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Desarrollo y Sociedad

Print version ISSN 0120-3584

Desarro. soc.  no.78 Bogotá Jan./June 2017

https://doi.org/10.13043/DYS.78.3 

DOI: 10.13043/DYS.78.3

 

Migración y desarrollo. Características de los hogares y uso de las remesas internas e internacionales en México1

 

Migration and Development. Household Characteristics and Use of Internal and International Remittances in Mexico

 

Ana Melisa Pardo Montaño2
Claudio Alberto Dávila Cervantes3

1 Los autores agradecen los atinados comentarios realizados por los dictaminadores anónimos, los cuales contribuyeron a mejorar la última versión del artículo.

2 Doctora en Geografía, investigadora asociada, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México. Dirección postal: Circuito de la Investigación Científica, Cd. Universitaria, C.P. 04510 Ciudad de México. Correo electrónico: apardo@igg.unam.mx.

3 Doctor en Estudios de Población, profesor investigador, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede México. Dirección postal: Carretera al Ajusco 377, Tlalpan, Héroes de Padierna, C.P. 14200 Ciudad de México. Correo electrónico: claudio.davila@flacso.edu.mx.

Este artículo fue recibido el 26 de mayo del 2016, revisado el 8 de septiembre del 2016 y finalmente aceptado el 1º de diciembre del 2016.


Resumen

Este artículo analiza las principales características de los hogares que se asocian con la recepción de remesas internas e internacionales en México en el 2014, y compara distintos rubros del gasto de los hogares receptores de remesas internas, internacionales y los no receptores para dilucidar si existen diferencias entre ellos. Se analiza información de los hogares con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Se emplea un modelo de regresión logística binomial, para examinar los factores asociados a la recepción de remesas. Se encontraron diferencias en las características de los hogares receptores de remesas internas e internacionales, destacando variables como el sexo, el estado conyugal, la presencia de menores y adultos mayores dentro del hogar, entre otras. En relación con el gasto, se observó que los hogares destinan la mayoría de sus ingresos a cubrir sus necesidades básicas.

Palabras clave: remesas, migración interna, migración internacional, México.

Clasificación JEL: F22, F24.


Abstract

The objective of this paper is to analyze the main characteristics of households associated with the reception of domestic and international remittances in Mexico in 2014; and compare household expenditures of those that receive domestic or international remittances and those not receiving any remittances in order to ascertain differences among them. The data to analyze the household characteristics comes from the National Household Income and Expenditure Survey. We employed a binomial logistic regression model to examine the factors associated with the reception of remittances. We find statistical significant differences in the household characteristics of those that receive domestic and international remittances such as sex and marital status of the household head, and presence of minors and elders in the household, among others. Regarding the expenditures, households spent most of their income in satisfying their basic needs.

Key words: Remittances, internal migration, international migration, Mexico.

JEL classification: F22, F24.


Introducción

El tema de la migración es de gran relevancia a nivel mundial y en México, especialmente si se analiza desde el desarrollo (Tovar y Vélez, 2007), pues los desequilibrios económicos característicos de ciertos lugares, como la falta de empleo y los bajos salarios, se consideran entre las principales causas generadoras de migración. A pesar de las relaciones que se pueden encontrar, no solo en las causas que generan migración, sino en sus consecuencias, por lo general, los movimientos internos e internacionales se han estudiado de manera separada. Esta investigación se centra en los dos tipos de movimientos, específicamente en el tema de las remesas y el uso que se les da.

Sobre la migración interna se han publicado varios estudios enfocados en la distribución espacial de los contextos de salida y llegada a lo largo del tiempo (Garrocho, 1996; Pimienta, 2002; Ybáñez, Muñoz, Cruz y Pérez, 2015, por mencionar algunos ejemplos). En el 2010, 19,7 millones de personas eran residentes de estados diferentes a los de nacimiento (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2010). Los motivos que generan migración interna, al igual que en el caso de la migración internacional, son principalmente económicos, vinculados también con la oferta y la demanda laboral y las diferencias en los ingresos percibidos (Sobrino, 2013), sin olvidar otras causas como la violencia interna que ha desplazado a muchas personas de sus lugares de origen hacia otros estados y países (Durin, 2012). Uno de los principales movimientos analizados se relaciona con el crecimiento de las grandes ciudades y la participación de las ciudades medias como receptoras de población. Esto ha significado, por ejemplo, que los movimientos hacia la Ciudad de México, característicos de los años cincuenta, hayan disminuido, mientras que el Estado de México ha sido receptor de la población originaria de la capital del país (Pérez, 2006). Sin embargo, el tema de las remesas internas ha sido poco trabajado en el país.

Sobre la migración interna, Sobrino (2013) indica que es la variable que incide mayormente en la distribución territorial de la población. Además del tema económico, como el principal promotor de la migración interna e internacional en México, este autor menciona como otros elementos a considerar las variables sociodemográficas (selectividad por sexo, edad, nivel educativo, etc.) y las condiciones productivas del lugar de origen. Si se revisan las tasas migratorias entre 1970 y el 2010, se observa un decrecimiento (11,31 en 1970 a 5,86 en el 2010). Dicha disminución puede asociarse a varios factores: niveles de desigualdad entre los estados, crisis económicas que generan incertidumbre en los mercados de trabajo, menor crecimiento económico a largo plazo (Esquivel, 2010), entre otros elementos. Los datos censales más recientes (INEGI, 2010) muestran que del total de mexicanos (112.336.538 millones de habitantes), 19,7 millones residían en una entidad federativa distinta a la de nacimiento. En este mismo sentido, se ha hecho referencia al crecimiento de las principales ciudades del país y la importante participación de las ciudades medias, además de los cambios en los flujos migratorios internos, menor desplazamiento hacia destinos como la Ciudad de México y la incorporación del Estado de México como receptor de población originaria de la capital del país (Pérez, 2006), aunque se ha hecho poca referencia a las remesas. Algunos estudios como los de Shorff (2009), García (2015) y Taylor, Adams, Mora y López-Feldman (2005), se encargan de comparar varios elementos particulares entre las remesas internas y las internacionales; no obstante, coinciden en la poca información disponible al respecto.

