Introducción
En las últimas décadas ha aumentado y se ha sistematizado el conocimiento sobre los sistemas socioecológicos desde las ciencias naturales y desde las ciencias sociales, pero también a partir de enfoques multidisciplinares o transdisciplinares (Hackmann, Moser y Clair, 2014; IPCC, 2014; PNUMA, 2017). De este modo, conocemos mejor el sistema Tierra y, en los últimos años, ante las evidencias de una crisis socioambiental, los debates sobre cambios ambientales globales han pasado de un enfoque biofísico a una perspectiva sobre los procesos socioculturales que interactúan con el medio ambiente (UNESCO e ISSC, 2013).
El diagnóstico de una crisis socioambiental y sus causas se ha generalizado, y ha sido confirmado por la academia e instituciones públicas nacionales e internacionales. En consecuencia, podemos observar que se ha instalado como un tópico importante tanto en los sectores público y privado como en la opinión pública, lo que consolida un campo de debates y discursos sobre la sustentabilidad socioecológica1. Sin embargo, a pesar de la toma de conciencia sobre la crisis ambiental, la mayoría de las tendencias negativas en los sistemas ecológicos se profundizan, se aceleran y, a veces, se refuerzan mutuamente. Los impactos de estos cambios son reales y afectan a individuos y comunidades (humanas y no humanas) en el mundo; y las proyecciones de escenarios business as usual anuncian un colapso en un futuro próximo (Beck, 2015; IPCC, 2018; Oreskes y Conway, 2014; Servigne y Stevens, 2015).
En este contexto, la ciencia y los actores del campo científico2 (Bourdieu, 1976, 1997) han sido interpelados y han interpelado a la comunidad mundial para diseñar colectivamente una transición hacia la sustentabilidad socioecológica, mediante el cuestionamiento del rol tradicional del científico desinteresado, neutro e imparcial y el llamado a la transformación de la ciencia para construir conjuntamente una ciencia transformativa (Schneidewind, Singer-Brodowski y Augenstein, 2016; UNESCO e issc, 2013; WBGU, 2011). Así, frente a los desafíos sin precedentes de la crisis socioambiental, en un artículo publicado en 1998 en la revista Science, Jane Lubchenco llama explícitamente a los científicos a definir de manera urgente un nuevo contrato social para repensar sus roles y responsabilidades en la sociedad:
Este contrato representa un compromiso por parte de todos los científicos para dedicar sus energías y talentos a los problemas más apremiantes de hoy [...]. Las necesidades nuevas e insatisfechas de la sociedad incluyen información, comprensión y tecnologías más completas para que la sociedad avance hacia una biosfera más sostenible, ecológica, económicamente viable y socialmente justa. Se requiere una transmisión más rápida y efectiva del conocimiento nuevo y existente a los encargados de formular políticas y tomar decisiones, y una mejor comunicación de este conocimiento al público para enfrentar este desafío. (1998, p. 491)3
Sin embargo, veinte años después de este llamado, las evidencias de la profundización de la crisis ambiental son siempre más objetivas y preocupantes. Estas se expresan claramente en las ideas de Antropoceno (Crutzen, 2002; Crutzen y Stoermer, 2000) y de gran aceleración (McNeill, 2001; Steffen, Broadgate, Deutsch, Gaffney y Ludwig, 2015), pero también en los datos actualizados sobre los cambios climáticos4, la pérdida de biodiversidad5 y el estado del medio ambiente global y local6. Después de cincuenta años de debates sobre el imperativo de la sustentabilidad socioecológica, la gobernanza multinivel para la sustentabilidad no ha permitido generar los cambios necesarios y, apoyada por el marco general de la modernización ecológica, parece "sostener la insustentabilidad" (Blühdorn, 2007). En efecto, parece que quisiera mantener un modelo de sociedad que se ha vuelto utópico, porque es irrealizable en términos biogeofísicos; sin embargo sigue siendo el horizonte de las sociedades modernas, lo que ha dado lugar al calificativo de doomsday model (modelo suicidio) (Beck, 2015; Oreskes y Conway, 2014; Servigne y Stevens, 2015).
