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Semestre Económico

Print version ISSN 0120-6346

Semest. Econ. vol.12 no.25 Medellín July/Dec. 2009

 

Los circuitos económicos solidarios: espacio de relaciones y consensos*

 

The solidarity economy circuits: space of relations and consensus

 

Os circuitos econômicos solidários: espaço de relações e consensos

 

 

Luz Dolly Lopera García**; Sol Bibiana Mora Rendón***

** Economista, especialista en Administración de Servicios de Salud y Magíster en Salud Pública de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Miembro del grupo de investigación de Economía solidaria. Docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables, FUNLAM, Medellín, Colombia. Dirección: Transversal 51 A No 67B-90, Tel (57-4) 4487666 Ext. 9547, Correo Electrónico: llopera@funlam.edu.co.
*** Economista, Universidad Nacional, Medellín, Colombia. Estudiante de la Maestría en Ciencias de la Administración, Universidad Eafit. Medellín, Colombia. Docente Facultad de Ciencias Administrativas y Agropecuarias, Fundación Universitaria Lasallista, Caldas, Antioquia, Colombia. Dirección: Carrera 51 N°118Sur-57 Caldas, Antioquia, Colombia, Teléfono: (57-4) 300 0200, Correo Electrónico: somora@lasallista.edu.co.

 

Recibido: septiembre 04 de 2009 Aprobado: diciembre 14 de 2009

 


Resumen

El objetivo del artículo es caracterizar los agrupamientos económicos solidarios que se han venido articulando con la participación de diversas organizaciones de naturaleza civil y pública, que han propiciado eficiencia económica y social a partir de la construcción de relaciones sociales fundamentadas en la economía solidaria. Se utilizó una metodología que permitiera la complementariedad de los enfoques, dando mayor relevancia a la perspectiva cualitativa para interpretar la narrativa de los entrevistados. El resultado más importante sugiere que las organizaciones que han conformado los circuitos económicos solidarios y se sostienen avanzan en capacidad de negociación para ser reconocidas desde su naturaleza comunitaria y voluntad de resistencia a través de la búsqueda de la sobrevivencia y del fortalecimiento de los lazos sociales de solidaridad.

Palabras Clave

Asociaciones; Redes; Organizaciones no gubernamentales (ONG); Sector Informal.

Clasificación JEL D71; L14; L31; O17

Contenido

Introducción; 1. Las redes socioeconómicas solidarias o los circuitos económicos solidarios; 2. Los circuitos económicos solidarios como articuladores de experiencias y saberes; 3. Relaciones de solidaridad y cooperación en los circuitos económicos solidarios; 4. Los circuitos económicos solidarios como aproximación a la economía solidaria; 5. Conclusiones; Bibliografía.

Abstract

The objective of this article is to characterize the solidarity economy groupings that have been articulating with the participation of the diverse organizations of civil and public nature, that have proportioned economic and social efficiency through the construction of fundamental social relations in the solidarity economy. A methodology that permitted complementary approaches was used, giving a bigger relevance to the qualitative perspective in order to interpret the narrative of the interviewed. The most important result suggests that the organizations that have conformed solidarity economy circuits that still maintain, are advancing in the negotiation capacity in order to be recognized by their community nature and resistance willingness through the search of the survival and strengthening of the solidarity social links.

Key Words

Associations; Networks, Non Governmental organizations (NGO): Informal sector.

JEL Classification D71; L14; L31; O17

Content

Introduction; 1. Solidarity socioeconomic networks or the solidarity economy circuits; 2. The solidarity economy circuits as experience and knowing articulators; 3. Solidarity relations and cooperation in the solidarity economy circuits; 4. The solidarity economy circuits as an approximation to the solidarity economy; 5. Conclusions; Bibliography.

Resumo

O objetivo do artigo é caracterizar os agrupamentos econômicos solidários que tem vindo-se articulando com a participação de diversas organizações de natureza civil e pública, que tem propiciado eficiência econômica e social a partir da construção de relações sociais fundamentadas na economia solidaria. Utilizo se uma metodologia que permitisse complementaridade dos enfoques, dando maior relevância à perspectiva qualitativa para interpretar a narrativa dos entrevistados. O resultado mais importante sugere que as organizações que tem conformado os circuitos econômicos solidários e se sustentam, avançam em capacidade de negociação para ser reconhecidos desde sua natureza comunitária e do fornecimento dos laços sociais de solidariedade.

Palavras chave

Associações; Redes; organizações não governamentais (ONG); Setor informal

Classificação JEL D71; L14; L31; O17

Conteúdo

Introdução; 1. As redes socioeconômicas solidarias ou os circuitos econômicos solidários; 2. Os circuitos econômicos solidários como articuladores de experiências e saberes; 3. Relações de solidariedade e cooperação nos circuitos econômicos solidários; 4. Os circuitos econômicos solidários como aproximação à economia solidaria; 5. Conclusões; Bibliografia.

 

 

Introducción

En torno a la economía solidaria se han reunido diversas organizaciones de carácter social y se han fortalecido experiencias que, debido a características afines, permiten su articulación, configurando los cimientos de una propuesta de desarrollo integral, como camino de una sociedad incluyente.

