Definido el concepto de calidad de vida como las condiciones de excelencia e idoneidad de vida de las personas, Gómez-Vela, Verdugo y González-Gil (2007) han desarrollado un modelo teórico que aborda de manera cabal los diversos elementos de la vida de los adolescentes. Los comportamientos relacionados con hábitos de vida saludables y nocivos son decisivos en estas edades y están estrechamente unidos tanto al género como a la procedencia de la población inmigrante (Meneses et al., 2013).
Desde hace un tiempo las investigaciones relacionadas con la adolescencia se han centrado más en modelos de desarrollo positivo y, así, aparecen factores e indicadores asociados al bienestar y la calidad de vida (Carrillo, Ripoll-Núñez, Cabrera, & Bastidas, 2009).
En cuanto a la tendencia evolutiva que siguen los estilos de vida, los resultados encontrados en algunas investigaciones realizadas en España muestran como, a medida que avanza el periodo adolescente, se va produciendo un progresivo deterioro del estilo de vida saludable (Hernando, Oliva & Pertegal, 2013; Rodrigo et al., 2004). En referencia a la salud percibida por los adolescentes, tanto inmigrantes como nativos, Vélez, López y Rajmil (2009) han demostrado que no hay influencia de la clase social. Las chicas muestran una mayor probabilidad de presentar malestar físico que los chicos y peor relación con los padres. Un elevado nivel familiar de estudios se mostró como factor protector importante.
El perfil de calidad de vida percibida de los nacidos fuera de España es satisfactorio, siendo las relaciones interpersonales, el bienestar físico y el emocional las dimensiones más relevantes, y las menos valoradas, las de integración en la comunidad y bienestar material (Monardes, 2012).
Simões et al. (2012), en un estudio sobre consumo de sustancias nocivas en adolescentes españoles y portugueses, encontraron que el impacto de los contextos sociales (familia, amistades, compañeros de clase y profesorado) sobre el consumo de sustancias (tabaco, alcohol y drogas ilegales) se encontraba mediado por la percepción de bienestar (síntomas psicológicos, bienestar subjetivo y satisfacción con la escuela). La capacidad de afrontamiento de las situaciones anteriores depende, entre otros factores, de la competencia social. Dicha competencia y el autocontrol son dos piezas claves preventivas para evitar, por ejemplo, el excesivo consumo de alcohol, como ha demostrado Senra (2010).
Los adolescentes menos integrados en el entorno español poseen menores niveles de empatía, menor autocontrol y mayor impulsividad (sobre todo en mujeres), mayores elementos familiares disfuncionales (problemas con la supervisión, la adaptabilidad y la cohesión) y mayor índice de conductas antisociales (Sobral, Gómez-Fraguela, Romero, Luengo, & Villar, 2012).
En contra de lo que se podría pensar, Espada, Méndez, Griffin y Botvin (2003) encontraron que las puntuaciones en ansiedad social no correlacionaron con consumo de tabaco o alcohol ni tampoco eran un factor de riesgo para el consumo de estas sustancias. Resultados similares se encontraron en el estudio de Upadhyaya, Ortiz, Bramel y Singh (2003) en relación con el consumo de tabaco. Las puntuaciones halladas en este estudio en conducta prosocial tampoco correlacionaron de forma significativa con el consumo de alcohol, lo cual es consistente con lo encontrado en otras investigaciones (La Greca, Kuttler, & Stone, 2001; Martínez-González, Robles-Lozano, & Trujillo, 2003); también concuerda con lo que se ha encontrado en otros estudios que han analizado las relaciones que se dan entre la asertividad —que es una variable que está muy relacionada con el comportamiento prosocial (Inglés et al.,2009)— y el consumo de drogas legales (Suelves & Sánchez-Turet, 2001).
Por último, con respecto al ajuste escolar, las actitudes positivas y negativas ante la sociedad desempeñan un papel muy importante en el futuro del adolescente, así como en las posibilidades que pueda tener para insertarse de manera satisfactoria en la sociedad (Portes & Rumbaut, 2005). En este sentido, Etxeberria, Intxausti y Joaristi (2013) encontraron que, en el caso de las familias inmigrantes, el traslado de la sociedad de origen a la receptora puede derivar en una mayor incertidumbre en cuanto al rol educativo que se supone deben asumir hacia la nueva escuela y sus demandas educativas.
