Introducción
El bilingüismo es uno de los tópicos más estudiados en neurociencia (Costa & Sebastián-Galles, 2014). Esto se asocia a dos factores, el primero a que el número de personas que manejan dos o más lenguas en el mundo es bastante alto y es más la norma que la excepción, y el segundo a que la investigación ha demostrado que la actividad mental constante, como la que se genera a partir del uso de dos lenguas, puede modificar estructural y funcionalmente el cerebro (Bialystok, Craik, Green, & Gollan, 2009; Scaltritti, Peressotti, & Miozzo, 2015; Valian, 2014), protegiéndolo inclusive de la demencia (Craik, Bialystok, & Freedman, 2010; Bialystok, Craik, & Freedmann, 2007); aunque esto último ha sido discutido en numerosas revisiones (Calvo et al., 2016).
Ahora bien, la investigación ha mostrado tanto ventajas como desventajas del bilingüismo a nivel cognitivo. Se ha observado que los bilingües parecen tener mejor desempeño en tareas atencionales (Bialystok, Craik, & Luk, 2012) y pruebas de función ejecutiva (Carlson & Meltzoff, 2008; Festman, Rodriguez-Fornells, & Munte, 2010). Otros hallazgos encontraron desventajas en el recuerdo y el acceso al léxico (Gollan, Montoya, & Werner, 2002), una sensible reducción del vocabulario en cada lengua (Bialystok, Luk, Peets, & Yang, 2010) y más fenómenos de “punta de la lengua” (Gollan & Silverberg, 2001).
Esta desventaja podría estar vinculada a que ambas lenguas compiten en un contexto lingüístico determinado, generando interferencia entre una y otra (Ansaldo, Ghazi-Saidi, & Adrover-Roig, 2015). Para prevenir está interferencia los sujetos bilingües utilizan recursos de procesamiento que los ayude a inhibir el/los idioma(s) que no requieren en determinado contexto, a favor del idioma que si necesitan. Para este control utilizan procesos ejecutivos y atencionales, los cuales al ser utilizados constantemente se volverían más eficientes, inclusive para contextos diferentes a los lingüísticos (Bialystok et al., 2012; Bilaystok, 2009). Por otro lado, (Colzato et al. 2008) proponen que en realidad las personas bilingües se desempeñan mejor en el mantenimiento de tareas que en la inhibición de estímulos distractores; es decir, al mantener una o más lenguas separadas, se mejora la selección de información que es objetivo-relevante y se mantiene en un sistema altamente competitivo. Es por estas actividades continuas de alta demanda cognitiva que el funcionamiento y la estructura cerebral se van modificando con el tiempo (Bialystok et al., 2012). Por lo tanto, en el sujeto bilingüe se presentan ciertas desventajas en tareas lingüísticas, pero también ventajas a nivel ejecutivo (Bialystok, 2011, 2010), desde la niñez (Carlson & Meltzoff, 2008) hasta el envejecimiento (Ardila & Ramos, 2008; Bialystok, Craik, Klein, & Viswanathan, 2004).
Ahora bien, cuando se pretende analizar la ventaja bilingüe en adultos jóvenes, parece ser que los bilingües presentan mejores competencias sólo en pruebas de alta exigencia cognitiva. (Costa, Hernández, Costa-Faidella y Sebastián-Gallés, 2009) encontraron una ventaja bilingüe para resolver conflictos de información únicamente en condiciones de alta exigencia de monitoreo. Otro estudio mostró que las personas bilingües no sólo son más rápidas sino también más eficientes para resolver una tarea de redes atencionales (Fan et al., 2005, citado por (García & Suáez, 2016). Según (Costa, Hernández y Sebastián-Gallés, 2008) las personas bilingües tienen mayores niveles de alerta a los estímulos y muestran un mejor desempeño en el procesamiento de estímulos conflictivos; sin embargo, Valian, 2014) y (Scaltritti, Peressotti y Miozzo, 2015) refieren que es posible que no se existan diferencias entre adultos jóvenes bilingües y monolingües, debido a que se encuentran en un periodo de enriquecimiento cognitivo constante, haciendo difícil demostrar los efectos del bilingüismo. Es así como los sujetos monolingües en este periodo llegan a igualar, o inclusive ser mejores, a sus pares bilingües posiblemente por las experiencias enriquecedoras típicas de la edad, por lo que no se encontrarían diferencias entre ambos grupos. Teniendo esto en cuenta, (Scaltritti et al., 2015) observan efectos importantes del bilingüismo sobre las funciones ejecutivas en poblaciones con recursos cognitivos reducidos tanto en niños, adultos jóvenes como en adultos mayores y en personas con déficits cognitivos.