La economía solidaria observa en el fenómeno económico la participación de colectivos y no los individuos aislados, y comprende que la producción de los medios materiales de subsistencia ha sido posible en la medida en que los seres humanos de una sociedad dada se organizan y cooperan, para realizar y garantizar su sobrevivencia como especie, reconociéndose como seres sociales, económicos y políticos.

Como formación socioeconómica de carácter solidario, que se ha fortalecido en autonomía, es posible dar cuenta de su construcción a partir de la autogestión económica y el empoderamiento de los grupos sociales, que poco a poco van adquiriendo mayor capacidad para tomar decisiones y conformar circuitos económicos propios.

En Medellín las organizaciones comunitarias van logrando autonomía a partir de un esfuerzo histórico, continuo, que no solo se relaciona con la búsqueda de condiciones de vida material, sino también con una forma de resistencia y de posicionamiento social para sentirse identificados con el territorio y con el lugar en que habitan.

A veces, estas organizaciones son informales y reiteradamente excluidas del desarrollo del sector moderno y de las posibilidades tecnológicas que impone la actualidad económica. Sin embargo, los sectores avanzan en capacidad de negociación para ser reconocidos, puesto que contradictoriamente, sirven al gran capital y se conectan de manera indirecta con procesos globales de producción, a veces mediante las actividades de maquila para servir a sectores estratégicos de la economía regional, nacional e internacional.

A pesar de la manifiesta precariedad, se ha observado que en el mundo popular solidario, como contexto de los emprendimientos y de los circuitos económicos solidarios, se presenta un modo de acumulación especial, que no es de capital o la posesión de riquezas, sino principalmente, la riqueza de las relaciones sociales y la posibilidad del desarrollo de las capacidades y recursos humanos para poder enfrentar las difíciles situaciones económicas.

Para evidenciar tal riqueza y construcciones, el estudio caracteriza las redes y agrupamientos de carácter económico solidario, la participación en red de las diversas organizaciones de naturaleza civil y pública y los principales factores relacionados que conducen a lograr eficiencia a partir de los vínculos entre las organizaciones de economía solidaria de Medellín.

Se lograron aproximaciones conceptuales a partir de desarrollos teóricos previos de algunos pensadores latinoamericanos como Razeto (1993, 1994 y 2000) y Mance (2006 y 2008), y acercamientos a la realidad natural de los líderes, funcionarios y académicos, quienes permitieron el diálogo para conocer e interpretar sus narrativas, en calidad de participantes en el acompañamiento o como integrantes de los circuitos económicos solidarios, a través de un proceso de construcción de conocimiento cualitativo.

El presente documento da cuenta del acercamiento conceptual a los circuitos económicos solidarios, inscrito en la racionalidad de la economía solidaria, para avanzar en la comprensión de las relaciones que los originaron en las distintas esferas de producción económica y social, mediante el vínculo de diferentes actores sociales.

De igual manera, se evidencia cómo van surgiendo sistemas productivos de beneficio común para los trabajadores de las organizaciones que conforman circuitos económicos solidarios, localizados en los barrios como lugares comunes donde se genera el núcleo de los movimientos y las decisiones, para posibilitar la satisfacción conjunta de las necesidades básicas y la construcción de tejido social en torno a la expresión de las aspiraciones humanas de los participantes.

Se observa cómo las organizaciones pueden avanzar hacia la configuración de relaciones sociales de más humanidad y de mayor coherencia para articular las dimensiones económica, social, cultural, y política que fundamentan cualquier tipo de sociedad madura.

La investigación se realizó mediante un enfoque mixto, con predominio de una perspectiva cualitativa que permitiera observar las características de las unidades socioeconómicas, constituidas como redes, y las relaciones que establecieron entre sí los actores de los agrupamientos, para resolver sus problemas de producción, comercialización y de prestación de servicios sociales. Posteriormente se hizo comprensión de las categorías emergentes relacionadas con producción, redes de comercialización y redes de cooperación, entre otras, manifiestas en el proceso dialógico con los actores y en el de interpretación, en el que surgieron los significados particulares que los actores conceden a sus actuaciones, frente al tema de las relaciones económicas, sociales y solidarias generadas en los circuitos solidarios.

Este artículo consta de cuatro partes: en la primera parte, se recrean algunas posturas teóricas que presentan mayor cercanía epistemológica para hacer lectura crítica de las prácticas de economía solidaria que se han ido expandiendo de manera progresiva en el entorno local, lo cual significa dimensionarlas como parte estructural del capitalismo o iniciativas críticas que posibilitarán el surgimiento de otra economía; en la segunda parte se presenta el surgimiento de los circuitos económicos solidarios a partir de las comunidades de base que, a su vez, se constituyen en articuladoras de experiencias y saberes de las diversas organizaciones que participan; en la tercera parte se explicitan algunos fragmentos de entrevistas que permiten dimensionar las propuestas de inclusión social que se concretan en el seno de los circuitos económicos solidarios en la localidad, y en la cuarta se resignifican los contenidos a partir de su pertenencia a un marco teórico de la economía solidaria y su capacidad de propuesta de sociedad incluyente.

