"La inculcación de lo arbitrario deroga lo arbitrario de lo inculcado y de las significaciones inculcadas".1
Introducción
Pierre Bourdieu es uno de los mayores sociólogos del siglo XX. Su propuesta sigue teniendo un gran influjo en las ciencias sociales y es considerado uno de los intelectuales más citados y más importes de los últimos tiempos. Su obra es extensa: abarca 37 libros y más de 400 artículos y sus conceptos básicos son usados en la mayoría de las ciencias sociales: sociología, antropología, educación, criminología, derecho, ciencia política. Gran parte del interés por Bourdieu se centra en el hecho de que, para él, lo principal no es inculcar una teoría pura, sino transmitir unas disposiciones para el quehacer científico.
Asimismo, pretende proponer un modelo bastante general para pensar nuestras sociedades altamente diferenciadas: un cosmos social está constituido por un conjunto de esos microcosmos sociales relativamente autónomos, espacios de relaciones objetivas que presentan sus propias lógicas y necesidades irreductibles. Dichos microespacios son los campos sociales que se diferencian radicalmente entre sí, por ejemplo, un campo religioso, uno económico, uno político y uno literario se rigen por lógicas diferentes.
Bourdieu construyó su concepto de campo al combinar propiedades pertenecientes a universos teóricos diferentes: elementos de Durkheim, otros de Weber y otros de Marx. Para Bourdieu, campos, habitus e instituciones se interrelacionan y permiten entender el universo social. Se podrían explicar de la siguiente manera: las instituciones son la historia objetivada en las cosas y, a su vez, el habitus es la historia encarnada en los cuerpos bajo un sistema de disposiciones duraderas y con un grado alto de estabilidad, pues, "si bien esas disposiciones pueden modificarse durante el transcurso de nuestras experiencias, están fuertemente arraigadas en nosotros y por ello tienden a resistir al cambio, marcando así cierta continuidad en la vida de una persona".2
Un campo es un microcosmos incluido en un macrocosmos constituido por un espacio social global; cada campo posee reglas de juego y desafíos específicos, los cuales no son comparables a las reglas de juego o a los desafíos de otro campo. De igual modo, es un sistema o un espacio estructurado de posiciones ocupadas por diferentes agentes de campo. Las prácticas o estrategias de los agentes son comprensibles si son relacionadas con sus posiciones en el campo. Dentro del campo existes tensiones y relaciones de dominación y sumisión, prácticas de conservación que pueden ser violentas y prácticas de subversión que también pueden serlo.
El campo es un espacio de disputas entre diferentes agentes por las posiciones de dominación. El objetivo de esas luchas es la apropiación del capital específico de ese campo (en la obra de Bourdieu existen múltiples capitales, no solo el económico) o la redefinición de ese capital, el cual está distribuido de manera desigual en el seno del campo. En ese sentido, hay posiciones de dominio y luchas por el capital. Tal distribución desigual determina la estructura del campo y lo define, por lo que, el estado de las relaciones de fuerza (agentes/instituciones) en las confrontaciones del campo determina roles, posiciones y tipos de capital. Dentro de cada campo se tejen relaciones de dominación y sumisión; de ahí que se pueda afirmar que los campos no son neutrales. Ni siquiera los campos académicos y artísticos escapan a estas dinámicas.
A cada campo le corresponde un habitus (sistema de disposiciones incorporadas) propio y solo quienes tienen incorporado ese habitus propio del campo están en condiciones de disputar el juego de acreditar su importancia. Todo campo posee una autonomía relativa: las luchas que se desarrollan en su interior tienen una lógica propia (económica, social, política) que, aunque pueden interactuar con dinámicas exteriores, tienden a no perder sus condiciones de autonomía.
Dentro de dichos campos se gestan relaciones violentas que pueden ser directas o simbólicas. En este texto tendrá especial atención el concepto de violencia simbólica, el cual busca explicar las formas de dominación blandas que consiguen ganar la adición de los dominados. Blandas, en relación con las formas brutales basadas en la fuerza física o armada (aunque la violencia física siempre es simbólica también). Y es violencia porque, pese a ser blanda, no deja de generar efectos adversos en los sujetos que la padecen, al provocar vergüenza de sí mismos, autodescrédito, autocensura o autoexclusión.
Es simbólica por el hecho de exceder la esfera de las significaciones, más precisamente, el sentido que los dominados le confieren al mundo social y a su lugar en el mundo. Es una violencia disfrazada que no solo se ejerce por el lenguaje, sino también por los gestos y por las cosas (los trabajos como Las meditaciones pascalianas y La dominación masculina son textos de referencia al respecto).
La violencia simbólica se transforma en coerción en la medida en que el dominado se adhiere a las posiciones dominantes que inculcan clasificaciones que nos resultan neutrales (alto/bajo, masculino/femenino, blanco/negro, heterosexual/homosexual, rico/pobre, Estado/individuo), las cuales terminan siendo naturalizadas. De hecho, la dominación puede ser ejercida independientemente de la consciencia y la voluntad, ya que no es suficiente ser consciente de ella para librarse de su influjo.3
La obra de Pierre Bourdieu es tan caótica y sistemática a la vez, tan prolífica y vital, que podría pensarse que de ella devienen tres vertientes principales:
Los trabajos especializados en la educación y en las formas de reproducción de las desigualdades y de las violencias cotidianas. Esta línea se basa principalmente en su obra La reproducción y, en menor medida, en Los herederos, traducida al español como Los estudiantes y la cultura (ambas escritas en conjunto con Passeron).
Los trabajos más antropológicos, que abordan de manera más profunda los conceptos de habitus, capital y violencia simbólica. Se basan en los trabajos etnográficos de su juventud en Argelia, donde se introduce el uso de fotografías como método social de análisis, y aparece el trabajo acerca de las condiciones de vida del proletariado rural y acerca de la dominación masculina sobre las mujeres africanas. También se podría enlistar en esta vertiente el texto Una teoría de la práctica.
Se presentan los análisis de los sociólogos de la cultura, de la estética de las clases sociales, de la vida cotidiana y de la construcción de los gustos. Son trabajos en los que Bourdieu introduce la vida cotidiana en los análisis sociológicos. El texto clave para entender esos procesos es La distinción.