Con base en la revisión realizada, este estudio tiene los siguientes objetivos: a) comparar la calidad de vida percibida y las competencias sociales de los adolescentes nativos e inmigrantes que residen en España y Portugal; b) analizar la posible relación entre la calidad de vida percibida y las competencias sociales con el rendimiento académico de los adolescentes nativos e inmigrantes, y c) comprobar la capacidad predictiva de las competencias sociales sobre la calidad de vida percibida en inmigrantes y nativos de los dos países.
Método
Participantes
En el estudio participaron 1151 adolescentes con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años (M= 14,40; DT= 1,66), pertenecientes a ocho centros educativos del Algarve (Portugal) y a trece de Huelva (España). La selección de los participantes se realizó a través de un muestreo simple aleatorio. En concreto, participaron 36.8 % adolescentes nativos portugueses, 22.1 % nativos españoles, 21.1 % inmigrantes en Portugal y 20.1 % inmigrantes en España. La distribución de la variable sexo entre la población de estudio de los adolescentes nativos es de 54.4 % para las chicas frente al 45.6 % de los chicos; en el caso de los inmigrantes, el 53.8 % son chicas y el 46.2 % chicos. En la Tabla 1 se presentan más características sobre los participantes.
Instrumentos
Los participantes cumplimentaron los cuestionarios KIDSCREEN-52 y SSRS. KIDSCREEN-52 (Gaspar & Matos, 2008; Detmar et al., 2006) se trata de un cuestionario que evalúa la percepción de los adolescentes sobre su salud y bienestar. Este instrumento se puede aplicar de forma individual o colectiva a sujetos con edades comprendidas entre los 8 y los 18 años. Está compuesto por 52 ítems, que se agrupan en 10 dimensiones. La fiabilidad alfa obtenida en cada una de ellas es la siguiente: bienestar físico (αes= 0.77, αpt= 0.85); bienestar psicológico (αes= 0.87, αpt= 0.89); estado de ánimo (αes= 0.60, αpt= 0.85); autopercepción (αes= 0.65, αpt= 0.60); autonomía (αes= 0.80, αpt= 0.87); relaciones con los padres y vida familiar (αes= 0.88, αpt= 0.87); recursos económicos (αes= 0.90, αpt= 0.91); apoyo social y de los iguales (αes= 0.82, αpt= 0.87); entorno escolar (αes= 0.79, αpt= 0.83) y aceptación social (αes= 0.72, αpt= 0.76). La escala completa obtuvo una fiabilidad de alfa= 0.68.
En segundo lugar, la competencia social fue medida a través del cuestionario SSRS (Gresham & Elliot, 1990). Este cuestionario se compone de tres escalas (padres, alumnado y profesorado); en nuestro caso, utilizamos la del alumnado, que consta de 39 ítems que se agrupan en las siguientes dimensiones: asertividad (αES= 0.83, αPT= 0.86); autocontrol (αES= 0.83, αPT= 0.86); empatía (αES= 0.82, αPT= 0.85) y cooperación (αES= 0.84, αPT= 0.87). La escala completa obtuvo una fiabilidad de alfa= 0.77.
Finalmente, se aplicó un cuestionario ad hoc para recoger los siguientes datos: edad, sexo, nivel de estudios del adolescente y sus padres, cualificación y estatus laboral de las familias, y estructura familiar; además de datos escolares como el número de repeticiones, absentismo escolar y media de las notas obtenidas.
Procedimiento
La investigación se ha tratado desde una perspectiva descriptiva y correlacional. Para llevar a cabo la recolección de la información se solicitó autorización a la dirección de cada uno de los centros participantes, así como a los familiares del alumnado. Una vez obtenida la conformidad de cada una de las partes, se procedió a la aplicación de los cuestionarios en cada uno de los centros que fueron seleccionados a través de muestreo aleatorio simple para las zonas de Algarve y Huelva. La distribución y cumplimentación voluntaria de los cuestionarios se realizó en presencia de uno de los investigadores y con la colaboración del profesorado del centro educativo.
