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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura
Print version ISSN 0120-2456
Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.44 no.2 Bogotá July/Dec. 2017
https://doi.org/10.15446/achsc.v44n2.64014
doi: 10.15446/achsc.v44n2.64014
Radicalizar la Reforma Universitaria. La fracción revolucionaria del movimiento estudiantil argentino, 1918-1922
Radicalizing University Reform. The Revolutionary Faction of the Argentinean Student Movement, 1918-1922
Radicalizar a Reforma Universitária. A fração revolucionária do movimento estudantil argentino, 1918-1922
NATALIA BUSTELO*
LUCAS DOMÍNGUEZ RUBIO**
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI)
Universidad Nacional de San Martín
Buenos Aires, Argentina
* nataliabustelo@yahoo.com.ar
** lucaslmdr@autistici.org
Artículo de investigación
Recepción: 30 de julio del 2016. Aprobación: 11 de noviembre del 2016.
Cómo citar este artículo
Natalia Bustelo y Lucas Domínguez Rubio, "Radicalizar la Reforma Universitaria. La fracción revolucionaria del movimiento estudiantil argentino, 1918-1922", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 44.2 (2017): 31-62.
RESUMEN
El artículo reconstruye la intervención de una serie de grupos y revistas estudiantiles de Argentina que, entre 1918 y 1922, intentaron que el naciente movimiento de la Reforma Universitaria se ligara a la hora revolucionaria internacional inaugurada por Rusia y con ello a las izquierdas bolcheviques locales. Al iluminar el entusiasmo revolucionario de los estudiantes, nos proponemos mostrar que la reconocida identidad latinoamericana y antiimperialista de la Reforma, como ha sido identificada por la historiografía sobre el tema, recién prima después de 1923. Pero también buscamos, por un lado, matizar la tesis que sostiene que el movimiento estudiantil argentino mantuvo en las primeras décadas del siglo XX una posición política moderada y, por otro, aportar nuevas precisiones a los trabajos sobre la recepción de la Revolución rusa y el mapa de las izquierdas argentinas.
Palabras clave: (Autor) Reforma Universitaria, Revolución rusa; (Thesaurus) anarquismo, Argentina, socialismo.
ABSTRACT
The article reconstructs the intervention of a series of Argentinean student groups and magazines that attempted to link the burgeoning University Reform movement to the international revolutionary wave triggered by Russia and, therefore, to the local Bolshevik Left between 1918 and 1922. By highlighting the students' revolutionary enthusiasm, the article seeks to show that the well-known Latin American and anti-imperialist identity of the Reform, as characterized by the historiography on the subject, only takes shape after 1923. The study also pursues the following objectives: on the one hand, to qualify the thesis according to which the Argentinean student movement held a moderate political position during the first decades of the 20th century, and, on the other, to contribute with new clarifications to studies on the reception of the Russian Revolution and the cartography of Argentinean leftist movements.
Keywords: (Author) Russian Revolution, University Reform; (Thesaurus) anarchism, Argentina, socialism.
RESUMO
Este artigo reconstrói a intervenção de uma série de grupos e revistas estudantis da Argentina que, entre 1918 e 1922, tentaram que o nascente movimento da Reforma universitária se vinculasse ao momento revolucionário internacional, inaugurado pela Rússia, e com isso às esquerdas bolcheviques locais. Ao iluminar o entusiasmo revolucionário dos estudantes, propomo-nos mostrar que a reconhecida identidade latino-americana e anti-imperialista da Reforma, como é identificada pela historiografia sobre o tema, se destaca somente depois de 1923. Ainda, por um lado, procuramos salientar a tese de que o movimento estudantil argentino manteve nas primeiras décadas do século XX uma posição política moderada e, por outro, contribuir com novas precisões aos trabalhos sobre a recepção da Revolução Russa e o mapa das esquerdas argentinas.
Palavras-chave: (Autor) Reforma universitária, Revolução Russa; (Thesaurus) anarquismo, Argentina, socialismo.
Nuestra juventud universitaria, que todavía era, hace pocos años, casi sin excepción mezquinamente tradicionalista y conservadora, hasta asombrar a los extranjeros que la comparaban con la de su propio país; esa juventud sin ideales y ninguna preocupación, salvo la de conquistar el diploma, milita ahora en el ejército de los intelectuales y trabajadores que riñen diaria batalla, en el periódico, la tribuna, el sindicato, contra todas las fuerzas del pasado que se oponen a la improrrogable y legítima renovación de la vida nacional. Bien sé que aún son los menos; pero ya son muchos, cuando antes eran poquitísimos, y su número va creciendo cada día.
ROBERTO GIUSTI
"Nuestra juventud", 1919.
Introducción
A mediados de 1918 estalla en la ciudad argentina de Córdoba una revuelta estudiantil que daría inicio a un prolongado movimiento político-cultural de alcance latinoamericano: la Reforma Universitaria. Los estudios históricos tienden a enfatizar que, a diferencia de la expresión peruana que dio origen a la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y la cubana (central en la fundación del Partido Comunista), el proceso de la Reforma Universitaria argentina se identificó con una izquierda moderada que, sin una clara traducción política, convergió con el arielismo, la teoría de las generaciones de Ortega y Gasset y el antiimperialismo latinoamericano.1 Esa lectura, ampliamente aceptada en la historiografía argentina, es matizada por la reconstrucción realizada por el líder anarquista Juan Lazarte, la historiografía del Partido Comunista y las investigaciones de Horacio Tarcus.2 Desde distintas perspectivas, estos trabajos muestran que el entusiasmo que despertó la Revolución rusa en algunos estudiantes dio lugar a diversos grupos distantes de la izquierda moderada.
A partir de una minuciosa búsqueda biblio-hemerográfica y de las recientes investigaciones sobre los anarquistas bolcheviques argentinos,3 el presente artículo rescata del olvido a esos grupos e iniciativas estudiantiles que durante el "trienio rojo argentino" (esto es, durante el agitado ciclo de protestas obreras y de revitalización de las izquierdas revolucionarias que, en consonancia con países vecinos y remotos, se registró entre 1919 y 1921) bregaron por que el movimiento de la Reforma Universitaria se vinculara a una ideología y práctica revolucionarias. Específicamente, las colecciones de revistas y folletos conservadas en el CEDINCI, el Museo Dr. Emilio Azarilli de la Universidad Nacional La Plata, el Museo Histórico Provincial de Rosario y el fondo hemerográfico de la Federación Libertaria Argentina nos permitieron reconstruir una (hasta ahora desconocida) red estudiantil bolchevique, tramada entre distintas ciudades argentinas por las revistas reformistas Bases (Buenos Aires, 1919-1920), Clarín (Buenos Aires, 1919-1920), Insurrexit (Buenos Aires, 1920-1921), Mente (Córdoba, 1920), Alborada (La Plata, 1920-1921), Verbo Libre (Rosario, 1920-1921), La Antorcha (Rosario, 1921-1923), Germinal (Rosario, 1922-1923) y Germinal (La Plata, 1919-1920).4
Esas revistas muestran que no pocos estudiantes definieron su participación en la Reforma a partir de la convicción de que el éxito bolchevique inauguraba una hora revolucionaria internacional que necesitaba tanto la unión obrero-estudiantil como el trazado de proyectos revolucionarios comunes entre tres familias políticas hasta entonces (y poco después) fuertemente enfrentadas, la socialista, la anarquista y la sindicalista. Como mencionamos antes, ese entusiasmo revolucionario probolchevique no fue recordado por los estudios sobre la Reforma (en los que primó el énfasis en el latinoamericanismo antiimperialista del líder estudiantil y principal compilador de documentos, Gabriel del Mazo).5 Este entusiasmo tampoco fue inscrito en la historiografía argentina del anarquismo y del socialismo. Ambas historiografías fueron elaboradas en un momento en el que los anarquistas y los socialistas se definían rotundamente antibolcheviques y tenían una finalidad apologética, de modo que, en lugar de recordar el entusiasmo inicial ante la revolución de los soviets de anarquistas y socialistas, así como los proyectos comunes con otras familias políticas emprendidos entre 1919 y 1922, estos optaron por subrayar una coherencia anarquista y antibolchevique, en un caso, y un decidido socialismo antibolchevique, en el otro. Teniendo en cuenta todas estas particularidades, seguimos la hipótesis de que la identidad latinoamericana y antiimperialista de la Reforma estuvo antecedida en Argentina por una entusiasta identidad revolucionaria e internacionalista, y nos proponemos complejizar no solo la aproximación a los orígenes del movimiento estudiantil, sino también los estudios sobre la recepción de la Revolución rusa y el mapa de las izquierdas argentinas.