A partir de la revisión podemos observar ciertos indicadores de ventaja bilingüe, pero, como refieren (Yang y Yang, 2017), (Scaltritti, Peressotti y Miozzo, 2015) y (Valian, 2014), la abundante investigación en bilingüismo y funciones ejecutivas ha mostrado resultados inconsistentes, mientras algunos estudios revelan mejor desempeño de personas bilingües en tareas ejecutivas relacionadas con inhibición, monitoreo e intercambio; otros señalan que las personas bilingües son más lentas en tareas como procesamiento verbal (Kousaie et al., 2014) y presentan otras dificultades a nivel visoespacial y ejecutivo (Paap, Johnson, & Sawi, 2015). En este sentido, (Valian, 2014) refiere que los beneficios encontrados en los estudios con niños pueden referirse más a una ventaja global que a una en función ejecutiva. Otros estudios no han encontrado efectos significativos del bilingüismo (Duñabeitia & Carreiras, 2015). (Yang y Yang, 2017) agregan que existen diversas razones por las que no hay resultados consistentes al respecto, como, por ejemplo, los diferentes diseños y metodologías usados, el método de evaluación, las diferencias individuales, el nivel de bilingüismo, entre otros.
Teniendo en cuenta que el bilingüismo es una experiencia que influye cognitiva y estructuralmente sobre el cerebro humano, y que sus efectos sobre las funciones ejecutivas aún no están claramente establecidos, nos propusimos comparar el rendimiento en tareas de función ejecutiva entre adolescentes y adultos mayores bilingües y monolingües.
Metodología
Diseño
Utilizamos un estudio comparativo transversal (Ato, López, & Benavente, 2013), puesto que se seleccionaron participantes con características diferenciadas (bilingües/monolingües y adolescentes/adultos mayores), a partir de lo cual se analizaron las diferencias en las medidas de función ejecutiva en un momento temporal concreto.
Participantes
Utilizamos un muestro intencional, considerando los criterios de exclusión. Estos fueron, para el caso de los adolescentes: Evidenciar alteraciones afectivas, presentar problemas de conducta, contar con un historial de abuso o consumo de alcohol, así como presentar antecedentes de alteraciones neurológicas o psiquiátricas. Para el caso de los adultos mayores: presencia de déficits sensoriales, presentar deterioro cognitivo leve o inicios de demencia, evidenciar alteraciones afectivas, contar con un historial de abuso o consumo de alcohol o presentar antecedentes de alteraciones neurológicas o psiquiátricas.
Para la muestra final, los grupos se organizaron de la siguiente manera: a) Grupo de participantes monolingües (n=48): 24 adolescentes de 14 a 17 años, pertenecientes a instituciones educativas estatales de Arequipa, y 24 adultos mayores entre 61 y 78 años, asistentes de clubes del adulto mayor de los distritos de Yura y Socabaya. b) Grupo de participantes bilingües (Quechua y Castellano) (n=56): 31 adolescentes entre 15 y 17 años, pertenecientes a instituciones educativas del distrito de Cotahuasi-Provincia La Unión, y 25 adultos mayores entre 60 y 81 años, de un club de adulto mayor del distrito de Paucarpata (todas las localidades están ubicadas en Perú). Ambos grupos estuvieron equiparados en edad y nivel socioeconómico.
Finalmente, los participantes firmaron un asentimiento, para el caso de los adolescentes, y un consentimiento informado para el caso de los adultos mayores. Todo el proceso se llevó a cabo siguiendo los lineamientos de la declaración de Helsinki.
Instrumentos
Los instrumentos utilizados en la fase de tamizaje para evaluar el cumplimiento de los criterios de exclusión fueron, para el caso de los adolescentes: un cuestionario sociodemográfico (tipo de vivienda, acceso a salud y servicios básicos) y clínico (antecedentes patológicos), el Test de Inteligencia no Verbal TONI 2 (Brown, Sherbenou, & Johnsen, 2009), la Escala para la evaluación del Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad -EDAH (Sánchez, Ramos, & Díaz, 2010), la Escala de Depresión para Adolescentes de Reynolds - EDAR (Ugarriza & Escurra, 2002) y el Cuestionario de identificación de los Trastornos debidos al consumo de alcohol - AUDIT (por su sigla en inglés de Alcohol Use Disorders Identification Test) (Babor, Higgins-Biddle, Saunders, & Monteiro, 2001). A los adultos mayores, aplicamos además del cuestionario sociodemográfico y clínico, el Minimental State Examination - MMSE (Robles-Arana, 2003), el Test de Pfeffer (Herrera, Saldías, & Testa, 2014) y la Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage (De la Torre et al., 2006). A la muestra de participantes bilingües se le aplicó además el cuestionario del uso del idioma (Li, Sepanski, & Zhao, 2006), para validar su condición de personas bilingües.