Análisis estadísticos
El proceso de análisis de datos se ha llevado a cabo a través del paquete estadístico SSPS 21.0. Una vez verificado el proceso de introducción de datos y tras la corrección de errores se procedió, en primer lugar, a realizar un análisis descriptivo de las variables a partir de la media y desviación típica. En segundo lugar, se ha empleado un análisis correlacional a través de coeficiente de Pearson para las variables referidas a la calidad de vida, las competencias sociales y el rendimiento académico de los adolescentes. A su vez, se ha utilizado el análisis de regresión lineal simple entre las variables dependientes rendimiento académico y calidad de vida. Finalmente, se ha realizado un análisis inferencial a través de la comparación de medias, a través de la técnica ANOVA y Prueba T de Student entre las variables dependientes que conforman la calidad de vida, las competencias sociales y las
Resultados
Resultados descriptivos sobre la calidad de vida percibida y las competencias sociales
En la Tabla 2 se presentan los resultados obtenidos en las distintas dimensiones del KIDSCREEN-52, en respuesta al primer objetivo del estudio: comparar la calidad de vida percibida de los adolescentes nativos e inmigrantes que residen en España y Portugal. Se puede observar que los adolescentes nativos de los dos países obtienen un índice de calidad de vida (CdV) superior al de los participantes inmigrantes (MPT = 77.19; MES = 73.90). Al realizar una Prueba T de Student comprobamos que estas diferencias son significativas al igual que las que se refieren a otras dimensiones del cuestionario, como es el caso de Recursos económicos (p= 0.01), Amigos (p= 0.00) y aceptación social (p= 0.00).
Respecto al sexo, los resultados nos indican a priori que los chicos obtienen un CdV más alto que las chicas entre los adolescentes inmigrantes y los nativos. Los chicos también presentan una media mayor en las dimensiones de bienestar físico, bienestar psicológico, autonomía, relación con los padres y aceptación social; mientras que las chicas destacan en estado de ánimo, autopercepción, recursos económicos, amigos y entorno escolar. A pesar de ello, tras comparar las medias y aplicar el estadístico de contraste T de Student no se encuentran diferencias significativas en las distintas dimensiones en función del sexo de los participantes. Tampoco se hallan diferencias estadísticamente significativas asociadas a la edad de los participantes.
Con respecto a las competencias sociales de los adolescentes (Tabla 3), los resultados no arrojan diferencias significativas entre los nativos y los inmigrantes a la hora de ejercer conductas sociales relacionadas con la cooperación, la asertividad, el autocontrol y la empatía. Por el contrario, sí existen diferencias significativas relativas al sexo de los adolescentes: mientras que los chicos nativos e inmigrantes presentan una mayor asertividad (p<0.05), las chicas obtienen una media más alta en autocontrol (M= 12,62; DT= 3,56), empatía (M= 15,56; DT= 3,16) y cooperación (M= 15,19; DT= 3,25), aunque estas dos últimas son estadísticamente significativas entre la población de las adolescentes nativas. Del mismo modo, tal y como se puede observar en la Tabla 4, hallamos un SSRS total más alto entre las adolescentes de este grupo (M= 55,88; DT= 9,74; p< 0.05).
Análisis correlacional de la calidad de vida percibida y las competencias sociales con el rendimiento académico
Encontramos que el rendimiento académico de los adolescentes nativos (obtenido a partir de las notas escolares de los estudiantes) se encuentra relacionado con las dimensiones de bienestar físico, bienestar psicológico, estado de ánimo, autopercepción, relación con los padres, recursos económicos, amigos y entorno escolar. Como podemos observar en la Tabla 5, no hay correlación de esta variable con la autonomía y con la aceptación social. Lo mismo sucede entre la población de inmigrantes con respecto a estas dos últimas dimensiones. También hallamos entre este grupo de adolescentes algunas dimensiones a destacar por su relación con el rendimiento académico como bienestar psicológico, autopercepción y entorno escolar.
La variable sexo arroja diferencias significativas con respecto a algunas de las variables estudiadas en el grupo de adolescentes nativos. De esta manera, los resultados muestran que las chicas obtienen un mayor rendimiento académico que los chicos (M= 3.26; DT= 0.88; p= 0.28). Además, mientras que los chicos presentan un índice más alto en bienestar físico (M= 3.79; DT= .76; p= .29), las adolescentes destacan en la dimensión de entorno escolar (M= 3.65; DT= 0.73; p= 0.04) y en aceptación social (M = 4,52; DT = 0.66; p= 0.01).
En lo referente a la edad, comprobamos que los adolescentes con edades comprendidas entre los 12 y los 14 años conforman el grupo de estudiantes que mejores notas escolares obtienen, tanto en la población de nativos (M= 3.38; DT= 0.83; p= 0.00) como en la de inmigrantes (M= 3.26; DT= 0.66; p= 0.001). Dentro de las dimensiones del KIDSCREEN-52 encontramos que los adolescentes nativos de entre 12 y 14 años presentan medias más altas en bienestar físico (M= 3.81; DT= 0.76; p= 0), estado de ánimo (M= 3.96; DT= 0.68; p= 0) y economía (M= 4.03; DT= 0.93; p= 0.001) mientras que los adolescentes inmigrantes con la misma edad destacan en bienestar psicológico (M= 3.99; DT= 0.74; p= 0.02), autonomía (M= 3.93; DT= 0.84; p= 0.03) y estado de ánimo (M= 3.81; DT= 0.74; p= 0.03); y aquellos que conforman el grupo de mayor edad (de los 16 a los 18 años) muestran medias más altas en aceptación social (M= 4.43; DT= 0.65; p= 0.008).