Por otra parte, con respecto a la migración internacional también existen diversos estudios, la mayoría de los cuales se enfocan en la población mexicana residente en Estados Unidos, ya que más del 95% de los migrantes mexicanos tiene al país vecino como principal destino. La causa principal de este tipo de desplazamientos es el tema económico, ya que lo que busca esta población es un salario que les permita garantizar el sustento familiar, motivo por el cual el flujo de remesas tiene una gran importancia para México (Mendoza y Calderón, 2006; Pardo, 2015).

La importancia de las remesas para el país ha sido bastante discutida. Algunas posturas consideran que son potencializadoras de desarrollo, puesto que pueden elevar el ingreso familiar y disminuir los niveles de pobreza. Incluso se ha hecho referencia a su uso productivo, lo que se relaciona con el desarrollo de las comunidades de origen (Fuentes y González, 2012; Li, Salinas, Hoyo, Ramírez y Serrano, 2014), y se ha considerado que el uso productivo no refiere solo a la conformación de empresas, sino que también se deben incorporar las inversiones en capital humano, como es el gasto en educación y salud que llegan a realizar los hogares receptores de remesas (Lowell y De la Garza, 2000; Lozano, 2000; Serrano, 2000). En contraste, se ha trabajado el impacto de las remesas en la población desde una mirada negativa, resaltándose que el destino principal de estas es la satisfacción de las necesidades básicas y el consumo diario, por lo que el ahorro y la inversión productiva pasan a un segundo plano (De Haas, 2012; Gamlen, 2014). La mayoría de las investigaciones sobre las remesas se enfocan en los recursos que llegan del extranjero, mientras que el dinero que circula dentro del país en forma de remesas ha sido menos estudiado. Aunque las remesas internas representan dinero que ya se encontraba dentro del país, su importancia radica en que, para las familias receptoras de dicho recurso, en la mayoría de los casos, tienen la misma finalidad que las remesas externas: mejorar las condiciones económicas y la satisfacción de las necesidades básicas de los miembros del hogar. Para el caso de México, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) en el 2014 señala que las remesas internacionales representaron un 25,2% del total de los ingresos de los hogares a nivel nacional; mientras que para receptores de remesas internas, estas abarcaron un 16% del total de sus ingresos.

Considerando los elementos mencionados, la presente investigación intenta responder las siguientes preguntas: ¿qué características de los hogares y los jefes de hogar influyen en la propensión a recibir remesas en México? ¿Qué diferencias existen en el gasto realizado por los hogares en rubros como necesidades básicas, salud o educación, según si reciben remesas internas, remesas internacionales o si no reciben remesas? Para intentar dar respuesta a dichas preguntas se tiene como objetivos: analizar las principales características de los hogares y los jefes de hogar que se asocian con la recepción de remesas internas e internacionales en México a nivel nacional en el 2014, y comparar distintos rubros del gasto de los hogares receptores de remesas internas, internacionales y los no receptores para dilucidar si existen diferencias entre ellos.

El documento se estructura en seis apartados. En el primero se parte de una revisión bibliográfica para presentar algunos antecedentes sobre los estudios de las remesas en México. En el segundo se describe la fuente de información y la metodología utilizada para cumplir con los objetivos planteados. El tercer apartado incluye un breve análisis descriptivo de las características de los jefes de hogar y los hogares del país en el 2014. En el cuarto se presentan los resultados de los principales factores asociados a la recepción de remesas de los hogares. En el quinto apartado se analiza el gasto de los hogares receptores de remesas internas e internacionales, para contrastar estos resultados con los hogares no receptores. En el último se presentan las consideraciones finales, recomendaciones para investigaciones futuras y las principales limitaciones del estudio.

I. Migración y remesas en México

La migración internacional en México es un fenómeno que ha sido objeto de muchos estudios (Bustamante, 2015; Criado, 2007; Durand y Massey, 2003; Portes, Guarnizo y Landolt, 2003, por mencionar algunos ejemplos). La mayoría de ellos se enfocan en el flujo México-Estados Unidos, cuyas causas, en gran parte de los casos, son las cuestiones económicas (satisfacción de las necesidades básicas, búsqueda de mejores ingresos, acceso al mercado laboral, etc.). Si se considera la antigüedad del flujo, uno de los principales detonantes de la migración fue la Revolución mexicana, aunque se entiende tradicionalmente como principal promotor de la migración hacia Estados Unidos el Programa Bracero4, con el cual, como respuesta a la falta de mano de obra resultado de la Segunda Guerra Mundial, se incorporó a miles de mexicanos al trabajo tanto en la agricultura como en compañías ferroviarias estadounidenses (Vélez, 2002).

En México, como resultado de este programa, se destacaron algunas entidades federativas como principales expulsoras de población hacia Estados Unidos. Tal es el caso de Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, Jalisco, entre otras; mientras que los destinos tradicionales eran Texas y California. Sin embargo, con el tiempo estos flujos han cambiado e incluso se ha pasado de una migración temporal, característica del Programa Bracero, a una más permanente (Zúñiga, Leite y Nava, 2004).

