Introducción
En México, poco se ha estudiado el bienestar psicológico (BP) durante la formación médica, ya que la mayoría de las investigaciones suelen centrarse en patologías como depresión, ansiedad, estrés, desgaste profesional (burnout) e ideación suicida (1-3) lo que deja un vacío de conocimiento de la importancia del cuidado del BP del médico (4).
Durante su formación, los médicos se exponen a largas jornadas laborales, ambientes altamente competitivos, además de enfrentarse a situaciones de maltrato o acoso (5,6). Esta situación se traduce en el deterioro de su BP, lo que facilita el desarrollo de patologías que afectan su salud física (7) y psicológica (8-10), aparte de que se debilita su capacidad para empatizar con las personas (11,12).
Cada vez, es más relevante el estudio sobre el BP. Partiendo desde la psicología humanista, este articula los conceptos de las teorías del ciclo vital de Erikson (de 1959), el funcionamiento pleno de Roger (de 1961) y la autorrealización de Maslo (de 1968), principalmente (13), hasta lo que hoy se conoce como psicología positiva, nombrada así por Seligman, a finales de los años noventa (14). Para su estudio se han propuesto dos vertientes: la hedónica y la eudaimonia. La primera está relacionada principalmente con la felicidad, la satisfacción con la vida y la afectividad positiva o negativa (bienestar subjetivo) y la segunda está ligada al desarrollo del potencial humano (bienestar psicológico) (13).
El BP incluye tanto elementos valorativos como reacciones y estados emocionales experimentados a lo largo de la vida (7). Y para el presente estudio el BP se entiende según el modelo multidimensional, propuesto por Ryff, en 1989, que se compone de seis dimensiones: 1) autoaceptación, que se refiere al grado de satisfacción que una persona tiene consigo misma, siendo consciente de sus fortalezas y limitaciones; 2) autonomía, que indica la capacidad para mantener la individualidad e independencia en la toma de decisiones; 3) relaciones positivas, que aluden a la medida en que se dispone de redes sociales estables y socialmente significativas con otras personas; 4) dominio del entorno, que se refiere a la percepción del control e influencia de un individuo sobre su ambiente; 5) propósito en la vida, que se relaciona con las metas que el individuo se plantea en la vida y que permiten dotarla de significado, y 6) crecimiento personal, que considera el empeño por continuar desarrollando todas las potencialidades y capacidades personales (15). Dicho modelo ha sido el más utilizado, ya que se han encontrado adecuados indicadores de confiabilidad y validez (13).
Estudios alrededor del mundo han encontrado que el BP se relaciona con bajo desgaste laboral (16), además de ser considerado un importante predictor de las relaciones interpersonales y de un funcionamiento psicológico óptimo (17). En general, se ha demostrado que las personas que poseen niveles altos de BP afrontan mejor las demandas y los desafíos del ambiente (18), son más productivas y valoradas en el trabajo, soportan mejor el dolor, cuidan más de su salud, muestran un pensamiento más flexible y aceptan las diferentes opiniones (14); inclusive, hay investigaciones que mencionan que el BP tiene un rol tanto de prevención como de recuperación de enfermedades físicas (7). Otros estudios demostraron que una educación basada en el bienestar mejora el aprendizaje y la creatividad en los estudiantes (19), aparte de tener mayor motivación y rendimiento académico (20,21).
En el campo de la educación médica, se ha observado una correlación negativa entre el bienestar y la ansiedad (22). Además, se ha podido demostrar que es posible modificar el BP por medio de actividades intencionales. Un ejemplo de ello son varias investigaciones llevadas a cabo en diferentes partes del mundo en la última década, las cuales coinciden en que posterior a la aplicación de un programa basado en la atención reconcentrada (mindfulness) en población del área de la salud, se observó una mejoría tanto del BP como de actitudes asociadas con el cuidado centrado en el paciente, incluidas la empatía (23-25); al igual que una reducción del burnout, de la ansiedad y otros problemas emocionales de los estudiantes (26,27). En tal sentido, otros estudios sugieren que a través de este tipo de intervenciones se podrían disminuir los errores médicos relacionados con la falta de conciencia del médico acerca de sus propios procesos cognitivos y afectivos (28). Todo esto nos indica que con adecuadas intervenciones dirigidas a los médicos residentes, es posible obtener mejoras en los niveles de BP y en sus consecuencias. En México no se encontró información al respecto en médicos residentes.