El análisis de regresión lineal nos confirma la influencia de las dimensiones de autonomía (B= 0.535; p> 0.01) y relación con los padres (B= -0.240; p> 0.05) en el rendimiento académico de los estudiantes inmigrantes. En el caso de esta última, podemos señalar que no resulta significativa para la población de adolescentes nativos. En la Tabla 6 se pueden observar estos datos, así como el porcentaje de varianza explicado por cada uno de los modelos para el rendimiento académico.
Con respecto a las competencias sociales de los adolescentes, en la Tabla 7 se presentan los datos referentes a la relación que mantienen las distintas dimensiones del cuestionario SSRS con la variable de rendimiento académico. Encontramos que el rendimiento correlaciona positivamente con todas las dimensiones excepto en el caso de los inmigrantes, en el que esta variable no correlaciona ni con cooperación ni con empatía.
Las diferencias encontradas según el sexo de los participantes nos indican que los chicos nativos e inmigrantes obtienen una media más alta en asertividad(MNA = 12.72; DTNA = 3.43; pNA = 0.019;MIN = 3; DTIN = 3.13; pIN = 0.003) y que las chicas nativas destacan en la dimensión de cooperación (M= 15.19; DT= 3.25; p= 0.001) y de empatía (M= 15.56; DT= 3.16; p= 0). Con respecto a la influencia de la edad sobre las competencias sociales hallamos que los adolescentes nativos con edades entre los 14 y 16 años presentan un índice más elevado en asertividad (M= 12.46; DT= 3.14; p= 0.009), mientras que los que tienen entre 12 y 14 años destacan en autocontrol (M= 12.93; DT=; 3.72; p= 0.001).
Tras el análisis de regresión lineal comprobamos que el índice obtenido a través de la variable SSRS total predice la variabilidad del rendimiento académico de los adolescentes nativos (B= 0.024; p> 0.01) e inmigrantes (B= 0.023; p> 0.01). En la Tabla 8 se pueden ver los parámetros para cada uno de los modelos y su significación.
Análisis correlacional de las competencias sociales sobre la calidad de vida percibida
Como respuesta al tercer y último objetivo (comprobar la capacidad predictiva de las competencias sociales sobre la calidad de vida percibida en inmigrantes y nativos de los dos países), en la Tabla 9 presentamos los resultados hallados para cada una de las variables estudiadas.
Según los modelos de regresión lineal planteados, podemos destacar en primer lugar que la variable CdV podría explicarse en función de la variable SSRS total, aunque teniendo en consideración tamaños del efecto bajos. Para el resto de variables no se obtienen parámetros que indiquen una buena predicción de las competencias sociales de los adolescentes sobre la calidad de estos.
Discusión
En primer lugar, podemos afirmar que los adolescentes inmigrantes de ambos países tienen percepciones sobre su bienestar y salud bastante satisfactorias, con puntuaciones medias altas, lo que se muestra en sintonía con otros estudios (Berry, Phinney, Sam, & Vedder, 2006; Hernando, Nunes, Cruz, Lemos, & Valadas, 2013; Monardes, 2012). Sin embargo, con respecto a la calidad de vida percibida, tenemos que matizar que, si se analizan de forma individualizada cada una de las dimensiones, los resultados obtenidos en nuestro estudio confirman que los adolescentes nativos, tanto de España como de Portugal, obtienen un índice de calidad de vida (CdV) superior a los de los sujetos inmigrantes. Las diferencias encontradas fueron significativas tanto para este índice como para cinco de las dimensiones del cuestionario (recursos económicos, amigos, aceptación social, bienestar psicológico y relaciones con los padres). Estos resultados están en la línea de los obtenidos por Vélez et al. (2009).