No obstante, dichas categorías reaparecen en otros textos y entrevistas dispersas, por lo cual es necesario tratar muchos otros textos de su autoría para consolidar un proceso más orgánico y completo. A manera de cierre transitorio, para Bourdieu, las estructuras sociales llevan una doble vida, existen dos veces: la primera, como campo y la segunda, como habitus. En dichas existencias se reproducen los elementos culturales, los gustos y los procesos de dominación, y se reparte el capital. Empero, esto no es neutral ni pacífico: es un proceso mediado por la violencia real y simbólica, violencia que está naturalizada e inscrita en los cuerpos a manera de habitus. Habitus y violencia serán conceptos fundamentales en esta pesquisa.
Cabe aclarar que la importancia de la obra de Bourdieu no radica en un único concepto, teoría, prescripción metodológica u observación empírica. Para retomar un latinismo a menudo empleado (y a manera de reiteración), sería el modus operandi de la sociología de Bourdieu -y no su opus magnum- lo que mejor definiría su originalidad.4
A partir de lo anterior, el presente texto retoma la categoría de violencia simbólica, la cual se encuentra transversalizada en la obra del autor. Se identificó que esta categoría ha sido abordada y estudiada en diferentes campos de investigación y áreas de conocimiento; por ello, se adelantó la construcción de un estado del arte, que tuvo por finalidad comprender cómo ha sido abordada la categoría en cuestión, en qué campos se trabaja principalmente y desde cuáles enfoques. Es así como se adelantó la búsqueda de artículos de la última década en los cuales se observara este concepto desde Pierre Bourdieu, pero dado el interés central del presente trabajo, se prioriza para la lectura y el análisis los trabajos que se adelantaron en América Latina.
Tras esta breve contextualización de la obra de Bourdieu, a continuación, se explica la metodología utilizada por el equipo de autores que participó en esta investigación. En segundo lugar, se presentan los hallazgos encontrados en las publicaciones seleccionadas para el análisis, con una mayor profundización en los campos de género y feminismo, social, político, educativo y pedagógico. Para finalizar, se aporta un acápite de discusiones y conclusiones, con algunos aprendizajes y reflexiones en el camino trazado.
1. Metodología
El ejercicio fue desarrollado en un período de un año académico, entre enero y diciembre de 2019, mediante la exploración de bases de datos y su posterior sistematización con el software de investigación ATLAS.ti. El presente acápite ahonda en tres momentos particulares de la etapa metodológica: i) elaboración de instrumentos para construir en estado del arte; ii) recolección de la información, y iii) sistematización por medio de un programa especializado en análisis cualitativo de información.
1.1. Construcción de instrumentos
Durante el mes de agosto se construyeron los instrumentos necesarios para el ejercicio de organización y computarización de la indagación en cuestión. El primer instrumento, de corte principalmente cuantitativo, fue una matriz de estado del arte, para que el equipo de investigación pudiera ingresar la información de sus ejercicios de revisión en una hoja en formato de Excel u hoja de cálculo hospedada en el servicio de Google Drive. Se definieron diecisiete campos de información para optimizar su recolección: 1) título del texto; 2) autores; 3) acceso (limitado o abierto); 4) idioma de publicación; 5) país de publicación; 6) ciudad de publicación; 7) territorio de análisis; 8) macromolde; 9) metodología; 10) manifestación principal de violencia simbólica; 11) tipo de publicación; 12) número de páginas; 13) fuente; 14) recurso web; 15) enlace; 16) responsable de identificación de texto, y 17) abstract o resumen.
El segundo instrumento construido correspondió al modelo de fichaje de revisión bibliográfica, que se empleó para analizar la información a profundidad, en un ejercicio cualitativo. Para este instrumento, se establecieron los campos de: 1) hallazgos generales del texto; 2) observaciones, hallazgos o reflexiones en relación con Pierre Bourdieu en el texto; 3) vacíos del texto (en relación con los objetivos del programa de investigación); 4) citas relevantes; 5) categorías encontradas, y 6) bibliografía relevante citada. Una vez establecidos estos elementos, el equipo procedió con el siguiente momento metodológico: la recolección directa de la información para la elaboración del estado del arte.
1.2. Recolección de información
Las categorías que definieron el levantamiento fueron "violencia simbólica" (idealmente, en atención a las definiciones exploradas por Pierre Bourdieu) o, en su defecto, estudios o escritos cuyos resúmenes tuvieran información relevante a los siete tópicos principales del programa de investigación al que atiende el presente ejercicio. Estos fueron establecidos como las manifestaciones de violencia simbólica en: 1) el barrio; 2) la escuela; 3) la vía pública; 4) en contra de los extranjeros; 5) el hogar; 6) el trabajo, y 7) la cárcel.
Sumado a lo anterior, los criterios espacio-temporales fueron establecidos en relación con publicaciones que se hubieran realizado en la última década (2009-2019) y que, a su vez, registraran sus experiencias en el contexto latinoamericano, priorizando los hallazgos sobre Medellín, Colombia y América Latina, desde un acercamiento general. A partir de las categorías establecidas, se dio inicio a la fase de recolección de información. Para esto, el equipo de investigación tuvo en cuenta un total de veintisiete fuentes, entre las cuales hubo bibliotecas, repositorios universitarios y bases de datos académicas, entre otras. Estas fuentes fueron:
Amelica | DOAJ | Redalyc |
AULA | E-Journal | Research Trends |
Biblioteca Jurídica Colombiana | ERIC | Scielo |
Biblioteca Nacional de Colombia | Eumed | Science Direct |
Biblioteca Virtual de Antioquia | Fondo Editorial Universidad Católica de Oriente | Tabula Rasa |
Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango (Banco de la República) | Latindex | Google Académico |
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes | Misión Jurídica | Revistas Científicas In Crescendo |
Clacso | Openlibra | NOVA |
Dialnet | Publicaciones Eafit | Taylor & Francis Group |
Fuente: elaboración propia.
Durante esta fase, cada integrante del equipo de investigación asumió la responsabilidad de explorar un conjunto de bases de datos y registrar sus hallazgos en el instrumento de recolección inicial, es decir, en la matriz de Excel hospedada en el servicio de Google Drive. Sumado a lo anterior, durante el mes de octubre se realizó un primer abordaje conceptual de los textos recopilados; se priorizaron los elementos identificados en el ítem 10 de la matriz de estado del arte (Manifestación principal de violencia simbólica)5 y se distribuyeron entre el equipo de investigación para su análisis a profundidad con el segundo instrumento elaborado: la ficha de revisión bibliográfica. Luego se procedió a la sistematización inicial de la información. Para responder a esta fase, se recurrió a un software especializado en análisis cualitativo para procesar la información recopilada en el instrumento de fichas de revisión bibliográfica.
