1. Introducción
La región Caribe de Colombia ha sido propuesta como el lugar de origen de la ahuyama (Cucurbita moschata), lo que explica en gran parte la tradición productiva y de consumo del fruto en el país (Nee, 1990; Valdés, 2014; Kates et al., 2017). La versatilidad en usos para el consumo directo, la han posicionado como un alimento básico en la dieta de los pequeños productores familiares; así mismo, su importancia se ha incrementado debido a descubrimientos en atributos como: valor nutritivo (vitaminas, carbohidratos, minerales), propiedades medicinales y usos como materia prima para la agroindustria, artesanías y decoración (Vallejo y Estrada, 2004; Caili et al., 2006; Escalada et al., 2007; Escalada, Campos et al., 2009; Ortiz et al., 2013; Ubaque et al., 2014; Correa, 2015).
A nivel nacional, las estadísticas oficiales más recientes reportan para el año 2016 cifras en área cosechada, producción y rendimientos de 5.968 ha, 77.703 t y 11.9 t/ha, respectivamente (Agronet, 2018). El cultivo es frecuente en agroecosistemas de economía campesina, ya sea como cultivo principal, transitorio o en sistemas de producción intercalados y de relevo con frutales, ornamentales y forestales (Vallejo y Estrada, 2004; Correa, 2015). En la región Caribe, las áreas de siembra han evolucionado progresivamente: de pequeñas áreas (≈=500 ־ m2) destinadas para el autoconsumo se ha pasado a áreas comerciales (≈=2 ־ ha) como actividad económica para los pequeños productores; este cambio le ha conferido en los últimos cinco años a la siembra de esta especie un "estatus de cultivo", en razón de que las pequeñas áreas de autoconsumo implicaban solamente siembra y cosecha del producto, sin manejo agronómico, mientras que las áreas comerciales con ánimo de lucro reciben manejo e inversión de insumos y jornales por parte de los pequeños agricultores (Correa, 2015).
El actual escenario del cultivo de ahuyama en la región Caribe de Colombia genera demandas de tecnologías por parte de los agricultores para la disminución de brechas tecnológicas del sistema productivo. En este sentido, el Portal Siembra del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) y el Plan Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación del Sector Agropecuario (Pectia), a través de la participación de diversos actores del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología Agroindustrial (Sncta), han aunado esfuerzos en la compilación de demandas y brechas tecnológicas de diversos sistemas productivos del país, incluyendo el cultivo de ahuyama. Sin embargo, se requieren diagnósticos locales que permitan detallar el nivel tecnológico de los cultivos e identificar las mayores brechas tecnológicas que sufren, con la finalidad de direccionar inversiones en investigación de forma más eficiente, de mayor impacto para el sistema productivo y beneficio para el productor (Siembra, 2017; Pectia, 2017).
La aplicación de estudios de tipificación o caracterización de sistemas de producción son importantes en la generación de insumos para: i) determinar prioridades de investigación; ii) conocer las principales limitantes y oportunidades de cambio técnico; iii) determinar grupos de beneficiarios de la investigación y extensión; iv) establecer una medición base con la cual comparar el eventual impacto de una tecnología; v) gestión de proyectos concretos de investigación y desarrollo, y, vi) definir políticas de investigación y transferencia de tecnología entre otros. Eso significa que dichos estudios se proyectan con miras a la aplicación de procesos de investigación y transferencia generados a la medida de las circunstancias, limitaciones y posibilidades de los grupos de productores identificados (Escobar y Berdegué, 1990).
Para lograr esto, las técnicas de análisis estadístico multivariado constituyen una herramienta idónea (Escobar y Berdegué, 1990). Entre los métodos multivariados existentes, el coeficiente de similitud de Gower permite la manipulación simultánea de variables cuantitativas y cualitativas en una base de datos, y mediante su aplicación se logra hallar la similitud entre individuos a los cuales se les han medido una serie de características en común. Una vez obtenida la similaridad entre elementos se pueden transformar los coeficientes en distancias, y así se puede realizar el agrupamiento de los individuos, de tal forma que cada grupo esté integrado por unidades homogéneas y los grupos entre sí serán muy heterogéneos (Gower, 1971; Franco y Hidalgo, 2003; Chauza y Villa, 2011).