En 2015, con ocasión de una conferencia en la Universidad de Michigan, la mismaJane Lubchenco (2015, mayo) compartió un balance de los avances en la realización del contrato social para los científicos prescrito en 1998 y subrayó la necesidad de seguir construyendo una ciencia socioecológica-mente comprometida. Así mismo, se han multiplicado las alertas y las cartas públicas firmadas por miles de científicos en el mundo para promover una urgente transición hacia un modelo de sociedad con capacidad de futuro (Barnosky et ál., 2012; Jouzel y Larrouturou, 2017; Ripple et ál., 2017).
En este artículo propongo caracterizar la participación de intelectuales latinoamericanos en este campo de debates y sus posiciones y aportes para la construcción de un futuro socioecológicamente sustentable. La circulación de ideas sobre la crisis socioambiental y el imperativo de la sustentabilidad socioecológica ha dado lugar a una multiplicidad de propuestas más o menos críticas (Castro, 2004; Connelly, 2007; Dryzek, 1997; Hopwood, Mellor y O'Brien, 2005; Jacobs, 1999). El análisis de la producción académica permite entender estas propuestas en sus interacciones mutuas, y así comprender sus sinergias, sus hibridaciones y antagonismos; pero también, identificar los marcos interpretativos (culturalmente situados), que las determina. Las interpretaciones y apropiaciones particulares desde América Latina dependen en gran medida de la experiencia histórica regional y de las tradiciones intelectuales y políticas, y sus interpretaciones de las relaciones geopolíticas globales desde la realidad regional (Estenssoro, 2014; Heyd, 2004, 2005; Leff, 2010; Rozzi, 2012; Vanhulst y Beling, 2013b; Vanhulst y Zaccai, 2016). De este modo, por ejemplo, algunos discursos académicos latinoamericanos sobre la sustentabilidad reflejan las críticas al etnocentrismo eurocéntrico, así como las luchas por el reconocimiento y la autonomía de los modelos culturales marginados por las colonias y las políticas globales de desarrollo (entre otras formas mediante instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano para el Desarrollo, etc.).
Como lo muestran Thomas Heyd, en relación con la ética ambiental (2004, 2005), y Fernando Estenssoro, sobre la crisis ambiental como fenómeno político (2014), a pesar de algunas experiencias y propuestas comunes entre América Latina y el Norte global, los discursos latinoamericanos sobre sustentabilidad socioecológica están directamente vinculados a la experiencia de la colonización y a la situación actual de la región en la semiperiferia de la economía mundo capitalista, con una actividad económica fuertemente centrada en los recursos primarios y el extractivismo, dependiente de los centros de poder global. Así, las experiencias de expropiación de tierras, de su explotación por terceros, la exposición brutal a las fuerzas del mercado mundial sin medios para contrarrestar las externalidades socioeconómicas y ambientales negativas, la exposición a múltiples poluciones sin restricciones legales vinculantes, la urbanización desregulada, entre otros fenómenos, han generado unos marcos culturales específicos para la interpretación de cuestiones socioambientales. En consecuencia, en América Latina algunos discursos sobre la sustentabilidad reflejan los debates sobre multiculturalismo, justicia social y luchas por el reconocimiento, que consideran las relaciones de dominación establecidas por el capitalismo y la sociedad industrial (Adams, 2001; De Castro, Hogenboom y Baud, 2016; Estenssoro, 2014).
A continuación, desarrollo un mapeo sistemático del campo de los discursos académicos sobre la sustentabilidad socioecológica en América Latina. También estudio las dinámicas de los autores regionales en estos debates, así como el papel central desempeñado por las instituciones que han alojado proyectos, grupos y programas de investigación, al favorecer la consolidación de un pensamiento ambiental latinoamericano (Da Costa Ferreira et ál., 2006; Heyd, 2005; Leff, 2010; Rozzi, 2012), con sus propias tonalidades, armonías y disonancias en relación con el discurso dominante a nivel global.
Datos y métodos
Las dinámicas que busco captar se pueden reconstruir a partir de las producciones científicas. Propongo un análisis de redes (Wasserman y Faust, 1994) con las herramientas de la bibliometría, particularmente, utilizo la cita bibliográfica para reconstruir la estructura y las características de la red de actores (White, 2011) que participan en el campo de los discursos académicos sobre la sustentabilidad socioecológica en América Latina.
