Introducción
El estigma arruina la identidad, tiene efectos indeseables en la condición humana, genera valoración negativa por la sociedad, es un término utilizado para referirse a un atributo desacreditador como lo menciona Goffman, (1963). Desde un perspectiva psicosocial se reconoce como una señal, marca, signo, manifiesto o no, que permite que aquel que lo porta se incluya en una categoría social en cuyos miembros se crea una respuesta social negativa (Marichal, & Nieves, 2000). Desde que se reconoció que homosexuales y lesbianas sufrían rechazo, discriminación e invisibilidad, se acuñó el término homofobia (Weiberg, 1972), para describir esta situación, la comunidad LGBT ha transitado un sendero muy empedrado, marcado en gran parte por el discurso hegemónico de turno y las cosmovisiones de la sociedad dominante. En este grupo social se han construido categorías sociales mediadas por la visión heteronormativa (Liscano Rivera y Jurado de los Santos, 2016), vinculadas a creencias estereotipadas que dan lugar a la discriminación (Crocker et al, 1998), exclusión y hasta perdida de estatutos social (Link y Phelan, 2001); surgen así otros términos desacreditadores como Lesbofobia (Kitzinger, 1986); bifobia (Ochs y Deihl, 1992; Ochs, 1996) y transfobia (Norton, 1997). Se han identificado rutas que orientan al prejuicio, discriminación, violencia y estigma: (Goffman, 1963) en relación a atributos y estereotipos (Jones, E. et al. 1984), de orientación sexual diferente (Rivera- Quiñones, 2013; Balsam y Mohr, 2007; Herek, Gillis y Cogan, 2009), sexual relacionado con violencia, conflicto armado y discriminación de sexualidades no normativas (Winskell y Sabben, 2016; Rincón-Angarita, 2017); es así, como socialmente se cree que este grupo es de status inferior al heterosexual (Herek, 1984; 2004), lo anterior, genera deficiencias en la salud mental por estatus social desfavorecido (Kertzner, Et al. 2009).
Estudios gais y lésbicos han surgido de la necesidad de abordar los derechos de los grupos que sufren discriminación por razones de su identidad y prácticas sexuales o de género (Rodríguez-Otero, et al., 2017). Se ha identificado que ahora los jóvenes revelan su identidad sexual a temprana edad, con su familia y amigos, esto respecto a generaciones anteriores (Floyd, Blakemann, 2006), situación que genera mayor victimización y discriminación por su exposición y visibilidad (Braveman, Barclay, 2009). Estudios reconocen avances significativos en sujetos con homofobia internalizada (Ryan, 2017), estigma en relación con VIH (Emlet, et al., 2015; Logie, et al. 2017) y depresión (Hylton, et al. 2017); además de relación de la vacuna contra el virus del papiloma humano y su relación con la identidad de género (Bednarczyk, et al., 2017). Esta evidencia empírica proporciona información sobre procesos sociales y simbólicos que permiten comprender la amplia gama de individuos y comportamientos; devela prácticas, movimientos y aporta a la comprensión de las necesidades de salud al interior de la comunidad LGBT (Gates, 2017). Sin embargo, se ha sostenido la violencia y perpetuado el estigma sexual, esto desde un contexto de discursos transnacionales más amplios (Winskell y Sabben, 2016), los medios de comunicación juegan un papel importante de información relacionada con las personas LGBT y su relación con el VIH-SIDA, en donde se perpetua la estigmatización y la discriminación (Astuti, et al., 2017; Carratalá, 2017). Es así, como los esfuerzos de la teoría Queer pretende normalizar la identidad homosexual y liberar las diversidades sexuales del estatuto normalizador (Seidman, 2001), propio del pensamiento heteronormativo.
