Introducción
En el siglo xxi, el acceso de las élites económicas a la presidencia en América Latina constituye una nueva forma de captura del Estado, sin intermediarios, que convive con el arraigado perfil empresarial de la clase política (Nercesian 2020). Esta incursión en las instituciones de representación compromete la búsqueda del interés general y desplaza el centro de poder del partido de gobierno a los consejos de administración de los grupos económicos.
Para estudiar la magnitud de este fenómeno en la República Dominicana, se analizan los vínculos partidarios de quienes alcanzan una posición ministerial y se identifica el peso que tienen los partidos, las élites económicas y los perfiles técnicos. En el caso dominicano, los liderazgos personalistas (Jiménez 1999) y la competición clientelar (Benito Sánchez 2023) alimentan un complejo escenario de institucionalización informal y en el que los centros de poder se extienden más allá de la sede de los partidos. Con este propósito, a partir de la tipología propuesta por Camerlo y Castaldo (2024), se categoriza el perfil partidario de los gobiernos de Danilo Medina (2016-2020), del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y de Luis Abinader (2020-2024), del Partido Revolucionario Moderno (PRM), con el fin de identificar los patrones de variación interna que no se aprecian con las clasificaciones dicotómicas tradicionales. El peso y la subordinación de las cúpulas orgánicas oficialistas y aliadas, las élites empresariales y los perfiles técnicos ilustran cómo los partidos dominicanos se alejan del modelo de gobierno de partido (Katz 1986).
Con el objetivo de determinar si estos partidos actúan como centros de poder matriz o como satélites del poder empresarial, y si su subordinación a los intereses económicos podría desdibujar la rendición de cuentas como agentes políticos de primer nivel, el artículo se organiza en cuatro partes.
Tras esta introducción, se presenta el marco teórico, conceptual y metodológico de la investigación. Posteriormente, se caracterizan los perfiles partidistas y la relevancia de las funciones asumidas en el marco de las dinámicas del sistema de partidos y los gabinetes dominicanos. Finalmente, en el apartado de conclusiones, se destacan los hallazgos más importantes de este estudio descriptivo acerca de las variantes de partidismo gubernamental en el presidencialismo dominicano y la potencialidad de la tipología utilizada para futuras agendas de investigación comparada.
Marco teórico, conceptual y metodológico
El carné del partido oficializa el vínculo como militantes de quienes incursionan en la acción política. Con este acto iniciático, se formaliza la lealtad al ideario y a sus dirigentes. El carné otorga derechos como la incorporación a la organización territorial y sectorial, la participación en la toma de decisiones y la posibilidad de elegir cargos directivos.
La militancia en el partido -y, en particular, la posición del aspirante en la estructura jerárquica- son factores decisivos para reclutar los candidatos que formarán parte del gabinete (Bustamante 2016; Giorgi 2014). En este camino hacia el poder, también son factores clave la educación, la trayectoria profesional y los contactos políticos.
Todos estos factores interactúan con el grado de inclusividad de los procesos de selección de candidatos, el tipo de organización, el peso de la identificación partidista en la competición electoral y el control del financiamiento (Siavelis y Morgenstern 2008). Así, cuanto mayor sea la apertura de los procesos selectivos, la burocratización orgánica, el peso de la etiqueta partidaria en la orientación del voto y el control de la recaudación y distribución de fondos, mayor será la probabilidad de que los gabinetes estén formados por miembros del partido o party insiders (Siavelis y Morgenstern 2008).
Esta combinación de variables partidistas favorecería el cumplimiento de las expectativas del modelo de gobierno de partido en el escenario dominicano. Según este modelo, las decisiones importantes de los gabinetes presidenciales se toman en el seno de la organización política o la coalición de partidos de gobierno, y los ministros responden ante el electorado como representantes de su partido (Lleixá 2005).
Por el contrario, con el dedazo, una organización partidaria basada en el patronazgo, que participa en elecciones centradas en el candidato y con una menor dependencia del financiamiento público, favorece la presencia de independientes y agentes de otros grupos de interés que no necesitan el aval del partido (Nercesian y Cassaglia 2019; Siavelis y Morgenstern 2008). Este tipo de agentes son fundamentales cuando las fuerzas políticas buscan puestos (Riker 1962) y cuando las coaliciones de patronazgo se convierten en herramientas eficaces para mantener la gobernabilidad (Bersch, López y Taylor 2022).
El reclutamiento de no partisanos ha sido una de las vías de acción política utilizadas por las élites dominantes para proteger el statu quo en América Latina (Durand 2010; Luna y Rovira 2014; Viguera 1996). La creación de movimientos electorales de independientes antiestablishment (i.e., fujimorismo y uribismo), el control empresarial del gabinete (i.e., la administración de PPK en Perú) o la competición electoral con siglas propias (i.e., Arena y PAN)1 ejemplifican el rol de las élites económicas en la captura de la arena política (Acemoglu y Robinson 2012; Durand 2020). Si bien el apoyo de la comunidad empresarial ha sido clave para el éxito electoral de ciertos partidos (Koivumaeki 2010), el acceso directo al Ejecutivo se destaca actualmente como una de las vías para controlar la acción pública en América Latina.
Los tecnócratas también han ocupado un papel relevante en la región, especialmente a partir de los años noventa, como una solución a las crisis y a la complejidad de los asuntos de gobierno. Ni las democracias europeas han escapado a este fenómeno con la presidencialización de la política y el descrédito de sus partidos tradicionales (Costa, Cotta y Tavares de Almeida 2018). Mientras que algunos consideran a los tecnócratas como meros instrumentos del patrón político (Geddes 1995) o de los grupos económicos (Estrada-Álvarez 2005), otros autores defienden su papel como agentes autónomos, libres del control partidista (Dargent 2014).
El acceso privilegiado de los tecnócratas a la élite de gobierno se sustenta en su capital pragmático racional, así como en su habilidad política y reconocimiento intelectual. Como identificó Joignant (2011), mientras que los tecnócratas suelen monopolizar la administración de la economía, los agentes de un partido pueden acceder a cualquier ministerio y moverse entre carteras gracias a su capital militante (i.e., hombre de partido) o a su capital oligárquico (i.e., político profesional).
El perfil partidista o tecnocrático de los titulares de las carteras también influye en su rotación y supervivencia. Los presidentes con mayor aceptación popular tienden a mantener en el Gobierno a los tecnócratas antes que a los partidistas (Camerlo y Pérez-Liñán 2015).