Los datos utilizados para el análisis provienen de un conjunto de documentos publicados entre 1970 y 2012 por una muestra de 93 autores latinoamericanos7, los cuales fueron seleccionados a partir de una revisión exploratoria de la literatura (en bases de datos científicas y catálogos de bibliotecas), de la consulta con expertos y de la revisión de bibliografías y coautorías de los documentos encontrados. Esta primera investigación permitió armar una lista de 36 autores y, en un segundo momento, se aplicó la técnica de bola de nieve (veintitrés autores de la lista primaria fueron contactados para revisar y completar la lista). Esta segunda etapa llevó a añadir treinta autores. Finalmente, se revisaron las bibliografías y coautorías de los documentos de estos treinta autores complementarios; con lo que se sumaron otros veintisiete autores8. Para cada autor, se realizó un inventario bibliográfico con el software Publish or Perish (que utiliza la base de datos de Google Scholar) (Harzing, 2007), totalizando 7997 documentos9. De estos se ha podido usar el 25,5 % para extraer referencias bibliográficas manualmente, lo que representa un total de 68 459 citas. El 16,5 %10 de estas citas (11 242) se refiere directamente a los autores que participan del campo discursivo de la sustentabilidad socioecológica, tanto latinoamericanos (7258 citas) como extranjeros (es decir, autores de afuera de la región, 3983 citas). La lista completa de los autores y documentos citados se encuentra en el anexo 2, que incluye un identificador reportado en los gráficos para poder ubicar los distintos autores en las redes.
Para estructurar la red de citas del campo académico de la sustentabilidad socioecológica en América Latina, se han construido distintas matrices (Wasserman y Faust, 1994, pp. 150-153), incluyendo la muestra de los 93 autores como citadores (emisores de citas) y los autores de la muestra a la que se suman los autores no latinoamericanos citados por los autores (latinoamericanos) de la muestra como citados (receptores de citas). En caso de autoría múltiple, para el procesamiento de los datos, solo fueron considerados los primeros autores11.
Se construyó una red bimodal a partir de dos tipos de matrices: una matriz cuadrada, que incluye exclusivamente los autores latinoamericanos (y las citas entre ellos, de 1 a n), y una matriz rectangular construida a partir de las citas de los autores latinoamericanos (de 1 a n) a autores y documentos internacionales, es decir, no latinoamericanos (de 1 a m) (tabla 1).
*Citas valuadas hipotéticas entre autores latinoamericanos (sin autocitas y potencialmente bidireccionales)
** Citas valuadas hipotéticas de autores latinoamericanos a autores y documentos internacionales (no latinoamericanos)
Fuente: elaboración propia.
Se trata entonces de una red bimodal que combina las citas de autores latinoamericanos entre ellos y las citas que hacen los autores latinoamericanos de autores y documentos exteriores a América Latina (considerados como eventos construidos a partir de un vínculo de citación). No hemos considerado las citaciones de los autores no latinoamericanos. Los vínculos en la red son todos de misma naturaleza (vinculo emisor-receptor de citas), pero los receptores son distintos y pueden ser parte de las redes latinoamericana o internacional.
A partir de estas matrices, usamos el software GEPHI12 para generar y visualizar las redes, ubicando los autores en función de su centralidad y proximidad respectiva (con los algoritmos Indegree13 y Betweeness14, véase Borgatti y Everett, 2006). En estos gráficos, los autores se consideran nodos (vértices representados por un punto en las redes, más o menos grandes, en función de la cantidad de citas recibidas) y las citas de los autores latinoamericanos se consideran vínculos entre autores (las aristas, representadas por una flecha en los gráficos).
Estas redes se han desglosado en tres periodos: el periodo preBrundtland, el periodo posBrundtland y el periodo contemporáneo. El periodo preBrundtland comienza en 1970, con la emergencia generalizada de las preocupaciones ambientales, y termina en 1987, con la publicación del Informe Brundtland (CMMAD, 1987). Este informe contribuyó a la consolidación de una base institucional para un desarrollo ecológicamente sostenible y posicionó la noción de desarrollo sostenible en el centro de los debates, influyendo fuertemente en el panorama político e intelectual (Quental y Lourenço, 2012; Schubert y Láng, 2005). El periodo pos Brundtland inicia en 1988 y termina en el 2002, año de la Cumbre de la Tierra en Johannesburgo, en el cual los acuerdos de Rio (1992) pierden influencia sobre las prioridades de las políticas mundiales (Zacca'i, 2002). Finalmente, el periodo contemporáneo corresponde a los años entre Johannesburgo y la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro del 2012 (Rio+20). Algunos autores han mostrado que los momentos de mayor intensidad en la actividad académica sobre los debates acerca de la sustentabilidad socioecológica coinciden con las cumbres internacionales decenales que juegan un rol de catalizadores para la acción y la reflexión (Bettencourt y Kaur, 2011; Quental, Lourenço y Nunes da Silva, 2011).
