Introducción
En las elecciones presidenciales chilenas de 2017 triunfó la coalición de derecha con 54,6%, mientras que la coalición de centro-izquierda obtuvo 45,4%. El hecho de que la derecha haya obtenido la más alta votación en la región de la Araucanía (62,4%) —donde se concentra el conflicto entre el Estado chileno y el pueblo Mapuche— inmediatamente llevó a asumir que los indígenas volvían a inclinarse por esa tendencia. Lo anterior parece contradecir estudios que han demostrado que no es posible inferir una preferencia de los indígenas por la derecha y que existen particularidades territoriales relevantes para considerar (Morales y González, 2011; Toro y Jaramillo, 2014).
Este artículo aborda dos dimensiones del comportamiento de los indígenas en materia electoral en Chile: su asistencia a votar y la inclinación ideológica electoral que eventualmente podrían tener. Esto se hace a partir de datos administrativos que permiten analizar cuantitativamente la elección presidencial de 2017, estudiando en qué medida el tamaño de la población, la pobreza y la tasa de población indígena inciden en la participación como en sus preferencias electorales. Además, se estudia en profundidad las comunas que presentan tasas de población indígena que superan el 50%. Además, se indaga el impacto de los cambios en las reglas del juego electoral, los cuales incluyen el sistema de votaciones —que pasó de registro voluntario-voto obligatorio a registro automático-voto voluntario— y el sistema electoral.
1. Marco teórico
En este trabajo se indaga sobre un aspecto específico pero relevante de la literatura en relación con el eventual comportamiento electoral diferenciado que pueden tener ciertos grupos, en particular los pueblos indígenas, en términos de participación y preferencias. Sobre la primera, existe una extensa acumulación teórica y empírica.1
En este artículo se identifican tres cuerpos de literatura relevantes: la primera es la teoría de "disponibilidad de recursos", la cual observa los recursos que los individuos tienen para participar en la arena política, incluyendo los niveles de ingreso, de educación y de membresía a ciertas organizaciones (Verba, Lehman y Brady, 1995; Haime, 2017). Estudios demuestran que la participación electoral aumenta en personas con niveles de educación e ingreso más alto (Montero, Font y Torcal, 2006; Klesner, 2009). No obstante, otros estudios muestran que ciertos grupos desaventajados participan en mayores niveles de lo esperado debido a la "autoconciencia" de grupo (Miller, Gurin, Gurin y Malanchuk, 1981). La participación de los segmentos más pobres puede darse también por vínculos no programáticos o clientelares entre actores políticos y electores (Kitschelt y Wilkinson, 2007; Luna, 2010; Calvo y Murillo, 2012).
El segundo cuerpo teórico ha puesto énfasis en las condiciones institucionales que afectan la participación, incluyendo aspectos como la obligatoriedad-voluntariedad del voto, el sistema electoral, la penalización por no concurrir a votar y las condiciones de inscripción de los ciudadanos (Blais y Dobrzynska,1998; Geys, 2006). Esta dimensión es crucial en Chile, toda vez que en 2012 se pasó de voto obligatorio a voluntario y en 2017 se implementó una reforma al sistema electoral,2 por lo que se convirtió en un laboratorio natural para examinar el impacto de dichas reformas.
La tercera dimensión afirma la relación con los factores sociodemográficos. Benny Geys (2006) concluye que mientras menor sea el tamaño de la población y más próxima al elector sea la autoridad por elegir, más alta es la participación electoral, porque en localidades con baja concentración demográfica existirían mayores oportunidades de interactuar y se produciría un efecto de socialización que impacta en el comportamiento de los ciudadanos.
1.1 Determinantes de la participación electoral en Chile
Hasta aquí se ha constatado la relevancia de ciertas determinantes socioeconómicas, demográficas e institucionales en la probabilidad de ir a votar. Para el caso de Chile, Contreras y Navia (2013) entregan un convincente argumento al mostrar un factor generacional que explica tanto la inscripción como la participación electoral. En 1988 la dictadura militar convocó a un plebiscito donde se consultó si Pinochet debía o no continuar por ocho años más. En aquella ocasión gran parte de la población se inscribió voluntariamente. Luego de recuperada la democracia en 1990, quienes cumplían 18 años tendieron a no inscribirse pues era voluntario realizar ese procedimiento, lo que produjo un efecto de congelamiento del padrón electoral. Así, en el periodo 1989-2009 concurrió a votar una masa cercana a los siete millones de electores socioeconómicamente diverso, pero que representan a un segmento etareo que progresivamente ha envejecido. Advierten, eso sí, que cuando se controla por edad efectivamente la participación está asociada a mayores niveles de educación —y, por ende, mayor nivel socioeconómico—. Al establecerse en Chile un sistema de registro automático y voto voluntario en 2009 se redujo significativamente la participación, aunque en forma diferenciada de acuerdo al tipo de elección y a ciertas determinantes socioeconómicas y territoriales. Así, en las elecciones municipales pasó de 58% en 2008 a 36% en las elecciones de 2016. En las elecciones presidenciales pasó de una tasa de participación de 59% en la segunda vuelta de 2009 a 49% en la segunda vuelta de 2017.
