Introducción
Este artículo presenta una exégesis del texto Lc 20, 45 - 21, 6 utilizando el método de análisis narrativo, el cual intenta mantener juntos la forma y el contenido, buscando por medio de las técnicas literarias de narración esquemas, patrones, motivos que interconectan el relato1 para ofrecer una nueva perspectiva sobre el mensaje y actualizarlo con las líneas teológicas que la perícopa señala a la comunidad. Responde a la pregunta: ¿qué aporta Lc 20, 45 - 21, 6 a la comunidad eclesial actual? En este sentido, se integran la Teología bíblica, la Teología sistemática y la praxis de la comunidad eclesial.
La comunidad eclesial está compuesta por seres humanos que han experimentado el misterio pascual de Cristo y son capaces de encontrar sentido a su existencia en contextos históricos, sociales y culturales que, en muchos casos, no valoran la experiencia religiosa y consideran la vida humana como una mercancía, reflejando así las influencias de las sociedades capitalistas.
En efecto, la tríada de Teología bíblica, Teología sistemática y praxis eclesial se entrelazan porque la teología que emana del texto es la conexión de la exégesis bíblica con las realidades contemporáneas de la comunidad eclesial, buscando aplicar los principios teológicos de manera relevante y significativa. Interpretar la Biblia es un problema antiguo y siempre nuevo, y hoy en día su lectura e interpretación debe trascender los dualismos entre exégetas y teólogos, entre la Biblia y la praxis eclesial, asumiendo la responsabilidad que conlleva la interpretación para la vida2.
En ese sentido, Lc 20, 45 - 21, 6 ofrece a la comunidad eclesial actual una serie de enseñanzas y desafíos fundamentales. El texto denuncia las dinámicas de poder y abuso que pueden existir dentro de la comunidad religiosa, llamando a la reflexión y a la acción para promover una justicia auténtica y equitativa. Además, invita a la comunidad a desarrollar una relación personal y profunda con Dios, trascendiendo la superficialidad y enfocándose en una fe arraigada en la confianza y la entrega total.
Asimismo, el texto nos recuerda la importancia de interpretar y aplicar las enseñanzas bíblicas en el contexto actual, reconociendo las realidades y desafíos de la sociedad contemporánea, alejando las interpretaciones de las mentalidades de dominación que fueron propias del siglo xx3 que se normalizaron y salir al encuentro de interpretaciones que den sentido a la vida personal y comunitaria. Esto implica una responsabilidad tanto individual como colectiva para vivir de acuerdo con los valores del Evangelio, desafiando las lógicas del consumismo y la deshumanización.
Esta conexión entre la teología bíblica, teología sistemática y la praxis eclesial nos desafía a no quedarnos en una mera comprensión intelectual de la fe, sino a vivir de acuerdo con ella de manera activa y comprometida, con nuevos paradigmas teológicos. Nos impulsa a ser agentes de cambio y a ejercer una influencia positiva en nuestro entorno, llevando la luz del Evangelio a aquellos que más lo necesitan y construyendo un mundo más conforme a la voluntad de Dios desde todas y cada una de las áreas teológicas. Ahora bien, en la Sagrada Escritura, el término “conocer” no tiene el sentido del conocimiento racional del mundo griego, sino el de tener una experiencia profunda o un encuentro personal muy íntimo4.
En definitiva, el análisis de Lc 20, 45 - 21, 6 llama a la acción, a que nuestras creencias y valores se traduzcan en acciones concretas y transformadoras en nuestra vida diaria. Al vivir de acuerdo con los principios del Evangelio, podemos ser instrumentos de esperanza y amor en un mundo que necesita desesperadamente la presencia y el testimonio de la comunidad eclesial.
En cuanto a las escenas que se presentan en este estudio, es común analizar cada una de ellas como una unidad literaria distinta. Por ejemplo, Lc 20, 45-47 se interpreta como un juicio de Jesús contra los escribas; Lc 21, 1-4 se conoce tradicionalmente como el óbolo de la viuda, y Lc 21, 5-6 forma parte de la introducción al discurso sobre la ruina de Jerusalén. Sin embargo, al considerar Lc 20, 45 - 21, 6 como una unidad literaria, un micro relato dentro del macro relato lucano, se puede percibir el texto con una mayor riqueza. Para ello, el articulo está propuesto como un camino dividido en dos grandes partes subdivididas en su interior: primera, la actualización del texto; la parte dos, titulada templos: comunidad bautismal, para finalizar el camino se proponen las conclusiones.
1. Camino para actualizar el sentido del texto
La tarea de la teología es profundizar y actualizar el sentido de las Escrituras para la comunidad eclesial, lo cual se puede lograr mediante el uso de diferentes métodos, entre ellos, el método narrativo5. El contar y contarse historias es una actividad inherente al ser humano que ayuda a construir significado en torno a los acontecimientos propios y del mundo que nos rodea. La Biblia es una colección de libros que difieren en sus estilos, autores, épocas e intenciones comunicativas, lo que hace necesario aplicar diferentes enfoques y herramientas hermenéuticas para comprenderla adecuadamente.
El evento salvífico de Jesús parte de sus actos de vida, incluyendo su nacimiento, muerte y resurrección. En el Nuevo Testamento canónico, encontramos cuatro modos diferentes de narrar esta historia, según se concretizó en cada comunidad de fe donde se cumple la promesa esperada por el pueblo de Israel. En Lucas, la buena nueva no solo se refiere a lo que Dios ha hecho en Jesús, sino también a lo que ha hecho por el Espíritu6. Cada evangelista presenta su perspectiva, contando la experiencia del acontecimiento de salvación y salvaguardando el mensaje (ver 1, 2).
Los Evangelios son géneros literarios que comunican la Buena noticia, la alegría, la esperanza7 y usan la narrativa con diversos fines: contar el origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán (Mt 1, 1); dar a conocer el comienzo del Evangelio de Jesús el Cristo, hijo de David (Mc 1, 1); conocer la solidez de las enseñanzas que se ha recibido (Lc 1, 4); creer que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que creyendo se tenga vida en su nombre (Jn 20, 31). Narran una parte pequeña de la vida de Jesús (Jn 21, 25).