Este método cuantitativo tiene limitaciones. Si bien permite destacar ciertos fenómenos, no da cuenta de determinados elementos cualitativos, por ejemplo, la naturaleza de la relación estudiada (es decir, acuerdo o desacuerdo con el autor citado). Tampoco refleja el contenido de las discusiones ni la naturaleza privilegiada de ciertas relaciones. Por lo tanto, también para dar relieve al presente análisis de red, se combinó el análisis de redes con un análisis de contenido para una serie de discursos seleccionados.
La construcción del debate sobre la sustentabilidad socioecológica en América Latina
El periodo preBrundtland (1970-1987)
Durante este primer periodo, América Latina tenía una posición bastante periférica (tabla 2 y figuras 1 y 2). La red es difusa y está organizada en torno a un número limitado de autores extranjeros y latinoamericanos (entre estos últimos están Ignacy Sachs, Amílcar Herrera, Osvaldo Sunkel, David Barkin y Nicolo Gligo).
*La red latinoamericana incluye exclusivamente las citas entre autores latinoamericanos
**La red internacional incluye las citas de los autores latinoamericanos entre ellos y las que estos hacen de autores y documentos internacionales
***La densidad está calculada únicamente para la red de autores latinoamericanos (matriz cuadrada)
Fuente: elaboración propia.
La figura 1 muestra la red durante el primer periodo. Cada autor está representado por un punto (o nodo) cuyo tamaño varía de acuerdo con su grado de centralidad. Para todos los gráficos, los números indicados en los nodos corresponden al identificador de los autores listados en el anexo 2. La figura 2 representa la misma red y el tamaño de los nodos varía en función del grado de intermediación15.
En este primer periodo, los autores latinoamericanos más importantes estuvieron relacionados con diversas instituciones internacionales y regionales, como las delegaciones de las Naciones Unidas (Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente-PNUMA y Comisión Económica para América Latina-Cepal), o la Fundación Bariloche y la Fundación Dag Hammarskjöld. Por lo tanto, como lo destaca Guillermo Castro Herrera, en materias ambientales en América Latina,
[...] resulta difícil encontrar algo más que preocupaciones dispersas y medidas inconexas antes de la década de 1970. De entonces data, en efecto, la incorporación del tema, "desde afuera" y "desde arriba", a la vida pública de la región en virtud del interés de organismos internacionales vinculados al sistema de las Naciones Unidas, primero, y al sistema financiero internacional, después. (2000, p. 43)
En general, durante este periodo la crisis ambiental fue interpretada por los países del Sur como un intento de regulación del desarrollo por parte de los países del Norte, con escasa consideración de las desigualdades socioeconómicas globales (Adams, 2001; Estenssoro, 2014). En América Latina, en la década de 1970, ante la problemática ambiental se enfrentaron dos grandes modelos: uno defendido por los países desarrollados, que buscaba introducir límites al crecimiento (sintetizado en el informe del Club de Roma titulado Los límites del crecimiento); y otro desde la mirada de los países en vías de desarrollo, orientado a reinterpretar este discurso de los límites como un discurso de poder y vincular los problemas ecológicos con problemas de repartición desigual del poder y de las riquezas en el mundo. Para ilustrar esta tensión y la posición latinoamericana, proponemos profundizar en el papel inicial de Amílcar Herrera (coordinador del Modelo Bariloche), Osvaldo Sunkel, Nicolo Gligo e Ignacy Sachs16 y, a través de ellos, de diversas instituciones regionales e internacionales como la Fundación Bariloche, el PNUMA, la Cepal y el Centre International de Recherche sur l'Environnement et le Développement (CIRED)17.
