Señor editor:
La pandemia ha causado estragos en la salud mental. Un metaanálisis reciente publicado en General Hospital Psychiatry, correspondiente al volumen 80 de enero-febrero de 2023, demostró que los pacientes infectados por coronavirus (SARS-CoV-2) presentan depresión; sin importar la alta heterogeneidad de los estudios seleccionados en dicha investigación; preocupa que la prevalencia de depresión subsista con una variabilidad del 12 al 55 % (Mazza et al., 2023). En efecto, pormenorizadamente la depresión subsiste en imprecisiones diagnósticas y terapéuticas 1, dado que existen diversos tipos de depresión: trastorno depresivo menor, trastorno depresivo mayor, melancolía, depresión rasgo, depresión suicida, etc.
Por ende, es más razonable hablar de depresiones que de depresión monopolar o someramente emocional. Al respecto, las depresiones son padecimientos que deben ser tratados por médicos especialistas en psiquiatría y psicólogos clínicos, utilizando tratamientos basados en la evidencia, como los psicoterapéuticos, psicofarmacológicos, tratamientos combinados, tratamientos neuropsiquiátricos, y finalmente la psicocirugía; esta gama de abordajes exige advertencias clínicas que son conocidas por especialistas de la salud mental actualizados. Pese a esto, la eficacia de psicofármacos en depresión, en cualquiera de sus presentaciones, puede ser infructuosa. En efecto, considerando la dificultad de diagnosticar depresión en pacientes que padecieron Covid-19, coincidimos con el estudio de Mazza et al. 2, que evidencia una alta tasa de deprimidos; así mismo, en el entendido de que una alta proporción de pacientes con cuadros y síndromes depresivos no responde a tratamientos psicofarmacológicos, sugerimos añadir al itinerario terapéutico las siguientes perlas clínicas:
Tratamiento novedoso | Características | Advertencias clínicas |
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Estimulación cerebral profunda (DBS) | • Procedimiento quirúrgico reversible. | • A pesar de ser remota la presencia de eventos asociados (AE), se puede presentar: convulsión, infección, dolor de cabeza, confusión, dificultad para concentrarse, accidente cerebrovascular. |
• Se colocan electrodos en áreas cerebrales que transmiten estimulación eléctrica. | ||
• Las tasas de respuesta pueden superar el 50 % de pacientes. | ||
• Durante el proceso de estimulación puede incluir AE: sensaciones de entumecimiento u hormigueo, opresión en la cara o el brazo, problemas del habla, problemas de equilibrio, mareos, visión (por ejemplo, visión doble) y cambios de humor no deseados, como ira y depresión. | ||
• Los resultados obtenidos después de las sesiones no son extraordinarios, sin embargo, en pacientes intratables con medicamentos se justifica su eficacia. |
Fuente: elaboración propia basada en Papp (3).
Es deseable que el profesional de la salud mental que desee intervenir en una depresión resistente elabore un análisis de gravedad, diferenciando la resistividad depresiva del resto de los tratamientos específicos para los subtipos de depresión. Así mismo, las depresiones grave, mayor o crónica pueden conducir al suicidio, sin embargo, advertimos que el tratamiento de la conducta suicida poco o nada tiene que ver con la resistividad depresiva, puesto que el riesgo suicida es un problema de salud mental paralelo e independiente de los trastornos mentales, por ende, la suicidalidad implica una fenomenología característica que exige tratamientos ad hoc4. Por uno u otro caso, recomendamos que los casos de depresión comórbidos con la suicidalidad se atiendan conociendo la historia de vida y las diferencias individuales del paciente, lo que sugiere una actualización en dichos tópicos. Si la infección por SARS-CoV-2 es catastrófica de tratar, más aún si se le suma una depresión resistente, que debe ser diferenciada de los subtipos depresivos y el riesgo suicida.