En diversas culturas y contextos lingüísticos, se utilizan términos específicos para abordar la noción de historia. En alemán, el concepto de Geschichte se enfoca en la historiografía, incluye hechos concretos, acontecimientos y fechas. Por otro lado, en hebreo, la palabra הִיסטוֹרִיָה vincula más estrechamente a la narrativa, resaltando la importancia de contar la historia de manera integral. Esta distinción va más allá de meras palabras; se traduce en diferentes enfoques hacia la comprensión de los acontecimientos. Por un lado, la historiografía alemana busca la objetividad y la precisión al relatar hechos históricos. Por otro lado, la narrativa hebrea da énfasis a la interpretación y al significado de los eventos dentro de un contexto más amplio. La conexión entre los narradores y la historia que relatan va más allá de una mera recopilación de datos. Al explorar su participación en los eventos, buscan un sentido más profundo. Esta búsqueda de significado no solo contribuye a la construcción de su identidad personal, sino que también da forma a la identidad colectiva.
Para los antiguos la historia se presenta necesariamente bajo la forma de un relato y es considerada como un género literario, de modo que cuando en la sistematización de la retórica clásica que en el mundo romano lleve a cabo Quintiliano se trate el tema se establecerá tajantemente que la Historia se escribe ad narrandum y no ad explicandum8.
Para acercarse de manera científica a esas narraciones, se usa el método narrativo. Con la fragmentación del conocimiento en ciencias exactas y ciencias humanas, la teología bíblica ha experimentado grandes pugnas exegéticas entre el sentido literal y sentido teológico de la Sagrada Escritura, el valor y el límite de los métodos exegéticos y el tema de la inspiración. La invitación actual es escudriñar la Sagrada Escritura con todas las herramientas posibles, sin descuidar el sentido profundo que se da en él porque es Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. El desconocimiento de las Escritura es el desconocimiento de Cristo9.
La teología se diferencia de la ciencia -que tiene por finalidad trasformar la materia y ponerla al servicio del ser humano- como también de la filosofía, que vela por el sentido, los valores y fines en un horizonte de inmanencia, tal como el hombre se percibe (hermenéutica) existiendo en el mundo. La teología nos remite a la pregunta final sobre la realización y salvación humanas. Entonces, más que una aventura intelectual del ser humano, ella habla de realidades como gracia, revelación, salvación; cuenta con la palabra del ser humano y con la Palabra de Dios manifiesta. No sólo pregunta por el sentido sino por el último sentido…10.
Bien aplica lo anterior a la teología bíblica. La exegesis, es decir, la explicación de la Biblia, tiene problemas desde siempre11 y, en el contexto actual, continúan por los ámbitos cultural, social, político y económico en los que se encuentra la Iglesia: y lo que ha significado en la historia de la vida eclesial. Se derrumban paradigmas y no se proponen nuevos que den crecimiento espiritual. El documento de la interpretación de la Biblia en la Iglesia advierte que el método histórico-crítico no permite unidad entre método de análisis y reflexión teológica. Pero el método narrativo sí ayuda con esa unidad y observa la trama, los personajes, el narrador «el mundo del relato y su sistema de valores»12 e identifica el autor implícito. Entonces, la reflexión teológica orienta al lector explícito a asumir ciertos valores que derivan del mundo del relato y al hacer una hermenéutica práctica y pastoral, que indaga en el significado subyacente.
Así pues, el método narrativo supera las dicotomías entre exégetas y teólogos, entre exégesis y teología, y reconoce a Dios revelado en lenguaje humano13. Sin embargo, es solo uno de varios caminos y no permite abarcar a Dios ni la riqueza de Su Palabra en su totalidad. El método permite delinear los elementos de la llamada a la existencia de una vida nueva que es la Palabra “viva y eficaz, más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta lo más profundo entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón” (Hb 4,12).
Un adecuado ejercicio narrativo indaga sobre los elementos que conforman la perícopa en la etapa actual, tales como las escenas, personajes, tiempo de la narración, el narrador y las fuentes que permiten observar el sitz im leben. En Lc 20, 45 - 21, 6, estos elementos incluyen al pueblo (λαός), los discípulos, los escribas, la ofrenda, los ricos, la viuda y el templo de Jerusalén, entre otros elementos significativos en el contexto propio del lector implícito14.
Un mensaje de Jesús acerca de los escribas Lc 20, 45 -47. Una viuda pobre da dos monedas (λεπτά δύο) del menor valor de la época, a la par unos ricos depositan en las ofrendas del templo aquello que les sobra (Lc 21, 1-4 ) y un anuncio acerca de la destrucción del templo de Jerusalén Lc 21, 5-6 ss. Estas escenas son normalmente estudiadas como unidades literarias separadas.Fitzmyer, de modo tradicional, asume la exegesis y comentarios de las tres perícopas anteriores, propuestos así: el episodio Lc 20, 45 - 47, denuncia de los doctores de la ley; Lc 21, 1- 4, la limosna de la viuda; Lc 21, 5 - 7, predicación de la ruina del templo15. Fitzmyer no hace una integración temática o narrativa entre estas perícopas, sino que las aborda como episodios individuales que están conectadas solo por su posición en el texto. Esto se debe a que Fitzmyer utiliza un enfoque exegético-histórico que se orienta en el análisis textual y la comprensión del contexto histórico en el que se escribieron los evangelios, en lugar de enfatizar la narrativa y su unidad temática.
1.1. Un paso a la vez
El pasaje de Lc 20, 45 - 21, 6 presenta el mensaje de Jesús a los discípulos acerca de la necesidad de cuidarse de los escribas, la ofrenda de los ricos y la viuda y la predicación de la destrucción del templo. A simple vista, puede parecer que el narrador no establece una relación narrativa entre estas perícopas. Sin embargo, una lectura más detallada revela que el narrador proporciona ciertos elementos claves para la interpretación por parte del lector implícito del texto.
En primer lugar, Jesús dirige su discurso a los discípulos, aunque también lo escucha la multitud. El narrador también se ocupa de varios temas, como quiénes depositan las ofrendas y cuánto dan, y también menciona a otros personajes que están admirando la belleza del templo. De este modo, se pueden observar tres estratos16 en el ambiente de la narración: el primero, en el que Jesús enseña en el templo a sus discípulos, advirtiéndoles que no caigan en los mismos errores que los escribas; el segundo, en el que Jesús muestra pruebas de lo que ha denunciado, a través de las ofrendas de los ricos y de la viuda pobre, y el tercero, en el cual los interlocutores de Jesús están distraídos por la belleza del templo.
Es cierto que la posición del personaje Jesús cambia en la narración, de hablar a sus discípulos acerca de los escribas al ver a los ricos y la viuda. La palabra “ver” en el texto bíblico se utiliza para describir la experiencia de Jesús al observar la situación que se desarrolla en el templo. En este contexto, el verbo griego ὁράω se refiere a la acción de observar con atención y detenimiento, y también puede tener una connotación más interior y personal, relacionada con la capacidad de percibir o entender la realidad en un nivel más profundo. En el caso específico de la narración de la viuda y los ricos en el templo, Jesús no solo ve a las personas que hacen sus ofrendas, sino que también interpreta su significado y reflexiona sobre su valor.
