Introducción
Ciudad global quiere decir que las principales actividades económicas están articuladas y funcionan como una unidad en tiempo real y, fundamentalmente, que éstas giran en torno a dos aspectos de la globalización económica, a saber: los mercados financieros interconectados por medios electrónicos y, por otro lado, la organización a nivel mundial de la producción de bienes y servicios con gestión hacia la productividad (Castells, 2001). Este trabajo se centra en el segundo aspecto enunciado buscando analizar algunos elementos de la dinámica económica de la ciudad durante la primera década del siglo XXI y sus efectos en las condiciones de vida de sus habitantes.
El balance del comportamiento de las variables económicas en la primera década del siglo XXI en Medellín, muestra transformaciones en la base productiva, en el diseño de la estructura de la ciudad y el modelo administrativo de los recursos. Se identifica un discurso de ciudad centrado en el posicionamiento de su imagen nacional e internacional, para lo cual se crean estrategias que tienen que tramitar el manejo del crecimiento de la economía con retos para Antioquia y Medellín referidos con diversificar la base exportadora, desarrollar un recurso humano avanzado, mejorar las condiciones internas para la inversión extrajera, entre otros aspectos.
Desde 2004 el gobierno local pretendió dar inicio a una transformación urbana, social, educativa y cultural que tuvo como ejes centrales: la intervención integral de territorios con una apuesta por el urbanismo social; la decisión política y presupuestal de hacer que la educación y la cultura sean las herramientas claves en el desarrollo tanto de la ciudad como de la sociedad, entre otros aspectos. No obstante, la percepción resultante de la “transformación” pasa por un desencanto debido al difícil contexto que vive la ciudad en lo económico, lo social y en especial el deterioro de la seguridad ciudadana.
En efecto, con relación a lo económico Medellín no ha sido ajena a las dificultades generadas por la crisis financiera mundial, al impacto que han ocasionado los problemas políticos con los países vecinos (en especial con Venezuela y Ecuador) en la economía regional2 y a la contracción económica que ha padecido el país con la consecuente caída en la demanda de los hogares3 . Adicionalmente, la desaceleración del crecimiento ha repercutido y repercute sobre el accionar de la política social, dado que como reflejo de la crisis económica el Índice de Calidad de Vida (ICV) ha disminuido en todos los estratos de la ciudad y ha aumentado la desigualdad con respecto al 2007, siendo los estratos 1 y 2 los más afectados por el ciclo económico. En términos de pobreza por ingresos, Medellín ha tenido avances en su reducción (pasó del 49,7% en 2002 al 38,4% en 2009), en lo concerniente a la indigencia se ha reducido levemente pero presenta una tendencia al alza (cayó de 12,3% a 9,2% en 2008 y en 2009 ascendió a 10,2%)4 , mientras la desigualdad y la exclusión social persisten y se acentúan en los quintiles de más bajos ingresos de la ciudad.
Con respecto a la seguridad ciudadana ésta ha presentado un retroceso en comparación con los años anteriores, el aumento de algunas modalidades delictivas ha sido un factor preocupante en los habitantes de la ciudad5. además del alarmante incremento en la tasa de homicidios que superó los 73 por cada 100 mil habitantes para 2009, cuando en 2007 se había logrado reducirla hasta 26.
En términos generales, la economía de Medellín enfrenta una contradicción: por un lado, se consolida en algunos sectores referidos con los servicios, intentando configurarse como una ciudad atractiva para los negocios, para la inversión extranjera debido a la disponibilidad, en buena medida, de mano de obra calificada, servicios públicos de calidad, y ubicación estratégica y tamaño del mercado favorables. Pero, por otro lado, registra graves problemas derivados de la exclusión social, que sigue siendo persistente y en algunos indicadores relacionados con la pobreza que evidencian un estancamiento que pueden profundizarse por el incremento del desempleo y la informalidad. Además, no se debe dejar de lado que la violencia y el aumento de la inseguridad representan una amenaza permanente para la sociedad.
Es en lo local, donde están las oportunidades y procesos que permiten superar carencias y obstáculos para los habitantes y la ciudad misma. El trabajo se centrará en explicar los cambios en la economía de Medellín desde tres aspectos: 1) La naturaleza del crecimiento; 2) El proyecto de desarrollo empresarial hacia la sostenibilidad, y 3) El desarrollo industrial y la capacidad institucional para la generación de empleo en la ciudad.
