Introducción
La aparición concurrente de los trastornos por consumo de sustancias (TCS) y otros trastornos mentales en un mismo individuo ha sido un área de gran interés en investigación en los últimos anos. A esta concurrencia se la ha denominado patología dual (PD) en español y co-occurring disorders en inglés, el primero cada vez más popular en Latinoamérica1),(2. Estudios epidemiológicos han demostrado que la coexistencia de ambos trastornos puede alcanzar al 50% de la población general y hasta el 80% de la población clínica1.
Según Marín-Navarrete et al.3, más allá de la nomenclatura y la falta de consenso en este tipo de trastornos, su importancia radica en que la PD impacta negativamente en la vida de las personas que la sufren y son un grave problema de salud pública. Entre los impactos negativos, se han descrito síntomas de adicción grave y síntomas psiquiátricos más insidiosos, alto riesgo suicida, mayor utilización de los servicios del sistema de salud, mayores recaídas, mala adherencia a los tratamientos, enfermedades infecciosas y de transmisión sexual, deserción escolar, conducta violenta y marginación social y económica4.
El inicio del trastorno mental antes de la aparición del TCS en más del 80% de los pacientes, especialmente a edades tempranas, indica que la coexistencia de ambas afecciones puede tener relación con procesos comunes del neurodesarrollo, además de procesos homólogos en cuanto a sustrato neurobiológico, vulnerabilidad genética y factores ambientales precipitantes2. Todo lo anterior hace más difícil establecer diagnósticos diferenciales en PD, pues la categorización diagnóstica en psiquiatría depende de los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), que tiene varias limitaciones, entre estas la heterogeneidad interna de los diagnósticos, la falta de especificidad y la ausencia de marcadores biológicos3.
Un biomarcador se define como una característica biológica que se puede medir objetivamente y evaluar como un indicador del proceso biológico normal, un proceso patológico o una respuesta a intervenciones terapéuticas o farmacológicas, y puede ser un grupo de genes, proteínas u otras biomoléculas5. La búsqueda de biomarcadores que puedan constituir medidas más objetivas dirigidas a aclarar de manera más precisa los diagnósticos, predecir el pronóstico y moni-torear la respuesta al tratamiento, resultan obligatorias para comprender la interacción entre trastorno mental y TCS6.Por lo que es necesario identificar y validar biomarcadores que permitan detectar manifestaciones clínicas y vías neurobiológicas comunes en la PD7.
En la última década, la búsqueda de biomarcadores en psiquiatría se ha enfocado en medidas de estructura y función cerebral mediante neuroimágenes cerebrales8. Sin embargo, el electroencefalograma (EEG) tiene amplias ventajas sobre las neuroimágenes. La principal, es que el EEG permite el registro de la actividad eléctrica cerebral en relación con diferentes estados del funcionamiento cerebral. Esta alta resolución temporal logra obtener dinámicas cerebrales en escala de mili-segundos, lo que permite evaluar la actividad cerebral en reposo, durante el sueño o en respuesta a tareas cognitivas específicas9. Por el contrario, las neuroimágenes son costosas y, al precisar áreas, no son tan eficaces para comprender y seguir líneas de tiempo durante el procesamiento cerebral de la información10. Sumado a todo lo anterior, y derivado del desarrollo de las técnicas con EEG en el estudio de los trastornos psiquiátricos, se ha empezado a considerarlo un potencial biomarcador en psiquiatría9.
En esta línea, y dadas las ventajas que el EEG ofrece a la comprensión de los circuitos cerebrales afectados tanto en los trastornos mentales como en los TCS, esta revisión tiene como objetivo indagar sobre la existencia de biomarcadores electrofisiológicos en la PD revisando sus ventajas y limitaciones.
Métodos
Se realizó una revisión de la literatura científica en Pub-Med, Science Direct, OVID, BIREME y Scielo, con las palabras clave en inglés y español: "biomarcador electrofisiológico y trastorno por uso de sustancias", "biomarcador electrofisiológico y trastornos mentales", "biomarcador y patología dual", "biomarcador y trastorno por uso de sustancias", "electroencefalografía y trastorno por uso de sustancias" o "trastorno mental comórbido". La selección de artículos para revisión se basó en los siguientes criterios: artículos de investigación original con participantes humanos, artículos de revisión narrativa, revisión sistemática y metaanálisis, en inglés o español, con texto completo y publicados desde 2008 a 2019, para recopilar los hallazgos más recientes, dado el gran desarrollo del EEG en la última década.
