I. INTRODUCCIÓN
La Violencia Basada en Género (VBG) es una problemática mundial de salud pública y, por supuesto, una vulneración de Derechos Humanos. Según cifras recopiladas por la ONU Mujeres (2018), 87 mil mujeres fueron asesinadas en el 2017, más de un tercio de ellas, a manos de sus parejas o ex parejas, y, aproximadamente, 15 millones de adolescentes entre los 15 y los 19 años fueron obligadas a tener relaciones sexuales.
Para el 2017, en Colombia, Medicina Legal reportó que entre enero y octubre se presentaron 71.980 casos de violencia de pareja, y que dos años después, en el 2019, la cifra había sido superada considerablemente solo en los dos primeros meses con 136.703 casos de violencias contra la mujer. Según la última Encuesta Nacional de Demografía realizada por Profamilia en el 2015, la población adolescente entre los 15 y los 19 años de edad es la que presenta menos casos de violencia física con el 28.1 %, pero más de violencia psicológica (68.1%) y, si bien las mujeres son las más afectadas, las acciones de control y amenaza se dan de forma mutua.
Pese a que las cifras dan cuenta de cómo los y las adolescentes tienen experiencias de VBG, "la violencia en las relaciones de noviazgo está invisibilizada en el imaginario adulto-céntrico, y si acaso está presente, está desvalorizada y sin ninguna posibilidad de intervención" (Fundación Desafío & Medicus Mundi Gipuzkoa, 2012, p. 39), esto, debido a que las investigaciones y proyectos de intervención tendían a privilegiar el trabajo con adultos, en el espacio doméstico y conyugal. Al respecto, la revisión de la literatura muestra que los estudios sobre VBG en adolescentes son escasos y lentamente se han ubicado como necesarios, en algunos casos, bajo la denominación de Dating Violence, Adolescent Dating Violence and Abuse (ADVA) (Giordano et al., 2008; Giordano et al., 2010; Gómez, 2014; Stonard et al., 2014). En esta línea predominan investigaciones psicológicas con diseño cuantitativo sobre factores asociados, prevalencia y efectos de la VBG en la salud, siendo pocos los abordajes cualitativos (Johnson et al., 2005).
Respecto a los programas y/o proyectos de intervención que han demostrado ser efectivos en dicha problemática, la revisión indica que se caracterizan por ser de corte participativo, generando debate sobre las relaciones de género y las violencias, al tiempo que promueven una mayor comunicación y toma de decisiones compartida entre sujetos y familias (Ellsberg et al., 2015); en ellas prima el modelo ecológico y el trabajo integral con hombres y mujeres en torno a conocimientos, actitudes y habilidades (Crooks et al., 2019; Yount et al., 2017); sobre esto, un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud [OMS] concluye que las intervenciones eficaces han conjugado enfoques complejos de comunicación, participación comunitaria, movilización social y campañas en medios (Barker et al., 2007), y resalta estrategias con enfoque de edu-entretenimiento (EE) como Soul City en Sudáfrica y Puntos de Encuentro en Nicaragua, las cuales cuentan con una larga trayectoria de trabajo sobre Derechos Humanos Sexuales y Reproductivos con adolescentes y jóvenes; la VBG es una de las temáticas centrales. Si bien se soportan en el uso de dramatizados televisivos, radiales y material de apoyo, cuentan con fuertes componentes de movilización social. De hecho, sus mayores fortalezas están en el debate y el diálogo que generan a nivel local entre la población participante.
En esta línea, también se destaca la estrategia Stepping Stones, cuyo objetivo fue generar debates sobre la violencia sexual a través de la producción de videos participativos, talleres y espacios de conversación entre jóvenes, padres, maestros y funcionarios de salud en la zona rural de KwaZulu-Natal, Sudáfrica (de Lange & Mitchell, 2014). En Kampala-Uganda la estrategia SASA se enfatizó en la importancia de trabajar desde la movilización social a partir del uso del teatro callejero y de medios de comunicación a pequeña escala, lo que influyó en las dinámicas comunitarias al fomentar el debate y un clima de no tolerancia hacia la violencia contra las mujeres; lo que se suma a la reflexión y el aumento de las habilidades individuales en la toma de decisiones (Abramsky et al., 2016; Kyegombe et al., 2014).