El estallido de la Reforma Universitaria
Desde fines de 1917, un grupo de estudiantes y jóvenes graduados de la Universidad Nacional de Córdoba se reúne en el Comité Pro-Reforma de la universidad para reclamar la democratización del gobierno universitario y la renovación de los planes de estudio. A diferencia de las modernas y cientificistas universidades de Buenos Aires y de La Plata, la pequeña universidad cordobesa estaba gobernada por una planta docente de impronta, en su mayoría clerical-conservadora, que controlaba los programas y el ingreso de los nuevos profesores.6 En abril de 1918 dos representantes del Comité viajaron a la capital del país para gestionar ante el presidente de la nación, Hipólito Yrigoyen, la intervención de la universidad.7 Días después, Yrigoyen decretó la intervención y en las semanas siguientes fueron removidos varios profesores y se celebró la elección de nuevas autoridades. Mientras que los decanos fueron elegidos sin muchos inconvenientes, la elección del rector, ocurrida el 18 de junio de 1918, iniciaría la Reforma. A través de una maniobra fraudulenta, la camarilla profesoral conservadora consiguió erigir a su candidato, el Dr. Antonio Nores. Al conocer el resultado, el grupo que promovía la renovación irrumpió en la asamblea y comenzó una toma que se reconocería como el inicio simbólico del movimiento político-cultural de la Reforma.
La inmediata conversión del conflicto cordobés en un amplio frente liberal y anticlerical, primero de alcance nacional y poco después latinoamericano, no hubiera sido posible sin la previa vinculación estudiantil. Desde hacía algunos años, los estudiantes de Buenos Aires se congregaban en la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y en el Ateneo de Estudiantes Universitarios, que editaba, bajo el liderazgo del joven José María Monner Sans, la revista Ideas (1915-1919). En ambos grupos participaron los jóvenes cordobeses, quienes, en su estadía porteña de abril de 1918, fundaron, junto con los representantes de las otras cuatro universidades del país, la primera agrupación estudiantil de alcance nacional, la Federación Universitaria Argentina (FUA). Si la FUA y sus federaciones regionales fueron las primeras plataformas organizativas del emergente movimiento estudiantil, el Congreso Nacional de Estudiantes de julio de 1918, organizado en Córdoba bajo los auspicios de Yrigoyen, ofreció la primera instancia de discusión ideológica.
La expansión del conflicto estudiantil más allá de Córdoba y su reformulación en un movimiento inscrito en las izquierdas también fueron posibles por la nueva composición social del estudiantado y el convulsionado clima político internacional. Desde principios del siglo XX, entre los estudiantes se encontraban no solo los hijos de la elite político-económica, sino también los de las clases medias acomodadas. Estos jóvenes, que no iban a coronar su formación con el viaje europeo, alentaron la creación de agrupaciones y revistas estudiantiles que procuraban la formación cultural y política de la juventud culta. Así mismo, desde 1918 este componente del estudiantado no evitaría pronunciarse sobre la relación de los estudiantes con el movimiento obrero. Esto se debía a que, en el momento que se inicia el conflicto universitario cordobés, las noticias sobre la Gran Guerra, la Revolución rusa y los movimientos insurreccionales europeos, así como la creciente conflictividad de los obreros argentinos, habían abierto importantes expectativas revolucionarias en las izquierdas argentinas y habían motivado la politización de muchos intelectuales. Al definir su posición, las agrupaciones y revistas estudiantiles iniciaron la confrontación entre dos figuras de estudiante: frente al "niño bien", que en su tránsito por la universidad confirmaba (o alcanzaba) su pertenencia a la elite político-económica, emergía un estudiante ligado a la cultura de izquierdas, que, si bien se mantenía a distancia de los partidos políticos, bregaba por la emancipación del género humano, ya fuera a través de una ciencia preocupada por las injusticias sociales, de los proyectos de extensión universitaria o de la solidaridad obrero-estudiantil.
Antes de analizar la red estudiantil construida por los jóvenes que se propusieron la identificación de la Reforma con la revolución social, detengámonos en el horizonte político que la Rusia bolchevique abrió en las izquierdas argentinas.
Ante las noticias de la Revolución rusa
La prolongación de la Primera Guerra Mundial dividió al movimiento socialista mundial entre una fracción que apoyó a los respectivos ejércitos nacionales y otra que, persistiendo en el internacionalismo, se asumió neutral. En cambio, entre los anarquistas la posición ante el conflicto bélico no produjo demasiadas escisiones: las diversas fracciones tendieron a coincidir en que se trataba de una guerra imperialista entre Estados a los que el anarquismo combatía. Sería la Revolución rusa la que fragmentaría tanto al movimiento socialista como al anarquista y la que, de igual modo, posibilitaría una breve convergencia entre socialistas revolucionarios y anarquistas bolcheviques.
En efecto, casi todo el anarquismo argentino y una parte importante del socialismo interpretaron el acontecimiento ruso no como una respuesta particular a características locales, sino como el inicio de una ola revolucionaria internacional en la que se jugaba la emancipación de la humanidad. Como mostró Edgardo Bilsky,8 esa "aceleración" de los tiempos revolucionarios motivaba el renacimiento de la militancia de todo el arco de las izquierdas argentinas. Entre los socialistas se discutía el reemplazo de la vía parlamentaria y gradualista (que venían impulsando, en confrontación con los anarquistas, desde fines del siglo XIX) por una vía revolucionaria. Quienes se adhirieron a esta última vía animaron la fracción Claridad del Partido Socialista (PS) e intentaron, sin éxito, que el IV Congreso Extraordinario del PS, de enero de 1921, se vinculara a la Internacional, o bien se incorporaron al Partido Socialista Internacional (PSI).9 Por su parte, los anarquistas creyeron que los tiempos revolucionarios necesitaban una renovación de su proyecto cultural y la unificación del movimiento obrero. Así, además de enviar a Rusia a un militante obrero para vincular el movimiento argentino con los revolucionarios soviéticos, emprendieron nuevos intentos para que la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) del V, de identidad anarcocomunista, convergiera con la FORA del IX, sindicalista.10
Por esos años tenían lugar en España masivas movilizaciones e insurrecciones obreras, al tiempo que en Alemania e Italia se abría un "trienio rojo". A partir de una minuciosa reconstrucción de la militancia anarquista, Andreas Doeswijk sostiene que también Argentina tuvo su trienio rojo. Este se compuso de los numerosos conflictos sociales desplegados entre noviembre de 1918 y diciembre de 1921: las huelgas rosarinas y porteñas de los policías agremiados en sindicatos anarquistas, la Semana Trágica, las huelgas en La Forestal, el Verano Rojo, la huelga de los maestros de Mendoza, la huelga de los marítimos, la Huelga de las Bombas y los reclamos de los peones de Santa Cruz en 1921.11 Tanto los miembros del PSI como los anarcobolcheviques alentaron estas movilizaciones, pero fueron los segundos quienes lograron mayor inserción en los conflictos, sobre todo gracias a los puestos clave que ocuparon hasta 1922 en la FORAV. Entre los líderes anarcobolcheviques se encontraban Enrique García Thomas (quien financió la mayoría de los emprendimientos editoriales), José Vidal Mata, Elías Castelnuovo, Hermenegildo Rosales, Pierre Quiroule, Eva Vivé, Atilio Biondi, Julio R. Barcos, Nemesio Canale, Antonio Gonçalves, Sebastián Ferrer, Leopoldo Alonso, Santiago Locascio, José Torralvo y los jóvenes militantes estudiantiles, Juan Lazarte y Luis Di Filippo.
Más allá de la discusión en torno de un trienio rojo argentino, el estudio de Doeswijk sobre los anarcobolcheviques, así como el de Roberto Pittaluga y las investigaciones basadas en los archivos de la Internacional Comunista, ponen de manifiesto dos rasgos que renuevan la historiografía de las izquierdas argentinas y sugieren características poco exploradas del movimiento estudiantil. En cuanto al anarquismo, la investigación de Doeswijk cuestiona la idea (que consiguió instalar en 1925 el libro El anarquismo en el movimiento obrero de Diego Abad de Santillán y Emilio López Arango) de que el movimiento anarquista argentino, en su totalidad, se opuso ya en 1917 a la Revolución rusa, pues desde un comienzo habría sido evidente que los soviets, en lugar de disponer una organización descentralizada afín a la doctrina libertaria, respondían a un estatismo dictatorial. En contraste con esa descripción, Doeswijk muestra, por un lado, que entre 1917 y 1919 todo el anarquismo argentino apoyó la revolución de los soviets e incluso incorporó términos marxistas como "dictadura del proletariado", "ejército rojo" y "prerrevolución". Por otro lado, este autor prueba que fue en 1919 cuando efectivamente el movimiento anarquista se escindió en una fracción "pura" (enfrentada al autoritarismo bolchevique) y otra "anarcobolchevique" (para la que el comunismo bolchevique era la etapa previa al comunismo libertario), que recién en 1921 fue un bando minoritario entre los anarquistas.