 

1. Los circuitos económicos solidarios

Cada día aumenta el número de personas pobres, sin oportunidades económicas y sociales para acceder al empleo, los ingresos y la participación social, entre otros. Según Mance (2006), en muchos casos, las personas privadas de las libertades económicas y sociales constituyen núcleos de resistencia y establecen diversas relaciones como tejidos de posibilidades para desarrollar una economía incluyente.

De igual manera, diversos estamentos de la sociedad se articulan en forma de red para permitir flujos de bienes y servicios que dinamizan la conformación de circuitos económicos solidarios, los cuales presentan un modo de acumulación que no es solo de capital, sino también, principalmente, de riqueza en las relaciones sociales para construir posibilidades de desarrollo humano, oportunidades y ampliación de las capacidades individuales y sociales. De acuerdo con Díez (2007, p. 41) está en vigencia “edificar una noción de riqueza ligada a otra noción de desarrollo. Una riqueza de base humana. Una riqueza que nos hable de la capacidad de decidir de las personas de crecer en grupo”.

En el circuito económico solidario es posible encontrar vínculos de diversas características, propiciadores de inclusión económica y social, inscritos en la racionalidad de la economía solidaria y, por ende, coherentes con el fundamento conceptual de la teoría económica comprensiva que, de acuerdo con Razeto (1994), permite entender las interacciones entre los sectores y con los sujetos y los valores solidarios presentes en las estructuras económicas de propuestas alternativas de desarrollo.

De este modo, los circuitos económicos se refieren a múltiples flujos interconectados, definidos por Razeto (1994) como conjunto de relaciones económicas estructuradas como encadenamiento de flujos que tienden a ser recurrentes, y en este contexto se presentan como la esencia misma del proceso de circulación en el que se reconocen y definen las relaciones de comensalidad (familiares), cooperación (trabajadores), donación (organizaciones sin ánimo de lucro, organizaciones de economía solidaria, empresa privada, y Estado), compensación o reciprocidad, tributación, intercambio (organizaciones sin ánimo de lucro, empresa privada y entidades crediticias) y de efectos redistributivos (Estado).

De acuerdo con Arboleda y Lopera (2004), dichas articulaciones se encuentran con mayor potencia y definición en los sectores que son coherentes con la lógica que le es propicia a su sistema de valores. En este sentido, es posible observar circuitos económicos y experiencias de economía solidaria en comunidades barriales que desarrollan en el diario acontecer, proyectos comunes o se vinculan a partir de algún interés colectivo para acceder a los bienes de carácter público, lo que permite identificar con mayor claridad relaciones de solidaridad, de donación y de cooperación, próximas a los significados de reciprocidad, ayuda mutua, bien común, entre otros.

De esta manera, se han ido acumulando unas prácticas en el ámbito de lo local, relacionadas con los circuitos económicos solidarios, en las que aparecen los sujetos como constructores de un espacio en el que cobra sentido la experiencia del barrio para producir bienes y servicios que se distribuyen de acuerdo con las necesidades, deseos y aspiraciones de los que acuden para hacer efectiva la dinámica del circuito.

Así, las prácticas solidarias en la cotidianidad buscan ampliar las bases para acceder a las libertades públicas y privadas, cuya efectividad histórica exige para el buen vivir, según Mance (2008), mediaciones materiales, políticas, educativas e informativas, así como criterios éticos para que se realicen de manera justa.

 

2. Los circuitos económicos solidarios como redes de colaboración solidaria

Los circuitos económicos solidarios se inscriben en la racionalidad de la economía solidaria y, por tanto, contribuyen en la autopoiesis de este sistema; en tal sentido, cabe el dimensionamiento que les otorga Mance (2008, p. 38) al concebirlos como redes de colaboración solidaria para aludir a un sistema abierto que se autorreproduce:

Se trata de una articulación entre diversas unidades que, a través de ciertas conexiones, intercambian elementos entre sí, con lo cual se fortalecen recíprocamente y se pueden multiplicar en nuevas unidades. A su vez, dichas unidades fortalecen todo el conjunto en la medida en que éste las fortalece, permitiéndoles expandirse en nuevas unidades o mantenerse en equilibrio sustentable. Cada nódulo de la red representa una unidad y cada hilo un canal por donde esas unidades se articulan a través de diversos flujos.

Ahora bien, para una localidad que presenta un progreso incipiente en la organización de circuitos económicos solidarios, y redes de colaboración solidaria, deben surgir intenciones de apoyo por parte del sector público para dinamizar la operatividad de la red. En este sentido, de acuerdo con Razeto (1994) las relaciones que se establezcan entre el sector de la economía solidaria, el sector público o regulado y el sector privado o de intercambios podrán ir construyendo el proyecto de un mercado democrático, como constituyente de un espacio de praxis social.

De igual manera, como lo plantea Razeto (1994), la articulación se va logrando entre diversas organizaciones, de naturaleza diferente, en estructuras superiores, complejas que van alcanzando niveles de autonomía según su grado de maduración, y pasan de las cadenas productivas a integrar procesos de financiamiento, producción, comercialización y consumo para ganar mayor autonomía frente a las organizaciones capitalistas.

