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Revista Latinoamericana de Bioética

Print version ISSN 1657-4702

rev.latinoam.bioet. vol.19 no.2 Bogotá July/Dec. 2019

https://doi.org/10.18359/rlbi.4706 

Editorial

Bioeditorial La bioética: retos de la protesta social

Juan Maria Cuevas Silva

Giovane Mendieta Izquierdo


Los inicios de la bioética se enmarcan en un periodo de posguerra, caracterizado por avances tecnológicos, especialmente en las ciencias de la salud; además de fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales que han permitido el auge de prácticas que han afectado sistemas de vida de manera conveniente o inconveniente. Durante el último semestre, en el momento que se escribe este bioeditorial, América Latina ha estado inmersa en una serie de protestas sociales, motivadas por decisiones políticas, medidas económicas y proyectos democráticos fallidos, generadores de inconformidad ciudadana colectiva. Puerto Rico, Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia y Venezuela han sido territorios invadidos por el desasosiego y el inconformismo ciudadano. Por lo menos, estos parecen ser los casos más evidentes y significativos, de acuerdo con los registros de los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión) y los medios de comunicación digitales (redes sociales). Sin embargo, no pueden ignorarse las protestas silenciosas acontecidas en países como Nicaragua, Guatemala y Argentina y también en países del Caribe.

El hambre, el desempleo y la falta de oportunidades emanadas de sistemas económicos y educativos ineficientes, así como la promesa de la estructura democrática con respecto a la igualdad, la justicia social y la equidad han sido históricamente los temas más relevantes en la protesta latinoamericana. Sin embargo, nuevos temas están ahora a la orden del día, tales como la salud pública, el medio ambiente, la ecología y la inmigración, entre otros aspectos, propios de los procesos sociales, políticos, económicos y culturales emergentes en un mundo sobrepoblado con escasez de recursos y extinción de especies vitales para la supervivencia y sostenibilidad del planeta.

La protesta social de los últimos meses en América Latina hace parte de la inconformidad acumulada ante la incapacidad y corrupción de los gobiernos, constituidos por una clase política que, sin relación con su orientación política (derecha, izquierda, centro), tiene un interés en común: mantener un sistema establecido basado en la inequidad y social, no solamente en términos económicos, sino también en acceso a la salud, la educación y el trabajo. Además, esta clase política dedica su esfuerzo a promover políticas neocoloniales, que incluyen la explotación de nuestros recursos naturales y también del recurso humano.

Así, considerando que el mundo se encuentra atravesando una revolución que no es totalmente reconocida, vale la pena cuestionarse sobre cuál es el papel o la función de la bioética en este contexto. Podría responderse que, en principio, debe servir para tomar una posición crítica y argumentada frente a fenómenos como los que acabamos de describir, los cuales paulatinamente cobran mayor complejidad y generan mayor incertidumbre, inestabilidad, desasosiego y desesperanza.

El surgimiento de la bioética está asociado a la protesta ante el efecto de los avances en las ciencias de la salud y sus repercusiones en la práctica médica, la relación médico-paciente, el manejo del dolor y la enfermedad, los dilemas entre la cura y el ensayo clínico para verificar el éxito de un medicamento; es decir, un discurso bioético circunscrito y limitado a situaciones clínicas, surgido en países tecnificados. Pero, al abordar la bioética latinoamericana, es necesario tener en cuenta la riqueza de los contextos, dinamizados por una geografía física, ecológica, social y humana distinta y excepcional.

La bioética debe asumir un papel particular en América Latina. Considerando que las protestas sociales son manifestaciones de la inconformidad contra los políticos y sus esquemas ideológicos, estas se convierten en un escenario propicio para que el bioeticista tenga en cuenta contextos, para proponer alternativas que vayan más allá de una bioética clínica. Es decir, un lugar donde la bioética tenga en cuenta lo que sucede en la "clínica social de la cotidianidad", la cual no puede limitar los sucesos contemporáneos a la economía o a problemas financieros, aspectos centrales de una democracia fallida, y una de las fuentes y raíces del inconformismo y de la protesta social.