Sin embargo, la cultura de evaluación de este tipo de intervenciones es aún incipiente. Las evaluaciones rigurosas sobre la eficacia de estrategias que articulen medios y movilización social sobre Violencias Basadas en Género son escasas en relación con otros problemas de salud como la planificación familiar y el VIH (Clark et al., 2017). En una revisión de programas sobre prevención de violencia en el noviazgo publicados entre 1990 y 2012, Martínez Gómez y Rey Anacona (2014) encontraron que, de 20.422 artículos, solo 13 comunicaban claramente la metodología, los componentes y la evaluación de sus resultados. De estos, la mayoría correspondía a Estados Unidos, mientras que tres eran iberoamericanos. Las valoraciones tienden a ser de corte cuantitativo y, por tanto, se recomienda el uso de técnicas cualitativas y/o diseños mixtos (Weiner et al., 2010). Revisiones más recientes reiteran la necesidad de ser más flexibles e innovadores con los diseños de investigación y el uso de métodos participativos, así como con apostar por abordajes de interseccionalidad que permitan comprender el entramado y/o cruce de múltiples factores e identidades sociales en clave de opresión y desigualdad (Decker et al., 2018; Yount et al., 2017).
En el anterior marco, Colombia ha venido abordando la problemática, principalmente, a través de enfoques centrados en la Información, Educación, Comunicación [IEC] y en todos aquellos que apuntan a la producción participativa de materiales de comunicación para instituciones educativas (Ministerio de Educación Nacional, UNFPA & Universidad de los Andes, 2014). En aras de obtener mejores resultados, en concordancia con otras experiencias y/o antecedentes internacionales, desde el 2010 se da inicio a la Estrategia de Comunicación y Movilización Social por el ejercicio de los Derechos Humanos Sexuales y Reproductivos de adolescentes y jóvenes
"Revelados desde todas las posiciones"1; la cual se soporta en dos componentes: 1. El de edu-entretenimiento, ligado a la producción de dos temporadas de una serie de televisión con un segmento de ficción transmitida a nivel nacional por canales institucionales, regionales y comunitarios, y 2. El de movilización social fundamentado en una maleta pedagógica que orienta las actividades en escuelas, servicios de salud y organizaciones juveniles, entre otros espacios. Su objetivo es generar reflexión, diálogo y debate, de manera más contextualizada, sobre temáticas de salud sexual y reproductiva identificadas mediante procesos de investigación formativa.
"Revelados" es una de las estrategias que articuló el Proyecto Educativo de Sexualidad y Construcción de Ciudadanía con la Política Nacional de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud, y es una de las pocas que, desde un enfoque de Comunicación para el Cambio Social y de Comportamiento, y un modelo ecológico, priorizó la prevención de la VBG en adolescentes y jóvenes del Valle del Guamuez (Putumayo), San Gil (Santander), Barbosa (Antioquia) y de San Juan Nepomuceno (Bolívar).
Esta experiencia cuenta con varias evaluaciones. Una de ellas consiste en un estudio experimental que indagó sobre los procesos de recepción de la serie, y cuyos resultados muestran que la audiencia consideró los capítulos divertidos y realistas, y que la identificación con los protagonistas posibilitó actitudes convenientes sobre los temas abordados (Igartua & Vega Casanova, 2016; Igartua & Vega, 2014). Asimismo, una evaluación cualitativa sobre los procesos de diálogo y debate en un piloto municipal resalta la integración de la experiencia a las dinámicas locales y su aporte a la cualificación del diálogo sobre Derechos Sexuales y Reproductivos (Beltrán Romero & Vega Casanova, 2012).
