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Análisis Político

Print version ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.28 no.84 Bogotá May/Aug. 2015

https://doi.org/10.15446/anpol.v28n84.54645 

http://dx.doi.org/10.15446/anpol.v28n84.54645

FREI MONTALVA: SU VISIÓN DEL GOLPE DE ESTADO DEL 73

FREI MONTALVA: HIS VISION OF THE 1973 COUP D’ÉTAT

Rodolfo Schmal Simón*
Reinaldo Ruiz Valdés**

* Ingeniero Civil Industrial de la Universidad de Chile. Académico de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Talca. Talca - Chile. Correo electrónico: rschmal@utalca.cl

** Ingeniero Comercial de la Universidad de Chile y Ph.D. (Economics), University of Birmingham, Birmingham - Inglaterra. Correo electrónico: reinaldo.ruiz09@gmail.com


RESUMEN

En noviembre de 1973 Eduardo Frei Montalva, ex-Presidente de Chile entre los años 1964 y 1970, envió una carta a Mariano Rumor, ex–Primer Ministro de Italia, en que describe su pensamiento frente al Golpe de Estado acontecido en el país dos meses antes. Este artículo analiza la carta y los fundamentos de su alegato que buscó justificar un régimen que desde sus inicios se instaló como el más brutal en la historia de Chile. Finalmente se extraen conclusiones que explican el nacimiento de una coalición conformada por quienes menos de 20 años antes sostenían posiciones políticas irreconciliables.

Palabras clave: democracia, dictadura, golpe de estado, alianzas políticas, quiebre institucional, Eduardo Frei Montalva.


ABSTRACT

In November 1973, Eduardo Frei Montalva, former president of Chile from 1964 to 1970, sent a letter to Mariano Rumor, ex-prime minister of Italy, in which he described his thoughts regarding the coup d’état that had taken place in his country two months earlier. This article analyzes that letter and the basis for its argument aimed at justifying a regime which established itself from the outset as one of the most brutal in Chile’s history. Conclusions are drawn explaining the birth of a coalition made up of actors who, less than 20 years prior, had maintained irreconcilable political positions.

Keywords: Democracy, Dictatorship, Coup d’état, Political Alliances, Institutional Collapse, Eduardo Frei Montalva.


INTRODUCCIÓN

Allende había asumido la presidencia de Chile en 1970 y fue derrocado por las Fuerzas Militares chilenas el 11 de septiembre de 1973. Menos de dos meses después del golpe militar, el 8 de noviembre de 1973, Eduardo Frei Montalva (en adelante EFM), quien había sido Presidente de Chile entre los años 1964 y 1970, envió una carta a Mariano Rumor, Presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana 1, con el propósito de dar a conocer su pensamiento frente al violento golpe de Estado acontecido en el país. Lo hace con motivo de lo que denomina "una propaganda muy concertada y dirigida" que estaba afectando el nombre de la Democracia Cristiana (DC) y de algunos de sus personeros. Desde mediados del siglo pasado, tanto EFM como Allende, fueron los políticos chilenos más renombrados en Latinoamérica y el mundo.

Los fundamentos de su alegato buscaron justificar, en el corto plazo, una dictadura que se instaló en la historia de Chile y de Latinoamérica como una de las más brutales que se conozcan. Por tratarse de un documento histórico, este trabajo se ha propuesto efectuar un análisis de esta carta, donde se visualiza que su propio autor nunca imaginó el régimen que estaba apoyando, y del cual años más tarde, el propio EFM terminaría transformándose en uno de sus más enconados opositores.

El golpe sobreviene en momentos en que EFM es el presidente del Senado, el segundo cargo político más importante de la institucionalidad chilena y por lo tanto, en su calidad de tal fue un actor muy relevante en las escaramuzas políticas que precedieron al golpe. Más allá de las especulaciones en torno al rol que pudo haber jugado por evitarlo o promoverlo, de lo que no cabe duda es que una vez producido el golpe militar, no sólo lo respalda sino que intenta explicarlo y justificarlo.

El análisis de la carta a Rumor busca contextualizar y analizar los aspectos a los que hace mención para sacar las lecciones que de alguna manera explican el nacimiento de la Concertación de Partidos por la Democracia, coalición conformada por quienes menos de 20 años antes se habían visto enfrentados en posiciones políticas que parecían irreconciliables.

1. ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO

Como metodología de trabajo, se emplea el Análisis Crítico del Discurso (ACD), por tratarse de una poderosa herramienta destinada a descubrir las estructuras y estrategias de legitimación del poder, los procesos y estructuras que se esconden tras los mecanismos de poder existentes en la sociedad. El ACD se centra en quienes tienen el poder y el abuso que hacen de él a través de un discurso que les da acceso a la manipulación y al uso de estructuras discursivas de dominación (Van Dijk, 1993; Van Dijk, 2003).

Se entiende por discurso al lenguaje como una práctica social más vinculada estrechamente con la realidad cultural, política, social y económica de la que forma parte (Fairclough, 1992; Íñiguez, 2003; Wodak y Meyer, 2003). El ACD tiene como objetivo fundamental evidenciar, a través del discurso, los problemas sociales y políticos, como el abuso del poder, la injusticia y la desigualdad, mediante: a) la crítica a instituciones y grupos antes que a personas (ejemplo: fuerzas armadas, grupos o partidos políticos, parlamentos; b) la denuncia de actos y actitudes denoten abusos de poder y evidencien dominación (ejemplo: racismo, explotación de menores); y c) una perspectiva de disentimiento, de contrapoder, de resistencia y de solidaridad (Van Dijk, 2003).

Este análisis se centra en un documento histórico, donde es posible visualizar relaciones, que por lo general se ocultan, entre la representación de una particular realidad, la ideología subyacente, y el poder, relaciones de las cuales por lo general no se tiene conciencia explícita. Es sabido que el lenguaje permite describir un mismo hecho de distintas maneras según la visión o posición ideológica de quien emite su discurso. A modo de ejemplo, no es lo mismo hacer referencia a revolucionarios caídos, a quienes se les da una connotación heroica, que cuando se habla de extremistas dados de baja (Van Dijk, 2006).

En el ámbito de las ciencias sociales, todo autor, efectúa su trabajo investigativo desde una postura específica, desde alguna posición, desde determinadas premisas ideológicas, sin que por ello el estudio pierda su carácter científico. En este trabajo, nos interesa explicitar claramente el punto de vista desde el cual nos situamos: nuestra posición es a favor de la transformación de la sociedad actual por una sociedad más justa, más democrática, donde los derechos humanos sean respetados en toda circunstancia.

2. ANTECEDENTES

El 4 de septiembre de 1970, triunfa en las elecciones presidenciales de Chile, el doctor Salvador Allende Gossens, militante socialista, encabezando una coalición política denominada Unidad Popular, conformada por partidos marxistas, laicos y cristianos, con amplio predominio de los partidos comunista y socialista. Dado que no obtuvo la mayoría absoluta, de acuerdo a la institucionalidad de la época, le correspondió dirimir al parlamento entre las dos primeras mayorías electorales. La segunda mayoría le correspondió al candidato de la derecha, Jorge Alessandri. El candidato que obtuvo el tercer lugar, Radomiro Tomic, representó a la Democracia Cristiana, cuyos diputados y senadores en el parlamento fueron los que finalmente inclinaron la decisión a favor del reconocimiento a la primera mayoría, como había sido tradicional, previo condicionamiento a la firma de un estatuto de garantías por parte de Allende, dada la desconfianza que inspiraban las fuerzas políticas que lo respaldaban en particular, los partidos cuya inspiración ideológica era de carácter marxista. Allende asume la presidencia del país después de un gobierno democratacristiano encabezado por EFM, en un contexto de alta polarización y de intentos de desestabilización. Habiendo asumido el 4 de noviembre de 1970, alcanzó a gobernar menos de 3 años. Se trataba del primer gobierno con un fuerte componente marxista que accedía al poder ejecutivo por la vía electoral, en lo que se llamó la vía democrática al socialismo, en contraposición a la vía armada (González, 2007).

