INTRODUCCIÓN
El síndrome metabólico (SM) se define como el conjunto de anormalidades metabólicas que comprenden: obesidad abdominal, colesterol HDL bajo, cifras elevadas de triglicéridos, glicemia y tensión arterial, que aumentan el riesgo de mortalidad por diabetes mellitus (DM) y enfermedad cardiovascular (ECV) en la población adulta en general 1, siendo esta última la principal causa de muerte en todo el mundo, incluido Colombia 2. Particularmente en los adultos mayores, grupo creciente en todos los segmentos de la población y con alta vulnerabilidad, el SM como predictor de riesgo de mortalidad no está claramente establecido 3. Esto podría deberse a que existen otros factores de riesgo diferentes a los cardiovasculares, además a que algunos componentes del SM como la presión arterial diastólica y la hipertrigliceridemia no están relacionados claramente con efectos adversos en la vejez 4. Finalmente, los puntos de corte se establecieron para la población adulta en general y pueden no ser óptimos para identificar adultos mayores con alto riesgo 5.
También existe controversia en las diferentes definiciones de SM y hay dificultades para establecer puntos de corte de las variables que se incluyen como criterios para su diagnóstico. En particular, la definición de los umbrales de la obesidad abdominal es compleja 6.
La presencia de SM depende de numerosos factores como el exceso de peso, sedentarismo, tipo y calidad de la alimentación 7, con mayor frecuencia en los adultos mayores, debido a los cambios en la composición corporal, como disminución de la masa muscular y aumento de masa grasa, especialmente la intraabdominal 8 y en la menopausia por los cambios hormonales que llevan al incremento de tejido adiposo visceral, hiperglicemia y dislipidemia 9.
La prevalencia del SM en adultos mayores es variable debido a la población estudiada, la metodología y los criterios diagnósticos utilizados 4. En Estados Unidos se presenta en 43,5 % de las personas mayores de 60 años 1, en las mujeres postmenopáusicas de Latinoamérica es del 42,9 % 10 y en Medellín se reporta una cifra de 45 % en un grupo de mujeres mayores de 65 años según los criterios de IDF 9.
Algunos estudios en Colombia solo reportan cifras en la población adulta en general; disponer de datos específicamente de los adultos mayores es importante, ya que este grupo poblacional va en aumento. Asimismo el aporte de la información es útil para realimentar la Política Nacional de Envejecimiento y Vejez del país dado que el comportamiento del SM como factor de riesgo cardiovascular es diferente de los adultos jóvenes y por esta misma razón las estrategias de prevención y tratamiento en los adultos mayores deben enfocarse de una manera distinta, buscando siempre mejorar la calidad de vida de esta población. Se reconoce que la pirámide poblacional en Colombia ha ido experimentando un proceso de transición demográfica, caracterizado por una reducción en la base de la pirámide, con una disminución de la población joven y un incremento de la población adulta mayor 11.
El objetivo del presente estudio fue determinar la proporción de SM según los criterios de ATP III e IDF en un grupo de adultos ≥60 años de Medellín- Colombia y explorar algunas asociaciones con variables sociodemográficas. La importancia de comparar un mismo diagnóstico con dos criterios diferentes es que mientras para el ATP III se deben cumplir tres componentes indistintamente, para el IDF es requisito la obesidad central, la cual puede afectarse en la población adulta mayor por los cambios propios del envejecimiento con incremento de la grasa corporal, principalmente la abdominal, y además porque no existen puntos de corte de esta medida antropométrica para este grupo poblacional en el país.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional descriptivo de corte transversal, con una muestra de 141 adultos (≥60 años) que consultaron a la Facultad de Odontología de la Universidad de Antioquia de la ciudad de Medellín, desde septiembre de 2014 hasta febrero de 2015. Los criterios de inclusión fueron tener 60 años o más, con capacidad de responder el interrogatorio y que de forma voluntaria aceptaran participar en el estudio. Se excluyeron aquellos con discapacidad física, mental o alteraciones que impidieran responder los cuestionarios y la toma de las medidas antropométricas.