Desarticulación del crecimiento: centrado en servicios, pero con orientación exportadora reprimarizante
Como puede apreciarse en la Figura 1, el PIB de Antioquia creció en forma significativa entre 2001 y 2007 (Medellín y el Valle de Aburrá representan cerca del 60% del PIB departamental según datos del Dane).
El comportamiento relativo en los sectores comercial y de servicios en Medellín durante la última década confirma el fenómeno de tercerización experimentado por la economía regional y nacional durante las últimas décadas. Como ha ocurrido a nivel nacional desde el primer quinquenio de los ochenta (Garay, 2004: 461. Citado por Gómez et al., 2004: 11), tanto en Antioquia como en Medellín se ha venido consolidando una estructura económica caracterizada por una sólida participación del sector terciario en la generación de valor agregado, al tiempo que se deteriora la respectiva contribución relativa de sectores como industria, construcción, minería y actividades agropecuarias. Sin embargo, a pesar de ser ésta la tendencia de largo plazo y el marco general en que se han venido desenvolviendo los acontecimientos económicos de la ciudad durante los últimos lustros, hay un fenómeno de reciente destercerización que aparentemente choca con esta tendencia general, y es pertinente analizar su verdadero alcance y naturaleza (Figura 2).
El comportamiento reciente de la contribución sectorial al PIB departamental y de la ciudad muestra un ligero repunte de “industrialización”. Tal como se aprecia en la Figura anterior, con la recuperación y auge económicos que siguieron a la recesión de 1998-1999, la tercerización cedió un tanto mientras los sectores mineros y de la construcción recuperaron la participación. Entre 2000 y 2007, la contribución del tercer sector cayó en 2,6% mientras minería y construcción crecieron en 2.06%. Lo que ocurrió fue que mientras actividades como el comercio y la intermediación financiera incrementaron su participación en 0,7 y 0,62% entre 2001-2007, respectivamente, otros servicios de peso como los relacionados con actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, por un lado, y los de administración pública, por el otro, redujeron la suya en 1,86 y 2,17% respectivamente para el mismo período. Esto contrasta con la situación creada por la confianza de inversión y los proyectos en infraestructura que lograron imprimir un particular dinamismo al sector de la construcción, que tuvo un crecimiento de casi 3% a lo largo de todo el período frente a una leve caída de menos de medio punto en el sector manufacturero y un aumento de 0,05 a 0,3% en minería6.
Un fenómeno similar puede apreciarse en Medellín y el Valle de Aburrá si se compara la situación entre 2003 y 2005. En efecto, el sector terciario pasó de contribuir con el 65,5% al 59,92%, mientras industria, construcción y minería pasaron de aportar el 27,02% al 31,01% al PIB subregional entre un año y otro, lo que significa una caída de 5,58% en el primer caso y un incremento de 4% en el segundo. Nuevamente, como se muestra en la Tabla 1, el aquí denominado repunte de “industrialización” sólo ha sido posible por el dinamismo del sector de la construcción y no por el de la industria manufacturera.
Así mismo, es notoria la caída relativa que ha sufrido el sector transporte, almacenamiento y comunicaciones. Esto ha sido ocasionado, en parte, por el relevante crecimiento de ese sector en la subregión del Oriente antioqueño, cuya contribución para todo el departamento en esta materia pasó de 7% a 35.22% entre 2003 y 2005, debido al efecto combinado del establecimiento de nuevas zonas francas, políticas tributarias especiales, nuevos flujos de inversión y persistente deslocalización territorial de empresas tradicionales de Medellín hacia esa subregión como resultado de estas políticas.
De otro lado, el departamento de Antioquia, como escenario-región de la economía de Medellín, presenta un modelo de exportación débil, porque se centra en la explotación de recursos naturales (minería) y la producción de bienes commodities de poco valor agregado (confección), entre otros7 . La participación en los mercados globales se caracteriza por un predominio de la potenciación de actividades productivas que se llevan a cabo con la intención de participación en mercados globales potenciando las actividades productivas que no requieren alta calificación en el trabajo, lo que conduce a un aumento en la brecha en los ingresos, promoviendo competitividad basada en reducción de costos laborales. Además, la persistente promoción por las exportaciones de la producción nacional trae consigo dependencia de algunos mercados: Venezuela ha sostenido el 24% de las exportaciones regionales, seguido por Estados Unidos con el 23% y Ecuador con el 8%8 (Véase Figura 3).