En efecto, a pesar de ser descalificados como "camaleones" y "anarcodictadores" (e incluso de ser considerados "enemigos directos" del movimiento anarquista), hasta mediados de los veinte los llamados anarcobolcheviques argentinos persistieron en el acercamiento del anarquismo a la Revolución rusa y mantuvieron relaciones con la Internacional Comunista. En cuanto a esta relación entre Rusia y la izquierda argentina, aunque la historiografía del comunismo argentino sostuvo que desde un comienzo el PSI fue admitido por la Internacional, los archivos de esta muestran que ello ocurrió a mediados de 1922. Hasta entonces la Internacional tendió a creer que el movimiento obrero argentino tenía su dirección revolucionaria en los agiornados y bolchevizados exanarquistas, que, evolucionando hacia concepciones marxistas, editaron entre abril y mayo de 1919 en Buenos Aires el diario obrero Bandera roja y, luego de su clausura, el diario rosarino El Comunista (1920-1921) y el porteño El trabajo (1921-1922), y prometían a la Internacional tanto la unificación de las FORAS como su inscripción en la Internacional Sindical Roja.12
La confianza de la Internacional no carecía de respaldo. El PSI se vinculaba a los emisarios rusos, apoyaba la Revolución rusa desde su semanario La Internacional y buscaba insertarse en los sindicatos. Pero eran los anarcobolcheviques quienes lograban más inserción en los conflictos sindicales. Esto se debía a que, además de editar los mencionados periódicos obreros, los anarcobolcheviques militaron en obrajes y fábricas, participaron de las instancias resolutivas de la FORA del V y de la FORA del IX y crearon colecciones de folletos y mensuarios político-culturales, entre los que se destacaron Cuasimodo (Panamá, 1919-1920; Buenos Aires, 1921) y Vía Libre (Buenos Aires, 1919-1922).
La recuperación de las diversas publicaciones anarcobolcheviques les permitió a Doeswijk y Pittaluga reponer los tensos debates que se abrieron en el movimiento obrero y cultural argentino luego de la insurrección obrera de la Semana Trágica (enero de 1919) y de la inmediata organización de las derechas en torno de la Liga Patriótica Argentina (LPA) y la Gran Colecta Nacional de la Iglesia católica. Pero ambas investigaciones dejaron sin rastrear la presencia de los militantes libertarios y filobolcheviques entre los líderes de la Reforma Universitaria, así como su vinculación con el movimiento obrero. El rescate de distintas revistas estudiantiles editadas entre 1919 y 1922 nos permitirá precisar los rasgos de esa minoría que intentó radicalizar la Reforma.
Los periódicos estudiantiles porteños Bases, Clarín e Insurrexit
El ciclo creciente de protestas obreras, por un lado, y la militarización de los civiles que se plasmó en la fundación de la LPA, por el otro, insinuaban los límites del liberalismo democrático yrigoyenista. Ante ello, muchos obreros se sumaron a las organizaciones políticas y sindicales. Los estudiantes reformistas de Córdoba decidieron vincularse al movimiento obrero local de orientación comunista, en cambio, la mayoría de los porteños se identificó con un nacionalismo antiizquierdista, latente desde su participación en 1910 en las guardias civiles antiobreras de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo. Entre los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, ese nacionalismo fue difundido por el Colegio Novecentista y sus Cuadernos (1917-1919), mientras que, entre los estudiantes de la Facultad de Derecho, circuló a través de la Revista Nacional (1919-1921) y la Unión Universitaria. Pero el nacionalismo antiobrero también resonaba en la füba, cuya asamblea de mayo de 1919 decidió la separación de la FUA, en disconformidad con las posiciones obreristas asumidas por la FUC y aprobabas por la FUA, y publicó un manifiesto que llamaba al resto de las federaciones regionales a tomar la misma decisión. La pequeña federación tucumana secundó a la porteña, pero las otras federaciones persistieron en el acercamiento de los estudiantes a las izquierdas.
Ante el fracaso de una orientación izquierdista de la FUBA, el joven Gregorio Bermann organizó el apoyo porteño a los jóvenes cordobeses a través de una Federación de Asociaciones Culturales (1918-1920), el estudiante de derecho José María Monner Sans consiguió que el Ateneo de Estudiantes Universitarios abriera sus "puertas al rumor de las luchas que libran oprimidos y opresores"13 y editara el periódico Clarín, mientras que el joven Juan Antonio Solari se encargó de publicar, también en Buenos Aires, el periódico socialista bolchevique Bases. Tribuna de la Juventud. Iniciativas estudiantiles similares se registrarían en Córdoba, Rosario y La Plata, lo que dio inicio a un ciclo de radicalización estudiantil que inauguraba un novedoso periodismo político y convergía con la revitalización del anarquismo y el socialismo que se registraba en el movimiento social.
Hasta entonces, los grupos estudiantiles habían editado revistas voluminosas y de aparición bimestral, centradas en cuestiones culturales y reclamos estudiantiles, como Ariel. Revista mensual de ciencias, letras y artes (1914-1915), Ideas. Órgano del Ateneo de estudiantes universitario (1915-1919) y los Cuadernos (1917-1919). Quienes intentaban prolongar el estallido de la Reforma en un movimiento político-cultural, que no solo democratizara las casas de estudio sino que también batallara por una Revolución social, debían reemplazar ese periodismo por uno que les permitiera intervenir en cuestiones políticas coyunturales y establecer fluidos contactos con otras publicaciones (estudiantiles, políticas o sindicales) que se definieran revolucionarias. Para ello, fundaron revistas de diez o doce páginas y de accidentada frecuencia semanal o quincenal, entre las que la mencionada Bases de Solari fue pionera.
Poco después de la aparición del manifiesto con el que la FUBA se separaba de la FUA, Solari, en colaboración con los jóvenes Eduardo Rodríguez Berdier, Luis de Villalobos y Ubaldo Pepe (a los que se sumaría su futura esposa y militante anarquista Herminia Brumana), puso a circular una revista quincenal que llamaba a los estudiantes a participar en la FUBA desde la defensa del liberalismo igualitario del panteón argentino y las simpatías socialistas por la Revolución rusa. El primer número de esta revista se abría con un epígrafe, suerte de manifiesto inaugural, que declaraba:
Bases mejores y más fuertes sobre las que levantaremos, con amor y con inteligencia, en obra de bondad, de verdad y de belleza, una Argentina más libre y civilizada entre los países civilizados y libres del mundo nuevo que llega.14
Los editoriales, notas breves, reseñas y recuadros que llenan los ocho números de esta publicación no dejan dudas de que "el mundo que llega" es el que ha sido abierto por la Revolución rusa.