En este sentido, el objetivo del artículo fue identificar las tecnologías de producción, prácticas agronómicas y características socioeconómicas de los agricultores del cultivo ahuyama en el Caribe colombiano, a fin de generar una línea base del sistema de producción o insumo para formulación de proyectos y la medición de impactos de futuras tecnologías como soporte en las estimaciones del balance social de diferentes instituciones del sector.
2. Metodología aplicada
La investigación se realizó entre los meses de julio y noviembre del año 2017, en áreas productoras de la región Caribe. Se estudiaron aspectos relacionados con las características socioeconómicas, tecnológicas y productivas de los agricultores de ahuyama mediante la aplicación de encuestas con preguntas estructuradas para tal fin (tabla 1). El tamaño de la muestra se determinó mediante un diseño de muestreo aleatorio simple sin reemplazo, considerando varianza máxima, de acuerdo con la siguiente formula (ecuación 1):
Donde:
N = tamaño de la población
= valor de la distribución normal estándar para un nivel de confianza del 90 % (1,645)
p = valor de la proporción a priori de varianza máxima de una variable de proporción (0,5)
ε = error máximo permisible de la estimación 10 % (0,1)
n = tamaño de la muestra
Cl-de: cualitativa doble estado; Cl-mnl: cualitativa multiestado no lógico; Cl-ml: cualitativa multiestado lógico; Ct-c: cuantitativa continua; Ct-d: cuantitativa discontinua
Para el estudio, el tamaño de la población se expresó como el número de productores de ahuyama en la región Caribe, el cual se determinó mediante el cociente obtenido del reporte oficial más reciente del área cosechada en la región (2.554 ha en año 2016) con el área modal de siembra (≈=2 ־ ha) estimada en los procesos de colecta de germo-plasma del fruto del 2013 por parte de Agrosavia (Agronet, 2017; Correa, 2015). Así mismo, los valores considerados para , p y ε fueron del 90 % (1,645), 0,5 y 10% (0,1), respectivamente, con lo que se obtuvo un tamaño de muestra de 64 productores.
Para el análisis de los datos, se descartaron las variables que no presentaron variación. El agrupamiento de los productores se obtuvo mediante análisis multivariado a través de la distancia de Gower (ecuación 2) y el método de agrupamiento jerárquico de Ward, con el uso del programa estadístico infoStat, versión 2017 (Di Rienzo et al., 2017).
Ecuación 2: d 2 ij . = 1 - S ij .. donde,
S ij .. es el coeficiente de similaridad de Gower,
P 1 es el número de variables cuantitativas continuas,
p 2 es el número de variables binarias,
p 3 es el número de variables cualitativas (no binarias),
α es el número de coincidencias (1, 1) en las variables binarias,
d es el número de coincidencias (0, 0) en las variables binarias,
α es el número de coincidencias en las variables cualitativas (no binarias) y
Rh es el rango (o recorrido) de la h-ésima variable cuantitativa.
Complementariamente, la determinación de los patrones de costos e indicadores económicos del cultivo, se realizó mediante el desarrollo de cuatro (4) talleres con miembros de asociaciones de productores de ahuyama (Asphas, Aproagro, Asotravesía y Tierra de Zapallos) por el método del consenso y siguiendo el esquema metodológico participativo descrito en la figura 1. Los parámetros de costos (directos, indirectos y totales), rentabilidad, valores unitarios, punto de equilibrio, etc., fueron determinados basados en la teoría económica de Krugman y Wells (2006).
3. Resultados y discusión
El análisis multivariado de datos mixtos permitió la conformación de cinco conglomerados (GI, GII, GIII, GIV y GV) de agricultores, lo que evidencia la existencia de divergencia en los productores de ahuyama de la región Caribe (figura 2). Los grupos GI, GII, GIV y GV están conformados principalmente por agricultores provenientes de los municipios de Montería (Córdoba), Maicao (La Guajira), Mompox (Bolívar) y La Apartada (Córdoba), respectivamente (figura 3); es decir, de una misma zona productiva, lo que indica una marcada relación entre los aspectos socioeconómicos y tecnológicos evaluados y la zona de producción de origen de los agricultores. En tanto, el GIII corresponde a un grupo de agricultores dispersos en diferentes municipios de la región Caribe (tabla 2).