Un acontecimiento que mostró ciertos cambios en este flujo migratorio fue la crisis económica vivida en Estados Unidos en el 2008. El crecimiento de la población nacida en México y residente en Estados Unidos fue de casi el 46% entre 1994 y el 2010. Si bien se presenta una tendencia ascendente de este flujo, a partir del 2008 se observa un cambio en la intensidad en el crecimiento, lo cual se ha asociado a la desaceleración económica de Estados Unidos y al incremento de las políticas antiinmigrantes en dicho país. Sin embargo, a pesar de los impactos de dicha crisis, la migración hacia el vecino país continúa y en la actualidad permanece como el principal destino de los mexicanos.

Además de Estados Unidos como principal destino de la migración mexicana, también se presentan desplazamientos hacia otros lugares como Canadá, España y Alemania. Asimismo, se presentan otros tipos de movimientos como la migración de tránsito, la inmigración y el retorno. Aunque la mayoría de la migración se genera, como ya se mencionó, por motivos económicos, en la actualidad existen otros movimientos, como es el caso de aquellos relacionados con cuestiones ambientales (Calleros, 2012; Gerritsen, Lomelí y Ortiz, 2005; Ochoa y Ayvar, 2015), o los que tienen relación con la violencia (Durin, 2012). Aunque este tipo de movimientos, a diferencia de los que tienen relación con el tema económico, son considerados como forzosos, la realidad en México muestra que la migración por causas económicas puede convertirse en forzosa, principalmente porque la precariedad del mercado laboral formal obliga a esta población a buscar otras formas de generar recursos económicos para satisfacer sus necesidades básicas.

La mirada negativa de la migración resalta esta perspectiva de la migración como forzosa. En este sentido, Delgado, Márquez y Rodríguez (2009) destacan como los principales aspectos negativos de la migración: el traspaso del bono demográfico al país de destino; la pérdida de población en edades laborales, lo que constituye un signo de aumento de subdesarrollo y la precarización y elevada vulnerabilidad de la población en el destino. A pesar de estos elementos, otras investigaciones subrayan aspectos positivos de la migración: el impacto que pueden llegar a tener las remesas en la economía local, expresada en la estimulación del mercado interno regional; la inversión productiva, el consumo diario e incluso el ahorro (Agunias, 2006).

Sea cual sea la perspectiva desde la cual se analice la migración para el caso de México, uno de los aspectos que más se subrayan es la importancia que tienen las remesas, independientemente de su procedencia. En el 2014, por ejemplo, de acuerdo con los datos del Banco Mundial, México fue el cuarto receptor de remesas a nivel mundial, con más de USD23.000 mil millones recibidos por este rubro, superado solo por India (USD70.000 millones), China (USD64.000 millones) y Filipinas (USD28.000 millones). Mientras que sobre las remesas internas se tiene poca información, pero se sabe que para muchos hogares son un importante recurso económico.

A pesar de la importancia de estos montos, como se verá más adelante, la discusión se centra en que en la mayoría de los casos este dinero es utilizado principalmente para satisfacer las necesidades básicas, en el consumo diario y, en menor proporción, como inversiones que pueden ser o no consideradas como productivas, como salud y educación. Independientemente de la óptica desde la cual se analicen (positiva o negativa), se trata de flujos de dinero que influyen en la economía de las familias de las comunidades de origen (Pardo, 2015). Las remesas, como se verá, se ocupan principalmente en gastos como alimentación, salud, educación, entre otros aspectos, y aunque se observen diferencias en los porcentajes de gasto en algunos rubros, dependiendo de si se trata de hogares no receptores o receptores de remesas internas e internacionales, las diferencias no son significativas. Debido a ello no se puede afirmar, como lo hacen algunos estudios (Mora y Arellano, 2016, por mencionar un ejemplo), que el uso que se les da a las remesas sea realmente productivo.

Estos mismos autores presentan algunos ejemplos de investigaciones que refieren a la inversión productiva de las remesas (Durand y Massey, 1992; Goldring, 1990; Massey, Alarcón, Durand y González, 1987; Reichert, 1981, entre otros), todas estas desarrolladas en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado, cuando se dio un importante crecimiento de la migración en el país, lo que podría dar a pensar que en la actualidad, al analizar los principales gastos de los hogares receptores de remesas, tal vez las condiciones económicas internas del país (como altos índices de informalidad, subempleo y gran desigualdad) sean las que impiden que la población pueda destinar las remesas a otros rubros como la implementación de negocios o el ahorro. Sin embargo, un elemento importante que se preguntan estos autores es por qué en algunos lugares las remesas se usan productivamente y en otros no, elementos que aunque se salen de los alcances de la investigación, es importante tener en cuenta.

II. Material y métodos

La información de esta investigación se obtuvo de la ENIGH del 2014. Dicha encuesta tuvo como objetivo proporcionar información sobre el monto, estructura y distribución de los ingresos de los hogares y del destino de los gastos del hogar; también contiene información sobre la composición familiar de los hogares, la actividad económica de sus integrantes, así como información sobre sus características sociodemográficas (INEGI, 2014). El diseño muestral de la ENIGH proporciona representatividad de los resultados a escala nacional y rural/urbano.