Otros trabajos han demostrado que, a medida que aumenta el número de ministros no partidistas en el gabinete, disminuye el coste asociado a la negociación de una reforma estructural (Altman y Castiglioni 2008) e incluso se reduce el riesgo de agencia. Esto se debe a que los ministros afiliados al partido no siempre resultan ser agentes confiables para los presidentes (Martínez-Gallardo y Schleiter 2015).
Para analizar las variantes del partidismo gubernamental en el escenario dominicano, se utiliza la tipología propuesta por Camerlo y Castaldo (2024). La operacionalización práctica que estos autores hacen del compromiso con el partido, la consolidación del vínculo partidario y la jerarquía en la organización permite categorizar el partidismo de las élites ministeriales,2 considerando los arreglos informales, los tipos autóctonos y las zonas grises que no han sido capturados por las tipologías dicotómicas confeccionadas a la medida del parlamentarismo (De Winter 1991). Las dimensiones consideradas amplían y complejizan un repertorio de variantes regulares y no regulares que trasciende la disyuntiva entre partidista y no partidista (ver tabla 1).
Regulares | No regulares | |
---|---|---|
Sin partido | Independientes | Simpatizante En la sombra |
Partisanos | Líder Jerarca Sénior Júnior Recién llegados | Jefes locales Jerarcas rápidos Hierarch-token Desertores |
Fuente: elaboración propia con base en Camerlo y Castaldo (2024).
Las variantes regulares propuestas por Camerlo y Castaldo (2024) incluyen a los ministros independientes (non partisan) que no tienen vínculos con el partido; los recién llegados (newcomer); los ministros júniores, que incluye partisanos en crecimiento dentro de la organización; los ministros séniores, con una trayectoria consolidada dentro del organigrama; los jerarcas, los cuales son militantes sénior con un rol relevante en la cúpula directiva; y a los líderes, quienes son ministros séniores que regentan y capitanean los destinos del partido político.
Con respecto a las variantes no regulares, la categoría de simpatizante se refiere a la ausencia de militancia formal y apoyo reconocido al partido; los perfiles en la sombra (shadow) incluyen a las personas que no tienen afiliación formal, pero que suelen ser designadas en distintos cargos dentro de las administraciones del partido; y los desertores o tránsfugas son aquellos que provienen de otras organizaciones.
Dentro de las variantes no regulares con un mayor nivel de partidismo, se encuentran los jerarcas rápidos (fast-hierarch), quienes, sin tener una trayectoria previa en el partido, entran directamente a ocupar puestos altos de responsabilidad; los hierarch-token, los cueles incluyen jerarcas de otro partido con poder en la organización para negociar apoyos instrumentales con el partido del presidente que los nombra ministros; y los jefes locales (local-boss), quienes son líderes con gran poder territorial, sectorial o movilizador tanto en el engranaje informal como en el formal de la maquinaria partidista (ver tabla 1).
La codificación de la afiliación, la consolidación del vínculo partidario y las competencias organizativas de los 64 ministros y ministras dominicanos que formaron parte de los gabinetes de Danilo Medina (2016-2020) y Luis Abinader (2020-2024) permiten responder a la primera pregunta que guía esta investigación: ¿qué tipo de vínculos partidarios se necesitan para alcanzar una posición ministerial en la República Dominicana?
A partir de la clasificación inicial, se recategorizan en una escala de vinculación partidaria con los niveles: fuerte, media, baja y periférica. Estas categorías permitirán responder a la segunda pregunta de la investigación: ¿cuánta vinculación partidaria se necesita para llegar al gabinete ministerial?
El vínculo más fuerte con el partido de gobierno incluye las categorías de ministros líderes, jefes locales, jerarcas -tradicionales y rápidos- y aliados instrumentales. Los ministros séniores tienen una vinculación media, mientras que los ministros júniores, recién llegados y tránsfugas presentan una vinculación baja con el partido que avala su designación. La vinculación periférica incluye a los simpatizantes, perfiles en la sombra e independientes, quienes están asociados con grupos de interés o son los tecnócratas del gabinete (ver tabla 2).
Fuerte | Media | Baja | Periférica |
---|---|---|---|
Líder Jerarca Jerarca rápido Hierarch-token Jefe local | Sénior | Júnior Recién llegado Desertor | Simpatizante En la sombra Independiente |
Fuente: elaboración propia.
La trayectoria previa de los ministros y ministras -biografía, carrera profesional, vínculos empresariales, redes familiares- proporciona pistas sobre los escenarios de acumulación de capital de estos actores de primer nivel. Este bagaje, que puede ser exclusivamente político, empresarial, mixto, o técnico, ayuda a identificar dónde se origina el capital estratégico necesario para alcanzar una posición ministerial.
Por último, a partir del escalafón de importancia ministerial en la República Dominicana (Benito Sánchez 2022; Camerlo y Martínez-Gallardo 2022), se comprueba si existe una relación entre el nivel de partidismo y la importancia de las competencias asumidas. Así, tratamos de responder a la cuarta pregunta que guía esta investigación: ¿qué competencias se asumen en el gabinete como resultado de la vinculación partidaria?
Se postula como hipótesis que el control de los procesos de selección por parte de las cúpulas directivas y la moderada institucionalización formal de los partidos favorecerían un nivel medio de poder entre los partidos dominicanos en la designación de ministros partisanos. Este poder sería desafiado por el vínculo clientelar con el electorado y el peso del financiamiento privado en la carrera política, lo que debilita la influencia de las cúpulas directivas y dirige la capacidad de decisión hacia otros centros de poder de donde procederían los ministros no partisanos designados por el presidente. Esta facultad del primer mandatario para designar sus ministros se vería facilitada por el presidencialismo dominante en el país. La competición clientelar favorecería la presencia de agentes políticos con perfil empresarial -los “clientes ricos, pero pobres en votos” (Kitschelt 2000, 857)-. Por otro lado, las alianzas no programáticas con fuerzas minoritarias atraerían al gabinete a jerarcas de otros partidos, encargados de gestionar el patronazgo en los ministerios asignados. Finalmente, la institucionalización informal de la maquinaria partidista y de la carrera política también favorecería la inclusión en el gabinete de variantes no regulares de esta tipología.
