Introduction
La década de 1960 fue uno de los períodos más problemáticos en la historia del mundo occidental debido a los hechos que se presentaron en ella como guerras de liberación nacional, intervenciones militares a gran escala, protestas y revoluciones. Colombia no fue una excepción a esa situación. Para esos años el país estaba pasando por un intento de pacificación social con el régimen del Frente Nacional (1958-1974), ya que desde 1948 se venía desarrollando en su interior un conflicto armado conocido como "La Violencia"1 que se había agravado con la pérdida de legitimidad de la democracia en las elecciones presidenciales de 1950; sin embargo, los problemas nacionales se han asociado con varias causas, algunas con cimientos en la Independencia2, que aún no se han solucionado con la democracia como forma de organización política3. En la década de 1960, además de los problemas mencionados4 estaba presente la lógica internacional de contención al socialismo con la Guerra Fría5, por lo que se aplicaron doctrinas estadounidenses que buscaban "evitar" la escalada del conflicto internacional6, con lo que también se previno la posibilidad de que hubiera reformas sociales que modificaran la organización del Estado y su sistema económico7. El Frente Nacional se caracterizó por su intento de modernización del Estado, con lo que buscaba responder a las demandas sociales y mejorar las condiciones de vida8, así como optimizar las capacidades de las fuerzas de seguridad.
La década analizada es importante por los cambios en las dinámicas sociales que transformaron la forma en que se desarrollaba la vida. Hubo una dinámica de apertura hacia las artes y las ciencias, de la que participaron los medios de comunicación para expandir la música, los avances científicos y la cultura pop, y así confrontar los valores tradicionales9. Esto permitió una verdadeira revolución en la forma de entender la vida bajo una lógica de crítica, propuesta y movilización, que hizo eco en los grupos sociales, especialmente, los jóvenes10, quienes desarrollaron la necesidad de levantar la voz y ser escuchadas por los órganos institucionales11. Apelando a la teoría de la modernización12, el Estado se estaba extendiendo con el aumento de servicios sociales como estrategia para contener la crítica, lo que hizo posible una apertura para los grupos opositores. Apertura que también estuvo relacionada con la expansión de la clase media, así como con su sentimiento de descontento debido a la poca capacidad de transformación del Estado.
El Estado colombiano se apoyó en los valores tradicionales de la sociedad y en la capacidad de reconfigurarse para instaurar una lógica de orden, con lo que pretendió reducir la fuerza del conflicto armado por una parte y por otra, llevar a la sociedad por los caminos del progreso capitalista con la modernización estatal13. Sin embargo, la falta de capacidad del Estado para efectuar las transformaciones, así como la dinámica del conflicto social impidió que el proceso fuera exitoso14. En el contexto internacional el recelo de Estados Unidos hacia la insurgencia socialista fue un factor determinante para entender el comportamiento del Gobierno Colombiano y la importancia que tomó en sus acciones la prevención a los movimientos sociales, ya que empezó a ser visto como un peligro su "cooptación" por fuerzas relacionadas con la internacional socialista, así como la posibilidad de que la insurgencia ganara fuerza y se consolidara como una enemiga capaz de derrocar al Estado y hacer la revolución15, así como había ocurrido en Cuba en 1959.
En esta investigación se siguió la propuesta de Odd Westad quien plantea la necesidad de entender los hechos de la Guerra Fría en sentido local y trasnacional y de analizar la capacidad que tenían las potencias para generar cambios en otros países, especialmente, los del sur global, también llamado "tercer mundo"16 a partir de su influencia en ellos17. En este artículo se analiza a Colombia en el marco del conflicto global para indagar cómo su Gobierno de ese momento pretendió defender un orden imperante; y para caracterizar la crítica al socialismo hecha por los medios de comunicación tradicionales desde el cubrimiento de hechos relacionados con la insurgencia. Se propone así una conversación nacional y regional sobre el uso de los medios de comunicación en un contexto de conflicto social, donde se siguieron las recomendaciones de algunos investigadores que mencionan la necesidad de realizar trabajos sobre América Latina en el contexto de la Guerra Fría donde a partir de contextos locales se planteen relaciones explicativas y contrastes globales a partir del análisis de casos18.