Para la medición de los diferentes criterios del SM, se tomaron presión arterial, medidas antropométricas y pruebas bioquímicas: perfil lipídico y glucemia. La presión arterial se midió con esfigmomanómetro aneroide previamente calibrado, marca Welch Allyn DS44, mediante la técnica estandarizada por la American Heart Association y la European Society of Cardiology, con el sujeto en reposo sentado de 3 a 5 minutos y con la espalda apoyada y el brazo descubierto y soportado a nivel del corazón y sin ropa apretada 12.
Las pruebas bioquímicas se tomaron con un ayuno de 12 horas y fueron analizadas por el laboratorio de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Antioquia, certificado según normas Icontec ISO 9001 y IQNET (International Certification Network). Las muestras fueron analizadas con método enzimático colorimétrico, la glucemia se determinó por glucosa hexoquinasa, el colesterol por colesterol esterasa, los triglicéridos por lipasa y el colesterol HDL por peroxidasa. La valoración antropométrica la realizaron estudiantes del décimo semestre de Nutrición y Dietética, previamente capacitadas y estandarizadas, con las técnicas descritas por Lohman 13. El peso corporal se tomó en kg con una báscula digital marca Seca 813 (sensibilidad de 0,1 kg); la estatura se midió en cm, con estadiómetro marca Seca 206 (sensibilidad 0,1 cm); la circunferencia de cintura se midió con cinta métrica marca Seca 201 (sensibilidad 0,1 cm), en el punto medio situado entre la última costilla y la cresta ilíaca.
La información sobre aspectos sociodemográficos, clínicos y estilos de vida, se obtuvo por medio de un cuestionario. La variable estrato socioeconómico fue reportada por el adulto mayor y se clasificó como bajo (estratos 1 y 2) y medio (estratos 3, 4 y 5). Debido a que solo cuatro personas pertenecían al estrato 5, se incluyeron dentro de la categoría estrato medio. Respecto al nivel educativo, también fue reportado por el adulto mayor y se clasificó así: ninguno, primaria, secundaria, técnico/tecnológico y universitario. Adicionalmente, se utilizó la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (Elcsa), la cual clasifica el hogar como seguro con una puntuación=0 y hogar inseguro con una puntuación ≥1.
Se hizo una prueba piloto con 15 sujetos del Club del Adulto Mayor del municipio de Sabaneta con el fin de ajustar los formatos de recolección y estimar el tiempo de toma de la información.
El SM se definió para cada participante según los criterios diagnósticos del National Cholesterol Education Program and Adult Treatment Panel III (Ncep -ATP III) 14 y la International Diabetes Federation (IDF) 15 (Tabla 1).
Análisis estadístico
El análisis estadístico de la información se realizó con el programa Spss versión 21.0. Las variables cuantitativas se describieron por medidas de tendencia central y dispersión; las variables cualitativas mediante frecuencias y proporciones. Las asociaciones entre el SM por el IDF y las demás variables de interés cualitativas, se hicieron utilizando la prueba Chi2. Para explorar el comportamiento de variables numéricas con la presencia o no del SM por el IDF, se aplicó la prueba U de Mann Whitney para dos grupos. El nivel de significancia definido fue de p<0,05.
Consideraciones éticas
El Comité de Bioética de la Facultad de Odontología de la Universidad de Antioquia avaló y aprobó el protocolo del estudio. Todos los participantes firmaron un consentimiento informado y recibieron un documento con información acerca del proyecto, sus implicaciones, riesgos y beneficios.
RESULTADOS
De los 141 adultos mayores evaluados, 73,8 % fueron mujeres; la gran mayoría estaba en el rango de edad 60-74 años (84,4 %); el nivel educativo predominante fue primaria (41,1 %) seguido de secundaria (34,0 %) y la mayoría vivían en estrato socioeconómico medio (57,1 %). El 46,8 % cumplía con la recomendación de actividad física de 150 minutos/semana según según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Respecto a la seguridad alimentaria, 33,3 % vivían en hogares con inseguridad alimentaria (Tabla 2).
La frecuencia de SM por IDF fue mayor (45,4 %) en comparación con ATP III (27,0 %). Al analizar cada uno de los componentes, se encontró que la obesidad central fue la anormalidad metabólica más común por los dos criterios diagnósticos, seguido por el colesterol HDL bajo y por la hipertrigliceridemia, el menor porcentaje lo presentó la hiperglicemia/diabetes mellitus 2 (Figura 1).