El 11 de septiembre de 1973, marca el término de una época y el inicio de otra en la historia política chilena. Mediante un violento golpe militar, Chile cambió drásticamente. Imposible no asumir posición a favor o en contra según los énfasis, los intereses y los compromisos de cada uno (Sigmund, 1978; Valenzuela, 1978).

Pocos imaginaron que el régimen que emergió con el golpe se prolongaría por más de 16 años, el quiebre institucional más extenso en toda la historia de Chile, y que durante ese período se produciría una violación de los derechos humanos tan sistemática que se extendería más allá de las fronteras 2. Simultáneamente, la dictadura de Pinochet inicia el "mayor experimento liberal" (Arriagada, 1998) que impone a sangre y fuego, experimento que con más o menos matices perdura hasta nuestros días, y que en un contexto democrático habría sido imposible llevar a cabo.

El origen del golpe surge de la convicción, al interior de un sector de las FFAA, secundados por civiles, de la necesidad de "salvar a la patria", de escuchar los llamados efectuados por la Cámara de Diputados y los Tribunales de Justicia, en diversas declaraciones emitidas en los días, semanas y meses anteriores (Piñera, 2005). Los motivos explicitados se centraban en aspectos políticos y económicos. Los aspectos políticos hacían referencia a la polarización alcanzada en todas las esferas de la vida nacional, la existencia de un ambiente sobreideologizado en el que las posiciones tendían a extremarse, imposibilitándose la comunicación y el diálogo consustancial a un entorno democrático. Los aspectos económicos tuvieron relación con una suerte de "caída libre" de la situación económica que vivió el país desde 1972 medido por la alta inflación, el déficit fiscal y la especulación que dio origen a un mercado negro en productos de primera necesidad (Meller, 1998; González y Fontaine, 1997).

Chile, al igual que el resto del mundo, estaba inserto en un contexto de guerra fría donde las potencias, representadas por Estados Unidos (EEUU) y la Unión Soviética (URSS) de entonces, se distribuían espacios de dominación. La aparición de un régimen comunista en las costas mismas de EEUU, como consecuencia del derrocamiento de Batista en Cuba, puso en alerta a EEUU, que no consideraba tolerable un segundo régimen de esa naturaleza en América Latina (Sigmund, 1993). Por ello, Richard Nixon, entonces presidente de EEUU, y Henry Kissinger, su Secretario de Estado, se las ingeniaron para "hacer aullar" a la economía chilena (Verdugo, 2003). La expresión hacía referencia a la necesidad de generar un clima de caos económico.

EFM, Presidente de Chile durante el sexenio 1964-70, fue uno de los actores clave, tanto en el período anterior como posterior al golpe hasta su muerte. Dentro de los dolores y satisfacciones que experimentó en su vida, se puede afirmar que entre los primeros destaca el triunfo de Allende en las elecciones de 1970, precedido de los obstáculos y las dificultades que experimentó en los últimos años de su gobierno. Discrepancias con la directiva de su propio partido, la Democracia Cristiana, el incremento en los niveles de conflictividad en la vida nacional, la renuncia de un importante contingente de la juventud democratacristiana para dar origen al MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitario), la designación de Radomiro Tomic como el candidato presidencial para sucederlo por parte de su partido, y la posibilidad de que fuera sucedido por un gobierno encabezado por un marxista confeso como era Allende, motivaron en él una profunda preocupación (Gazmuri, 2000).

El golpe sobreviene en momentos en que EFM es el Presidente del Senado, que como ya se mencionó, representaba el segundo cargo político más relevante de la vida nacional, cargo que dejó de ejercer a los pocos días de producido el golpe en virtud del Decreto Ley N°27 que la auto designada Junta de Gobierno dictó el 21 de septiembre de 1973 mediante el cual declara la disolución del Congreso Nacional, cesando en sus funciones todos los parlamentarios que a esa fecha se encontraban en ejercicio.

Poco menos de dos meses más tarde EFM envía su carta a Mariano Rumor, entonces presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana, cuya sede se encontraba en Roma, Italia. El visceral anticomunismo de los promotores del golpe, ya estaba desatando la más tenebrosa persecución, no solo contra las autoridades responsables del régimen depuesto, sino contra sus adherentes, y poco después, contra cualquier persona que osara disentir de él o poner en duda sus sentencias. Solo una minoría democratacristiana, representada por quienes dieron origen a la Carta de los 13, visualizó lo que venía (Gazmuri, 2000; Aylwin, 1998).

El ex Presidente EFM no tuvo que esperar mucho tiempo para constatar en toda su realidad el engendro que se había generado. Su respaldo al golpe no lo inhabilitó para asumir la conducción de la oposición al plebiscito convocado por la dictadura en 1980, ni para rechazar la invitación de la Junta de Gobierno a integrar el Consejo de Estado (Hunneus, 2001). Tampoco impidió que estuviera en la mira del régimen. Solo su muerte, en oscuras circunstancias aún no dilucidadas, pudo atajar la fuerza con que quiso reencauzar el curso de la historia política chilena.

3. EL OBJETIVO DE LA CARTA

EFM inicia su carta a Rumor explicando las razones que lo mueven a hacerlo, centradas en la necesidad de exponer su pensamiento, y el de la DC, frente al golpe de Estado ocurrido el 11 de septiembre de 1973 y:

"señalar cómo una propaganda muy concertada y dirigida que pretende ensombrecer el nombre de la DC y en especial el de algunos de sus personeros, sin que hayan faltado quienes le han dado acogida, ignorantes de la verdadera realidad".

Para estos efectos alude a las credenciales democráticas que jalonan la trayectoria de la DC, afirmando que:

"La Democracia Cristiana nació en Chile justamente para defender la Libertad, el Derecho y la Democracia. En 40 años de existencia este partido nunca ha tenido una vacilación en la defensa de estos principios y en su combate especialmente contra todas las fuerzas fascistas que en la década del 30 al 40 gozaban de tanto prestigio y se extendían en nuestro hemisferio. Combatimos así a la Falange Española, al rexismo belga, al fascismo italiano y al nacismo alemán".

En efecto, la DC nació para combatir el fascismo, la pobreza y la desigualdad desde una alternativa distinta al liberalismo y al socialismo (Correa, 2008; Botto, 2008; Angell, 1993). Jóvenes idealistas de la Juventud Conservadora –Frei, Leighton, Tomic entre otros 3- se rebelaron ante la injusticia desde su formación cristiana: los mismos que defendieron a los comunistas cuando fueron perseguidos en tiempos del gobierno de Gonzalez Videla (Moulian, 2006), y que posteriormente, en 1976, junto con el Cardenal Silva Henriquez crearon la Vicaría de la Solidaridad en defensa de los afectados por la represión militar (Correa et al., 2001).

Cuando EFM asumió la primera magistratura en 1964, como líder de la DC hizo de su gobierno el de un solo partido, y al igual que los dos que le habían precedido, gobernó con pleno respeto a la institucionalidad democrática, donde la oposición pudo desplegarse con absoluta libertad sin persecución alguna.

Corresponde destacar que su ascenso al gobierno en 1964 se dio con el apoyo interno de la derecha representada por los liberales y conservadores, y el apoyo externo del gobierno de EEUU. Estos apoyos se explican por la amenaza que para estos sectores representaba su rival de entonces, Salvador Allende y la coalición que lo respaldaba, el Frente de Acción Popular (FRAP), alianza de comunistas y socialistas, en el contexto de la guerra fría y el ascenso de Fidel Castro en Cuba en 1959 (Jocelyn-Holt, 1999; Correa et al., 2001).