Se construyó una matriz para comparar el contenido de las referencias identificadas para clasificarlas y compararlas. La evaluación crítica de los artículos consistió en la lectura completa del artículo, su evaluación y llenado del instrumento de recolección de datos. Los estudios publicados por duplicado o encontrados en más de una base de datos se consideraron solo una vez.
Dada la mayor cantidad de literatura encontrada en relación con la EEG como biomarcador de enfermedades mentales y TCS respecto a los pocos artículos encontrados sobre PD y teniendo en cuenta el posible origen neurobiológico común2, una vez integradas las fuentes, se decidió organizar la evidencia en los siguientes apartados temáticos: a) EEG como biomarcador en psiquiatría; b) EEG en el diagnóstico y la predicción del riesgo en TCS, y c) EEG como biomarcador para caracterizar la PD.
Resultados
Se identificaron 644 referencias bibliográficas y, tras aplicar los criterios mencionados, quedaron 68 referencias. Tras analizar los títulos y los resúmenes y dar cuenta de que aportaban a los objetivos de este trabajo, quedaron 32 referencias.
EEG como biomarcador en psiquiatría
Las señales electrofisiológicas contienen información sobre la actividad eléctrica cerebral en diferentes frecuencias, desde 8 (0,4-5,0 Hz) a 6 (5-8 Hz), a (8-12 Hz), 0 (12-30 Hz) y y (30-70 Hz). El procesamiento digital de estas señales se denomina EEG cuantitativa (EEGq), mientras que el análisis de las señales en respuesta a un estímulo para evaluar un proceso cognitivo específico se denomina potencial relacionado con eventos (PRE)9.
Alteraciones en el EEG de reposo y en los PRE han sido observadas en algunos trastornos mentales, especialmente en esquizofrenia11, trastorno afectivo bipolar12, depresión mayor13, trastorno por déficit de atención e hiperactividad14, trastorno por estrés postraumático, trastorno obsesivo compulsivo y trastornos de ansiedad15. La tabla 1 describe los principales hallazgos.
Trastorno mental | Hallazgos electrofisiológicos | Estudio |
Esquizofrenia | Aumento de la actividad lenta especialmente 6; reducción de la actividad y; déficits en la supresión P50 e IPP; aumento de la latencia y reducción en la amplitud de P300; reducción en la amplitud de MMN | Boutros et al., 2008; Javitt et al., 2008; Light et al., 2015; Thibaut et al., 2015 |
TAB | Aumento en la actividad a en el EEG de reposo; mayor SL en todas las bandas de frecuencia; menor coherencia en la banda 8 y 6 interhemisférica; mayor coherencia en la banda a intrahemisférica; déficits en la supresión P50, P200 e IPP, mayor latencia y menor amplitud de P300, reducción en la amplitud de P100 y NRE | Khaleghi et al., 2019; Barttfeld et al., 2014; Kam et al., 2013; Kim et al., 2013; Ózerdem et al., 2011; Thaker, 2008; Morsel et al., 2018 |
TDM | Aumento de la actividad a y 0; asimetría de la actividad a frontal; hiperconectividad funcional en áreas frontales; déficits en la supresión P50; mayor latencia y reducción de la amplitud de P300 | Mumtaz et al., 2015; Salvadore et al., 2009; Iosifescu et al., 2009; Bruder et al., 2008 |
TDAH | Aumento del poder de la banda 6 y 8; disminución del poder de la banda 0; mayor radio 6/0 ; mayor latencia y reducción en la amplitud de P300 | Snyder et al., 2008; Tye et al., 2011; Soria-Claros et al., 2015 |
TEPT | Cambios en el ritmo a; asimetría frontal de la banda a; disminución de la conectividad EEG frontal; déficits en el N200 y P300 | Meyer et al., 2015; Lobo et al., 2015; Shu et al., 2014 |
TOC | Asimetría en las bandas a y 6; aumento de las bandas lentas 6 y 8 en áreas fronto-temporales; menor latencia y mayor amplitud de P300 y N200; aumento de la amplitud de NRE | Bandelow et al., 2017; Perera et al., 2018; Ibanez et al., 2012 |
Trastornos de ansiedad | Cambios no específicos en el poder espectral de bandas 6, a y 0; déficit del P100, N200, P300, LPP y NRE | Buchsbaum, 2009; Clark et al., 2009; Wauthia et al., 2016 |