No obstante, la balanza comercial de Antioquia presenta un déficit para los años 2002, 2007, 2008, 2009; aunque las exportaciones han tenido crecimiento cíclico significativo9 no logran compensar el ritmo al que aumentan las importaciones. El modelo de exportación se ha vuelto importador y esto recae en la capacidad productiva y de mercado de las empresas.
De otro lado, la dinámica industrial de Medellín presenta reducciones de la densidad empresarial y aporta la cuarta parte del empleo global en el período 2000-2009. Esto se explica por un desplazamiento de firmas hacia otros municipios, cierre de empresas y transformación de la actividad hacia otros sectores. La mayor participación la tienen el sector comercio y servicios que generan aproximadamente entre el 50% y 55% del empleo (Dane, 2008; Icer, 2008).
En el análisis de la industria por sectores se encuentran las diferencias y semejanzas en los indicadores de productividad, tasa media de ganancia e índice de competitividad. Así mismo, los subsectores industriales muestran que la tasa de productividad ha crecido en forma diferencial. La tasa de productividad ha tenido aumentos en el sector textil (2-3), confección (1-4.5), alimentos (1-4-5), muebles (1-4.5) y madera (1-2.5), mientras la tasa media de ganancia se ha estancado o disminuye en esta década. Una hipótesis tentativa para explicar este fenómeno sería el acaparamiento del grueso de la riqueza (o el valor agregado) industrial por sectores como el de servicios (especialmente financieros) y el comercio.
No obstante, es necesario cuestionarse alrededor de la participación de la nueva economía basada en la Comunidad Clúster, ya que la capacidad de generación de riqueza se centra en el desarrollo de redes entre individuos, empresas e instituciones extremadamente competitivas para el desarrollo del comercio y los servicios.
Medellín hoy, es sinónimo de contrastes entre la transformación productiva, el aumento de capacidades a través del incentivo a la educación, el uso de tecnologías y la promoción de la cultura, en simultaneidad con la desigualdad social. El balance de la Secretaría de Desarrollo Social (2007) así lo sugiere: “se ha buscado el derecho a la ciudad, pero no se ha logrado suplir el déficit, se realiza asistencia y atención, pero no se avanza de manera sostenible en una solución estructural”. Medellín es clave tanto como productora de los procesos de generación de riqueza en el nuevo tipo de economía, como productora de la capacidad social de corregir los efectos desintegradores y destructores de una economía de redes sin ninguna referencia a valores sociales más amplios, más colectivos o no medibles en el mercado, como, por ejemplo, la conservación de la naturaleza o la identidad cultural.
El proyecto de desarrollo empresarial y su sostenibilidad en Medellín
Una de las formas en que se expresa el desarrollo es en los bienes y servicios que una sociedad produce y los niveles de inclusión con que logra articular en su generación a toda la población. Las capacidades empresariales contribuyen en tal propósito, por lo que el municipio de Medellín ha dado importancia a iniciativas dirigidas a la generación y consolidación de empresas sostenibles en los diferentes eslabones de la cadena de valor con el fin de recuperar la dinámica empresarial que vivió la ciudad en las primeras décadas del siglo pasado y que representó un impulso importante en el desarrollo de la misma. Por esta razón, hay un claro reconocimiento sobre la necesidad de reinventar al sector empresarial en torno a actividades de mayor valor agregado, fortalecer la estructura productiva para atraer la inversión y encarar de manera óptima la inserción internacional.
El desarrollo empresarial de Medellín posee hoy como meta principal la competitividad10. En la ciudad se han desarrollado más de 20 programas orientados a la gestión para la creación de empresas, el emprendimiento y el fortalecimiento de las Pymes. La estrategia empresarial se despliega a través del programa Ciudad Clúster, el cual busca garantizar que las actividades económicas creen concentración geográfica de empresas (complementarias e interconectadas) e instituciones que interactúen entre sí y que al hacerlo tengan un clima de negocios para mejorar su desempeño, competitividad y rentabilidad.
La ciudad ha trazado un horizonte en materia de competitividad para fortalecer el desarrollo y el tejido empresarial mediante la cooperación público-privada a través de varias acciones entre las que cabe destacar la oficialización del Plan “Medellín Ciudad Clúster”11 , el cual es una estrategia de modernización empresarial de largo plazo en la región -no sólo en la ciudad-. Los clústeres considerados estratégicos son: i) Construcción; ii) Energía eléctrica; iii) Textil/confección, diseño y moda; iv) Turismo de negocios, ferias y convenciones; y v) Servicios de medicina y odontología.
