Introducción
La actividad física (AF) se entiende como cualquier movimiento corporal producido por la musculatura esquelética que se transforma en gasto energético y, a su vez, se encuentra determinado por componentes fisiológicos, biomecánicos y psicológicos (World Health Organization [WHO], 2007, 2018b). En consecuencia, la AF regular proporciona múltiples beneficios para la salud física y mental (Barbosa y Urrea, 2018; Fox, 1999; Pašková, 2010; Powell, Paluch y Blair, 2011; Warburton, Nicol y Bredin, 2006).
Entre los efectos favorables de la AF sobre la salud física se tienen: (a) reduce el inicio y la progresión de patologías; (b) se reconocen cambios en la adiposidad, la sensibilidad a la insulina, el control glucémico y la presión arterial (Bassuk y Manson, 2010; Sundberg, 2018); (c) contribuye a prevenir y tratar enfermedades cardiovasculares (Archer y Blair, 2011; Arena et al., 2018); (d) ayuda a controlar la obesidad; (e) reduce la incidencia de diabetes tipo II (Dankel, Loenneke y Loprinzi, 2017; Márquez-Rosa y Garatachea-Vallejo, 2010; Sargeant et al., 2018; Warburton et al., 2006); (f) mejora significativamente las capacidades condicionales (fuerza, resistencia, flexibilidad, entre otros); y (g) reduce la pérdida ósea (Knoll et al., 2018; Oliveira et al., 2018). Además, recientes análisis han señalado que el ejercicio regular reduce el riesgo de cáncer y la reaparición de enfermedades (Boing et al., 2018; Helbrich, Friese y Härtl, 2019).
Paralelamente, la práctica de AF beneficia la salud mental y psicológica. Se reconoce como método terapéutico (Leyland, Currie, Anderson, Bradley y Ling, 2018; Stubbs et al., 2018) y aliado en los procesos de intervención en patologías como el estrés, la ansiedad y la depresión (Ashdown-Franks et al., 2018; Paluska y Schwenk, 2000). Las personas que reportan niveles de AF moderado o vigoroso son menos propensas a presentar altos niveles de estrés percibido (Gerber et al., 2018; Mücke, Ludyga, Colledge y Gerber, 2018), burnout, síntomas de depresión y ansiedad, en comparación con las personas que reportan un estilo de vida sedentario (Dinas, Koutedakis y Flouris, 2011; Trajkov et al., 2018). De igual modo, la AF se considera un factor protector en la aparición de síntomas asociados a trastornos de personalidad, estrés laboral o académico, ansiedad social, falta de habilidades sociales y disminución del impacto laboral y social (Mason y Holt, 2012).
En términos generales, la evidencia científica disponible sobre AF relacionada con la salud física y mental es amplia. Las líneas de investigación discuten acerca del nivel de AF que resulta más beneficioso para la salud, razón por la cual el estudio de los niveles de AF cobra importancia en la dosificación de la AF. Aun así, se sigue demostrando que la AF contribuye a la prevención de enfermedades crónicas y se asocia con el estado de salud física general (Massidda, Cugusi y Mathieu, 2015; Thompson-Coon et al., 2011; Warburton et al., 2006), además, beneficia dominios cognitivos complejos y metacognitivos (Aguirre-Loaiza, Arenas et al., 2019; Aguirre-Loaiza, Parra, Bartolo, Cardona y Arenas, 2019; Álvarez-Bueno et al., 2017; Gajewski y Falkenstein, 2016; Guiney y Machado, 2013) y posibilita la formación de las personas en contextos incluyentes (Hallal et al., 2005; Yun-Ya, Chien-Yuan y Mei-Chi, 2018).