Estd.: estadístico; X: media; Md.: moda; GI, GII, GIII, GIV y GV: grupos de agricultores determinados mediante análisis multivariado (distancia de Gower y agrupamiento jerárquico de Ward).
3.1 Aspectos socioeconómicos y tecnológicos
Al analizar los aspectos socioeconómicos y tecnológicos de los productores, tenemos que el grupo I se encuentra conformado por 11 agricultores que representan el 17 % de la muestra, y se caracterizan por estar localizados en el área rural del municipio de Montería (Córdoba), donde cerca del 82 % son hombres, con edades promedio de 51 años, bajo grado de escolaridad (primaria ≈=64 ־ %) y experiencia promedio en el cultivo de 9,3 años. Las unidades productivas presentan topografía ondulada, vías en mal estado, acceso casi nulo a servicios públicos como energía eléctrica, agua potable, gas domiciliario, telefonía fija e internet; los predios agrícolas en la mayoría son propios (54,5 %) o familiares (36,4 %) y en mínima proporción arrendados (9,1 %). Las áreas de siembra son en promedio de 2,8 ha con rendimientos medios de 7,5 t/ha; los costos de producción son asumidos principalmente con recursos propios (72,7 %) usando mano de obra familiar. La producción es destinada principalmente para la venta (95,5 %) y otros como el consumo familiar (4,5 %); así mismo, los frutos cosechados se llevan hacia la plaza de mercado municipal (63,6 %) para su comercialización, y en menor proporción se comercializa en el lote del productor (36,4 %), donde impera como unidad de venta el kilogramo (tabla 2).
En cuanto a la tecnología de producción, este grupo se caracteriza por hacer preparación de suelos de forma manual sin llegar a realizar análisis de suelos. Generalmente efectúan dos siembras al año: la primera, entre los meses de abril y mayo (≈=91 ־ % de los agricultores) y la segunda, en el mes de octubre (≈=46 ־ % de los agricultores), con sistemas de siembra en monocultivos (63,6 %) y policultivos (36,4 %) principalmente con maíz (Zea mays) y yuca (Manihot esculenta), en densidades de siembra de 4 x 4 m, que corresponden a 625 plantas/ha. Realizan pocas labores agrícolas, destacándose la resiembra en sitios donde la germinación no fue efectiva, ya que no usan sistemas de riego.
El grupo II está compuesto por 15 agricultores (23 % de la muestra) asentados en zona rural del municipio de Maicao (La Guajira); el 80 % de los productores son hombres, con edades promedio de 53 años, de bajo grado de escolaridad (92 %) y con experiencia en el cultivo de 10 años. Las unidades productivas presentan topografía plana, vías de acceso en mal estado, baja cobertura en servicios públicos domiciliarios (13,3 % en agua y energía eléctrica) y predios agrícolas principalmente propios (87 %). Los promedios de las áreas del cultivo son de 2,3 ha con rendimientos medios alrededor de las 15 t/ha; los costos de producción son asumidos con recursos propios y combinan mano de obra familiar con jornales particulares. La producción es destinada en su totalidad para la venta y es comercializada en kilogramos en el lote de siembra del agricultor (tabla 2).
Los aspectos tecnológicos involucran preparación de terreno mecanizado, no realizar análisis de suelos, una única siembra en el año en el mes de septiembre (≈=87 ־ % de los agricultores), en monocultivos (87 %), con densidades de siembra de 8 x 3 m (417 plantas/ha, realizan pocas labores agrícolas como resiembras (87 %) y el 33 % riega los cultivos de forma combinada entre manual y sistemas de riego por goteo (tabla 3).
Estd.: estadístico; X: media; Md.: moda; GI, GII, GIII, GIV y GV: grupos de agricultores determinados mediante análisis multivariado (distancia de Gower y agrupamiento jerárquico de Ward). *Distancia entre surcos y plantas, respectivamente.
