Introducción
El envejecimiento poblacional, como producto de la transición demográfica, es un fenómeno definido por la Organización de las Naciones Unidas (2002) como un proceso sin precedentes que se mantendrá en aumento, proyectándose la duplicación del número de personas de 60 años o más en 2050, pasando de un 10% actual a cerca del 21%, mientras en los países en vía de desarrollo este porcentaje crecerá de forma más acelerada, incluso hasta llegar a cuadruplicarse durante el mismo período.
A nivel nacional, de acuerdo con las estimaciones presentadas en el 2018 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, el 9,1% de la población era mayor de 65 años y solo el 8,4% eran niños entre los 0 y 5 años. Para el 2025, se estima, según este organismo, que dicha tasa aumente al 13,5%. Esto quiere decir que hacia el año 2050 el total de la población oscilará entre 72 millones de habitantes, y la esperanza de vida será superior a los 79 años, con más del 20% de los pobladores por encima de 60 años. Estos datos estadísticos indican que Colombia parece tener un mayor ritmo de envejecimiento comparado con el resto de países de América Latina (Nieto & Alonso, 2007).
La soledad en las personas mayores se ha convertido en una cuestión de estudio cada vez más recurrente dentro de diferentes disciplinas académicas, tales como la psicología, la antropología, las ciencias de la salud, entre otras. Es más, el interés científico sobre esta problemática ha pasado también a ser un tema recurrente de investigación empírica -e incluso clínica- motivado por la creación de escalas de medición de la soledad estandarizada.
La vejez es el momento vital en el que las personas sufren cambios de toda índole: biológicos, sociales, familiares. Algunos de sus atributos son: angustia, enfermedad, tristeza, inactividad, los cuales inciden en la salud mental y en la aparición del sentimiento de soledad (Centro de investigaciones Sociológicas, 2002). Se caracteriza por eventos tales como el fallecimiento del cónyuge, la muerte de sus seres queridos y la preocupación por el bienestar familiar, así como también por otros componentes de la red social (bishop & Martín, 2007). De igual forma, de un fenómeno asociado con impactos individuales, tales como la vulnerabilidad, la fragilidad, la depresión, el aislamiento social (Sequeira, 2011), la hostilidad, el alcoholismo, la baja autoestima, las enfermedades psicosomáticas, entre otras (Cardona & Villamil, 2013). De allí porqué también sea considerada como una experiencia subjetiva que surge de relaciones sociales deficitarias (buz & Adánez, 2013) que deterioran la calidad de vida (Perissinotto, Stijacic-Cenzer & Covinsky, 2012).
Las líneas de investigación desarrolladas en diferentes trabajos por Rubio (2007; 2009) plantean, en sintonía con lo previamente expuesto, que la soledad social hace referencia a «un estado de malestar emocional que experimenta la persona al percibirse aislada, rechazada o incomprendida por las personas que le rodean» (Garza, et al., 2019, p.107). En este sentido, sostiene la autora española, «la experiencia de soledad social, en el fondo, es la sensación de no tener el afecto necesario deseado, lo cual produce sufrimiento, desolación, insatisfacción, angustia, entre otros aspectos» (Rubio, 2009, p.4). Machielse (2015) la define, a su vez, como la falta de relaciones personales con la familia, los amigos y los conocidos a quienes las personas pueden recurrir en caso de necesidad. Es de aclarar que vivir solo o acompañado, no siempre está relacionado con la soledad social, ya que una persona puede vivir sola y no estar aislada porque tiene múltiples relaciones sociales y puede sentir o no la soledad, al contrario, una persona que vive acompañada puede tener pocas relaciones sociales independientemente de las personas con las que convive y tener sentimientos de soledad (Díez & Morenos, 2015). Otras evidencias demuestran que la soledad social está asociada con la reducción del bienestar, la salud y la calidad de vida. Las personas mayores que viven en aislamiento social también son menos autosuficientes, por tanto, son dependientes de formas profesionales de atención y apoyo (Machielse, 2015).