Esas páginas también sugieren que la "obra de bondad, de verdad y de belleza" se completa, en el plano teórico, con el socialismo romántico de la generación del 37 (difundido en la sección titulada "El mandato de nuestros muertos") y, en el práctico, con la participación en las iniciativas obrero-estudiantiles del movimiento de la Reforma. Abandonando la neutralidad de las revistas que hasta entonces habían editado los estudiantes argentinos, Bases declaraba su solidaridad absoluta con todos los artículos publicados en sus páginas y llamaba a los estudiantes a leer dos publicaciones abiertamente probolcheviques: Documentos del Progreso, definida como una "muy recomendable publicación que registra los [hechos] más importantes de la historia social contemporánea", y el "excelente magazine interamericano" de "sano liberalismo" Cuasimodo, que editaban en Panamá los entonces anarcobolcheviques Nemesio Canale y Julio R. Barcos.15
Bases circuló tanto entre los grupos estudiantiles como entre los socialistas. Su señalamiento de un inminente mundo nuevo no solo buscaba la radicalización estudiantil, sino también la del PS. Entre 1919 y el IV Congreso Extraordinario, desarrollado en enero de 1921, los centros que componían el PS discutieron enérgicamente la adhesión a la vía revolucionaria recorrida por Rusia o la permanencia en la vía parlamentaria y gradualista. En sintonía con los discursos del senador Enrique del Valle Iberlucea y la intervención de las revistas porteñas Claridad (1920), Germinal. Publicaciones mensuales (1920-1921) y los mencionados Documentos del Progreso, Bases quiso evitar que en el PS primara un parlamentarismo que negaba el momento revolucionario abierto por Rusia. De ese intento (que Solari abandonaría luego de que el IV Congreso decidiera la distancia del PS con la Internacional) son claras muestras, además de las reiteradas menciones al excepcional momento revolucionario, el saludo a "un pueblo que de la libertad hizo su condición, de la generosidad su culto y de la justicia su idea", que realiza la breve nota de tapa "¡Viva Rusia!",16 y el entusiasmo ante el avance de los maximalistas en Varsovia, Berlín, Budapest, Roma, Londres y París, que formula "El triunfo bolcheviki en Europa y en Asia", otra breve nota de tapa.17
Bases expandió su entusiasmo maximalista más allá de los límites porteños: su definición revolucionaria de la Reforma fue saludada y retomada por una serie de publicaciones estudiantiles, ligadas tanto al socialismo bolchevique como al anarcobolcheviquismo, que pronto tramarían una red nacional. Adelantemos aquí que, desde Córdoba, Mente declaró en su primer número que:
Bases fue la primera y mejor tribuna que en estos últimos tiempos, frente al furioso despertar de las fuerzas reaccionarias, levantara la juventud libre para gritar fuerte y sin miedo su protesta y sus ideas, y debe ser leída por todos los hombres conscientes y dignos que en el país y fuera de él luchan por las ideas de justicia social.18
Bases también se convirtió en una referencia para La Gaceta Universitaria. Órgano de la Federación Universitaria de Santa Fe (1919-1920). Esta trascribió las notas en las que su par porteña les pedía a los estudiantes que se negaran a enfrentar la bandera argentina contra los trabajadores y que prefirieran ser acusados de "agitadores profesionales" antes que "defensores del orden". Así mismo, Solari fue el corresponsal argentino y encargado de la distribución local de la publicación montevideana Ariel, revista editada entre 1919 y 1931 por el Centro de Estudiantes homónimo que fundó el joven Carlos Quijano. En 1920 Ariel se definía reformista y filobolchevique, y Solari la vinculaba con los reformistas porteños más radicalizados. En efecto, por ese entonces aparecieron colaboraciones de Liborio Justo, Gregorio Bermann y José Belbey, un estudiante ligado al socialismo que fundó un grupo estudiantil y la revista La Cureta (1918-1921) orientados a radicalizar la Reforma en la facultad porteña de Medicina.19
En Buenos Aires, la prédica de Bases convivió con Clarín, otro periódico estudiantil que confirma la existencia de la minoría estudiantil revolucionaria. En agosto de 1919 el Ateneo de Estudiantes Universitarios se declaraba del lado de los oprimidos y entre septiembre de ese año y marzo del siguiente editaba diecinueve números, primero quincenales y luego semanales. Para estrechar la Reforma Universitaria con la revolución social, Clarín difundió los manifiestos del grupo parisino Clarté, redactó notas contra el parlamentarismo del PS, criticó el "falso patriotismo" de la LPA, boicoteó la Gran Colecta Nacional, recomendó la lectura de los "meritorios" Documentos del Progreso y se acercó al PSI y al sindicalismo revolucionario. En efecto, el órgano de la FORA del IX anunció que recibió cincuenta ejemplares de las nuevas "Orientaciones y propósitos" del Ateneo, junto con una carta en la que los ateneístas se ofrecían como "oradores, organizadores o cooperadores de los mítines o actos públicos que esa Federación acuerde":
creemos altamente saludable para la colectividad este diario contacto entre los hombres de estudio y los trabajadores, ya que aquellos no podrán nunca, a nuestro juicio, tener un concepto real y completo de los múltiples problemas de la vida, mientras permanezcan encerrados en sus gabinetes de estudio sin conocer directamente las condiciones de existencia, modos de ser, de sentir y de pensar de la gran mayoría de los hombres, constituida por las masas proletarias. Por otra parte, éstas recibirán así algo de la cultura superior y hasta simplemente general a la que tienen derecho, y que, por la injusta organización social del presente, sólo disfrutan un corto número de privilegiados.20
Sobre esa injusta organización social también escribieron en Clarín intelectuales de una generación mayor, como Alfredo Palacios, José Ingenieros y Julio Barcos, así como el joven Carlos Astrada.21 Pero ni Clarín ni Bases lograron pervivir más allá de mediados de 1920. El primero, por conflictos entre sus miembros; el segundo, por problemas financieros. De todos modos, en la decisión de Solari de cerrar Bases seguramente también pesó la posibilidad de sumarse al grupo "antiparlamentario" Insurrexit, que desde septiembre de 1920 editaría la mítica Insurrexit. Revista universitaria y organizaría conferencias en los sindicatos ligados a los comunistas.
La nueva revista sumaba al emergente periodismo político estudiantil la difusión de las doctrinarias revolucionarias y notas polémicas sobre la organización socialista local, el movimiento estudiantil y el obrero. Así mismo, Insurrexit estrecharía vínculos tanto con la revista cultural ligada a los anarcobolcheviques Cuasimodo como con las revistas estudiantiles revolucionarias de Córdoba, Rosario y La Plata, a las que se uniría en la efímera Federación de Estudiantes Revolucionarios.22
El núcleo cordobés: Mente y La Gaceta Universitaria
En mayo de 1920 aparecía en Córdoba el primer número de Mente, una "publicación de crítica social" que saludaba y continuaba el intento de Bases de estrechar la reforma estudiantil y la revolución social, pero que, en lugar de vincularse al socialismo, lo hacía a los anarcobolcheviques. Luego del epígrafe de Goethe "En el principio era la acción", el editorial inaugural de Mente declaraba, bajo el enigmático seudónimo de "Amelius":
Puede nadie negar que la revolución es el único camino abierto a las muchedumbres desesperadas, hambrientas de pan, libertad y justicia? El único medio de transformación social y económica, para llegar a un régimen comunista? […] Lector! Crees "que se ha derramado la mejor sangre de la tierra y se han destruido las mentes mejores de la raza de Europa", impunemente, para que permanezcas como antes de la lucha sin importarte nada de la humana justicia, o indiferente?23
Ese llamado revolucionario era reforzado por la reproducción de textos provenientes de referentes clásicos del anarquismo, como Enrico Malatesta, Eliseo Reclús, Sebastián Faure, Emma Goldman y Pi y Margall, junto a citas de Lenin y Sorel. Así mismo, Mente conjugó notas firmadas por jóvenes líderes de la Reforma, como Luis di Filippo y Juan Lazarte, con las de anarquistas de larga trayectoria militante, como Rodolfo González Pacheco y José Torralvo, y de importante peso en el movimiento obrero, como Jesús M. Suárez.
El proyecto de Mente es precisado en el manifiesto del grupo Justicia, que abre el segundo número. Allí los reformistas Astrada, Saúl Taborda, Emilio Biagosch, Ceferino Garzón Maceda, Deodoro Roca y Américo Aguilera declaran que
convencidos de que en esta hora en que el mundo insiste en nacer de una nueva civilización, ningún espíritu puede permanecer indiferente a los hondos afanes que lo presiden, a los urgentes problemas que propone su advenimiento y las comunes esperanzas que lo acompañan, sin abdicar la función que le está asignada en la actividad consciente, hermanamos nuestros ideales y lo disponemos para las justas de la voluntad creadora bajo los prestigios de la palabra "Justicia". Suma y síntesis de los anhelos que constituyen el proceso mismo de la historia de los hombres, la erigimos en lema porque solo con ella podemos expresar el contenido mental de nuestra actitud.24
Activos animadores del ala revolucionaria de la Reforma en Córdoba, los seis miembros del grupo Justicia venían difundiendo las iniciativas estudiantiles más radicalizadas de la Reforma en La Gaceta Universitaria. Órgano de la Federación Universitaria de Córdoba, dirigida a mediados de 1918 por Biagosch, La Montaña. Publicación de Córdoba Libre (1918-1919) y la Revista del Centro de Estudiantes de Derecho, también dirigida por Biagosch en 1919. Mente seguramente fue el intento de precisar la ideología de esas iniciativas.
Después de su tercer número, fechado en julio de 1920, Mente parece haber dejado de editarse. Sin embargo, los miembros de Justicia insistieron un tiempo más en una versión anarcobolchevique de la Reforma. Al tiempo que esa versión encontraba eco en La Gaceta Universitaria (desde 1920 dirigida por Lazarte y vinculada a Insurrexit), algunos de esos cordobeses partían a la lejana ciudad de La Plata para desplegarla en su Colegio Nacional.