A pesar del impulso dado al fortalecimiento económico, la estructura empresarial de la ciudad sigue estando constituida por pequeñas unidades económicas; las microempresas representan el 88,4% de las firmas locales, las pequeñas el 8,7%, las medianas el 2,1% y las grandes empresas sólo el 0,7%12.
El seguimiento a los procesos de “creación” y “destrucción” de empresas, actividades productivas y sectoriales, y las innovaciones y redes que las determinan constituye una herramienta que sirve de guía para el diseño de políticas públicas en los países en desarrollo caracterizados por la heterogeneidad estructural. El ciclo de vida se relaciona con la existencia de diferencias interregionales en las tasas de formación de empresas y la capacidad de construir articulación. En muchos casos, las altas tasas de creación están asociadas con una importante prosperidad regional. El ciclo de vida de las empresas representa un período en el tiempo, en el cual se consolidan los procesos productivos o se ingresa en períodos de declive, que luego se traducen en la liquidación de las mismas.
El ciclo de vida de las industrias13, la territorialidad14 y la productividad son tres ejes de encuentro en el desarrollo de las potencialidades competitivas de un sector o de una región. La creación de empresas se extiende en el territorio de acuerdo con las dinámicas que se generan en el sistema productivo, lo cual implica nuevas obligaciones. Deben buscarse no sólo ventajas estáticas comparativas sino también la generación continua de ventajas dinámicas competitivas territoriales que propicien la circulación de conocimiento e innovación constante en su interior. La Figura 4 muestra la capacidad empresarial del territorio: la tendencia en la constitución de sociedades que indica la inestabilidad y el riesgo del desarrollo empresarial local.
El valor neto entre empresas constituidas y canceladas muestra que la dinámica es cíclica, con un aumento en la constitución de 1.100 sociedades en el 2004. Se crean más de las que se cierran; sin embargo, el tamaño de las empresas en más de un 80% son pequeñas o micro, en promedio, registran entre $40 y $50 millones como inversión.
Este capital es limitado si se pretende hacer una apuesta por empresas competitivas y de talla mundial (Dane Regional, 2007, 2008). Un sector que mostró indicadores importantes en este período es el de la construcción. Si bien la diferenciación y diversificación se consideran los principales motores de cambio en cualquier industria, para lograr tasas de permanencia altas y empresas exitosas es necesario que la política pública encuentre instrumentos que ayuden a incrementar las probabilidades de duración en el ciclo de vida de las empresas en el territorio.
La ciudad global exige inversión en el proyecto desde la municipalidad. La competitividad no sólo se relaciona con la creación de nuevas empresas sino que también involucra otros factores de trascendental importancia, tales como el centro de la ciudad, sus carreteras y vías de acceso, sus medios de transporte y comunicación, su integración con la región, la nación y el mundo, su capacidad para resolver pequeños y grandes problemas sociales, políticos, económicos y culturales, la disponibilidad o acceso a recursos naturales y demás factores productivos, la localización y la consolidación de sectores diferenciales como la cultura y el comercio.
De esta manera, en la primera década del siglo XXI se ha planteado la competitividad como estrategia para el desarrollo (todos los planes de desarrollo de Medellín la consideran), sostenida por programas de emprendimiento y empresarismo.
Los planes municipales de desarrollo durante las administraciones 2004-2007 y 2008-2011 se basan en la misma orientación para el logro de la competitividad. Por ejemplo, el Plan 2004-2007 estableció una asignación presupuestal de $61.000 millones para su desarrollo, de los cuales el 1,7% le correspondió a la línea 4: Medellín competitiva, productiva y solidaria. El presupuesto asignado equivalía a $1.035 millones. Desde la línea se buscaba: 1) Crear 90.000 nuevos empleos formales, para que la tasa de desempleo se disminuyera en 2% o 3%; 2) Apoyar la creación de 5 nodos especializados de incubación de mediana y alta tecnología, empezando en el año 2005; 3) Realizar concursos de planes de negocios y estructurar mecanismos de financiación para crear 400 empresas; 4) Entregar 10-.000 microcréditos (2.500 por año), y 5) Apoyar la creación de 5 centros de desarrollo empresarial zonal en igual número de comunas, empezando en el año 2005. Como se evidencia el desarrollo de esta estrategia es limitado de acuerdo con el presupuesto asignado. Si los $1.035 millones se utilizaran sólo para la creación de las 400 empresas propuestas, la inversión en promedio para cada una de ellas sería de $2.592.500. Esto indica el deficiente grado de sostenibilidad del desarrollo empresarial que se puede lograr desde el programa de la Alcaldía.