Con respecto a los casos estudiados, ambos gabinetes resultan del apoyo electoral de fuerzas minoritarias, y los dos partidos vivieron discrepancias que dieron lugar a nuevas etiquetas partidarias. El gabinete de Gobierno de Danilo Medina (2016-2020) fue el último del PLD como partido dominante. En 2016, cooptó a su eterno rival, el Partido Revolucionario Dominicano -que había perdido gran parte de su militancia y a sus históricos big names tras el cisma de 2014- y llegó al Ejecutivo con el Gobierno Compartido de Unidad Nacional. Medina se apoyó en 13 fuerzas minoritarias, aunque solo tres obtuvieron un asiento en su primer gabinete, liderando las carteras de Exteriores (PRSC), Energía y Minas (FNP) y Mujer (PRD).3
En su segundo mandato, que es el objeto de estudio de este trabajo, solo compartió el gabinete con el PRD, que mantuvo las carteras de Exteriores y Mujer. Durante estos años, la lucha entre danilistas y leonelistas se recrudeció, y termina con la salida del expresidente Leonel Fernández en 2019, quien fundó la Fuerza del Pueblo (FdP).
En 2020, se produce la alternancia con el PRM, creado en 2015 tras las luchas internas entre las facciones miguelistas e hipolitistas que dividieron al PRD. Esto puso fin a 16 años del peledeísmo, consumido por el personalismo de sus liderazgos, el descrédito social y los escándalos de corrupción. El primer gabinete de Luis Abinader (2020-2024) conquistó el Ejecutivo con el apoyo de seis aliados (FA, PHD, DXC, PRSD, APD y PP), aunque solo el PRSD obtuvo la cartera de Trabajo, y un tránsfuga token ocupó el ministerio de Industria y Comercio (PRSC).
La comparación entre estas administraciones es útil para identificar los patrones de variación interna en los dos partidos que han dominado la contienda electoral de la última década, caracterizada por el bipartidismo satelital (Espinal 2010).4 Ambos comparten la debilidad ideológica en su vínculo con el electorado, los conflictos en torno a la renovación de los liderazgos, la naturaleza informal de la maquinaria electoral y el porcentaje de financiamiento público que reciben como partidos mayoritarios.5
A su vez, los dos partidos se encuentran en diferentes momentos vitales -el PLD en declive y el PRM en proceso de rebranding-, y tienen una experiencia de gobierno dispar, diferente acumulación del control oligopólico de los recursos y relación con las élites oligárquicas del país. Además, mientras que el PLD estaba dirigido por un hombre de partido con dedicación exclusiva, los destinos del PRM recaían en un político y empresario.6
Así, cabría esperar que el comité político peledeísta tuviera una mayor influencia en la conformación del gabinete, favoreciendo a perfiles regulares séniores consolidados durante su larga trayectoria como partido dominante. Este acceso privilegiado y oligopólico -y sin fiscalización- a los recursos públicos podría reducir la dependencia financiera de su clase dirigente frente al poder empresarial.7
Por el contrario, la comisión política perremeísta estaría más influenciada por los centros económicos del país, especialmente en este gabinete, con el que el PRM dirigirá por vez primera el Ejecutivo desde su (re)fundación. Estas circunstancias podrían explicar la mayor presencia de perfiles partidistas irregulares y de personas sin filiación partidaria, creando un espacio de oportunidad para retomar los vínculos tradicionales con la élite agraria y comercial de la provincia de Santiago, legado del PRD. Por esto, cabría esperar que, cuanto más importantes sean las carteras, mayor será la presencia de ministros sin partido en el gabinete de Abinader. Estas variables explicarían porqué el PLD opera como un centro de poder más cercano al modelo de gobierno de partido, en comparación con el PRM, cuyo poder dependería más de los representantes directos de los principales grupos de interés y sectores productivos nacionales.
Los datos se recopilaron en el marco de la iniciativa colaborativa Presidential Cabinets Project (Camerlo y Martínez-Gallardo 2018), que tiene como objetivo estudiar las dinámicas de formación y funcionamiento de los gabinetes ministeriales en los distintos escenarios del presidencialismo latinoamericano. Esta base de datos, elaborada por un equipo de expertos, recoge información sobre la composición de los gabinetes desde 1978.
Los responsables de cada país codificaron el perfil de los gabinetes siguiendo el cuestionario Expert Survey: Variations of Partisanship y elaboraron una bitácora de análisis y justificación, cuyos resultados para República Dominicana, fueron validados por expertos nacionales.8 Cada bitácora fue ponderada por la dirección y los miembros del proyecto para minimizar la relatividad contextual de la medición y establecer las equivalencias funcionales oportunas.
Actualmente, el gabinete dominicano está compuesto por 23 ministerios, además del procurador general y el Ministerio Fiscal.9 La codificación incluye las designaciones y los cambios ministeriales desde el 16 de agosto de 2016 hasta el 31 de diciembre de 2023, periodo en el cual se realizó el trabajo de campo.10 Este universo comprende un total de 54 ministros y 10 ministras: 32 pertenecientes al gabinete del Gobierno del PLD (2016-2020) y 32 designados por el PRM (2020-2024).
Partidismo gubernamental en la República Dominicana
Tipología y peso de los vínculos partidarios
Los datos presentados en el gráfico 1 muestran que el 81,3 % de los ministros del gobierno de Danilo Medina eran agentes políticos vinculados al PLD, mientras que el 18,7 % eran agentes no partisanos. En el gabinete de Luis Abinader, los agentes políticos representaban el 65,7 % y los ministros sin vinculación con el PRM alcanzaban el 34,3 %. Este patrón confirmaría la hipótesis sobre cómo la fortaleza organizativa del PLD permite mayor espacio en el gabinete para perfiles regulares consolidados (jerarcas y sénior).
La diferencia en el peso del partido podría obedecer a la mayor capacidad organizativa del PLD, que ha estado en el poder por más de una década, frente al PRM. Este último partido, aunque se fortaleció con gran parte de la militancia y los big names tras su salida del PRD en 2014, tuvo que construir su andamiaje organizativo y logístico mientras se lanzaba a la arena electoral. Esta urgencia explicaría la mayor presencia de variantes partidistas no regulares (31,25 % en el PRM frente al 12,5 % en el PLD), como los jerarcas rápidos y los tókenes. Esta carencia de partido habría obligado al presidente Abinader a buscar apoyo en otros centros de poder, los cuales ocuparon hasta un tercio (34,3 %) de los cargos ministeriales.