Estudios recientes que analizan la participación electoral bajo un sistema de votación voluntaria (Contreras y Morales, 2015), destacan la combinación de variables socioeconómicas con el factor coyuntural de la competencia partidista como elemento explicativo de la asistencia a votar. Estudiando las elecciones municipales de 2012, concluyen que en comunas con mayor concentración de pobres y con baja competencia entre candidatos, la participación es menor. Así, se debería esperar mayores niveles de participación en sectores rurales más que urbanos y en caso de sectores urbanos la participación debería ser mayor entre sectores acomodados. Además, Matías Bargsted et al. (2015) y Daniel Brieba (2015) sostienen que mientras mayor es la concentración poblacional en comunas, menor es la participación.
1.2 Preferencias electorales y voto indígena en Chile
Respecto de los determinantes de las preferencias ideológicas, se ha encontrado una relación curvilínea entre el nivel socioeconómico y el voto de derecha, esto es, son los extremos más pobres y más ricos quienes tienden a votar por la derecha. Con la centro-izquierda ocurre el fenómeno inverso —de U invertida—, la mayor votación se concentra en los sectores medios. Esto se explicaría por la penetración de los partidos de derecha —y particularmente la Unión Demócrata Independiente (UDI)— en los sectores populares, disputando votos al centro y a la izquierda (Altman, 2004).
Respecto de los indígenas, como en su mayoría son de nivel socioeconómico bajo y como los sectores políticos de derecha han tenido históricamente un buen rendimiento electoral en la región de la Araucanía —donde se concentra una significativa proporción de electores mapuche—, se ha atribuido un vínculo estrecho entre autoidentificación indígena y el voto de derecha. Esto se explicaría por los vínculos clientelares prevaleciente en zonas rurales (Gundermann, 2007). Sin embargo, estudios cuantitativos han contribuido a derribar este supuesto. Analizando las elecciones presidenciales de 2009, Mauricio Morales y Jaime González (2011) concluyen que, si bien a nivel agregado existe una relación positiva entre el porcentaje de población indígena y el voto favorable a la derecha, se deben observar diferencias dentro y entre las regiones. Sostienen que en el caso de comunas del norte se da una relación más robusta entre población indígena y voto de derecha que en la región sur, con una relación más débil en la región de la Araucanía y una relación incluso inversa en la región de Los Lagos. Se muestra que en comunas que concentran alta población indígena, con baja densidad de habitantes, rurales y distantes de grandes centros urbanos se incrementa la probabilidad de votar por la derecha.
Sergio Toro y Nathalie Jaramillo (2014), por su parte, analizan la misma problemática centrándose en el electorado mapuche y considerando las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2009. Concluyen que mientras mayor es la composición indígena la preferencia por candidaturas de derecha es negativa y significativa, tendencia que es más pronunciada en las elecciones de diputados y senadores que en la presidencial. En el ámbito de las presidenciales se obtiene una correlación positiva y significativa entre mesas con altos porcentajes de indígenas y candidaturas de centro y de izquierda.3
Los estudios cualitativos sobre el comportamiento electoral de los indígenas enfatizan la relevancia de patrones de clientelismo y la existencia de una cultura de negociación y de voto estratégico de los indígenas (Durston, 2005; Gundermann, 2007). Lo anterior comenzaría a cambiar en la medida en que se produce un incremento de la conciencia identitaria indígena, reflejándose en cambios en las lógicas transaccionales en las que se adoptaría lo que John Durston (2012) denomina semiclientelismo.
2. Metodología e hipótesis
Con el objetivo de responder a las preguntas de participación y preferencias electorales de los indígenas en Chile se elaboró una base de datos con distintas variables en el ámbito nacional —346 comunas—.4 Se utilizaron como fuentes el censo de población y vivienda 2017, tamaño de población por comuna y proporción de población indígena en cada comuna, (INE, s. f.); la Encuesta Casen 2015, pobreza multidimensional (Ministerio de Desarrollo Social, s. f.);5 y el Servicio Electoral, participación electoral y de identificación política de la elección presidencial 2017, (Servel, s. f.).