1.3. Sistematización inicial de la información
Para este momento metodológico, el equipo de investigación utilizó el software de análisis cualitativo ATLAS.ti en su séptima versión, en función de su facilidad para organizar información y procesar las fichas, y se hizo la exploración de los textos de mayor relevancia. Para esto, el equipo elaboró una unidad hermenéutica (UH) en la cual recurrió a tres funciones principales para organizar las fichas: la función de documentos primarios (DP), códigos y familias. Para organizar los DP, se tomaron como referencia las fichas elaboradas. En cuanto a los códigos, se partió de las categorías, las subcategorías y los observables planteados para el estado del arte, los cuales a su vez fueron agrupados para definir las familias. Estas familias se establecieron para los DP en torno a tres criterios centrales: manifestaciones de violencia simbólica, macromoldes y tiempo de publicación. Por otro lado, para los códigos, las familias establecidas fueron: hallazgos, vacíos e información de soporte.
Dentro de la familia de hallazgos se establecieron los códigos: "Hallazgos generales", "Hallazgos relacionados con Bourdieu" y "Violencia simbólica". Dentro de la familia de vacíos se empleó un único código denominado "Vacíos". Por último, en la familia de información de soporte se codificaron las citas relevantes, la bibliografía relevante y las referencias bibliográficas de los textos en formato APA sexta edición. Una vez codificados todos los DP (correspondientes a veinte fichas bibliográficas en total), el equipo empleó la herramienta de Informes del ATLAS.ti, la cual, por medio de la recopilación de los códigos establecidos y la revisión de los documentos primarios o las fichas de revisión bibliográfica en torno a estos, permitió generar un informe de investigación respecto a cada código. Es decir, todos los hallazgos generales, hallazgos frente a la obra de Bourdieu, los vacíos y las categorías emergentes, y demás asuntos de relevancia para la investigación fueron organizados en informes específicos. Esto facilitó el abordaje de la información, al eliminar la necesidad de retomar constantemente las veinte fichas al mismo tiempo. Así pues, al tomar como referencia los elementos resultantes de los ejercicios ilustrados, se propone, en adelante, explorar algunos de los hallazgos, las reflexiones, las críticas y demás elementos que terminaron por configurar el ejercicio de estado del arte al que atiende la primera fase.
2. Hallazgos generales
A continuación se presentan algunos de los hallazgos generales, de corte descriptivo y cuantitativo, identificados a partir del análisis y del procesamiento de las publicaciones encontradas, para las cuales se tuvo en cuenta la función de nube de palabras del ATLAS.ti y la generación de tablas y gráficos dinámicos en Excel, con el fin de identificar tendencias y particularidades en asuntos como los años en los que fueron publicados el mayor número de textos, al igual que los macromoldes6 en los que estos se inscriben, para luego indagar sobre asuntos de fondo o estructurales de la producción bibliográfica sobre violencia simbólica en la última década.
Al retomar las funcionalidades de organización de familias del software ATLAS.ti, fue posible identificar que, de los 134 textos encontrados, un 60 % está disponible en español; un 37 % en inglés, y un 3 % restante en alemán. A partir de la función de nube de palabras que provee el software y con referencia en los resúmenes de los textos en español, fue posible identificar que la palabra "violencia" fue la más utilizada, seguida por la palabra "simbólica", con cien menciones, y de las palabras "social" y "sociales" con 81 y 61 referencias respectivamente; prosigue "Bourdieu" en 57 interacciones y continúan otras palabras como "poder", "mujeres", "relaciones", y otras. Por su parte, los textos en inglés destacan en su nube de palabras términos como "violence", "women", "symbolic", liberation" y "school", entre otros.
Se encontró que, en América Latina, en estos últimos diez años, la mayoría de estudios en español sobre violencia simbólica que se han publicado en revistas indexadas o en repositorios de universidades han sido en el campo del género y del feminismo (dieciocho publicaciones encontradas), seguidos del campo social (quince publicaciones), donde se estudian diversas poblaciones como habitantes de calle, personas que ejercen la prostitución, personas privadas de la libertad y migrantes, entre otros. En tercer lugar, aparece el campo político (catorce publicaciones), ligado en la mayoría de estudios al conflicto armado y a la seguridad en las ciudades. En cuarto lugar, se ubica el campo educativo o pedagógico (trece publicaciones).
Cabe aclarar que, por cuestiones de extensión en este artículo, no se profundizará en otros campos en los que también se encontraron publicaciones que abordaban la categoría de violencia simbólica; estos son, en orden de cantidad: cultural y artístico (cuatro publicaciones); económico (cuatro publicaciones); histórico (cuatro publicaciones); psicológico (tres publicaciones); deportivo (tres publicaciones); televisivo y medios de comunicación (dos publicaciones); familiar (dos publicaciones); lenguaje (dos publicaciones); jurídico (una publicación); carcelario-penitenciario (una publicación); filosófico (una publicación) y religioso (una publicación).
En cuanto a las técnicas y metodologías de investigación prevalecen los enfoques cualitativos, derivados, en su mayoría, de pesquisas realizadas desde el macromolde histórico-hermenéutico, como puede apreciarse en la Figura 1. Pese a lo anterior, no es imposible ni inconveniente establecer formas de análisis o aproximaciones a la violencia simbólica desde enfoques cuantitativos más cercanos a la corriente empírico-analítica,7 como bien procuran Cendales, quien propende por revisar, por medio de ecuaciones, los elementos que constituyen los intercambios simbólicos de los individuos según los planteamientos de Bourdieu.
La conclusión es que el concepto sigue vigente y es apropiado por los académicos latinoamericanos; de hecho, en los últimos tres años se presenta el mayor número de apariciones (Figura 1), lo cual desvirtúa algunas hipótesis del equipo que consideraba que la obra de Bourdieu y sus conceptos fundamentales habían caído en desuso. Si bien el número de publicaciones presenta variaciones temporales, se puede afirmar que, en el período examinado, la tendencia es al alza hasta el año 2017, que fue también el año de mayor aparición de artículos relacionados con el concepto; más adelante se presenta un descenso escalonado de 24 en 2017 a 19 en 2018 y luego a 15 en 2019. Vale la pena agregar que las cifras de 2019 no están consolidadas en un cien por ciento, lo cual implica que puede aumentar.
3. Hallazgos específicos
A partir de aquí se expondrán los principales resultados de la investigación, en los cuales se esbozan algunos hallazgos, reflexiones, cuestionamientos y vacíos, con base en los siguientes ejes o campos, ordenados según la cantidad de publicaciones identificadas: 1) violencia simbólica en el campo del género y feminismo; 2) violencia simbólica en el campo social; 3) violencia simbólica en el campo político, y 4) violencia simbólica en el campo educativo y pedagógico.