El núcleo platense: la defensa de la gestión de Taborda
Durante la segunda mitad de 1920, los grupos estudiantiles revolucionarios lograron sus proyectos más audaces. Entre ellos se destaca la llegada a la ciudad de Plata de Saúl Taborda como rector del Colegio Nacional dependiente de la Universidad Nacional de La Plata. En 1919, la Federación Universitaria de La Plata (FULP) había protagonizado una enérgica "huelga grande", a través de la cual, a mediados del año siguiente, logró la renuncia del presidente universitario Ricardo Rivarola y la aplicación de medidas democratizadoras en la universidad. Poco después convocó como rector del colegio a Taborda, quien llegó acompañado de otros tres cordobeses: Héctor Roca (hermano de Deodoro) y los miembros de Justicia Astrada y Biagosch. Roca sería el secretario del colegio, mientras los otros dos se incorporaban a la planta de profesores, a la que sin éxito Taborda buscó incorporar a Barcos como profesor de literatura.25
Durante su breve y resistida gestión, Taborda organizó, junto con el Centro de Estudiantes, un ciclo de "actos culturales" que tuvo una impronta claramente bolchevique y que contó con la presencia de obreros provenientes de sindicatos anarquistas. En el marco del ciclo, en noviembre de 1920, Canale y Barcos disertaron sobre el aniversario de la Revolución rusa. Al mes siguiente, el líder del PSI, Alberto Palcos, pronunció una conferencia sobre la nueva cultura y la civilización que traía Rusia y, en marzo del año siguiente, el dominicano Max Henríquez Ureña se ocupó de "Estados Unidos y la América Latina".26 Si bien es clara la impronta izquierdista de estas iniciativas, ello es más evidente cuando se atiende a que en noviembre de 1920 algunos estudiantes convocaron a una asamblea "para formar un centro tendiente a la normalización del instituto y el objeto de contrarrestar el avance maximalista que en alumnos, profesores y dirigentes viene invadiendo". Así mismo, en un intento de forzar la renuncia de Taborda, treinta y dos profesores presentaron su renuncia colectiva.27
Para quienes buscaban inscribir la Reforma en la izquierda revolucionaria, la defensa de la gestión de Taborda fue decisiva. Entre los reformistas esa defensa se difundió en las revistas estudiantiles platenses Alborada y Germinal (de las que se han conservado muy pocos números) y fue coordinada por el Comité Pro-Afianzamiento de la Reforma Educacional, con sede en el local de la FULP y en el de la FUA. Además de organizar varios actos de apoyo a Taborda, el comité editó La Reforma, periódico de cuatro páginas del que solo se ha conservado el primer número, fechado en febrero de 1921. Entre los anarcobolcheviques, las revistas porteñas Cuasimodo, Vía Libre, Insurrexit y Tribuna Obrera se erigieron como decididas defensoras de la gestión de Taborda.
Con todo, ni el comité ni las revistas lograron mantener una gestión educativa con una impronta tan marcadamente bolchevique. El 29 de marzo de 1921, el profesor que había reemplazado a Rivarola en la presidencia de la universidad, Carlos Melo, y algunos consejeros superiores enfrentados al rectorado de Taborda tuvieron que renunciar. A pesar de ello, la presión sobre Taborda y su grupo no cesó. El 20 de abril fueron apresados los veintiocho estudiantes que desde hacía dos semanas mantenían tomado el colegio y Taborda fue separado de su cargo.
El núcleo rosarino: Verbo Libre, La Antorcha y Germinal
Durante los convulsionados meses de 1920, en que aparecían en Córdoba los tres números de Mente y los jóvenes platenses conseguían la renuncia de Rivarola, un grupo de estudiantes rosarinos fundaba el Centro Cultural Evolución y poco después ponía a circular Verbo Libre. Este "periódico estudiantil de ideas y crítica", según enuncia su subtítulo, tuvo una periodicidad mensual y estuvo dirigido por los jóvenes Augusto Debail y Lorenzo de Felice. Su administrador fue Luis Di Filippo, quien tenía 19 años y que con esta participación iniciaba su prolongada actividad en la prensa libertaria.
Desde Buenos Aires, Bases saludó al grupo rosarino y reprodujo la primera parte de su "valiente y oportuna" declaración de principios. En esa declaración, que deja pocas dudas sobre el tramado de una red estudiantil nacional distante del moderatismo al que se asocia el reformismo argentino, los rosarinos establecen las causas que determinaron la unión:
- Tomando el ejemplo de la Juventud Universitaria de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe nos proponemos seguir su obra libertaria y crear en esta ciudad ambiente donde puedan germinar todas las ideas e iniciativas que implicaron una tendencia renovadora; ideas e iniciativas que apoyaremos y fomentaremos con todos nuestros medios.
- La necesidad de apoyar a las clases proletarias en este movimiento universal de emancipación.
- El deber moral en que nos vemos de oponer a las fuerzas reaccionarias organizadas del país (que con el pretexto del patriotismo obstaculizan el progreso económico e intelectual de las mismas clases proletarias) otra fuerza para contrarrestar su acción.
- Los beneficios que pueden aportar en pro de la causa libertaria la unión de obreros y estudiantes.28
Al igual que los editores porteños de Bases y Clarín, los rosarinos estaban convencidos de que vivían una hora revolucionaria, pero a ello agregaban la vinculación con el anarquismo rosarino y la fundación de una federación estudiantil revolucionaria. En junio de 1920, el primer número de Verbo Libre explicitaba la hermandad con otros grupos y revistas, e iniciaba su prédica y alentaba la coordinación entre grupos estudiantiles mediante la siguiente aclaración:
MENTE - De Córdoba recibimos esta hermosa y valiente revista de ideas. Es de Universitarios de la Córdoba revolucionaria. - Trae un selecto material de lectura, colaborando en ellas Juan Lazarte, Saúl Taborda, Parajón Ortiz, Carlos Astrada, José Mignés Lura y otros. Ha gustado muchísimo. Se ha agotado la venta del 1° número.
ALBORADA - He aquí una simpática revista de La Plata. Es de estudiantes. De los de la nueva generación y lo demuestra cuando afirma: "Los que quieran colaborar en este periódico han de saber decir fuerte y claro lo que piensan, nada de artículos incolores [sic.] y lacrimosos. Los muertos a la huesa". Queremos que las páginas de ALBORADA destilen juventud. Y juventud es rebelión, altivez, azul, perfume, estrella - Pedidos al C.C. Evolución. LA REDACCIÓN.29
El siguiente número incorporó en esa hermandad a la revista estudiantil platense Germinal, a la que saludaba no solo por ser el "síntoma laudable del noble despertar de los estudiantes de este país", sino también porque los "parásitos y los fósiles de la LPA y de la retaguardia encuentran en Germinal uno de sus más adecuados destructores".30 Y, anunciando quiénes deberían participar en la federación revolucionaria, el tercer número de Verbo Libre (agosto de 1920) declaró: "Estudiantes y Obreros. Leed: Germinal - Mente - Alborada y Bases, tribunas del pensamiento libre".31
El saludo de esas tribunas convive en Verbo Libre con citas del mítico anarquista Rafael Barret y notas de Jesús María Suárez, quien dirigía en Rosario El Comunista (diario obrero sucesor, como mencionamos, de Bandera Roja) y era el corresponsal rosarino de la revista cordobesa Mente y la publicación porteña Vía Libre. Además de promover la línea anarquista y bolchevique en la Federación Obrera Local Rosarina, El Comunista vinculó a esa federación con el centro de estudiantes de la Escuela Superior Nacional de Comercio, el Centro Evolución y la Federación de Estudiantes Revolucionarios. Es más, a pesar de declarar su desconfianza ante los intelectuales, El Comunista saludó los proyectos conjuntos de obreros y estudiantes, las iniciativas de la FUC y las revueltas estudiantiles platenses, e incluso difundió las noticias estudiantiles cuando dejó de editarse Verbo Libre.
Los sucesores estudiantiles de este diario serían: La Antorcha. Órgano del Centro de Estudiantes del nuevo Colegio Nacional, dirigida por Luis Di Filippo, y Germinal. Órgano de la Asociación estudiantil de la Escuela Nacional de Comercio, a cargo de Armando Di Filippo. En 1920 se creaba en Rosario un nuevo Colegio Nacional. Para los reformistas, este evento significaba un mayor número de jóvenes que realizarían estudios secundarios pero también la posibilidad de contratar profesores vinculados a la fracción reformista radicalizada. En efecto, La Antorcha alentó el ingreso de Biagosch como profesor y su candidatura como rector. Además, difundió textos de anarquistas, sobre todo de Rodolfo González Pacheco, quien entonces impulsaba el periódico obrero porteño La Antorcha.