La ENIGH 2014 contiene un conjunto de características sociodemográficas como el sexo, la edad, la escolaridad, el estado conyugal y la condición de actividad de los integrantes de los hogares, en general y de los jefes de hogar, en particular; incluye información sobre los ingresos de los hogares, a partir de los cuales se pueden clasificar como receptores de remesas internas, internacionales o no receptores; muestra una amplia desagregación sobre sus gastos trimestrales, para analizar los distintos rubros en los cuales destinan su ingreso como porcentaje del gasto total. Los rubros de gasto son: necesidades básicas5, salud6, educación, ahorro, pago de deudas, vivienda7, ayuda a la comunidad8.

Se realizó la estimación paramétrica de dos modelos logísticos binomiales9 que permiten calcular el nivel de asociación entre las características sociodemográficas del jefe de hogar y de los hogares, con la probabilidad de que ocurra el evento (que es la recepción de remesas internas en un primer modelo y la recepción de remesas internacionales en un segundo). Se excluyeron del estudio los hogares que reciben ambos tipos de remesas (1,1% del total). Se tienen, por tanto, dos variables dependientes dicotómicas: la primera indica si un hogar recibe remesas internas o no, y la segunda, si recibe remesas externas o no.

A. Características de los hogares receptores de remesas internas e internacionales

En el 2014, a nivel nacional, 79% de los hogares no recibieron remesas de ningún tipo, 17,9% tuvieron ingresos por remesas internas y 3% percibieron remesas internacionales. La jefatura de hogar en México es predominantemente masculina (cuadro 1), lo que se observa también en los hogares no receptores; en los hogares receptores de remesas, cerca de la mitad de los jefes de hogar son mujeres. Estos resultados se pueden asociar con el predominio de la migración masculina presente en el país, sin desconocer el incremento reciente de migración femenina (Rosas, 2005), lo que podría implicar que son las parejas de los migrantes quienes se quedan y son las receptoras de este tipo de ingresos.

Por edad, casi la mitad de los jefes de hogar no receptores de remesas se encuentran entre los 30 y 49 años de edad; en cambio, los hogares que reciben remesas tienen jefes en edades más avanzadas. Poco más de tres cuartas partes de los jefes de hogares no receptores declararon estar unidos (casados o en unión libre), mientras que para los receptores de remesas internas, la mitad de los jefes están unidos. Destaca también el alto porcentaje de jefes de hogar viudos para los receptores de remesas externas. Existen estudios que, para el caso mexicano, han explicado la mayor propensión a recibir remesas en hogares donde el jefe del hogar es viudo, separado o divorciado, y son sus hijos los que migran y se encargan de las obligaciones económicas de sus padres. Un ejemplo de estos estudios es el de Canales (2005), quien denomina a esto reciprocidad diferida. Esto resulta relevante cuando se analiza el gasto de los hogares receptores de remesas, ya que se puede destinar un mayor monto al pago de servicios de salud de los miembros del hogar en edades más avanzadas.

Los niveles de escolaridad de los jefes de hogar en el país son todavía bajos, ya que tres cuartas partes tienen una escolaridad de secundaria o menos y una cuarta parte no tiene escolaridad. Esto es igual para los no receptores y receptores de remesas internas, aunque de estos últimos una tercera parte no tienen escolaridad, mientras que casi la mitad de los jefes de hogares donde se reciben remesas externas no tienen escolaridad y 9 de cada 10 tienen secundaria o menos. Estos resultados coinciden con otros estudios que muestran que los jefes de hogares receptores suelen tener niveles educativos bajos (Vega y Huerta, 2008).

En el 2014, más del 75% de los jefes de hogar no receptores de remesas trabajaron durante el mes anterior a la encuesta y la mayoría se insertó en el sector servicios y en la industria y transporte; en los hogares receptores de remesas, el porcentaje fue menor, y se insertó principalmente en el sector servicios (para remesas internas) y en la agricultura, ganadería o pesca (para remesas externas). Sobre la proporción de los jefes de hogar receptores de remesas que no trabajan, algunas investigaciones como la de Peláez, Martínez y García (2012) analizan la sustitución del salario de los hogares por las remesas, principalmente cuando alguno de los miembros del hogar en edad laboral migra, lo que referiría no a un aumento de los ingresos de los hogares sino al menos a cierta estabilidad.

Respecto al tamaño de localidad (rural-urbano), la mayoría de los hogares se localizan en zonas urbanas, tanto los no receptores como los receptores de remesas internas (cuadro 2). Poco más de la mitad de los hogares receptores de remesas internacionales se encuentra en las zonas rurales, aunque México es un país predominantemente urbano. Esto se puede relacionar con lo que se menciona en diferentes estudios, ya que, aunque se trate de contextos mayoritariamente urbanos, la población que tiende a migrar suele ser de origen rural (De Janvry y Sadoulet, 2004; Rivera y Lozano, 2006; Vega y Huerta, 2008). Se analizó también si el hogar es considerado indígena10, y poco más de una cuarta parte del total lo es, en cuanto 32,4% de los hogares receptores de remesas externas son indígenas.

La mayoría de los hogares en México tiene 6 habitantes o menos. Los hogares receptores de remesas en el país, tanto internas como externas, tienen un menor tamaño de hogar que aquellos que no reciben remesas. De igual forma, en casi la mitad de los hogares del país habitan niños menores de 12 años y en 1 de cada 5 habita al menos una persona de 65 años o más. Por grupo de hogar, casi en la mitad de los no receptores de remesas vive al menos un niño menor de 12 años, cifra mayor que en los receptores. Por su lado, los mayores porcentajes de hogares en los que vive al menos una persona de 65 años o más se presentan para los receptores de remesas, lo que podría explicarse por la reciprocidad diferida, bajo la cual los hijos sostienen económicamente a sus padres mediante el envío de remesas (Canales, 2005).