3.1. Violencia simbólica en el campo de género y feminismo
En este campo fue identificada la mayor cantidad de publicaciones. Se hallaron varios artículos que analizan las relaciones de dominación y violencia simbólica entre los géneros, las cuales se han construido en la sociedad de manera desigual y se reproducen en diferentes campos, debido a que este es un tipo de violencia simbólica estructural que se aloja no solo en el imaginario y en el constructo social, sino que además forma parte de la cotidianidad de un entorno social definido.
La dominación masculina sirve mejor que cualquier otro ejemplo para mostrar una de las características principales de la violencia simbólica: se ejerce al margen de los controles de la conciencia y de la voluntad, "en las tinieblas de los esquemas del habitus, que son a la vez sexuados y sexuantes", mediante una coerción paradójicamente consentida: una presión sutil sobre los cuerpos y las mentes, no percibida como tal, sino como el orden natural de las cosas.8
Puede darse por sentado y asumirse que las cosas siempre fueron así, ya que este tipo de violencia se reproduce de forma sistemática, se naturaliza y se incorpora en los agentes, lo que hace que la conciencia no se percate de dicha violencia; es por ello que, para Bourdieu, es crucial alejarse de las filosofías de la conciencia, pues estas inciden en que la dominación simbólica se perpetúe.9
El artículo titulado "Misoginia y violencia hacia las mujeres: dimensiones simbólicas del género y del patriarcado"10 ejemplifica lo anterior desde el análisis crítico de los relatos míticos de Pandora y de Eva, los cuales emergen dos elementos cardinales que reproducen la violencia simbólica hacia las mujeres: la devaluación femenina y el imperativo de ser para otro. En ambos mitos se construye un discurso misógino que desvaloriza a las mujeres desde el instante de la creación, transmiten expresiones sexistas sobre los orígenes de la humanidad y naturalizan la violencia de género, que persiste desde los orígenes de la cultura occidental hasta la actualidad.
En otro sentido, los trabajos recientes de Alvarado Fajardo y Ortiz11 y el de Baird12 coinciden en una temática que había sido poco explorada y es la violencia simbólica hacia los hombres desde un enfoque de género que, en línea con la teoría del habitus y las disputas en los campos, de Pierre Bourdieu, plantea que la coerción simbólica que pesa sobre la identidad sexual que se ha construido de "hombre" lo lleva con más facilidad a vincularse a grupos criminales y a utilizar estrategias y métodos de violencia real para acceder a los diferentes capitales.
Se destacan los trabajos sobre género y violencia política en América Latina realizados por Krook y Restrepo,13 así como en contextos electorales, como es el caso del estudio comparativo que desarrollan Rodríguez, González y Messenet.14 En ambos estudios se analizó la violencia contra las mujeres en los escenarios de la vida política, tendiente a impedir la participación de ellas y perpetuar el predominio de los hombres en el sector de la administración pública y en cargos de elección popular. Por otro lado, se encontraron investigaciones sobre violencia simbólica y género en el campo de la escuela, como la de Pinzón, Armas, Aponte y Useche,15 y la tesis de grado de Elejalde y Gómez,16 quienes se han ocupado de identificar las formas de violencia contra la mujer en escenarios académicos, principalmente universitarios, y concluyeron que, en estos contextos, las mujeres estudiantes no identifican ni perciben las diferentes violencias que se generan en sus entornos estudiantiles.
Por su parte, el estudio de Elverdin, acerca de la escuela rural, da cuenta de "la relación entre el campo educativo y las diversas concepciones de género que en este tipo de espacios se configuran",17 lo que propicia la desigualdad, de un lado, en el binarismo hombre/mujer y, de otro, las acciones pedagógicas que se encaminan para reproducir esta desigualdad en las relaciones.
Gutiérrez y Vega analizan una representación de explotación sexual y violencia que se adelanta en el marco de una celebración estudiantil en México, que incluye elementos como ocultamiento, baile erótico y acoso sexual, y concluyen que esta celebración histórica "es una afirmación complaciente de las creencias y prácticas machistas que legitiman la explotación sexual de las mujeres y una aceptación tácita de sus abusos, los cuales, aunque suelen ser ocultados, sí son reconocidos como una tradición venerable".18
Algunos artículos relacionan directamente la violencia simbólica y de género con imposiciones culturales que se reproducen en la televisión, la publicidad y los medios de comunicación, como es el caso de los trabajos adelantados por Martínez,19 Gómez20 y Alonso,21 en los cuales toman fuerza los discursos, los contenidos y las representaciones de estereotipos que se transmiten por estos medios y que justifican la desigualdad, la subordinación y el sostenimiento del imaginario patriarcal en la sociedad. Así mismo, el tratamiento mediático dado a los casos de feminicidios que ocurren puntualmente en Argentina se presentan en el artículo de Sosa y Grosso,22 el cual muestra la violencia simbólica en la dicotomía entre lo público y lo privado.
Relacionado con lo anterior, se encuentra un análisis teórico sobre los estereotipos que se asignan a las mujeres, en el que se concluye que: "El grave problema de la violencia es que no sólo deja su impronta en la exterioridad del cuerpo, sino en su interioridad. Cabe cuestionarse si habría violencia simbólica, caso la desnudez y la cabellera estuviesen descorporizados, sin historicidad y contexto".23
Según los autores citados, se genera violencia simbólica en contra de las mujeres a partir de las representaciones e imposiciones que sobre el cuerpo, la desnudez y la cabellera se naturalizan para distinguir y diferenciar los géneros, lo que contribuye a la permanencia del poder masculino y a un orden social androcéntrico.