Como muestra la tabla 3, ambos partidos reservaron menos de la mitad de los nombramientos (43,75 %) para agentes políticos con una fuerte vinculación partidaria, lo cual refleja el poder moderado que el comité político (PLD) y la comisión política (PRM) tienen para definir la composición de los gobiernos nacionales. El mayor recorrido electoral del PLD genera un espacio de oportunidad para los perfiles con una vinculación partidaria media, duplicando la probabilidad de que los séniores lleguen al gabinete.
Vinculación | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 | Media |
---|---|---|---|
Fuerte | 43,75 % (14) | 43,75 % (14) | 43,75 % |
Media | 31,25 % (10) | 12,5 % (4) | 21,87 % |
Baja | 6,25 % (2) | 9,37 % (3) | 7,81 % |
Periférica | 18,75 % (6) | 34,37 % (11) | 26,56 % |
Fuente: elaboración propia.
La tabla 4 muestra que, en ambos partidos, la trayectoria político-empresarial aporta el mayor capital para acceder a los ministerios dominicanos, en contraste con la menor influencia de la militancia partidista exclusiva (25 % en el PLD y 28,1 % en el PRM), lo cual refleja la baja profesionalización de la carrera política en el país. Con respecto a las diferencias, se confirma la hipótesis inicial sobre la menor dependencia del PLD en el reclutamiento de actores del ámbito empresarial y técnico-profesional. Esto podría obedecer al predominio de trayectorias mixtas (políticos-empresarios) entre sus agentes ministeriales (56,2 % en el PLD).
Trayectoria | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 | Media |
---|---|---|---|
Política | 25 % (8) | 28,1 % (9) | 26,5 % |
Política-empresarial | 56,2 % (18) | 40,6 % (13) | 48,4 % |
Empresarial | 9,37 % (3) | 15,6 % (5) | 12,5 % |
Técnica | 9,37 % (3) | 15,6 % (5) | 12,5 % |
Fuente: elaboración propia.
En ambas administraciones (ver tablas 5 y 6), los perfiles técnicos se concentran en carteras de relevancia media y baja, según el escalafón de importancia ministerial.11 No hay perfiles empresariales en carteras de baja o nula importancia. Los perfiles mixtos copan las carteras de relevancia media y alta. Además, aquellos que se dedicaron exclusivamente a la política antes de asumir la cartera superan el 60 % solo en los ministerios de baja y nula importancia.
Estos datos revelarían una ubicación estratégica de los ministrables, que podría estar relacionada con el grado de connivencia y dependencia del partido de gobierno hacia los centros de poder económicos y su interés en gestionar asuntos que favorezcan sus propios intereses, como se detalla a continuación.
Importancia ministerial | Políticos profesionales | Políticos empresarios | Empresarios | Técnicos | Total |
---|---|---|---|---|---|
Importancia alta | 60 % (6) | 30 % (3) | 10 % (1) | 0 % | 100 % |
Importancia media | 36 % (4) | 36,3 % (4) | 18,1 % (2) | 18,1 % (1) | 100 % |
Importancia baja | 62,5 % (5) | 12,5 % (1) | 0 % | 25 % (2) | 100 % |
Importancia nula | 100 % (3) | 0 % | 0 % | 0 % | 100 % |
Fuente: elaboración propia.
Importancia ministerial | Políticos profesionales | Políticos empresarios | Empresarios | Técnicos | Total |
---|---|---|---|---|---|
Importancia alta | 10 % (1) | 50 % (3) | 40 % (4) | 0 % | 100 % |
Importancia media | 33,3 % (3) | 33,3 % (3) | 11,1 % (1) | 22,2 % (1) | 100 % |
Importancia baja | 75 % (6) | 0 % | 0 % | 25 % (2) | 100 % |
Importancia nula | 75 % (3) | 25 % (1) | 0 % | 0 % | 100 % |
Fuente: elaboración propia.
Relevancia de las competencias asumidas
Ministerios de importancia alta
Como muestran las tablas 7 a 12, en los gabinetes del PRM, la presencia de vinculaciones periféricas disminuye a medida que la importancia de las carteras baja, pasando del 50 % en las carteras de alta importancia al 33,3 % en las carteras de relevancia moderada, y del 25 % al 0 % en las carteras de baja y nula importancia, respectivamente. Esta misma tendencia se observa en los gabinetes del PLD, donde los perfiles no partisanos ocupan el 27,2 % de los ministerios de relevancia moderada, el 25 % de los de importancia baja y el 0 % de las carteras de nula importancia.
En la República Dominicana, el escalafón de importancia ministerial está encabezado por los ministerios de Presidencia y Administrativo de la Presidencia, que operan como brazos ejecutivos y técnicos del primer mandatario. El tercer lugar lo ocupa el Ministerio de Obras Públicas, destacado por su capacidad para asignar fondos y ser cartera para “delfines” presidenciables. Le sigue el Ministerio de Educación debido a su alto presupuesto y número de empleados. Estas características alimentan el poder político y clientelar de este ministerio, que, por lo general, recae en dirigentes sindicales del sector docente afines al gobierno de turno, quienes controlan el patronazgo en los distritos escolares.
El Ministerio de Industria y Comercio ocupa el quinto lugar en el escalafón debido al peso de la industria exportadora y las zonas francas en el país. Esta cartera desempeña un papel clave en la relación con el lobby empresarial, fijando el precio de los combustibles y asignando exenciones y regímenes favorables.12 Hacienda completa este grupo de carteras de alta importancia en el Gobierno dominicano, el cual se encarga de diseñar la política fiscal, formular el presupuesto y aprobar las contrataciones públicas.
Como muestra la tabla 7, en el gabinete de Abinader, el 50 % de los ministros responsables de estos asuntos de alta importancia eran agentes políticos con una fuerte vinculación con el PRM, mientras que el otro 50 % eran actores no partisanos procedentes del mundo empresarial y gremial. Por lo tanto, solo la mitad de los asuntos de política pública más importantes estaban dirigidos por actores que respondían al partido de gobierno. Por el contrario, en el gabinete de Medina, estas carteras fueron ocupadas mayoritariamente por partisanos con una vinculación fuerte (60 %) y media (30 %), y solo el 10 % por empresarios sin ninguna vinculación con el PLD. Esto confirma la hipótesis de la mayor influencia del partido como centro de poder matriz en el marco del modelo de gobierno de partido.