A lo largo de su historia, la DC ha cobijado en su seno distintas corrientes de opinión, inevitables en un partido multiclasista que acoge a personas de distintas clases sociales, las que fueron cobrando fuerza a medida que el partido fue creciendo e intentando representar a vastos sectores sociales (Angell, 1993). Estas diferencias en el seno de la DC fueron soslayadas por EFM (Huneeus, 2000). Recordemos que en su momento la DC abrazó un modelo económico sustentado en el comunitarismo, el cooperativismo, visualizando a la empresa como un espacio donde el capital y el trabajo se complementan y necesitan mutuamente, y no un campo de batalla con intereses contrarios (Correa, 2008).

4. SU VISIÓN DE LO OCURRIDO

En su carta, EFM endosa toda la responsabilidad del quiebre democrático, a la Unidad Popular, la coalición política del gobierno encabezado por Allende:

"A nuestro juicio la responsabilidad íntegra de esta situación -y lo decimos sin eufemismo alguno- corresponde al régimen de la Unidad Popular instaurado en el país".

Se trata de una temeraria afirmación, por cuanto si bien la Unidad Popular (UP) tiene una importante dosis de responsabilidad, preciso es reconocer que no es la única, incluso no necesariamente la principal responsable del colapso experimentado por el régimen democrático y de las principales instituciones –Estado de Derecho, Parlamento, Partidos Políticos- que lo sustentan. La realidad política imperante en 1970 señala que con independencia de las acciones que adoptara la UP como gobierno, ella se encontraba condenada de antemano. En cierto modo se puede afirmar que el desenlace estaba dentro de lo que se podría denominar como la crónica de una muerte anunciada. Para la derecha política de entonces, la presencia de Allende y la UP en el gobierno era intolerable, independientemente que haya accedido legítimamente a través de las instancias electorales existentes y que su victoria en las urnas haya sido inobjetable. Prueba indesmentible de lo que se avecinaba fue el asesinato del General Schneider, entonces Comandante en jefe del Ejército, cometido por un grupo militar de ultraderecha fraguado y alentado por grupos civiles de derecha. Este asesinato tuvo lugar después que Allende obtuvo su triunfo electoral y a días que el Congreso Nacional tenía que optar entre las dos primeras mayorías. (Moulian y Guerra, 2000; Verdugo, 2003; Hunneus, 2008).

La responsabilidad que EFM asigna íntegramente a la UP la sustenta en la condición de la UP en el concierto político nacional:

"Pero no fueron minoría sólo en el Parlamento. Fueron minoría en los Municipios; lo fueron en las organizaciones vecinales, profesionales y campesinas y progresivamente estaban llegando a ser minoría en los principales sindicatos Industriales y Mineros, como el caso del Acero, Petróleo, Cobre, etc".

Es importante resaltar que el gobierno de la UP no fue el primer gobierno de minoría, puesto que también lo fueron otros que lo precedieron, entre los que cabe destacar el de Jorge Alessandri en 1958. Sin embargo, un programa como el que pretendía desarrollar la UP, por su envergadura y profundidad, requería imperiosamente contar con una mayoría clara y contundente que iba mucho más allá de un 50% del electorado; en caso contrario el camino escogido para construir el socialismo se hacía inviable (Sader et al., 2008).

La precaria mayoría relativa lograda por la UP, forzaba a implementar lo que hoy se conoce como gestionar la política, esto es, a negociar y consensuar acuerdos. Sin embargo, desde hacía tiempo que el juego político se había radicalizado, convirtiendo a las expresiones más propias del juego político democrático, como son la negociación y la transacción, en malas palabras. Incluso, uno de los hitos en esta materia está constituido por la expresión del mismo EFM para las elecciones de 1964, al manifestar que no estaba dispuesto a cambiar ni una coma de su programa de gobierno ni por un millón de votos. Esto, en alusión a la disponibilidad de la derecha para apoyarlo a fin de impedir el triunfo de Allende. Fue el tiempo en el que la DC escogió el "camino propio", tal como posteriormente, durante el período de gobierno de la UP, parte importante de los partidarios de esta coalición preconizaban la necesidad de "avanzar sin transar", concepción incompatible en un esquema democrático para aplicar un programa de gobierno que no contaba con un respaldo mayoritario y que involucraba cambios tan sustantivos en la vida nacional (Aylwin, 1998; Angell, 1993).

La ausencia de voluntad negociadora que dominaba la escena política chilena produjo una espiral de incomunicación creciente que conducía a la polarización, a la cual todos, concurrieron. Si bien existió corrientes el interior de la DC y de la UP que intentaron escapar a esta lógica de guerra, ellas estaban replegadas y aisladas dentro de una dinámica que empujaba a la confrontación. La lógica dominante era agudizar las contradicciones. En este marco la lucha política visualizó a los actores políticos localizados en distintas veredas, ya no como adversarios, sino que como enemigos, imposibilitando el diálogo. Aludiendo al carácter minoritario de la UP, EFM denuncia que:

"En los comicios parlamentarios del 73 bajó al 43 %, a pesar de haber ejercido una intervención no conocida en la historia de Chile y haber utilizado toda la maquinaria del Estado, enormes recursos financieros y presión sobre las personas y organizaciones, que llegó hasta una violencia desatada, que causó varios muertos y, numerosos heridos a bala. Por último quedó comprobado con posterioridad un fraude de por lo menos un 4 a 5 % de los votos, pues los servicios públicos, entre otras cosas, falsificaron miles de carnets de identidad".

Cabe señalar que esta afirmación nunca ha sido acreditada ni respaldada por alguna denuncia ante el tribunal calificador de elecciones (TRICEL) de la época, o ante los tribunales de justicia.

Si se aspira a un mínimo de ecuanimidad, importa destacar que todas estas acciones que se imputan a la UP se dan en un contexto político de una derecha altamente ideologizada, animada por un sentimiento de venganza y de revanchismo político (Valenzuela, 1978). A ello se agrega la intervención de un gobierno extranjero (EEUU) que no dudó en financiar a la oposición desde antes de la asunción de Allende, arrastrando a la propia DC que recibió importantes recursos financieros (Uribe y Opaso, 2001; Garcés, 1976; González, 2012). Esto le permitió transitar paulatinamente, desde una neutralidad inicial hasta configurar una alianza opositora con la derecha, para dar forma a la CODE (Confederación Democrática) (Gazmuri, 2000). La desclasificación de los archivos de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, CIA, ha demostrado la existencia de significativos aportes financieros a la DC y la derecha para respaldar y sostener una oposición beligerante desde la institucionalidad imperante, esto es, desde el Congreso Nacional y los Tribunales de Justicia, y desde las más importantes organizaciones sociales existentes (Moulian y Guerra, 2000; Vitale y otros, 1999; ITT, 1972). En su misiva, EFM omite estas consideraciones, centrándose en las intenciones de la UP:

"En esta tentativa de dominación llegaron a plantear la sustitución del Congreso por una Asamblea Popular y la creación de Tribunales Populares, algunos de los cuales llegaron a funcionar, como fue denunciado públicamente. Pretendieron así mismo transformar todo el sistema educacional, basado en un proceso de concientización marxista".

Debe agregarse que EFM siempre vio en la UP un intento por imponer un modelo de sociedad totalitario bajo una máscara democrática (Gazmuri, 2000).

"Frente a estos hechos naturalmente la Democracia Cristiana no podía permanecer en silencio. Era su deber -y lo cumplió- denunciar esta tentativa totalitaria que se presentó siempre con una máscara democrática para ganar tiempo y encubrir sus verdaderos objetivos. Eso fue lo que el país resistió".