La narración sugiere que Jesús no solo está interesado en lo que sucede en el exterior, sino también en la motivación y las intenciones que hay detrás de las acciones humanas. En la obra lucana, ὁράω apunta hacia acciones internas que implican, por ejemplo, turbarse y llenarse de temor (Lc 1, 12), dudar (Lc 7, 39). Sin embargo, son notables las reacciones que Jesús asume cuando ve. Los efectos del ver de Jesús: invita a ser seguido (Lc 5, 27), se compadece (Lc 7, 13), entabla comunicación que lleva a la sanación, aunque no se lo estén solicitando (Lc 13, 12) y libera (Lc 13, 12; 17, 14). Justamente el ver (ὁράω) involucra el develo de una realidad profunda e interior, que lleva a descubrir un escenario distinto a lo que otros no ven. Y sentimientos de Jesús que lo mueven a actuar de una manera que modifica no solo aspectos físicos de sus interlocutores (Lc 7, 13), sino la tradición y costumbres (Lc 13, 12; Lc 19, 5), es motivado a una transformación total desde la raíz. Acciones internas que llevan a la dinámica interna de la escucha17.
La narración en el tercer estrato describe a algunas personas hablando sobre la belleza del templo, entre tanto Jesús hace hincapié en la importancia de la justicia social. Mientras algunos se enfocan en lo externo, Jesús predice la destrucción del templo. El narrador registra las palabras de Jesús en Lc 21, 5b: “De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida”. El lector competente18 comprende que, incluso, la majestuosa belleza del templo será destruida. Incluso y con relación al ver Yves enfatiza:
Durante todo el discurso, Jesús está en el Templo y no frente a él. Jesús apunta a la ceguera de los responsables de su pueblo, las piedras gritarán, como les había dicho a los fariseos (19,40) no reconocerlo como el verdadero Rey los conducirá a la desgracia. Para la Interpretación del discurso que va a seguir es importante observar que la pregunta de los oyentes estriba exactamente en lo que Jesús acaba de decir, “Todo (es decir, el Templo y la Ciudad) será destruida” (v, 6)19.
Estos ambientes de la narración son el hilo conductor que permite la unidad literaria de la perícopa de Lc 20, 45 - 21, 6. Desde el mensaje de los escribas hasta la destrucción del templo es un mensaje a los discípulos. En el paralelo de Marcos se enfatiza que la ofrenda dada por los ricos y la viuda pobre es un mensaje, una enseñanza para los discípulos. Luego, se habla de la belleza del templo y su destrucción y allí evidencia el diálogo con los discípulos. Lc 20, 45 - 21, 6 es una narración en tres escenas que permite visibilizar la significación del querer de Jesús para quienes lo siguen.
El macro relato de Lucas tiene como hilos conductores el templo y su relación con Jesús. El templo es un lugar sagrado y simbólico para el pueblo judío20, y en el evangelio, Jesús lo visita y enseña en él. Además, el evangelio de Lucas presenta una serie de temas transversales, como la fidelidad de Dios, la respuesta activa de la fe, la importancia del pueblo y la comunidad, y las experiencias de hombres y mujeres en su relación con Jesús y la fe. En conjunto, el texto tiene como objetivo fortalecer y crecer en la fe para la comunidad, incluyendo la comunidad eclesial actual.
Lucas va colocando a hombres y mujeres en situaciones paralelas, semejantes, y son las mujeres las que se convierten en iconos, en referencia de trasformación, en trasgresoras; son mujeres que no obedecen ciegamente la Torá, porque han sido capaces de librarse de sus redes cuando han experimentado la buena noticia21.
En el relato del Evangelio de Lucas, el anuncio del ángel Gabriel a Zacarías dentro del Santuario del Señor en el templo lo deja mudo por su incredulidad. A pesar de que Zacarías era un hombre de fe y cumplió la ley, no creyó en lo que el ángel le dijo. Cuando sale del templo, el pueblo se da cuenta de que ha tenido una visión importante, aunque no saben de qué se trata.
Luego, el mismo ángel hace otro anuncio, esta vez a María, en un pueblo llamado Galilea. A diferencia de Zacarías, María acepta humildemente la voluntad de Dios y su papel en ella. Este episodio muestra la actitud de María como modelo de fe y disposición, y es una de las figuras ejemplares que utiliza Lucas en su evangelio. Además, el evangelio de Lucas destaca la importancia del templo y su relación con Dios, así como la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas al pueblo. También, se presenta a Dios como revelado tanto en el templo como en la vida cotidiana de las personas más sencillas.
En el Evangelio de Lucas, la fe es una línea conductora muy importante y se puede apreciar en varias situaciones. Por un lado, se ve la fe de los personajes como Zacarías y María, quienes reciben una visita del ángel Gabriel y ella confía en que lo que le está sucediendo es parte del plan de Dios. También, se muestra la fe del pueblo en general, quienes están preparados a seguir a Jesús y escuchar sus enseñanzas. Además, se destaca la relación de los personajes con el templo, que es un lugar sagrado, donde se llevan a cabo los rituales religiosos y se manifiesta la presencia de Dios. Por otro lado, se ve cómo Dios cumple sus promesas y se revela a través de las situaciones cotidianas y simples de la vida de las personas. Las mujeres, en particular, juegan un papel importante al final del Evangelio al ser las primeras en creer y comunicar la resurrección de Jesús, mientras que los discípulos dudan de lo sucedido (Lc 24). Todas estas líneas de la fe y la relación con Dios se entrelazan y forman parte de los modos de trabajo de Lucas, quien utiliza situaciones paralelas y arquetipos para mostrar cómo los personajes optan por un camino, una decisión y una respuesta.
1.1.1 Estrato 1: Opciones fundamentales Lc 20, 45-47
Este episodio alerta a los discípulos22 acerca de cuidar un estilo de vida diferente al de los doctores de la ley, quienes, olvidando su relación con יהוה, han dejado de lado su tarea principal: ser guías espirituales al servicio del pueblo. La tarea del escriba como doctor o maestro de la ley consiste en la custodia de la palabra, en conocer en ella la justicia, la promesa del Dios de Israel y sus interpretaciones, lo que posibilita animar al pueblo a mantener viva la relación entre Dios y el pueblo, a través de la ley.