En mayo de 1922, Germinal se sumó a la prédica de la revista estudiantil La Antorcha. El lugar de edición era el mismo de Verbo Libre. Además del saludo solidario al Centro de Estudiantes del Nuevo Colegio Nacional, Germinal reprodujo textos de los jóvenes anarcobolcheviques Lorenzo De Felice, Luis Di Filippo y el porteño Elías Castelnuovo, quien colaboraba en Cuasimodo.
Los números conservados de La Antorcha y Germinal muestran que entre 1921 y 1922 ambas, además de vincular a los estudiantes con los obreros anarquistas, propiciaron la fundación de la Federación de Estudiantes Secundarios, participaron de las experiencias educacionales de las escuelas racionalistas y apoyaron la llegada a la Universidad Nacional de Córdoba de Alfons Goldschmidt y Georg Nicolai, profesores judeo-alemanes con los que la minoría revolucionaria cordobesa buscaba aunar la condición de científicos destacados y maestros izquierdistas de la Reforma. En cuanto a los estudiantes universitarios, en marzo de 1921 finalmente se fundaba la Federación Universitaria de Rosario, que editaría desde septiembre la Tribuna Universitaria y tendría una revolucionaria participación en las huelgas rosarinas de ese año. Pero antes los rosarinos intentaron consolidar una federación estudiantil nacional definida como revolucionaria.
Agremiación estudiantil
Los intentos argentinos de radicalizar la Reforma dieron lugar a dos experiencias organizativas. Los colaboradores de Bases, Clarín y Ariel (futuros militantes del socialismo o el comunismo) buscaron que la fua trazara una acción universitaria en sintonía con la Revolución rusa y el combativo movimiento obrero. Para ello, entre otras acciones, editaron desde agosto de 1920 un Boletín de la Federación Universitaria Argentina, en el que convivía la información gremial y el llamado a democratizar las casas de estudio con el saludo a las iniciativas radicalizadas de los estudiantes chilenos y peruanos y la denuncia de las injusticias sociales. En cambio, los editores de Mente, Verbo Libre, Insurrexit y Alborada apostaron por una "Federación de Estudiantes Revolucionarios" que reunieran a los grupos estudiantiles libertarios de las distintas ciudades.
Los líderes de la FUA hacían un llamado a que los estudiantes rosarinos fundaran una Federación Universitaria Rosarina. Esta, junto con la Federación Universitaria de Santa Fe (que funcionaba ya desde 1918) debería dar lugar a la Federación Universitaria del Litoral, que llevaría representantes a la Federación Nacional. En lugar de ello, el Centro Evolución propuso una federación que, recogiendo la tradición anarquista, ya desde su nombre se definiera revolucionaria. En octubre de 1920, las revistas Ariel de Montevideo y Vía Libre de Buenos Aires (y seguramente otras publicaciones) difundieron un "Manifiesto revolucionario" escrito desde aquel centro y las bases de una Federación de Estudiantes Revolucionarios que, según el recuerdo de Lazarte, estuvo compuesta por el Centro Evolución, la FUC, el grupo Insurrexit y el Centro de Estudiantes Revolucionarios de Santa Fe.
En el manifiesto, los estudiantes Lazarte, Di Filippo, José Miguel Lurá, Antonio Navarro, Francisco Bendicente, Eugenio Parajón Ortiz y Ruiz Gómez se dirigían "a los estudiosos y a los hombres nuevos" para sumarlos a la lucha emancipadora. La mayoría de esos nombres habían aparecido como colaboradores en los tres números de Mente, e incluso Di Filippo había utilizado las páginas de esa revista para anunciar la federación revolucionaria. En efecto, el segundo número de Mente publicaba "A definirse", una nota en la que Di Filippo denunciaba que la Reforma era un "movimiento liberal-burgués", que, a excepción de la Federación de Estudiantes Rosarinos, no se interesaba por el problema obrero. Allí mismo el joven autor de la nota declaraba que la juventud universitaria debía realizar un encuentro para definirse "con la Revolución o contra ella. Sin términos medios. Se tiene fiebre de aspiraciones máximas. El pueblo quiere saber quiénes somos".32
Ese encuentro seguramente se realizó a mediados de 1920 en Rosario, cuando los cuatro grupos argentinos fundaron la Federación Revolucionaria y decidieron que, durante el primer año, su sede estuviera en Rosario y en el segundo, en Buenos Aires. Pero recuerda Lazarte que
no pudo avanzar ni consolidarse. La reacción y la segregación de sus componentes la liquida, no llegando a reunirse el congreso que se había preparado en Buenos Aires. Los componentes de este sector estudiantil tienen acción en la Semana de Enero, hasta la gran Huelga Revolucionaria campesina y proletaria de la provincia de Santa Fe que llevara a la acción más de 100 gremios, tiene relación también con los conatos revolucionarios de un sector de la Alianza Libertaria.33
Disuelta la federación, Lazarte publicó en el diario anarcobolchevique El Trabajo un nuevo llamado a que los estudiantes tengan "como individuos y como gremio […] una conciencia clara de su misión social frente a la inmensa clase de desheredados, frente a la gran injusticia de la propiedad junto a las necesidades de la Revolución".34 Y para clarificar esa misión proyectó, junto con otros reformistas radicalizados, una editorial libertaria de escala nacional: José Torralvo en Santa Fe, Juan Lazarte en Córdoba, Julio R. Barcos en Buenos Aires y Luis Di Fillipo en Rosario se encargarían de fundar una revista y una editorial "que contribuyan al enriquecimiento de la cultura libertaria entre los elementos estudiosos del país".35
Por entonces la FUC y su Gaceta Universitaria se quejan de la indecisión política de la conducción vigente de la FUA y, para remediarla, llaman a convertir el Comité de Agitación Liberal, compuesto por grupos estudiantiles y obreros, en la base de un sindicato central de obreros y estudiantes.36 Poco después iniciaban un debate sobre el alcance de su acción estudiantil similar al que había tenido lugar en la FUBA en 1919, pero su resolución era la inversa. Frente a una próxima asamblea en la que se discutiría la condición de la FUC de "institución estrictamente gremial" y la pertinencia de que su acción no sea de "estricto carácter universitario y educacional", la junta directiva proponía que La Gaceta Universitaria se convirtiera en
una escuela de estudio de libérrima discusión de los problemas colectivos, estudios y discusión que por sus caracteres de seriedad y de ilustración científica, puedan servir con eficacia a los estudiantes y al proletariado, al cual nos sentimos vinculados por más de un recuerdo de confraternización y de gratitud y por más de un objetivo común en la vida de nuestro propio ambiente social.37
La asamblea aprobó una resolución que, además de esa solidaridad obrero-estudiantil, reconocía "la justicia que asiste a la clase obrera en su lucha contra la clase capitalista" y le otorgaba a La Gaceta Universitaria "libertad completa para dar cabida en sus columnas a toda publicación firmada de cualquier tendencia ideológica moderna".38 La figura del estudiante como un actor más en la lucha por la emancipación de la humanidad ya había quedado esbozada, pero las intervenciones del poder ejecutivo que se iniciaron en 1922 sobre las universidades y el retroceso del ciclo de protestas obreras dificultarían la construcción de proyectos obrero-estudiantiles duraderos.
De revolucionaria a antiimperialista latinoamericana
En 1923 poco queda de la red de periódicos estudiantiles revolucionarios que aquí recuperamos. El escenario político en el que actuaba esa red había sufrido importantes trasformaciones. El nuevo presidente nacional, Torcuato de Alvear, apoyó el reingreso de gobiernos universitarios antirreformistas y obstaculizó el funcionamiento de la FUA y sus regionales. Además, la disminución de los conflictos obreros y el fracaso de las insurrecciones europeas obligaron a los estudiantes radicalizados a ensayar nuevos posicionamientos políticos.