En 1970, tras una reunión celebrada en Río de Janeiro para presentar y discutir el Modelo Mundial 3 del equipo del Massachusetts Institute of Technology (MIT) (para el futuro informe Los límites del crecimiento del Club de Roma), algunos representantes de la delegación latinoamericana adoptaron una postura crítica y decidieron asignar a la Fundación Bariloche para construir un modelo alternativo (el Modelo Mundial Latinoamericano) en respuesta al modelo del MIT, considerado incompatible con la realidad de la periferia latinoamericana. Así, entre 1972 y 1975, bajo la cúpula institucional de la Fundación Bariloche y con la asistencia financiera del International Development Research Center, un grupo de científicos liderado por Amílcar Herrera obró para el desarrollo de lo que más tarde fue llamado el Modelo Mundial Latinoamericano o Modelo Bariloche; formalmente publicado en 1976 (Herrera et ál., 1976). Muy sucintamente, la construcción del Modelo Bariloche parte del principio general de que los principales obstáculos para el desarrollo armónico de la humanidad son tanto de orden físico como social y político, y que dependen principalmente de la distribución del poder, tanto a nivel internacional como regional y nacional. Se inscribe, por lo tanto, directamente en una discusión acerca de las asimetrías de poder en el mundo, criticadas en particular por la teoría de la dependencia.
Los autores centrales de este primer periodo fueron bastante distantes unos de otros con excepción de Nicolo Gligo y Osvaldo Sunkel, quienes forjaron una relación recíproca18, no muy consistente en este momento, pero que prefiguró la importante colaboración que nació en 1978 con la creación de la unidad Desarrollo y Medio Ambiente dentro de la Cepal y del PNUMA/Oficina Regional América Latina y el Caribe (ORLAC). Esta unidad desarrolló el proyecto denominado Estilos de desarrollo y medio ambiente en la América Latina (Gligo, 2006), dedicado al análisis de la relación entre desarrollo y medio ambiente. La dupla Sunkel-Gligo fue clave para lograr la inserción de la temática ambiental en la discusiones sobre desarrollo en la región (véase Estenssoro, 2014, pp. 144-148). Durante veinte años contribuyó a la conceptualización de esta relación e influyó en las políticas nacionales y las directrices de la Cepal, hasta dar paso a la División del Desarrollo sustentable y Asentamientos Humanos de ese organismo, en 1988 (Gligo, 2006).
Finalmente, entre los autores centrales del primer periodo, se destaca Ignacy Sachs y la propuesta del ecodesarrollo. En el surco trazado por el informe Founex (1971) y la Conferencia de Estocolmo (1972)19, el enfoque heurístico del ecodesarrollo propuesto por Ignacy Sachs ha tenido un gran impacto en América Latina a través de múltiples conferencias, algunas publicaciones centrales (Sachs, 1974a, 1974b, pero también la colección de artículos de Ignacy Sachs compilados por Vicente Sánchez y publicados en 1982) y también por varias participaciones de científicos latinoamericanos20 en el Seminario Ecodesarrollo impartido por Ignacy Sachs en el CIRED y fundado por él en 1973 (Mehta y Ouellet, 1995, p. 223). Fundamentalmente, el ecodesarrollo era percibido en América Latina como una posibilidad de conciliar el desarrollo económico y la política ambiental, considerando la situación de la periferia. La propuesta contrahegemónica del ecodesarrollo aporta simultáneamente una base legítima para las teorías críticas que reivindican la propuesta de un modelo cultural autónomo, e inscribe la dimensión ambiental en las luchas por la democracia y la justicia social. Este enfoque no sitúa el desarrollo y el medio ambiente en términos contradictorios. En lugar de un llamado a detener el crecimiento, es un llamado a otro desarrollo que no borra del debate las estructuras asimétricas de las relaciones de poder internacionales y pone en el centro de las preocupaciones la crisis ambiental, como un elemento potencial para reorientar el desarrollo en estas múltiples dimensiones socioambientales. Ignacy Sachs, incorporado en este discurso del ecodesarrollo, representa por consiguiente una referencia fundamental en la participación de América Latina en los debates sobre sustentabilidad21.
Sin embargo, a pesar del impacto relativo destacado en América Latina, las estrategias dominantes, reacias a cambiar el orden económico imperante, disolvieron lentamente el potencial crítico y transformador de las prácticas del ecodesarrollo. Diez años después de la Conferencia de Estocolmo en 1972, América Latina entró en la década perdida, un periodo de crisis económica vinculada a la crisis de la deuda, a la inflación y a la recesión en la mayoría de los países de la región. En este contexto, el medio ambiente fue relegado al último plano, detrás del imperativo de la recuperación económica en las políticas gubernamentales. Este fue el escenario en el cual se consolidaron los programas neoliberales y, simultáneamente, el discurso del ecodesarrollo desapareció de las discusiones políticas.