En la fase de evaluación de las tareas de función ejecutiva, la batería neuropsicológica empleada incluyo el test de clasificación de las tarjetas Wisconsin (Arango-Lasprilla et al., 2015) como medida de flexibilidad cognitiva; los cubos de Corsi como medida de memoria de trabajo visoespacial (Hernández et al., 2012); las subescalas de Retención de dígitos, Secuencia de números y letras de la prueba Wechsler de inteligencia (Wechsler, 1997) para el análisis de la memoria de trabajo verbal; el Test de los colores y palabras Stroop para valorar el control inhibitorio (Rivera et al., 2015) y el test de Fluidez verbal fonológica y semántica (Olabarrieta et al., 2015) para medir el acceso a la memoria a largo plazo.
Procedimiento
En primer lugar, se realizaron las pruebas de cribado para garantizar el cumplimiento de los criterios de inclusión/exclusión de los participantes. Una vez seleccionada la muestra de participantes, se procedió a aplicar la batería neuropsicológica. Las sesiones se realizaron en dos o tres días con una duración aproximada de 40 minutos cada una. Para los análisis estadísticos utilizamos medidas no paramétricas a través de la prueba U de Mann Whitney para muestras independientes y medidas de covarianza para analizar el efecto de variables sociodemográficas sobre las puntuaciones obtenidas.
Resultados
Se observan diferencias muy significativas entre los grupos en las puntuaciones en los cubos de Corsi, dígitos directo e inverso de la memoria de trabajo, además de diferencias significativas en Stroop PC e interferencia del control inhibitorio. Finalmente, se presentan diferencias muy significativas en fluidez semántica (frutas) del acceso a la memoria de largo plazo y número de errores no perseverativos de flexibilidad cognitiva entre los participantes bilingües y monolingües adolescentes (ver Tabla 1).
Se observan diferencias significativas entre los grupos en Dígitos inverso de la memoria de trabajo y Fluidez fonológica (F) del acceso a la memoria de largo plazo, siendo las puntuaciones de los participantes monolingües mayores en ambos casos (ver Tabla 2).
Para el caso de los adultos mayores se consideró además la realización de un análisis de covarianza considerando las puntuaciones en Stroop P (velocidad de procesamiento) y la edad, en aquellas medidas que se mostraron significativas en la Tabla 2 (ver Tabla 3).
Los resultados muestran que el ser monolingüe/bilingüe tiene un efecto significativo sobre la tarea de Fluidez (F), siendo los monolingües quienes rinden mejor. Dicho efecto es independiente de la edad y la velocidad de procesamiento.
Finalmente, se realizó un análisis de covarianza considerando el efecto de la zona de residencia (urbana/rural) del total de la muestra en las puntuaciones de las tareas de Fluidez, observando que no hay un efecto significativo sobre dichas tareas (F=2.333; p=.130).
Discusión
Este trabajo se propuso comparar el rendimiento en tareas de función ejecutiva entre adolescentes y adultos mayores bilingües y monolingües. Nuestros resultados muestran que los adolescentes monolingües tienen mejor rendimiento en tareas de control ejecutivo, sobre todo memoria de trabajo y control inhibitorio que los adolescentes bilingües. Los adultos mayores monolingües tienen, así mismo, mayor rendimiento en componentes de la memoria de trabajo y en el componente fonológico de acceso a la memoria a largo plazo que los adultos mayores bilingües. Adicionalmente, observamos que la condición de ser una persona monolingüe o bilingüe afecta significativamente a las variables estudiadas, en algunos casos independientemente de la edad y la velocidad de procesamiento.