Vinculación | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 |
---|---|---|
Fuerte | 60 % (6) | 50 % (5) |
Media | 30 % (3) | 0 % (0) |
Baja | 0 % (0) | 0 % (0) |
Periférica | 10 % (1) | 50 % (5) |
Fuente: elaboración propia.
Al analizar las trayectorias de acumulación del capital que les habilitan para alcanzar una posición ministerial, se encuentra que, en el gabinete de Medina, tres de las carteras más importantes fueron encabezadas por políticos-empresarios (30 %), seis por hombres de partido (60 %) y una (10 %) por empresarios no partisanos (ver tabla 5).
Para acomodar la bicefalia caudillista interna, Medina se apoyó en la vicepresidencia de Margarita Cedeño, entonces esposa del expresidente Leonel Fernández, quien pasó directamente al comité directivo con su incursión en la competición electoral.
En el Ministerio Administrativo de la Presidencia y en Obras Públicas, se encontraban dos empresarios-políticos: un importante agroexportador, presidente del Consejo de directores de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD) y persona del círculo de confianza del presidente, y un empresario de la aviación que fue candidato presidencial en 2020.
La cartera de Hacienda estaba a cargo de un reconocido banquero, que también era empresario en los sectores automotriz y de medios de comunicación. Estos datos matizan la aparente autonomía del PLD como partido de gobierno (ver tabla 7), ya que el perfil mixto de sus ministros partidarios podría generar conflictos de interés, y llevar a particularizar y capturar la acción del Gobierno.
Cargo | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 |
---|---|---|
Presidencia | Líder | Líder |
Vicepresidencia | Jerarca rápido | Independiente |
Ministerio de la Presidencia | Sénior | Simpatizante Independiente |
Ministerio Administrativo de la Presidencia | Jerarca | Líder |
Obras Públicas | Jerarca | Líder |
Educación | Jerarca Sénior | Jerarca Simpatizante |
Industria y Comercio | Jerarca Sénior | Hierarch-token |
Hacienda | Independiente | Independiente |
Fuente: elaboración propia.
En el gabinete de Abinader, cinco de las carteras de alta importancia fueron ocupadas por políticos-empresarios (50 %), cuatro por empresarios (40 %) y una por hombres de partido (10 %) (ver tabla 6).
Abinader, empresario hotelero con un capital político oligárquico -su padre también fue aspirante presidencial- se rodeó de no partisanos: un representante de la zona franca ocupó la Vicepresidencia; un miembro de la Asociación de Industriales de la República Dominicana (AIRD) la cartera de Presidencia; un representante del lobby turístico Asonahores13 encabezó el Ministerio Administrativo de la Presidencia; y el titular del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) y la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (Anje) ocupó el ministerio de Hacienda.
La cartera de Obras Públicas estuvo a cargo de un partisano con negocios en el sector de la construcción, mientras que la de Educación fue liderada por un hombre de partido, presidente de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), el mayor sindicato docente del país. La cartera de Industria y Comercio recayó en un político-empresario proveniente del PRSC, un partido no aliado al PRM, quien se integró en el gabinete a título personal y contaba con importantes vínculos familiares con la oligarquía empresarial de Santiago (ver tabla 8).
Estos datos ponen de manifiesto la mayor dependencia y relación satelital del PRM con el poder empresarial. A pesar de las diferencias, ambos gobiernos confiaron los asuntos de la Hacienda Nacional a técnicos que, aunque pertenecían a la banca privada, reflejan el peso del establishment económico del país en la política dominicana en el sentido descrito por Estrada-Álvarez (2005).
Ministerios de importancia moderada
Con un menor nivel de importancia en el escalafón, se encuentran las carteras que lideran la estrategia productiva del país (Turismo, y Energía y Minas) y su planificación (Economía, y Planificación y Desarrollo); aquellas que gestionan políticas con mayor impacto en la población (Salud Pública y Agricultura); el Ministerio de Interior y Policía; y las carteras clave para el reparto del patronazgo en la formación de alianzas que garanticen la gobernabilidad (Relaciones Exteriores).14 En estos ministerios, el partidismo gubernamental fuerte y medio supera el 60 % en ambos gabinetes, mientras que la vinculación periférica ronda el 30 % (ver tabla 9).
Esta proporción de vinculación fuerte y media con el partido se mantendrá en la asignación de todas las carteras, independientemente de su importancia, confirmando el poder moderado de los partidos dominicanos, salvo en las carteras de importancia nula, donde los ministros con vinculación baja encuentran su oportunidad (ver tabla 10).
Vinculación | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 |
---|---|---|
Fuerte | 36,6 % (4) | 44,4 % (4) |
Media | 27,2 % (3) | 22,2 % (2) |
Baja | 9 % (1) | 0 % (0) |
Periférica | 27,2 % (3) | 33,3 % (3) |
Fuente: elaboración propia.
Cargo | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 |
---|---|---|
Salud Pública | Sénior | Sénior Independiente |
Relaciones Exteriores | Líder | Simpatizante |
Economía, Planificación y Desarrollo | Independiente Júnior | Sénior Simpatizante |
Turismo | Jerarca | Jerarca rápido |
Energía y Minas | Simpatizante | Jerarca |
Agricultura | Sénior Independiente | Jerarca rápido |
Interior y Policía | Jerarca | Jerarca |
Fuente: elaboración propia.
Con respecto a la naturaleza del capital previo a la designación, ambos gabinetes comparten la empresa como un espacio de acumulación de capital estratégico. La confluencia de intereses privados y las competencias públicas asumidas por los perfiles mixtos podrían sesgar la gestión gubernamental, haciéndola más favorable a los intereses personales.
En la administración de Medina, cuatro ministros eran hombres de partido (36,3 %), cuatro tenían un perfil político-empresarial (36,3 %), dos titulares de las carteras de Energía y Agricultura provenían del mundo de los negocios (18,1 %) y un técnico economista ocupó la cartera de Planificación y Desarrollo (9 %) (ver tabla 5).
Entre los políticos-empresarios, se encuentran un empresario arrocero al frente del Ministerio de Agricultura, un propietario de clínicas privadas en el Ministerio de Salud y otro del sector inmobiliario en el Ministerio de Turismo.
La cartera de Agricultura también fue asumida temporalmente por un agroexportador no partisano, presidente de la JAD, la principal organización del comercio agrícola en el país. Como en otras administraciones peledeístas, se cedió al líder del partido aliado la cartera de Exteriores, una asignación típica de las coaliciones de patronazgo descritas por Bersch, López y Taylor (2022).