La mayoría de los hogares no receptores cuenta con vivienda propia y en casi una cuarta parte, la vivienda es rentada o en pago; el porcentaje de hogares con vivienda propia se incrementa si se analizan los receptores de remesas. En cuanto al tipo de hogar, cerca de dos terceras partes de los hogares no receptores y los receptores de remesas externas eran nucleares y una cuarta parte, ampliados. El porcentaje de hogares nucleares disminuye para aquellos que reciben remesas internas y el de ampliados se incrementa, lo que indica que en los hogares que reciben remesas internas se tiene un tipo distinto de arreglo residencial.

En cuanto a la recepción de beneficios del Gobierno (programas como Oportunidades11 y Procampo12) se observa que más de una cuarta parte de los hogares no receptores tenían este tipo de beneficios. Este porcentaje asciende para los receptores de remesas (especialmente, las externas), lo cual puede estar vinculado con que una alta proporción de ellos se encuentra en zonas rurales, hacia donde se enfoca este tipo de programas. Esta variable fue incluida porque puede ser un indicativo de pobreza, dado que en México, la población más pobre y vulnerable es la que generalmente tiene acceso a estos beneficios.

B. Factores asociados con la recepción de remesas13

En este apartado se presentan los resultados de los dos modelos logísticos: en el primero se analizan las características de los jefes de hogar y de los hogares que se asocian con la recepción de remesas internas; en el segundo se analizan dichos factores que se relacionan con la recepción de remesas externas.

1. Remesas internas

Como se mencionó, los estudios sobre remesas internas son muy escasos en México, lo que dificulta la comparación de los resultados aquí presentados con otras investigaciones. En esta investigación, los resultados del modelo muestran que si el jefe de hogar es mujer, se tiene una mayor propensión de recibir remesas internas (en poco más del 83%), esto después de controlar por las otras características de los jefes de hogar y de los hogares (cuadro 3); de igual forma, a mayor edad de los jefes de hogar, se incrementa la propensión a recibir remesas internas. Asimismo, si el jefe de hogar declaró estar unido, esto disminuyó la propensión de recibir remesas internas, y a medida que se incrementa la escolaridad de los jefes de hogar, la propensión también disminuye.

A pesar de las dificultades para comparar con otras investigaciones sobre remesas internas, la escolaridad de los jefes de hogar también ha sido un elemento que se ha resaltado para la recepción de remesas externas; en este sentido, la investigación de Vega y Huerta (2008), señala que a mayor escolaridad de los jefes de hogar hay una menor propensión de recepción de remesas. De igual manera, se observa que si el jefe de hogar trabaja se disminuye la propensión de recibir remesas internas en 43%. Esto, de alguna manera, comprueba lo que se ha dicho sobre la sustitución del salario por las remesas, ya que en la mayoría de los casos no se trata de un ingreso extra, sino que el migrante es quien, por medio de los recursos enviados a su familia, queda a cargo de la economía de los hogares.

En cuanto a las características de los hogares, destaca que la recepción de remesas internas es independiente de si el hogar se encuentra en una zona rural o urbana, o es un hogar considerado indígena; en cambio, si los hogares tienen entre 4 y 6 habitantes se reduce la probabilidad de recibir remesas (en 24%), al igual que si tiene 7 o más habitantes (17%). Si en el hogar reside al menos un niño menor de 12 años se incrementa la propensión a recibir remesas (28,5%). De igual forma, si la vivienda es prestada, intestada, está en litigio u otra, se tiene una mayor propensión a recibir remesas internas si se compara con hogares donde la vivienda es propia. Finalmente, si el hogar recibe beneficios gubernamentales se incrementa la propensión de recibir remesas internas en 17%.

2. Remesas internacionales

Al comparar los hogares receptores de remesas internas e internacionales, se pueden encontrar algunas diferencias y algunos elementos similares. Los resultados del modelo para remesas internacionales indican que si el jefe de hogar es mujer se tiene un incremento de poco más de tres veces en la propensión de recibir remesas del extranjero (cuadro 3). Para el caso de México, se ha encontrado lo mismo en otros estudios relacionados con el tema, los cuales muestran una mayor proporción de migración de carácter masculino, por lo que quienes reciben las remesas suelen ser las mujeres, quienes ahora son las jefas de hogar (Rosas, 2005). En cambio, la edad no tuvo un efecto significativo sobre la recepción de remesas externas. En cuanto al estado conyugal, a diferencia de las remesas internas, en este caso se observa que si el jefe de hogar está unido se incrementa la propensión a recibir remesas internacionales en 2,4 veces. Respecto a la escolaridad del jefe del hogar, los resultados indican que a mayor escolaridad, se tiene una menor propensión de recibir remesas lo que se relaciona con lo encontrado en otros estudios (Vega y Huerta, 2008). Si el jefe de hogar trabaja, la propensión del hogar a recibir remesas disminuye en 28%. Este efecto es similar al obtenido para las remesas internas.