Según la clasificación de la IDF, se halló asociación entre el SM con características sociodemográficas como el sexo femenino (p=0,026) y el nivel educativo bajo (p=0,011). Se observó una tendencia en la asociación con el estrato socioeconómico, aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa (p=0,056) (Tabla 3).
La mediana del IMC fue significativamente más alta en los adultos mayores que presentaron SM por IDF (29,4 vs 24,8; p<0,001), no hubo diferencias estadísticamente significativas con las demás variables cuantitativas (Tabla 4).
DISCUSIÓN
Este es uno de los primeros estudios en Medellín que reportan la proporción de SM en una población de adultos de 60 años y más, comparando los criterios diagnósticos de organismos internacionales como ATP III e IDF. Entre los reportes sobre prevalencia, sobresale el del National Health and Nutrition Examination Survey (Nhanes III), en el cual la prevalencia de acuerdo con los criterios del ATP III para población adulta mayor de 60 años en Estados Unidos, fue de 54,4 % 16, cifra superior a la encontrada en el presente estudio (27,0%) con la misma clasificación. Al tener en cuenta ambos criterios, Aliaga y colaboradores en Perú 17 reportaron una prevalencia mayor por IDF 35,3 % y menor por ATPIII 28,2 % en un muestreo probabilístico en 302 adultos mayores. Nogueira en Brasil 18 observó que el 61,4 % tenía SM por criterios IDF y el 45,2 % por criterios ATPIII en un grupo de 243 adultos mayores no institucionalizados. Similar a lo encontrado en el presente estudio, la proporción de SM cuando se utilizaron los criterios de IDF fue mayor comparado con los de ATP III, este resultado podría deberse al requisito de obesidad central (común en adultos mayores), diferente al ATP III que considera tres criterios independientes.
Por otro lado, con base en la clasificación por IDF, en este grupo de Medellín se observó que el SM fue significativamente mayor en las mujeres p=0,026, igual a lo encontrado en un estudio hecho en Brasil en una comunidad de adultos mayores, donde la prevalencia de SM en mujeres fue de 63,5%, con una significancia de p<0,001 19. Esta asociación puede deberse a que en la población femenina el riesgo de padecerla se incrementa en la etapa de transición a la menopausia, debido a los cambios metabólicos y hormonales y al incremento en el depósito de tejido adiposo visceral, lo que pone de manifiesto el sexo femenino como factor de riesgo para desarrollar el SM 5.
No se debe perder de vista que uno de los principales problemas de salud pública en la actualidad es el exceso de peso. Tanto el sobrepeso y la obesidad generan una serie de trastornos metabólicos que predisponen a la aparición de enfermedades crónicas no trasmisibles y un indicador simple para identificar estos factores de riesgo es el IMC, que mide la relación entre el peso y la talla elevada al cuadrado 20. En este estudio, el IMC fue significativamente más alto en los adultos mayores que presentaron SM por criterios de IDF, comparado con el grupo sin este, que podría deberse a que el IMC correlaciona de forma directa con la grasa corporal total, incluyendo la abdominal.
Aunque el IMC no es un criterio diagnóstico para ATP III ni para IDF, este indicador se asocia con mortalidad en adultos jóvenes, sin embargo, un meta análisis encontró que en personas de 65 y más años, el sobrepeso (IMC 25-<30 kg/m2) fue un factor protector para mortalidad por todas las causas, mientras que un IMC ≥30 kg/m2 no se asoció con mortalidad 21. Una relación inversa entre el IMC y la mortalidad, es lo que se conoce hoy en la literatura como la “paradoja de la obesidad” 22, este concepto genera incertidumbre y controversia, pues algunos estudios al referir este fenómeno han desconocido los cambios del peso corporal en el curso de la vida que al parecer son los que incrementan el riesgo de ECV, además, otros autores refieren más que un comportamiento lineal, una relación en forma de J entre el IMC y eventos cardiometabólicos o riesgo de mortalidad, mostrando que personas con déficit de peso u obesidad presentan mayor riesgo 23.