En Medellín surgió la experiencia de los circuitos, o red, a partir de algunas prácticas solidarias organizadas como grupos de producción, en forma de asociación comunitaria, de comercio solidario, financiamiento solidario o círculo solidario, experiencias de trueque, comercio justo y consumo crítico, entre otros. En este sentido, es posible plantear que los circuitos económicos solidarios, CES, surgen a partir de la organización social de algunas comunidades de base1, referidas, según López (1989) y Szentmártoni (1994), a la entidad activa, conglomerado humano con experiencia y memoria colectiva que se reúne en torno a objetivos comunes. Dichas comunidades fueron posteriormente reconocidas o intervenidas por varias organizaciones no gubernamentales, por el gobierno municipal y por algunas universidades.

La participación del sector privado se concretó, según lo plantea Perdiguero (2003), para atender la nueva preocupación por la relación sociedad empresa, en la que cobra sentido la concepción de la empresa ciudadana que debe articular sus finalidades de generación de excedentes económicos, con las de perfeccionamiento humano y de servicio a la comunidad.

Acaso sea una nueva configuración de las relaciones sociales de producción capitalista, pues como lo plantea Barbero (1999), las dependencias y desigualdades persisten y aún se agravan, pero ya no pueden pensarse al margen de la aparición de redes y alianzas que reorganizan tanto las estructuras estatales como los regímenes políticos y los proyectos nacionales.

Considerado desde una propuesta alternativa, a pesar de una sospecha por la ética utilitarista, el circuito constituye una realidad en el territorio, que como lo dice Barbero (1999) sigue hecho de tejido y de los lugares cercanos y familiares, en el que aparece lo singular del comportamiento de los individuos, donde son posibles los nuevos entramados y la acción social.

 

3. Relaciones de solidariadad y cooperación en los circuitos económicos solidarios

Varias organizaciones cooperativas y corporaciones que conforman los circuitos económicos solidarios, surgidos en Medellín como parte del proceso de fortalecimiento de la economía solidaria, muestran que es posible la autonomía del factor trabajo, o el factor gestión como parte del quehacer comunitario para organizar la producción y la circulación de los bienes y servicios dentro del circuito. Sin embargo, los participantes han demandado durante todo el proceso de fortalecimiento, que los acompañantes apoyen la gestión que les permita reunir los componentes de calidad requeridos en los procesos de producción y distribución para potenciarse hacia posiciones de mayor productividad y negociación que posibiliten la comercialización de los productos y servicios.

Por su parte, las organizaciones acompañantes, cooperantes y asesoras de los circuitos económicos solidarios asumen un comportamiento responsable para atender los requerimientos del gobierno municipal, pero limitan su actuación según el alcance del presupuesto asignado. En cuanto al sector público desde su carácter asistencialista, es el que ha permitido, medianamente, la articulación de los factores financiamiento, medios materiales y tecnología para que los circuitos accedan con calidad, en algunos casos, a los mercados locales.

Sin este acompañamiento no se observan posibilidades de producción y de comercialización en relativas condiciones de equidad frente al sector privado. En el mismo sentido, aún se requiere mayor tiempo de aplicación en el proceso mientras se adquieren las capacidades y habilidades necesarias para el trabajo y la labor administrativa que posibiliten la independencia del sector público y privado, a la vez que se vaya logrando la libre circulación de los bienes y servicios provenientes de los circuitos económicos solidarios en condiciones de equidad y autonomía frente a los otros sectores.

De otro lado, se puede observar cómo la mayoría de los participantes, tanto acompañantes, como líderes y gestores de los circuitos, intentan comprender su quehacer enmarcado en la racionalidad de la economía solidaria, pero la práctica cultural lo desvirtúa en los procesos, debido a que en el ejercicio cotidiano de la comunicación se vincula la iconografía, lo símbolos y las representaciones del modelo cultural dominante que antepone los intereses particulares y privados a los de la colectividad.

De este modo, constituye un esfuerzo importante que los líderes y los acompañantes de los circuitos ejerciten su capacidad reflexiva para verse a sí mismos como gestores de otra economía, diferente a la convencional, que construyen otra forma de producir la sociedad, denominada economía solidaria, economía popular solidaria, o según Guerra (2002) socioeconomía de la solidaridad, referida a aquella compuesta de actividades económicas de tipo asociativo fundadas sobre los valores de solidaridad, autonomía y ciudadanía, regida por principios de gestión democrática, finalidad social, remuneración limitada del capital y socialización de los beneficios.

Como se ha venido planteando, en el espacio de la ciudad es posible encontrar organizaciones que dimensionan su alternancia en un contexto de exclusión social vinculado al sistema económico dominante, para acompañar los procesos de desarrollo de las comunidades que habitan los barrios de Medellín. Es así como algunas organizaciones favorecen la dinámica con capacitación para el trabajo, formación empresarial y con micro-crédito, entre otros.