Sin embargo, las palabras de Jesús presentan las funciones del escriba desvirtuadas, ya que algunos de ellos buscaban ser saludados en las plazas, pasear con amplio ropaje, ocupar los primeros asientos en las sinagogas, tener los primeros puestos en los banquetes y aprovecharse de la hacienda de las viudas. En relación con este abandono de lo fundamental, Jesús enfatizó que serán sentenciados con dureza.
En Lucas 11, 43 y, más adelante, en 20, 46, Jesús habla de “los asientos de honor en las sinagogas”. Esa misma ambición por los puestos de preferencia existía también en el mundo griego; véase, por ejemplo, Teofrasto, Charact., 21, 2. Flavio Josefo menciona expresamente el gran prestigio que suponía ocupar un puesto preferente (Ant. XV, 2, 4 n.° 21)23.
El mensaje de Jesús se dirige a los discípulos y todo el pueblo lo oye, y encarna las ideas propias de la época de un judío comprometido con su labor como profeta, buscando el cumplimiento de la ley a través de una observancia que nazca desde el interior y permea la vida, y no solo se quede en lo exterior.
1.1.2. Estrato 2: La realidad interpela Lc 21, 1-4
El personaje Jesús experimenta una realidad evidente en la escena de los ricos y la viuda: un sistema religioso que se enfoca en lo externo y no en la esencia de la vida24. En esta escena, los ricos depositan una parte de su riqueza, mientras que una viuda da todo lo que tiene para vivir: ha entregado su propia vida. El lugar para las ofrendas era el patio, al cual solo podían ingresar hombres y mujeres que estuvieran debidamente purificados. En el patio, había trece cofres llamados cepillos o trompetas debido a su forma estrecha en la parte superior y ancha en la inferior. Cada cofre tenía un fin especifico.
(…) cofres 1 y 2 eran para el impuesto del templo del año corriente y el del año anterior. Los cofres 3 al 7 eran para cubrir el costo de las tórtolas, las palomas, la leña y el incienso y los vasos de oro, respectivamente (…) los cofres 8 y 12 eran para el sobrante de las ofrendas por el pecado, las ofrendas por la culpa, las ofrendas de aves, las de los nazareos y las de los leprosos que se habían curado, respectivamente. El cofre 13 era para ofrendas voluntarias25.
Las acciones humanas son una manifestación de lo que llevamos en nuestro interior. En el caso de los ricos y la viuda en la escena de las ofrendas, se puede apreciar cómo cada uno da de acuerdo con su comprensión de su relación con Dios. Los ricos dan lo que les sobra, mientras que la viuda da lo que tiene para vivir. Ambas formas de dar reflejan el grado de interiorización de las normas, ideas y prácticas que han recibido desde la infancia, como enseñanzas, ritos y tradiciones.
Por otro lado, los escribas, como maestros y conocedores de la ley, tienen la tarea de guiar al pueblo en el cumplimiento de las enseñanzas de la Torá. Sin embargo, muchos de ellos se han alejado del espíritu de la ley y se han enfocado en mantener una imagen que les permita ser servidos en lugar de servir. Se han olvidado de la justicia y la protección de los más débiles y necesitados, tal como lo dicta la ley de Israel. En su cotidianidad, han caído en el mismo error que el primer hombre en el Génesis, al olvidar la voz de su creador y orientarse por la voz de la serpiente (Gn 3).
Los escribas, en lugar de estar enfocados en su tarea principal de ser guías espirituales al servicio del pueblo, buscan obtener ganancias y acaparar elogios y reconocimientos en las plazas y en los primeros puestos de los banquetes. Esta actitud egoísta y egocéntrica los aleja aún más del verdadero propósito de su labor como escribas.
En resumen, tanto en la escena de las ofrendas como en la actitud de los escribas, se evidencia la importancia de interiorizar las enseñanzas de Dios y de la ley de Israel, y no quedarse solamente en lo externo. Es necesario recordar siempre el propósito de nuestra tarea y estar enfocados en servir a los demás, especialmente a los más necesitados, en lugar de buscar la gratificación personal.
1.1.3. Estrato 3: De lo externo Lc 21, 5-6
Mientras Jesús enseña en el templo, su atención se dirige hacia la viuda, los ricos y los doctores de la ley, observando la dinámica entre ellos. No obstante, en ese momento, algunos de los presentes desviaron su atención hacia la arquitectura impresionante del templo, admirando las hermosas piedras que lo adornaban. Pues bien, en el paralelo de Marcos 13, 1 se encuentra a Jesús en el Monte de los Olivos, entablando un diálogo con Pedro, Santiago y Juan. Según estudios, como el de Fitzmyer, aquellos mencionados como algunos podrían haber sido cualquier persona presente que estaba escuchando las palabras de Jesús en ese momento26. Sin embargo, siguiendo la narración en Lc 20, 45, Jesús se dirigía a sus discípulos y todo el pueblo estaba atento a sus palabras. Al seguir el paralelo de Marcos y realizar un ejercicio narrativo, podemos concluir que el diálogo de Jesús se enfocó en sus discípulos, sin necesariamente referirse específicamente a Pedro, Santiago y Juan. El propósito de esta enseñanza era “conocer la solidez de las enseñanzas” (Lc 1, 1-4); esto es, un nuevo modo de pensar y asumir el sentido de la existencia en relación con Dios, a modo de iniciación y entrenamiento de los discípulos para la continuación del mensaje:
Para Jesús, formar en el discipulado a los suyos, tiene una importancia vital. No se trata solo de iniciar al discípulo en los misterios del Reino de Dios y en la actitud de entrega y de servicio a la humanidad, sino también de entrenarlos para que propaguen y sigan difundiendo su mensaje27.
Nueva Versión internacional28 | Nueva Traducción Viviente 29 | Nueva Biblia Viva30 |
5 algunos de sus discípulos comentaban acerca del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas dedicadas a Dios. | 5 algunos de sus discípulos comenzaron a hablar acerca del templo, con su majestuosa arquitectura de piedra y las decoraciones conmemorativas que adornaban las paredes. | 5 algunos de sus discípulos hablaban del templo, de las hermosas piedras y ofrendas dedicadas a Dios, que lo adornaban. |
Ante la admiración de los llamados “algunos” por la belleza del templo, Jesús responde: “De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida” (Lc 21, 6). En ese momento, la viuda y los ricos están presentes, así como los discípulos y todo el pueblo que escucha. Esta frase es la introducción al discurso escatológico o apocalíptico, según diferentes exegetas. En el fondo de la narración, se percibe un Lucas que, más que otros evangelistas, utiliza el discurso escatológico para hacer una exhortación a la vigilancia31.