Con base en la evidencia disponible, se concluye que incorporar al currículo de los médicos residentes actividades dirigidas al cultivo de su BP, basadas en el fomento del pensamiento, emociones y conductas positivas y en el desarrollo de las fortalezas individuales, será de gran beneficio no solo en el plano personal, reflejado en una disminución de estrés, ansiedad y depresión, sino también en su aprovechamiento académico, desempeño profesional y empatía con los pacientes.
Objetivo del estudio
Identificar los niveles de BP en los residentes de primero a cuarto año, de una universidad pública en México.
Material y métodos
Estudio descriptivo de corte transversal, no experimental.
Participantes
Estudiantes de las diferentes especialidades médicas de primer a cuarto año de una universidad pública en México que cursaban el periodo académico 2017-2018 y que aceptaron participar de manera voluntaria y que firmaron el consentimiento informado.
Instrumentos
Debido a que las propiedades psicométricas de la escala varían de acuerdo con la muestra estudiada, atendiendo a diferencias en factores socioculturales (29), se adaptó y validó a la población de estudio por medio de la técnica de análisis factorial, y como resultado se eliminaron 9 ítems, y al final quedó compuesta por 30 reactivos.
Se utilizó la Escala de Bienestar Psicológico (SPWB), siglas de Scale of Psychological Well-being, elaborada por Ryff en 1989, en su adaptación española por Dierendonck, en el 2006.
La estructura factorial encontrada consta de cuatro subescalas: 1) autonomía y crecimiento personal (α = 0,915), p. ej., “Me preocupa cómo otra gente evalúa las elecciones que he hecho en mi vida”; 2) autoaceptación (α = 0,847), p. ej., “cuando repaso la historia de mi vida estoy contento con cómo han resultado las cosas”; 3) relaciones positivas (α = 0,80), p. ej., “me parece que la mayor parte de las personas tienen más amigos que yo”, y 4) dominio del entorno (α = 0,65), p. ej., “he sido capaz de construir un hogar y un modo de vida a mi gusto”. El α de Cronbach de la escala total fue de 0,915. Es autoadministrada, con un formato de respuesta con puntuaciones que oscilan entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 6 (totalmente de acuerdo), con un rango posible de entre 30 y 180. Se incluyó una ficha de recolección de datos sociodemográficos.
Procedimiento
Los datos se recolectaron durante noviembre del 2017. Se acudió a las unidades médicas receptoras de residentes (UMRR), y con el apoyo de las autoridades se invitó a todos los residentes a contestar el instrumento. Se les indicó que no era obligatorio responderlo, y quienes decidieron participar firmaron el consentimiento informado. No se tomaron en cuenta los estudiantes ausentes en la UMRR en el momento de la evaluación; se excluyeron los cuestionarios que no se respondieron completamente.
Análisis de datos
El análisis de datos se llevó a cabo a través del programa estadístico IBMTM SPSSTM 20. Se utilizó la prueba de Kolmogorov-Smirnov para determinar la normalidad de los datos de la muestra. Se calcularon terciles para establecer los puntos de corte y poder identificar el nivel de BP.
Resultados
Características de la población
Participaron 157 residentes de un total de 238, pertenecientes a una zona, que cursaban diferentes especialidades. El 48,4 % eran mujeres y el 51,6 % eran hombres, con un rango de edad de entre 24 y 44 años (media = 29,05; DE = ±3,381). El 73,9 % estaba soltero; el 80,03 % mencionó ser independientes económicos; el 54,1 % dijo vivir solo; y el 71,3 % dijo no tener dependientes económicos; el 84,1 % proviene de diferentes estados de la República mexicana; el 38,2 % es de tercer año y el 26,6 % es de medicina familiar (tabla 1).