Sin embargo, ninguna de las anteriores evaluaciones indaga concretamente sobre las transformaciones generadas, o no, en torno a la VBG, a pesar de ser uno de los temas clave de la estrategia, como tampoco se realizaron análisis con perspectiva de género. Así las cosas, este artículo estudia cualitativamente qué y cómo se generó la reflexión, el diálogo y/o el debate alrededor de la problemática en cuestión con la población adolescente participante en el municipio de San Juan Nepomuceno, Bolívar. Dichos hallazgos se suman a la discusión de cómo, desde la Comunicación para el Cambio Social y de Comportamiento-CCS, se puede aportar a la prevención de las VBG desde la adolescencia.
2. REFERENTES CONCEPTUALES
2.1 Apuntes sobre VBG y adolescencia
El género es una compleja construcción cultural que determina la significación de ser hombre o mujer en un contexto histórico determinado; ello incluye diversas dimensiones ligadas al ciclo de vida, las emociones, expectativas, normas, roles, y a la interrelación con otras categorías como edad, raza, etnia y orientación sexual. En palabras de Rita Segato (2003), el género puede entenderse como "una estructura de posiciones marcadas por un diferencial jerárquico; es una instancia paradigmática de todos los otros órdenes de status social" (p. 14).
Precisamente, las Violencias Basadas en Género encuentran escenarios permanentes de legitimación en el marco de las relaciones desiguales de poder que hoy empiezan a ser develadas y sancionadas. Desde una mirada normativa, apenas en 1993 a la VBG, sobre todo a la ejercida contra la mujer, se le reconoció como una vulneración de Derechos Humanos en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, logando hacer parte, en la actualidad, de los Objetivos de Desarrollo Sustentable [ODS] en el marco de la promoción de la igualdad de sexos y la autonomía de la mujer desde la enseñanza escolar. Para el caso colombiano, solo hasta el 2008 se promulga la Ley 1257 que reconoce explícita y ampliamente la Violencia Contra la Mujer como un problema de Derechos Humanos entendida "como cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado" (Congreso de Colombia. Ley 1257 de 2008. Artículo 2)
Si bien se iguala la Violencia Contra la Mujer (VCM) con la VBG, algunos autores plantean que es necesario hacer ciertas distinciones entre ambas. De esta manera, se señala que el término de VBG es más amplio al concebirse como "una práctica social mediada por las relaciones entre los géneros que se constituye y materializa en formas de ejercicio de poder" (Carlos et al., 2009, p. 112). Tal inclusión, tanto de mujeres como hombres, permite desnaturalizar a estos últimos como victimarios para ubicar la masculinidad como una construcción social y la violencia desde su carácter relacional; en este sentido, la comparación con la VCM corresponde a "una discriminación positiva" que centra la atención en las mujeres como las principales víctimas (Luna, 2007; Urteaga, 2009)2.
Tal ampliación del concepto de VBG, sin desconocer la "discriminación positiva" de VCM, es una mirada pertinente para hablar de esta problemática en los y las adolescentes. Estudios recientes muestran que la VBG en este grupo etario no se define desde la relación hombre victimario-mujer víctima, ya que violencia en las relaciones de noviazgo adolescente tiende a ser más de corte psicológico, con dinámicas de vulneración mutua (Giordano et al., 2010; Gómez et al., 2014; María Cruz, Palacios Vicario & Martín García, 2015). En estas relaciones existe la tendencia a que, a mayor antigüedad de la relación socio afectiva mayor probabilidad de sufrir agresión. Se destaca una baja percepción de riesgo y/o dificultad para reconocer situaciones violentas, pues en algunos casos, los y las adolescentes no puedan distinguir los límites entre el juego, el acoso y el abuso, inclusive consideran los celos como expresión de afecto (Johnson et al., 2005; Rubio-Garay et al., 2015; Sánchez Jiménez et al., 2008).
Una investigación3 sobre relaciones de noviazgo en Bogotá da cuenta de cómo los y las jóvenes construyen sus relaciones amorosas desde lo aprendido en sus familias (Saavedra Borda, 2010) muestra el uso de la violencia simbólica a través de discursos de restricción, donde hablar de noviazgo implica para los y las adolescentes considerar a la pareja como una propiedad afectiva, lo que legitima comportamientos violentos.
