Estimado editor,
La COVID-19 es una enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2 de carácter pandémico de rápida propagación geográfica, si se quiere inédita, con devastadores efectos sobre la salud (puede ocasionar la muerte, especialmente, en adultos mayores y pacientes con enfermedades crónicas) y la estructura social, cultural y económica de las poblaciones a nivel mundial; en consecuencia, debe considerarse en términos de un fenómeno social global en los esfuerzos de la salud pública para contenerla, es decir, para implementar medidas de alivio inmediatas y realmente eficientes, pues, las prácticas farmacológicas y no farmacológicas recomendadas no han tenido el éxito esperado en el control de la pandemia, por no considerar los procesos sociales involucrados en la atención en salud (primaria, secundaria y terciaria) 1,2.
En este sentido, se debe enfocar a los sujetos y sus relaciones sociales por su influencia en estilos, modos y patrones de vida, así como en el trinomio salud-enfermedad-atención, más allá de considerarlos como simples objetos de intervención y de control poblacional (verticalismo en la implementación de políticas sanitarias), por tanto, surge la necesidad de apuntalar la reflexión, comprensión y acción sobre la salud desde y con la sociedad, con el fin de generar intervenciones multinivel más acertadas en el contexto de la actual pandemia sobre la base de los determinantes sociales de la salud, sin que ello signifique la ruptura con el paradigma biomédico de la salud pública, sino el establecimiento de una conexión de los factores de riesgo con la compleja y multidimensional matriz social, como vía para disminuir las asimetrías y desigualdades que impactan a la salud 3.
Corresponde a la epidemiologia social, recientemente reconocida como especialidad de la epidemiologia (apenas supera las tres décadas), ser la integradora de lo biomédico con la sociocultura, el disfrute de un privilegiado papel en el aporte de soluciones, de nuevas respuestas, a la pandemia de la COVID-19, porque permite comprender las realidades particulares desde el pensamiento complejo e igualar en importancia a lo social (género, grupos de edad, clase, raza, entre otros) con lo biológico, se rescatan las relaciones sociales particularmente las que terminan en desigualdad de ser simples variables esquemáticas o de poca relevancia hasta consentir la construcción del marco teórico referencial valorativo que prevalece sobre el puramente descriptivo, casi siempre en busca de reformas sociales, es el accionar político de las ciencias que estudian la salud colectiva 4.
Se pretende con la epidemiologia social, al operar en microespacios, el estudio de los determinantes estructurales de las desigualdades en salud dentro de los contextos socioeconómicos y políticos (ideologías políticas y actores económicos y sociales) que definen cómo los ejes de la desigualdad (clase social, género, edad, grupo étnico y territorio) determinan jerarquías de poder dentro de la sociedad que indudablemente influyen en las oportunidades de tener buena salud y por ello, en calidad de vida, particularmente en eventos sanitarios emergentes (en este caso la COVID-19), sobre los cuales existe mucha información aún por develar para evitar incurrir en la aculturación integrativa, es decir, en la imposición de procedimientos sanitarios que se opongan o atenten contra la estructura cultural de la sociedad objeto de la intervención 5,6.
Se concluye entonces, que la epidemiologia social al apuntar hacia la mutil y la transdisciplinariedad, y al distanciarse del pragmatismo empírico concausal como único enfoque epistemológico, proporciona una vigilancia epidemiológica clave en tiempos de pandemia, porque esta muestra los patrones reales de la infección por SARS-CoV-2 desde la estructura social con el fin de exponer las dimensiones sociales relevantes a controlar, sin descuidar la tradicional investigación etiológica (ciclo biológico, transmisión, susceptibilidad y contactos).