A pesar de las palabras de Jesús sobre las actitudes de los escribas y la injusticia sufrida por la viuda, los discípulos no se conmueven ante la belleza y majestuosidad del templo. Esto evidencia la normalización en la sociedad de conductas de todo tipo.
El termino normalización de conductas se entiende como acciones que se presentan constantemente, y de ser tan reiteradas y repetitivas, la sociedad las considera que están bien y que son difícil de cambiar, no se piensa ni siquiera en la opción de cambio porque están tan arraigadas, son habituales y permanentes. Del mismo modo en que se normalizan acciones, se normalizan teorías, teologías, costumbres, pensamientos, violencias, roles, palabras (entre otros). Asimismo, la centralidad del templo su normalización, poder, esplendor y preciosidad, destaca lo importante y llamativo en este núcleo narrativo.
Los templos en el Antiguo Próximo Oriente fueron instituciones que abarcaron más allá de lo religioso hasta alcanzar esferas políticas y económicas sumamente activas. Si a ello le agregamos el impacto helenístico de la noción de centro mundial u omphalos, veremos que templos como el de Jerusalén se convirtieron rápidamente en un centro neurálgico para judíos y no judíos. Así, por un lado, después de la revuelta de los Macabeos, se acrecentó el papel de Jerusalén como epicentro distintivo del judaísmo de la época con respecto a otros pueblos; por otro lado, el control de templo de Jerusalén fue el instrumento ideal por parte de poderes fácticos extranjeros para ejercer influencia y dominación sobre el pueblo judío, sea utilizando al sacerdocio local o invirtiendo en su remodelación arquitectónica para intereses propios. No obstante, tales políticas conducirán inevitablemente a la rebelión judía contra Roma el año 66 d. C.32.
Como si fuera poco, la historia para conocer la solidez del Evangelio en Lc 1, 1-4, centrada en la experiencia religiosa del templo, surge cuando este espacio físico ya no existe33, entonces, «exhorta a perseverar, a estar vigilantes, a mantenerse alerta y a orar en todo momento»34, en el descubrimiento de un nuevo modo de relacionarse con Dios, sin el templo, sus teologías, sus poderes, ni sus patios que separan las participaciones de unos y otros.
Con Lc 21, 5-6 se cierra la escena entre los escribas y su deber ser, las consecuencias de acciones recaen en la vida práctica de personas como la viuda y los ricos. Es un diálogo que el pueblo oye y en el cual los discípulos son interlocutores. Tanto los ricos, la viuda e incluso los escribas tienen una relación con una imagen o idea de Dios que los oprime. Es una relación propia de un sistema caduco que normalizó la conducta de los escribas, las enseñanzas excluyentes y pesadas que impartían, y las injusticias sociales que esas enseñanzas engendraron en la sociedad. La actitud de hacer caso omiso por parte de los discípulos a las palabras de Jesús, a la escena de los ricos y la viuda es profunda evidencia de la normalización de dichas actitudes. Autores como Fitzmyer ven en dicha escena la introducción al discurso escatológico, otros proponen una construcción de la memoria de Jesús.
En esta parte de la tradición evangélica se ha conservado la memoria de un largo discurso pronunciado por Jesús hacia finales de su ministerio público sobre la crisis con que se va a enfrentar la ciudad de Jerusalén y “esta generación” (relacionada con el fin del mundo). Pero también puede ser que se haya compuesto ese discurso con una serie de hechos aislados que Jesús habría pronunciado en diferentes ocasiones. Lo más probable es esto último, pues las diferentes formas que este discurso reviste en los evangelios sinópticos revelan una profunda elaboración de los materiales y de las preocupaciones que surgieron en el período posterior a la resurrección de Jesús35.
La perspectiva aportada por el método narrativo muestra cómo la enseñanza sobre los escribas y su modo de relación con Dios y lo sagrado se cierra en una reflexión más amplia. La narración se estructura en tres capas que se van desarrollando a lo largo del texto, y que tienen como hilo conductor la enseñanza de Jesús en el templo a sus discípulos para que no caigan en las mismas prácticas de los escribas. Esta enseñanza es un retrato de cómo ciertas creencias pueden llevar a la normalización de comportamientos que fomentan la fe en las cosas más que en Dios, a la injusticia social y a la creación de sistemas que se alejan del propósito de una vida en conexión con Dios.
1.2. El camino recorrido: unir los pasos
El lector competente debe considerar que el Evangelio de Lucas fue redactado hacia el año 70-80 de la era cristiana. El evangelista destaca que este es uno de muchos escritos, pero con un orden considerable y con la finalidad de solidificar las enseñanzas ya recibidas (Lc 1, 1-4). Lucas, el evangelista, era un hombre de origen pagano que conoció el mensaje de Jesús por parte de la comunidad, un mensaje universal que trasciende la frontera del judaísmo y reconoce un nuevo modo de relacionarse con Dios y lo sagrado a través de Jesús. El personaje de Jesús es presentado como alguien movido a la misericordia y por la misericordia desde dentro de las entrañas, σπλαγχνίζομαι (Lc 10, 33) y ἔλεος (Lc 1, 54. 72)36.
La exposición de Lc 20, 45-21, 1-6 como unidad literaria con el método narrativo muestra al personaje de Jesús dialogando con un grupo de seguidores mientras otros miembros de la comunidad de Israel escuchan sus palabras y ven sus acciones. Buscó sensibilizar a sus oyentes hacia prácticas religiosas que pongan en el centro la vida humana y no solo las leyes (Lc 11,46) y normas que atiendan a los deseos humanos de justicia social, participación y ser tomado en cuenta (Lc 16, 15), porque dichos deseos corresponden a los deseos del Dios de Israel. Propone colocar la justicia y el amor de Dios por encima de diezmos, ofrendas y sacrificios, proponiendo la nueva ley del amor fraterno como hermanos que mueva a compasión y misericordia (Lc 10, 15-37). Esta es la génesis del movimiento de Jesús: una comunidad deseosa de vivir el ideal que Jesús percibía como su proyecto de vida, una vida ungida por el Espíritu del Señor que lo ungió para “anunciar el evangelio a los pobres, proclamar libertad a los cautivos, recuperar la vista a los ciegos; poner en libertad a los oprimidos” (Lc 4, 18).