En esta primera fase de desarrollo del campo discursivo de la susten-tabilidad, los autores latinoamericanos estuvieron más conectados con el exterior, a pesar de que las relaciones privilegiadas son más bien internas. Así, podemos afirmar que los autores extranjeros son más influyentes y el campo discursivo regional, con sus núcleos epistémicos, se encuentra en gran parte en construcción. Globalmente, los autores invocados en las referencias durante este primer periodo son economistas (como Herman Daly, Nicholas Georgescu-Roegen, Kenneth Boulding, Ernst Schumacher, entre otros) y naturalistas (especialmente, Barry Commoner) junto con informes de instituciones internacionales (principalmente, los informes referentes al Club de Roma, véase Meadows, Meadows, Randers y Behrens, 1972; Mesarovic y Pestel, 1974).
El periodo posBrundtland (1988-2002)
A nivel global, este segundo periodo está muy marcado por la adopción generalizada de la idea de desarrollo sostenible y la hoja de ruta definida en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo en Río (1992). El espectro de los límites al crecimiento ha desaparecido ante la alternativa sostenible al desarrollo. En la década de 1990, en América Latina se profundizaron algunas interpretaciones críticas al desarrollo (sostenible) desde perspectivas poscoloniales y posdesarrollistas. Eso, apoyado por un contexto histórico en el que se reinstalaron gobiernos democráticos después de distintos periodos de dictaduras, seguido del apogeo del modelo social y económico neoliberal en la década de 1990 y de una lenta reestructuración y organización de la sociedad civil y de las capacidades para la acción colectiva en las décadas de 1990 y del 2000 (Garretón, 2002). Los movimientos sociales contrahegemónicos de los años noventa hicieron emerger nuevos actores en el espacio político en América Latina: trabajadores asalariados del sector público y del sector privado, campesinos, indígenas, afrodescendientes, estudiantes, colectivos urbanos, ecologistas, mujeres (Seoane, Taddei y Algranati, 2006); y la emergencia de utopías posneoliberales, poscoloniales, posdesarrollistas y antipatriarcales.
En América Latina, durante este segundo periodo, el campo de debates sobre sustentabilidad socioecológica se consolidó rápidamente (tabla 3). Como lo podemos ver en las figuras 3 y 4, la red se intensificó, aumentó su grado de conectividad y adoptó una forma concéntrica. Ya no se trata de algunos centros dispares alrededor de los cuales se organiza la red, sino de un conjunto más homogéneo, compuesto por autores centrales y periféricos.
* La red latinoamericana incluye exclusivamente las citas entre autores latinoamericanos
** La red internacional incluye las citas de los autores latinoamericanos entre ellos y las que estos hacen de autores y documentos internacionales
*** La densidad está calculada únicamente para la red de autores latinoamericanos (matriz cuadrada)
Fuente: elaboración propia.
Los autores latinoamericanos construyeron progresivamente un campo discursivo regional más integrado. La relación recíproca más importante surgió de la consolidación del vínculo entre Enrique Leff y Arturo Escobar (que se convirtieron en los autores más influyentes durante el tercer periodo). Esta relación es menos institucional (como la de Sunkel y Gligo) que epistémica, ligada al tipo de discurso radical y antihegemónico compartido por ambos autores. Según el mexicano Enrique Leff (2004), la racionalidad ambiental debe ir más allá de la provisión de un conjunto de herramientas para la gestión eficaz del medio ambiente: es diametralmente opuesta a la racionalidad económica dominante en Occidente y busca guiar la praxis desde la subversión de los principios que gobiernan y legitiman la racionalidad teórica e instrumental de la modernidad. Leff hace un llamado por una nueva racionalidad que integre los valores, la razón y el sentido, la cual permita la apertura a la diferencia y la diversidad con el fin de deconstruir la lógica totalizadora de la modernidad eurocéntrica. Las sinergias con las propuestas del posdesarrollo de Arturo Escobar (1992, 1995) son obvias. En términos generales, el posdesarrollo parte de la idea de que la manera de interpretar, instituir y finalmente vivir el desarrollo está condicionada por el discurso colonial hegemónico que caracteriza al Norte como "avanzado", "desarrollado" o "civilizado" y al Sur como "atrasado", "subdesarrollado" o "primitivo". La crítica del posdesarrollo es una crítica de los grandes relatos de la modernidad eurocéntrica y de la invención del tercer mundo. A partir de esta crítica y frente a la diversidad de expresiones del desarrollo, Arturo Escobar propone una distinción entre los desarrollos alternativos y las alternativas al desarrollo. Según Escobar, las alternativas al desarrollo desbordan los espacios discursivos dominantes, rehabilitan los discursos subalternos (entre otros, los discursos latinoamericanos de las comunidades indígenas que dialogan con otros discursos modernos), e invitan a reimaginar el mundo para construir un mundo pluriversal (Escobar, 2004).