IPP: inhibición prepulso; LPP: potencial positivo tardío; MMN: mismatch negativity; NRE: negatividad relacionada con el error; SL: alto grado de sincronización; TAB: trastorno afectivo bipolar; TDAH: trastorno por déficit de atención e hiperactividad; TDM: trastorno depresivo mayor; TEPT: trastorno por estrés postraumático; TOC: trastorno obsesivo compulsivo. |
En esquizofrenia no se ha identificado un patrón único de anormalidades en la EEGq. Existe evidencia de aumento de la actividad lenta (bandas 8 y 6) especialmente en áreas frontales, que concuerda con el reporte de hipoactividad de estas regiones en estudios funcionales. Un aumento en esta actividad de la banda 6 se ha relacionado con mayor gravedad de los síntomas negativos11. También se han reportado anormalidades en el EEG de reposo de las bandas a, 0 y y. De estos, un hallazgo contundente es la reducción de la actividad y y la falta de lateralización en respuesta a varios estímulos, posiblemente relacionadas con la alteración de procesos perceptuales11. En cuanto a los estudios en conectividad y en relación con la hipótesis del funcionamiento anormal de las redes corticales en esquizofrenia, se han observado diferencias en la actividad sincrónica de las regiones cerebrales de estos pacientes16.
Por otro lado, existe evidencia de déficits en algunos PRE específicos, tales como los relacionados con el proceso de filtrado sensorial, cuyas alteraciones se reflejan en déficits en la supresión P50, déficits en la inhibición prepulso (IPP) y reducción de la amplitud de N100 y P20017. Además, el aumento en la latencia y la reducción de la amplitud de P300 pueden reflejar fallas en los procesos atencionales y déficits en el procesamiento de la información y actualización cognitiva resultado de la disminución en la sustancia gris en zonas parietotemporales y frontales de la corteza y en relación con los síntomas negativos de la enfermedad11.
Asimismo, un PRE con resultados robustos y altamente replicados en esquizofrenia es la reducción de la amplitud en el mismatch negativity (MMN), un PRE que aparece entre los 100 y 250 ms en respuesta a la aparición de un estímulo diferente dentro de un paradigma de estímulos frecuentes, el cual parece ser reflejo de la integración en las fases tempranas del procesamiento debido a fallas en la codificación de la memoria auditiva11.
En cuanto a la heredabilidad, se ha visto que los déficits de P300 y MMN tienen un porcentaje de heredabilidad en torno al 70-80%, por lo que podrían considerarse marcadores genéticos y de vulnerabilidad a la enfermedad18. Sin embargo, los déficits en P300 no son específicos de la esquizofrenia, ya que se ha constatado en trastorno afectivo bipolar, dependencia al alcohol, depresión y enfermedad de Alzheimer17.
Con respecto al trastorno afectivo bipolar (TAB), el EEG de reposo ha reportado disminución de la actividad a en pacientes con TAB en fase eutímica de la enfermedad, y aumento de la actividad de esta misma banda en pacientes en fase hipomaniaca o depresiva, que corresponde con una disminución en el metabolismo talámico que lleva a déficits en la atención19. Además se ha reportado aumento de las bandas de baja frecuencia y la actividad a en pacientes con TAB con síntomas psicóticos, por lo que el aumento de las bandas lentas se relaciona con síntomas psicóticos más que con un trastorno específico20. Por otro lado, los estudios en PRE se han enfocado en el procesamiento sensorial temprano y los procesos de atención, inhibición y monitorización del conflicto, en un intento de relacionar cambios cognitivos y conductuales presentes en TAB21. Entre otros, se ha encontrado disminución en la supresión del filtrado sensorial P50 en sujetos con TAB y antecedentes de psicosis, déficits en la IPP y P200 en algunos individuos, reducción en la amplitud del P100, aumento de la latencia y reducción en la amplitud del P300, y reducción en la amplitud del NRE, todos ellos hallazgos muy similares a los encontrados en sujetos con trastornos psicóticos. En contraste, el MMN no se ha estudiado mucho en estos pacientes, aunque existen algunos reportes de reducción del MMN en regiones frontales22.