La soledad que padecen los sujetos puede, además, clasificarse en objetiva y subjetiva (Rubio 2007). La primera, se refiere a la falta de compañía, a la vivencia real de estar solo: esto es, a no tener una persona que apoye la realización de determinadas actividades físicas o cognitivas. La segunda, hace referencia a aquella que padecen las personas que se sienten solas, independientemente de que vivan o no con otras personas o estén insertas en un determinado entorno social. La soledad subjetiva, por lo tanto, no consiste en una ausencia, sino más bien en un sentimiento intrínseco y personal percibido y vivido por muchos adultos mayores.
En este marco, la investigación respondió al siguiente interrogante: ¿cuál es el nivel de soledad social y su relación con el equilibrio afectivo y el optimismo disposicional de una muestra de personas mayores institucionalizadas y no institucionalizadas, de la ciudad de bogotá, durante el confinamiento, año 2020?
En coherencia con la pregunta de investigación, se trazó el objetivo general: determinar el nivel de soledad social y su relación con el equilibrio afectivo y el optimismo disposicional en personas mayores institucionalizadas y no institucionalizadas de la ciudad de bogotá, durante el confinamiento, año 2020.
Para lograr este propósito fue necesario formular los objetivos específicos que ayudaron a responder la pregunta de investigación y el objetivo general, así:
identificar el nivel de soledad social en personas mayores institucionalizadas y no institucionalizadas.
identificar el grado de equilibrio afectivo y optimismo disposicional en personas mayores institucionalizadas y no institucionalizadas.
Establecer la relación entre el nivel de soledad social y el grado de equilibrio afectivo y optimismo disposicional.
La importancia de la soledad en las personas mayores ha sido objeto de estudio de investigaciones nacionales e internacionales, las cuales han analizado diferentes factores y variables que se relacionan con ella: la edad, el género, el estado civil, el nivel de escolaridad, la presencia de enfermedades y el grado de institucionalización de dicha población.
Es importante enfatizar que las personas mayores institucionalizadas, son aquellas que ingresan a un hogar de cuidado especializado (sujeto a control del Estado), de gestión pública o privada, por decisión propia o no, dadas las condiciones económicas, familiares, de salud o sociales, que están enfrentando en este momento de la vida (Sángari, 2016). Por su parte, las personas mayores no institucionalizadas son aquellas que independientemente de su estado físico y emocional, tienen la posibilidad de vivir solos, con su pareja, familiares, u otros grupos de apoyo, siendo parte de la comunidad geográfica donde habitan.
Respecto al género, Hazer & boylu (2010) señalan que el género que siente mayor soledad es el femenino, especialmente, las mujeres de más de 50 años (beutel et al., 2017; Domènech et al., 2017). En otros estudios se encontró que eran los hombres quienes presentaban niveles más altos de soledad, principalmente en los dominios familiar y social (Acosta et al., 2017; Dahlberg & McKee, 2014); mientras que las personas mayores de 75 años tenían más sensación de soledad que los grupos de 65-75 años; los ancianos que experimentaron mayor grado de soledad fueron los solteros o viudos, aquellos que no tenían hijos, que no eran visitados por familiares o amigos o, bien, que no contaban con ningún ingreso mensual o presentaban un mal estado de salud.
En un estudio sobre soledad en personas mayores de 55 años realizado por Cardona et al (2015), basado en la aplicación del instrumento Este ii para obtener el nivel de soledad, se encontró que: según el género, existe mayor soledad familiar en los hombres y mayor soledad conyugal en las mujeres; según el estado civil, las personas que presentan mayor soledad son las que, respectivamente, no tienen pareja, los separados y los que viven en unión libre; según el estrato y edad, se observó que las personas que presentan mayor soledad son quienes viven en estratos 1 y mayores de 75 años; respecto a la escolaridad, los adultos que no tienen un alto nivel educativo son quienes presentan mayor soledad social.
El equilibrio afectivo hace referencia a las respuestas emocionales de la persona cuando hace juicios valorativos sobre su vida. Es, pues, el resultado de la consideración de las emociones tanto positivas como negativas, experimentadas a lo largo de un período de tiempo determinado (Diener et al., 1999).
El optimismo disposicional, por otro lado, se define como la tendencia de la persona a esperar resultados positivos y favorables en sus vidas, así como también una expectativa generalizada de resultado exitoso; es decir, el optimismo disposicional es un mediador de la forma como las personas afrontan las situaciones estresantes en sus vidas (Scheier & Carver, 1993).