Se construyeron dos modelos de regresión múltiple para explicar los factores que inciden en la participación electoral y en la preferencia ideológica de los indígenas en el ámbito nacional. Se utiliza este tipo de modelo cuando la variable dependiente es cuantitativa y las independientes cuantitativas o cualitativas. En este último caso deben transformarse en variables artificiales y luego se incorporan a la ecuación. Para cada uno de los modelos se verificaron los supuestos de su uso y en ambos casos se cumplían —normalidad, independencia, no colinealidad y homocedasticidad—.
El modelo sobre participación electoral incluye las variables independientes porcentaje de pobreza en la región, porcentaje de población indígena en la comuna, tamaño de población según tramos y zona del país. El modelo de preferencia política tiene como variable dependiente el voto por la candidatura de derecha de Sebastián Piñera en la segunda vuelta de la elección presidencial de 2017 y como variables independientes el porcentaje de pobreza de la comuna, el porcentaje de población indígena en la comuna, la zona del país.
Se utilizó el porcentaje de pobreza multidimensional y no se incorporan cada una de sus dimensiones, ya que en el ámbito comunal no es posible desagregar la información, puesto que la Encuesta Casen de 2015 tiene estimaciones para 139 comunas de Chile (Ministerio de Desarrollo Social, s. f.). Para complementar estos resultados, el Ministerio de Desarrollo Social generó estimaciones de la tasa de pobreza multidimensional para las comunas sin representatividad en la Encuesta Casen, utilizando la metodología SAE, la cual no permite tener estimaciones para cada una de las dimensiones que constituyen el indicador de pobreza multidimensional (Ministerio de Desarrollo Social, 2018).
Según los datos del Censo 2017, la población que se autoidentifica como indígena en Chile alcanza 12,8%. Las regiones de mayor población indígena —en proporción al total de la región— son Arica y Parinacota (34,9%), Araucanía (33,6%) y Aysén (28,2%). Con la excepción de la Región Metropolitana, que es donde más población indígena absoluta hay, en el norte del país es donde reside la mayoría de quienes se identifican como Aymara y en el sur quienes se identifican como Mapuche.6
Luego de analizar los datos nacionales —346 comunas—, se seleccionaron las quince comunas con más proporción de población indígena —más de 50% hasta 85%— para observar su comportamiento electoral. Se seleccionaron siete comunas con alta población indígena de la zona norte7 y ocho comunas de alta población indígena en el sur.8 Para el caso de la zona sur, se incluyeron, además, seis comunas de control con características sociodemográficas similares a aquellas con alta población indígena de la misma zona, salvo su baja concentración de población indígena —menos de 30%—.9 Para la zona norte no fue posible contar con comunas de control porque no hubo características sociodemográficas que hicieran plausible una comparación.
Siguiendo lo expresado por la discusión teórica precedente, las hipótesis que se testearon respecto a la participación electoral para elecciones presidenciales son las siguientes:
Tanto en comunas de menor tamaño poblacional como en las grandes ciudades, la participación electoral tenderá a bajar (Altman, 2004). En comunas pequeñas, en un escenario de voto voluntario, las candidaturas pierden interés en capturar electores por el costo que implica llegar a ellos; además, la participación debería ser mayor en elecciones locales más que en nacionales por la cercanía de la candidatura con sus electores (Geys, 2006). En las grandes urbes los vínculos tienden a ser menos personales, por lo que es más probable esperar menores niveles de participación electoral.
A mayor proporción de población indígena en una comuna la participación será más baja, debido a que se desarrolla un sentido identitario que no encuentra referentes políticos a los cuales apoyar. Las tasas de participación deberían ser mayores en elecciones locales donde compiten líderes indígenas (Espinoza, 2017).
A mayor nivel de pobreza multidimensional en la comuna menor será la participación electoral, debido al supuesto teórico ya discutido de la asociación entre niveles socioeconómicos y participación.
Por otro lado, las hipótesis que se testearon respecto de la preferencia electoral son:
Mientras más pequeñas sean las comunas —tamaño de población— mayor será la tendencia a votar por la derecha, debido a los vínculos históricos clientelares de aquellos sectores y documentados por la literatura (Durston, 2012).
A mayor proporción de población indígena menor es el apoyo a la derecha, debido a que en dichas comunas se desarrollaría un discurso identitario indígena más intenso, lo que favorecería opciones políticas diferentes a las de la derecha (Espinoza, 2017).
Mientras más pobres sean las comunas más votarán por la derecha, debido a la relación clientelar histórica entre el mundo rural y sectores de derecha documentada por la literatura (Luna, 2010; Durston, 2012).
3. Participación electoral general e indígena
Tal como se indicó, desde el retorno a la democracia se ha dado un declive gradual de asistencia a votar. Si en 1989 participó 87% de los ciudadanos mayores de 18 años, en las elecciones presidenciales de 2017 lo hizo el 49%. En las tres elecciones presidenciales entre 1999 y 2009 el promedio de participación en segunda vuelta fue de 64,6%, mientras en las elecciones de 2013 y 2017 la tasa promedio cayó a 50% (PNUD, 2017).