Las personas con diversidad sexual y de género, se construyen socialmente de acuerdo con: dinámicas socio afectivas, religiosas, académicas, vivencias individuales y colectivas; así como el entorno social donde se desarrollen (Herek, et al. 2010; Rodríguez y Ouellette, 2000). Sin embargo, en áreas urbanas y rurales, los individuos LBGT experimentan marginación y desapego de su comunidad (Astuti, et al., 2017). Los nuevos discursos, progresivamente han ganado espacios reduciendo el estigma, discriminación y vulneración de derechos fundamentales, para que los miembros de la comunidad LGBT ejerzan su ciudadanía y sus derechos e incursionen en la participación política y/o libertad sexual (Shields, et., al. 2013; Mite- Galarza y Iperti-Nicola, 2017). Los movimientos sociales permiten un desentrañamiento de sus prácticas a la luz de los grupos construidos por comunidades LGBT en diferentes países.
En América Latina se reconoce gran diversidad cultural, aspecto que invita a considerar las características socioculturales de cada país (Barrientos, 2016). Desde la academia se reconocen aportes primigenios en Nicaragua con Lancaster (1999); México, con los trabajos de Carrier (1976; 1985; 2003) y en Brazil con RichardParker (1999), PeterFry (1982) y NestorPerlongher (1993); trabajos que aportaron al esclarecimiento de las relaciones eróticas y sexuales en personas del mismo sexo, en donde además se reconoce el sufrimiento y el estigma. Respecto a la defensa y promoción de derechos civiles de la comunidad LGTB, países como México, Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y Colombia están en la punta de lanza, en especial en discriminación (Barrientos, 2016; Figari, 2010), mitigando el estigma y avanzando en la aceptación social de esta comunidad. El movimiento LGBT en Bogotá, Colombia, ha trabajado desde hace más de cuatro decenios en la conformación de identidades y marcos de sentido que le han permitido acciones, separadas o conjuntas (Cantor, 2008), enderezadas a mitigar la estigmatización y segregación al que están sometidos (Herrara-Parra y Pulgarin-Arias, 2013; Lafaurie, 2014), en donde se privilegian repertorios de acción de carácter artístico, cultural, virtual y político (Cepeda-Bolívar, 2017; Guerrero, SutachanSu, 2012), que aportan a desmitificar y des-estigmatizar esta población. El objetivo de esta investigación es describir el estigma internalizado en un grupo LGBT de Bogotá, Colombia.
Metodología
Este trabajo se realizó siguiendo la perspectiva de estudio de caso propuesta por Stake (1995) entre enero de 2014 y diciembre de 2015, debido a su naturaleza interpretativa estuvo sujeta a una estructura circular y recurrente para verificar la fortaleza de sus clasificaciones (Pérez, Llorente & Cano, 2002), consistió en una descripción de los discursos particulares en voz de los participantes, esto dio paso a realizar una generalización naturalista propuesta porStake & Trumbull (1982), que consistió en un proceso de reflexión sobre la información obtenida, los detalles, las descripciones de los participantes y la consistencia en las similitudes del caso de estudio, esto permitió establecer generalizaciones (Melrose, 2010).
Participantes. Se realizó muestreos por fases: a) Propositivo (Bernard, 2006; Morse, 1991), se contempló la participación de ocho sujetos de la comunidad LGBT de Bogotá, Colombia (Tabla 1), hasta llegar al punto de saturación (Glaser y Strauss, A. 1967; Ritchie, Lewis y Elam, G. 2003) y riqueza de los datos (Fusch y Ness, 2015); b) Por Conveniencia: considerados informantes, estas personas según Galeano (2004) contaban con la competencia social y cultural, puesto que conocían y vivían la realidad objeto de estudio, condición necesaria para el propósito de este estudio. De manera que se contemplaron ámbitos y actores (Guber, 2004; Kleinsasser, 2000), de cada uno de los grupos: lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, que luego de conocer los objetivos del estudio, decidieron participar voluntariamente, previa firma del consentimiento informado. Uno de los criterios para participar en el estudio fue reconocer y aceptar su orientación sexual (Ardila, 2008; Lameiras y Carreras, 2008) y/o identidad de género (Buttler, 1990; 1998; Lerner, 1986; Lamas, 1986), o en alguna de las categorías antes mencionadas. Todos advirtieron que no había inconveniente en utilizar su nombre verdadero en los relatos o la información expuesta, sin embargo, se garantizó su integridad para evitar efectos adversos, los nombres han sido cambiados.