En el caso del micro-crédito, varias organizaciones de la ciudad conceden préstamos sin ninguna diferencia con la banca privada. Sin embargo, las que se acogen a un modelo alternativo realizan un esfuerzo adicional por reconocer la procedencia social de los fondos acumulados para la inversión en el mismo sector solidario, como lo define el director de la Corporación Fomentamos, Flórez (2008), entendiendo el acompañamiento como una forma de prestar servicios de carácter alternativo y solidario a las personas de escasos recursos:

La organización (...) no es una entidad financiera privada, (...) es un acumulado de ahorros comunitarios y populares puestos al servicio de su propia comunidad. La organización (...) se creó para el fomento de las micro-finanzas y el microcrédito, promovida (...) por unas organizaciones de tipo cooperativo y unas organizaciones tipo organizaciones no gubernamentales, ONG, (que) la crearon sobre todo para brindarle servicio financiero a personas de escasos recursos, que ellas mismas, las cooperativas no les pueden brindar; y (desde) las ONG porque muchas veces cada una se desarrolla en su temática de género, ambientalista, de derechos humanos, de derechos laborales, llevando estos discursos a las comunidades (que reconocen su importancia), pero las comunidades demandan aprendizajes específicos que les permita responder al problema (de la) subsistencia, para iniciar una actividad económica, porque empleo no hay.

La organización se encarga de irrigar el crédito y otorgar capacitaciones porque ha considerado que la forma de dinamizar estos procesos está en facilitarle el crédito a las organizaciones familiares, a los emprendimientos productivos y a los circuitos económicos solidarios que no tiene ninguna posibilidad con la banca privada.

Hay otro tipo de organizaciones sin vínculo gubernamental, denominadas ONG que hacen parte de algún proyecto de ciudad o de movilización social para acceder a derechos, y se dinamizan según objetos de intervención necesarios en la localidad. Dichas organizaciones reciben, en la mayoría de los casos, apoyo de cooperación internacional o participan como cooperantes en las licitaciones que realiza el municipio de Medellín, lo cual les permite realizar cooperación con las organizaciones del barrio o de las comunas y participar del acompañamiento a los circuitos y sin que medie alguna contraprestación en dinero por parte de la comunidad, con un manejo efectivo de los recursos, según lo planteó la funcionaria de Vamos Mujer, Moreno ( 2008): “(...) todos participan igual (...) el vínculo no se da por aportes, ni por capital, sino por participación, entonces todos participan igual”.

Algunas organizaciones realizan acompañamiento con la intencionalidad de participar en la construcción de ciudadanía y se vinculan como partícipes desde adentro de la propuesta de desarrollo de la ciudad. De esta manera, participan del presupuesto municipal a través de proyectos de intervención o hacen evaluación de la efectiva aplicación de los recursos de acuerdo con el objeto social de cada organización o agrupamiento, como lo plantea la funcionaria del Instituto Popular de Capacitación (IPC), Osorno (2008):

La institución inicia con los procesos de planeación del desarrollo que es una de las características que tiene nuestra apuesta (...) a raíz de los procesos de planeación del desarrollo que iniciamos en la comuna trece en el año 1996- 1997 y en la comuna cuatro en el año 2003-2004, (...) hemos acompañado todo el surgimiento del proceso (de conformación de la asociación de confeccionistas), allí están articuladas las redes y otros microempresarios; (actualmente) tienen 235 microempresarios, no solamente de Medellín, sino también de (otros municipios del Área metropolitana).

De igual manera, la construcción de tejido social es una de las propuestas de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y de muchos de los partícipes de los circuitos económicos solidarios, lo cual ha sido pensado mediante la articulación de las organizaciones como una forma de autogestión para la estructuración de tejido y la autonomía que derive en generación de ingresos desde diversas fuentes, considerando aspectos éticos y políticos, como bien lo dice la funcionaria del IPC, Osorno (2008):

Iniciamos un proceso de formación personal, de convivencia, de solidaridad, de economía solidaria, (...) requerían (también) saber de costos de producción porque nuestra intención era cómo mejorar la capacidad de negociación entre las mujeres trabajadoras. (...) si bien nosotros hacemos un acompañamiento a la organización no nos interesa que esa organización se quede allí, sino que se articule, que alguien más los asesore y (aprendan) a gestionar.

De allí que conforman alianzas y generan otros encadenamientos o entrelazamientos, como lo menciona la funcionaria del IPC, Osorno (2008): “(...) la estrategia nuestra es que lo que no sabemos hacer, (...), lo buscamos a través de alianzas, a partir de las necesidades de (la comunidad) si no se puede con alianzas toca contratar como en el caso del (aprendizaje) técnico o para la formación en derechos (...)”.

En muchas ocasiones la asesoría significa también ayudar a gestionar los registros legales y capacitar en dirección estratégica, como lo plantea la funcionaria de Vamos Mujer, Moreno (2008): “(...) es una propuesta articulada entre fortalecimiento personal, apoyo técnico y (...) (acompañamiento) si se quieren legalizar”.