2.2 Comunicación para el Cambio social y de Comportamiento: reflexión, diálogo y debate
La investigación se abordó desde la perspectiva de Comunicación para el Cambio Social (CCS), entendida como "un proceso de diálogo privado y público, a través del cual las gentes deciden quiénes son, qué quieren y cómo pueden obtenerlo" (Figueroa et al., 2002, p. 5). Es importante indicar que esta perspectiva se ha enriquecido de todo el recorrido y las discusiones de enfoques latinoamericanos como la Comunicación Popular, la Comunicación Alternativa y/o la Comunicación Participativa. Por parte, en el sector salud se han articulado diversas teorías de cambio como la de la Acción Razonada, Aprendizaje Social y el Modelo de Creencias en Salud (Mosquera, 2003).
Las categorías reflexión, diálogo y debate que guiaron el análisis son clave y orientan la perspectiva de comunicación escogida, así como las pretensiones de la estrategia analizada, sobre todo desde su componente de movilización social. Estas categorías se trabajaron de manera interrelacionada, o desde una mirada de frontera, entendiéndose como "(...) fisura, intervalo, oquedad, límite e intersticio, un "estar entre", un espacio de movimiento" (Walman, 2009, p. 10).
El diálogo se conceptualizó en relación dinámica con la reflexión y el debate. Se entendió como un proceso complejo que se da en el escenario interpersonal y/o en el que se dinamizan las relaciones de pareja, familia, grupo de pares y/o amigos(as). Si bien este suele ser caracterizado como privado, nos parece pertinente describirlo como un escenario de "intimidad pública", tal como lo hace Ángela Bermúdez (2005) refiriéndose al "círculo de individuos y grupos con quienes nos sentimos ombligados, a quienes creemos cobijados por nuestras normas, y cuyas heridas nos reclaman reparación" (p. 124). Esta definición nos permite romper con la asociación de la VBG como un asunto privado; asociación que ha llevado precisamente a legitimarla y no reconocerla como un problema de salud pública.
Es así como el diálogo, en el escenario interpersonal, implica relaciones de comprensión y reconocimiento del otro(a), es decir, implica participación o "el compartir una acción con otros" (Martín Barbero, 2000, p. 111) y por tanto, puede ser entendido en sí mismo como una acción de transformación. Por ello, lo que interesa es el proceso de recuperación de la palabra, de participación, de construcción de acciones colectivas (Figueroa et al., 2002), más que limitar la comunicación a un enfoque mediático.
Cuando el diálogo se articula y/o dinamiza en el espacio público hablamos entonces de debate. Navarro (2010) entiende lo público como un "escenario de lo político; como un espacio físico-simbólico donde se da el encuentro de diversas identidades privadas para expresarse, narrarse y dialogar" (p. 148), y resalta, retomando a Mouffe (1997), que la esfera pública no es única ni mucho menos homogénea, sino que, por el contrario, es un escenario múltiple, fragmentado y sobre todo conflictual donde nos reconocemos, interactuamos y discutimos.
Esta relación de frontera porosa, de "estar entre" debate y diálogo, da cuenta de cómo transitamos permanentemente a nuestros círculos más cercanos para interactuar con otros(as) desconocidos(as), diferentes, para narrar-nos y construir apuestas comunes, en este caso, alrededor de un problema social que se hace vivible, corpóreo y/o se evidencia en nuestros escenarios íntimos, pero que se asume bajo el lema de "lo personal es político" (Facio, s.f). El debate en el marco de la CCS es la acción política desde el mismo encuentro con el otro(a), de ver-se, oír-se y de narrar-se. Está ligado a la construcción de redes, a la capacidad de organización y movilización social, así como a la construcción de un sujeto político, un ciudadano(a).
La reflexión, por su parte, se da en el ámbito individual e implica procesos de des-encuentro consigo mismo(a), de auto revisión, de problematización sobre lo que se piensa, se vive y se siente. Tales procesos se relacionan fronterizamente con el diálogo porque se dan en el marco de nuestras relaciones sociales, por consiguiente, es importante comprender cómo se "desdibujan al mismo tiempo los límites entre el adentro y el afuera, entre el yo y el otro. Termina entonces por entenderse que ese yo es otro, es nosotros" (Cubides, 2004, p. 122).