En lo que respecta a la comunidad universitaria, existen estilos de vida inadecuados, con prevalencias altas en sobrepeso, obesidad y sedentarismo, las cuales aumentan progresivamente con la edad (Cadarso-Suárez, Dopico-Calvo, Iglesias-Soler, Cadarso-Suárez y Gude-Sampedro, 2017; Varela, Duarte, Salazar, Lema y Tamayo, 2011). La percepción y satisfacción de la imagen corporal se asocia con medidas de composición y con la duración del ejercicio físico (Aguirre-Loaiza, Reyes, Ramos, Bedoya y Franco, 2017). Estos y otros aspectos destacan la importancia de realizar AF de manera constante, asistir a sesiones de ejercicio físico y/o educación física, participar en equipos deportivos, modificar los hábitos alimentarios y moderar el consumo de tabaco y alcohol sean patrones deseados para el contexto educativo universitario (Hidalgo-Rasmussen, Ramírez-López e Hidalgo-Martín, 2013; López-Bárcena, González-de Cossio Ortiz y Rodríguez-Gutiérrez, 2006).
Por otro lado, la calidad de vida (Cv) es un estado de satisfacción general que involucra la sensación de bienestar físico, mental y social del individuo (WHO, 2018a). Si bien es cierto que no existe una definición única respecto a la Cv, ampliamente se considera una condición multidimensional (física, emocional, social, interpersonal), variable en el tiempo y en el ciclo vital, que subyace bajo factores subjetivos y objetivos (Schwartzmann, 2003).
Debido a la compleja dimensionalidad de la Cv, se derivan conceptos como CvRS, el cual se entiende como el nivel de bienestar general percibido por cada persona en diversos dominios de su vida, considerando el impacto en su estado de salud actual (Barbosa de Lira et al., 2018; Claros-Vidarte, Vélez-Álvarez, Sandoval-Cuéllar y Alfonso-Mora, 2011; Urzúa, 2010). Por consiguiente, la evaluación a través de instrumentos genéricos y específicos responde a la amplitud del concepto de la Cv, como el análisis de la Cv en diferentes modelos de enfermedades, como en el cáncer de seno (Aguirre-Loaiza, Núñez, Navarro y Cortés, 2017).
Así que mejorar la Cv de las personas es un asunto que ocupa el interés de la agenda gubernamental, tal y como se propone en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la Agenda 2030 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (2018). Al respecto, la comunidad científica ha advertido sobre el rol modulador y promocional de la AF sobre la CvRS y los factores asociados a estilos de vida saludables (Guillén, Castro y Guillén, 1997; Massidda et al., 2015; Motamed-Gorji et al., 2019; Pasanen, Tyrväinen y Korpela, 2014; Snedden et al., 2018; Stubbs et al., 2018; Vallance, Eurich, Lavallee y Johnson, 2012; Yasunaga et al., 2018).
Si bien el papel de la AF sobre la CvRS es una línea de trabajo con fuertes evidencias, todavía permanecen algunos temas por esclarecer. Desde esta perspectiva, se exploran las diferencias de los niveles de AF (ligero, moderado y vigoroso), en función de las dimensiones de la CvRS. De manera que la hipótesis a contrastar sostiene que la CvRS y sus dimensiones difieren según los niveles de AF, por lo tanto, se considera que, principalmente niveles de AF moderados y vigorosos favorecen las dimensiones de la CvRS.
Método
Participantes
El estudio contó con una muestra intencional en la que participaron voluntariamente 269 personas (Medad = 25.3, DE = 8.2) provenientes de la comunidad académica de la ciudad de Pereira, Colombia. Se conformaron tres grupos poblaciones respecto a los segmentos considerados en la comunidad académica: estudiantes, n = 227, 84.4%, (Medad = 23.1, DE = 5.8); docentes, n =20, 7.4%, (Medad = 39.4, DE = 11.2); y administrativos, n = 22, 8.2%, (Medad = 34.7, DE = 6.2). El tamaño muestral se ha justificado por la proporción de quienes componen la comunidad académica universitaria, siendo principalmente estudiantes. En cuanto al género, participaron 147 (54.6%) mujeres (Medad = 24.1, DE = 5.8); y 103 (38.3%) hombres (Medad = 28.0, DE = 9.7); y 19 se abstuvieron de informar el género (7.1%).
Instrumentos
Nivel de actividad física.