Respecto a los componentes del SM, un estudio prospectivo con adultos mayores de 65 años no institucionalizados en Estados Unidos 24, encontró que los componentes más frecuentes fueron la hipertensión arterial, la obesidad abdominal y los niveles elevados de glucemia en ayunas; diferente a lo encontrado en este estudio donde la obesidad central fue el componente más frecuente, seguido por el colesterol HDL bajo y la hipertrigliceridemia, y el menos frecuente la hiperglicemia/DM. Estas diferencias pueden deberse a la metodología y los criterios diagnósticos utilizados, así como las características étnicas, regionales, culturales y de estilo de vida de cada población estudiada 25.
En el presente estudio, el SM se asoció estadísticamente con bajo nivel educativo (p=0,011); de igual manera, Botoseneanu y colaboradores 26, encontraron que un bajo nivel educativo se asoció a una mayor prevalencia y el Estudio Nhanes III en el grupo de 35-64 años 27, informó que el riesgo de esta era mayor en las mujeres con baja educación (<12 años), esto puede deberse a que un bajo nivel educativo se asocia con un ingreso económico limitado, predisponiendo a un estilo de vida y a unos hábitos alimentarios más desfavorables, que inciden de manera negativa e incrementan el riesgo de padecer la enfermedad 28.
El perímetro de cintura ha sido ampliamente usado para el tamizaje de la población general y es considerado como uno de los criterios más controversiales a usar en la población adulta mayor para diagnosticar SM, debido a los cambios fisiológicos presentados con la edad en esta población, como son la reducción de la masa muscular, la talla y el incremento de la masa grasa y del tejido adiposo visceral 29. Para este estudio se usó el punto de corte de perímetro de cintura de ATP III ≥102 cm para hombres y ≥88 cm para mujeres, puntos de corte que identifican aproximadamente el cuartil superior de la población de Estados Unidos y el cual puede ser más apropiado por los cambios fisiológicos mencionados, además porque no existen puntos de corte validados para Latinoamérica 30. Este aspecto debería incentivar a los investigadores a realizar estudios que lleven a definir los puntos de corte específicos para la población adulta mayor de América Latina y determinar cuáles son los más apropiados para este indicador en las diferentes poblaciones. En Colombia, Gallo y colaboradores 31 proponen como punto de corte para identificar sujetos con esta condición, una circunferencia de cintura de 92 cm para hombres y de 84 cm para mujeres. Sin embargo, este estudio incluyó sujetos entre 30-65 años, lo que limita su uso en adultos con edades superiores. Por otro lado, una investigación realizada en Cuba, encontró que los puntos de corte de la circunferencia de cintura para diagnóstico de SM fueron 89,5 cm en la mujer y 93 cm en el hombre, sin embargo advierten que no son valores definitivos y que además incluyeron sujetos hasta los 67 años, lo que también limita su uso en los adultos mayores 32.
Los datos que arroja este estudio en Medellín, sugieren la necesidad de más investigaciones de este tipo, utilizando una muestra representativa de la población que evalúe la prevalencia de SM en las personas mayores de 60 años de la ciudad de Medellín y Colombia, utilizando criterios validados para definirlo y así mismo estandarizar los métodos de evaluación en nuestra población adulta mayor. Es esencial explorar factores ambientales, especialmente aquellos relacionados con el estilo de vida, ya que el conocimiento de dichos factores puede ser útil en la monitorización del síndrome y de sus componentes, lo que puede contribuir a planear estrategias de prevención secundaria para mejorar estas condiciones.
Por lo tanto, todos los esfuerzos para ampliar el conocimiento y optimizar su manejo están definitivamente justificados.
Entre las limitaciones de este estudio cabe resaltar que los resultados se circunscriben a un grupo de adultos mayores no representativo de Medellín, y por tanto las conclusiones no pueden ser extrapoladas en general a la población adulta mayor de la ciudad.
CONCLUSIÓN
La proporción de SM en este grupo de adultos mayores fue más alta cuando se utilizaron los criterios de IDF en comparación con los de ATP III; según IDF, se presentó asociación estadísticamente significativa en el SM con el sexo femenino, el bajo nivel educativo y un mayor IMC.
Dado que el SM en los adultos mayores tiene una complejidad diferente y asociaciones de riesgo distintas a los adultos más jóvenes, las estrategias de prevención secundaria deben enfocarse de una manera distinta, buscando siempre mejorar la calidad de vida de esta población que está en crecimiento.