En cuanto a conectividad, varios autores han reportado alteraciones23. Entre estos destacan alto grado de sincronización (SL) en todas las bandas de frecuencia, especialmente entre la corteza frontal y occipital24, baja coherencia interhemisférica 8 en regiones frontales y de la banda 6 en regiones parietales25, y aumento de la coherencia de la banda a intrahemisférica parietotemporal y centro-parietal26.
También se han encontrado cambios en el EEG en el trastorno depresivo mayor (TDM). Estos incluyen aumento de la actividad a con los ojos cerrados, mayor supresión de dicha banda con los ojos abiertos y diferencias en la activación a entre los hemisferios (asimetría) con hiperactivación relativa de la corteza prefrontal derecha, al parecer en relación con la disminución de la activación de las neuronas corticales en respuesta a tareas cognitivas específicas13. Además, Mumtaz et al. también reportan aumento de la activación 0, hiperconectividad funcional frontal y, de forma menos consistente, déficit en la supresión P50 y aumento de la latencia y reducción de la amplitud de P300.
Es de resaltar que el EEGq se ha estudiado particularmente en el TDM para la selección del mejor tratamiento antidepresivo. Al respecto, la actividad 6 se ha relacionado con la respuesta, específicamente el aumento de la actividad de esta banda en la corteza cingulada anterior (ACC)27. También se ha reportado un aumento en la actividad a en pacientes con TDM sin medicación, con diferencias en las características de esta banda, en sujetos con respuesta a inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)28.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) también se ha estudiado con EEG. Entre los hallazgos destacan aumento de la actividad de la banda 6 y otras bandas de baja frecuencia, como la banda 8, y disminución de la potencia de la banda 0, exceptuando el subgrupo del tipo combinado de inatención e hiperactividad, que muestra exceso de actividad 0. De estos, se ha demostrado que el cociente 6/0 es el más sensible y específico en el diagnóstico TDAH. Con el tratamiento con estimulantes, incluido el metilfenidato, se ha demostrado aumento de la actividad a y 0 y disminución de las frecuencias 8 y 614.
En cuanto a los PRE, se ha descrito aumento en la latencia y reducción en la amplitud de P300, lo cual se relaciona con más tiempo para procesar la información y los síntomas de inatención. Además, se presenta una mayor distribución espacial cortical de esta onda en áreas temporales, frontales, parietales y occipitales derechas ante los estímulos. Esta mayor distribución indica que a estos pacientes les faltan recursos a la hora de procesar la información, y los cambios en los de la P300 se puede relacionar con la respuesta al tratamiento29.De manera similar, otros componentes del PRE asociados con el control cognitivo y la inhibición de la respuesta en tareas de clave y no-go (N200, variación contingente negativa [VNC]), han mostrado una asociación con TDAH30.
Con respecto al trastorno por estrés postraumático (TEPT), en el EEG se ha encontrado asimetría frontal, calculada como la diferencia promedio de la banda a entre la corteza frontal derecha e izquierda, que es el hallazgo más consistente y se postula como posible biomarcador, donde los bajos niveles en la región frontal izquierda se asocian con ansiedad y depresión en el TEPT. Sin embargo, no es específico, pues también se encuentra en depresión, trastorno disfórico premenstrual y esquizofrenia31. Se reporta además, asociación de algunos síntomas con alteraciones del ritmo a, disminución de la conectividad EEG frontal en reposo en relación con la gravedad del TEPT32 y alteración en la amplitud de los componentes N200 y P300 durante la ejecución de una tarea de control inhibitorio33.
En lo que atañe al trastorno obsesivo compulsivo (TOC), se ha descrito, entre otras, la actividad lenta como la anormalidad más común, especialmente la actividad 6. Por otra parte, las medidas espectrales de banda ancha (MEBA) han comprobado este exceso de actividad lenta además de anormalidades en las bandas rápidas, particularmente en la banda a. Con respecto al EEG como biomarcador para la prescripción de medicamentos, se ha encontrado que los pacientes que tienen un exceso de actividad a en regiones anteriores y mediales responden mejor a los ISRS, lo cual es de gran utilidad clínica34.