Durante el gobierno de Allende, un importante grupo de la DC terminó siendo cooptado por la derecha. A nombre de la democracia, concebida de forma diametralmente distinta por los más diversos actores del espectro político, todos ellos terminaron, "sin querer, queriendo", por concurrir –con excepción de los cada vez más menguados sectores moderados- hacia la destrucción total de los avances sociales, algunos de los cuales habían sido logrados con mucho sacrificio, incluso bajo el gobierno del propio EFM. Entre tales avances cabe recordar la tímida reforma agraria, la sindicalización campesina, la promoción popular, las juntas de vecinos, la chilenización del cobre (Moulian y Guerra, 2000; Gazmuri, 1996). El gobierno de la UP perseguía implantar un cambio radical en la sociedad chilena, al que la DC no se sumó, sino que por el contrario, se opuso en conjunto con la derecha. La convivencia se deterioró y la crispación alcanzó niveles inimaginables (Gazmuri, 1996).

5. LAS PRUEBAS DE EFM

A juicio de EFM tanto la Corte Suprema de Justicia, como la Contraloría General de la República, y el propio Parlamento, habían denunciado persistentemente la ilegalidad de muchas de las actuaciones gubernamentales que llevaron a la Cámara de Diputados a la aprobación de un acuerdo que posteriormente fue utilizado para "legalizar" el golpe (Arriagada, 1998; Sigmund, 1993):

"Fueron éstas las razones por las que la Corte Suprema de justicia, por la unanimidad de sus miembros denunció ante el país, el hecho de que por primera vez en la historia de Chile los Tribunales no eran respetados, se atropellaban las leyes y sus sentencias no se cumplían".

Estas afirmaciones ignoran que tanto los Tribunales de Justicia, como la Contraloría General de la República y el Congreso Nacional habían caído en la espiral conducente a la agudización de los conflictos. Dentro del concierto mundial, Chile no era sino un campo de experimentación, un tablero de ajedrez cuyos verdaderos jugadores eran EEUU y la URSS. Chile no era sino una pieza dentro de la partida que ambas potencias jugaban entonces. Para EEUU, Chile estaba dentro de su zona de influencia, y luego de la experiencia cubana en 1959, no estaba disponible para que se instalara en este hemisferio una segunda Cuba bajo la influencia de la URSS. Nixon y Kissinger dirigían las acciones en EEUU, en tanto que Breznev y Kosygin lo hacían en la URSS (Uribe y Opaso, 2001; Fontaine, 1998; Sigmund, 2003; Cavallo, 1997).

En esos años de guerra fría hizo crisis un modelo de país en el que la pobreza se multiplicaba y concentraba en las "poblaciones callampa". Las alternativas políticas que surgieron para superar una realidad flagelante, denunciada desde los más diversos sectores, estuvieron constituidas por la DC, cuyo abanderado, EFM, triunfó en 1964 con el compromiso de llevar adelante una "revolución en libertad"; y por la UP, triunfante en 1970 con el slogan de "la vía chilena al socialismo" (Collier y Sater, 2003). En 1964, la DC ganó las elecciones presidenciales y las consiguientes elecciones parlamentarias porque tanto EEUU como la derecha se refugiaron tras ella en un intento por frenar el ascenso de Allende y ante la nula posibilidad de que las fuerzas políticas derechistas –liberales y conservadores- pudiesen ganar las elecciones presidenciales (Gazmuri, 2000; Moulian, 1998). Esta estrategia, si bien fue exitosa en 1964, no lo fue en 1970, dado que en estas últimas elecciones la derecha optó por llevar candidato propio, confiando en la fortaleza de su candidato, Jorge Alessandri, y desconfiando en el de la DC, Tomic, cuyo ideario veía más cercano a la UP (Vitale et al., 1999; Politzer, 1989).

En la década de los años cincuenta, desde que EFM y la DC pasaron a constituirse en una alternativa de gobierno competitiva respecto de la izquierda representada por los partidos comunista y socialista, la relación entre ellos se fue deteriorando. Para la izquierda fue en extremo dolorosa la derrota que experimentara en 1958 por unos pocos miles de votos, al inclinarse el resultado final a favor de Alessandri (Moulian, 2006). Nunca antes la izquierda había estado más cerca de saborear el triunfo. En 1964, más que dolorosa, la derrota de la izquierda fue apabullante, en el marco de una campaña que fue motejada como la campaña del terror, y que llevó a la izquierda a "negar la sal y el agua" al gobierno de EFM (Aylwin et al., 1990):

"Cuando el gobierno de la DC triunfó con el 57 % de los votos del electorado nacional (no con el 36 %), el Partido Socialista oficialmente y el señor Allende, líder de ese Partido, declararon que no reconocían el triunfo de la Democracia Cristiana. Se negaron a concurrir al Congreso Pleno, que en Chile es el trámite correspondiente para la proclamación del Presidente de la República, anunciaron textualmente que le negarían "la sal y el agua" al gobierno de la DC. El Partido Comunista estuvo en una oposición constante y total".

EFM enjuicia con severidad el comportamiento que la izquierda tuvo durante su gobierno:

"Para hacerlo recurrieron a la injuria, a la violencia, y el Partido Socialista una y otra vez manifestó que no respetaba el orden legal y democrático, que no era sino un orden burgués. Cada vez que había una huelga o un conflicto el señor Allende, los Partidos Socialista y Comunista lo promovían o acentuaban para llevar al extremo la situación".

Efectivamente, la izquierda, y en particular el PS, no sin razones, desconfiaban de la legalidad vigente, que denunciaban como una "democracia formal" no real. El PC era más cuidadoso, porque en el pasado había sido el partido político más afectado por la represión como consecuencia de la ley "de defensa de la democracia" 4.

Las fuerzas de izquierda, fundamentalmente el PC, PS y MAPU, consideraban lo existente como un orden burgués que debía ser sustituido y su comportamiento en tiempos del gobierno de la DC encabezado por Frei, fue de oposición dura, al igual que aquella de las fuerzas políticas derechistas.

Esta conducta de la izquierda hacia la DC, EFM la contrasta con la que tuvo la DC hacia la izquierda:

"¡Qué distinta la actitud del Partido Demócrata Cristiano, que concurrió con sus votos a elegir Presidente al señor Allende cuando obtuvo sólo un 36 % de la votación nacional y que no pidió en compensación ni un solo cargo o influencia sino un Estatuto de Garantías Constitucionales que asegurara plenamente la Democracia en Chile!".

En estricto rigor la exigencia del Estatuto fue tan solo un formalismo, porque la DC no estaba en condiciones de invalidar el triunfo de Allende. La legalidad vigente en aquellos años, no contemplaba el balotaje o la segunda vuelta y si nadie lograba triunfar por mayoría absoluta en la primera vuelta, el Congreso Nacional debía dirimir entre las dos primeras mayorías. No obstante la precariedad del triunfo de Allende, el contexto político hacía impresentable, que el Congreso impidiera el acceso de Allende a la primera magistratura, ya sea porque la tradición señalaba que debía reconocerse la primera mayoría, como por la explosión político-social que se generaría (Vitale et al., 1999). La exigencia del estatuto por parte de la DC buscó exponer ante todo el país las dudas que le merecían Allende y la UP en relación al respeto de la institucionalidad vigente, y que en caso que no se respetara el estatuto, el gobierno de la UP perdería su legitimidad ganada en las urnas.

Para EFM el fondo del problema residía en la decisión del gobierno por instaurar una dictadura:

"El fondo del problema es que este gobierno minoritario, presentándose como una vía legal y pacífica hacia el socialismo -que fue el slogan de su propaganda nacional y mundial- estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esta situación, de tal manera que ya en el año 1973 no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal, y que eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile una dictadura totalitaria".