Análisis factorial
El análisis factorial de la escala de SPWB permitió determinar 4 factores que explicaron en conjunto el 44,59 % de la varianza. Fue necesario eliminar 9 reactivos que no satisfacían los criterios exigidos de carga factorial. Los factores quedaron constituidos de la siguiente manera: 1) autonomía y crecimiento personal (reactivos 4, 5, 8, 22, 25, 27, 29, 30, 33 y 36); 2) autoaceptación (reactivos 1, 3, 7, 17, 18, 19, 24, 28, 31, 32, 35, 37 y 38); 3) relaciones positivas (reactivos 2, 9, 20, y 26), y 4) dominio del entorno (reactivos 11, 12 y 21).
Niveles de bienestar psicológico
Respecto a la puntuación global que arroja la escala, el 37,06 % se encuentran en el nivel medio. En cuanto al análisis por dimensión: autonomía y crecimiento personal, el 36,9 % está en nivel bajo; en autoaceptación, el 36,9 % está en nivel medio; en relaciones positivas, el 36,9 % está en nivel bajo, y el 36,9 % está en nivel medio; en dominio del entorno, el 44,6 % se ubicó en niveles bajos (tabla 2).
En lo que se refiere al sexo, el 42 % de los hombres mostró niveles bajos en BP; mientras que de las mujeres, el 39,5 % se ubicó en el nivel medio. En lo que respecta al lugar de procedencia, el 42,4 % de los que vienen de fuera mostraron niveles bajos de BP; de los que viven en la ciudad sede, el 40 % se ubicó en los niveles medios. En cuanto al estado civil, el 39,7 % de los solteros estaba en niveles bajos de BP.
Niveles de bienestar psicológico por año
En el puntaje global de la escala se observó que los residentes de segundo año (el 42,2 %) y los de cuarto año (el 50 %) mostraron los niveles más bajos (tabla 4). En cuanto a autonomía y crecimiento personal, los de tercer año (40 %) se ubicaron en el nivel bajo, y los cuarto año (50 %) se ubicaron en el nivel medio (tabla 4).
Autoaceptación: segundo año, 46,7 %, se ubicó en el nivel medio; tercer año, 46,7 %, se ubicó en el nivel bajo, y cuarto año, 50 %, se ubicó en el nivel alto (tabla 4). Relaciones positivas: tercer año, 46,7 %, se ubicó en el nivel medio; y cuarto año, 50 %, se ubicó en el nivel bajo (tabla 4). Dominio del entorno: tercer año, 46,7 %, se ubicó en el nivel bajo; cuarto año, 50 %, se ubicó en el nivel bajo (tabla 4).
Discusión
El estudio tuvo como objetivo identificar los niveles de BP en médicos residentes de una universidad pública mexicana y la necesidad de incluir este aspecto en el currículo formal de la educación médica. Desde el paradigma de la psicología positiva en torno al BP, quedó evidenciada la situación que prevalece entre los residentes médicos de este estudio, y se resaltó la importancia de empezar a incorporar al currículo formal de las especialidades médicas actividades permanentes encaminadas a la promoción del BP en los estudiantes, y tomar como ejemplo universidades de otros países donde ya se ha demostrado su efectividad a través de la disminución del riesgo de desarrollar depresión, estrés, ansiedad o burnout, enfocándose en reconocer las fortalezas y logros de los estudiantes, que les ayude a desarrollar un trabajo más gratificante durante su etapa de formación y, posteriormente, en su vida profesional (30).
Bajo esta línea, los resultados arrojaron que la mayor parte de la población estudiada mostró niveles de medios a bajos de BP, luego de considerar las puntuaciones globales. En el análisis de las variables sociodemográficas, los hombres mostraron los niveles más bajos; de igual modo, los que mencionaron estar en unión libre y los que vienen de fuera de la ciudad sede fueron quienes mostraron los niveles más bajos, similar a lo encontrado en otro estudio realizado en Chile, en estudiantes de carreras de la salud (19). Cabe señalar que la escala se validó con la población de estudio y que se encontraron mejores ajustes con solo 4 dimensiones y no con 6, como en la escala original de Ryff, semejante a la validación hecha en estudiantes universitarios mexicanos, en el 2017 (31).