Por otra parte, se identifican tres artículos en los que se analizó la violencia simbólica y las relaciones de dominación por razones del género desde miradas netamente teóricas y conceptuales, como lo expone Posada en su artículo "Sobre Bourdieu, el habitus y la dominación masculina: tres apuntes".24 Afirma que la dominación masculina y la violencia simbólica están fundamentadas en las relaciones de poder en el campo social, que se proyectan naturales y "como orden estructurante que se revela en las relaciones más cotidianas entre los sexos".25 Merino26 analiza las causas de la violencia en contra de las mujeres asociada con el hecho de la subsistencia de relaciones de desigualdad en las estructuras sociales, lo que denomina injusticia estructural. Por último, al caracterizar el feminismo como un campo bourdieuano, Sánchez-Perera analiza las relaciones de poder y describe el reparto desigual del poder simbólico y la distribución de los capitales en el marco de las discusiones frente a la prostitución y colige que en estas se despliegan mecanismos de censura, que se materializan en la exclusión de las mujeres que ejercen la prostitución. "Esta censura emplea la dominación afectiva, el pánico moral, que evita que ciertas cuestiones se discutan, organizando la agenda y dando preferencia al papel de la prostitución como institución".27
Se pueden identificar dos publicaciones enfocadas en analizar la violencia simbólica contra las mujeres en el ámbito de las relaciones de pareja. Así, en la tesis de pregrado de Rivera y Morera28 se adelanta un estudio con quince mujeres en la ciudad de Bogotá para identificar la subordinación y las condiciones de inferioridad en las que son puestas las mujeres, producto de construcciones históricas que han configurado una cultura patriarcal que reproduce y naturaliza la violencia, la imposición de roles y la desigualdad entre los géneros. Asimismo, se encuentra el análisis que adelanta Ariza29 en la tesis doctoral sobre la violencia en las relaciones de pareja en Medellín, desde un enfoque de salud pública; de identificar las construcciones culturales sobre el género y las representaciones sociales que inciden en el que es tratado por la autora como un problema social en esa ciudad.
Un trabajo que se aparta de los anteriores, en cuanto a las formas y los temas, es el análisis musical a partir del concepto de violencia simbólica de Bourdieu en las canciones de la cantante Paquita la del Barrio. Barrera y Contreras destacan que esta música hace unos llamados a las mujeres y "nos resume la expresión de un conjunto de agravios vividos por generaciones, la construcción de ciertas estrategias de reivindicación femenina, dentro de los referentes de las representaciones de la dominación masculina de las condiciones femenina y masculina".30
Se destaca en este campo -aunque también podría estar incluido en el campo político- el informe Aniquilar la diferencia: lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano?31 del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el cual se aborda la categoría de violencia simbólica desde la obra Sentido práctico, de Bourdieu; en particular, plantea que la violencia simbólica se practica de diferentes maneras, todas ellas con un elemento en común: reforzar la hegemonía heteropatriarcal y el binarismo de género hombres/mujeres. De acuerdo con el informe, esta violencia, ha servido para definir ese lugar marginal del que, en muchas ocasiones, los sujetos no son conscientes, en tanto que:
En muchos casos, estas modalidades de violencia están acompañadas de tortura y de altas dosis de sevicia. Queda para la memoria histórica del país, que estas violencias son cometidas por distintos grupos armados, tanto legales (fuerzas armadas y Policía) como ilegales (guerrillas, paramilitares, grupos de posdesmovilización paramilitar, y en algunos casos, grupos al servicio del narcotráfico).32
De las revisiones expuestas se puede identificar que, en el tópico de violencia simbólica y género, el principal autor citado es Pierre Bourdieu, en especial sus obras La dominación masculina y La reproducción.
3.2. Violencia simbólica en el campo social
De acuerdo con González Ochoa, "la noción de violencia simbólica remite a la interiorización por parte de los agentes del dominio social inherente a la posición que ocupan en un campo dado y, en general, a su posición social";33 este juego de dominios comprende tanto los sistemas de relaciones de poder como un sistema de relaciones de significado. Este doble aspecto permite ver la sociedad, desde afuera, como una estructura objetiva cuyas articulaciones pueden ser observadas materialmente, medidas y trazadas independientemente de las representaciones de los que viven en ella.34
Después del de género, en este campo fue en el que más publicaciones se encontraron en los últimos diez años. Aquí fueron identificados diversos estudios que podrían ubicarse en otros campos o subcampos, pero se decidió unificarlos en este por la prevalencia en sus reflexiones sobre lo social y lo antropológico y porque permiten comprender de alguna manera los dos sistemas de relaciones mencionados. Se analizó, por ejemplo, el artículo "Ser diferente en un mundo de semejanzas: ensayo sobre la dimensión simbólica de la vulnerabilidad",35 publicado por la revista Íconos; el autor "se apoya en los conceptos de poder simbólico, violencia simbólica y veredicto social, para perfilar una teoría de la vulnerabilidad simbólica, que es en sí una amenaza al derecho a no ser avergonzado, injuriado o lastimado".36 De igual manera, pone como ejemplos casos de misoginia y violencia contra la mujer en el espacio público en México, y de racismo, que se evidencia en las dificultades de acceso a ciertos niveles de escolaridad y empleo, por causa del color de piel. En últimas, esta "dimensión simbólica de la vulnerabilidad radica en ser portador de cierta característica socialmente estigmatizada, que obstaculiza el acceso a ciertos activos -capital escolar, por ejemplo- que son fundamentales para contar con oportunidades para hacer su vida".37
Una reciente tesis de grado, titulada Cuerpos que se resisten a ser borrados: acompañamiento psicosocial a personas que habitan la calle,38 toma aspectos metodológicos de Bourdieu y conceptos esenciales como habitus, que se explican como el producto de unas condiciones de existencia diferentes, en el que se manifiestan prácticas identitarias y estilos de vida en donde yacen pronunciamientos cercanos a la división de clases sociales y el reconocimiento inconsciente de estos elementos. Allí se decanta una violencia simbólica, resultado del afán constante por encajar en el cuerpo perfecto, que presiona todas aquellas figuras corporales que tienen cualidades lejanas al ideal y, en ese caso, deberían hacer lo posible por llegar al ideal o serán víctimas de una violencia. En sí, una violencia silenciosa y que resulta indiscriminada, porque las personas tienden a ignorar su carácter violento.39
En relación con la violencia sobre personas extranjeras cabe destacar el trabajo de Cleveland, Kronick Hanna y Gros Cécile Rousseau,40 cuyos resultados mostraron que los solicitantes de asilo expresaron conmoción y humillación al ser tratados como criminales. Encontraron, además, que la detención, incluso durante breves períodos en condiciones relativamente adecuadas, fue perjudicial para la salud mental de los solicitantes de asilo y en varias ocasiones desencadenó retraumatizaciones. Este impacto adverso parece ser en gran parte atribuible al efecto combinado de dos factores: violencia simbólica y desempoderamiento.
De igual manera, con una metodología cualitativa consistente en catorce grupos focales, González y Plotnik41 encontraron que la violencia simbólica hacia los migrantes internacionales en el contexto escolar y judicial, se presenta en tres ejes: la invisibilización, el migrante como amenaza-enemigo y el migrante como invasor.