Se presenta una descripción a los participantes por edad, orientación sexual, sexo biológico, deseo sexual, identidad genérica y escolaridad. (Ver cuadro 1).
Participante | Edad en años | Orientación sexual y genérica1 | Sexo biológico | Deseo sexual | Identidad genérica2 | Escolaridad |
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Ismenia | 50 | Travesti | Masculino | Mujeres | Hombre | Profesional |
Enrique | 32 | Gay | Masculino | Hombres | Hombre | Profesional |
Sonia | 45 | Lesbiana | Femenino | Mujeres | Mujer | Profesional |
José | 30 | Bisexual | Masculino | Hombres/mujeres | Hombre | Profesional |
Luisa | 32 | Transexual | Masculino | Hombres | Mujer | Profesional |
Julián | 27 | Gay | Masculino | Hombres | Hombre | Profesional |
Tobías | 25 | Transgénero | Femenino | Mujeres | Hombre | Tecnológica |
Roxana | 22 | Lesbiana | Femenino | Mujeres | Mujer | Profesional |
Técnicas e Instrumentos. Se realizaron ocho entrevistas semiestructuradas (Bernard, 1998), construidas mediante guía temática de acuerdo a los objetivos de la investigación, por uno de los investigadores, con una duración promedio de 60 minutos, en la cual se permitieron la interacción, creación y recreación de las condiciones históricas y socio biográficas que favorecieron la recolección de la información, dichos hallazgos permitieron profundizar en la comprensión de la diversidad en este grupo social (Minayo, 2017). Las entrevistas fueron grabadas en cinta magnética, transcritas literal e íntegramente en texto Word para Windows 98 versión 8,0, por uno de los investigadores. Es de anotar que durante el proceso de entrevista, se pudo profundizar en algunos temas, abordar unos nuevos planteados por los mismos entrevistados, y sobre todo permitir que cada uno de los participantes pudieran expresar los discursos más importantes respecto a su condición sexual, sus observaciones y vivencias al respecto.
Análisis de la información. La información se dividió en dos grupos, que fueron analizados de diferente manera, los datos fueron reducidos mediante un proceso de selección propuesto por Miles and Huberman (1984), desde la perspectiva de los estudios de caso consistió en ordenar los relatos de los participantes según características afines por tema o situación de vida (Botía, 2002), se trató de dos tipos de reducción de la información, dentro de la narración de cada caso y entre las narraciones de los casos (Shkedi, 2005). A través del software Atlas ti Versión 7 se realizó el análisis textual y contextual de la siguiente manera: a) análisis textual, se partió del nivel textual, previa codificación abierta (Gibbs, 2007; Richards, 2009), caracterizando la composición y estructura de la narración, centrándose fundamentalmente en el plano del enunciado y considerándolo en su dimensión de objeto de estudio; b) análisis contextual, a partir de los procesos comunicativos intersubjetivos comprendidos en las narraciones, se centró en el plano de la enunciación y se consideró el discurso en la dimensión de hecho o acontecimiento singular que permitió reducir la información, agrupando conceptos globales en segmentos libres que permitieron formar subcódigos, códigos, familias de códigos y finalmente redes a través de todas las narraciones (Saldaña, 2009). El análisis permitió identificar en las narraciones las diferentes manifestaciones de estigma, que permitió ubicar conceptos y tramas.
Consideraciones éticas. Se tuvo presente la normatividad nacional e internacional vigente para investigaciones con seres humanos. La Resolución No. 008430 de 1993, del Ministerio de Salud de Colombia, según su artículo 11 esta investigación se consideró “sin riesgo”. No vulneró la intimidad y privacidad de las personas; la entrevista, previo consentimiento informado, no generó algún tipo de exaltación o cambio en su comportamiento. Se acogieron los principios éticos universales de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos humanos, (2005).