Si se observa la segunda vuelta presidencial de 2017 se aprecia que en el ámbito nacional participó 49% de la ciudadanía habilitada para votar. Al comparar dichos resultados con comunas indígenas se aprecia que en las dos regiones del extremo norte —Arica y Parinacota y Tarapacá— se observaron los niveles de asistencia a votar más bajos del país, junto con la región del extremo sur de Magallanes con poco más de 38%. En las comunas del norte con alta población indígena la participación electoral fue todavía más baja (23,1%). Aquello no se observa en las comunas indígenas del sur, que registran un patrón similar al promedio nacional.
Entonces, ¿la pertenencia indígena es determinante para la participación? Para responder esto se elaboró un modelo de regresión lineal que explica los factores que inciden en la participación electoral en las 346 comunas. La variable dependiente es el porcentaje de participación electoral en la segunda vuelta de la elección presidencial de 2017 y las variables independientes son el porcentaje de pobreza en la comuna, el porcentaje de población indígena en la comuna, el tamaño de la población y la zona del país:
Se obtuvo10 un modelo de regresión con R2 = 0.423 y R2 ajustado = 0.409, lo que significa que las variables consideradas explican el 42,3% de la variabilidad de la participación electoral en las comunas.
Coeficientesa | ||||
---|---|---|---|---|
Modelo | Coeficientes no estandarizados | Coeficientes estandarizados | pvalue | |
B | Beta | |||
(Constante) | 53,288 | *** | ||
% de pobreza | 0,015 | 0,017 | ns | |
% población indígena | -0,331 | -0,690 | *** | |
Menos de 10 000 hab. | -4,100 | -,219 | *** | |
Entre 30 000 y 99 999 hab. | -0,927 | -0,045 | ns | |
Más de 100 000 hab. | -2,011 | -0,088 | * | |
Ref: Entre 10 000 y 29 999 hab. | ||||
Norte | -7,747 | -0,311 | *** | |
Centro | 1,618 | 0,097 | * | |
Ref: Sur | ||||
Interaccion % pobreza % población indígena | 0,004 | 0,357 | ** |
Fuente: elaboración propia. a Variable dependiente: Participación Electoral. *** = p<0,01; ** = p<0,05; * = p<0,10; ns = no sig.
De la lectura de la Tabla 1 se puede concluir que, tal como se planteó en las hipótesis, las comunas más grandes y las más pequeñas observan menores niveles de participación electoral, mientras que las comunas que tienen entre 10 000 y 29 000 habitantes son las que muestran mayor participación. Se advierte, además, mayor participación electoral en la zona centro del país en relación con la zona sur, mientras en la zona norte hay menor participación que en la zona sur.
Asimismo, se confirma que, a nivel general, mayor proporción de población indígena muestra menor participación electoral. Sin embargo, algo que se ha discutido menos en la literatura, ni se había planteado como hipótesis a testear y que resulta del modelo analizado es que en casos de comunas donde interactúan el alto nivel de pobreza y alto porcentaje de población indígena habría una tendencia a mayor participación (Miller et al., 1981), donde la autoconciencia de grupo y los altos niveles de pobreza movilizaban a los electores.11
Dado que a nivel general pareciera existir una relación entre alta población indígena en el ámbito comunal con menor participación electoral, interesó realizar un análisis diacrónico para saber si la elección 2017 constituye una excepción. El problema es que como existen diferentes sistemas de registro antes y después de 2012 no es factible realizar comparaciones. Lo que sí se puede analizar es el número absoluto de votantes que concurrió a votar en cada elección. Si se toma 1999 como punto de referencia, a nivel nacional concurrieron a votar poco más de 7 millones de electores. En la presidencial siguiente (2005) lo hicieron poco más de 6,9 millones, una caída de 1,6% de participación. La reducción en la asistencia a votar se aceleró en 2013 y se mantuvo en niveles similares de caída en 2017 (véase Tabla 2). Puede concluirse entonces que la introducción del voto voluntario tuvo un efecto significativo a partir de 2013, pero la introducción de un nuevo sistema electoral más proporcional en 2017 pareció no tener un efecto relevante en aumentar los niveles de participación en la primera vuelta presidencial, que es cuando precisamente se eligen diputados y senadores al ser elecciones concurrentes.
Municipios | 1999 | 2005 | 2009 | 2013 | 2017 |
---|---|---|---|---|---|
Norte indígenas | 100 | +26,3 | +38,6 | -7,6 | +1,8 |
Sur indígenas | 100 | +3,2 | +8,4 | +0,9 | -7,5 |
Sur no Indígenas | 100 | -2,9 | -3,2 | -13,6 | -23,7 |
País | 100 | -1,6 | -1,1 | -6,7 | -6,4 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Servel (s. f.).