El período que corresponde a la investigación es del 1 de enero de 1960 al 31 de diciembre de 1971. Esta elección se debe a que como menciona Eric Hobsbawm19, los procesos históricos no necesariamente se corresponden con las formas de medir del tiempo, sino que es necesario crear entendimientos de los acontecimientos asociados con los hechos, actores y sus relaciones. En este caso, se considera que el paro nacional de 1971 está vinculado con las movilizaciones sociales de los años de 1960; que es un resultado de estas, de su crítica y organización, así como de sus planteamientos políticos y sociales. Se utilizó la prensa como fuente de investigación porque en ella se encuentran posturas, búsquedas y preocupaciones de los defensores del orden tradicional, como lo fueron las élites culturales, económicas, políticas, así como del Estado. Se seleccionaron los periódicos El Colombiano de Medellín y El Tiempo de Bogotá porque ambos propendían por el orden social imperante, eran defensores de la tradición y críticos del socialismo. Sin embargo, es importante senalar que El Colombiano ha tenido filiación con las ideas conservadoras y con el Partido Conservador, mientras que El Tiempo lo ha hecho con las ideas liberales y con el Partido Liberal, incluso pertenecía a una familia liberal, "los Santos". Pero en líneas generales ambos son diarios tradicionales y se considera que en estos periódicos se puede observar la dinámica de crítica a la insurgencia y el lugar de los diarios colombianos en la construcción de un ideario de orden público en el contexto de la Guerra Fría. La metodología de la investigación fue seleccionar las noticias relacionadas con la insurgencia y analizar cómo son descritas, si senalan un peligro y si en ellos se puede observar las capacidades de la insurgencia en términos militares y operativos, para posteriormente evaluar y debatir si son realmente un peligro para la estabilidad del Estado, como se senalaba en algunos comunicados de Gobierno, o si realmente este discurso hacía parte de un intento más bien ideológico por mantener la cohesión social y evitar las críticas al gobierno mediante el argumento del conflicto armado, así como reducir el ánimo de sus críticos a través de la guerra cultural y psicológica.
¿Cómo detener el peligro socialista?
Con el surgimiento del período de La Violencia (1948-1960), la institucionalidad colombiana desarrolló reservas frente a los grupos liberales de autodefensas que se encontraban en desacato del orden conservador porque estos lo consideraban represivo y que no brindaba garantías para el ejercicio político20. En el marco internacional el Gobierno conservador presentó a estos grupos no como fuerzas de respuesta a los excesos de poder del Estado, sino que los relacionaban con el movimiento internacional socialista, argumento que se utilizó con la intención de evitar una intervención estadounidense que velara por "recuperar" la democracia21, mientras llevaban la discusión hacia las capacidades de Colombia para prevenir una posible escalada armada de un ejército irregular.
En este marco de referencia, el presidente conservador Laureano Gómez envió a la guerra de Corea (1950-1953) un batallón del ejército colombiano, el "Batallón Colombia"22, como muestra de apoyo a Estados Unidos y al Ejército de la Naciones Unidas (ONU), con esto el Gobierno colombiano buscaba que fuera evidente el compromiso de Colombia con la contención internacional al comunismo promulgado desde la URSS y que fue asumido por el bando estadounidense como un peligro para el sistema capitalista. Asimismo, este tipo de gestos por parte de la presidencia colombiana pretendía eliminar cualquier duda sobre la actuación del gobierno nacional en su conflicto interno y limpiar la relación que Laureano Gómez tuvo con los fascistas europeos23, así como el aprendizaje por parte de las Fuerzas Armadas colombianas sobre la dinámica de lucha contra ejércitos irregulares24.
En la guerra de Corea el Ejército colombiano aprendió técnicas y tácticas contra ejércitos irregulares, que sus difusores pretendían que fueran generales para todas las Fuerzas Armadas contrainsurgentes. Esta instrucción fue liderada por Estados Unidos, con el fin de que los países aliados adquirieran la capacidad de hacer frente a los comunistas que intervinieran en sus territorios. Además de la lucha armada contra las fuerzas enemigas, en esta guerra tomó un lugar especial la capacidad de influir en el ánimo bélico -guerra psicológica-, por lo cual los ejércitos hacían uso de altavoces y panfletos para dar mensajes a los adversarios, con el propósito de reducir su ánimo y no escalar a un enfrentamiento armado. En los mensajes, además de mencionar la capacidad de sus fuerzas, se sugería la posibilidad de una entrega que les permitiera a los contrarios preservar sus vidas y eliminar la posibilidad de ser capturados y objeto de malos tratos.