El acompañamiento a las organizaciones tiene la intencionalidad de crear o fortalecer las forma asociativas, dado que vincula otras dimensiones del desarrollo, no solamente la económica, según lo define Flórez (2008):

(...) cuando hablamos de fomento hablamos del emprendimiento de carácter asociativo que apenas viene en proceso de construcción y que al brindarle apoyo financiero puede salir frente a una unidad de negocio, frente a una entidad económica que ellos necesiten desarrollar, o a establecer compras de insumos para atender un pedido en cualquiera de sus diferentes actividades, también ha veces requieren (...) acompañamiento administrativo, acompañamiento en economía solidaria, acompañamiento en la discusión sobre circuito, acompañamiento en la gestión cooperativa.

De las formas de apoyo también se deduce la posibilidad de que sirvan a otros fines, como la integración y la organización social, aspectos que son de carácter político y constituyen parte de la construcción de la comunidad o del factor C, propuesto por Razeto (1994) y dimensionado por uno de los funcionarios del municipio, Restrepo (2008): “las comunas hicieron (...) proyectos, (...) como avance de una forma de integración y de constitución del factor C”, con lo cual va emergiendo la praxis social y su teoría como elementos de configuración de otra economía.

De esta manera, se observa a través de diversos actores, cómo las comunidades se organizan de manera autónoma, aunque pareciera que lo hacen a instancias de poderes externos a ellas, y construyen su organización con base en conceptos de inclusión social y económica que se instalan en su imaginario colectivo. En este sentido, el concepto que han construido se vincula con las capacidades de los integrantes, en la medida en que maduren sus propuestas productivas y se agrupen, se organicen como colectivos o se reconozcan como red, como lo plantea un funcionario de la fundación Confiar, Oswaldo Salgado (2008): “La propuesta (...) es que hagamos una red, una red en todo sentido, la red para la educación, la red para la comercialización, la red para el pensamiento, la red para retroalimentar procesos, la red para hacer negocios”.

Los mismos actores plantean “la acción transformadora de la red fundamentados en procesos de articulación, vínculos sociales, mejoramiento económico, formación personal y para el trabajo, desarrollo del sistema productivo y la incidencia política, entre otros, como lo expresa el gerente de la precooperativa multiactiva circuitos económicos solidarios, Cooces, Albeiro Vásquez (2008) :

Es poder enlazar los diferentes procesos de economía solidaria entre productores consumidores y también distribuidores dentro de las diferentes actividades económicas (...) asumidas desde procesos mucho más intencionados; desde principios y valores, tales como la identidad del sector solidario, del hecho de ser solidario; desde la actividad económica; desde como se ejerce la actividad económica, y (...) el papel que juegan (...) en todo un circuito, los centros académicos generando investigación, formación, capacitación.

De allí que cabe el sueño de las comunidades de construir, a partir del ejercicio de la libertad y la conciencia del espacio social, y no principalmente de la pobreza de ingresos, como bien lo plantea Boff (2001, p. 51) “la naturaleza humana es histórica, porque es trabajada por la libertad humana que la moldea. También cabe comprender lo virtual, lo potencial y o utópico también como pertenecientes a la naturaleza humana”.

La construcción de la realidad, en comunidad y en relación de proximidad con el otro, se ejemplifica con la experiencia de Cooces, que es ratificada por Flórez (2008):

El circuito económico solidario de la comuna 6 (...) fue la expresión que más avanzó porque ahí estaban los cimientos con la historia de la organización comunitaria del barrio, donde se ha avanzado en preguntas tales como: ¿Cuál modelo se requiere? ¿Cuál es la intencionalidad?, (...), ¿Cuál es el tipo de maquinaria que deben tener?, ¿Cuál es el tipo de insumos? y es precisamente la potencialidad que significa el hecho de que como no son economías definidas por el factor capital, sino que están definidas por el factor comunidad, por la apropiación de los medios materiales de producción, entonces son otras las formas de integración diferentes a las que hemos conocido comúnmente en la economía de capital.

La organización Cooces es una de las experiencias reconocidas para ser multiplicadas en otras regiones del departamento por su tradición histórica, la conformación de actividades económicas desarrolladas en y por la comunidad en forma empresarial, la respuesta de los líderes comunitarios para la integración social, el manejo de los conflictos interpersonales y barriales y el aprendizaje mutuo dejado en los líderes y acompañantes del proceso.

La integración solidaria en forma de circuitos constituye una de las posibilidades más importante del sector de economía solidaria, en virtud de que las organizaciones van ganando en autonomía y expresan la clave de la viabilidad de los proyectos económicos y sociales, como una verdadera fuerza sinérgica de articulación para definirse, según lo identifica Razeto (1994), Factor C.

 

4. Los circuitos económicos solidarios como aproximación a la economía solidaria

Para fundamentar teóricamente la economía de solidaridad (o solidaria), se requiere la reflexión crítica de la misma teoría económica que se ha mantenido como el sistema de análisis de toda práctica económica. Por consiguiente, es un tema que debe ser indagado a partir de enfoques teóricos y metodológicos más cualitativos y socio-críticos.