En el gabinete de Abinader, tres ministros con perfil político-empresarial (33,3 %) estuvieron al frente de las carteras de Salud, Turismo y Agricultura. Estos ministros eran propietarios de clínicas privadas y de negocios relacionados con las comunicaciones y la exportación de plátanos, respectivamente. Además, tres ministros eran hombres de partido con trayectoria exclusivamente política (33,3 %) y un empresario sin vinculación partidaria, presidente de la Asociación de Clínicas Privadas, asumió la cartera de Salud (11,1 %) (ver tabla 6). Con respecto a los técnicos, los dos titulares de las carteras de Economía y Exteriores (22,2 %) eran profesionales reconocidos, con capital pragmático racional: un economista y un diplomático con experiencia en organismos internacionales, siendo este último hijo del canciller de Exteriores durante el régimen de Trujillo. Ambos técnicos se alinean más con la idea de agentes autónomos defendida por Dargent (2014).
Ministerios de importancia baja y nula
Como se observa en la tabla 11, en estos ministerios, ambos gobiernos nombraron un número igual de agentes no partisanos (25 %) y partisanos (75 %) con vinculación fuerte y media. En el gabinete de Medina, cinco eran agentes de partido (62,5 %), uno era un destacado político-empresario del sector de la construcción, las finanzas y la industria eléctrica (12,5 %) y dos (25 %) eran técnicos especialistas en las áreas de Defensa y Cultura (ver tabla 5).
En el gabinete de Abinader, seis ministros (75 %) eran políticos profesionales, de los cuales, dos contaban con capital simbólico, familiar y oligárquico -hijos de expresidentes (PRD) y máximos dirigentes partidarios (PRSD)-. Por otro lado, las dos (25 %) mujeres que ocuparon la cartera de Cultura provenían del mundo artístico y cultural y no tenían vinculación formal con el oficialismo. Sin embargo, estaban relacionadas familiarmente con líderes de partidos aliados al antiguo PRD.
La poca importancia de los Ministerios de Trabajo y Administración Pública en el escalafón ministerial refleja la naturaleza informal del mercado laboral y la escasa profesionalización de la carrera civil en el país.15 En administraciones anteriores, la cartera de Trabajo también fue cedida a partidos aliados (APD) como parte de los acuerdos de gobernabilidad. En 2020, recayó en el líder del PRSD, quien heredó el partido de su padre, Hatuey De Camps, y cuyo capital oligárquico endogámico se extiende tanto en el gabinete como en la administración (ver tabla 12).16
Vinculación | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 |
---|---|---|
Fuerte | 37,5 % (3) | 50 % (4) |
Media | 37,5 % (3) | 25 % (2) |
Baja | 0 % (0) | 0 % (0) |
Periférica | 25 % (2) | 25 % (2) |
Fuente: elaboración propia.
Cargo | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 |
---|---|---|
Defensa | Simpatizante | Sénior |
Educación Superior, Ciencia, Tecnología | Jerarca | Jerarca |
Administración Pública | Jerarca | Jerarca |
Medioambiente | Sénior | Jerarca |
Deportes | Jerarca | Sénior |
Cultura | Simpatizante Sénior | Simpatizante |
Trabajo | Sénior | Líder |
Fuente: elaboración propia.
En las carteras de nula importancia, todos los ministros son agentes partisanos (ver tabla 13). El peso de la vinculación partidista baja -júniores y recién llegados- adquiere protagonismo entre los agentes partidarios del oficialismo o se cede al partido minoritario aliado. Esto ocurre en el caso del gabinete de Medina, que asignó a una jerarca del PRD la titularidad del Ministerio de la Mujer. Mientras que, en la administración peledeísta, todos los ministros son agentes políticos, en la del PRM, solo tres lo son (75 %) y uno tiene un bagaje político-empresarial (25 %).
En los ministerios de importancia baja y nula, se encuentran los porcentajes más altos de hombres de partido y políticos profesionales cuya trayectoria previa se ha desarrollado exclusivamente en la política (ver tabla 14). Este patrón sugiere que, en los asuntos de menor importancia, los partidos oficialistas dominicanos podrían operar como partidos de gobierno con mayor independencia respecto a otros centros de poder. En ausencia (formal) de conflictos de intereses derivados de la acumulación de su capital estratégico, estos titulares podrían ser más idóneos y comprometidos con las transformaciones democráticas (Borchert y Zeiss 2003; Higley y Pakulski 2007).
Vínculación | Medina 2016-2020 | Abinader 2020-2024 |
---|---|---|
Fuerte | 50 % (1) | 25 % (1) |
Media | 0 % (0) | 0 % (0) |
Baja | 50 % (1) | 75 % (3) |
Periférica | 0 % (0) | 0 % (0) |
Fuente: elaboración propia.
Análisis de la categorización y su impronta en el gabinete
La República Dominicana es un régimen presidencial, bicameral y fuertemente centralizado. Su consolidación democrática se ha visto limitada por la debilidad en la rendición de cuentas (Marsteintredet 2004) y la naturaleza neopatrimonialista de sus administraciones (Hartlyn 1998). El equilibrio de poderes se asienta en la preponderancia del Ejecutivo debido a la escasa relevancia de las funciones propositivas y de control del Congreso (Benito Sánchez y Mateos 2021; García-Montero 2007). Esta interacción ha llevado a la literatura a clasificar el caso dominicano como un presidencialismo extremo (Duarte y Espinal 2008) o dominante (Zovatto y Orozco 2008).
Aunque el consejo de ministros adquirió rango constitucional en 2010, no se desarrolló reglamentariamente hasta 2015. Operativamente, la coordinación de la acción de gobierno recae en dos ministerios: el de la Presidencia y el Administrativo de la Presidencia. Este arreglo institucional, junto con la Vicepresidencia, concentra las decisiones importantes sobre política pública y debería estar ocupado por party insiders que respondan a las directrices de las cúpulas directivas del oficialismo de turno.
Este trabajo muestra que el gabinete de Medina es el que más se acerca al modelo de gobierno de partido, con agentes políticos fuertemente vinculados al PLD. En contraste, en el PRM, este núcleo decisorio está controlado por empresarios no partisanos, y su gabinete ilustra el acceso directo de las élites económicas descrito por Nercesian (2020).