Las críticas del modo como se llevan adelante las prácticas del judaísmo parecieran mostrar una religión para ricos. De hecho, Lucas enfatiza la importancia de no poner la confianza en las riquezas materiales, sino en Dios y en el amor y el servicio a los demás (Lc 12, 13-21; Lc 16, 19-31). Lc 6, 24 dice: “¡Ay de ustedes, los ricos! Ya han recibido su consuelo”; enseña la necesidad de buscar algo más allá de lo material para encontrar la verdadera felicidad. Lucas recuerda que, donde está el corazón humano, allí está el tesoro (Lc 12, 34), entonces, la auténtica felicidad se alcanza al depositar la confianza en Dios. Esa religión para ricos y, además, hombres y la denuncia del movimiento de Jesús es acerca de en dónde se fundamenta la fe (Lc 6, 46-49). Se cimienta en la experiencia de amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y con toda la mente, y al prójimo como a sí mismo (Lc 10, 27).
La perícopa permite observar un sistema normal: los escribas cimentan la fe en sus poderes, usan de la interpretación de la ley para ganar favores, explotan la viuda y todos hacen caso omiso mirando las maravillas de lo sagrado. En el siguiente cuadro se establecen algunas citas bíblicas del Antiguo Testamento, el cual está en el corazón del mundo de la obra lucana, citas que dejan ver la enseñanza judía respecto de la pobreza y del pobre.
“El que da a los pobres no conocerá la indigencia, para el que se tapa los ojos abundante maldición”. Pr 28, 27. |
“¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, ¡y robar a los huérfanos!”. Is 10, 1-2 |
“Habla para juzgar con justicia y defiende la causa del humilde y el pobre”. Pr 31, 9 |
“¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh? ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: ¿desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?”. Is 58, 6-10. |
“Juzgad en favor del débil y del huérfano, al humilde, al indigente haced justicia; al débil y al pobre liberad, de la mano de los impíos arrancadle”. Sal 82, 3 |
“Circuncidad el prepucio de vuestro corazón y no endurezcáis más vuestra cerviz, porque Yahveh vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni admite soborno; que hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al extranjero, a quien da pan y vestido. Amad al extranjero porque extranjero fuisteis vosotros en el país de Egipto”. Dt 10, 16-19 |
Se manifiesta el Dios de Israel que tiene preferencia por los pobres, las viudas y los extranjeros. Tiene deseo de libertad para con los más oprimidos de la sociedad, ideales que vivían en la conciencia israelita. Pero la avaricia que brota del interior humano degenera estas convicciones.
La destrucción del templo significó una gran pérdida para el pueblo de Israel y para aquellos que formaron parte del movimiento de Jesús dentro de dicho pueblo. El templo era la identidad del pueblo, a pesar de la existencia de sinagogas, ya que era el único lugar de culto donde se adoraba a Dios durante todo el día con diferentes ritos y cultos especiales. Era un signo de grandeza del pueblo y trascendía el concepto de espacio, siendo el producto de relaciones que constantemente se alimentaban: relaciones de salvación, poder, dominación, resistencia y sentido de vida. En el templo se alcanzó la perfección y se mostró al único y verdadero Dios de Israel. El arraigo al templo era tan fuerte que, pese a su destrucción, no ha dejado de existir en el imaginario judío y tuvo arraigo en el movimiento de Jesús, de hecho, con Jesús y su movimiento pasa lo mismo que con el templo, son señal de contradicción38:
(…) parte importante de los textos judíos y cristianos primitivos donde se podría discernir respuestas a preguntas existenciales fundamentales a través de experiencias religiosas concretas están influidas por las misma creencias y valores que parten del templo como lugar simbólico39.
La destrucción del templo de Jerusalén permitió el nacimiento y estructuración del judaísmo y el nacimiento del movimiento de seguidores de Jesucristo; los hombres y mujeres que seguían a Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo: comunidad de bautizados.
2. Templos: comunidad bautismal
El análisis narrativo de la perícopa Lc 20, 45-21, 1-6 permite extraer una enseñanza que puede ser aplicada a la eclesiología actual. En este pasaje, Jesús busca el cambio en su comunidad y denuncia las situaciones de abuso de poder que permiten crear ciertos modos de vida a través de creencias y enseñanzas impartidas dentro de la comunidad. A pesar de los riesgos que conlleva esta denuncia, Jesús la realiza con valentía. El lector del evangelio de Lucas ya conoce el desenlace, pero Jesús aún debe sufrir y morir, aunque su muerte es asumida por Dios quien lo resucita.
2.1. La denuncia
El mensaje de esta perícopa y del evangelio de Lucas, en general, es para los discípulos de Jesús, para su movimiento y para los lectores que reciben la enseñanza de la solidez: buscar una relación espiritual saludable y sólida. En el momento en que reciben la enseñanza, los discípulos se ven afectados por factores externos y pierden de vista lo esencial, siendo seducidos por la belleza, el poder y el estatus, simbolizados por el templo, sus teologías y la normalización de lo que sucede. La unidad de esta perícopa muestra el modelo de las relaciones humanas basadas en el poder, que contrasta con el ideal de ser y servir en el camino del discípulo, quien debe estar arraigado en la fe como fundamento del mensaje recibido.
La tradición oral se originó gracias a la acción de hombres y mujeres que vivieron y experimentaron la fe, el acto de creer y las consecuencias que esto conlleva. La fe es un eje fundamental en el evangelio, desde el suceso de Zacarías en el templo (Lc 1, 5), el acto de creer de María en la pequeña Nazareth (Lc 1, 26) y su continuidad en el cántico de Zacarías (Lc 1, 68). El pueblo de Israel también es parte de este camino durante la experiencia de los discípulos, quienes son tardos en πιστεύειν (Lc 24, 25). El pueblo escucha mientras que el discípulo es el interlocutor.
Considerando las dos orientaciones de la perícopa, la denuncia de Jesús al sistema y el nuevo modo de relación con Dios y lo sagrado, la Iglesia del siglo xxi está inmersa en un cambio de época40 que se viene vislumbrando desde hace ya varias décadas y debe asumir con responsabilidad el hecho del seguimiento de Jesús.
2.2. La normalización
La comunidad de bautizados que lee el Evangelio de Lucas hoy puede identificarse con elementos de la narración, como las actitudes de los escribas, los ricos, la viuda, los discípulos e incluso el pueblo. Estas actitudes se han normalizado con el tiempo.
El tema de la normalización de conductas se refiere a cómo las personas se adaptan a las normas y creencias de su entorno social para encajar en lo que se considera “normal”. Esta teoría se utiliza en diversos campos para hablar de las conductas sociales y cómo se mantienen en el tiempo, y para explicar las normas sociales y su influencia en la conducta individual y colectiva. También, se ha utilizado para entender cómo se fundamenta y mantiene las normas en diferentes culturas y sociedades. Las personas internalizan estas normas y creencias desde temprana edad, a través de la educación impartida por padres, cuidadores y otros grupos sociales, como la religión. No obstante, resulta fundamental resaltar que las normas sociales experimentan transformaciones con el paso del tiempo, y lo que era considerado normal en el pasado podría no serlo en la actualidad. Por consiguiente, es crucial reflexionar sobre las propias creencias y comportamientos, cuestionar las normativas establecidas y ajustarse a las evoluciones sociales actuales en consonancia con el evangelio. Este proceso de adaptación se vuelve esencial para vivir de manera coherente con los principios evangélicos en el contexto contemporáneo.