Para cerrar con los hallazgos en este campo, se encontró una reciente publicación sobre la violencia en la cárcel, titulada La función social punitiva en Iberoamérica. Circunstancias globales y locales,42 que aborda algunas ideas sobre la violencia simbólica perpetuada en las cárceles de Iberoamérica y plantea críticas similares a las que hace Wacquant a lo largo de su obra. También hace referencia al hostigamiento de personas pobres en los espacios públicos y a su encarcelamiento, con lo que pone el problema del delito y su contención en un marco eminentemente represivo y de mano dura; sin embargo, dichas prácticas punitivas suelen terminar produciendo una reacción contraria a la esperada, como ocurre con todo exceso de autoritarismo e intolerancia.43 Es relevante destacar esta publicación, puesto que la expectativa frente a las publicaciones en el campo criminológico y penitenciario eran altas, pero después de elaborar el estado del arte, encontramos que los resultados al respecto eran escasos.
3.3. Violencia simbólica en el campo político
Como se mencionó, en este campo se hallaron catorce publicaciones, de las cuales cinco, abordan lo político en relación con el conflicto armado e incorporan a su vez el concepto de violencia simbólica. Por ejemplo, Pérez plantea:
La falta de discusión sobre la noción de violencia y sobre las implicaciones que tienen para los diferentes actores, conduce a la configuración de una tradición de pensamiento con base en una perspectiva que enfatiza algunos aspectos y desconoce o invisibiliza otros.44
En otra publicación se encontró el abordaje de la categoría de violencia simbólica desde un macromolde crítico, que se centró en el proceso histórico que ha configurado el conflicto armado interno, a partir de la época colonial. Serra asegura:
En Latinoamérica, la conquista representó un proceso de deshumanización y degradación de las poblaciones indígenas y autóctonas que, en concomitancia con la organización política, social y sobre todo territorial impuestas por los conquistadores en el continente, tuvieron un rol determinante tanto en el surgimiento como en el desarrollo de los conflictos armados que se han presentado y se presentan actualmente en estos países.45
Asimismo, Céspedes acoge la perspectiva teórica de Pierre Bourdieu y su triada de habitus, campo social y capital, para explicar, desde una mixtura del enfoque histórico-sociológico con los estudios psicosociales, cómo la construcción de la masculinidad en Colombia tiene una relación estrecha con la vía armada, es decir:
[...] la virilidad, se asocia con las armas, la guerra y la violencia, en tanto el predominio de valores guerreristas, sumado a las dificultades en el acceso de capital económico y social en zonas de conflicto; lo que dio cabida a la vinculación de la vía armada como estilo de vida en Colombia.46
De forma similar, en el artículo "Órdenes locales y conflicto armado. Una metodología comparada"47 se utilizan las nociones de agencia, campos y habitus con base en Bourdieu,48 como elementos de apoyo en la comparación de las reconfiguraciones de órdenes locales en medio del conflicto armado. Aunque los autores refieren el concepto de violencia simbólica, prefieren emplear el concepto de "conflicto armado entre actores armados" que, en el caso colombiano, puede tener distintas motivaciones, en los marcos de procesos de formación de Estado. Como resultado de esta investigación se presentan algunas tablas comparativas que permiten, en primer lugar, identificar y analizar similitudes y diferencias de las aglomeraciones complejas de los tipos de orden local según la relación entre la agencia de los civiles (que pueden ser de sometimiento, acomodamiento, solidaridad o resistencia) y la coerción de los actores armados (que puede ser armada o política); en segundo lugar, examinar las variaciones de distintos casos dentro de un mismo tipo de orden local. No obstante, se aclara, este artículo forma parte de una serie de seis, desarrollados por los equipos de los centros de investigación INER, de la Universidad de Antioquia; Cidse, de la Universidad del Valle, y Cinep, de Bogotá, en el marco del proyecto de investigación Órdenes locales en reconfiguración: de regulaciones, acomodos y resistencias en regiones de intenso conflicto violento 1991-2010. Una investigación comparada, con el cual se pretende resaltar el valor que tiene la construcción de estas tipologías para la reflexión teórica, más allá de las exigencias que implican estos estudios comparativos.
Para terminar con las publicaciones analizadas en este campo, se encontró una tesis de pregrado en ciencias políticas de la Universidad Javeriana, en la que se hace la diferenciación entre este tipo de violencia y la violencia estructural, argumentando que muchas veces "la violencia simbólica no siempre es un reflejo de la violencia estructural, muchas veces se constituye en una circunstancia propiciatoria de la violencia directa y el mantenimiento de condiciones estructurales de dominación y sometimiento".49 En este trabajo, el autor retoma la definición de violencia simbólica de la obra de Bourdieu de mediados de la década del noventa y la complementa con la noción de violencia cultural construida por Galtung a finales de la década del ochenta.
3.4. Violencia simbólica en el campo educativo y pedagógico
De acuerdo con Uribe y Sánchez, el orden de la violencia simbólica "conforma una serie de prejuicios y encasillamientos que se traducen en relaciones de poder, que son sustentadas por reglas -explícitas o implícitas- legitimadas en el imaginario colectivo".50 Por tanto, pensar en el contexto escolar significa situar los discursos pedagógicos que consolidan el capital cultural impuesto de forma autoritaria o persuasiva por parte de los docentes hacia los estudiantes y que terminan reproduciendo la estructura social.
