Iván Darío Toro Jaramillo en la entrevista comentó que son diferentes, falta hacer comunidad académica para generar con certeza los límites de cada reflexión; 2) ¿Cómo crear las propias categorías de análisis teológico latinoamericano y colombiano cuando falta fuerza en la investigación nacional? Este es un punto que afecta a todas las instituciones universitarias y, por lo tanto, la investigación teológica particular. 3) ¿Por qué se reflejan demasiados intereses en torno al trans-poshumanismo y se mencionan las personas pobres como un objeto de reflexión teológica, más que como sujetos de investigación teológica? Existe conciencia sobre el contexto colombiano, se menciona -incluso más en el grupo de estudiantes- pero, en razón misma del contexto, continúa su vigencia en el trabajo teológico. 4) ¿Se pueden tomar los aportes de la reflexión decolonial y poscolonial en la Teología colombiana? Este asunto está pendiente.
Y estas preguntas suman y motivan la creación de un observatorio teológico de las realidades sociales. Punto que el Papa Francisco llama con claridad desde su magisterio para, con certeza, interpretar la realidad a la luz del Evangelio.