Sra. Editora Revista Hacia la Promoción de la Salud
Las mujeres son fisiológicamente únicas pero, a pesar de eso, tanto en la investigación científica como en la práctica clínica, no siempre se consideran sus diferencias en los diagnósticos, medicamentos y/o tratamientos. Es por esto que cada vez es de mayor importancia el considerar el sexo en la investigación biomédica. Sobre este aspecto, la editora en jefe de Physiology (American Physiologycal Society) Gari Sieck, expresa con sorpresa la baja frecuencia con la que es considerado el sexo en las investigaciones publicadas, manifestando que el cambio solo es posible a través de un proceso de revisión editorial más consistente y mediante un reconocimiento más amplio de la importancia biológica de las diferencias sexuales 1.
Por otro lado, es común ver en muchos artículos científicos el uso de la palabra “género” como variable de estudio, siendo en muchas ocasiones utilizada de forma indistinta al sexo, cuando en realidad, y a pesar de interactuar entre sí, existen diferencias significativas (figura 1) que pueden influir en la interpretación de los resultados. El “género” hace referencia a la construcción social de mujeres y hombres, de feminidad y masculinidad, que varía en el tiempo y el espacio y entre las culturas 1,2, mientras que el ‘sexo’ abarca las características que están biológicamente determinadas, incluidas los rasgos cromosómicos, genéticos, anatómicos, reproductivos y fisiológicos, clasificando así a los seres vivos en macho/hombre y hembra/mujer 2,3.
En otras ocasiones el término “género” se utiliza como si fuera solo una forma educada de decir “sexo” y esto puede influir también en las formas en que los prejuicios culturales sobre hombres y mujeres se han infiltrado en teorías científicas 3. Considerando entonces la importancia de esta variable, es necesario que los investigadores y revisores estén conscientes de que no se puede usar el “sexo” y el “género” indistintamente, ya que presentan importantes diferencias. En caso de ser importante el aspecto sociocultural para el estudio, se podría incluir en el registro de datos tanto el sexo al nacer como la identidad de género actual, ampliando el número de opciones de respuesta más allá de “masculino” y “femenino”, y reconociendo así la diversidad en la expresión de género 4.
Otra cuestión a tener en cuenta es la perspectiva de “género” en la investigación biomédica, la cual va a permitir analizar como las representaciones sociales y biológicas influyen en el fenómeno estudiado de forma diferente para hombres y mujeres. En este sentido, el análisis desde una perspectiva de género pone en relieve los roles tradicionales que incluyen posiciones de poder-subordinación entre hombres y mujeres, y resaltan varios niveles de exposición a ambos, muchas veces relacionado, por ejemplo, con la predisposición de enfermedades de diferente forma 5.
Es importante que la consideración de estas diferencias comience desde la formación profesional (donde empieza muchas veces la adquisición de herramientas para investigar), al respecto Miller et al 6 recalcan la importancia de que se consideren en los planes de estudio evidencia científica y actividades que consideren y distingan sexo de “género” y que las autoridades, docentes y estudiantes de las universidades, tengan claras las diferencias entre estos conceptos, así como las implicaciones que tienen en el campo de la medicina y salud.
Dejamos el llamado a los investigadores y revisores a que consideren estos aspectos, pues el uso inadecuado de estas palabras en el título y/o cuerpo del trabajo, pueden limitar el acceso a estudios y/o aportar inadecuadamente a la interpretación del sexo/género en el contexto de la investigación biomédica.