Para Bourdieu y Passeron, la estructura y el funcionamiento de la enseñanza institucionalizada responde a la necesidad de producir las condiciones institucionales que le son necesarias para el ejercicio de su función (su propia conservación) y la reproducción de un orden cultural de la que no es productora. En este sentido, la reproducción en el ámbito del sistema educativo se refiere a los mecanismos por los cuales "la institución escolar contribuye a reproducir la distribución del capital cultural y, con ello, la estructura del espacio social".51 De este modo, el sistema escolar es un espacio de luchas que sirve a la reproducción de la estructura social y que, a su vez, es capaz de generar transformaciones. Con el fin de vencer las resistencias a su lógica, el sistema escolar utiliza la "violencia simbólica", referida a la imposición de una arbitrariedad cultural e inculcación de una ideología que preserva y reproduce las relaciones de fuerza entre las clases sociales, traducidas en formas de dominio mediante la acción pedagógica.52
La acción pedagógica, difusa o institucionalizada, es conceptualizada como una forma sutil de violencia simbólica persistente orientada a producir un habitus mediante la interiorización de un arbitrario cultural "capaz de perpetuarse y perpetuar en las prácticas los principios de la arbitrariedad cultural interiorizada".53
Por otra parte, el texto "Violencia e inseguridad en las instituciones educativas: jóvenes en la mira de una sociedad del miedo"54 hace referencia a una violencia ejercida en la cotidianidad, reflejada en la mala comunicación entre los actores educativos, que afecta las relaciones interpersonales y llega a producir una segregación en la cultura global de una institución educativa. Al no restringirse al ámbito delictivo y criminal, esta conceptualización logra ampliar aún más el fenómeno de la violencia en los espacios educativos e irrumpe de alguna manera en la convivencia social. Esta violencia de carácter institucional también se podría definir como simbólica, en palabras de Pierre Bourdieu, pues la idea de dominación y poder en las prácticas educativas están implícitas. Al respecto, sostiene Farías:
Aquí están muy presentes relaciones de interacción simbólica, como plantean Mead, Blummer y otros, ya que el intercambio de gestos, miradas, es decir, de símbolos en los vínculos sociales, generan muchas veces actos violentos de carácter cotidiano. Por consiguiente, si hablamos de prácticas que se ejercen simbólicamente en la cotidiana, vemos la necesidad de problematizar la violencia dentro de las aulas como un tema a resolver entre el colectivo educativo, y no simplemente verlo como algo que ya está instituido naturalmente y con lo que hay que convivir irremediablemente.55
En el artículo "Conflicto y educación superior: narrativas y vivencias de jóvenes universitarios estudiantes de ciencias sociales y humanas"56 la educación se presenta como lugar de particularidades, escenario donde surgen manifestaciones de violencia simbólica que hacen notoria la emergencia de múltiples desencuentros entre los estudiantes y generan situaciones de tensión por posiciones contrarias, que suelen desembocar en expresiones como el sarcasmo, la discriminación, la evitación y la desidia, entre otras:
El conflicto en los universitarios es interpretado como violencia física. Estos estudiantes perciben que los asuntos académicos son la principal dificultad en sus relaciones interpersonales, refieren que entablan pocas relaciones con personas diferentes a sí mismos en tanto opciones políticas, religiosas, sexuales, etc., expresan que banalizan las manifestaciones violentas y admiten que existe una fuerte tendencia a que después de un conflicto, se produzca una ruptura de la relación que estaba en juego.57
Estos aportes son trabajados alrededor de nociones ligadas al concepto de violencia simbólica para explicar la reproducción de lo instituido, generada en la invisibilización/naturalización producida en el discurso, en la percepción y en las acciones del proyecto escolar moderno basado en la disciplina y el gobierno de los sujetos estudiantiles.58
Violencia simbólica es aquella en la cual las víctimas desconocen la ilegitimidad de las asimetrías implicadas en una relación, la consienten como necesaria y no perciben la arbitrariedad del ejercicio del poder y la dominación violenta de los victimarios. Por eso, importa indagar los sentidos del nombramiento de la misma en los espacios escolares por parte de las voces y desde las perspectivas de los agentes educativos, así como indagar la importancia de lo que se omite o permanece silenciado.
4. Discusiones y conclusiones
Elaborar un estado del arte permite identificar asuntos como tendencias de publicación, áreas temáticas de interés, exploraciones conceptuales y empíricas, y otros asuntos inherentes al desarrollo teórico de una categoría en particular. De cierta forma, permite tomar el pulso de una serie de discusiones y dilemas e ilustrar posibles ejes o aristas de crecimiento o evolución conceptual. Para este cometido, como puede verse en el presente artículo, la violencia simbólica ha tenido permutaciones en el contexto latinoamericano. Entre ellas, es resaltable la predominancia del concepto en relación con estudios de género, mientras que en el campo pedagógico puede ubicarse un momento o período de gestación epistemológica, para lo cual también es pertinente revisar las herramientas y la metodología empleada.
Para los aprendizajes y recorridos en la elaboración de este ejercicio, resulta meritoria la ayuda que herramientas como el ATLAS.ti y otras aplicaciones de software especializadas en el análisis cualitativo de datos pueden proveer para la organización de información. Debido al creciente repertorio de referencias bibliográficas disponibles en medios virtuales, optar por herramientas de entrada como estas, apoya la sistematización como un proceso permanente de construcción de conocimiento socialmente relevante, así como la optimización en el procesamiento de la información y su posterior análisis y trabajo cualitativo por parte de todo un equipo de trabajo compuesto por múltiples actores con diferentes concepciones, miradas, apreciaciones y acercamientos a una obra o categoría en particular, como en el presente caso con los trabajos desarrollados en el campo de la violencia simbólica devenida de Pierre Bourdieu.
La obra de Bourdieu, en especial su contribución a la sociología reflexiva con su teoría de la violencia simbólica, ha resultado de gran interés en algunos países latinoamericanos en los que, de acuerdo con los hallazgos, han primado los acercamientos a esta categoría en los estudios de género y feminismo. Allí, sus planteamientos sobre la dominación masculina y sus múltiples textos e investigaciones sobre esta han tenido gran influencia. En segundo lugar, los estudios ligados a diversos asuntos sociológicos y antropológicos que ponen el foco en poblaciones vulnerables como migrantes, habitantes de calle y población privada de la libertad; los estudios sociopolíticos alrededor de los conflictos armados, y otras investigaciones orientadas al contexto educativo y pedagógico también resultaron ser de los más concurridos a la hora de tener en cuenta las teorías y apuestas metodológicas de Pierre Bourdieu y de tomar, para su argumentación y análisis, esta categoría de violencia simbólica, la cual fungió como hilo conductor del presente trabajo. Con todo, la conclusión debe ser que el concepto de violencia simbólica sigue vigente en América Latina y, de hecho, parece que está en proceso de popularizarse como herramienta teórica e investigativa: en los últimos tres años se presenta el mayor número de apariciones, lo cual desvirtúa algunas hipótesis del equipo que consideraba que la obra de Bourdieu y sus conceptos fundamentales habían caído en desuso.
Aquella marcada relación entre Bourdieu y los estudios contemporáneos de género puede deberse, como han argumentado Maldonado Gómez59 o, más recientemente, Posada Kubissa,60 entre otros, al bagaje histórico del concepto en sí mismo, puesto que uno de los puntos de partida de Bourdieu para ilustrar esta categoría suele asociarse con las relaciones dicotómicas de género construidas histórica y culturalmente en el mundo occidental moderno. Por otro lado, esta relación no suele manifestarse tan fuertemente en los otros campos identificados, en tanto los autores de los estudios y las investigaciones citadas no siempre recurrían a Bourdieu para argumentar sus pesquisas; en algunos casos, su acercamiento al concepto era propiciado por la facilidad de este para identificar situaciones de vulneración social, sin establecer como una condición sine qua non el recurrir a la triada conceptual de Bourdieu. Es decir, si bien la obra de Bourdieu aún se manifiesta reiteradamente en los estudios de género, en otros campos del saber parece haberse desarrollado una suerte de independencia epistemológica del concepto, desligado de uno de sus principales referentes y con unas nuevas concepciones desde aproximaciones empíricas particulares, al menos en el caso del contexto latinoamericano.