Lo descrito pone de manifiesto el clima de beligerancia e ingobernabilidad que se vivía en aquellos días del que pocos sectores escapaban, clima que era atizado y financiado por quienes creían que había llegado la hora de jugar al "todo o nada". Esto lo refuerza al aludir a una entrevista publicada en un diario italiano a un alto dirigente del PC chileno pocos días antes de escrita la carta a Rumor.

Resulta una paradoja que EFM concentre sus críticas en el PC porque al interior de la coalición de gobierno este partido siempre sostuvo posturas moderadas, conservadoras emanadas de su propia experiencia y su alta dependencia del PC soviético. Siendo tanto el PC como el PS partidos marxistas, se diferenciaban esencialmente en el carácter antistalinista y la visión crítica del sistema soviético por parte del PS. No obstante, ninguno de los dos partidos, ni ninguno de los otros que conformaron la UP, tuvieron el realismo político mínimo necesario que para realizar los cambios que preconizaban se necesitaba ser mayoría, y que en ausencia de ésta, que finalmente serían las FFAA las que resolverían el tema del poder. Lo que es peor, se eternizó el "empate" entre quienes estaban por impulsar estrategias destinadas a "crear" poder popular, como el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y a los sectores más recalcitrantes del PS, y quienes estaban por llegar a acuerdos con los sectores de centro. Esta pugna al interior de la UP nunca fue resuelta, tanto por el desgarramiento que su resolución implicaría, como porque Allende no se decidió a imponer una solución. Mientras unos –PS, MIR y una facción del MAPU- querían poner el pie en el acelerador, otros –PC y otra facción del MAPU- querían ponerlo en el freno (Politzer, 1989). Estas distintas posiciones son denunciadas por EFM al afirmar que:

"El Presidente de la República declaraba respetar la Ley, la Constitución y la Democracia, pero todas sus declaraciones eran de inmediato contradichas por los hechos, ya que todos los compromisos fueron violados y todas las afirmaciones desmentidas posteriormente por sus actos.

Innumerables documentos de sus asesores y de los dirigentes de los partidos políticos que conformaban la Unidad Popular han demostrado que todo su objetivo era ganar tiempo para consolidarse en el Poder y para afianzar su posición totalitaria, documentos que culminaron con la carta publicada del señor Fidel Castro en la cual le recomendaba al señor Allende tratar con la Democracia Cristiana con el solo objetivo de ganar tiempo".

No se puede soslayar que la DC fue parte del juego al dejarse arrastrar por los intereses de la oligarquía y los intereses extranjeros, siendo incapaz de abstraerse de este juego, de marcar distancia con una posición propia al margen de los extremos. Solo vio un extremo sin percatarse que había caído en brazos del otro. Por otro lado, resulta evidente que los esfuerzos negociadores desde la izquierda fueron insuficientes y estériles por el alto grado de desconfianza al que se había arribado. La UP no fue capaz de percibir que su única salida era llegar cuanto antes a acuerdos con la DC, aún cuando ello implicase renunciar a algunos de sus objetivos (Sader et al., 2008).

6. EL CONTEXTO INTERNACIONAL

El contexto internacional que visualiza EFM da cuenta de sus énfasis:

"Instaurado el gobierno convergieron hacia Chile varios miles de representantes de la extrema izquierda, de la guerrilla y de los movimientos de extrema izquierda revolucionarios de América. Llegaron elementos Tupamaros del Uruguay, miembros de guerrillas o movimientos extremos del Brasil, de Bolivia, de Venezuela y de todos los países, como hay numerosos casos, por delitos graves inexcarcelables".

EFM no da cuenta de la complejidad del contexto que intenta describir. Omite que junto a la internación ilegal de armas, se internaron millones de dólares destinados a financiar la "contrarrevolución", la que estuvo acompañada de un adoctrinamiento de las FFAA en las políticas de seguridad nacional impulsadas desde el Pentágono y cuya casa matriz estaba en la Escuela de las Américas en Panamá (Uribe y Opaso, 2001; ITT, 1972; Church, 1976; Garcés, 1996; González, 2012).

Llevado por el clima imperante, EFM denuncia la importación de armas con mucha fuerza:

"El Partido Demócrata Cristiano denunció continuamente este hecho. Hay más de cincuenta documentos publicados por el partido y dados a conocer en el Parlamento respecto a la internación ilegal de armas. El gobierno siempre desmintió esta aseveración. Llevado de su preocupación el PDC presentó un proyecto de ley para el control de las armas que estaban llegando al país, proyecto de ley que fue aprobado y que sirvió de base para iniciar acciones que revelaron la existencia de fuertes contingentes de armas importadas. Después del pronunciamiento del 11 de Septiembre, estas denuncias de la Democracia Cristiana han quedado plenamente confirmadas. Las armas hasta ahora recogidas (y se estima que no son aún el 40 %) permitirían dotar a más de 15 regimientos eso que una abrumadora proporción aún no ha sido descubierta".

La realidad de los hechos demuestra la falsedad de estas cifras escritas al alero de las pasiones imperantes y de las que el ex-Presidente fue incapaz de sustraerse al momento de escribir su carta a Rumor. No había proporción alguna entre los recursos que manejaba la UP con los que manejaba la oposición y las FFAA. En la actualidad, a casi 40 años de distancia, no se ha encontrado a nadie que haya sido capaz de sostener, con algún fundamento, que las armas incautadas/ permitirían equipar a más de 15 regimientos. Y si así hubiese sido, no había capacidad logística ni humana para manejar tal cantidad de armamento. El tiempo se ha encargado de demostrar que el Plan Zeta 5 fue un invento publicitario destinado a validar el golpe y el mantenimiento de un estado de terror (Vitale et al., 1999; Politzer, 1989; Hunneus, 2000). No obstante, EFM se pregunta:

"¿Qué Democracia puede resistir esta situación? ¿Acaso la Democracia Cristiana, sin armas en consecuencia inerme frente a esta embestida debía quedar silenciosa?"

Efectivamente, ninguna democracia resiste una situación como la expuesta, pero la DC no puede sustraerse de este panorama. Sin ninguna duda fue un actor que jugó un rol importante dentro de una vorágine desatada y que dentro de la distribución de responsabilidades quizá sea el actor con el menor grado. Sin embargo, dentro de la DC no todos fueron simples espectadores de lo que ocurría en Chile. Algunos incluso fueron entusiastas colaboradores del régimen. La gran paradoja que encierra la DC es que en ella convivieron personalidades que visualizaron el abismo hacia el cual estaban siendo conducidos –representados en los 13 democratacristianos que se opusieron al golpe desde el primer momento, Leighton, Huepe y Velasco entre otros-; y quienes estuvieron desde los primeros días con la dictadura (Vitale et al., 1999; Correa et al., 2001). Preciso es reconocer que una mayoría dentro de la DC respaldó el golpe sin imaginar las características que tendría el nuevo régimen y los horrores que sobrevendrían. Entre ellos, en primera línea, EFM (Correa et al., 2001).

Luego, EFM reconoce la existencia de un extremismo de derecha, el que presume como consecuencia del extremismo de izquierda:

"Es efectivo que como consecuencia de este extremismo armado de la izquierda y sin duda alguna amparado por el gobierno ya que se ha probado que muchos de los bultos que contenían estas armas llegaban consignados a la propia Presidencia de la República, nació inevitablemente un extremismo de derecha también armado".