Resultados
En este grupo de participantes se identificó relaciones de poder, en donde lo predominante es el pensamiento heteronormativo, bicategorial, considerado como normalidad. Una persona con diversidad sexual, se percibe desde el-ser- como un ciudadano incompleto, que mimetiza su orientación sexual, identidad de género y preferencias sexuales, o se niega a sí mismo para evitar el señalamiento, rechazo, discriminación y estigmatización, se reconoce una lucha constante de búsqueda, aceptación y mantenimiento de algún estatus, que lo lleva al -hacer- en donde se encuentra con su principal tarea, el reivindicar el derecho a la diferencia, para alejarse del estigma, discriminación y luchar por la igualdad. El -ser- y -hacer- se conjuga como dos elementos esenciales e indisolubles en la construcción del estigma internalizado, el uno no puede estar plenamente ejercido sin la participación del otro.
Estigma internalizado
El estigma sociocultural (Marichal, F. & Nieves Q. M. 2000), permea el ser y el hacer en los participantes, se devela un estigma internalizado en sus discursos, dado por la discriminación y el rechazo, elementos que se reconocen como limitantes en la comunidad LGBT, que los etiqueta y desvaloriza socialmente:
“Cuando uno se expresa le hacen la encerrona, lo cogen a uno diciéndole defínase, ¿usted es para este lado o para cuál?” José, -Hombre bisexual-
“De niña orinaba sentada, los compañeros me recriminaban y los psicólogos buscaban establecerme parámetros de normalidad”… “La loca del colegio”…
“Me mandaron, a ver si me componía en Israel”…
“Cuando te agreden, cuando te maltratan, cuando no te aceptan, tú aprendes a tener los guantes puestos.” Luisa, -Mujer Transexual-
“Nos da miedo salir, nos da miedo pedir ingreso a la Universidad, nos da miedo pedir trabajo.” Ismenia, -Hombre Travesti-
De lo anterior, emerge un detonante de tipo negativo, el estigma internalizado y ejercido. Esta categoría, identificada, va de la mano con situaciones denunciadas y conocidas, como es la discriminación y el señalamiento de la orientación sexual con etiquetas como: pervertido, degenerado, enfermo, pecaminoso.
“Mi madre tenía una preocupación que los medios de comunicación le arraigaron, “esos gais son sidosos, son promiscuos, se la pasan rumbeando, meten droga”… “Se acabó el apellido de la familia, pero ¿por qué? ¿Qué educación le di?” Enrique, -Hombre Gay-
“Un amigo fue al médico a hacerse la prueba del VIH, le dijeron que eso les pasaba por promiscuos, que eran una partida de eso, de lo peor, que eran unos perros”… “A su hermano le preguntaban: ¿cómo está su hermano y su cuñada? La orientación sexual era un secreto, pues allí eran homofóbicos y luego me mandaron matar”… “Producto de una afección en la piel, una erupción fuerte, se empezó a decir que posiblemente tenía SIDA. Sonia, -Mujer Lesbiana-
El fenómeno de las violencias de género cobra gran importancia no solo para la comunidad LGBT, sino para la sociedad en general; estas violencias generadas por el estigma sociocultural, que en algunas esferas se naturalizan, pueden constituirse en un problema de salud pública.
“Me preocupan las expresiones de algunos congresistas que por desconocimiento atentan contra los ciudadanos LGBT y generan en la mayoría de las personas un resignarse a lo que les tocó”…
“Deben cuidarse las nuevas generaciones, de no dar escándalos o dar de que hablar.” Julian, -Hombre Gay-
“La sociedad te obliga a algo que no es. ¿Qué hacer para que entiendan que soy un hombre? La gente confunde ser transgénero con lesbiana. En Colombia falta mayor conocimiento de las chicas Trans, pues las confunden con los travestis, no las ven como mujeres.” Tobías -Hombre, Transgénero-
Es necesario dar prioridad a buscar amparo en el derecho; si es necesario, en el derecho internacional, para proteger los derechos humanos de este grupo social. Así como la ausencia de las mujeres y sus preocupaciones han sido característica del derecho internacional, la discriminación contra la comunidad LGBT también ha sido permanentemente ignorada. Este silencio del derecho internacional ha sido interpretado en ocasiones como la forma de legitimar conductas violentas y discriminatorias contra la comunidad LGBT, sin que haya habido una clara respuesta internacional de rechazo o compromiso con la igualdad y la dignidad humana.