Esta categoría también se relaciona fronterizamente con el debate, ya que "un ciudadano necesita conocerse a sí mismo como sujeto y tener una gran capacidad de auto reflexión para saber lo que piensa, siente y requiere" (Bermúdez, 2005, p. 124), es decir, que no puede reconocerse como sujeto político, como ciudadano, si no emprende procesos reflexivos sobre su persona, lo que es y/o construye de sí mismo y lo que desea. Así las cosas, desde la Comunicación para el Cambio Social, diálogo, reflexión y debate se encuentran; es entonces cuando nos movemos en estos escenarios de forma dinámica, por lo que no es posible establecer un límite tajante entre cada una de estas categorías. Desde la reflexión, a los individuos no se les interpela de manera aislada, sino cuando hacen parte de colectivos; se interpela sujetos en tanto son ciudadanos(as). En otro orden de ideas "en vez de persuadir a las audiencias para que asuman esta u otra agenda, estos proyectos buscan introducir en la esfera de lo público formas alternativas de ser y de relacionarse con otros" (Rodríguez, 2006, p. 6).
3. PROCESO METODOLÓGICO
De acuerdo a lo planteado, el análisis sobre cómo se generó el diálogo, el debate y/o la reflexión en torno a la Violencia Basada en Género en la población adolescente que participó del pilotaje de la "Estrategia Revelados" centró la atención en el componente de movilización social4. Esto en vista de que ya se había analizado la serie de ficción y/o el componente de edu-entretenimiento.
Dicha investigación se llevó a cabo en el municipio de San Juan Nepomuceno, ubicado en la costa norte colombiana. Es una zona rural perteneciente a los Montes de María del departamento de Bolívar. Su historia está marcada por los enfrentamientos entre la guerrilla y la incursión de las Autodefensas Unidas de Colombia en 1997; así como de estos dos grupos con las Fuerzas Armadas del Estado5.
Durante el 2010 se hizo todo el proceso de pilotaje de la estrategia en el municipio. El componente de movilización social se destacó por trabajar con la Red Social de Apoyo (RSA), conformada por adolescentes y jóvenes adscritos a grupos culturales, así como por docentes y funcionarios del sector salud. Los y las participantes trabajaron la VBG desde: 1) El rediseño y realización de un teatro foro denominado "Canción de Cuna", 2) La construcción colectiva de un spot para televisión, y 3) La producción y emisión del programa "Píllatelas y Aprende" a través del canal de televisión local. Todo eso se articuló al uso de redes sociales (Facebook y Twitter) y de mensajes de texto con el fin de que la comunidad planteara sus inquietudes en torno a la temática. También se adelantaron procesos de capacitación a través de cinco talleres formativos sobre la VBG donde se discutían situaciones vivenciales y se profundizaba en conceptos clave ligados a la problemática.
Ahora bien, la investigación se adelantó entre el 2011 y el 2012 desde una aproximación cualitativa con perspectiva de género y desde la teoría fundamentada (Strauss & Corbin, 2002). Contó con la participaron de tres coordinadores del proceso y veinte adolescentes entre los 16 y los 20 años de edad (once mujeres y nueve hombres) que hacían parte de los grupos de teatro y televisión. Inicialmente se adelantaron dos grupos focales: uno con adolescentes hombres y otro con mujeres, posteriormente, se realizaron siete entrevistas: cuatro con adolescentes (dos hombres y dos mujeres) y tres con cada uno de los coordinadores. En ambas técnicas se indagó, por un lado, por el proceso y/o las actividades en las que habían participado durante la estrategia y, por el otro, por sus conocimientos, opiniones y vivencias que dieran cuenta de impactos y/o transformaciones a nivel individual, de relaciones de parejas, grupo de pares, familia y comunidad en torno a la VBG.