En cuanto a los PRE, se han descrito menor latencia y mayor amplitud en los componentes P300 y N200, lo cual se ha atribuido a hiperalertamiento cortical y sobre focalización de la atención. También se ha observado correlaciones positivas entre la amplitud del componente N200 y la cronicidad del trastorno, y entre la amplitud de P300 y la gravedad de los síntomas del TOC10),(34.
Se ha encontrado, además, que en los pacientes con TOC la negatividad relacionada con el error (NRE) y una onda negativa alrededor de los 50-150 ms tras la comisión de errores por parte del sujeto muestran un incremento de la negatividad de este componente en comparación con sujetos de control, y se ha propuesto que se podría considerarlo un marcador biológico en este trastorno34.
En el trastorno de ansiedad, un hallazgo constante en los estudios de EEGq de los pacientes con trastornos de ansiedad, incluidos el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, la ansiedad por separación y las fobias específicas, es la inestabilidad basal cortical, que se manifiesta como cambio en el poder espectral de bandas de frecuencia 6 y a, y de la banda 0 en áreas frontales y centrales, más relacionadas con los síntomas de ansiedad, sin ser específica de cada trastorno35. Además, se han reportado en estudios de polisomnografía alteraciones en la regulación del EEG de vigilancia, aumento en la laten-cia, disminución de la eficiencia y reducción del tiempo total de sueño36. Por otro lado, se han encontrado déficits en los PRE P100, N200, P300, potencial positivo tardío (LPP) y NRE resultado de sesgos en el procesamiento de información emocional, posiblemente debidos a fallas en el control atencional, lo que indica disminución del control cognitivo, que influyen en los mecanismos de atención selectiva hacia información que puede ser considerada amenazante37.
EEG en el diagnóstico y la predicción del riesgo en TCS
En los TCS, las investigaciones en EEG han sido principalmente sobre alcohol, cocaína/crack, cannabis, heroína y metanfetamina38),(39. La tabla 2 describe los principales hallazgos.
TCS | Hallazgos electrofisiológicos | Estudio |
---|---|---|
TCS por alcohol | Aumento del poder de la banda 6 y 8; aumento del poder 0; disminución del SL a y 0, y aumento en el SL de 6 y gamma; aumento en la latencia y reducción en la amplitud de P300; déficits en la supresión P50 | Mumtaz et al., 2018; Sakkalis, 2011; Iacono et al., 2011 |
TCS por cocaína | Aumento de las bandas a y 0, y déficits de las bandas 6 y 8; reducción de la amplitud de P300 y NRE; aumento de la amplitud de LPP; reducción en la amplitud y déficits en la supresión P50, N100 y P200 | Ceballos et al., 2009; Campanella et al., 2014; Houston et al., 2018 |
TCS por cannabis | Disminución de la banda a y 0; reducción de la amplitud de N160; menor latencia de N200 y N300; aumento de la latencia de P350 y P450; déficits en la supresión P50; aumento de la latencia y reducción de la amplitud de MMN | Herning et al., 2008; Ceballos et al., 2009; Ehlers et al., 2008; Campanella et al., 2014 |
TCS por heroína | Aumento de la actividad 0; aumento de la conectividad a y 0 local y disminución de la conectividad funcional remota; reducción en la amplitud de P300 y P600, aumento de la latencia de P300, MMN y P600, y aumento de la amplitud de N200 | Ceballos et al., 2009; Motlagh et al., 2016 |
TCS por metanfetamina | Mayor actividad de ondas lentas 8 y 6 | Ceballos et al., 2009 |
TCS: trastorno por consumo de sustancias; LPP: potencial positivo tardío; MMN: mismatch negativity; NRE: negatividad relacionada con el error; SL: alto grado de sincronización |
En individuos con trastorno por consumo de alcohol (TCA), se ha reportado aumento de la actividad de las bandas 6 y 8 en sujetos en recaída y, aun después de 6 meses de abstinencia, cambios reversibles de la banda a con disminución del poder relativo en recaída, y aumento de la actividad 0 en áreas frontales y centro-parietales40. De otro lado, los déficits cognitivos en tareas coordinadas complejas en sujetos con TCA indican diferencias relacionadas con la conectividad cerebral funcional, expresada en la disminución de la sincronización de las frecuencias a y 0 y aumento en la sincronización de 6 y y9.