Respecto a las comunas con alta población indígena, tanto en el norte como en el sur la asistencia a votar se incrementó en las elecciones de 2005 y 2009. Para 2013 y 2017, una vez que implementado el voto voluntario, las tendencias son exactamente opuestas entre las comunas indígenas del norte y las del sur. En el sur fue positiva en las de 2013 y en el norte fue positiva en las elecciones de 2017. En las comunas de control para la zona sur tienen un comportamiento más similar a la situación general del país para 2005-2009, aunque allí se manifiesta una tendencia de aumento de menor participación, que lo ratifica que al menos en las comunas indígenas del sur se da un comportamiento diferenciado.
Entonces, tal como la literatura lo ha explicado, hasta 2009 muy probablemente los vínculos informales de clientelismo entre los caudillos locales y electores estimulaban el acarreo electoral en comunas pequeñas indígenas mucho más que la media nacional. En un ambiente de voto voluntario las comunas indígenas tienen un patrón oscilante pero todavía distintivo en comparación con la media nacional. Se advierte un patrón de mayor interés en concurrir a votar en el sur cuando la candidatura más probable de ganar es de centro-izquierda (2013) y en el norte cuando la candidatura más probable de ganar es de derecha (2017).
Otra dimensión de comparación diacrónica se vincula con la tasa de asistencia a votar entre primera y segunda vuelta presidencial (véase Tabla 3). En el ámbito nacional la participación se incrementó levemente entre primera y segunda vuelta en 1999, 2005 y 2017, se produjo una leve caída en 2009 y una muy significativa caída en la de 2013. De nuevo se aprecian comportamientos bastante diferenciados en las comunas con alta concentración de población indígena. Hasta 2009, en general, en las comunas indígenas se produjo siempre una mayor participación en la segunda vuelta, salvo en la zona norte, donde en 2009 se produjo una baja un tanto más intensa que el promedio nacional. Pero a partir de 2013 se ve que en las comunas de la zona norte siempre se produjeron muy significativas bajas de participación entre primera y segunda vuelta. En las comunas indígenas de la zona sur se produjo una caída menor a la media nacional en la elección de 2013 y una participación algo mayor que la media nacional en la de 2017.
Municipios | 1999 | 2005 | 2009 | 2013 | 2017 |
---|---|---|---|---|---|
Norte indígenas | +6,6 | +3,7 | -1,6 | -48,0 | -13,7 |
Sur indígenas | +4,4 | +3,8 | +3,2 | -11,4 | +8,5 |
Sur no indígenas | +3,2 | +1,8 | +1,9 | -12,6 | +11,8 |
País | +1,7 | +0,2 | -0,3 | -18,0 | +5,1 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Servel (s. f.).
A partir de 2013 se cuenta con la información sobre el total de participación electoral y el universo total de electores (véase Gráfica 1). Se observa que, en el caso de elecciones presidenciales, en los municipios indígenas de la zona norte los niveles de asistencia a votar están muy por debajo del promedio nacional; pero, además, en dichos municipios en las dos elecciones presidenciales se observan niveles de participación más bajos en la segunda vuelta que en la primera ronda. Lo anterior no ocurre en los municipios del sur —indígenas y no indígenas— que advierten un comportamiento más cercano al promedio nacional en todos los casos de elecciones presidenciales.
La otra característica es que existen comportamientos muy diferenciados si se trata de una elección nacional o local. De hecho, en las elecciones municipales de 2016 —la única elección de ese tipo efectuada hasta la fecha— la tasa de participación electoral en los municipios con alta población indígena es muy superior al promedio nacional, particularmente en los municipios indígenas de la zona sur (véase Gráfica 1).
De lo analizado hasta aquí se puede afirmar que, en términos generales, donde existen altas tasas de población indígena las tasas de participación electoral son menores; pero, además, esta relación está mediada territorial e institucionalmente. Territorialmente porque en las comunas indígenas del norte se observan tasas de participación muy por debajo de la media de la propia zona norte, de la media nacional y de comunas indígenas en el sur. Así, el predicamento de que en comunas pequeñas se observan tasas mayores de participación por vínculos clientelares históricos no se sostiene en dicha zona. Institucionalmente, porque el cambio del voto voluntario afectó la concurrencia a votar más que la media nacional, particularmente en la zona norte. Sin embargo, cuando la candidatura presidencial fue de centro-izquierda la propensión de los indígenas en el sur fue más intensa que la media nacional y que la zona de control. En las comunas del norte se dio una propensión mayor de participación a la media nacional en 2017, cuando la candidatura fue de derecha. En un ambiente de voto voluntario la movilización parece ser contingente a la competitividad de las opciones que se presentan. Finalmente, la proximidad de la autoridad parece ser un factor clave, aunque parece relacionarse más con el tamaño de la comuna que con el hecho de concentrar alta población indígena.