En cuanto al análisis de la dimensión de autoaceptación, se observó que los residentes de los primeros dos años se ubicaron en niveles medios, los de tercero mostraron los niveles más bajos; mientras que los de cuarto fueron los más altos. Esto no coincide con la teoría, ya que esta menciona que a lo largo de su formación profesional, muchos médicos ven deteriorada su percepción en relación con sus talentos y potenciales (11), y aunque de primero a tercero sí se observó tal situación, en los residentes de último año eso cambió, mostrando en su mayoría niveles altos de autoaceptación, lo que posiblemente pudo deberse al número de muestra de estos residentes.
En lo que respecta a la autonomía y crecimiento personal, ambas fusionadas como una sola dimensión, después de la adaptación a la población de estudio, se observó una tendencia a niveles bajos en los residentes de primer, segundo y tercer año; mientras que en los de cuarto año la mayoría se ubicó en niveles medios, situación que podría deberse a que la toma de decisiones en lo que respecta a lo académico y con los pacientes, generalmente, está en las manos de los adscritos o residentes de grados superiores.
En cuanto a la dimensión de relaciones positivas, se observó nuevamente que primero y segundo años mostraron niveles bajos, y tercero se ubicó en niveles medios, y los de cuarto año volvieron a mostrar, en su mayoría, niveles bajos. En concordancia con lo ya mencionado del contexto adverso en que los residentes se encuentran inmersos (5,6), y tomando en consideración que la mayor parte de la población de este estudio proviene de diferentes estados de la República mexicana y quienes, además, en su mayoría mostraron niveles bajos, se infiere que al estar lejos de sus familias y amigos, y además las jornadas laborales que impiden la convivencia, se podría explicar este resultado, ya que las relaciones personales se podrían ver afectadas.
Por último, en la dimensión de dominio del entorno, se observó que los residentes de primero a tercero se ubicaron en su mayoría en niveles bajos; en tanto que los de cuarto año quedaron divididos en mitad y mitad entre nivel medio y bajo. Estos hallazgos son parte esencial del estudio, ya que confirman que los residentes médicos no cuentan con herramientas que les permitan enfrentar los ambientes adversos en los que llevan a cabo sus actividades diarias como estudiantes y como médicos, por lo que se están viendo absorbidos por su contexto, sin posibilidad de retomar el control. Esto podría relacionarse con los resultados de las investigaciones que demuestran el desarrollo de patologías como depresión, ansiedad, estrés y burnout durante el periodo formativo de los médicos (2,3-6) y que, por lo tanto, sugieren una falta de estrategias psicológicas que las prevengan como una obligación de la educación médica.
Una fortaleza del presente estudio es que la escala fue adaptada a la población siguiendo criterios psicométricos estrictos. Los instrumentos no pueden utilizarse sin el debido trabajo de validación psicométrica, ya que esto conduce a puntajes distorsionados e inexactos, al no tener en cuenta los factores psicosociales que inducen variabilidad en la población estudiada (29,32). Por otra parte, esto produce problemas al comparar los datos obtenidos con los del presente estudio, pues en la mayoría de los casos, los autores no ofrecen el trabajo de validación efectuado con sus escalas. Son necesarios más trabajos que utilicen procedimientos psicométricos estrictos, a fin de comparar sus resultados con los obtenidos en la presente investigación.
Conclusiones
En más de la mitad de los residentes se encontraron niveles de medios a bajos en la escala de bienestar psicológico, tanto en la puntuación global como en cada una de sus dimensiones, por lo que se resalta la importancia de realizarle los ajustes pertinentes al currículo formal en la educación médica, retomando los aportes que la psicología positiva ofrece, pues ha demostrado una mejora del bienestar psicológico, y por lo tanto en la disminución de síntomas depresivos, ansiedad y estrés. En otras palabras, es pertinente empezar a incluir al bienestar psicológico como una competencia más a desarrollar durante la formación de los médicos. Es importante hacer más investigaciones en dicha población.