La bioética, junto con sus componentes, perspectivas, tendencias e investigaciones, se convierte en una alternativa para orientar las transformaciones sociales que han motivado protestas en el último año, en el continente. La bioética puede mostrar cómo las transformaciones sociales, solicitadas por medio de las manifestaciones masificadas de distintas colectividades y ciudadanías, deben desmarcarse de la mera preocupación económica y financiera como la única necesidad universal, internacional, mundial, global, local, etc. Desafortunadamente, lo económico y financiero son aspectos neurálgicos en América Latina, acompañados por prácticas de corrupción estructural, lo que convierte la inconformidad económica y financiera en el centro de protestas sociales, bien por incumplimiento de las promesas electorales o bien por el mal manejo de los recursos.

Además de ser un derecho, la protesta social es necesaria, pero no puede opacarse su sentido y función por prácticas delincuenciales y daño a la infraestructura, como tampoco pueden aceptarse los abusos de autoridad y poder de las fuerzas de Estado. Al analizar estos fenómenos, se evidencia que la bioética tiene el papel preponderante de hacer ver que la vulnerabilidad ya no puede ocultarse, que el trato respetuoso y digno, además de ser un deber de los estamentos gubernamentales y estatales y sus fuerzas, es también un deber de los ciudadanos.

La bioética puede cumplir una de sus funciones cuando se presentan hechos de violencia, en medio de la protesta social, contribuyendo para que se tome conciencia histórica y ciudadana del respeto y buen trato hacia la alteridad. La violencia asociada a la inconformidad aparece como un elemento que exacerba los ánimos de las colectividades y ciudadanías, al tiempo que motiva el ejercicio de la fuerza por parte del Estado. El papel de la bioética es, entonces, hacer un llamado al diálogo, donde se tenga como principio rector el bienestar de todos, sin caer en el error histórico del bienestar de una minoría y vender los principios de la protesta social.

La protesta social en la América Latina del 2019 no es la misma de los años iniciales del nuevo milenio o los de la década de 1980, por lo menos en lo que tiene que ver con el manejo de la información y la comunicación de los hechos. Es necesario que la bioética haga un llamado contundente a los medios de comunicación para que se ejerza la transparencia, la imparcialidad y la objetividad en la forma como se dan a conocer los hechos, por ejemplo, como ya ocurre en las redes sociales. En medio de esta revolución de la información y la comunicación, se evidencia que la sociedad está en medio de la desinformación y la incomunicación, a pesar, justamente, de la injerencia de las redes sociales en la difusión de la información.

La publicación de videos y chats, así como la manifestación de posturas por medio de Twitter, Facebook e Instagram, sin olvidar las cadenas en WhatsApp, se ha convertido en protagonista de una protesta social que se sale de las manos de los sistemas democráticos fallidos y sus medios tradicionales de comunicación. Este fenómeno hace que la bioética ponga de manifiesto el problema de la "verdad" y "veracidad" de los hechos, ya que la manipulación de la información y la comunicación hace florecer resistencias en colectividades y ciudadanías vulnerables.

La protesta social en América Latina es una oportunidad de resignificar y recontextualizar el papel de la bioética en nuestra región. Es una escuela para demostrar que la bioética trasciende la clínica; que incursiona en otro tipo de situaciones o problemas sociales, sin olvidar sus tradicionales trayectorias; que es necesaria para trabajar los procesos sociales referentes a la vulnerabilidad y manejo de la verdad de los hechos; sin ser juez, pero sí veedora y creadora de consciencia frente a la realidad; que es posible construir una bioética de intervención, social, crítica, de frontera, para responder a las necesidades de una América Latina que acude a la protesta social porque requiere un sistema de vida en el que todo y todos tengamos justicia y equidad.

La bioética en América Latina ha sido protagonista de protestas silenciosas, ya es tiempo que salga del anonimato...

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