4. Tendencia ideológica y voto indígena
En las elecciones de 2013 la candidata mejor posicionada fue la expresidenta Michelle Bachelet, de la coalición de centro-izquierda, que marcaba una distancia significativa en las encuestas electorales.12 En la segunda vuelta se enfrentaron Bachelet (62,2%) y Matthei (37,8%), de la coalición de derecha. En 2017 el escenario era totalmente lo opuesto, marcando la preferencia electoral el candidato de derecha Piñera (54,6%) en la segunda vuelta versus el candidato de centro-izquierda Guillier (45,4%).13
En las comunas indígenas del norte se ve una inclinación muy fuerte hacia la candidatura de Piñera, superando en diez puntos la media regional y nacional. En el caso de las comunas indígenas del sur la votación promedio se acerca a lo que obtuvo en el ámbito nacional y es tres puntos más bajo que el promedio de las tres regiones del sur que abarcan dichas comunas. Lo anterior pareciera ser consistente con lo que la literatura ha indicado respecto de la mayor inclinación a la derecha en las comunas con población indígena en el norte y un comportamiento menos marcado en las comunas del sur con alta población indígena.
Para analizar sistemáticamente estos comportamientos, se construyó un segundo modelo de regresión lineal con la votación que obtuvo la derecha —Piñera— en la segunda vuelta. Para este modelo se tomó como variable dependiente el voto de derecha y las variables independientes son el porcentaje de pobreza de la comuna, el porcentaje de población indígena en la comuna, el tamaño de la comuna y la zona del país.
El modelo de regresión lineal obtenido alcanzó un coeficiente de determinación R2 = 0.084 y R2 ajustado = 0.062, lo que significa que las variables consideradas explican 8,4% de la variabilidad de la votación de la derecha —346 comunas—.
Modeloa | Coeficientes no estandarizados | Coeficientes estandarizados | pvalue |
---|---|---|---|
B | Beta | ||
(Constante) | 59,062 | *** | |
% de pobreza | -0,009 | -0,01 | ns |
% población indígena | -0,238 | -0,475 | ** |
Menos de 10 000 hab. | 0,54 | 0,028 | ns |
Entre 30 000 y 99 999 hab. | 0,399 | 0,018 | ns |
Más de 100 000 hab. | -0,47 | -0,02 | ns |
Ref: Entre 10 000 y 29 999 hab. | |||
Norte | -6,047 | -0,232 | *** |
Centro | -3,65 | -0,208 | *** |
Ref: Sur | |||
Interacción % pobreza % población indígena | 0,005 | 0,486 | ** |
Fuente: elaboración propia. a Variable dependiente: porcentaje voto derecha. *** = p<0,01; ** = p<0,05; * = p<0,10; ns = no sig.
De la lectura de la Tabla 4 anterior se puede concluir que el tamaño de las ciudades no es un factor que incida en el aumento o disminución de la proporción de votos de derecha en las comunas, rechazando la primera hipótesis; además, el modelo muestra que la mayor proporción de votos de la derecha se obtiene en la zona sur, confirmando otra de las hipótesis, a mayor proporción de población indígena menor proporción de voto a la derecha en la comuna. Pero existe también una interacción entre el porcentaje de pobreza y el porcentaje de población indígena en la comuna, es decir, si la comuna tiene alta población indígena y elevados niveles de pobreza tenderán a votar por la derecha. La variable que más incide en el modelo es la interacción entre la población indígena y los niveles de pobreza en la comuna.
A nivel agregado se observan datos aparentemente contradictorios: por un lado, la mayor población indígena se relaciona con un menor voto por la derecha, pero la interacción pobreza-población indígena favorecería un voto de derecha. ¿Es consistente esto con el comportamiento específico que han tenido comunas con alta población indígena? Para responder a ello se observó el voto indígena en elecciones sucesivas. En las comunas analizadas se aprecia que en la zona norte indígena el voto hacia las candidaturas de derecha fue más intenso que respecto al promedio nacional, tanto en 2013 como en 2017. Por el otro, el comportamiento de los municipios del sur con alta población indígena observó un comportamiento muy similar al promedio nacional. Finalmente, los municipios del sur con baja población indígena observan un comportamiento similar al promedio nacional en las elecciones de 2013 y mayor apoyo a las candidaturas de derecha en las elecciones de 2017 (véase Tabla 5).