“Le pidieron a mi familia que me sacaran del colegio, que me llevaran a un colegio de solo niños, que me dieran un tratamiento hormonal”… “He sabido de casos donde a chicas trans que quieren ir vestidas de niña al colegio no se lo permiten, las sacan, a no ser por una tutela le reintegran su derecho”. Ismenia, -Hombre travestí-
“Lograr tumbar tabúes que se tienen hacia los LGBT, pues los cristianos dicen que somos el demonio”... “A los Trans los consideran la escoria de los homosexuales”. Sonia, -Mujer Lesbiana-
El silencio y las omisiones son una manera de legitimar las conductas violentas de rechazo y discriminatorias. La violencia contra ellos y ellas, se ha naturalizado, como si fuera algo necesario y parte de sus vidas.
“De allí no salen porque las encerraron en ese espacio geográfico, donde las matan con muerte social”… “Crímenes cometidos con sevicia: descuartizamiento, quemaduras con ácido.” Luisa, -Mujer Transexual-
Cuando no se indica claramente que la violencia y la discriminación para los individuos de la colectividad LGBT están expresamente prohibidas, se genera una alta probabilidad, no solo de persistir, sino de ser tolerada y animada en muchas ocasiones por el propio Estado o sus líderes; incluso, que los mismos individuos de estas colectividades terminen por considerar que es normal y natural tales violencias y discriminaciones. Esto es lo que se identifica como estigma en sus dos acepciones: estigma ejercido e internalizado.
“Las autoridades educativas del bachillerato pensaban que era una persona con problemas de sexualidad, que necesitaba un tratamiento psicológico”... “Desde el Estado faltan más acciones con los chicos Trans. Que en lo laboral se le reconozca como hombre, que no se necesita órgano genital” Tobias, -Hombre Transgénero-
El estigma internalizado permite plantear un pronóstico que indica vulneración e inequidad para gais, lesbianas, bisexuales y transexuales, que de no tomar en cuenta estas circunstancias y trabajar por la superación de esta problemática, vivirán en constante amenaza y vulneración de sus derechos humanos.
“A una de sus parejas el hermano y la mamá lo votaron de la casa por ser gay”… “Buscar un hombre con músculos grandes que brinde protección, esto podría estar relacionado con sentirse desprotegido en una sociedad que discrimina”. Julian, -Hombre gay-
“Si dos niñas se ven agarradas de la mano lo ven bien, pero cuando son dos hombres que están en demostración afectiva cercana. ¡Agresión fuerte y los atacan!”. Roxana, -Mujer Lesbiana-
Se identificó en los discursos un estigma sociocultural en la vida cotidiana, situación que constriñe a los sujetos LGBT y permea la construcción como sujetos, elementos que configuran un estigma internalizado. Se ha evidenciado en los discursos: desprecio y animadversión social, que generan limitaciones al ejercicio y goce de los derechos humanos: civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, y otros afines a la libertad sexual y la ciudadanía, aspectos que reflejan la estigmatización que sufre este grupo social.
Discusión
El heterosexismo (Barret y Logan, 2002; Herek, 1986), la heteronormatividad (Warner, 1991) y las concepciones de género dicotómico son aspectos socioculturales directamente vinculados con la vulneración de derechos afectando la convivencia social. Los datos aquí encontrados indican que la homofobia (Weiberg, 1972), Lesbofobia (Kitzinger, 1986); bifobia (Ochs y Deihl, 1992; Ochs, 1996) y transfobia (Norton, 1997), promueven el rechazo social y las transgresiones de género, con mayor frecuencia en espacios de convivencia como la familia, escuela, trabajo y vecindario, en donde se reconoce el estigma sociocultural (Marichal y Nieves, 2000). El estigma sociocultural carga una fuerte presión social que constriñe a los sujetos LGBT, se encuentra en ellos un estigma intrínseco que los marca como diferentes, no normales, contaminados, descartables, por debajo del estándar, fácilmente discriminados, etiquetados, rechazados y estigmatizados, situaciones que reducen sus posibilidades como sujetos sociales (Goffman, 1963; Herek, Gillis y Cogan, 2009).
