La garza colorada (Agamia agamí) (Gmelin, 1789), es una especie monotípica, poco común, solitaria y críptica de hábitos diurnos y muy difícil de observar (Hilty y Brown, 1986; Stier y Kushlan, 2015; Stier et al., 2017). Habita áreas próximas a cuerpos y cursos de agua en bosques bajos, pantanos, manglares y humedales (Hilty y Brown, 1986; Stier y Kushlan, 2015) y generalmente con un comportamiento en el cual, se percha escondida sobre ramas, troncos y raíces de vegetación herbácea o a lo largo de la ribera de ríos y cuerpos de agua realizando movimientos lentos durante su desplazamiento (Stier y Kushlan, 2015; Kushlan y Hines, 2016). Presenta una distribución Neotropical que abarca gran parte de Centro y Suramérica (Hilty y Brown, 1986; Stier y Kushlan, 2015). Ocurre desde el sureste de México extendiéndose por Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Colombia hasta el noreste de Ecuador, sureste de la Guyana francesa a través de Surinam y Guyana, Venezuela, Perú, Bolivia y norte de Brasil (Hilty y Brown, 1986; Stier y Kushlan, 2015).
En Colombia se distribuye desde el oeste de Santa Marta hasta el Atlántico (valle del Magdalena) y norte de Chocó (Hilty y Brown, 1986); norte de Cundinamarca (Hilty y Brown, 1986), y en general en los departamentos de Amazonas (Hilty y Brown, 1986), Córdoba (Estela y López-Victoria, 2005; Ruiz-Guerra y Echeverry-Galvis, 2019), Casanare y Meta (Acevedo-Charry et al., 2014), principalmente asociada a tierras bajas menores a los 300 m, con algunos registros puntuales en los Andes orientales de Colombia a 2600 m. s. n. m (Hilty y Brown, 1986; Stier y Kushlan, 2015; UICN, 2020). Respecto a su estado de conservación a nivel nacional es Preocupación Menor (LC) (Renjifo et al., 2016) y a nivel mundial se encuentra catalogada como Vulnerable (VU) (UICN, 2020); debido a que presenta una distribución discontinua y poco conocida, y a que se estima una disminución a nivel poblacional en su rango de extensión principalmente por la pérdida y deterioro de sus hábitats de alimentación y anidación (Stier y Kushlan, 2015; UICN, 2020).
En cuanto a su representatividad, son varios los registros documentados para A. agami a lo largo de su rango de distribución, aunque, se evidencia un elevado número de observaciones de la especie hacia la parte occidental; se resalta una baja frecuencia de observación hacia la región de los llanos orientales de Colombia (Tabla 1). Esto es congruente con lo reportado por Arbeláez-Cortés (2013) y Avendaño et al. (2017) al mencionar que los departamentos del oriente del país presentan un número bajo de estudios y publicaciones, destacando que la mayoría de las contribuciones de la avifauna orinoquense se concentra en localidades cercanas a las cabeceras municipales de los departamentos de Arauca y Meta (Avendaño et al., 2018).
A este respecto, se ha reportado que, pese al incremento de investigaciones ornitológicas en la Orinoquia colombiana durante los últimos años en temas relacionados a listas de especies, nuevos registros y ampliaciones de distribución, siguen siendo insuficientes y se presentan vacíos de información en estos tópicos (Umaña et al., 2009; Arbeláez-Cortés, 2013; Avendaño et al., 2017). Razón por la cual, los registros que reportamos en el presente estudio confirman la ocurrencia de A. agami en el departamento de Vichada, amplían su rango de distribución hacia el oriente del país y contribuyen al conocimiento de la avifauna en ecosistemas de Altillanura.
A través de las observaciones ad libitum realizadas durante los recorridos de búsqueda y caracterización de la fauna asociada, a los monitoreos propuestos en el Acuerdo para la Conservación de Bosques Tropicales de Colombia (por sus siglas en inglés TFCA), en el río Bita y a la identificación de las aves de la Reserva Natural de la Sociedad Civil Bojonawi (RNSC Bojonawi), reportamos los primeros registros de A. agami en cuatro localidades del departamento de Vichada y ampliamos su rango de distribución hacia la parte oriental del país.