La combinación de variables partidistas que favorecen la presencia de party insiders (Siavelis y Morgenstern 2008) y, por lo tanto, el cumplimiento de las expectativas del modelo de gobierno de partido en el escenario dominicano está ausente o es muy débil. El dedazo y el control de los órganos directivos han marcado los procesos de selección interna. La Ley 33/2018 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos limitó a un máximo del 20 % (art. 57) la reserva de candidaturas en las primarias para las cúpulas directivas, en un intento por abrir y democratizar estos procesos. Sin embargo, esta reserva se aplicó por vez primera en las elecciones de 2020.
Según datos del proyecto V-Dem (Coppedge et al. 2023), la burocratización de la vida partidaria es mayormente informal, situándose en el décimo lugar en cuanto a institucionalización partidaria entre los países de América Latina. Dicha lista es encabezada por Chile y cerrada por Guatemala en el puesto 18 (Coppedge et al. 2022). Con respecto al peso de la etiqueta partidaria y del candidato en la orientación del voto, la simpatía personal y el intercambio instrumental caracterizan la relación entre políticos y electores en la República Dominicana (Alcántara 2020), que lidera regularmente, junto a Venezuela y Honduras, el índice de clientelismo en América Latina (Coppedge et al. 2022).
La descentralización del control de la recaudación de fondos favorece la entrada de perfiles empresariales, mientras que la regulación del financiamiento privado -sin límite de cuantía ni obligación de publicidad para las personas jurídicas- compromete el mandato de representación de los agentes, quienes deben responder al financiador por encima de su lealtad al partido al llegar a las instituciones. El particularismo de la acción pública dominicana es medio (2,0), similar al observado en Honduras (1,98) o Panamá (2,07), y dista de la vocación más universal de la acción de gobierno en Costa Rica (2,85) y Uruguay (3,52) (Coppedge et al. 2023).
Como demostraron Alcántara, Barragán y Sánchez (2016), la profesionalización de la carrera de los presidentes también afecta el desempeño democrático. Por lo tanto, la orientación de las políticas podría estar influenciada por los diferentes perfiles políticos (Medina) y mixtos (Abinader) de sus mandatarios.
La competición desideologizada (Carlin, Singer y Zechmeister 2015) y oligopólica del sistema de partidos dominicano -donde quien gana las elecciones controla todos los recursos públicos- ha dado lugar a un presidencialismo que comparte con los aliados la gestión clientelar del Estado (Benito Sánchez 2023). Estas dinámicas aliancistas no programáticas justificarían la presencia de agentes no partidistas provenientes de otros centros de poder, como lo describen Riker (1962) y Bersch, López y Taylor (2022).
El faccionalismo, además de avivar la aparición de nuevas etiquetas, ha resultado en repartos de poder salomónicos en los gabinetes. Así, las administraciones estudiadas incluyeron representantes de las facciones leonelistas (PLD) e hipolitistas (PRM) en sus ministerios, reservando además dos carteras (6,25 %) para jerarcas y líderes de fuerzas políticas aliadas. Los nombramientos habituales de ministros sin cartera se ajustan a la flexibilidad de una administración pública al servicio del patronazgo (Benito Sánchez 2015b), mientras que el transfuguismo sin sanción permite que políticos oportunistas de partidos no aliados al oficialismo se conviertan en ministros. Todas estas dinámicas, ajenas a la ortodoxia de la asignación ministerial entre partidos programáticos, se reflejan en la composición de los gabinetes en el país.
La fotografía del partidismo gubernamental revela que los dos partidos oficialistas dominicanos tienen un poder considerable en la designación de los puestos ministeriales y que está mediatizado por el poder de los grupos económicos. A medida que aumenta la importancia de las carteras ministeriales, también aumenta la presencia de agentes no partisanos. Mientras que el PLD reserva los asuntos más críticos para sus partisanos, el PRM los deja en manos de agentes empresariales sin vínculos formales con su organización. La menor dependencia del PLD de empresarios no partisanos en sus filas podría deberse a su permanencia como partido dominante y a su práctica de carterización ilícita (Jiménez 2016), llegando incluso a cooptar las instituciones de control.
En este sentido, es relevante destacar que la figura del Ministerio Fiscal fue ocupada por un partisano sénior durante la administración del PLD y por una magistrada independiente durante la administración del PRM. Estos nombramientos en la administración de justicia reflejan decisiones estratégicas del partido de gobierno en respuesta a los desafíos relacionados con la independencia judicial y el compromiso con el estado de derecho en la República Dominicana.17
El peso del perfil empresarial en las trayectorias políticas de los ministros no solo crea un escenario de oportunidad clientelar y captura propios del capitalismo coordinado (Kitschelt 2000) o de amiguetes (Sánchez 2024), sino que también favorece la corrupción. Durante el periodo estudiado, la República Dominicana ocupó los puestos 120 (2016), 137 (2020) y 108 (2023) en el índice de percepción de la corrupción gubernamental (Transparency International 2024).
A medida que aumenta la importancia de las carteras, disminuye el número de agentes políticos con capital exclusivamente político, siendo estos porcentajes similares en ambos partidos (25 % en el PLD y 28 % en el PRM). Estos datos evidencian las debilidades en la profesionalización de la política en el Ejecutivo del país, las cuales también se reproducen en el ámbito legislativo (Alcántara 2013). En este contexto, la República Dominicana ocupa una posición intermedia en cuanto a legisladores con dedicación exclusiva, mientras que Colombia tiene el mayor porcentaje y Honduras el menor (Alcántara 2020).
El peso de las trayectorias mixtas y empresariales en los gabinetes dominicanos confirma la tendencia observada en la administración de Macri (2015-2019) en Argentina, donde el empresariado se convirtió en parte de la élite estatal. Esto contrasta con el perfil más político del gabinete de Temer (2016-2018) en Brasil o el perfil tecnocrático de Kuczynski (2016-2018) en Perú (Cassaglia 2022; Nercesian y Cassaglia 2019). Además, se observa un control técnico de la administración financiera (Joignant 2011), ya que ambos partidos confiaron la Hacienda pública a representantes de la banca privada y de grupos económicos nacionales (Estrada-Álvarez 2005). En las carteras de alta importancia, los ministros técnicos respondían a patronos económicos, mientras que en los ministerios de baja y moderada importancia -como en el caso del PRM- los técnicos eran profesionales independientes.