Los hogares ubicados en zonas rurales tienen una propensión 2,5 veces mayor de recibir este tipo de remesas que aquellos ubicados en las áreas urbanas. Esto lo explican Rivera y Lozano (2006) cuando mencionan que se puede observar una mayor selectividad entre los habitantes de zonas rurales de México a migrar hacia Estados Unidos, a pesar del predominio de la población urbana en el país; mientras que si el hogar es indígena, la probabilidad de recibir dichos ingresos disminuye en 29%. Respecto al tamaño, si un hogar está habitado por 4 integrantes o más, disminuye su propensión a recibir remesas externas respecto de los hogares de menor tamaño, esto al igual que para las remesas internas. Asimismo, si en el hogar reside al menos un niño menor de 12 años, esto incrementa la propensión de recibir remesas del extranjero en 36%. En cuanto al tipo de tenencia, los resultados indican que cuando la vivienda es rentada o está en pago, se disminuye la propensión a recibir remesas en 36% con respecto a quienes cuentan con vivienda propia, mientras que se incrementa dicha propensión en 41% si la vivienda es prestada, intestada, está en litigio u otra característica. Este resultado es contrario a lo esperado, puesto que se ha observado en otras investigaciones que las remesas se utilizan en muchas ocasiones para realizar el pago de la renta o de la vivienda; sin embargo, esto se puede relacionar con el mayor efecto mencionado de las remesas en las zonas rurales donde, por lo general, las viviendas suelen ser propias.

Los resultados de los modelos permiten concluir que los hogares con menor propensión a recibir remesas internas son aquellos donde el jefe de hogar es hombre joven, está unido, tiene una escolaridad primaria o mayor y trabaja; o se trata de los hogares donde el número de habitantes es mayor a 4, no habitan niños menores de 12 años, la vivienda es rentada o la están pagando y no reciben beneficios gubernamentales. Por otro lado, aquellos hogares con una mayor propensión a recibir remesas del extranjero son aquellos donde la jefa de hogar es mujer unida, tiene baja o ninguna escolaridad y no trabaja; se encuentran en zonas rurales, no es un hogar indígena y tiene entre 1 y 3 habitantes, habita al menos un niño menor de 12 años y la vivienda es propia o prestada en litigio o intestada. Destacan que la edad, para las remesas internacionales, y el área de residencia en las remesas internas, no resultaron ser estadísticamente significativos cuando se controla su efecto con otras variables incluidas en el análisis logístico. En este sentido, las características que ayudan a explicar la recepción de remesas, aunque con algunas diferencias entre las internas y las internacionales, presentan aspectos similares a otras investigaciones realizadas. Tal es el caso del sexo de los jefes de hogar, lo que en México está relacionado con el predominio de la migración masculina, a diferencia de otros flujos migratorios, como el de Colombia - México, donde ha predominado la migración de carácter femenino o el de Cuba con el mismo destino (Pardo y Dávila, 2014).

Sin embargo, además de las características de los hogares receptores de remesas, los usos que se tienen de estas es un factor importante a la hora de analizar la importancia de estos recursos. En este sentido, desde la visión positivista de la migración, se espera que estos recursos sirvan para promover la inversión productiva, aunque, como se ha mencionado en algunas investigaciones, existen distintos elementos que dificultan que esto se logre. Entre los principales elementos que provocan dicha dificultad destacan la dispersión de los recursos, la poca capacitación en temas empresariales que tienen la mayoría de los migrantes y la escasa confianza que se puede tener en las instituciones gubernamentales (Vega, 2012), por lo que en algunos flujos, la población prefiere no participar en iniciativas económicas que tienen relación con el gobierno en turno (Pardo, 2013). No obstante, este uso productivo no se da en la mayoría de los contextos, principalmente porque no se trata de un recurso adicional de los hogares que puedan invertir, sino que se trata del salario que se dejó de ganar en el origen y que se ocupa en los gastos cotidianos. En el siguiente apartado, se observan algunos de los principales gastos de los hogares diferenciando por recepción de remesas internas y no externas y no recepción de estos recursos.

C. Gasto de los hogares receptores de remesas

En este apartado se presentan los resultados del gasto que los hogares destinan en diferentes rubros, medido como proporción del gasto total, entre las categorías de hogares, a saber: si es receptor de remesas internas, internacionales o no receptor.

En otros estudios se indica que la mayoría de los recursos de los hogares se destinan a la satisfacción de las necesidades básicas (como alimentación o vestuario) (De la Rosa, Romero y Pérez, 2006), lo que sucede también cuando se está diferenciando por receptores y no receptores de remesas. En el cuadro 4 se observa que 59,9% del total del gasto de los hogares en el país fue destinado a cubrir sus necesidades básicas; porcentaje mayor para aquellos hogares no receptores de remesas, y significativamente menor para los receptores de remesas internas (55,7%) y externas (57,7%).

En cuanto a salud, 54,1% de los hogares tuvieron este tipo de gastos en el trimestre previo a la encuesta. Los hogares no receptores invirtieron en promedio 2,4% del total de sus gastos en salud; pero, en aquellos hogares que recibieron remesas internas y remesas internacionales, los porcentajes son significativamente superiores (3,0% y 3,9% respectivamente). Estudios como el de Valero y Treviño (2010) también evidencian que los hogares receptores de remesas ocupan mayores porcentajes en salud que quienes no. Como se mencionó, esto puede tener relación con el mayor número de personas con más de 65 años en los hogares con remesas, quienes tienen una mayor propensión a tener gastos en salud. En cuanto al gasto en educación, se observa que 47% del total de los hogares destinaron parte de sus ingresos en este rubro; de ellos, los hogares no receptores de remesas tuvieron un mayor gasto en educación que los receptores de remesas internas y externas. Esta situación se puede asociar con el mayor porcentaje de hogares no receptores que cuentan con al menos un menor de 12 años de edad, que estaría en edad escolar; a diferencia de los receptores que, como se vio previamente, tienen jefes de hogar en edades más avanzadas y en un mayor porcentaje de ellos vive al menos una persona de 65 años o más.