La teoría económica comprensiva, de acuerdo con Razeto (1994), no solo se constituye en enfoque critico a la teoría que da soporte al sistema capitalista, sino que también aporta un sistema de interpretación, análisis y síntesis que permite la comprensión de las prácticas de carácter alternativo y otras racionalidades distintas como la fundamentada por la economía solidaria.

De acuerdo con Mance (2006), la lectura crítica se constituye en un movimiento de reflexión y acción colectiva, teoría y práctica, mediada necesariamente por el diálogo, para buscar comprender la práctica social de los sectores populares, excluidos y marginados, quienes se convierten finalmente, en los creadores y dinamizadores de una nueva estructura socioeconómica. Como lo plantea Boff (2001, p. 60), “los marginados y los excluidos son depositarios de un privilegio epistemológico. Desde ellos se puede hacer un juicio ético-crítico de todos los sistemas dominantes de poder”.

En el mismo sentido, los circuitos económicos solidarios constituyen una forma de expresar la expansión de las prácticas de economía solidaria, mediante las cuales es posible evidenciar no solo las búsquedas de quienes han sido excluidos del desarrollo, sino también la construcción de otra economía y otra sociedad.

De allí que la economía de solidaridad se presenta como alternativa para las personas que han sido excluidas de la economía de mercado, y se sitúa en un espacio de relaciones complejo en el que aparecen otros sectores con racionalidad diferente, en tanto aluden a otras estructuras económicas y prácticas culturales que se juntan en un mercado que da cabida a todas estas lógicas.

Dicho mercado, según Razeto (1994), es un complejo sistema de relaciones de fuerza entre todos los sujetos que participan con diversos fines e intereses, quienes además despliegan sus propios poderes, definen estrategias, hacen alianzas, buscan protecciones y luchan entre sí, con el objeto de participar de los bienes, factores y productos en la forma más amplia posible. Pero también es un sistema de interrelación e integración porque en el proceso de circulación los sujetos no solo se enfrentan, unos a otros, sino que también se asocian y organizan para compartir tareas y beneficios, se coordinan y apoyan recíprocamente, se preocupan de los más postergados, y aportan a la satisfacción de necesidades generales y al bien común.

La interacción entre sujetos en un mercado determinado supone un concepto de sociedad que no se acoge a la formulación implícita de la economía convencional, como una suma de individuos, sino , de acuerdo con Caracciolo y Foti (2003), como conjuntos de relaciones sociales que se expresan en determinadas prácticas que instrumentan ciertos recursos y producen distintos tipos de beneficios para determinados sectores sociales: las relaciones sociales de producción y circulación de bienes y servicios económicos (capital económico), las relaciones sociales de producción y circulación de conocimientos y bienes culturales (capital cultural), las relaciones sociales de producción y circulación de “articulaciones o conexiones” entre organizaciones (capital social).

El concepto anterior articula diversas categorías en la forma central del capital, que contradice la complejidad e integralidad del concepto, pero sirve de referente para intentar aproximarse a la comprensión del concepto de sociedad que tienen la mayoría de los participantes de los circuitos económicos solidarios y que intentan construir a partir de la colaboración de las redes.

Del lado de los productos sociales, constituidos como la forma material mediante la cual se satisfacen los deseos y las necesidades, estos se definen, según Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn (1993), de acuerdo con las necesidades humanas que se estructuran de manera subjetiva completando y configurando un amplio conjunto de posibilidades de producción.

Por su parte, los bienes y servicios no solo requieren un proceso de producción social, sino también un conjunto de participantes y grados de participación, no exentos de conflicto y juegos de intereses que pueden poner en riesgo los logros económicos y políticos de la integración en forma de circuito o red, pero que finalmente ayuda a la construcción con el otro, puesto que, como lo plantea Boff (2001, p. 53) “la diferencia no destruye la comunión. Solo muestra la fecundidad de esta esencia comunitaria, pues solo se da en la medida en que se realiza de diferentes maneras”.

Por consiguiente, es muy importante esclarecer el tipo de relaciones económicas y sociales que confluyen para incorporar los factores y categorías económicas a la organización social, de manera que sean coherentes con la propuesta de sociedad que respeta e incluye la diferencia.

Los circuitos económicos solidarios que se han venido organizando en la ciudad han partido de la intencionalidad de generar procesos de participación para construir ciudadanía, por parte de quienes se sitúan en el espacio social como sujetos excluidos. La propuesta es integral en tanto incluye aspectos económicos, sociales, políticos y culturales, y vincula actores académicos, líderes comunitarios, empresarios del sector privado, funcionarios del sector público y no gubernamental, quienes conocen el tema de la economía solidaria y la propuesta teórica de la Teoría Económica Comprensiva.

Por esto, los circuitos económicos solidarios se inscriben dentro de la racionalidad de la economía solidaria, en cuanto a que se refieren a un conjunto de relaciones articuladas a la ecología de la economía solidaria, la cual se ha ido construyendo a partir del compromiso de sujetos y de la configuración de relaciones, actividades, flujos y redes sociales que implican la inclusión económica, social, política y cultural de quienes le apuestan a una propuesta de sociedad que vincula estos varios aspectos.