En estos personajes se pueden evidenciar conductas normalizadas que ya existían en la comunidad de bautizados simplemente por ser personas, y, al mismo tiempo, se presenta una nueva forma de relación propuesta a la misma comunidad por Jesús y sus enseñanzas. Las conductas mencionadas incluyen la exhibición del poder, el uso del cargo o roles comunitarios para ser servidos en lugar de servir, la valoración de la riqueza o el estatus por encima de Dios y de los demás miembros de la comunidad, la colocación de la riqueza y el poder en un nivel equiparable al de los dioses, y la tendencia a poner la vida y la vocación personal por debajo de las teologías y creencias comunitarias. Estas actitudes a menudo pasan desapercibidas o se justifican como la voluntad de Dios, lo que deja la voluntad humana a expensas de la vulneración.
De hecho, en la comunidad eclesial se han normalizado los abusos, tanto sexuales como de poder. Esto queda evidenciado en las publicaciones emanadas de la Asamblea 114 de la Conferencia Episcopal, donde se habla de la cultura del cuidado en relación con la «situación de los abusos de todo tipo, incluyendo los sexuales, espirituales, de conciencia y de poder cometidos por miembros de la Iglesia en Colombia»41.
Es importante y positivo destacar el reconocimiento público que ha hecho la jerarquía católica en relación con los abusos de todo tipo que han sido posibles por diversas situaciones de índole teológica, histórica y social. En este sentido, es vital proteger a los más vulnerables, tal como lo señala el papa Francisco42, y los discípulos seguidores de Cristo deben ser los primeros en dar ejemplo y cuidado, en contraposición a los escribas que, con pretexto de largas oraciones, devoran la casa de las viudas (Lc 21, 45); es decir, la vida de los más desprotegidos. Los obispos, como cabezas de la protección de los más vulnerables, tienen responsabilidades en términos de la ley, tanto por acción como por omisión, en su tarea evangelizadora43, y deben garantizar la protección en aspectos físicos, morales, espirituales y patrimoniales. De ahí la cursiva anterior, estas situaciones responden a los temas actuales de abuso sexual, pero es claro que se han llegado a estas situaciones a causa de abusos de todo tipo.
El papel de la Iglesia en la actualidad es crucial para fomentar teologías y acciones pastorales que promuevan el cuidado y la inclusión, sin estar limitadas por tradiciones del pasado, sino basado en los valores que la sociedad ha alcanzado, como la igualdad de género. La sociedad a menudo subestima este valor, pero la Iglesia, como comunidad de amor, debe ser un ejemplo de igualdad en Cristo, donde todos son uno. La tarea fundamental de la Iglesia es la evangelización, que debe realizarse desde el sentido y llamado vocacional que no puede estar atado a reflexiones teológicas de antaño y a sus propios contextos políticos, sociales y culturales.
De hecho, la teología bautismal representa igualdad y unidad: todos unidos, formando un solo cuerpo, nacido del acontecimiento de la muerte y resurrección de Jesús. Hombres y mujeres bautizados son templo del Espíritu Santo, piedras vivas, ya no existen estadios o pórticos o patios hasta donde ingresan unos y otros porque a todos les alcanza la gracia y salvación que Jesús pagó por todo su pueblo en la cruz para que se establezca una relación comunitaria de hermanos, hechos hijos de Dios por el bautismo44. Tampoco se deben dar dádivas para que Dios actúe, las ofrendas comunitarias tienen sentido en cuanto ayudan a la comunidad como herramienta de evangelización y promoción de la dignidad humana.
La normalización de todo tipo de abuso cimentado en teologías de poder, donde unos ostentan representaciones que otros nunca alcanzarán, ha llevado a la instrumentalización de las pastorales, de las prácticas y de las personas. Los participantes pueden realizar muchas acciones, pero a menudo abandonan la experiencia espiritual creyente para responder al poder que otros impongan.
El modo de vida en el mundo capitalista ha fragmentado al ser humano y lo ha dejado al nivel de mercancía, lo que influye en sus dinámicas de vida comunitaria. Como Iglesia, debemos ser promotores de nuevos espacios de evangelización. La importancia de sentir y experimentar un Dios que ama es la solidez a la que llama el evangelista Lucas. Occidente ha racionalizado las ideas o conceptos acerca de Dios, mientras que el mundo hebreo nos invita a promover relaciones con Dios. Esa es la solidez del evangelio: llenarnos de experiencia de Dios, para emanar experiencia de Dios.
La imagen del templo de la cual no quedará piedra sobre piedra recuerda que la comunidad debe vivir lo esencial y cuidarse de no atarse a lo exterior, de no normalizar enseñanzas que producen fe en las cosas más que en Dios. También, debemos evitar injusticias que atenten contra la vida humana y comportamientos caducos que se alejan del propósito de una vida llena de sentido. Por esta razón, es crucial la formación de la comunidad eclesial. El evangelio de Lucas es una catequesis para la primera comunidad, cuyo fundamento es la persona de Jesucristo vivido como experiencia en lugar de ser tratado como tema de estudio. La experiencia de Jesús nos muestra que Él asumió a Dios como Padre, y que lo hizo con radicalidad y sin medias tintas. Él entendió que la acción de Dios en la comunidad está a favor de esta y en ella a favor de los más vulnerables. La Iglesia peregrina siempre en reforma debe inspirarse en las teologías existentes «no significa asumir al pie de la letra, sino, asumir su estilo y dinamismo»45.
Los templos como lugares de encuentro de la comunidad no son mayor a la comunidad. La comunidad eclesial y quienes más solidez han recibido de las enseñanzas del evangelio conocen que la Iglesia es el templo del Espíritu Santo, que el culto es “en espíritu y en verdad” el pueblo de Dios, el pueblo bautizado, hombres y mujeres son piedras vivas de ese templo:
La Iglesia es el templo del Espíritu Santo. El Espíritu es como el alma del Cuerpo Místico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la riqueza de sus dones y carismas… El culto “en espíritu y en verdad” Jn 4,24 de la Nueva Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las “piedras vivas”, reunidas para “la edificación de un edificio espiritual” 1 P 2,4-5. El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el Espíritu Santo, “somos el templo de Dios vivo” 2 Co 6,1646.