En cuanto a los PRE, estudios longitudinales reportan déficits irreversibles en la onda P300 en individuos con TCA, indicando que los índices de amplitud constituyen una vulnerabilidad genética al abuso de alcohol, en lugar de una disfunción cerebral resultado del consumo excesivo de esta sustancia41. También se han reportado, aunque con menos constancia, déficits en la supresión del P50 auditivo, reducción de N450 y aumento en la amplitud de N20040.
Con respecto a los trastornos por consumo de cocaína, hay evidencia firme del aumento de las bandas a y 0 en regiones frontales y déficits relativos de las bandas 6 y 8 en consumidores crónicos en relación directa con la cantidad del consumo agudo38. Otros investigadores reportan persistencia de los cambios en las bandas a y 8 después de suspender el consumo y fuera del periodo de abstinencia. Estos déficits en la banda 8 en la corteza frontal posiblemente estén relacionados con la sensibilización del sistema dopaminérgico mesocortical42.
Por otra parte, estudios en PRE reportan reducción de P300 en regiones frontales, reducción en la amplitud de NRE y aumento de la amplitud del potencial positivo tardío (LPP) como predictores de recaída39, reducción de la amplitud y déficits en la supresión de P5043, N100 y P20044.
En relación con el trastorno por consumo de cannabis, aunque los resultados de los efectos de esta sustancia en el EEG parecen inconsistentes, algunos han reportado asociación entre la duración del consumo y reducciones en las bandas a y 0 en electrodos de sitios posteriores45.
En cuanto a los estudios de PRE, estos presentan diferencias metodológicas en cuanto a su definición de consumidor habitual. Algunos estudios reportan reducción de la amplitud de N160 en respuesta a un estímulo visual, y menor latencia en N200 y N300 durante una tarea de atención selectiva, y reducción en la amplitud de P30038. Otro estudio reportó asociación entre la dependencia a la marihuana y el aumento en la latencia de P350 y P450, más marcado en las mujeres, lo que indica un procesamiento diferencial de la tarea46. También se han descrito déficits en la supresión de P50 y aumento de la latencia y reducción de la amplitud de MMN en relación con gran consumo por largo tiempo43.
En los trastornos por consumo de heroína, entre los hallazgos se han reportado aumento de la actividad de la banda 0 y la conectividad local de las bandas a y 0, mientras la conectividad funcional distante disminuye en sujetos con adicción crónica. Los cambios en los PRE asociados con la adicción a la heroína incluyen reducción en la amplitud de P300, aumento de la latencia de P300 y MMN y aumento de la amplitud de N200, todas ellas atribuidas a déficit del sesgo atencional. Estudios después de 6 meses de abstinencia indican amplitudes en P300 y P600 similares a las de los sujetos sanos, pero sin recuperación completa en su latencia47.
Por último, en los trastornos por consumo de metanfetamina, Ceballos et al.38 reportan EEG anormales en el 64% de los casos, mayor actividad de ondas lentas 8 y 6 y correlación entre la actividad 6 y puntaje bajo en pruebas neuropsicológicas.
EEG como biomarcador para caracterizar la PD
Son pocos los estudios que dan cuenta de alteraciones en el EEG de pacientes con PD. Entre los hallazgos se describen efectos diferenciales del consumo de sustancias (cannabis, metanfetamina) y alcohol en trastornos psicóticos, particularmente en esquizofrenia, con evidentes alteraciones en la frecuencia de la actividad 8/a48, la supresión de P20049,y la amplitud de P30050 y del componente MMN51,loque indica el papel central de la alteración de las conexiones tálamo-corticales, el sistema endocannabinoide y los receptores N-metil-D-aspartato (NMDA) dentro de la fisiopatología de la psicosis asociada con el consumo de sustancias. Sobre MMN, cabe destacar que Ramlakhan et al.52 apuntan al MMN como posible biomarcador en el tratamiento del TCS y trastorno psicótico comórbido, especialmente en TCA, al encontrar un patrón de atenuación de la amplitud en personas con trastorno por consumo de alcohol tanto en el consumo agudo como en el crónico, que no es hereditario.
Otros artículos sobre trastorno por consumo de alcohol y TDM53),(54, ansiedad55 y TEPT56 indican la posible utilidad de P3b y los déficits en la percepción emocional temprana (P100, N100 y N170) como marcador diferencial del TDM, donde el TCA puede ser resultado de la automedicación53, una de las teorías para explicar la PD.