De otro lado, en 2008, en la línea 3, se define como estrategia “el desarrollo económico e innovación” a partir de la creación y el fortalecimiento de empresas; formación para el trabajo y el emprendimiento; e innovación y desarrollo. Existe un tejido institucional alrededor de los programas de fortalecimiento empresarial liderados por la Alcaldía (Cultura E, Parque E, TECNOVA y Ruta N), la Cámara de Comercio de Medellín, las Cajas de Compensación (participantes de CREAME) y Proantioquia (Capital y Global), con una alianza que busca conseguir inversión e inversionistas. Estas entidades tienen como rol principal la consolidación de la existencia, reproducción y renovación empresarial.
Para finalizar este apartado, es necesario reconocer que los presupuestos para la creación y sostenibilidad de programas de creación de empresas se muestran limitados de acuerdo con los datos presentados por la Alcaldía. Así mismo, la falta de confianza y la baja capacidad para generar alianzas entre instituciones y empresarios, hacen poco sostenible la intención de asociatividad impulsada por la estrategia de Comunidad Clúster. En este contexto, surge la pregunta sobre ¿cuál es el desarrollo institucional para la generación de empleo y la creación de empresas con sostenibilidad?
En torno al desarrollo industrial y la capacidad institucional para la generación de empleo en la ciudad
La construcción de un mercado interno complementario a las exportaciones, permite desarrollo empresarial y la creación de empleo para lograr desarrollo económico y social. La capacidad institucional para la generación de empleo está basada en tres factores, a saber: 1) La generación de riqueza desde la inversión -Formación Bruta de Capital (FBK)-; 2) El balance fiscal y, 3) Las relaciones interinstitucionales.
Primero, la Formación Bruta de Capital (FBK), la Tasa Media de Ganancia (TMG) industrial y la competitividad muestran la consolidación, en parte, del proyecto de ciudad. En la Figura 5 se observa que en el período 2000-2008 se tienen dos momentos en los cuales la FBK ha aumentado considerablemente (2002 y 2004); por su parte, en 2003 se presenta un fuerte decrecimiento. A partir de 2005 empieza una disminución paulatina15. No obstante, resulta preocupante la inestabilidad y el descenso en la tasa de inversión. En cuanto a la TMG, como se expuso con antelación, se mantiene a través del tiempo en casi todos los subsectores industriales.
Segundo, teniendo en cuenta el comportamiento de la relación gasto/ingreso, que puede considerarse como una expresión del balance fiscal para el período 2000-2009 (Figura 6). Como puede apreciarse, la tendencia que se observa en el comportamiento del indicador es cuestionable respecto a la capacidad institucional para generar proyectos sostenibles que lleven al apoyo de la creación de empresas y a la generación de empleo.
Se observa que entre el 2001 y 2004 se genera una relativa austeridad, en la medida que se alcanzó un balance fiscal positivo del 18%. De 2004 a 2007 se aumenta la participación del gasto, creciendo un 22%, en 2007.
En esta primera década se da cuenta de tres momentos que corresponden a las acciones de tres gobiernos diferentes, donde el endeudamiento, en promedio, ha sido de $200 mil millones. Como puede verse en la Figura 7, se presenta el endeudamiento del municipio, del Metro y de EPM. El municipio disminuyó significativamente su deuda del 2000 al 2002 (aproximadamente un 40%); en 2003 aumenta el saldo en un 20% y a partir de ese año se estabiliza. Por su parte, el saldo de la deuda del Metro tiene un aumento del 30% en 2002 y una disminución del 32% en 2004, el resto de los años tiene un incremento, en promedio del 3%.
Por su parte, el saldo de la deuda de EPM se duplica en 2002 y a partir de ese año disminuye significativamente (en 45%, 23%, 20% y 21% año a año entre 2003 y 2006, respectivamente); y con respecto al último año, se registró un aumento del 34% en saldo de la deuda.