La llegada de mujeres a la Vicepresidencia confirma la tendencia latinoamericana de conquistar puestos de alto perfil. Sin embargo, los patrones tradicionales de género, identificados por Escobar y Taylor-Robinson (2009), se siguen reproduciendo en los nombramientos de ministerios como Educación, Cultura, Asistencia Social, Mujer y Juventud.
Este acceso directo de las élites al gabinete, que pone fin a la etapa de dominio peledeísta, coexiste con el perfil tradicional empresarial de la clase política latinoamericana (Barragán 2016; Cabezas 2013) y, en particular, de la dominicana (Benito Sánchez 2015a). Sin embargo, en el pasado, este control se mantenía en las sombras (Viguera 1996), como relató el diplomático estadounidense John Bartlow (embajador en República Dominicana entre 1962 y 1964):
En la República Dominicana, si uno la conoce bien, las cosas no son tan fáciles. La oligarquía de este país consta tal vez de una veintena de familias relacionadas entre sí. Han dirigido la República, proporcionando los presidentes y generales, han dominado las finanzas y los negocios durante más de cien años. Sus fortunas se basan en la tierra, el azúcar, el tabaco, el ron, el ganado, el arroz, el café, el cacao, el comercio y las finanzas. Están tan entremezclados por el matrimonio y las relaciones de sus antepasados, que solo ellos pueden explicar sus lazos de unión. Sus ramificaciones llegan a todas partes, pero el verdadero cogollo de la oligarquía lo constituyen unas pocas familias, suele ser un hombre por lo general, no una gran figura pública, el que ayuda a todos los otros a tomar determinaciones cuando las cosas se ponen serias de verdad. (1975, 129)
Conclusiones
¿Qué tipo de vinculación partidaria se necesita para alcanzar una posición ministerial en la República Dominicana? Este trabajo revela que el 43,7 % de los titulares de las carteras tenían una fuerte vinculación partidaria con el partido de gobierno, mientras que el 21,8 % y el 7,8 %, tenían una vinculación moderada y baja, respectivamente. El 26,5 % restante no tenía ninguna relación partidista, con importantes diferencias entre partidos (18,7 % en el PLD y 34,3 % en el PRM). Estos datos revelan el poder moderado de los órganos partidistas en la designación de los gabinetes presidenciales y muestran distintos niveles de subordinación frente al establishment económico y empresarial.
En la República Dominicana, los negocios emergen como una variable relevante en la conformación del capital estratégico de las élites de gobierno. Así, el 56,2 % de los ministros y ministras del Gobierno de Abinader y el 65,5 % del gobierno de Medina contaban con una trayectoria industrial y comercial significativa. Además, los vínculos familiares resultan clave para la adquisición del capital político y para alcanzar un puesto de designación, ilustrando la renovación endogámica de las élites dominicanas. Por otro lado, la escasa presencia de mujeres en ambos gabinetes (6,4 %) confirma los patrones de género en los nombramientos, revelando los desafíos de la representación descriptiva en el país.
¿Qué competencias asumen en el gabinete gracias a esa vinculación partidaria? Los datos muestran que, a medida que aumenta la importancia de los ministerios, también lo hace la presencia de perfiles no partidistas en ambos gabinetes. El análisis de las carteras gestionadas por ministros que no son responsables ante el oficialismo ofrece pistas sobre las servidumbres del partido del presidente frente a los desafíos de la polity nacional que podrían condicionar la dirección de la policy.
En las carteras de mayor importancia en el escalafón ministerial, el peso del partido es superior en el gabinete del PLD (90 %) que en el gobierno del PRM, donde el 50 % de estas carteras están ocupadas por ministros sin partido o con una vinculación periférica con el oficialismo. Con respecto al capital estratégico, aquellos cuya trayectoria previa se ha desarrollado exclusivamente en la política tienden a ocupar carteras de menor y nula importancia en el escalafón, mientras que los perfiles mixtos de políticos-empresarios suelen dirigir ministerios de mayor relevancia donde pueden gestionar los intereses de su sector.
Así, durante el periodo estudiado, la designación de un agroexportador -conocido como el “rey de los platanales”- al frente del Ministerio de Agricultura (PRM); de un socio de una de las principales clínicas privadas del país en la cartera del Ministerio de Salud (PLD); de un representante de las universidades privadas en el Ministerio de Educación (PRM); de un miembro del consejo de directores del Banco de Reservas en el Ministerio Administrativo de la Presidencia (PLD); y del expresidente del lobby turístico Asonahores como ministro de la Presidencia (PRM), dibujan el escenario de oportunidad para la política extractivista y particularista.
En el caso del PRM, la presencia de representantes de la industria de zona franca en la Vicepresidencia y de las principales asociaciones empresariales -la AIRD y el Conep - en el Ministerio de la Presidencia le valió al primer gabinete del político y empresario hotelero Luis Abinader el título de gobierno de los empresarios (Espinal 2021; Trinidad 2023). Esto confirmaría el acceso directo de los grupos económicos a los ejecutivos latinoamericanos. El peso de los tecnócratas y los banqueros en los ministerios de Hacienda, Economía y Planificación de ambos gobiernos confirma la influencia de la tecnopolítica en América Latina.
Este trabajo muestra que los partidos dominicanos gozan de una robustez moderada en la designación del gabinete de gobierno. La subordinación de las cúpulas directivas transfiere la capacidad de decisión del primer mandatario a otros centros de poder, desde los cuales proceden los ministros no partisanos. El poder empresarial -por vía directa y por medio del perfil corporativo tradicional de su clase política- alimenta el clientelismo extractivista en las instituciones dominicanas, comprometiendo la gobernanza a través de la fiscalidad, las exenciones y la provisión de soluciones privadas a problemas públicos, propias del capitalismo coordinado. Esta colonización del Ejecutivo constriñe la acción del Gobierno, dificulta la redistribución y favorece la corrupción.
La operacionalización del partidismo gubernamental que proponen Camerlo y Castaldo (2024) permite identificar los condicionantes partidistas e institucionales que distorsionan el modelo de gobierno de partido en el país y entender tanto los nombramientos no partidistas como los surgidos de las coaliciones de patronazgo que aseguran la gobernabilidad.
Este estudio de caso sienta las bases para futuros análisis comparados con países latinoamericanos que comparten con la República Dominicana un nivel similar de institucionalización y competición clientelar en el sistema de partidos, con el fin de verificar e inferir patrones de continuidad y cambio en otros escenarios.