Método y materiales
La presente investigación es de tipo cuantitativo descriptivo, correlacional por cuanto pretende medir diferentes variables (Hernández, fernández & baptista ,2014).
Participantes
Participaron 242 personas mayores: institucionalizadas (97) y no institucionalizadas (145) de las diferentes localidades y estratos de bogotá. Para el caso de las personas mayores institucionalizadas (pmi), se presentan 97 personas mayores de 60 años: 69 mujeres (71%) y 28 hombres (29%), distribuidas así: el rango de edad con mayor frecuencia es el de 85-89 años, correspondiente al 22.7% del total de la población, seguido por el del rango de 75-79 años correspondiente al 20.6% del total de la población; el rango de edad de menor frecuencia es el de 95-99 años correspondiente al 2.1%. El rango de edad con mayor frecuencia en mujeres es 85-89 y el rango de edad de mayor frecuencia en hombre es 80-84.
Por otra parte, se observa que la mayoría de las personas mayores son viudos/as correspondiente a un 37%, solteros/as 30%, casados y separados 16% y en unión libre 1%; tienen hijos el 68% del total de la población. Se observa que la mayoría de los encuestados no son pensionados (69%), pensionados el (30%); el (87%) realiza actividades en su tiempo libre y el (13%) no; asimismo el (71%) sufre de alguna enfermedad, y el (29%) no, del total de la población.
Para el caso de las personas mayores no institucionalizadas (pmni), se presentan 145 personas mayores de 60 años: 89 mujeres (61%) y 56 hombres (39%) distribuidas así: el rango de edad con mayor frecuencia es el de 70-74 años, correspondiente al 22.8% del total de la población, seguido por el del rango de 60-64 años correspondiente al 21.4% del total de la población; el rango de edad de menor frecuencia es el de 95-99 años correspondiente al 0.7%. El rango de edad con mayor frecuencia en mujeres es 60-64 y el rango de edad de mayor frecuencia en hombre es 70-74. Se observa que la mayoría de las personas mayores son casados/as correspondiente a un 52 %, viudos/as 17%, solteros/as y separados/as 14% respectivamente y en unión libre 3%; tienen hijos el 91% y sin hijos el 9% del total de la población. Se observa que, de la población total, la mayoría de los encuestados no trabajan (81.4%), pensionados el (63.4%); el (80.7%) realiza actividades en su tiempo libre y el (19.3%) no.
Para la participación de los voluntarios en el estudio se tuvo en cuenta la Resolución 8430 de 1993, que contempla las consideraciones éticas de investigación en Colombia, expedida por el Ministerio de Salud el 4 de octubre de 1993, por la cual se establecen las normas científicas, técnicas y administrativas para la investigación en esta área; la Ley estatutaria 1581 de 2012 y el Reglamento General sobre Protección de Datos del 25 de mayo de 2018, las pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud de seres humanos, del consejo de relaciones internacionales de las ciencias médicas.
Instrumentos
Para caracterizar a la población se realizó un estudio demográfico compuesto por 4 ítems: 1) edad, mediante pregunta abierta, 2) género con dos opciones, 3) nivel de estudios con cinco opciones de respuesta (primaria, secundaria, técnica, tecnológica y universitaria) y 4) estado civil con cinco opciones de respuesta (casado, separado, soltero, viudo, unión libre).
Por otra parte, para evaluar el nivel de soledad social en las personas mayores se empleó la escala Este ii de Soledad Social (Rubio & Alexandre, 1999 2000 2010), instrumento que consta de 15 ítems con tres alternativas de respuesta: 1) siempre, 2) a veces y 3) nunca; referente a tres factores: percepción del apoyo social, uso que la persona mayor hace de las nuevas tecnologías e índice de participación social. La puntuación total de la escala oscila entre 0 y 30 puntos y se obtiene mediante la suma de la puntuación en cada uno de los ítems.
Para medir el nivel de equilibrio afectivo se empleó la escala Spane, instrumento que calcula la puntuación total del equilibrio afectivo (Spane-b), así como también los sentimientos positivos (Spane-P) y los sentimientos negativos (Spane-N). La escala está compuesta por 12 ítems con cinco alternativas de respuesta: 1) muy raramente o nunca, 2) raramente, 3) a veces, 4) a menudo, 5) muy a menudo o siempre (Silva & Caetano, 2012).