Debe destacarse que los extremistas de derecha no nacieron con la UP, muy por el contrario, ellos surgieron bajo el gobierno de EFM a quien calificaban como el Kerensky 6 chileno, acusándolo de entregar al país al marxismo internacional (Da Silveira, 1968). Los primeros grupos ultraderechistas hicieron su aparición en oposición a la reforma agraria impulsada por el propio gobierno de EFM. Desde el tradicionalismo católico de derecha, era posible distinguir al grupo FIDUCIA nacido para combatir a las fuerzas del mal, entre las que incluía a la DC, que estaban conduciendo a nuestra sociedad a su perdición. En los últimos años del gobierno de EFM la actuación de la ultraderecha se vio reforzada con la aparición de un grupo paramilitar denominado Patria y Libertad (Vitale et al., 1999; Moulian y Guerra, 2000; Cristi, 2000).

7. SU VISIÓN ECONÓMICA

En su carta, EFM también alude a las condiciones económicas con que terminó su gobierno y con que se encontró el de Allende:

"Recibieron un país floreciente, en pleno desarrollo. El cobre, principal producto d exportación, había sido nacionalizado en un 51 % v se había hecho una inversión v terminada que duplicaba su capacidad de producción. Impulso decisivo existía en la Agricultura, en la Industria y en otras actividades mineras".

El auspicioso panorama económico que describe EFM no es consistente con la derrota electoral que sufrió su propio candidato, quién fuera relegado al tercer lugar en las elecciones presidenciales de 1970. Tanto los sectores de derecha como de izquierda tenían un juicio muy crítico de su propia gestión presidencial. Los ciudadanos no querían continuar con un gobierno de partido único, que había logrado levantar un conjunto de demandas sociales pero había mostrado severas falencias a la hora de implementarlas. Los defectos que generalmente se observan en un gobierno unipartidario, en que un solo partido político se apropia de toda la administración del Estado se hicieron nítidos en el sexenio 1964-1970. Siendo el mismo EFM un actor político de larga trayectoria no podía ignorar que tener la economía ordenada es una condición necesaria pero no suficiente para asegurar el desarrollo. La política y la economía no transcurren por vías separadas.

Como cabría esperarse, a continuación enjuicia severamente las consecuencias del gobierno de la UP:

"El total de las deudas líquidas contraídas por la DC durante sus 6 años de gobierno no llegaron a 400 millones de dólares, después de pagar todos sus compromisos internacionales y tener su crédito absolutamente limpio. En menos de tres años de gobierno de la Unidad Popular que afirmó que no endeudaría al país según su programa, elevó esas deudas en cerca de mil millones de dólares, destinados no a inversión sino exclusivamente a comprar alimentos para paliar su fracaso en la Agricultura. Además de eso dejaron de pagar todas las deudas externas y en dos años se consumieron todas las reservas que les había legado el régimen anterior. Por eso en vez de independencia, llegaron a la mayor dependencia conocida en Chile".

La inflación en cifras oficiales del gobierno llegó a 323% en los últimos doce meses, pero los Institutos Universitarios, teniendo consideración que prácticamente el país vivía del mercado Negro, estimaban que ésta superaba el 600%".

Es preciso señalar que durante el primer año del Gobierno de la Unidad Popular la economía creció en casi todos los sectores productivos precisamente por el programa que se había diseñado. La sustentación técnica de este programa se basaba en los trabajos que varios de los economistas del Gobierno habían desarrollado en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL). En consecuencia, la visión que entrega EFM de una economía en bancarrota no corresponde a lo que fueron los primeros 15 meses del derrocado gobierno (Ruiz, 2005; Martner, 1988).

Tampoco parece razonable afirmar que la política económica llevó al país al desastre ignorando el rol jugado por otros actores relevantes, como es el caso de las corporaciones transnacionales, los empresarios nacionales, el gobierno norteamericano, y la propia oposición política. No es posible ocultar la existencia del boicot empresarial, el lock-out, el acaparamiento de los sectores pudientes y la responsabilidad que les cabe en el surgimiento del mercado negro. El propio Nixon, entonces presidente de EEUU, antes de que siquiera asumiera Allende la presidencia de Chile, ordenó asfixiar a la economía para desestabilizar y hacer caer al gobierno. Y luego EFM se pregunta:

"¿Hay alguna democracia que resista estas tasas de inflación, la escasez y el mercado negro? ¿Es fascismo y golpismo denunciarlo? ¿Acaso el deber de un partido político es silenciar estos hechos?".

En efecto, ninguna democracia resiste tal deterioro económico sin verse afectada. Pero la frase de EFM induce a concluir que la democracia, al ser incapaz de superar estas dificultades, debe reemplazarse por un régimen de gobierno distinto a la democracia. En consecuencia el golpe de Estado aparece como un mal necesario. Adicionalmente el punto es identificar también a quiénes son los responsables de estas tasas y por qué se llega a estos niveles de degradación económica y social. En este plano, existe una responsabilidad colectiva, de los principales actores políticos implicados, tanto en la izquierda como en la derecha. Se abrió cancha al fascismo y el golpismo solapado. El deber de la DC y de EFM era denunciar no solo las pretensiones totalitarias del gobierno, sino el fascismo y el golpismo que reforzaban tales pretensiones.

Luego, EFM hace referencia a los argumentos dados por la dirigencia política de la UP para justificar su fracaso, los que rechaza:

"El primero, que las compañías norteamericanas expulsadas del país estaban dificultando las ventas del cobre. Efectivamente, una compañía cometió la torpeza de iniciar un juicio de embargo respecto a una partida de cobre, que la Democracia Cristiana por supuesto condenó".

Tal como ya se ha mencionado anteriormente, EFM nuevamente se desentiende del rol que jugó el gobierno de EEUU en la desestabilización con la complicidad de la burguesía criolla cuyos temores se vieron estimulados tanto desde la derecha como desde la propia izquierda.

"La segunda es el bloqueo económico, cuyas características no se precisaron que solo podría traducirse en imposibilidad de vender productos, lo que nunca ocurrió, o la imposibilidad de obtener créditos, lo que tampoco ocurrió, pues con cifras dadas por el propio gobierno anterior ante el Club de París, el Fondo Monetario y otros organismos, se prueba que el gobierno de la Unidad Popular dispuso de mas créditos y endeudó al país más que ningún otro en la historia de Chile en tan breve plazo".

8. SU VISIÓN POLÍTICA

Sin perjuicio de que la UP recibió un país que estaba reduciendo sus déficits sociales, éstos seguían siendo de tal magnitud que las tareas pendientes eran mayúsculas. El gran error de la UP fue haber ido más allá de lo que "políticamente era viable", sobreestimando sus propias fuerzas y subestimando las adversarias, sin percatarse que la correlación de fuerzas no le era favorable, o no le era suficientemente favorable como para emprender cambios que habrían de afectar poderosos intereses que no permanecerían sin reaccionar. La derecha conservaba el poder de identificar qué se puede y no se puede hacer. Se quiso "correr la cerca" más allá de lo que la derecha podía tolerar.

En el sector rural, la tímida reforma agraria llevada a cabo a fines del gobierno de Alessandri y profundizada en el gobierno de EFM, se vio acelerada:

"Es también efectivo que aceleraron al extremo la Reforma Agraria iniciada por la Democracia Cristiana, pero quisieron convertir toda la Agricultura en Haciendas Estatales colectivas, lo que fue resistido por el campesinado".

El clima de exacerbación política se hizo extensivo al campo chileno, en razón de que los derechos de propiedad que desde siempre habían sido intocables para la oligarquía agrícola chilena, se estaban tornando vulnerables como consecuencia de la reforma agraria en marcha. Si la izquierda pensaba que en esta disputa tendría la fuerza para imponerse, se equivocó fuertemente. Los objetivos de la UP, su estrategia y táctica para alcanzarlos, no estaban alineados con su disponibilidad financiera, ni con sus capacidades técnicas, ni con su viabilidad política. El voluntarismo y la improvisación parecían dominar la escena en el plano gubernamental. Se sabía adónde se quería llegar, pero sus estrategias y tácticas, a juzgar por los resultados, no podían terminar sino que en un fracaso mayúsculo (Jocelyn-Holt, 1998).