Adicionalmente, se utilizó una técnica de evaluación participativa de procesos de comunicación y cambio social conocida como Most Significant Change [MSC], basada en la construcción participativa de relatos donde los y las participantes narran su experiencia y los cambios que consideran más significativos en el marco de su vinculación con algún proceso de transformación social (Davies & Dart, 2005). Gracias al MSC, los y las adolescentes escribieron dieciséis historias de cambio, nueve por mujeres y siete por hombres. La construcción de las historias se desarrolló bajo este enunciado: "recordando todo el proceso adelantado, ¿cuál crees que fue el cambio más significativo en cuanto a reflexión, diálogo y/o debate sobre la VBG que generó la estrategia?" Los cambios podían ser positivos y/o negativos, corresponder a hechos reales y, en tal caso, dar detalles sobre lo qué pasó, cómo y cuándo.
Luego de que se recolectaron las historias, cada uno de los coordinadores de la estrategia hizo una lectura y una evaluación de 1 a 5, siendo 5 la historia que más reflejaba un cambio significativo. De acuerdo con el resultado de la puntuación, se escogieron las cinco más significativas, tres de hombres y dos de mujeres. La historia ganadora fue la titulada "No es teatro, es realidad", redactada por una adolescente.
El análisis de los datos se hizo a partir de una codificación abierta que permitió construir sub-categorías, propiedades y dimensiones alrededor de las categorías centrales (diálogo, debate y reflexión). Vale la pena recordar, en concordancia, el debate y la reflexión se asumieron desde escenario interpersonal, público e individual, respectivamente. Seguido a esto, se hizo una codificación axial en la que se tuvo en cuenta la información emergente, así como la literatura revisada.
4. RESULTADOS
4.1 La reflexión, el diálogo y el debate sobre la VBG
Respecto a la categoría reflexión, los y las adolescentes hicieron una auto-revisión de sus conocimientos sobre a la VBG, en la medida en que la identificaban como una problemática de carácter relacional que no solo hace referencia a la vulneración física, sino también a la psicológica. De igual manera, expresaron tener una mayor conciencia sobre la presencia de este tipo de violencia en sus relaciones de pareja y familia. En la actividad los hombres reconocieron ideas (imágenes) y comportamientos que los ponían en la posición de vulneradores de sus parejas, lo que los llevó a identificar la relación padre/madre como desigual. Para el caso de las mujeres, esta conciencia se manifiesta al "darse cuenta" de que están siendo vulneradas en sus relaciones de noviazgo y en el escenario familiar.
Los y las adolescentes asumieron no solo su conciencia, sino un cambio de tales ideas y comportamientos desde el ejercicio mismo de reconocer-se como sujetos de derechos. Los hombres expresaron tener una transformación al reconocer que sus parejas tienen derechos, pero entendidos como una "concesión de poder". Las mujeres manifestaron empoderamiento individual, en el sentido de alzar su voz, perder los temores y tomar decisiones para cambiar relaciones inequitativas presentes o futuras.
El diálogo, en permanente articulación con la reflexión, se asumió de diferentes maneras en el ámbito interpersonal. Una de estas fue entenderlo como un escenario de participación intra e inter grupal desde el compartir ideas y emociones basadas en el respeto y la confianza por el otro(a) ; en estos grupos de trabajo hubo espacios en los que se confrontaban y/o evaluaban la coherencia entre sus discursos y sus acciones, entre transformarse para transformar.
Otra manera en la que se dinamizó el diálogo, en este caso con las familias y en el grupo de pares, fue compartiendo conocimientos y experiencias que cuestionaran las relaciones desiguales de género. Para los hombres, la dimensión racional primaba al momento de comentar lo aprendido en las distintas actividades de la estrategia. De igual forma, lo hicieron las mujeres, pero conjugaron lo racional con lo emocional al no limitarse a compartir aprendizajes, sino también experiencias personales, más vivenciales. Sin embargo, desde las voces de los y las participantes, tal proceso de diálogo con amigos y familias no fue fácil, sobre todo con aquellos que no hicieron parte del proceso formativo. Consideraron que es poca la disposición de los "otros(as)" para conversar sobre esta problemática tan compleja y arraigada socio culturalmente.
*La polémica fue debido al spot publicitario en el que aparece una adolescente semidesnuda.