En el 2014, del total de hogares solamente 18,4% tuvo gastos en ahorro y los hogares no receptores destinaron a este rubro en promedio 11% de su gasto total. En cambio, los hogares que reciben remesas internas destinaron un porcentaje significativamente menor (8,7%), mientras que los receptores de remesas externas lo hicieron en un porcentaje mayor que el resto de hogares considerados (13,1%). Si bien en otros estudios se ha visto que una proporción baja de los recursos de las familias se destinan al ahorro (De la Rosa et al., 2006), es interesante resaltar que los hogares donde se reciben remesas del extranjero son los que destinan una proporción mayor al gasto en ahorro.

En cuanto al pago de deudas 17,7% de los hogares tuvo gastos en este rubro y, de ellos, los no receptores destinaron 8,6% de sus ingresos al pago de deudas; mientras que los receptores de remesas lo hicieron en un porcentaje menor. Del gasto destinado a la vivienda, solamente 12% de hogares en México tuvo este tipo de gastos. Para los hogares no receptores dicho porcentaje fue similar (3,3%) que para los receptores de remesas internas (3,8%). Sin embargo, en los hogares receptores de remesas del extranjero, dicho porcentaje fue considerablemente mayor (8,9%). Estos datos concuerdan con investigaciones que refieren a que los gastos que hacen los migrantes en sus viviendas de origen, con la finalidad de mejorarla y adecuar los servicios básicos como electricidad, agua y drenaje, son unos de los más importantes realizados por los hogares receptores de remesas, después del gasto en las necesidades básicas incluyendo salud y educación (De la Rosa et al., 2006). En último lugar se analizó el porcentaje del gasto total que los hogares realizan en apoyo a la comunidad. Los resultados muestran que los hogares del país que destinan sus ingresos a este rubro son escasos (0,7%) y, aquellos que lo hacen, destinan solamente 0,7% de su gasto al apoyo a la comunidad.

La información presentada indica que el patrón de gasto los hogares es diferente si se comparan los no receptores de remesas y aquellos receptores de remesas internas y externas. Los hogares no receptores tienen el mayor porcentaje en gasto en necesidades básicas; el menor gasto en salud; mayor gasto en educación; y mayor proporción en pago de deudas. Los hogares que reciben remesas internas tienen un menor gasto en necesidades básicas, ahorro y pago de deudas; mientras que los hogares receptores de remesas internacionales dedican la mayoría de sus gastos a las necesidades básicas, educación, salud, ahorro y vivienda.

En este sentido, es poco factible hablar de uso productivo de las remesas, pues aun con las diferencias señaladas, los gastos relacionados con la manutención diaria resultan bastante significativos. Sobre este tema, por ejemplo, Adams (1998) manifiesta que no ha sido posible establecer cuánto aporte tienen las remesas en temas productivos, principalmente por la forma como es recolectada la información, ya que se hace en un solo momento, lo que, a decir del autor, no permite observar su efecto en períodos prolongados y hace necesario analizar el impacto de las remesas como un "proceso de acumulación de capital". No obstante, el caso de México puede ser un reflejo de cómo, aunque se consideren períodos prolongados, las inversiones promovidas por el Gobierno no necesariamente tienen relación con temas de productividad. Tal es el caso del programa 3x114, en el cual la mayoría de las obras a las cuales se destinan los recursos desde que se inició el programa en el año 2002, refieren a la construcción de infraestructura (pavimentación de calles, construcción de escuelas, etc.) que debería ser atendida por el Gobierno nacional y no con el salario que los migrantes ganan en el exterior.

III. Consideraciones finales

Se analizaron las características de los jefes de hogar y de los hogares del país en el 2014 para determinar su efecto en la propensión de que los hogares reciban remesas internas y remesas internacionales. Los resultados permiten encontrar factores comunes que incrementan la propensión a recibir remesas, tales como si el jefe de hogar es mujer, tiene escasa o nula escolaridad, trabaja, el hogar cuenta con menos de cuatro habitantes, con algún integrante menor a 12 años y si la vivienda es prestada, intestada, litigio u otra.

Se encontró que el estado conyugal tuvo un efecto contrario en la recepción de remesas internas y en las externas. Si se considera que a mayor edad del jefe de hogar aumenta la propensión de recibir remesas internas, y que si es mujer se incrementa la probabilidad de recibir remesas en ambos casos, todo ello puede indicar que los destinatarios de las remesas internas en el país son los padres (y probablemente en mayor proporción las madres) de los migrantes, y que son estos últimos quienes responden por sus obligaciones económicas por medio del envío de remesas; mientras que las remesas internacionales tienen como destinatario principal las esposas de dichos migrantes, independientemente de su edad.

En cuanto al gasto de los hogares, se observó que los hogares destinan la mayoría del gasto para cubrir sus necesidades básicas, aunque en menor porcentaje aquellos que recibieron remesas. Esto permite determinar que una proporción significativa de sus ingresos tiene como destino único el sostenimiento familiar. Los siguientes rubros en importancia fueron el gasto en educación, ahorro, pago de deudas y salud. Los hogares que recibieron remesas del extranjero destinaron un menor porcentaje en educación, pero un mayor porcentaje en salud, ahorro y vivienda que el resto de los hogares. Los otros rubros analizados tuvieron una importancia menor dentro de la composición del gasto de los hogares.