El periodo contemporáneo (2003-2012)
Globalmente, en el tercer periodo la red siguió las tendencias evidenciadas durante el segundo periodo (tabla 4 y figuras 5 y 6): a) la intensificación del campo, b) la coherencia relativa y la forma concéntrica del campo, c) la centralidad de los autores latinoamericanos, y d) las relaciones privilegiadas entre los autores latinoamericanos. También continuaron las tendencias sociopolíticas mencionadas en el segundo periodo, al que se sumó el fenómeno del -giro a la izquierda- de gran parte de los gobiernos latinoamericanos (Bajoit, Houtart y Deuterme, 2012) combinado con la profundización de un modelo socioeconómico neoliberal y de las desigualdades quejustificaron la permanencia de los diversos movimientos de contestación antes mencionados (Cuevas, González y Paredes, 2018).
*La red latinoamericana incluye exclusivamente las citas entre autores latinoamericanos
**La red internacional incluye las citas de los autores latinoamericanos entre ellos y las que estos hacen de autores y documentos internacionales
***La densidad está calculada únicamente para la red de autores latinoamericanos (matriz cuadrada)
Fuente: elaboración propia.
El campo de discursos académicos sobre sustentabilidad se está consolidando en América Latina, y varios autores latinoamericanos comparten el centro de la red con informes y autores internacionales. Colombia destaca en este tercer periodo, gracias a la actividad sostenida de los filósofos colombianos y a la creación del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia (en 1989 en Bogotá y luego en 1991 en Manizales bajo la dirección de Augusto Ángel Maya). Los autores asociados al IDEA adoptan un discurso crítico contra el reduccionismo y el tecnocentrismo característicos del discurso eurocéntrico. Encontramos este pensamiento y los discursos filosófico-éticos del grupo idea en las obras de Ángel Maya y de Julio Carrizosa Umaña, pero también en las de las herederas de estos precursores colombianos: Ana Patricia Noguera de Echeverri y María Luisa Eschenhagen.
Durante este tercer periodo, Enrique Lefffortalece su posición central en la red. Este intelectual hajugado un papel fundamental en el desarrollo y la consolidación de una red de educación ambiental latinoamericana, en la inclusión de la interdisciplinariedad en la investigación ambiental y en la estimulación del pensamiento ambiental latinoamericano, principalmente desde el PNUMA y la Universidad Nacional Autónoma de México (Leff, 1994, 2004). Por otra parte, los informes Brundtland y Meadows siguen siendo referencias centrales junto con los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).
Tal como en el segundo periodo, las relaciones privilegiadas se desarrollan mucho entre los autores latinoamericanos. De hecho, las relaciones más fuertes se encuentran a nivel regional, como las que existen entre Ana Patricia Noguera y Augusto Ángel Maya (en el seno del IDEA) o entre Alberto Acosta y Eduardo Gudynas en torno al discurso del buen vivir, que se ha transformado en una posición y en una propuesta icónica desde América Latina (Acosta, 2008; Gudynas y Acosta, 2011; Vanhulst, 2015; Vanhulst y Beling, 2013b, 2014).