En consecuencia, desde todas las instancias se debe aportar a la formación espiritual de la comunidad para comprenderse como seres humanos que forman un solo cuerpo en Cristo, en el cual se debe llevar a cabo un nuevo nacimiento en el misterio de Cristo. Este misterio acontece en el ser humano, hombre y mujer y en sus contextos culturales y sociales concretos, lo que conlleva a ministerios eclesiales renovados y valientes «para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación»47. El liderazgo de hombres y mujeres en la Iglesia es una cuestión crucial en la actualidad. Para ello, es fundamental comprender la teología bautismal que subraya la igualdad fundamental de todos los miembros de la comunidad cristiana. Jesús nos enseñó a dar vida y a ser vida, y esto implica un rechazo radical a cualquier forma de discriminación o exclusión, incluyendo la limitación de la vida.
Es necesario abordar incluso la cuestión de la sexualidad desde el paradigma de Jesús de Nazareth. La diferencia sexual y de género no debe ser utilizada como base para justificar la discriminación y la exclusión en la Iglesia. La gracia de Dios no tiene preferencias sexuales, étnicas o culturales. Cada ser humano, sin importar su orientación sexual, su género o su origen étnico, es creado a imagen y semejanza de Dios y debe ser valorado como tal y la gracia bautismal nos hace hijos de Dios integralmente a todos y todas.
La Iglesia debe ser un lugar donde todos los fieles son acogidos sin excepción y donde se promueve el amor y la justicia social. Es importante que la comunidad eclesial tome conciencia de su bautismo y se aleje de las prácticas discriminatorias excluyentes que han caracterizado la comunidad en el pasado. En lugar de requerirse en la autopreservación, la Iglesia debe esforzarse por ser un cauce adecuado para la evangelización a imagen de Jesús,
quien tuvo una actitud liberadora con las mujeres. Él se relaciona con ellas teniendo en cuenta todo su ser… Jesús no genitaliza el cuerpo de la mujer, ni tiene miedo de ella, ni sus comportamientos evidencian un tabú… Jesús percibe de manera positiva y liberadora los cuerpos de ellas, tocándolos y dejándose tocar por ellos hasta el punto de ser criticado duramente Lc 7,36-5048.
Es importante destacar que, en la época de Jesús, las mujeres eran marginadas y discriminadas en la sociedad. Sin embargo, Jesús rompió con esta dinámica y se relacionó de manera igualitaria con ellas, reconociendo sus habilidades y dignidad como personas. Hoy en día, la Iglesia debe seguir el ejemplo de Jesús y reconocer el liderazgo y los dones que las mujeres aportan a la comunidad. Ese paradigma de Jesús debe motivar hoy a la comunidad eclesial y desde el centro, que es la catequesis, dejar que la Iglesia sea tocada por los carismas que el Espíritu Santo ha derramado en ellas, como bautizadas, una Iglesia que sea tocada y se deja tocar en todos los niveles por las mujeres y sus liderazgos.
Final: caminos que se abren
El pasaje de Lc 20, 45-21, 6 invita a reflexionar críticamente, a transformarnos personalmente y a comprometernos en acciones concretas, en una vivencia de la gracia bautismal, más que en la diferenciación sexual y de género, porque nos recuerda que la interpretación de la Palabra de Dios tiene un impacto directo en la vida y en las relaciones con los demás y con el mundo del cual somos parte. Presenta una fuerte denuncia de Jesús a los escribas que, por su clericalismo, disminuyen las posibilidades de los miembros de la comunidad de vivir su fe plenamente. El texto refleja las realidades humanas de hombres y mujeres, como la viuda que representa la vulnerabilidad y la falta de oportunidades de vida que experimentan muchas mujeres en diferentes contextos. Los ricos, por otro lado, basan su fe en las cosas materiales, el poder y los roles, y no en la verdadera espiritualidad. Finalmente, los discípulos deben tener cuidado de no caer en la trampa de operar en lo externo y dejar de lado lo fundamental, normalizando sistemas, comportamientos y acciones que no fomentan la experiencia de Dios.
Este pasaje sigue siendo relevante en la actualidad, ya que recuerda la importancia de no caer en la trampa del clericalismo, el materialismo y la superficialidad. Debemos estar atentos a las necesidades y vulnerabilidades de los demás, especialmente de aquellos que tienen menos oportunidades en la sociedad. Además, debemos centrarnos en lo fundamental de nuestra fe y no en las estructuras y rituales que pueden distraernos de la verdadera espiritualidad. En definitiva, este pasaje invita a ser una comunidad en torno a lo que nos une, que es Cristo.
El texto destaca la importancia del bautismo como fundamento de la comunidad eclesial y de la vida cristiana. Se citan varias referencias bíblicas que hablan sobre la necesidad de nacer de nuevo, de ser bautizado en agua y espíritu para entrar en el reino de Dios y ser salvados. Además, se menciona que el bautismo implica una opción de vida y un sentido de existencia, y que forma parte de un itinerario que incluye la predicación y la escucha de la Palabra. En resumen, el bautismo es una parte fundamental de la experiencia cristiana y se relaciona directamente con la salvación y la vida eterna en el reino de Dios que comienza en el aquí y ahora.
Las preguntas que surgen del texto para la comunidad de bautizados actualmente son las siguientes: ¿cómo ha utilizado el poder que se le ha concedido en la comunidad? ¿Dónde está enfocada su mente, corazón y emociones: en las riquezas, el poder, los cargos, los roles o en Dios? ¿Considera el poder y las riquezas más importantes que su relación con Dios? ¿Se ha sentido vulnerable dentro de la comunidad eclesial debido a su sexo? ¿Es un oyente o un interlocutor del mensaje evangélico?
Finalmente, la unidad en la perícopa Lc 20, 45-21, 6 permite comprender la enseñanza de Jesús a sus discípulos como una denuncia de las diferentes acciones que se alejan del verdadero sentido de amor cristiano, que pasa por lo humano. El movimiento de Jesús y su mensaje de buena noticia fueron y siguen siendo parte de estructuras hegemónicas de poder, que son fuentes de tensión entre el reconocimiento de una comunidad como signo del reinado de Dios en el mundo y las comprensiones que del mundo entran en la comunidad. Por ello, la tarea es vivir siempre expectantes para no normalizar la fe en las cosas más que en Dios, las injusticias que retienen la vida humana y los comportamientos, teologías y ritos caducos que se alejan del propósito evangelizador. La Iglesia del siglo xxi debe seguir siempre vigilante en la fe a su Señor.