Finalmente, para medir el grado de optimismo disposicional se empleó la escala Lot-R instrumento que consta de 6 ítems en escala Likert de 5 puntos (Chico, 2002). De ellos, 3 están redactados en sentido positivo (dirección optimismo) y 3 en sentido negativo (dirección pesimismo), los que se revierten para obtener una puntuación total orientada hacia el polo de optimismo (ferrando, Chico & Tous, 2002). En la adaptación al castellano original, el alfa de Cronbach reportado fue de 0.78 y la correlación con el LOT original fue de 0.95 (Otero et al., 1998). Las propiedades de la versión adaptada al español son muy similares a las del test original, ya que la escala tiene una estructura clara con dos dimensiones (optimismo y pesimismo) y los factores están negativamente correlacionados, además, todos los ítems tienen un aceptable poder discriminativo.
Procedimiento
Dado que los instrumentos se aplicaron en el mes de agosto, fue necesario adaptarlos a las condiciones que demanda el periodo de confinamiento; por lo tanto, se diseñó el instrumento para ser diligenciado de manera virtual a través de la aplicación Google forms, el cual contiene el consentimiento informado y las tres encuestas realizadas2.
Para la recolección de datos se seleccionó la ciudad de bogotá, la cual se dividió en tres estratos, al interior de cada uno de ellos se efectuó un muestreo no probabilístico; luego se realizaron los contactos en diferentes centros geriátricos, contando con la colaboración del personal directivo y administrativo. De igual manera, se entrevistó a los participantes telefónicamente en las diferentes localidades de la ciudad de bogotá. Los criterios de selección de la muestra fueron: persona mayor de 60 años, que cuente con las capacidades físicas y mentales para poder responder la encuesta, dispuesto a participar de manera voluntaria en el estudio, previo consentimiento informado.
Tratamiento estadístico de la información
La información obtenida mediante el diligenciamiento de las escalas se organiza en matrices en la hoja de cálculo Excel, se realiza el alistamiento y depuración de la base de datos para su posterior exportación al Programa Estadístico SPSS versión 25.0; se hace un análisis descriptivo de las variables sociodemográficas, así como un análisis de correspondencias múltiples. Por otra parte, se efectúa un tratamiento de datos independiente para cada escala aplicada, así como también para las variables sociodemográficas; luego se realiza un análisis descriptivo multivariado, cruzando las variables principales con las variables auxiliares (sociodemográficas); para las variables categóricas se utiliza el análisis de correspondencias múltiples, con el fin de establecer relaciones entre las diferentes categorías; se aplica la prueba Chi-cuadrado, para determinar la existencia o no de independencia de dos variables; finalmente se calcula un Alfa de Cronbach, para medir la fiabilidad del instrumento respecto a la consistencia interna.
Resultados y discusión
En la Tabla No. 1 se observa, que prima el nivel medio de soledad social para mujeres y hombres (pmi), mientras que para las (pmni) prima el nivel bajo, en ambos casos el nivel alto es el de menor frecuencia de respuesta. Con base en estos resultados se puede inferir que según el género las (pmi) y (pmni), experimentan niveles medios y bajos de soledad, a pesar del confinamiento.
Al analizar la soledad social y el estado civil se observa en la Tabla No. 2 que, para las pmi, el mayor porcentaje de soledad social, nivel medio, se presenta en viudo/a y soltero/a, respectivamente. Para las pmni, el mayor porcentaje de soledad social, nivel bajo y medio se presenta en casado/a, respectivamente. Estos resultados demuestran, que las pmi viudos/as y solteros/as respectivamente sufren un mayor nivel de soledad social a diferencia de las (pmni) casados/as.
Al analizar la soledad social y el nivel de escolaridad se evidencia en la Tabla No. 3, que, para las pmi, el mayor porcentaje de soledad social, nivel medio, se presenta en adultos con estudios de primaria y secundaria respectivamente. Para las pmni, el mayor porcentaje de soledad social, nivel bajo se presenta en los adultos con estudios universitarios y secundarios, seguido del nivel medio en adultos con estudios de primaria y secundaria. Los resultados demuestran que la escolaridad incide en el nivel de soledad social, presentando menor nivel de soledad social las personas mayores con estudios universitarios.
