En estas últimas semanas he visto como los investigadores de las ciencias clínicas, como en pocas ocasiones, hemos estado como si se estuviera jugando la final del mundial de fútbol. La razón: La expulsión de Peter C. Gotzsche de la colaboración Cochrane y la renuncia de cuatro miembros de la junta directiva de la colaboración. La razón del despido, según el comunicado de Cochrane fue el utilizar sin autorización el membrete de Cochrane en una denuncia que realizó ante la Agencia Europea de Medicamentos en relación a los posibles sesgos que tenía una revisión sistemática publicada por la colaboración de la efectividad y seguridad de la vacuna de VPH y de testificar en un juicio sin declarar abiertamente que su testimonio experto expresaba opiniones "personales" y no una posición oficial de la colaboración.
Posterior al despido del Dr. Gøtzsche, se presentaron las renuncias de cuatro miembros de la junta directiva en respuesta a una duda sobre cómo se llevó a cabo el proceso de decisión de expulsión de Peter C. Gøtzsche, reconociendo el riesgo mediático del concepto de que "quien crítica los procesos de la colaboración pueda ser despedido por simplemente pensar diferente o en contravía de la directriz". Quiero irme a la profundidad del momento actual de Cochrane, enmarcando tres puntos clave: 1) El manejo de conflictos de interés, 2) Volver a los principios cuando se cometen errores y 3) nuestro rol como agentes de cambio.
El manejo de conflictos de intereses. Históricamente el ser humano en diferentes ciencias del saber, ha identificado que su juicio puede estar sesgado cuando tiene un segundo interés o segunda voz y se hace necesario que cuando esto exista en un proceso donde se deba generar una conclusión o recomendación para tomar una decisión, se declare y se evalué el alcance de la participación de las personas para garantizar que dicha recomendación esté libre de dichos conflictos. En salud es crítico este proceso de declaración, evaluación y manejo de los conflictos de interés, dado que la misma historia ha reconocido que el no hacer este ejercicio permitiría tomar decisiones demasiado injustas. Cochrane no es la excepción, sin embargo, un cuestionamiento que hizo Peter C. Gøtzsche fue que la colaboración debería evaluar con mayor detalle los intereses de los revisores (expertos clínicos) dentro de las revisiones sistemáticas que desarrolla la colaboración. Y en esto creo que estamos de acuerdo con que Cochrane debería garantizar que sus revisores declaren sus intereses y potenciales conflictos de interés y así mismo, la colaboración determinando su grado de participación en las revisiones y procesos de la colaboración.
Leyendo los múltiples comunicados que han salido resultado de esta polémica, me resulta interesante, como la mayoría de columnistas y autores de editoriales, colocan en cuestionamiento el trabajo de la colaboración y algunos se atreven a augurar el fin de la misma. Sin embargo, es necesario como todo en la historia de la humanidad cuando se cuestiona la razón de ser de una teoría, volver al principio que lo fundamenta. Para los que somos parte de la colaboración desde hace ya un buen tiempo, debemos recordar que la colaboración se fundamenta en tres grandes actividades: la generación de evidencia, hacer de esta evidencia accesible y la abogacía por la evidencia. Estos tres procesos tienen inmersos valores profundamente arraigados al quehacer de Cochrane: que me permito y me arriesgo a enunciar ya que no se encuentran en ningún documento de la colaboración, el primero el valor de la transparencia, el segundo el valor del conocimiento y el tercero, el valor de la integralidad. Y son a estos valores que debemos regresar, cultivar nuevamente y en cada una de nuestras revisiones pesar y repensar. Si esto sucede, reconoceremos que la posición de Peter C. Gøtzsche por más crítica y extrema que fuera, en la colaboración tendría que darse el espacio para escucharla, respetarla y promover una situación de cambio si se encontrará que la argumentación es válida.
Nuestro rol como agentes de cambio: todos los que hemos hecho o leído una revisión sistemática de la colaboración Cochrane, tenemos un rol que ejercer y cumplir: desarrolladores o consumidores de evidencia científica. Ambos roles, buscan un mismo propósito y es el de tomar las mejores decisiones clínicas y en los sistemas de salud. Cochrane es un agente de cambio, es lo primero que debemos reconocer, miles y miles de decisiones las hemos tomado informadas o basadas en una revisión sistemática realizada por la colaboración. Cuestionar los procesos de desarrollo y evaluación de las revisiones sistemáticas que desarrolla la colaboración, es un ejercicio sano, necesario y que debería iniciarse y permitirse en cualquier institución, colaboración o empresa. En este escenario no se permitió y se inició un proceso de cuestionamiento de la idoneidad de la colaboración, de su independencia y por lo tanto de sus resultados. Es hora de que nosotros (profesionales de la salud, investigadores, usuarios, consumidores y tomadores de decisión) seamos agentes de cambio de la colaboración. Ya reconocemos que se ha cometido una falta, ya conocemos en donde están las fallas, ahora debemos aportar a la solución, proponer un proceso de evaluación de conflictos de interés de todos los colaboradores, revisores y editores de la colaboración. Trabajar por los valores de la colaboración a través de nuestro trabajo del día a día y tal vez exigir un cambio en la mesa directiva de la colaboración.
Nuestro momento es ahora y en los malos ratos se reconoce al líder, los invito a que seamos ese líder, que sigamos siendo los críticos insaciables de la evidencia independiente de su naturaleza y que generemos soluciones acordes a los valores, argumentos y el contexto que nos exige este tipo de respuestas.