El grupo III comprende 11 productores (17 % de la muestra) dispersos en diferentes municipios de la región Caribe, el 91 % de sus integrantes son hombres, con edades promedio de 51 años, con grado de escolaridad superior a los grupos I y II (técnico-profesional 27 %) y experiencia en el cultivo alrededor de los 7 años. Las unidades productivas presentan topografía plana, vías de acceso en estado regular, cobertura del 36,4 % y 45,5 % en servicios de agua y energía eléctrica, respectivamente, y predios con tenencia de tierra de diversa índole (36,4 % familiar, 36,4 % arrendada, 18,2 % propia y 9 % comodato). Los promedios de las áreas del cultivo son de 1,2 ha con rendimientos medios alrededor de las 8 t/ha; los costos de producción son asumidos con recursos propios y combinan el uso de mano de obra familiar con jornales particulares. La producción es destinada en su mayor parte a la venta y se comercializa en diversos puntos (mercado municipal, tiendas y lote del productor) en unidades, kilogramos o bultos de 50 kg acorde a la naturaleza del mercado (tabla 2).
En los aspectos tecnológicos, estos productores se caracterizan por no preparar suelos ni realizar análisis de estos; hacen dos siembras al año en los meses de marzo (primera) y septiembre (segunda), en monocultivos con densidades de siembra de 4 x 4 m, ejecutan labores agrícolas como resiembras (100 %), raleos (18 %) y aporques (18 %), y, alrededor de un 40 % riegan los cultivos ya sea de forma manual o con riego por gravedad (tabla 3).
Ahora, respecto al grupo IV, está integrado por 17 productores (27 % de la muestra) que se encuentran ubicados en zona rural del municipio de Mompox (Bolívar); todos los agricultores son hombres con edades promedio de 42 años, de bajo grado de escolaridad y experiencia en el cultivo de 18 años. Las unidades productivas presentan topografía plana, vías de acceso en estado regular, mediana cobertura en servicios públicos domiciliarios (41,2 % en agua y energía eléctrica), y los predios agrícolas son generalmente propios o familiares. Las áreas del cultivo son en promedio de 2,2 ha con rendimientos alrededor de las 9 t/ha; los costos de producción son asumidos principalmente con recursos propios y mano de obra de jornales particulares. La producción es destinada mayoritariamente para la venta y comercializada en bultos de 50 kg en el lote de siembra a intermediarios de la región (tabla 2).
Los aspectos tecnológicos involucran preparación de suelos mecanizada, pero sin realizar análisis de suelos; una siembra al año en el periodo diciembre-enero, en monocultivos (53 %) y en cultivos asociados (47 %), con densidades de siembra de 4 x 4 m; realizan pocas labores agrícolas como resiembras, raleos y guiado de ramas y el 59 % riega manualmente mientras otro 12 % implementa sistemas de riego por goteo, para suplir los requerimientos hídricos del cultivo (tabla 3).
Finalmente, el grupo V comprende 10 productores y representa el 16 % de la muestra; sus integrantes se encuentran ubicados principalmente en el municipio de La Apartada, en el departamento de Córdoba; el 60 % de sus integrantes son mujeres, con edades promedio de 53 años, con grado de escolaridad variable (50 % analfabetismo, 30 % primaria-secundaria y 20 % técnico-profesional) y experiencia en el cultivo de casi 12 años. Las unidades productivas presentan topografía plana, vías de acceso en estado regular, aceptable cobertura de servicios públicos (70 % agua, 70 % energía eléctrica, 50 % gas y 10 % telefonía fija) y predios agrícolas en arriendo (60 %) y comodato (30 %), principalmente. Los promedios de las áreas del cultivo son de 1,3 ha con rendimientos medios alrededor de las 13 t/ha; los costos de producción son asumidos principalmente con recursos propios (40 %) y préstamos a familiares (40 %), y usan mano de obra familiar. La producción es destinada a la venta (88 %) y al autoconsumo (12 %) y se comercializa principalmente en lote del productor en bultos de 50 kg a intermediarios locales (tabla 2).
Los aspectos tecnológicos de este grupo involucran preparación de suelos mecanizada y la realización del consiguiente análisis de suelos; una siembra al año en el periodo noviembre-diciembre, en monocultivos, con densidades de siembra de 3 x 3 m (≈=־ 1.110 plantas/ha); realizan en gran medida labores agrícolas como resiembras, raleos, aporque guiado de ramas y retiro de desechos del cultivo, y el 50 % riega de forma manual, por goteo y gravedad (tabla 3).