En lo que respecta a las competencias sociales, también encontramos a nivel global puntuaciones muy satisfactorias, con medias elevadas, tanto en los sujetos inmigrantes como en los nativos, lo que está en la línea de investigaciones previas (Senra, 2010). Se encontraron diferencias de género con respecto a las variables estudiadas, ya que mientras los chicos, tanto los nativos como los inmigrantes, presentaron una mayor asertividad, las chicas obtuvieron medias más altas en autocontrol, empatía y cooperación; las diferencias encontradas fueron significativas para las nativas en las dimensiones de empatía y cooperación, así como en el SSRS total.
Otro resultado se refiere a la relación encontrada entre el rendimiento académico de los adolescentes nativos y la mayoría de las dimensiones de la calidad de vida percibida. En concreto, se encontró relación significativa con las dimensiones de bienestar físico, bienestar psicológico, estado de ánimo, autopercepción, relación con los padres, recursos económicos, amigos y entorno escolar. Por el contrario, en la población inmigrante, solo se encontró relación con el rendimiento académico en bienestar psicológico, autopercepción y entorno escolar, lo que concuerda con lo hallado en investigaciones previas (Hombrados-Mendieta & Castro-Travé, 2013; Portes & Rumbaut, 2005). Encontramos una influencia, con signo negativo, de la dimensión autonomía en el rendimiento académico. También la encontramos en la dimensión relación con los padres (con signo negativo para los inmigrantes), aunque esta no fue significativa para los nativos.
Las competencias sociales de los adolescentes de la muestra mantienen una alta relación con el rendimiento académico, ya que esta correlaciona positivamente con todas las dimensiones en el caso de los nativos, no siendo así en el grupo de inmigrantes, donde no se encontró relación con cooperación ni con empatía. En este aspecto, se volvieron a encontrar diferencias de género, ya que los resultados nos indicaron que los chicos, tanto los nativos como los inmigrantes, obtuvieron una media más alta en asertividad, mientras que las chicas nativas destacaban en las dimensiones de cooperación y empatía.
Con respecto a la edad, encontramos que era el grupo intermedio (los comprendidos entre los 14 y 16 años) el que presenta un índice más alto en asertividad, mientras que los menores (de 12 a 14 años) destacan en autocontrol.
En definitiva, tras los análisis pudimos comprobar la alta relación existente entre las competencias sociales y el rendimiento escolar, y podemos afirmar que el índice obtenido a través de la variable SSRS total predice la variabilidad del rendimiento académico de los adolescentes e inmigrantes.
Las chicas obtienen un mayor rendimiento académico que los chicos, y encontramos otras diferencias significativas, ya que mientras los chicos presentaban un índice más alto en bienestar físico, las chicas lo obtenían en las dimensiones de entorno escolar y aceptación social, en línea con lo encontrado en el estudio realizado por Soriano y González-Jiménez (2013).
Tampoco puede decirse que estos resultados sean inesperados, ya que hay una evidencia empírica acumulada que indica que el fracaso académico suele ser más frecuente entre los chicos y que las chicas muestran más habilidades sociales y emocionales, y una mayor motivación y rendimiento en la escuela (Castejón & Pérez, 1998; Eccles & Roeser, 2009; Rosario et al., 2005).
En lo relativo a la percepción de la calidad de vida, medida por el KIDSCREEN-52, encontramos que los adolescentes nativos de entre 12 y 14 años presentan medias más altas en bienestar físico, estado de ánimo y economía, mientras que los inmigrantes de la misma edad destacan bienestar psicológico, autonomía y estado de ánimo; y los que forman parte del grupo de mayor edad (de 16 a 18 años) muestran medias más altas en aceptación social.
Los resultados de este estudio permiten extraer algunas conclusiones de cara a una posible intervención. Entre ellas destacaríamos, una vez constatada la importancia de la calidad de vida y las competencias sociales en un correcto desarrollo y ajuste adolescente, la necesidad, siguiendo lo planteado por Talavera Garrido, Sánchez y Uribarri (2007), de conocer y trabajar dentro del contexto multicultural las competencias socioemocionales del alumnado para favorecer la mejora de su aprendizaje y su integración educativa y social.
Entre las limitaciones de este estudio hay que hacer referencia a su carácter transversal, que imposibilita el establecimiento de relaciones de causalidad entre las variables estudiadas. Otra limitación es el hecho de que las variables fueran evaluadas exclusivamente a partir de la opinión del adolescente, lo que ha podido aumentar las correlaciones entre las variables del estudio; sería interesante realizar estudios longitudinales donde, además de la información del alumnado, se obtenga del profesorado y las familias, y evaluar el rendimiento académico con la realización de pruebas de ejecución, además de mediante las calificaciones obtenidas.