El International Physical Activity Questionnaire (IPAQ) es un autoinforme para facilitar la medida y el seguimiento de la AF estándar (Craig et al., 2003). Desde su creación, este instrumento se ha reconocido como uno de los cuestionarios de AF más utilizado (Forsén et al., 2010; Van Poppel, Chinapaw, Mokkink, Van Mechelen y Terwee, 2010). Para este estudio se usó la versión corta (IPAQ-SF), con el fin de registrar la actividad en tres niveles: (a) ligero (caminar), (b) moderado (ciclismo de recreo) y (c) vigoroso (actividad aeróbica intensa). La clasificación de las categorías se hizo acorde a cualquiera de los siguientes criterios: (a) ligero (aquellos registros que no se pueden situar en la categoría moderada o vigorosa); (b) moderado (tres días o más de AF de intensidad vigorosa al menos 20 minutos por día, o cinco o más días de intensidad física moderada y/o andar al menos 30 minutos por día, o cinco o más días de cualquier combinación de caminar, actividad de intensidad moderada y actividad de intensidad vigorosa, sumando un mínimo total de AF de al menos 600 MET-minutos/semana); y (c) vigoroso (actividades de intensidad vigorosa al menos tres días por semana, sumando un mínimo total de AF de al menos 1500 MET-minutos/semana, o siete o más días de cualquier combinación de caminar, intensidad moderada o actividades de intensidad vigorosa, sumando un mínimo total de AF de al menos 3000 MET-minutos/semana).
Para la aplicación de este instrumento se recomienda preguntar por los últimos siete días en siete preguntas, en función de la AF, en minutos, horas y días. Las evidencias de validez y consistencia de las puntuaciones han sido reportadas en diversos estudios y revisiones (Craig et al., 2003; Dinger, Behrens y Han, 2006; Forsén et al., 2010; Mantilla-Toloza y Gómez-Conesa, 2007; Sanda et al., 2017).
Calidad de vida relacionada con la salud (CvRS).
El SF-36 mide la CvRS y está compuesto por varias dimensiones: (a) funcionamiento físico, (b) rol físico, (c) rol emocional, (d) función social, (e) dolor corporal y (f) vitalidad; así como dos dimensiones generales que agrupan las anteriores: (a) salud general y (b) salud mental. Es un instrumento ampliamente usado en el ámbito de la salud, que contribuye a evidenciar propiedades psicométricas satisfactorias de métodos de consistencia interna y test-retest (Alonso, Prieto y Antó, 1995; Vilagut et al., 2005). Para muestras colombianas, los coeficientes de confiabilidad de las dimensiones del SF-36 han oscilado entre 0.80 y 0.91 (Lugo, García y Gómez, 2006). El formato de puntuación varía; para algunos son puntajes entre 1 y 2, mientras que para otros entre 1 y 6 puntos. Para efectos de comparación entre dimensiones y con otros estudios, los puntajes directos fueron transformados a una escala de 0 a100, indicando que a mayor puntaje, mejor es la CvRS. Para este estudio hemos estimado la consistencia interna del SF-36, mostrando datos satisfactorio de Omega (ω) de McDonald, ω= .77 95%IC [.73, .81].
Procedimiento
El Departamento de Investigación y el Departamento de Bienestar Universitario de la Universidad Cooperativa de Colombia sede Pereira, avalaron el proyecto y el equipo de investigación obtuvo la base de datos referente a la comunidad universitaria, con la finalidad de obtener los permisos correspondientes para la aplicación del protocolo de evaluación. Una vez obtenidos los permisos, se seleccionó la muestra y se efectuó la recolección de los datos entre septiembre y octubre de 2018.
La participación en el estudio fue voluntaria. Los estudiantes fueron evaluados en grupos por semestre y en su mismo salón de clases. Mientras que los docentes y los administrativos fueron evaluados de manera individual. A partir de lo anterior, se contó con el apoyo de estudiantes auxiliares de investigación, quienes fueron entrenados para los procesos técnicos de la recolección de datos. El proceso de evaluación duró entre 20 y 30 minutos por cada participante. Previamente se firmó el consentimiento informado por cada sujeto, garantizado la autonomía, el anonimato y los derechos, conforme a las disposiciones nacionales (Colegio Colombiano de Psicólogos, 2016) e internacionales (Asociación Médica Mundial, 2013).