Fuente: elaboración propia
El diálogo también se generó como un escenario para la resolución de conflictos relacionados con el choque de posturas cuando se trataba de desigualdades, roles y estereotipos de género. En el ámbito intra e inter grupal, las construcciones sociales ligadas al cuerpo femenino ocasionaron discrepancias, pero, a la vez, potenciaron el diálogo como el mejor método para resolverlas. Para el caso de las relaciones de pareja se presentan situaciones de renuencia: las mujeres que reaccionan frente a la violencia de sus novios son catalogadas como enemigas. Los hombres que deciden no celar ni controlar son vistos por sus novias al considerar que ya "no son queridas" o "amadas".
Reflexión y diálogo se hilvanan entonces con el debate, esta vez en el ámbito de lo público en el escenario de generación de opiniones y emociones mediante el uso del teatro y la televisión. Aquí se recoge la experiencia de los y las participantes al intercambiar ideas con públicos abiertos a partir de temas que regularmente han sido vetados. El debate, desde el reconocimiento social, posibilitó que este grupo de adolescentes fueran valorados por la comunidad, ya que se asumieron como líderes o sujetos políticos, dándole continuidad a sus profesiones dentro y fuera del municipio. No obstante, no manifestaron interés por fortalecer las capacidades de gestión para la configuración de redes de trabajo permanentes.
4.2 Los medios para la reflexión, el diálogo y el debate
Esta relación fronteriza o "estar entre" la reflexión, el diálogo y el debate sobre la VBG se logró desde la articulación de talleres for-mativos, la producción participativa de TV y la puesta en marcha de la obra de teatro. Empero, para los y las adolescentes, hay pesos variados en cuanto al nivel de influencia de estos medios y/o canales en torno a la generación de las tres categorías en mención.
Los talleres se destacaron por su potencial para auto-revisar conocimientos, y propiciar el diálogo y la reflexión desde lo aprendido, pero fue el diseño y la puesta en marcha de la obra de teatro y la producción de televisión lo que más marcó a la comunidad. Desde el teatro, las emociones generadas fueron clave en los procesos de reflexión, diálogo y debate, porque se abrió la posibilidad de vivir, de sentir y de hacer "visceral" una problemática que, en principio, se veía como lejana a ellos y ellas, tal como se evidencia en la historia seleccionada a partir de la técnica MSC.
El potencial de la televisión estuvo en su dinámica altamente participativa; aspecto que destacan como diferenciador en relación con otros procesos formativos adelantados. Resaltaron que había sido la primera vez que participaban en la construcción de un programa. "Píllatelas y aprende" fue transmitido por el canal local de San Juan y enriquecido por medio de las redes sociales con el fin de obtener una retroalimentación por parte de la comunidad. Así pues, tales los resultados muestran que este proceso fue el que más logró la mejor transversalidad en las tres categorías, sobre todo por la generación de debate y/o de encuentro con el otro(a) en el escenario de lo público.
5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Los hallazgos dan cuenta de que el componente de movilización social de la primera temporada de la estrategia Revelados ayudó a que los y las adolescentes participantes en San Juan Nepomuceno identificaran situaciones de violencia psicológica en sus relaciones de pareja; lo que está en línea con los antecedentes reseñados que indican una mayor prevalencia de este tipo de violencia en las relaciones de noviazgo adolescente. Reconocen que esta problemática no es exclusiva de la población adulta o de las relaciones conyugales, tal como suele asociarse y, por tanto, da cuenta de cómo la estrategia aportó al aumento de la percepción de riesgo ante situaciones violentas, tal como se ha demostrado en experiencias anteriores (Abramsky et al., 2016; Crooks et al., 2019; Kyegombe et al., 2014).
Por otro lado, los y las adolescentes llaman la atención sobre cómo familias y amigos que no participaron del proceso tienen dificultades para dialogar acerca de las violencias y reconocer situaciones de vulneración. Para el caso de las parejas, esto se ve reflejado en la demanda de celos y control como demostración de amor; exigencia que asocia la atracción con modelos de masculinidad hegemónica y los mitos en torno al amor romántico, tal como lo han indicado otros estudios (Valls et al., 2008).