Varios de los animadores de aquellos periódicos revolucionarios orientaron su militancia a proyectos anarquistas o comunistas que excedían la universidad, mientras que las nuevas revistas reformistas se alejaron del "periodismo político" para recuperar una intervención cultural que mantenía una relación mediada (y alejada de la coyuntura) con la política. El caso paradigmático de esa reorientación culturalista lo ofrecen los doce números de la prestigiosa revista platense Valoraciones (1923-1928), pues allí varios líderes de la "huelga grande" de 1919, guiados por el maestro Alejandro Korn, difundieron las corrientes antipositivistas (sobre todo el neokantismo) y las vanguardias estéticas. Con ello estos líderes buscaron renovar los planes de estudio positivistas pero también mostrar que el antipositivismo no era afín al nacionalismo como había propuesto el Colegio Novecentista y sostenía el Centro de Estudiantes de la Facultad porteña de Filosofía y Letras, sino a un "socialismo ético" ligado al antibolchevique PS.39 La preeminencia de lo cultural también se advierte en el reformismo rosarino, cuando se compara Verbo Libre, Germinal y La Antorcha con dos publicaciones posteriores que comparten varias firmas, Brújula (1926) y La Luciérnaga (1926-1927). Otra variación reformista fue propuesta por los jóvenes porteños que fundaron Inicial (1923-1927). Priorizando el gesto rupturista de la "nueva generación", sus editores publicaron notas en las que el antipositivismo se conciliaba tanto con un antiparlamentarismo bolchevique y emancipatorio como con uno fascista y antisemita.40
Frente a esas tendencias, el ala radicalizada se agrupó en tres nuevas revistas que resultarían decisivas en el reemplazo del internacionalismo, que apostaba por una inminente revolución, por un latinoamericanismo orientado a denunciar el imperialismo estadounidense. Por un lado, desde Córdoba Julio Acosta dirigió a la publicación Córdoba, un "decenario de crítica social y universitaria" que entre 1923 y 1925 difundió colaboraciones de los miembros del grupo Justicia y otros líderes reformistas cordobeses, en las que ya no prima el entusiasmo revolucionario pero continuaba el intento de inscribir el movimiento universitario en la cultura de izquierdas. En afinidad con ellos, el boletín porteño Renovación (1923-1930), que dirigió el joven Gabriel Moreau bajo la iniciativa de José Ingenieros, priorizó la circulación de artículos y ensayos (provenientes de líderes estudiantiles argentinos y latinoamericanos) sobre los intentos de democratizar las universidades y el antiimperialismo, y en 1925 se convirtió en el órgano de la Unión Latino Americana (suerte de partido de intelectuales inspirado en el grupo Clarté y orientado por Ingenieros y Palacios).41 A ellos se sumó en 1925 Sagitario, revista platense fundada por tres líderes reformistas que abandonaban el proyecto de Valoraciones para editar hasta fines de 1927 el órgano cultural de la Unión Latino Americana.
Junto a esas diversas reorientaciones del movimiento reformista, se difuminaba la presencia del anarquismo entre los universitarios, aunque la reflexión y militancia pedagógica libertaria continuarían siendo importantes. Como ha mostrado Doeswijk, hacia 1925 la mayoría de los militantes anarcobolcheviques se reincorporaron al anarquismo "puro"; primero animaron la Alianza Libertaria Argentina y en las décadas siguientes la Federación Anarco Comunista Argentina y la Unión Socialista Libertaria. Los líderes estudiantiles anarcobolcheviques Luis Di Filippo y Juan Lazarte siguieron un recorrido ligado a esos grupos, mientras que Julio R. Barcos, con su ensayo Política para intelectuales de 1931, bregó por la adscripción al yrigoyenismo.
Como señalamos en la introducción, la trama estudiantil bolchevique que aquí reconstruimos no fue recordada por la historiografía de la Reforma (a la que se han incorporado recientemente las revistas, la correspondencia y otras fuentes que solían descalificarse como "menores") ni por la historiografía anarquista y socialista (sin interés en mostrar el entusiasmo de estas corrientes políticas ante los inicios de la Revolución rusa). A ello se sumó la operación sobre los propios itinerarios que realizaron varios líderes de esa fracción radicalizada. En efecto, en los años treinta Biagosch, Roca y Bermann continuaban reconociéndose como líderes del ala radicalizada de la Reforma, Lazarte la reivindicaba en el citado balance y los antiguos insurrexits Hipólito Etchebéhère y Mika Feldman partían a Berlín tras una inminente revolución comunista.42 En cambio, Astrada, Taborda, Monner Sans y Solari nada dirían de su intento de acercar la Reforma al bolcheviquismo, pues los dos primeros se identificaban con un nacionalismo acusado de simpatizar con el fascismo y los dos últimos militaban en las filas del PS.
Para concluir, subrayemos que el recorrido por las diversas revistas estudiantiles radicalizadas, además de complejizar la historiografía de la Reforma, ilumina un significativo intento de reformular las identidades de izquierdas. Con ello esta investigación sugiere que, en su intento de recuperar sus diversas expresiones, la historia de las izquierdas latinoamericanas necesita atender no solo a las grandes líneas organizativas, sino también a los pequeños grupos y las breves revistas que surgieron de la confrontación con dichas líneas y que, para los historiadores, comienzan a ser visibles cuando se introducen fuentes historiográficas que tendieron a ser poco valoradas.
Notas
1 Alberto Ciria y Horacio Sanguinetti, Los Reformistas (Buenos Aires: Jorge Álvarez, 1968); Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en América Latina (1918-1938): el proceso de la Reforma Universitaria (México: Siglo XXI, 1978); Pablo Buchbinder, ¿Revolución en los claustros? La Reforma Universitaria de 1918 (Buenos Aires: Sudamericana, 2008); Hugo Biagini, La contracultura juvenil. De la emancipación a los indignados (Buenos Aires: Capital Intelectual, 2012).
2 Juan Lazarte, Líneas y trayectorias de la Reforma Universitaria (Buenos Aires: Argos, 1935); Bernardo Kleiner, 20 años de Movimiento Estudiantil Reformista, 1943-1963 (Buenos Aires: Platina, 1964); Gustavo Hurtado, Estudiantes, reforma y revolución (Buenos Aires: Cartago, 1990); Horacio Tarcus, "Revistas, intelectuales y formaciones culturales izquierdistas en la Argentina de los 20", Revista Iberoamericana 208-209 (2004): 749-772.
3 Andreas Doeswijk, Los anarcobolcheviques rioplatenses (1917-1930) (Buenos Aires: CEDINCI, 2013); Roberto Pittaluga, Soviets en Buenos Aires (Buenos Aires: Prometeo, 2015).
4 Metodológicamente, nuestra reconstrucción, por un lado, se apoya en la identificación de las revistas culturales como una vía fundamental para recuperar la complejidad del campo intelectual, tal como lo realizan Beatriz Sarlo, "Intelectuales y revistas: razones de una práctica", Cahiers du crigoal 9-10 (1992): 9-16; y Jacqueline Pluet-Despatin, "Une contribution a l'histoire des intellectuels: les revues", Les Cahiers de L'IHTP 20 (1999): 125-136. Por otro lado, esta investigación retoma los señalamientos sobre las redes político-intelectuales, en cuanto que receptoras y difusoras de identidades políticas, propuestos por Horacio Tarcus, "Introducción. La historia intelectual y la problemática de la recepción", Marx en la Argentina (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007) 21-59.
5 Especialmente, Gabriel del Mazo, comp. La Reforma Universitaria (La Plata: Centro de Estudiantes de Ingeniería, 1941); Reforma Universitaria y cultura nacional (Buenos Aires: Raigal, 1955); y La Reforma Universitaria. Una conciencia de emancipación en desarrollo (Buenos Aires: Centro de Estudios Reforma Universitaria, 1956).
6 Entonces existían en Argentina cinco universidades: las de Tucumán y Santa Fe eran provinciales e impartían saberes relativos a las industrias regionales, mientras que las de Córdoba y Buenos Aires eran nacionales y estaban orientadas a la formación de profesionales liberales; la universidad platense era nacional e impartía carreras de ambos perfiles. En cuanto a la impronta clerical-conservadora de la universidad cordobesa, importantes investigaciones recientes han advertido que no fue monolítica y que el malestar mayor provenía no de la impronta clerical, sino del carácter cerrado que tenía la planta docente, ver: Pablo Buchbinder, Historia de las universidades argentinas (Buenos Aires: Sudamericana, 2005) y, sobre todo, Ana Clarisa Agüero, "Local / nacional. Córdoba: cultura urbana, contacto con Buenos Aires y lugares relativos en el mapa cultural argentino (1880-1918)", tesis de doctorado en Historia (Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2010).
7 La presidencia de Yrigoyen (1916-1922) implicó el desplazamiento de la élite económica del poder ejecutivo, pues Yrigoyen pertenecía a la Unión Cívica Radical, partido que congregaba a las clases medias y populares en torno de la correcta aplicación de la Constitución Nacional. Además, su gobierno abrió un inusitado diálogo entre el poder ejecutivo y el movimiento obrero, interrumpido temporalmente con la represión de enero de 1919, bautizada como la "Semana Trágica". Sobre el vínculo de los primeros reformistas cordobeses con el radicalismo, ver: Gardenia Vidal, "La Reforma Universitaria de 1918 y la Unión Cívica Radical", Historia política. Web. Disponible en: http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/Vidal.pdf.