Análisis de datos
Para el cumplimiento de los objetivos, se efectuó un proceso estadístico mediante un análisis descriptivo e inferencial. Se calcularon medidas de tendencia central (M), dispersión (DE) y límites superior e interior (LS-LI). La distribución de los datos se comprobó con los supuestos de normalidad de la prueba de Kolmogorv-Smirnov (p < 0.05), y homocedasticidad con la prueba de Leven. La comparación entre la CvRS y los niveles de AF se llevó a cabo a través de un Anova, en tanto que para el análisis s se siguió el método de Bonferroni. El tamaño del efecto se estimó con eta al cuadrado (n2). Para el procesamiento de los datos se empleó el software SPSS v.23 y se consideró un valor p < 0.05.
Resultados
Los hallazgos evidenciaron que quienes reportaron tener un nivel de AF moderado presentan mejor salud mental, mientras que aquellos con nivel vigoroso promediaron más alto en la salud general. En síntesis, el nivel de AF moderado y vigoroso, en comparación con el nivel ligero, puntuaron mejor en la salud general y mental. Los datos descriptivos de la CvRS y los niveles de AF se muestran en las tablas 1 y 2.
Respecto a las dimensiones de la CvRS, se observó que el comportamiento es similar a las dimensiones generales de salud general y mental. Mientras que los niveles de AF moderado y vigoroso presentaron los mejores puntajes, en comparación con el nivel ligero. Específicamente, un nivel de AF moderado es favorable para dimensiones como el rol físico (M = 84.2, DE = 18.8), el rol emocional (M = 84.28, DE = 19.1) y la función social (M = 85.6, DE = 17.8). En cuanto al nivel de AF vigoroso, se destacan dimensiones como el funcionamiento social (M = 89.9, DE = 15.8), el dolor corporal (M = 75.7, DE = 18.3) y la vitalidad (M = 68.5, DE= 18.3). Los anteriores datos fueron contrastados a través de un Anova (tabla 3).
El análisis estadístico inferencial permitió contrastar la hipótesis, la cual indicó diferencias significativas entre los niveles de AF y las dimensiones de CvRS (figura 1). Por su parte, el nivel de AF moderado es significativamente mejor, comparado con el nivel ligero en las dimensiones de la CvRS: (a) función social (F(2, 266) = 4.99, p = 0.008, η2 = 0.18); (b) vitalidad (F(2, 266) = 6.52, p = 0.002, η2 = 0.21); y (c) salud mental (F(2, 266) = 3.46, p = 0.008, η2 = 0.15). En tanto que el nivel de AF vigoroso fue significativamente mayor, comparado con el nivel ligero en las dimensiones: (a) vitalidad (F(2, 266) = 6.52, p = 0.002, η2 = 0.2); y (b) salud general (F(2, 266) = 6.74, p = 0.001, η2 = 0.22).
aL = ligero; M = moderado; V = vigoroso; ns = no significancia*p < 0.05, **p < 0.01.
Fuente: elaboración propia.
Discusión
La AF presenta beneficios tanto para la salud física como la mental. Los antecedentes que sostienen esta relación son extensos (Chekroud et al., 2018; Elbe, Lyhne, Madsen y Krustrup, 2019; Fox, 1999; Haskell et al., 2007; Lahti, Laaksonen, Lahelma y Rahkonen, 2010; Leyland et al., 2018; Penedo y Dahn, 2005). Considerando esto, el objetivo principal de este trabajo fue explorar las diferencias en los niveles de AF (ligero, moderado y vigoroso), en función de las dimensiones de la CvRS.