Si bien la estrategia contribuyó a reflexionar, dialogar y debatir sobre la VBG, el pilotaje realizado en San Juan Nepomuceno no logró permear terrenos ligados a la violencia sexual, lo que resulta curioso y crea una alerta por su ausencia en los discursos de los y las adolescentes y de coordinadores, particularmente en un contexto histórico marcado por el conflicto armado. En estos escenarios, la violencia sexual es un "arma de guerra" con la que se controla y desprecia el cuerpo, al tiempo que las víctimas tienden a ser culpadas respondiendo a una serie de matrices culturales que justifican este delito (Villellas Ariño, 2010). Este silencio podría estar mostrando que persiste un fuerte tabú para hacer explícita y/o compartir sus inquietudes ligadas a la sexualidad, no necesariamente en el marco del conflicto armado, sino, incluso, en sus relaciones de noviazgo6.
Ahora bien, Ángel Botero y Obregón (2011) afirman que uno de los retos que aún tiene el enfoque de Comunicación y Cambio Social es enriquecer la conceptualización y discusión sobre las categorías de diálogo, reflexión y debate. Los hallazgos de esta investigación se suman a este reto y evidencian la complejidad en la que se entretejen dichas categorías. No es posible hablar de procesos de CCS donde estas dinámicas se desarrollen por separado, sin ningún proceso de articulación; tampoco se puede establecer una relación causal, ni un camino determinado sobre qué sucede antes y qué después, por el contrario, lo que se muestra son dinámicas imbricadas en donde los caminos son variados y se interceptan en muchos puntos.
Lo anterior ratifica la importancia de fortalecer el enfoque de CCS como un proceso de diálogo privado y público donde la participación, entendida como compartir acción con otros(as), da cuenta de procesos de transformación más sostenibles. No basta con la información o la capacitación a través de talleres, sino que, articuladamente, se requiere reconocer a los sujetos como decisores, como productores y como interlocutores capaces de repensarse y actuar.
Para el caso de la producción de TV y el teatro, el proceso de construcción participativa y las emocionalidades despertadas en el escenario público constatan la importancia del debate como interpelación de un sujeto colectivo, pero también político en la medida en que los y las adolescentes se encontraron con otros u otras alrededor de la problemática. A pesar de lo anterior, en sus narrativas hubo ausencia de propuestas orientadas a trabajar en red o gestionar procesos que le den continuidad a la Estrategia.
En otro orden de ideas, los hallazgos mencionados coinciden con la efectividad de otras experiencias alrededor de la VBG que han conjugado movilización social, medios masivos, género y modelo ecológico (Barker et al., 2007; Ellsberg et al., 2015), y también con aquellas que ratifican que la articulación de diálogo, debate y reflexión es crucial para el logro de cambios individuales y colectivos respecto a Derechos Humanos, Sexuales y Reproductivos (Jana et al., 2015). Los hallazgos suman evidencias para seguir profundizando en la comprensión de cómo, desde procesos de comunicación, se puede aportar a la prevención y disminución de la problemática en mención.
Adicionalmente, esta investigación contribuye a un camino en construcción, tal y como se mostró en los antecedentes, sobre la necesidad de trabajar la VBG desde etapas tempranas. Hablar de prevención de este tipo violencia en la vida adulta implica, necesariamente, empezar a indagar y comprender cómo adolescentes y jóvenes la piensan y viven. Hay que ampliar el campo de estudios y trabajo con esta población más allá del marco de embarazos a temprana edad, decisiones sobre la sexualidad o enfermedades de trasmisión sexual, así como hay que romper con la idea de que la VBG se limita a la vida adulta y las relaciones conyugales. En ese sentido, hay toda una línea de investigación por seguir explorando.
Finalmente, los resultados llaman la atención sobre la transversalización de la perspectiva de género en los procesos de Comunicación y Cambio Social. El diálogo, la reflexión y el debate que se promuevan a partir de procesos de comunicación dependen, varían y/o están permeados por las relaciones de género. Es en este sentido, retomando a Chantal Mouffe (2008), la CCS puede entenderse como una apuesta política en sí misma, en tanto comprenda, devele y transforme relaciones de poder.