Municipios | 2013 1ra vuelta Der. | 2013 1ra vuelta Cen.-Izq. | 2013 2da vuelta Der. | 2013 2da vuelta Cen.-Izq. | 2017 1ra vuelta Der. | 2017 1ra vuelta Cen.-Izq. | 2017 2da vuelta Der. | 2017 2da vuelta Cen.-Izq. |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Norte indígenas | 44,2 | 55,8 | 47,2 | 52,7 | 52,9 | 47,1 | 64,5 | 35,4 |
Sur indígenas | 33,6 | 66,3 | 36,8 | 63,1 | 48,4 | 51,6 | 55,3 | 44,6 |
Sur no Indígena | 33,8 | 66,1 | 34,1 | 65,9 | 51,9 | 48,1 | 58,7 | 41,2 |
País | 35,7 | 64,3 | 37,8 | 62,2 | 44,6 | 55,4 | 54,6 | 45,4 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Servel (s. f.).
La mayor inclinación por candidaturas de derecha en los municipios del norte no se sabe si se debe al mayor número de votos obtenidos por ese segmento o por la menor participación de los electores de centro-izquierda. Por ejemplo, el incremento de 52,9% al 64,5% de la primera a segunda vuelta presidencial en 2017 podría deberse a que, en un escenario donde el candidato Piñera tiene una ventaja considerable respecto del resto de las candidaturas, los electores de centro-izquierda se abstuvieron de participar.
Para resolver esta inquietud se analiza a continuación ya no el porcentaje de votos obtenidos, sino la diferencia de votos entre la primera y segunda vuelta, para observar lo que podría llamarse una "lealtad coalicional" (véase Tabla 6). En el ámbito nacional, las candidaturas de derecha en la primera vuelta de 2013 movilizaron 2.3 millones de votos, mientras en la segunda vuelta cayeron a 2.1 millón, produciéndose así una reducción de 240 mil votos (-11,4%). En 2017 se produjo el efecto contrario, incrementando la capacidad de movilización de la derecha en 22,3%.
Al observar las comunas con alta población indígena de la zona norte se aprecia una significativa caída en el número de votantes que apoyaron candidaturas de centro-izquierda que en las elecciones de 2013 y 2017. Seguramente, esto tiene que ver con un interés en apoyar una candidatura legislativa en primera vuelta, pero eso no significa participar de la segunda vuelta. Es la zona norte indígena la que observa los mayores grados de "deslealtad coalicional", principalmente con las candidaturas de centro-izquierda, pero algo también con las candidaturas de derecha. En las comunas con alta población indígena del sur aquello solo se dio en 2013 con la candidatura de derecha, pero en el resto se produjo un comportamiento de "lealtad" de primera a segunda vuelta, particularmente con las candidaturas de centro-izquierda.
Municipios | 2013 Der. | 2013 Cen.-Izq. | 2017 Der | 2017 Cen.-Izq. |
---|---|---|---|---|
Norte indígenas | -43,8 | -59,4 | +8,0 | -62,0 |
Sur indígenas | -25,3 | -9,5 | +20,2 | -6,3 |
Sur no Indígena | -13,0 | -13,3 | +22,1 | -2,7 |
País | -11,4 | -22,0 | +22,3 | -16,2 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Servel (s. f.).
Con todo, los resultados agregados ocultan significativas diferencias entre comunas. Para observar la consistencia de votaciones se observó también el promedio de resultados en las segundas vueltas de las elecciones presidenciales entre 1999 y 2017, y las votaciones por candidaturas de partidos de derecha versus centro-izquierda en las elecciones de diputados 2013 y 2017. A partir de allí, se pueden observar cuatro tipos de comunas: Camiña y Colchane, ubicadas en la zona norte, son comunas donde consistentemente la derecha ha obtenido resultados favorables, incluso cuando la derecha llevó una candidatura muy débil, como fue en la elección de 2013, y donde obtuvo más de 60%. Se interpreta este resultado dada la trayectoria histórica de favorabilidad a la derecha en estas comunas, sobre todo en sus elecciones municipales, ambas con alcaldes de Renovación Nacional —partido de derecha— y concejales mayoritariamente de derecha. Aunque ambas comunas tienen altos niveles de pobreza —56,3% y 37,5%, respectivamente—, no son las más pobres de las quince comunas, lo que reafirma la necesidad de observar las características de su historia sociopolítica.
El segundo grupo de comunas —Huara en el norte y Galvarino y Curarrehue en el sur— tienen una tendencia oscilante pero consistente entre el voto presidencial y parlamentario en una misma elección. Por ejemplo, en las elecciones de 2013 se inclinaron mayoritariamente por Bachelet y los candidatos a diputados de centro-izquierda; y en la elección de 2017 se inclinaron mayoritariamente por Piñera y por los diputados de derecha. La explicación sería que estas comunas se comportan estratégicamente según sea el candidato presidencial con mejores opciones para ganar la elección, lo mismo con los candidatos a diputados o alcaldes.