Según los hallazgos, se pudo confirmar parcialmente la hipótesis que planteaba que las dimensiones de CvRS difieren según los niveles de AF. Por un lado, se encontró que el nivel vigoroso tiene un efecto favorable sobre la salud general; por el otro, que el nivel moderado tiene un efecto favorable para la salud mental. En ambas dimensiones, los resultados fueron significativos, en comparación con el nivel ligero. Respecto a las otras dimensiones de la CvRS, únicamente se encontraron efectos en función social y vitalidad. En la función social, el nivel moderado fue significativamente mejor que el ligero. En tanto que en la vitalidad, el moderado y el vigoroso puntuaron mejor, comparados con el ligero (De Mateo-Silleras et al., 2019; Lindsay, Devine, Sealey y Leicht, 2016)
Estos resultados sitúan la discusión acerca de qué tanto la salud física como la mental dependen de la intensidad de la AF (Sargeant et al., 2018; Snedden et al., 2018; Trajkov et al., 2018; Warburton et al., 2006), se sostiene que las personas con gastos energéticos moderados y vigorosos tienen mejores beneficios que aquellos que reportan niveles ligeros de AF (Lahti et al., 2010). De ahí que próximas investigaciones deberían enfocarse en la relación dosis-respuesta de la AF (Erickson, Hillman y Kramer, 2015) sobre la CvRS.
Los hallazgos de este estudio coinciden con trabajos previos que han abordado cuestiones similares (Gerber et al., 2018). En esencia, concuerdan en que los participantes que reportaron niveles de AF moderados o vigorosos son menos propensos a tener altos niveles de estrés (Mücke et al., 2018). De la misma manera, algunas comunidades académicas han reportado relaciones de AF moderada y vigorosa con mejores desempeños en capacidades neuropsicológicas, como el control inhibitorio, el seguimiento de límites, la memoria de trabajo visoespacial, las anticipaciones y las acciones de orden progresivo y regresivo (Aguirre-Loaiza, Parra et al., 2019). De momento, hay varios indicios de que la AF es un factor que demuestra su estrecha vinculación con la CvRS. En síntesis, la AF favorece los procesos de intervención (Ashdown-Franks et al., 2018; Joo, 2018).
Si bien es cierto que tanto la Cv como la CvRS son constructos multidimensionales, el presente estudio contribuye específicamente a la comprensión del papel diferenciador de los niveles de la AF sobre la CvRS. De tal manera que la amplia gama de posibilidades que se generan a partir de la AF en procesos de promoción de la salud y prevención y/o tratamiento de la enfermedad, afectará favorablemente la Cv de las personas (Farholm, Sørensen y Halvari, 2017; Gavilán‐Carrera et al., 2019; Ishak et al., 2011; Vallance et al., 2012). Asimismo, los resultados sustentados son evidencia dispuesta en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la Agenda 2030 (Naciones Unidas, 2018) y las guías mundiales para promover la AF y los estilos de vida saludable (WHO, 2007; 2018a).
Pese a que estos hallazgos son prometedores para profesionales de la salud y ámbitos educativos, deben delinearse dos perspectivas de limitaciones. En primer lugar, aunque el IPAQ es un instrumento ampliamente aceptado en el autorreporte de la AF (Craig et al., 2003; Van Poppel et al., 2010) y sus valoraciones psicométricas son aceptables (Dinger et al., 2006; Forsén et al., 2010; Roman-Viñas et al., 2010; Sanda et al., 2017), recientes trabajos sugieren precaución en su uso, tanto para estimar el gasto energético de la AF en personas sanas (Lee, Macfarlane, Lam y Stewart, 2011; Vancampfort et al., 2016; 2017) como para pacientes con diversas patologías (Tierney, Fraser y Kennedy, 2015). De tal modo que son necesarios nuevos trabajos que comprendan la medida de AF y las cualidades psicométricas en diferentes grupos poblacionales (Doma, Speyer, Leicht y Cordier, 2017; Forsén et al., 2010).
En segundo lugar, serían pertinentes nuevos trabajos con diseños de mayor alcance metodológico, que obtengan medidas directas sobre el desempeño de la AF y para comparar grupos poblacionales, en condiciones patológicas y expuestos a programas de AF. En conclusión, los datos evidenciaron que niveles de AF moderados y vigorosos presentan mejor CvRS en dimensiones de función social, vitalidad, salud general y salud mental.