Estos datos muestran que el bilingüismo no parece otorgar una ventaja cognitiva ni a adolescentes ni a adultos mayores, más bien genera un mayor coste, lo que podría asociarse a un menor uso de L2 (quechua) en la muestra bilingüe o al origen de la muestra (urbana y rural), sobre todo en los adolescentes, y a que estos no muestran alteraciones importantes en su salud física ni mental; por lo que el bilingüismo no funcionaría como mecanismo compensatorio fisiológico cerebral. Estos hallazgos están en relación con lo reportado por (Scaltritti, Peressotti y Miozzo, 2017), quienes no encontraron diferencias entre adultos jóvenes bilingües y monolingües en tareas ejecutivas. Concluyen que los jóvenes se encuentran en contextos de continuo aprendizaje y esto les permite tener mejores puntuaciones, sobre todo en aquellos provenientes de contextos educativos urbanos. No obstante, estos mismos autores han encontrado efectos positivos del bilingüismo sobre las funciones ejecutivas en poblaciones con recursos cognitivos reducidos tanto en niños, adultos jóvenes como en adultos mayores (Scaltritti, Peressotti & Miozzo, 2015).
La “ventaja monolingüe” encontrada podrían explicarse a partir de los procesos cognitivos implicados durante la ejecución de L1 y L2 (van den Noort et al., 2019), los cuales estarían generando un “coste” importante en los sujetos bilingües, que generarían una mayor interferencia entre los procesos ejecutivos estudiados (menor rendimiento). Ahora bien, en el caso de los adultos mayores esta “ventaja monolingüe” se ve reducida, no habiendo diferencias significativas en memoria de trabajo y control inhibitorio, lo cual podría hacernos pensar que el bilingüismo en etapas posteriores del desarrollo podría compensar y “proteger” frente al envejecimiento patológico (Craik et al., 2010); funcionando como mecanismo de reserva cognitiva. La evidencia ha mostrado que las personas bilingües manifiestan síntomas de deterioro de las funciones ejecutivas más tardíamente y son diagnosticados con demencia mucho más tarde que las monolingües (Bialystok, 2011). Consideramos necesario desarrollar más en profundidad estos hallazgos, dadas las inconsistencias observadas en la literatura (Kousaie et al., 2014) y la evidencia de mejora a nivel ejecutivo en estudios con adultos mayores analfabetas bilingües (Soto-Añari, Cáceres-Luna, & Fernández-Guinea, 2018).
Nuestros resultados no mostraron una ventaja bilingüe en tareas de función ejecutiva, lo cual está en discrepancia con otros estudios (Yang & Yang, 2017; Valian, 2014). Algunas investigaciones revelan inclusive un mejor desempeño de bilingües en tareas relacionadas con inhibición, monitoreo e intercambio; pero indican que son más lentos en tareas de procesamiento verbal. En este sentido, (Valian, 2014) refiere que los beneficios encontrados en los estudios con niños pueden referirse más a una ventaja global (ej. velocidad de procesamiento) que a una en la función ejecutiva. En nuestro caso los adolescentes bilingües mostraron un “coste” mayor en las medidas ejecutivas, en consonancia con otros hallazgos (Yang & Yang, 2017). Las explicaciones podrían asociarse a los diferentes diseños y metodologías usados, el método de evaluación (Calvo et al., 2016; Valian, 2014), las diferencias individuales, la competencia bilingüe, la edad de adquisición de la segunda lengua, entre otros; señalando la necesidad de continuar investigando.
Si bien es cierto, nuestros resultados muestran aspectos muy sugerentes, debemos tener precauciones al momento de interpretarlos. Usamos un diseño transversal comparando dos grupos (bilingües/monolingües) de dos grupos etarios (adolescentes/adultos mayores). No hicimos un contraste entre grupos etarios, por lo que se recomienda hacer estudios longitudinales que permitan estimar los cambios cognitivos asociados al bilingüismo. Así mismo, es necesario considerar factores relevantes en el bilingüismo como la edad de adquisición de L2 o la competencia bilingüe; además, es necesario desarrollar propuestas que profundicen aspectos cognitivos ligados a atención y función ejecutiva, puesto que los resultados podrían explicarse exclusivamente en mecanismos atencionales básicos, como la velocidad de procesamiento.
En general observamos mayor ventaja en tareas ejecutivas de los participantes monolingües, la cual es mayor en el caso de los adolescentes; mientras que, en los adultos mayores esta “ventaja monolingüe” parece reducirse. Este último hallazgo es alentador de cara a la puesta en marcha de programas que potencien el uso de otras lenguas como el Quechua y el Aymara, para el contexto peruano; los cuales podrían actuar como moduladores del envejecimiento cerebral patológico e inclusive del daño cerebral en general.
Finalmente, las implicancias de nuestros hallazgos son relevantes para el contexto peruano, donde el nivel educativo y la poca realización de estrategias de intervención no farmacológica es una constante, por lo que el bilingüismo podría ser un factor de protección frente a patologías neurocognitivas futuras.