Asimismo, al analizar la soledad social y el rango de edad se muestra que, para las pmi, el mayor porcentaje de soledad social, nivel Medio, se presenta en el rango de edad 70-74 y 75-79, 85-89 respectivamente. Para las pmni, el mayor porcentaje de soledad social, nivel bajo se presenta en los rangos 60-64, 65-69 y 70-74 respectivamente. Los resultados infieren que las pmni a diferencia de las pmi, presentan un nivel bajo de soledad social.
De otra parte, al analizar los resultados obtenidos en la Tabla No. 4, con relación al Optimismo disposicional, se manifiesta que la mayoría de las personas mayores institucionalizadas (pmi) y no institucionalizadas (pmni) tanto mujeres como hombres presentan un nivel de optimismo disposicional medio (57,7%) y (25,8%); (38,6) y (24,1%) seguido de un nivel alto (20%) en mujeres no institucionalizadas e institucionalizadas (12,4%); existe un porcentaje muy pequeño con un nivel bajo, en mujeres y hombres de la población total. Los resultados del optimismo disposicional (escala Lot-R), son muy similares tanto para las pmi como para las pmni, esto es, se presentan optimistas en un nivel medio; seguido de un mayor nivel de optimismo en mujeres tanto mi como en pmni.
Adicionalmente, respecto del Equilibrio afectivo, en la Tabla No. 5 se observa que el mayor porcentaje de las mujeres pmi y pmni, exhiben un nivel alto (41,2%) y (37,9%) respectivamente; asimismo, las personas mayores hombres no institucionalizados exhiben un nivel Alto (22.8%) y los hombres personas mayores institucionalizadas evidencian un nivel Medio-Alto (14,4%). Con relación a esta variable las mujeres pmi y pmni presentan un mayor equilibrio afectivo en comparación con los hombres.
Al comparar la soledad social, el equilibrio afectivo y el optimismo disposicional se evidencia en la Tabla No. 6, que en pmi, las mujeres evidencian un mayor porcentaje de soledad social en nivel medio (14%), un mayor porcentaje de Equilibrio afectivo en nivel alto (8%), así como un mayor porcentaje en nivel medio de Optimismo disposicional (12%); a diferencia de las mujeres pmni que exhiben un menor porcentaje de soledad social en nivel bajo (13%) y un mayor porcentaje en nivel alto (10%) de Equilibrio afectivo y un mayor porcentaje de nivel medio (13%) en Optimismo disposicional.
Observamos que en pmi, los hombres presentan un mayor porcentaje de soledad social en nivel medio (15%), un mayor porcentaje de Equilibrio afectivo en nivel medio-alto (9%), así como un mayor porcentaje en nivel medio (11%) de Optimismo disposicional; a diferencia de los hombres pmni que presentan un menor porcentaje de soledad social en nivel bajo (14%) y un mayor porcentaje de nivel alto (11%) de Equilibrio afectivo y un mayor porcentaje de nivel medio (13%) en Optimismo disposicional. Se concluye que el nivel de soledad social, equilibrio afectivo y optimismo disposicional tanto en mujeres como en hombres pmi y pmni no presentan ninguna diferencia.
Al relacionar estas tres variables se evidencia que las personas mayores, hombres y mujeres presentan un bajo nivel de Soledad social, un alto nivel de Equilibrio afectivo y de Optimismo disposicional, lo que significa que, al experimentar un bajo nivel de soledad social, su equilibrio afectivo y su optimismo disposicional se presentan de manera óptima, esto es que las pmi y pmni, manifiestan bienestar en su estado de vida. 2014.
Conclusiones
Con base en el problema planteado se logró determinar que las pmi y pmni no presentan diferencias significativas con relación al nivel de Soledad social, la cual experimentan en un nivel medio y bajo a pesar del confinamiento.
Respecto del Equilibrio afectivo y Optimismo disposicional, las pmi y pmni manifestaron consentimientos de bienestar, alegría, esperanza, empatía y resiliencia, aspectos que inciden en el sentimiento de soledad. Por lo anterior se puede concluir que las personas mayores objeto de estudio, revelan que este momento de la vida puede reportar valores, beneficios y disfrutarse como una experiencia positiva.