Ahora, los grupos descritos anteriormente comparten características comunes como vías sin pavimentar; uso de semilla seleccionada de sus propios cultivos (no certificada); realizar siembra directa para el establecimiento de los cultivos; no hacer análisis de aguas para riego; adelantar control de malezas mediante la combinación de herbicidas (principalmente de contacto, ej. Paracuat) con deshierbes manuales durante los primeros 30 días del cultivo; usar principalmente fertilizantes de síntesis química (ej. úrea y Triple 15) como fuentes para la nutrición del cultivo; usar solamente pesticidas para el control de plagas y enfermedades; no disponer en su mayoría de infraestructuras básicas como áreas de preparación de agroquímicos, bodegas de almacenamiento del producto, casetas de almacenamientos de envases entre otras. Así mismo, las labores poscosecha comunes son principalmente la clasificación y empaque de frutos y, en menor medida, su almacenamiento.
3.2 Patrón de costos e indicadores económicos
Sobre los costos de producción (CP) e indicadores económicos (IE), estos se resumen en la tabla 4, así como los indicadores económicos de cuatro asociaciones de agricultores de ahuyama en zonas productoras del Caribe colombiano, las cuales corresponden en gran medida a los conglomerados de productores GI (Tierra de Zapallos), GII (Aproagro), GIV (Asotravesía) y GV (Asphas) obtenidos en el análisis multivariado.
Tierra de Zap.*** | Aproagro* | Asotravesía* | Asphas** | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
COP $ | P (%) | COP $ | P (%) | COP $ | P (%) | COP $ | P (%) | ||
COSTOS DE PRODUCCIÓN | |||||||||
Costos directos | 1.344.700 | 91 | 1.433.667 | 87 | 2.258.000 | 91 | 3.348.305 | 88 | |
Labores+ | 915.000 | 62 | 1.142.500 | 69 | 1.740.000 | 70 | 2.511.000 | 66 | |
Insumos | 346.700 | 24 | 175.500 | 11 | 338.000 | 14 | 142.305 | 4 | |
Herramientas y equipos | 83.000 | 6 | 115.667 | 7 | 180.000 | 7 | 695.000 | 18 | |
Costos indirectos | 127.235 | 9 | 221.683 | 13 | 212.900 | 9 | 467.415 | 12 | |
Arriendo del terreno | 60.000 | 4 | 150.000 | 9 | 100.000 | 4 | 300.000 | 8 | |
Costos financieros | 67.235 | 5 | 71.683 | 4 | 112.900 | 5 | 167.415 | 4 | |
Otros | 0 | 0 | 0 | 0 | |||||
Costos totales | 1.471.935 | 1.655.350 | 2.470.900 | 3.815.720 | |||||
INDICADORES ECONÓMICOS | |||||||||
Rendimientos (t/ha) | 8 | 18 | 9 | 13 | |||||
Precio de venta ($/t) | 350.000 | 300.000 | 375.000 | 350.000 | |||||
Costo unitario ($/t) | 175.588 | 91.964 | 268.576 | 293.517 | |||||
Ingreso bruto ($/ha) | 2.800.000 | 5.400.000 | 3.450.000 | 4.550.000 | |||||
Ingreso neto ($/ha) | 1.395.300 | 3.744.650 | 979.100 | 734.280 | |||||
Rentabilidad (%) | 94,8 | 226,2 | 39,6 | 19,2 | |||||
Punto de equilibrio (t/ha) | 4,2 | 5,5 | 6,6 | 10,9 |
COP: peso colombiano; P: participación sobre los costos totales.
Asphas: (La Apartada, Córdoba) Aproagro (Maicao, La Guajira): Asotravesía: (Mompox, Bolívar).
*Valor jornal COP $ 25.000; **valor jornal COP $ 22.000; ***valor jornal COP $15.000.
† El número de jornales para la ejecución de las labores agrícolas fue de 62, 24, 61 y 104 para las asociaciones Tierra de Zapallos, Aproagro, Asotravesía y Asphas, respectivamente.
Los costos de producción oscilaron entre 1,5-3,8 millones de pesos, de los cuales las labores agrícolas son el rubro de mayor participación (62 % - 70%) sobre los costos totales. Los insumos mostraron una baja (4 %, 11 % y 14 %) y moderada (24 %) participación en la estructura de costos, lo que en términos monetarios osciló entre $142 000 y 347 000 pesos; por su parte, los costos indirectos, no superaron el 13 %. Así mismo, a nivel de asociaciones, los indicadores económicos mostraron diferencias importantes en términos de costos unitarios (desde 91.964 hasta 293.517), ingresos netos (desde 734.280 hasta 3.744.650) y rentabilidad (entre 19 % y 226 %) (tabla 4).