Con respecto a la ansiedad, el TEPT y el trastorno por consumo de alcohol, se ha descrito la NRE como marcador diferencial, donde su coexistencia podría indicar un Endo fenotipo no derivado del alcoholismo, sino una subpoblación con características genéticas y biológicas distintas55),(56.Por otro lado, las diferencias en la amplitud de P3b también fue un hallazgo en individuos con TCS por cocaína y TEPT comórbido57. Se presenta un resumen en la tabla 3.
Trastorno mental | Hallazgos electrofisiológicos | Estudio |
Esquizofrenia | Aumento de la actividad lenta especialmente; reducción de la actividad; déficits en la supresión P50 eI PP; aumento de la latencia y reducción en la amplitud de P300; reducción en la amplitud de MMN | Boutrosetal.,2008; Javittetal.,2008; Lightetal.,2015; Thibautetal.,2015 |
TAB | Aumento en la actividad en el EEG de reposo; mayor SL en todas las bandas de frecuencia; menor coherencia en la banda y interhemisférica; mayor coherencia en la banda intrahemisférica; déficits en la supresión P50, P200 eI PP, mayor latencia y menoramplituddeP300, reducción en la amplitud de P100 y NRE | Khaleghietal.,2019; |
Barttfeldetal.,2014; Kametal.,2013;Kim etal.,2013;Özerdem etal.,2011;Thaker, 2008;Morseletal., 2018 | ||
TDM | Aumento de la actividad y ; asimetría de la actividad frontal; hiperconectividad funcional en áreas frontales; déficits en la supresión P50; mayor latencia y reducción de La amplitud de P300 | Mumtazetal.,2015; Salvadore et al., 2009;Iosifescuetal., 2009;Bruderetal., 2008 |
TDAH | Aumento del poder de la banda y ; disminución del poder de la banda ;mayor radio /;mayorlatenciayreducciónenlaamplituddeP300 | Snyderetal.,2008; Tyeetal.,2011; Soria-Clarosetal., 2015 |
TEPT | Cambios en el ritmo ; asimetría frontal de la banda ; disminución de la conectividad EEG frontal; déficits en el N200 y P300 | Meyeretal.,2015; Loboetal.,2015;Shu etal.,2014 |
TOC | Asimetría en las bandas y ; aumento de las bandas lentas y en áreas fronto-temporales; menor latencia y mayor amplitud de P300 y N200; aumento de la amplitud de NRE | Bandelowetal., 2017;Pereraetal., 2018;Ibanezetal., 2012 |
Trastornos de ansiedad | Cambios no específicos en el poder espectral de bandas, y ; déficit del P100, N200, P300, LPP y NRE. | Buchsbaum,2009; Clarketal.,2009; Wauthiaetal.,2016 |
IPP: inhibición prepulso; LPP: potencial positivo tardío; MMN: mismatch negativity; NRE: negatividad relacionada con el error; SL: alto grado de sincronización; TAB: trastorno afectivo bipolar; TDAH: trastorno por déficit de atención e hiperactividad; TDM: trastorno depresivo mayor; TEPT: trastorno por estrés postraumático; TOC: trastorno obsesivo compulsivo. |
Discusión
Dadas las ventajas que la EEG ofrece a la comprensión de la PD, el objetivo de esta revisión fue indagar sobre posibles biomarcadores electrofisiológicos en la PD. La búsqueda de biomarcadores es necesaria no solo para la evaluación del riesgo y la detección temprana del PD, sino para dar cuenta de la respuesta al tratamiento farmacológico y el pronóstico específico, además de ayudar a comprender las bases neurobiológicas alteradas en la comorbilidad, donde un mejor conocimiento de estos factores, incluyendo su asociación con influencias externas o ambientales, podría ser un medio eficaz en la práctica clínica58.
Actualmente son muchos los investigadores que tratan de dar cuenta de marcadores biológicos en psiquiatría, aunque con resultados limitados por la heterogeneidad de las enfermedades mentales59. Al respecto, esta revisión, además de los trabajos sobre EEG/PRE en PD referidos en los resultados, encuentra que tanto los trastornos mentales como el TCS comparten alteraciones en el EEG comunes que permitirían comprender los cambios neurobiológicos subyacentes, con la posibilidad de constituirse en marcadores biológicos de PD7.