Al realizar una lectura de los planes de desarrollo para Medellín entre 2000 y 2008 se observa que la estrategia para la generación de empleo ha estado presente. No obstante, no se tiene una discusión estructural que garantice la formulación de políticas que resuelvan las necesidades que se reflejan en las tasas de subempleo, desempleo y calidad del empleo (informalidad)16.
La informalidad y el subempleo afectan a más de la mitad de la población en edad de trabajar. De acuerdo con López (2010) “la crisis económica que se vivió en el 2009 hizo que los empresarios tomaran como alternativa para sostener a las empresas e industrias de la región el cerrar puestos de trabajo, y en cambio, invertir en maquinaria y tecnología. Primero, para recortar procesos, y segundo, para no tener que contratar a más personas”. López, señala que en 2009 “… no sólo fueron 30.000 las personas que salieron a buscar empleo (en Medellín) -como anualmente lo hacen- sino que hubo un aumento preocupante, pues la cifra llegó a 161.000”. Como se puede apreciar, en la Figura 8, el número de desocupados decrece hasta 2007; sin embargo, aumentan en 2008 y 2009. La cifra más baja se presentó para 2005 y la más alta en 2009, durante el período 2001 al 2004, en promedio, alrededor de 213.000 hicieron parte de los desocupados.
De acuerdo con Dane (2010), el empleo total tiene un comportamiento ascendente (ver Figura 9). Entre 2001 y 2002 se observa un incremento en59.000 empleos, de 2002 a 2003 se mantiene el incremento en una cifra similar (57.000 empleos), para 2004, el incremento es de 7.000 empleos nuevos; para 2005 disminuye en 3.000 empleos menos que el año anterior, para el año siguiente, el 2006 hay una fuerte disminución con respecto al año anterior en cerca de 53.000 empleos menos, para 2007 hay un fuerte incremento en 162.000 empleos más que el año anterior, en el año 2008 sigue en aumento con un incremento de 35.000 empleos más con respecto al año anterior.
En el período 2000-2008 el empleo en el sector comercio aumentó en mayor proporción que en el sector de la industria (ver Figura 10). Entre 2001 y 2002 el sector comercio aumentó los empleos en un 29% y a partir de este año continuó creciendo en un 3% aproximadamente; mientras que, en la industria, en los primeros años mostró decrecimiento hasta el 2004 y de ahí en adelante aumentan levemente. No obstante, es necesario resaltar que en 2006 y 2008 decrece el empleo.
Así, los subempleados absorben los potenciales empleos y disminuyen el nivel de desempleo. Entre 2001 y 2002 hay un incremento en el subempleo de 12.000 personas. Entre 2002 y 2003 sigue subiendo y llegan a 38.000, del 2003 al 2004 hay una disminución en 46.000 subempleos menos, de 2004 a 2005 hay una reducción sustancial de 158.000 subempleos menos que el año inmediatamente anterior. Para los años 2006 y 2007 nuevamente crece en 93.000 y 95.000 respectivamente, entre 2007 y 2008 prácticamente se sostiene con 5.000 empleos más. Finamente, para el año siguiente (2009), se incrementan hasta los 61.000 empleos más que el año anterior.
De esta manera, la baja inversión (FBK), el balance fiscal, la deuda y el lento crecimiento en la tasa de ocupación de la industria con una alta tasa de subempleo muestran un contexto caracterizado por una baja capacidad institucional para el desarrollo del territorio. De esta manera, el contexto en el cual se presenta esta realidad económica de Medellín y el Valle de Aburrá, tiene que ver con la composición del sistema productivo. Éste representa el 12% de la producción agropecuaria, el 70% de la industria, el 54% del comercio y el 91% de los servicios financieros de Antioquia (Dane, 2005)17.
En el marco del proceso de globalización, Castells (2001) sugiere que, en la Era de la información, las condiciones en las que se desarrollan las ciudades están centradas en la transformación tecnológica y organizativa, que se establece desde el modo de producción y los procesos sociales e institucionales que están en la base de nuestra convivencia y de nuestra vida. Una ciudad global, orienta los recursos y las competencias a la gestión de operaciones locales para participar en el sistema mundo, lo cual le exige ser producida y reinventada en el territorio para dicho objetivo. Es más, la sociedad necesita reacomodarse a las nuevas exigencias de las relaciones económicas globales (Díaz, 2006) y orientar la fuerza del desarrollo desde las dinámicas y la capacidad de respuesta del territorio (Vásquez-Barquero, 2005); es decir, de acuerdo con la composición y distribución de los factores de producción y organización social se enfrentan los nuevos retos.