La discriminación es consecuencia de la estigmatización, esta última es una distinción, no objetiva, hecha en contra de una persona, generando trato injusto (Goffman, 1963; Herek, Gillis y Cogan, 2009; Pantoja-Neira y Estrada-Montoya, 2014). Al discriminar y señalar la diferencia como algo negativo y repudiable, las personas se convierten en productores de estigma; en este grupo de personas se encontró un estigma de género intrínseco, permeado por el poder hegemónico, heteronormativo, patriarcal, bicategorial, reconocido en formas de censura, rechazo y exclusión, aspectos descritos en estudios previos (Barón- Vioque, Cascone y Martínez, 2013), situación que aumenta los niveles de estrés psicológico en mujeres lesbianas y bisexuales (Szymanski, 2005). En este grupo LGBT se reconoce el estigma en sus dos tipos: ejercido o promulgado y percibido o interiorizado, estos sujetos son particularmente vulnerables, con altos niveles de prejuicio sexual, homofobia (Ryan, 2017), lesbofobia (Kitzinger, 1986), transfobia (Norton, 1997) y bifobia (Ochs y Deihl, 1992; Ochs, 1996) internalizadas, situaciones que limitan el pleno ejercicio de la ciudadanía, vulnerando los derechos humanos (Joya-Ramírez, 2016). Se destaca una postura social negativa, en donde se afectan los principios fundamentales como: el respeto por las personas, autonomía, igualdad, justicia, equidad, no discriminación, no estigmatización, así como la dignidad humana; situación que genera una percepción de pérdida de estatus social, reducción de cuotas de poder: económico, político y social; limitando las posibilidades de empleo, bienestar psicológico y vida en general (Barón-Vioque, Cascone y Martínez, 2013); aspecto que los invita al secretismo, generando tensión y estrés de decidir, cómo y con quién atacar su estigma internalizado (Greene, et al. 2003), realidad que genera aislamiento y ansiedad de poder ser descubiertos. Contrario a los sujetos que encuentran apoyo a su autonomía en la familia, amigos y compañeros de trabajo, estos predicen mayor revelación y bienestar, atacando así la homofobia internalizada (Ryan, et al. 2017).
Se reconoce la violencia verbal como el tipo más frecuente en la población LGTB, esta es originada por el heterosexismo, que se refleja en actitudes hostiles traducidas en discriminación (Rodríguez-Otero, et al. 2017), las personas señaladas o discriminadas, eventualmente esperaran estas reacciones, se anticipan antes o incluso cuando ni siquiera ocurren, esta reacción obedece a construcciones y creencias socio-culturales que promueven en las personas la idea de pertenecer a un grupo anormal; esto se conoce como estigma interiorizado o percibido. (Cantor, 2008). Esta situación también se presenta en escenarios como los servicios de salud, en donde se ha documentado que se exacerba el estrés y depresión por el estigma y la falta de leyes que niegan identidades no heteronormativas (Hylton, 2017), generando barreras para acceder a servicios como el tratamiento de VIH, ocultando así su orientación sexual y/o identidad genérica (Emlet, 2015; Logie, et al. 2017). La estigmatización y su consecuente discriminación en la comunidad LGBT son parte de luchas por el poder que emergen del corazón de la vida social, el estigma es generado por diferentes actores sociales que pretenden legitimar su status dominante en el marco de estructuras sociales que generan inequidad social (Pantoja-Neira y Estrada-Montoya, 2014). Es urgente la transformación de la sociedad y el ethos en sus distintos ámbitos: estatal, escolar, religioso y familiar para que cada ciudadano pueda ejercer sus derechos, “ser” y “hacer”, desarrollar sus capacidades conseguir tener vidas plenas y satisfactorias a pesar del estigma (Miller y Major, 2000).