EFM persiste en su crítica hacia las actuaciones de los partidos marxistas, imputándoles toda la responsabilidad por el clima imperante.

"El Partido Socialista y el Partido Comunista crearon organizaciones armadas. Los socialistas la llamaron "Elmo Catalán", Y los comunistas constituyeron la tristemente célebre brigada "Ramona Parra".

Llama poderosamente la atención que EFM confunda el carácter propagandístico, no armado, que tenían las organizaciones nombradas, e ignore que la derecha tenía sus propias organizaciones armadas, y lo que es peor, tenía a un importante sector de las propias FFAA regulares como su guardia pretoriana.

En su misiva a Rumor, EFM recuerda el asesinato de uno de sus más cercanos colaboradores y amigos, Edmundo Pérez Zujovic, ocurrido a fines de su gobierno (Jocelyn-Holt, 1998):

"Así murió el ex Vicepresidente de la República; uno de los fundadores del PDC, don Edmundo Pérez Zujovic, vilmente asesinado al salir de su casa por los miembros de una organización extremista. Los tres asesinos habían sido detenidos al final del gobierno de la Democracia Cristiana por haber perpetrado asaltos a mano armada y condenados por los Tribunales de justicia a varios años de prisión.

El primer acto del gobierno de la Unidad Popular fue dejar en libertad a estos detenidos por actos ilegales, y, entre ellos los tres que causaron la muerte de ese dirigente Demócrata-Cristiano. Al indultarlos el Presidente Allende justificó su acto llamándolos "Jóvenes Idealistas".

Uno de los mayores errores de Allende fue este indulto a los asesinos al inicio de su gobierno que da cuenta de la mirada prevaleciente en estas materias y del desinterés gubernamental por tender puentes de comunicación con el centro representado por la DC. En vez de promover el entendimiento, se privilegió lo contrario con consecuencias fatales. En vez de sumar, se restó, empujando a la DC a la oposición desde los primeros días del gobierno de la UP. No obstante, EFM afirma que la DC siempre estuvo abierta al diálogo:

"Cada vez que el Presidente de la República deseó conversar con la directiva, a pesar de las reiteradas veces que ésta fue engañada, no se negó a hacerlo para que no se quebrara el régimen democrático. De eso hay constancia en las declaraciones de los dos presidentes del partido, señores Renán Fuentealba y Patricio Aylwin".

Desafortunadamente, ya no había vuelta atrás. La bola de nieve seguía su curso inexorable hacia el abismo, hacia una situación donde ya no existiría la posibilidad de resolver el conflicto por la vía pacífica y democrática. Sin embargo, existen a lo menos un par de antecedentes que permiten afirmar que tanto el General Prats como el propio Presidente Allende intentaron hasta el último minuto revertir el movimiento golpista. El primero se refiere a una conversación sostenida entre Prats y Frei dos días antes del Golpe en que el primero le señaló a Frei que él era la única persona que podía detener el Golpe. Prat relata que frente a esa interpelación Frei no respondió. Por su parte, el Presidente Allende había anunciado que el martes 11 de Septiembre, en el marco de un acto programado en la Universidad Técnica del Estado, anunciaría la convocatoria a un Plebiscito para que la ciudadanía se pronunciara sobre las materias fundamentales que en ese momento dividían al Gobierno y la Oposición, Allende pensaba que el Gobierno podía perder el plebiscito, pero con esa iniciativa se detenía el golpe. Paradojalmente, esta iniciativa se frustró precisamente con el Golpe de Estado. Pero hoy también se conocen antecedentes que permiten afirmar que la cuenta regresiva que terminaría con el golpe se había iniciado precisamente la noche del 4 de septiembre cuando Allende obtuvo la primera mayoría nacional en elecciones plenamente democráticas (González, 2012; Prats, 1985).

La desconfianza ya se había apoderado de todos los actores y los malentendidos se fueron extendiendo, y las conversaciones solo llegaban a puntos muertos (Gazmuri, 2000).

"La directiva del partido llegó a la convicción de que exclusivamente se estaba ganando tiempo para preparar el control total del poder por parte de la Unidad Popular y, acelerar su aparato paramilitar y el reparto de armas".

La realidad ha demostrado que tales intentos de la UP por ganar tiempo –asumiendo que tenían ese propósito- fueron vanos, infructuosos, inútiles, minúsculos, sin proporción alguna con lo que se avecinaba. Todo se confabulaba para un triste final: la derecha queriendo el conflicto porque sabía que lo ganaba, y la izquierda queriendo también el conflicto, pero sin saber que estaba perdida. En este plano resulta sorprendente la incapacidad de la UP para definir una estrategia viable para instaurar su modelo de sociedad.

Luego Frei reafirma la voluntad de la DC por llegar a acuerdos, asignando toda la responsabilidad al gobierno, de que ellos no se hayan alcanzado:

"Nadie puede, pues, decir que la Democracia Cristiana no agotó los procedimientos para llegar a un acuerdo. Jamás se le hizo una proposición seria. Nunca el Presidente ofreció una fórmula de gobierno. Al revés, señaló que sería imposible el ingreso de la DC al gabinete por la oposición socialista de los partidos integrantes de la Unidad Popular".

Se trata de una verdad a medias, por cuanto en la DC convivían quienes mostraban mayor y menor disponibilidad para alcanzar acuerdos razonables; estaban quienes no querían verse arrastrados a una vorágine de incierto desenlace, y aquellos que se dejaban arrastrar, siendo estos últimos la mayoría dentro de la DC. Los primeros intuían que lo peor estaba por venir.

10. REFLEXIONES FINALES Y CONCLUSIONES

El debate político y las negociaciones que se registraron con anterioridad al Golpe de Estado, revelan que EFM no estuvo entre quienes abogaban por una salida pacífica ni tampoco se ha encontrado evidencia sobre su explícita condena a las deliberaciones conspirativas previas al golpe. Producido el golpe, EFM lo apoya como un hecho inevitable, y 58 días más tarde, utilizando la carta enviada a Mariano Rumor, lo justifica.

La carta tenía como propósito frenar, y eventualmente revertir, lo que EFM consideró como una brutal campaña del marxismo internacional por desvirtuar la real situación –a juicio de EFMen que se encontraba el país. EFM observaba con preocupación una adversa reacción mundial ante el Golpe de Estado y la consideraba como fruto de un desconocimiento del colapso político, económico y social al que había conducido al país el gobierno de la Unidad Popular.

Apelando a su liderazgo internacional en el ámbito de la DC, a su condición de ex presidente de la nación, ex presidente del Senado, a los estrechos vínculos con los dirigentes de la DC internacional, y de la poderosa DC italiana de entonces, EFM aspiraba a lograr el propósito enunciado.

Por otra parte, la carta, verdadera proclama a favor del golpe de Estado, es absolutamente coherente con la conducta asumida por EFM como presidente del Senado, cargo que ostentaba al momento del golpe. Como tal, EFM se había alineado con la derecha en contra del gobierno del Presidente Salvador Allende.

El documento también revela la convicción de EFM de que el quiebre institucional era inevitable porque lo que intuía era la instalación por la fuerza de una dictadura marxista. Su permanente desconfianza hacia la izquierda chilena de producir cambios en el marco de la legalidad democrática imperante, era manifiesta. De igual modo, la actitud con que había enfrentado a la derecha en su propia campaña presidencial – "No cambiaré ni una coma de mi programa ni por un millón de votos"–hacía que ésta desconfiara de su capacidad para liderar un proceso de refundación de una nueva institucionalidad que impidiera el avance de las ideas que la derecha consideraba ajenas al proceso de desarrollo económico y social, que según sus propios postulados, le "convenía" a Chile.