En este sentido, los beneficios del desarrollo económico en Medellín son cuestionables, debido a que la desindustrialización o desconcentración empresarial, que tuvo como efecto el desplazamiento a otros municipios y la transformación de la ciudad hacia el sector servicios en los últimos diez años, no ha tenido los efectos esperados sobre las dinámicas del desempleo y la informalidad, incidiendo de manera negativa sobre las condiciones de vida de buena parte de los habitantes de la ciudad.
Consideraciones finales
Una de las dificultades al realizar este trabajo se centró en la literatura que se puede obtener sobre la ciudad, pues no hay continuidad en las líneas temáticas que den cuenta del proceso de transformación productiva y de las capacidades institucionales para el desarrollo económico en Medellín. De acuerdo con los datos estadísticos, lejos de ser un efecto transitorio se encontró que la diversificación, el desarrollo empresarial y la capacidad institucional de la economía (con énfasis en los servicios y lo financiero) no resuelven la vulnerabilidad social del empleo, haciendo que su correlato, el desempleo, permanezca.
Igualmente, es necesario considerar que la propuesta de desarrollo territorial desde la estrategia de la Comunidad Clúster constituye una propuesta orientada a la asociatividad para el desarrollo empresarial que busca beneficiar la diversificación, incluyendo la capacidad institucional de la ciudad. Sin embargo, los datos analizados muestran que: en primer lugar, la balanza comercial de Antioquia está en déficit para los años 2002, 2007, 2008, 2009; aunque las exportaciones han tenido crecimiento cíclico significativo que no logran compensar el ritmo al que aumentan las importaciones. El modelo de exportación se ha vuelto importador y esto recae en la capacidad productiva y de mercado de las empresas.
En segundo lugar, los presupuestos para la creación y sostenibilidad de programas de creación de empresas se muestran limitados de acuerdo con los datos presentados por la Alcaldía. Así mismo, la asociatividad impulsada por la estrategia de Comunidad Clúster, da cuenta del grado de desarrollo empresarial en la ciudad, la falta de confianza, que, junto con una baja capacidad para generar alianzas entre instituciones y empresarios, no configuran un escenario propicio profundo para la constitución de una ciudad global.
En tercer lugar, la baja inversión (FBK), el balance fiscal, la deuda y el bajo crecimiento en la tasa de ocupación de la industria, con una alta tasa de subempleo, muestran un contexto caracterizado por una limitada capacidad institucional para el desarrollo del territorio. Se resalta la relación entre las condiciones del empleo, las formas de contratación y el patrón de acumulación local, de donde surge el cuestionamiento acerca de ¿por qué la economía de Medellín crece y no genera empleos formales (ocupación)? No existe la ciudad global, al menos no de forma aislada, por lo cual, es indispensable desempeñar funciones de producción centrales en varias áreas - política, economía, cultura y hasta en los estilos de vida- de los habitantes de la ciudad.
Un territorio y una ciudad que no generan ingresos sostenibles, no están en condiciones de enfrentar la relación con el resto del mundo. Sassen (2001) plantea que el concepto de ciudad global sólo tiene sentido si la ciudad en cuestión forma parte de una red global de lugares estratégicos en el mundo. Estos objetivos exigen que la ciudad no sólo sea competitiva económicamente, sino también socioculturalmente.
Finalmente, al abordar los fenómenos recientes de “industrialización” y “des-tercerización” con perspectiva estructural y de largo plazo, se puede confirmar que no obedecen a un cambio de orientación fundamental en la economía, sino a un proceso normal de mayor dinamismo de un sector como la construcción que ha sido jalonado grandemente por la expansión del crédito privado y la inversión pública, y que tiende a favorecer en el mediano plazo a renglones como el comercio, las comunicaciones y la infraestructura de servicios.
La tendencia estructural de desindustrialización y tercerización se mantiene, entonces, acompañada por altas tasas de informalidad en el conjunto de la economía, lo que trae enormes riesgos de mediano y largo plazo para una economía basada en el crecimiento de subsectores con bajos niveles de productividad, así como una mayor concentración del beneficio del crecimiento debido a la precarización del trabajo y la destrucción de la relación salarial por modernas relaciones de tercerización laboral en el mundo de la informalidad en expansión.