En la primera localidad (05° 50' N y 068° 47' W, 63 m.s.n.m.), la cual está ubicada en una laguna de rebalse de la cuenca media del río Bita, el 18 de marzo de 2019 a las 10:41 h registramos dos individuos adultos de garza colorada a una distancia aproximada de 20 m (Figs. 1b-c y 2a). En la segunda, tercera y cuarta localidad comúnmente conocidas como La Laguna del Pañuelo (06° 05' N y 067° 29' W, 50 m.s.n.m.), y localizadas en la RNSC Bojonawi, el 19 de octubre, 7 y 8 de noviembre de 2019 observamos dos (juveniles), un (adulto) y cinco (cuatro adultos y un juvenil) ejemplares a 20, 30 y 10 m, respectivamente (Figs. 1b-d y 2b-c). Los registros mencionados correspondieron a individuos juveniles y adultos, que se encontraban perchados sobre las raíces de chigo (Campsiandra comosa) Benth. y de cocomono (Eschweilera parviflora) (Aubl.) Miers forrajeando a lo largo del borde del cuerpo de agua sobre un plano fangoso, y desplazándose lentamente sobre las raíces de la vegetación arbórea y arbustiva presente en ambas lagunas; comportamiento que concuerda con lo reportado por Stier y Kushlan, (2015). Finalmente, los avistamientos terminaron con vocalizaciones de alerta (Hilty y Brown, 1986) y desplazamientos lentos acompañados de vuelos cortos (Stier y Kushlan, 2015) hacia el interior del bosque denso de galería donde se perdió el rastro de estos. Cabe resaltar, que las observaciones mencionadas correspondieron a registros auditivos y visuales confirmados a partir de las características diagnósticos de la especie, principalmente por el patrón y coloración de su plumaje y al contraste exhibido entre el cuello largo, patas amarillas cortas y el tamaño corporal mediano que presenta esta garza (Hilty y Brown, 1986; Stier y Kushlan, 2015).
Si bien, existen varios registros recientes de la garza colorada hacia el extremo occidental de los llanos orientales, principalmente en los departamentos de Casanare y Meta, se exhibe una ausencia hacia la zona oriental de la región (Fig. 1b y Tabla 1). A este respecto, las observaciones realizadas en las cuatro localidades mencionadas representan los primeros registros de A. agami para el departamento de Vichada, y confirman su ocurrencia hacia la parte más oriental de la Orinoquia colombiana, ampliando su rango de distribución en 369 km en línea recta teniendo como punto de referencia más cercano a la localidad de la Reserva de Altagracia (AICA), municipio de Trinidad en el departamento de Casanare (eBird Obs: S63215704). Asimismo, validan la presencia de la especie en bosque denso de galería circundante a cuerpos de agua, lo cual, concuerda por lo reportado por Renjifo y Velásquez-Tibatá (2014) al indicar que 50,57 % de su representatividad en el país, se da en este tipo de cobertura vegetal.
Por otro lado, la ausencia de información biológica de A. agamia en el departamento de Vichada, puede ser explicada a su difícil observación, a sus hábitos crípticos, a la presencia en áreas de complicado acceso (Stier y Kushlan, 2015) y al comportamiento migratorio estacional que presenta (Stier et al., 2017); este último siendo un aspecto poco estudiado para las aves migratorias que encuentran en los esteros y lagunas, zonas inundadas y playas de ríos de la Orinoquia colombiana hábitats estacionales esenciales durante su ciclo de migración (Stiles, 2004; Ocampo-Peñuela, 2010).
No obstante, y a pesar de su amplia distribución A. agami es una especie documentada como rara y poco estudiada, por lo cual no se conocen con certeza su período migratorio y desplazamientos estacionales (Stier et al., 2017). Recientemente, Stier et al. (2017) han reportado un rango de acción de 200 km2 durante las etapas de anidación y alimentación, destacando la necesidad de grandes áreas de uso, principalmente de humedales para suplir estas necesidades biológicas (Stier y Kushlan, 2015).
En este sentido, la movilidad de la garza colorada y su ocurrencia localizada en los llanos orientales puede ser explicada en parte a las demandas energéticas generadas por los prolongados desplazamientos y a la búsqueda de sitios de forrajeo a lo largo de su rango de acción. Sin embargo, deben realizarse mayores esfuerzos de investigación para confirmar dicha afirmación.
Consideramos que los estudios enfocados en la generación de nuevos registros y listas de especies son básicos y descriptivos, a su vez, son importantes para conocer la biodiversidad a escalas local y regional, razón por la cual, es necesario enfocar esfuerzos por documentar este tipo de observaciones y hacer disponibles los registros que confirman la ampliación de rangos de distribución (Vásquez-Ávila et al., 2019). Igualmente se sugiere realizar investigaciones que evalúen el estado actual de la especie, dado que, características biológicas y ecológicas tales como la baja tasa reproductiva, el aislamiento reproductivo, el bajo número de sitios de anidación, el bajo número de individuos y el desconocimiento del tamaño poblacional y ciclo migratorio, exponen un panorama de riesgo y dificultan el avistamiento de especímenes en el departamento y en su rango de distribución (Stier y Kushlan, 2015; Stier et al., 2017). En este sentido, se considera necesario evaluar la presencia y estado poblacional de A. agami, con el fin de determinar la influencia de las localidades reportadas como sitios posibles de alimentación, refugio, reproducción y anidación esenciales para su conservación a nivel departamental y regional.