Del mismo modo, es indudable que para EFM la izquierda chilena representaba un peligro para el desarrollo nacional principalmente por su incapacidad para gobernar y por sus orientaciones ideológicas que, a su juicio, pretendían alterar de manera violenta el curso natural del desarrollo nacional.

Es precisamente en este punto que la visión de EFM coincide plenamente con el diagnóstico de la derecha. Pero lo que sigue revela la propia incapacidad de EFM para dimensionar el verdadero carácter antidemocrático de quienes hasta el mismo día del golpe militar eran sus aliados políticos. Podemos suponer que EFM estaba convencido que el golpe restauraría la democracia al más breve plazo, lo que se comprobó como falso. A pesar de su reconocida capacidad analítica y lucidez en sus reflexiones políticas no tuvo la suficiente claridad para prever la brutalidad que emergería del golpe que respaldó. Lo que EFM era capaz de ver en el horizonte era una dictadura marxista, pero, y a pesar de toda la evidencia de experiencias similares en la historia de la Humanidad, no logró comprender que sus aliados políticos no tenían ninguna inhibición para instalar una dictadura militar.

La carta benefició al gobierno encabezado por Pinochet en un momento muy complejo, debido al aislamiento en que se vio involucrado en consideración a una reacción mundial adversa por la saña y brutalidad con que se instauró. Es difícil encontrar otro modelo de Golpe de Estado tan sanguinario, tan violento contra un gobierno que había sido elegido mediante el voto popular y que aún gozaba de la adhesión de una importante proporción de la población.

Con la carta también procuró beneficiarse él mismo, por la vía de eludir la responsabilidad que le cupo en su condición de presidente del Senado de la época, y en un intento por validarse como eventual candidato a la sucesión una vez restaurada la democracia.

Quizás también intentó beneficiar a la Democracia Cristiana, el partido de toda su vida, sin embargo es dudoso que lo haya logrado porque en su seno hubo voces discrepantes desde el primer minuto del golpe. En efecto, hubo 13 dirigentes democratacristianos que explicitaron clara y tajantemente su oposición al golpe. Vislumbraron desde el primero momento, conociendo el carácter de las FFAA chilenas, que no sería un golpe cualquiera. La realidad imperante desde el golpe, al momento que EFM escribiera la carta y con posterioridad, demuestran lo equivocado que estaba, o la distorsión valórica que le produjo su postura antimarxista. Con su declaración explícita de condena al Golpe de Estado, los 13 dirigentes DC establecieron un valioso testimonio para las futuras generaciones.

En síntesis, si la carta benefició a alguien, no fue sino a Pinochet y su gobierno, así como a la derecha, perjudicando a los demás actores, incluyendo al propio EFM.

Como presidente del Senado, segunda autoridad política del país, alguna responsabilidad le correspondía en la provisión de las condiciones de estabilidad y gobernabilidad. EFM no asumió un rol mediador ni mucho menos, sino que se abanderizó con una de las posiciones en pugna. Fue incapaz de sustraerse de la dinámica política que se había desatado. En vez de morigerar, se hizo parte de una oposición que jugó al todo o nada, sabiendo de antemano que por esa vía tendría todo, mientras que el gobierno de la UP también jugó al mismo juego, sin saber que lo tenía perdido, porque en un esquema del todo o nada, se quedaría con nada. Mal que mal, en nuestros países las FFAA suelen ser la guardia pretoriana de los intereses de las élites. Realidad que la izquierda soslayó engañándose, convencidas que las FFAA chilenas eran profesionales, disciplinadas y supeditadas al poder civil.

En consecuencia, a EFM, junto a otros actores, le corresponde una importante responsabilidad en un quiebre institucional que marca el comportamiento político nacional hasta nuestros días.

Menos de 10 años después de su respaldo al golpe, EFM encabeza la oposición a la dictadura, fijando su posición ante el plebiscito, y muere en tan extrañas circunstancias que inducen a presumir un asesinato cuya investigación aún no termina.

Su desaparición física modificó el escenario político en favor o contra la dictadura. ¿Se habría tenido una coalición política como la Concertación de Partidos por la Democracia 7 en los términos que se conocen con EFM en vida? Es muy probable que sí, aunque teniendo a la vista que el primer abanderado presidencial de la Concertación fue Aylwin, un freista de primera línea, lo más probable es que de haber existido Concertación con EFM entonces éste habría sido el primer abanderado presidencial. Todo ello en un proceso de transición hacia la democracia no exento de dificultades, como lo demuestra la experiencia internacional (Linz, 1990).

Para implementar un cambio de la envergadura planteada por la UP se requería una mayoría que no se tenía, y el resultado fue una regresión mayúscula que hizo retroceder los avances alcanzados en más de una década. Esto es, el resultado fue el opuesto al perseguido.

La Concertación es fruto de este aprendizaje: sin golpe no se habría tenido Concertación. Al destruirse la democracia, la izquierda aprendió a valorarla, como un fin en sí misma. La DC aprendió a convivir con otras fuerzas y que el camino propio no es una alternativa viable en una sociedad tan diversa como la chilena. En este sentido, la Concertación constituyó una articulación más allá de lo electoral, de carácter programática para alcanzar los cambios deseados. La historia ha demostrado en forma reiterada que el puro y simple voluntarismo termina siendo inconducente.

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Fecha de recepción: 30/03/2015

Fecha de aprobación: 10/09/2015

Notas

1La misma estuvo impulsada fundamentalmente por los efectos de la brusca modificación de los precios relativos provocada por la devaluación, lo cual le permitió al país recobrar la competitividad de los bienes comercializables internacionalmente, contribuyendo así a la corrección del desequilibrio externo (Ferrer, 2003a; Ferrer, 2003b; Damill y Frenkel, 2013). Asimismo, la fuerte suba en el precio de las commodities también contribuyó a engrosar aún más el superávit de la cuenta corriente y consecuentemente a recomponer las alicaídas reservas internacionales.

2En lo que respecta a este punto, tomar en consideración a la tercera imagen no consistía necesariamente en acordar con los "fondos buitres" ni en dar curso a sus reclamos, sino en proponer alternativas y estrategias tendientes a dejar expuesta en el plano internacional la negativa de estos a negociar, así como también las implicancias sistémicas perjudiciales que este tipo de comportamientos podía tener para el normal funcionamiento del sistema financiero. Esto solo ocurrió de manera errática y tardía a finales de 2012, luego de conocerse en el mes de octubre la confirmación por parte de la Cámara de Apelaciones del Segundo Circuito de Nueva York, del fallo adverso para la Argentina emitido por el juez federal de primera instancia, Thomas Griesa. Hasta entonces, la estrategia –tal como se destacó– fue la confrontación y la crítica hacia el funcionamiento del sistema financiero, lo cual resultó funcional a la estrategia de los demandantes, tendiente a presentar a la Argentina como un actor díscolo que se niega a cumplir sus compromisos internacionales.

3Para un análisis breve sobre el acuerdo con el Club de París y sus implicancias sobre las relaciones internacionales de Argentina, ver Creus (2014).

4Algunas encuestas específicas sobre el tema, tales como la realizada por el Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, así como también otra llevada a cabo por la reconocida consultora privada "Poliarquía", revelaron que el porcentaje de aprobación con respecto al modo en el cual el gobierno de Cristina Fernández estaba manejando el problema de los holdouts y la deuda era superior al que lo calificaba de manera negativa. Mientras el primer relevamiento se realizó en agosto de 2014, el segundo comprendió los meses de junio, julio y agosto del mismo año.

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