Teniendo en cuenta que el gasto principal de los hogares es satisfacer las necesidades básicas, aunque hay diferencias en los porcentajes de quienes reciben remesas y quienes no, se puede considerar lo que ya ha sido mencionado en otras investigaciones, que las remesas, más que un ingreso extraordinario, son el reemplazo del salario que los hogares dejan de recibir por la partida del jefe del hogar. Esta situación convertiría a la migración en una estrategia económica de los hogares para poder sobrellevar los gastos relacionados con la vida cotidiana. En este sentido, la educación y la salud no se entienden como inversiones productivas, como lo hacen ver en otras investigaciones (Mora y Arellano, 2016), ya que son necesidades básicas que todos los hogares tienen, independientemente de la recepción o no de remesas. De igual forma, otro tipo de gastos como la construcción de parques, iglesias y otras obras del estilo, que los mismos autores llaman inversiones productivas y que incluso en el caso de México se hacen a partir del programa 3x1, tampoco deben ser consideradas como tal, ¿por qué este tipo de actividades tienen que ser responsabilidad del migrante, cuando las condiciones del país de origen no les permitieron siquiera conseguir un trabajo formal con un salario adecuado?

Un elemento importante encontrado es que los hogares receptores de remesas ocupan un mayor porcentaje en el ahorro que aquellos que no reciben, el cual podría ser ocupado en formas que eviten la dependencia hacia las remesas, pues eventos como las crisis económicas afectan directamente a esta población. Sin embargo, esta no dependencia hacia las remesas, debería ser un asunto decidido por los mismos hogares y no por el Gobierno a partir de programas que intentan redireccionar el uso de estos recursos. En este sentido, un ejemplo importante es el reciente programa ofrecido por el gobierno del estado de Michoacán (México), el cual más que buscar el redireccionamiento de las remesas, se enfoca en ofrecer educación para implementación de emprendimientos económicos a la población receptora de remesas. El problema con dicho programa es que se dirige a la población con al menos estudios de licenciatura, la cual, como se vio en los resultados, es la que tiene menor propensión a recibir remesas, en relación con los que no tienen escolaridad o tienen muy poca, por lo que los esfuerzos tanto de los hogares en particular, como en el caso del Gobierno, se deben enfocar en pensar estrategias que permitan la independencia de los hogares hacia este recurso.

A. Limitaciones del estudio

Por la forma como se realizaron las preguntas en la ENIGH sobre las transferencias provenientes del extranjero o de otros estados del país, si bien se tiene información del monto que reciben los hogares por remesas, se desconoce la procedencia específica de dichas transferencias. En el caso de las remesas internacionales, se puede suponer que la gran mayoría provienen de Estados Unidos, ya que más del 95% de la migración tiene este destino, aunque no se puede saber con certeza; en cambio, en el caso de las remesas internas, se desconoce por completo de qué otras entidades federativas proceden.

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Notas al pie
4 Acuerdo laboral celebrado entre México y Estados Unidos en 1942, con el objetivo de que la población mexicana trabajara en Estados Unidos, en el sector agrícola.

5 Incluye gastos por alimentos, vestido y calzado, vivienda, servicios de conservación, energía eléctrica y combustibles, artículos y servicios para la limpieza, cuidados de la casa, enseres domésticos y muebles, cristalería, utensilios domésticos y blancos, transporte, cuidados personales, accesorios y efectos personales.

6 Incluye atención médica, atención hospitalaria y medicamentos.

7 Corresponde a la compra, mejora, ampliación o construcción de la vivienda.

8 Incluye aportaciones a servicios de salud, pavimentación de calles, etc., en general, gastos que se pueden considerar como remesas colectivas.

9 La recepción de remesas internacionales en México en el 2014 fue un evento poco común. Para estimar los factores asociados con la recepción de este tipo de remesas, se realizó una regresión logística binomial de eventos raros. Esta se utiliza cuando se trabaja con variables dependientes binarias que tienen decenas de veces menos unos (realizaciones del evento) que ceros (no realización del evento), y se ocupa en lugar de la regresión logística normal, para evitar subestimar la probabilidad de los eventos raros (King y Zeng, 2001).

10 En esta investigación los hogares se consideran indígenas si alguno de los miembros, jefe de hogar, cónyuge del jefe de hogar o algún ascendiente de ellos habla lengua indígena o se autoadscribe como tal.

11 Este programa, auspiciado por la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Secretaría de Desarrollo Social, denominado hasta el 2014 como Oportunidades y actualmente Prospera, se enfoca en apoyar a la población en pobreza extrema en temas como salud, educación, nutrición, etc. Para mayor información se puede consultar el sitio web http://www.gob.mx/sedesol/articulos/conoce-todo-sobre-prospera.

12 El Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) tiene como objetivo complementar el ingreso de los productores mexicanos del campo. Para mayor información acerca de este beneficio se puede consultar el sitio web http://www.sagarpa.gob.mx/agricultura/Programas/proagro/procampo/Paginas/Objetivo.aspx.

13 Es importante mencionar que se analizó la correlación entre las diversas variables explicativas seleccionadas con el objetivo de identificar problemas de multicolinealidad en el ajuste de los modelos. Se encontró que las variables edad del jefe del hogar y si habitan personas mayores de 65 años presentaban una correlación superior al 89%, por lo que se eligió trabajar con la edad del jefe de hogar, eliminando de los modelos de regresión la variable de mayores de 65 años. Ningún otro par de variables tuvo una correlación alta y significativa, por lo que se incluyeron en los modelos.

14 Programa del Gobierno mexicano que consiste en que por cada peso que aportan los migrantes, los tres órdenes de gobierno aportan la misma cantidad (25% el gobierno federal, 25% el estado, 25% el municipio, más 25% el club de migrantes), que se destinan a la realización de obras comunitarias en las comunidades de origen.

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