Desde la perspectiva de Razeto (1993), la conformación de CES permite que se vaya estructurando el camino de la acción transformadora y del desarrollo alternativo, en que la solidaridad se expresa en grupos, asociaciones y movimientos de los más variados tipos, los cuales se plantean como crítica frente al modelo económico imperante, y buscan aportar al cambio social mediante iniciativas concretas en las que se experimentan nuevas formas de vivir, de relacionarse y de hacer las cosas; así se va configurando una cierta perspectiva de desarrollo alternativo solidario.

La economía solidaria se constituye en propuesta que desarrolla relaciones sociales de producción y de distribución sustentadas en la solidaridad y la cooperación. En este sentido, posibilita la articulación de personas con intereses comunes, que estudian acerca del fenómeno y lo incluyen como propuesta de desarrollo, y de las comunidades organizadas cuya práctica cotidiana les permite garantizar sus medios materiales de subsistencia, construyendo alternativas de vida digna, y la posibilidad de satisfacer sus necesidades, deseos y aspiraciones.

De acuerdo con Razeto (1994), la economía solidaria se concibe como un sector autónomo, es decir, tiene una racionalidad económica propia que le permite auto conducirse; es un sistema superior a la economía de intercambios (de mercado) y del sector regulado (público) desde el punto de vista económico (considera la satisfacción de necesidades, deseos y aspiraciones), ético (incorpora la solidaridad en todas las relaciones económicas), y humano (coloca al ser humano en el centro de las actividades económicas).

Adicionalmente, presenta unas lógicas operacionales propias, originadas en la realidad concreta de hombres y mujeres que se organizan en torno a propuestas de economías alternativas y desde allí conforman y gestionan grupos asociativos, comunitarios y empresas, sustentados en las categorías comunidad y trabajo o factor C, y no por el capital.

 

5. Conclusiones

La articulación de las organizaciones de economía solidaria entre sí y con las instituciones públicas y privada, auxiliares del sector, con las universidades, con las organizaciones no gubernamentales y con los grupos sociales de base genera relaciones que fortalecen los circuitos económicos solidarios o agrupamientos (en el lenguaje empresarial) que desarrollan espacios comunitarios para realizar las actividades y vocaciones económicas y sociales de las diferentes comunidades y de sus estamentos sociales.

La solidaridad entre personas y la cooperación de los sectores sociales evidenciada a través de las experiencias de las comunidades establece relaciones con criterios de justicia para liderar causas comunes, lo cual se expresa a través de las organizaciones, los comités, las redes, los circuitos, entre otros; la practican personas concretas y colectividades que tienen intencionalidades claras sobre la construcción de lo alternativo. Por lo tanto, la solidaridad es política, social y económica, conforme se materializan las necesidades del proceso común que concita las voluntades solidarias de quienes participan.

La integración solidaria en forma de circuitos se constituye en una de las posibilidades más importante del sector, puesto que es la que se convierte en la clave de la viabilidad de los proyectos de cada unidad económica. En cada nivel y en cada organización de grupos la relación social es la que organiza los factores para producir en las distintas fases económicas. De este modo, las relaciones comunitarias se vuelven más importantes, como un verdadero factor económico, al igual que el trabajo, la tecnología, los medios materiales o el financiamiento, y es lo que define Razeto (1994) como Factor C.

La teoría económica comprensiva resulta realmente importante a la hora de identificar las diferencias en los mercados y sus asignaciones factoriales, y sobre todo para esclarecer la especificidad del sector de economía solidaria en sus relaciones. Por lo tanto, es necesario reconocer la presencia de universos económicos, en los cuales existen actos desinteresados, materializados en prácticas que, aún con los tropiezos y las deformaciones que se presentan en la práctica de algunas empresas, recogen nuevas maneras de relaciones económicas y sociales, basadas en la autogestión colectiva, solidaria y democrática que ponen en escena una ética solidaria, es decir, un voluntad, una conciencia y unos sentimientos que conducen a actuar con los demás de una manera más humana y reconociendo la ínter subjetividad.

De la posibilidad de organización social depende mucho el fortalecimiento y desarrollo de las organizaciones. La integración puede provenir de una intencionalidad de agrupación según posibilidades de actividad económica similares, o de acciones de grupos humanos por la búsqueda de la sobrevivencia económica y social. La integración comunitaria puede desarrollarse a partir del papel redistribuidor del Estado o del apoyo de organizaciones no gubernamentales. Integrar todas estas lógicas puede favorecer el desarrollo de las comunidades.

 

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* El artículo es el resultado de la investigación “Circuitos económicos solidarios como posibilidad de inserción social, Medellín, 2008”, financiada por la Fundación Universitaria Luis Amigó (FUNLAM) en el 2008, realizada por los docentes Luz Dolly Lopera García del grupo de investigación de Economía Solidaria (ECOSOL) clasificado en Colciencias, categoría C y en calidad de coinvestigadores, Sol Bibiana Mora Rendón y Francisco Aguirre Echevarría, de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables, FUNLAM, Medellín, Colombia.

1 Designación que se acomodaba a las comunidades cristianas, reunidas en viviendas privadas para ejercer el mensaje apostólico.

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