El tercer grupo de comunas —Camarones en el norte y Saavedra y San Juan de la Costa en el sur— son donde consistentemente las candidaturas de centro-izquierda han obtenido mayorías presidenciales y de congresistas desde 2000 a la fecha. La explicación en este caso estaría dada por la fuerte historia de identificación indígena en estas comunas y una trayectoria histórica de candidatos de centro izquierda o en pactos electorales con la centro-izquierda. El caso paradigmático es, sin duda, San Juan de la Costa, que tiene 78% de población indígena y 63,2% de pobreza, pero donde el voto de derecha tiende a ser comparativamente bajo.
Finalmente, el cuarto grupo de comunas —General Lagos, Ollague y Putre en el norte y Alto Bio Bio, Cholchol, Nueva imperial y Tirúa en el sur— muestran un patrón de favorecer candidaturas de centro-izquierda en la presidencial de 2013, diputados de 2013 y diputados de 2017, pero haberse inclinado por la candidatura de Piñera en 2017. La intensidad del voto por la centro-izquierda en las presidenciales para el periodo 2000-2017 es menor, salvo en las comunas de Ollague en el norte y Nueva Imperial en el sur. Para este grupo, el resultado se explicaría por ser comunas que tradicionalmente se inclinaban a la centro-izquierda, pero que en el caso de las últimas elecciones el candidato de esa coalición no logró tener el peso suficiente para convencer al electorado.
Conclusiones
El artículo demuestra que la asistencia a votar en comunas indígenas es contingente a ciertas características socioeconómicas, el tipo de elección, el marco institucional —voluntariedad del voto— y el territorio. ¿Puede presumirse que hay algo peculiar en los niveles de participación electoral en estas comunas indígenas? En relación con el récord histórico de las propias comunas puede afirmarse que sí presentan ciertas particularidades que se asocian con una mayor intensidad de participación hasta 2009 y niveles contingentes de mayor-menor participación luego de implementarse el voto voluntario. Aunque el efecto del voto voluntario debe ser evaluado considerando una mayor cantidad de elecciones, lo ilustrativo y novedoso de este trabajo es que muestra que en comunas indígenas el mayor interés por participar es contingente a la probabilidad de que una candidatura resulte electa y aquello no se muestra con tanta intensidad en comunas no indígenas.
En un ambiente de voto voluntario, la movilización electoral crece en virtud de la probabilidad de éxito de una candidatura y decrece significativamente cuando la candidatura no aparece bien posicionada ante la opinión pública con posibilidades de triunfar. Quizás esto se deba tanto a la percepción de beneficios sociales que podría obtener de triunfar una determinada candidatura y a las redes locales de movilización de electores que ahora funcionan solo si hay posibilidades de éxito.
Otra característica distintiva es la mayor participación en elecciones locales en relación con otras comunas no indígenas, confirmando lo señalado por algunos autores de que la cercanía del líder a elegir es un incentivo poderoso para participar en comunas pequeñas (Geys, 2006). Pero ¿por qué aquello sucede con mayor intensidad en comunas con alta población indígena? Una explicación podría asociarse con la mayor relevancia de la etnopolítica en este tipo de ambientes (Espinoza, 2017) y otra con la relevancia cotidiana que tienen este tipo de municipios en la vida de los indígenas que pueden acceder a programas con pertinencia étnica.
En relación con las preferencias electorales de los indígenas, confirmando lo ya planteado por Morales y González (2011) y Toro y Jaramillo (2014), no es correcto afirmar que los indígenas se inclinan por la derecha. Cuando se consideran las quince comunas que concentran las tasas de población indígena superiores a 50% se observan trayectorias muy disímiles. Se ven comunas en el norte que históricamente han sido de derecha, comunas que en el norte y sur han votado preferentemente a la centro-izquierda, comunas que han oscilado de la centro-izquierda a la derecha y comunas que históricamente han favorecido a la centro-izquierda, pero que en la última elección se inclinaron por la derecha. Lo que expresan estas trayectorias es la existencia de vínculos político-electorales que permanecen en el tiempo, tanto de la derecha como de la izquierda, en comunas con alta concentración indígena. No existe un anclaje entre la autoidentificación étnica y una ideología en particular. No obstante, cuando interactúan determinadas variables —pobreza + autoidentificación étnica— sí tiene un impacto en la participación y la preferencia ideológica. Finalmente, dada la diversidad de trayectorias electorales en el ámbito comunal no se puede afirmar un patrón unívoco de votación indígena.