En este sentido, cabe mencionar las similitudes de los hallazgos en EEG en los trastornos mentales y por consumo de sustancias como, por ejemplo, la esquizofrenia y el TCS por alcohol, cocaína, opiáceos (déficit en la supresión P50 y aumento de la latencia y reducción en la amplitud de P300)11),(38),(41, TDHAy TCS por cocaína (reducción de la amplitud de P300)14),(43, TDM y TCS por alcohol (aumento en la latencia y reducción en la amplitud de P300, y déficit en la supresión P50)9,(28, y esquizofrenia y TCS por cannabis (reducción de la amplitud de MMN, déficits en la supresión P50)11),(43.
Pese estas similitudes, es escasa la literatura sobre la neurobiología de la PD, pues se ha estudiado más la comorbilidad con trastornos psicóticos. Aunque la evidencia no es concluyente, parece que existe un pequeño subconjunto de sitios y mecanismos donde los efectos de las sustancias psicoactivas y la neurobiología de algunos trastornos mentales podrían traslaparse o interactuar, lo que podría resultar en el alto grado de comorbilidad entre ambos trastornos60),(61.
Tales observaciones se refieren sobre todoa3grandes sistemas de neurotransmisores cerebrales: el dopaminérgico, el noradrenérgico y el serotoninérgico, donde las principales estructuras cerebrales que parecen estar implicadas son córtex prefrontal, hipocampo, amígdala, tálamo y cuerpo estriado, aunque también se ha referido el sistema endocannabinoide relacionado con la actividad dopaminérgica en el caso de la esquizofrenia y otros trastornos mentales62, pues la interacción de ambas afecciones produce alteraciones evidenciables con EEG que podrían ser posibles biomarcadores.
Sin embargo, estos los correlatos biológicos diferenciales no se han transformado en biomarcadores clínicamente útiles. Entre las razones que se aducen para la ausencia de biomarcadores63, se da cuenta de las siguientes: los sistemas actuales de categorización diagnóstica en psiquiatría basada en la clínica, la enorme cantidad de limitaciones metodológicas de los estudios sobre las bases fisiopatológicas de los trastornos mentales, la falta de modelos animales e in vitro válidos para los trastornos psiquiátricos y cuestiones relacionadas con los paradigmas etiopatogénicos de las enfermedades mentales.
Una de las principales dificultades es que los sistemas de clasificación diagnóstica actuales no están diseñados para identificar marcadores biológicos, pues no están basados en parámetros neurobiológicos y se han modificado mucho con el correr del tiempo64. Esto ha cuestionado el principio del enfoque categórico de clasificación diagnóstica de los trastornos mentales y ha llevado a que la propuesta del enfoque dimensional de los criterios de dominio de investigación RDoC esté ganando terreno como una forma alternativa de clasificación65. Igualmente, los problemas metodológicos de los estudios existentes, como los tamaños de muestra pequeños, la escasa potencia estadística, la frecuente ausencia de repetición de resultados y el uso de parámetros únicos de evaluación y biomarcadores con tamaño de efecto pequeño, entre otros, constituyen otra dificultad importante en la búsqueda de biomarcadores en PD59.
Con todo, es importante anotar que todos los autores de los artículos revisados coinciden en la utilidad del EEG para establecer los mecanismos fisiopatológicos cerebrales de la PD y la importancia de tener en cuenta dicha comorbilidad en la clínica, pero reconocen la falta de consistencia de los hallazgos y, por lo tanto, la necesidad de reproducir estos resultados en investigaciones longitudinales. Los esfuerzos en la búsqueda de biomarcadores deben continuar, pues esto permitirá la mayor comprensión de la etiología en PD y, por ende, el diseño de programas de prevención y tratamiento más acertados.
Conclusiones
Este artículo revisa la evidencia existente sobre las alteraciones del EEG en la PD. Aunque la evidencia no es concluyente, indica la existencia de un pequeño subconjunto de sitios y mecanismos los efectos de las sustancias psicoactivas y la neurobiología de algunos trastornos mentales donde podrían traslaparse o interactuar. Sin embargo, se reconoce la falta de consistencia en los hallazgos. Por lo tanto, buscar biomarcadores en PD mediante EEG puede ser una nueva opción en investigaciones futuras