Por otra parte, los resultados revelan un bajo nivel tecnológico en la producción de ahuyama de la región Caribe, aun cuando el grupo GV (La Apartada, Córdoba) el que presenta un mejor nivel en este aspecto, representado en las labores agrícolas que han afianzado tales como: mecanización y análisis de suelos, realización rutinaria de labores agronómicas al cultivo (resiembras, raleos, aporques, guiado de ramas, retiro de residuos de cosechas, etc.) y riego. Al respecto, algunos estudios han encontrado que aspectos como el nivel tecnológico y la adopción de tecnologías guardan una relación directa con el grado de escolaridad y la edad de los agricultores (Damián y Ramírez, 2008; Aguilar, Muñoz, Santoyo y Aguilar, 2013; Ayala et al., 2013; Vargas, Palacios, Camacho, Aguilar y Ocampo, 2015; Garrido, Martínez, Martínez, Granados y Rendón, 2017). Sin embargo, los resultados obtenidos en este estudio no revelan una asociación marcada en este aspecto, ya que los rangos de edad (42 - 53 años) y el nivel de escolaridad (72,8 % - 100 % hasta secundaria) fueron muy similares entre los grupos y el mayor nivel tecnológico mostrado por el GV obedece entre otros factores a un mayor nivel organizacional como la condición de beneficiarios en ámbitos técnicos y socioempresariales de capacitación realizados por diferentes entidades del sector.
Los grupos de agricultores presentaron rendimientos que oscilaron entre 7,5 y 14,9 t/ ha, con promedio de 10,4 t/ha (tabla 3). Los mayores rendimientos registrados por el GII (Maicao, La Guajira) pueden responder a la oferta ambiental de esta zona, que es favorable para el cultivo en términos de distribución de lluvias, suelos franco-arenosos de rápido drenaje y humedades relativas entre el 70 % y 75% poco propicias a la ocurrencia de enfermedades foliares y la pudrición de frutos (tabla 5).
CC: clasificación climática de Köppen-Geiger; Pma: precipitación media anual; Tma: temperatura media anual; HR: humedad relativa.
Aw: clima de sabana tropical; BSh: clima semiárido caliente; Am: clima tropical monzónico.
Fuente: climate-data.org; *Fuente: Ideam, 2018.
Las estadísticas oficiales más recientes reportan en el año 2016 cifras en área cosechada, producción y rendimientos de 5.968 ha, 77.703 t y 11,9 t/ha, respectivamente, a nivel nacional; 2.554 ha, 24.067 t y 9,0 t/ha, en la región Caribe, y de 3.413 ha, 53.636 t y 14,8 t/ha para el resto del país (Agronet, 2018). En este sentido, el mayor nivel tecnológico y productivo del cultivo de otras regiones del país es explicado por los avances en investigación desarrollados principalmente por la Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira, en términos de generación de nuevos cultivos mejorados (ej.: Unapal Abanico 75, Unapal Dorado, Unapal Llanogrande, Unapal Bolo Verde y Unapal Mandarino) y prácticas de manejo agronómico, que ayudan en la expresión del potencial productivo del cultivo (Vallejo y Estrada, 2004; Estrada et al., 2004; Baena, Ortiz, Valdés, Estrada y Vallejo, 2010; Vallejo, Baena, Ortiz, Estrada y Tobar, 2010; Estrada, Vallejo, Baena, Ortiz y Zambrano, 2010).