8 Edgardo Bilsky, La Semana Trágica (Buenos Aires: CEAL, 1984).
9 Surgido en enero de 1918 como una escisión del PS, el PSI defendió la posición neutral ante la Guerra Mundial, participó de las contiendas electorales y, desde la fundación de la Internacional Comunista o III Internacional (marzo de 1919), buscó ser reconocido como la sección argentina del Partido Comunista. Si bien adoptó ese nombre en diciembre de 1920, recién a mediados de 1922 fue reconocido por la Internacional como el único representante argentino. Ver: Daniel Campione, "El Partido Comunista de la Argentina. Apuntes sobre su trayectoria", El comunismo: otras miradas desde América Latina, eds. Elvira Cocheiro et al. (México: UNAM, 2007) 176-215; Víctor Jeifets, "La derrota de los 'Lenins argentinos': La Internacional Comunista, el Partido Comunista y el movimiento obrero de Argentina, 1919-1922", Pacarina del Sur. Revista de pensamiento crítico latinoamericano 6 (2011). Web.
10 Durante la primera década del siglo XX, el anarquismo tuvo un importante peso en el movimiento obrero argentino. Los orígenes de la FORA se remontan a 1901. Cuatro años después, en su quinto congreso, la Federación se identificó con los principios del comunismo anárquico. Poco después, los sindicatos partidarios de los principios del sindicalismo revolucionario (que encontrarían en Sebastián Marotta a su principal líder y divulgador) se separaron para fundar nuevas centrales: primero la Unión General de los Trabajadores, en 1909 la Confederación Obrera Regional Argentina y en 1915 la FORA del IX Congreso. Esta surgía del fracasado intento de unificar el movimiento obrero argentino y reunía a sindicalistas revolucionarios, socialistas y unos pocos anarquistas, pues la mayoría permanecía en la antigua FORA anarcocomunista, desde entonces bautizada "FORA del V" y entre 1919 y 1922 "FORA Comunista". El intento de reunificar las dos federaciones se reemprendió en 1919 y, en parte, se concretó en 1922, cuando la FORA del IX y varios gremios independientes y libertarios inscritos en la FORA del V crearon la Unión Sindical Argentina (USA).
11 Sobre esos conflictos contamos con las valiosas investigaciones de Julio Godio, La Semana Trágica (Buenos Aires: Hyspamérica, 1986); Edgardo Bilsky, La Semana Trágica (Buenos Aires: CEAL, 1984); Alejandro Jasinski, Revuelta obrera y masacre en La Forestal (Buenos Aires: Biblos, 2013); Gastón Gori, La Forestal (Buenos Aires: Mauro Yardin, 2006); Adrián Ascolani, "Una ciudadanía restringida, tensiones en torno a los derechos y las obligaciones del magisterio. La gran huelga de 1921, Santa Fe, Argentina", Educação em foco 15 (2011): 1-29; y Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde (Buenos Aires: Planeta, 2002).
12 Ver, sobre todo: Juan Greco y José Penelón, "Informe de la delegación argentina", 1922. Fondo de la Internacional Comunista, CEDINCI. La saga de diarios obreros anarcobolcheviques se completa con La Rebelión (Rosario, 1913-1918), El Libertario (Buenos Aires, 1923) y La Rebelión (Buenos Aires, 1925-1926).
13 "Orientaciones y propósitos", Ideas. Órgano del Ateneo de Estudiantes Universitarios 22 (1919): 77.
14 Bases 1 (1919): 3.
15 Bases 1 (1919): 4.
16 "¡Viva Rusia!", Bases 4 (1920): 1. La colección completa de esta revista puede consultarse en el portal América Lee del CEDINCI: http://americalee.cedinci.org/portfolio-items/bases.
17 "El triunfo bolcheviki en Europa y en Asia", Bases 5 (1920): 1.
18 Mente 1 (1920): 16.
19 Natalia Bustelo, "Arielismo, Reforma Universitaria y socialismo bolchevique, la revista Ariel (1919-1931)", Polémicas intelectuales, debates políticos, las revistas culturales del siglo XX, Leticia Prislei (Buenos Aires: FFyL, 2015) 49-86.
20 "Ofrecimiento del Ateneo Universitario", La Organización Obrera. Órgano oficial de la Federación Obrera Regional Argentina 95 (1919).
21 Sobre las definiciones anarcobolcheviques del joven Astrada, ver: Natalia Bustelo y Lucas Domínguez Rubio, "Vitalismo libertario y Reforma Universitaria, los escritos filosófico-políticos de Carlos Astrada", Políticas de la memoria 16 (2015): 295-310.
22 Tarcus, "Introducción"; Horacio Tarcus, "Insurrexit. Revista universitaria (19201921)", Lote 8 (1997). Web. Disponible en: http://www.fernandopeirone.com.ar/Lote/nro008/rcinsurre.htm.
23 Mente 1 (1920): 1.
24 "Manifiesto del grupo 'Justicia'", Mente 2 (1920): 1; Vía Libre 11 (1920): 4.
25 Junto con Astrada y Biagosch ingresaron como profesores los siguientes intelectuales porteños, también identificados con el maximalismo: Alberto Palcos, Carmelo Bonet, Roberto Giusti, Carlos Scotti, Leopoldo Hurtado y Alberto Massa. Sobre el reformismo platense, ver: Hugo Biagini, ed. La Universidad de La Plata y el movimiento estudiantil. Desde sus orígenes hasta 1930 (La Plata, EDULP: 2001); y Osvaldo Graciano, Entre la torre de Marfil y el compromiso político (Bernal: Univeridad Nacional de Quilmes, 2008).
26 "Conferencias del Sr. Alberto Palcos", El Argentino [La Plata] dic. 20, 1920; y "Conferencia en el Colegio Nacional", El Argentino [La Plata] mar. 2, 1921. Palcos participaba activamente en la fracción radicalizada de la Reforma en Buenos Aires, pero además era parte del comité central del PSI y director de La Internacional.
27 "Colegio Nacional", El Argentino [La Plata] nov. 15, 1920.
28 Bases 7 (1920): 8.
29 Verbo Libre 1 (1920): 4.
30 Verbo Libre 3 (1920): 2.
31 Verbo Libre 3 (1920): 2.
32 Luis di Filippo, "A definirse", Mente 2 (1929): 13.
33 Lazarte 34.
34 Juan lazarte, "Los estudiantes y la política", El Trabajo [Buenos Aires] sep. 24, 1921.
35 "Una buena iniciativa", Cuasimodo 21 (1921): 23. Seguramente, esa iniciativa es la que dio lugar a la editorial Grupo Anarquista Los Comunistas, en la que aparecieron las obras de Pierre Quiroule Unificación] y Entre obreros.
36 "Necesidad urgente de un Congreso Universitario" y "Sindicalización de estudiantes y obreros", La Gaceta Universitaria (1921): 2. Ese número también informa que se constituyó en la Casa del Estudiante una comisión formada por los estudiantes Lazarte, Alfredo Morcillo y Edmundo Tolosa (militante del PS) para acercar socorros a los trabajadores que en Rusia son víctimas de la miseria y del hambre. Su contratapa publicita la existencia de un Comité local Pro-Hambrientos de Rusia. Esto confirma el vínculo con los grupos obreros que impulsaba la FUC. En esta revista se aclaraba que "se ha invitado igualmente a la F. O. Provincial y a la F. O. Local, y centros culturales de esta ciudad a fin de llevar una acción conjunta que pueda responder a propósitos tan plausibles". En: La Gaceta Universitaria (1921) sep. 15.
37 "El conflicto de la F. U.", Revista de Derecho y Ciencias Sociales del Centro de Estudiantes de Derecho de Córdoba 6 (1921): 98.
38 "El conflicto de la F. U." 100.
39 Graciano 80-90.
40 Daniel Alterman, "Inicial: del reformismo al protofascismo en el período de entreguerras (1923-1927)", El Matadero 3 (2004): 55-81; y Fernando Rodríguez, "Inicial. El frente estético-ideológico de la nueva generación", Inicial. Revista de la nueva generación (1923-1927) (2005): 7-44.
41 Alexandra Pita González, La Unión Latino Americana y el Boletín Renovación. Redes intelectuales y revistas culturales en la década de 1920 (México: Colegio de México, 2009).
42 Horacio Tarcus, "Historia de una pasión revolucionaria. Mika Feldmann e Hipólito Etchebehre, de la Reforma Universitaria a la Guerra Civil Española", El Rodaballo 11-12 (2000). Web. Disponible en: http://www.fundanin.org/tarcus2.htm.
OBRAS CITADAS
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Archivos
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