En la publicación de Trujillo61 aparece, como elemento clave para enfrentar la violencia simbólica, el cuestionar por medio de nuevas formas de pensamiento/ conocimiento, para ver la realidad más allá de las matrices de percepción patriarcal, los mitos y las narrativas, como las de Teogonía y el Génesis, en las cuales el imaginario sobre la mujer es infravalorado, lo que naturaliza la dominación y la violencia por parte del hombre.
El concepto de violencia simbólica de Pierre Bourdieu ha sido soporte teórico de las relaciones de desigualdad y de poder que se presentan en diversos campos en la estructura social; es por ello que puede referirse que este no es un concepto neutral: es un concepto político que, tal vez sin que el autor se lo proponga, ha permitido, como en el caso de los estudios de género, desarrollar teorías que desvelan las violencias que se presentan en razón de las asimetrías por los estatus asignados a cada uno de los sexos en los intercambios simbólicos, así como en las tareas diferenciadas y repartidas según el sexo, las cuales son producto de las construcciones culturales que son inculcadas, por ejemplo, desde la familia y la escuela.
Se considera relevante el aprovechamiento teórico que se ha hecho de los conceptos de dominación masculina y violencia simbólica desde la perspectiva de Bourdieu en variedad de investigaciones que buscan visibilizar y reivindicar los derechos de la población LGBTI o de las personas con identidad de género y orientaciones sexuales no hegemónicas (no binarias), a partir de sus comprensiones como movimiento o como víctimas desde enfoques diferenciales de género o interseccionales.
La teoría bourdiana contribuye a la reflexión sobre el sentido epistemológico de la escuela y la pedagogía, al identificar que los actores escolares, con sus habitus, son portadores de comportamientos y acciones que transgreden el orden establecido en las instancias del entramado institucional Estado-escuela-familia, en el que el concepto de poder y las relaciones de poder se presentan como resultado del habitus que cada uno de los agentes posee, se manifiesta en el actuar cotidiano escolar y se reproduce en todas las esferas de la cultura y la sociedad. En este sentido, los estudios analizados sobre violencia simbólica en el campo educativo y pedagógico develan un abordaje teórico centrado únicamente en las relaciones de autoridad que ejercen docentes y directivos hacia estudiantes, con lo cual se desconoce la multidimensionalidad de una lectura abierta, crítica y compleja del fenómeno, así como las posibilidades de interpretación de la violencia simbólica en el marco de un escenario social que desborda los límites de la institución educativa y que incluye la presencia influyente y determinante de otros actores de la violencia y no solo la mirada hegemónica del victimario y la víctima.
Este panorama expresa la vigencia y la pertinencia del aporte epistemológico y los posteriores desarrollos teóricos de la obra de Bourdieu, en el sentido de que componen un ámbito de estudio que, como ya se dijo, está lejos de la pretensión absolutista. En definitiva, ofrece una ventana de observación acerca de cómo se establecen las relaciones de fuerza y dominación en distintos contextos que se convierten en exploraciones, con las que también se debe tener cuidado porque se corre el riesgo de exigirle al concepto explicaciones que podría no dar, así que este artículo se convierte en un aporte para explorar el concepto y sus posibilidades metodológicas y prácticas. En cuanto a vacíos, sorprende la falta de trabajos que traten el concepto de violencia simbólica en el ámbito jurídico y penitenciario.
Respecto al interés especial que se tenía -debido a lo que se pretende hacer más adelante en el marco del programa del que parte esta investigación- de indagar por estudios cuyo territorio de análisis fuera Medellín, solo cinco publicaciones de las encontradas abordaron la categoría de violencia simbólica. No obstante, se hallaron catorce publicaciones cuyo territorio de análisis fue Colombia. Así las cosas, se pueden determinar las categorías sobre las cuales se enmarca la violencia simbólica en Colombia: la primera es un contexto urbano, donde se define la violencia desde un punto de vista sistemático y reproducido por la sociedad misma y, la segunda, desde los territorios rurales, donde convergen situaciones como la falta de presencia del Estado -que configura lógicas de acción que no responden a las dinámicas de un Estado social, democrático y de derecho-, así como el conflicto sociopolítico y armado que desde hace décadas ha afectado principalmente a estas zonas del país y ha generado graves violaciones a los derechos humanos, lo que hace que el contexto sociopolítico de la región sea el punto de partida para la definición de la violencia simbólica en los territorios rurales.
Los develamientos descritos no son más que un acercamiento a la practicidad de una categoría traducida en reflexión epistemológica, es decir, a la aplicación práctica para la que ha servido la violencia simbólica en el contexto latinoamericano en la última década. En esa medida, es posible observar una categoría que hoy suscita asuntos estructurales considerados desde su concepción para encarar situaciones socialmente sensibles y que permiten, de manera directa e indirecta, revisar las relaciones de dominación latentes en el aparato estatal y cultural al que se someten diversas sociedades, incluso la colombiana. Queda la inquietud en el equipo de investigación sobre cuán dinámicas y manejables pueden ser las teorías de Bourdieu si son llevadas a enfoques donde se privilegien las miradas hacia el interior del ser humano -de los sujetos-, es decir, más agencialistas, subjetivas, ideacionales, pues en su aplicación concreta, se tienden a facilitar mucho más las descripciones, explicaciones e interpretaciones, en una perspectiva más estructuralista, de la que ni siquiera su concepción de agente y de habitus pareciera desligarse.
Ante este panorama, se suscitan múltiples dilemas, como la dependencia de la categoría en cuestión en relación con su autor originario o la profundidad con la que estos estudios son abordados desde aristas distintas a los estudios de género. En otras palabras, la evolución de la categoría, en contraposición con su concepción primigenia, se configura hoy como un punto de discusión que trasciende el campo de análisis sociológico y configura un llamado para la academia a revisar, repensar y reevaluar aquellos elementos que ha conjugado para el estudio de situaciones socialmente sensibles, así como los rincones hacia donde estos pueden perfilarse y los campos de exploración empírica para su aplicación.