El buen vivir constituye una traducción controversial al español del concepto quechua de sumak kawsay (y conceptos similares de otros pueblos indígenas de América Latina), y puede ser definido en términos generales como una forma de vida en armonía con uno mismo, con la sociedad y con la naturaleza (Cubillo-Guevara, Vanhulst, Hidalgo-Capitán y Beling, 2018). El discurso de buen vivir se instaló en el debate público regional en la década del 2000 (Vanhulst, 2015), y se define a menudo como una alternativa al desarrollo, criticando la matriz sociocultural de la modernidad eurocéntrica (Vanhulst y Beling, 2013a). De tal modo, este discurso viene a reforzar la postura contrahegemónica histórica de América Latina en el campo de debates socioecológicos, al hibridarse con los discursos culturalistas, y particularmente con el indigenismo (Beling, Gómez y Vanhulst, 2014). De hecho, el buen vivir sintetiza una propuesta colectiva para un nuevo modelo cultural: una visión de una buena sociedad que reexamina críticamente los marcos que caracterizan a las instituciones y los valores políticos y culturales modernos (capitalismo, industrialización, universalismo, dualismo, cartesianismo, etc.), y al mismo tiempo (re)introduce, y hace hincapié en las nociones de valor intrínseco de la naturaleza y su relación simbiótica con las sociedades humanas, el colectivo como condición de posibilidad para el individuo (también para los comunes), y las dimensiones inmateriales del bienestar humano, entre otros22.
Conclusiones
La idea de interdependencia entre la sociedad y el medio ambiente y las evidencias de una crisis socioambiental han modificado paulatinamente los marcos de pensamiento modernos, dislocado el imaginario de control racional del mundo natural y abierto un espacio de discusiones centrado en las respuestas potenciales al problema vital de la sustentabilidad. En este artículo, realizamos un análisis sistemático de la participación de académicos latinoamericanos en el campo de debates que surgió a partir del diagnóstico de crisis ambiental y que fue configurado por las propuestas para la construcción de una sociedad global socioecológicamente sustentable.
Los resultados muestran que América Latina estuvo presente desde el principio de la constitución del campo discursivo de la sustentabilidad socioecológica a nivel mundial y ha consolidado una red de diálogo con una fuerte estructuración interna. Además, este campo latinoamericano se ha construido desde el comienzo con un tono crítico hacia los discursos dominantes más orientados al statu quo. De hecho, la mayoría, si no todos los autores y documentos centrales que hemos identificado se orientan hacia una perspectiva transformadora, que considera que los problemas ambientales y sociales provienen de las estructuras de la sociedad actual y de las relaciones entre la humanidad y el medio ambiente, por lo tanto, relaciona ambas variables (ambientales y sociales) en sus análisis. La reforma incremental no parece suficiente dada la inscripción de los problemas en las estructuras económicas y de poder en la sociedad que no consideran el bienestar humano y la sustentabilidad medioambiental. En consecuencia, las propuestas implican una redefinición más o menos radical de las estructuras sociales, políticas y económicas globales.
Por supuesto, este campo latinoamericano no se construyó de manera aislada. Como lo hemos visto, durante todo el periodo estudiado los informes Brundtland y Meadows se impusieron como referencias centrales. Pero también comparten el centro con autores latinoamericanos (especialmente Enrique Leff, Osvaldo Sunkel y Arturo Escobar). Por otro lado, se observa que la mayoría de los autores extranjeros invocados por los intelectuales latinoamericanos se inscriben en una línea de pensamiento al menos reformista, pero en general crítica de los modelos dominantes (como Herman Daly, Joan Martínez-Alier, Ernst Schumacher, Nicholas Georgescu-Roegen, Ilya Prigogine, Edgar Morin, James Lovelock, Ulrich Beck, etc.). Uno de los ángulos críticos del discurso latinoamericano se centra precisamente en la crítica de los desequilibrios mundiales en la definición de regímenes de sustentabilidad. Así, existen ciertas similitudes con discursos críticos globales como el de la ecología social, la economía ecológica, la ecología política, el decrecimiento, la convivialidad, entre muchos otros (Beling et ál., 2018).
Finalmente, varios intelectuales latinoamericanos influyentes que participan de los debates sobre la sustentabilidad socioecológica se inscriben en una tradición crítica emancipadora. Al mismo tiempo que construyen el campo académico de la sustentabilidad como un nuevo contrato social entre ciencia y sociedad -conectando con las tradiciones de la investigación-acción-participativa-, instalan una fuerte crítica al eurocentrismo, que se vincula a la tradición de los estudios subalternos y el proyecto modernidad/colonialidad que busca provincializar Europa (Chakrabarty, 2000). Así, llaman claramente la atención sobre la necesidad de descolonizar el conocimiento para poder pensar en una transiciónjusta y ética hacia la sustentabilidad socioecológica.