El equívoco concepto sobre las personas LGBT y el papel de los medios de comunicación como espada de doble filo, pone de manifiesto la urgente necesidad de Educación socio-sanitaria para personas en general y proveedores de salud, a fin de reducir la estigmatización y la discriminación (Astuti, et al. 2017). Se necesitan más trabajos de investigación e intervención en salud pública, desde la perspectiva de género, para comprender y mejorar las disparidades en salud mental por identidad de género y sexual, este es un determinante social que invita a ser más estudiado, se requiere de un mayor esfuerzo de vigilancia para monitorear las desigualdades en salud mental, se sugiere incluir preguntas tipo encuesta que permitan evaluar la identidad sexual y de género en investigaciones de cohorte epidemiológico que permitan obtener datos sobre la población lesbiana, gay, bisexual, transexual, situación que permitirá atender sus necesidades particulares, para la formulación de políticas públicas (Shields, et al. 2013; Reisner, 2017). Así como mejorar las estrategias de prevención de la salud primaria y secundaria para el creciente número de sujetos LGBT (Emlet, et al., 2015) y continuar trabajando en intervenciones destinadas a erradicar la homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia, sensibilizando a las personas en distintos escenarios donde se detecten esas actitudes (Rodríguez-Otero, et al. 2017). Los hallazgos sugieren la necesidad de cambios en las políticas públicas y prácticas sociales para mejorar la confidencialidad, reducir la discriminación y el estigma relacionado con el VIH y las personas LGBT en entornos comunitarios y sociosanitarios (Logie, et al. 2017; Emlet, et al. 2015); se ha evidenciado que en contextos de legislación antidiscriminatoria, se tiene más probabilidad de divulgar su identidad sexual (Baldwin, et al. 2017). Se hace necesario identificar las necesidades de salud de la población LGBT, propendiendo por entornos de atención de salud que reafirmen y respondan a las necesidades, sensibilidades y desafíos socio-culturales específicos de este grupo social (Keuroghlian, Ard Kevin y Makadon, 2017; Gates, 2017).
El presente estudio destaca como ventajas la entrevista como técnica de recolección de información, la cual permitió develar los aspectos inherentes al estigma internalizado, permitió un acceso libre y espontaneo a elementos inconscientes y libres de censura; así como la diversidad de población LGTB. Además, en lo que respecta a identidad sexual y de género, se entiende como una concepción anquilosada que no permite comprender la complejidad genérica y sexual de los sujetos aquí estudiados, se sugiere hacer uso del concepto “existencia sexual” que vislumbra la vida sexual de los sujetos como un estado dinámico (Núñez-Noriega, 1999: 32).
Conclusiones
El concepto de identidad bicategorial no permite explicar los múltiples comportamientos, practicas, emociones y deseos sexuales aquí descritos, estos rebozan este concepto. La identidad no necesariamente condiciona de manera lineal los comportamientos, deseos y prácticas sexuales (Mendieta-Izquierdo, 2015). Sin embargo, se reconoce como limitantes las restricciones propias del diseño, razón por la que se sugiere tomar con precaución los resultados de este estudio, su aplicación no puede generalizarse, se debe extrapolar con otros contextos similares.
La familia, escuela, trabajo, iglesia y vecindario siguen apareciendo como los lugares más frecuentes donde se discrimina y estigmatiza a los seres humanos que expresan su diversidad sexual o su orientación de género no heteronormativa y por tanto se transgreden derechos humanos, no permitiendo el ejercicio pleno de la ciudadanía.
No se reconoce a los miembros de la comunidad LGBT como sujetos morales autónomos y mucho menos se le permite desarrollar sus capacidades para lograr un mejor desarrollo humano, situación que se refleja en sus discursos develando un estigma internalizado.
Las sociedades machistas heteronormativas y las instituciones fundamentalistas no reconocen la ciudadanía plena de las personas LGTB, imponen sus jerarquías y poder, expresan y enseñan el estigma y la discriminación hacia los hombres y mujeres con diversidad sexual.