Las fechas de siembra estuvieron asociadas a los periodos lluviosos de las respectivas zonas productivas (tabla 5), debido a que los agricultores buscan suplir los requerimientos hídricos del cultivo, los cuales, se encuentran entre los 300 y 400 mm (Vallejo y Estrada, 2004). Las siembras se desarrollan principalmente en el segundo semestre del año y tienden a coincidir con el histórico de finalización del periodo lluvioso e inicio del periodo seco, ideal para disponer de agua durante las etapas vegetativa y reproductiva (2-3 meses del cultivo) y lograr un mínimo suplemento hídrico con riegos durante la etapa productiva y la cosecha; precisamente esta condición favorece el cultivo reduciendo los riesgos de pudriciones de fruto por encharcamientos del suelo y la incidencia de enfermedades foliares por causa de la combinación de las altas temperaturas y alta humedad relativa. Para el GIV (Mompox, Bolívar) el ciclo del cultivo se desarrolla durante el periodo seco del año, esto obedece esencialmente a las condiciones agroecológicas particulares de esta zona de producción, donde los terrenos agrícolas corresponden áreas inundables durante los periodos de lluvias y, por tanto, los cultivos se establecen en las playas ribereñas creadas por el descenso del nivel del rio Magdalena durante el periodo seco, que expone suelos de fertilidad media-alta y humedad del suelo favorable para los cultivos de ciclo corto (tabla 5).
La estacionalidad de la producción suele estar asociada a la estacionalidad de los precios. Al respecto, para el año 2017 las principales plazas de mercado de la región Caribe revelan que los mayores precios en ahuyama se registraron durante los meses de julio a septiembre, con valores por kilogramo entre los 785 y 942, en Montería; 1.328 y 1.446, en Barranquilla, y entre 1.049 y 1.189, en Cartagena; así mismo, los meses con menores precios corresponden al periodo diciembre-febrero con valores entre los 425 y 491; 583 y 715; 713 y 786 para los mercados de Montería, Barranquilla y Cartagena, respectivamente (Sipsa, 2018); dichos precios muestran una fuerte asociación con la información de las fechas de siembra y ciclo del cultivo de las zonas de producción en estudio, en donde, los picos de las cosechas se concentran principalmente entre los meses de diciembre a febrero y con escasa oferta para los meses de julio a septiembre (tablas 3 y 5). Así mismo, estos valores podrían explicar los mayores precios de venta registrados por los agricultores de Mompox, en donde su producción es ofertada a partir del mes de abril (tablas 4 y 5).
Los patrones de costos de producción revelan una baja dependencia del cultivo a los agroinsumos; dicha característica es atribuida por los agricultores a la rusticidad y amplia adaptación de la especie a diversas condiciones subóptimas. En este sentido, la plasticidad fenotípica expresada por el cultivo en la región es probablemente resultado de la amplia base genética de la especie, por encontrarse en su centro de origen (Reyes y Martínez, 2001; Valdés, 2014; Hernández et al., 2015; Kates et al., 2017).
La tasa media de crecimiento anual (TMCA) para los parámetros área cosechada, producción y rendimientos en el periodo de años 2007-2016 muestran valores para la región Caribe de 10,8 %, 11,8 % y 0,4 %, respectivamente, y para el Valle del Cauca del 0,8 %, 2,1 % y 1,3 % (Agronet, 2018). Para el Valle del Cauca su TMCA del rendimiento del cultivo es tres veces (3,3) superior al promedio de la TMCA de los departamentos que conforman la región Caribe, lo que representaría un indicador del mayor nivel tecnológico de los agricultores de otras regiones del país; sin embargo, la región Caribe muestra una TMCA cinco (5,1) y nueve (9,1) superior en los parámetros de área cosechada y producción, respectivamente; esto indicaría que, a pesar de los pocos avances en la tecnología local de producción, el cultivo progresivamente se consolida en una alternativa productiva importante en la economía campesina de la región Caribe de Colombia.
4. Conclusiones
El estudio permitió determinar que los aspectos socioeconómicos y tecnológicos de los agricultores de ahuyama están altamente asociados a la zona de producción de origen. Así mismo, se destaca que el municipio de Maicao (La Guajira) es la zona que describe ventajas comparativas sobre las demás del Caribe colombiano, principalmente por la oferta ambiental favorable para su potencial productivo, que a su vez se traduce en mejores indicadores económicos tales como rentabilidad, ingreso neto y costos unitarios.
El cultivo de ahuyama en la región Caribe de Colombia es una actividad productiva desarrollada en condiciones de bajo nivel de tecnificación y costos de producción compatibles con la realidad económica y social del productor.
La implementación de tecnologías como variedades mejoradas, sistemas de riego y planes de fertilización podría generar cambios significativos en los rendimientos y rentabilidad del cultivo en esta región del país.