Las ensenanzas al Ejército colombiano quedaron consignadas en la tesis del oficial Alberto Ruiz Novoa25 realizada para ascender al grado de coronel y en la cual expone la necesidad de tener Fuerzas Armadas organizadas para hacerle frente a la amenaza socialista, haciendo uso de las herramientas que se encuentran en la comunicación y en la posibilidad de influir por medio de los medios informativos, así como de la coacción interna para repeler cualquier estrategia informativa del enemigo. Al respecto Ruiz Novoa menciona que "[...] un pueblo solo está vencido cuando se doblega su voluntad de triunfar y su capacidad de resistir ha sido reemplazada por la aceptación de la derrota"26, donde también dice que hay ejemplos en la historia para respaldar su afirmación, como el caso de la Segunda Guerra Mundial cuando los Ejércitos rusos fueron vencidos en Leningrado, pero no el pueblo ruso. El oficial del Ejército colombiano en Corea afirmaba que era necesario actualizar la dinámica militar y no dejarla solo en temas tácticos, estratégicos y logísticos, sino que era necesario librar el combate en la mente de las personas que están luchando en el terreno, objetivo al que había de dedicar el tiempo necesario en preparar las herramientas para su "indoctrinación"27.
En su tesis de ascenso Ruiz Novoa menciona una serie de herramientas para doblegar la voluntad del adversario de las que hacen parte los altavoces en el frente, los folletos lanzados desde aviones y dejados en el paso por las líneas enemigas, así como la propagación de rumores de avanzada y de capacidad de las fuerzas adversarias con el fin de disminuir el ánimo de encuentro de las tropas. El militar hizo referencia, además, a la necesidad de mantener al pelotón cohesionado en el marco del convencimiento de la causa por la cual se lucha y la necesidad de enfrentar al contrincante por la nación, por la institución, por su desempeno, por la responsabilidad que tienen y por las posibilidades para su futuro que su participación supone28. Posteriormente Ruiz cita ejemplos de los folletos utilizados en la guerra de Corea, en donde se evidencia su interés por romper la moral de la tropa enemiga, al suscitarle el cuestionarse los motivos por los que se encuentran en el teatro de combate (figura 1).
Fuente: Alberto Ruiz Novoa, "Ensenanzas de la guerra de Corea: Aplicables al Ejército de Colombia" (trabajo escrito para optar al rango de coronel, Escuela Superior de Guerra, 1956), 225.
Como se ve en el ejemplo de la propaganda usada por las Fuerzas de las Naciones Unidas, a través de imágenes sugerentes estas querían sugestionar a las tropas chinas para que abandonaran la lucha armada si es que no querían ser asesinados. Además de mensajes tan agresivos como el anterior en el que hablan de la capacidad militar del Ejército, también figuraban expresiones acerca de lo positivo de una entrega pacífica y de la amnistia (figura 2); otras que cuestionaban a los dirigentes de los enemigos, mostrando a los líderes del Ejercito adversario como personajes oscuros por sus gestos y posición corporal, que ponían en duda los benefícios de la contienda librada por las tropas (figura 3); y otras que incluso critican el sistema económico, político y social por el cual se lucha, de tal manera que los soldados duden de los motivos por los cuales están en la guerra ya que mientras ellos luchan algunos líderes y empresarios gozan de su posición y fortuna (figura 4).
Es importante tener en cuenta que antes de estas propuestas hechas por Ruiz Novoa en 1956 a las Fuerzas Armadas, en Colombia ya los medios de comunicación hacían parte de una lógica partidista clara y establecida, lo cual es observable, tanto en las editoriales de los medios y la forma de presentar los hechos, como en las caricaturas políticas29, desde donde se defendían o atacaban ideas políticas, lo cual llevó en varios momentos al cierre temporal de algunos periódicos. Por ejemplo, los diarios liberales El Tiempo30 y El Espectador31, ambos de Bogotá, fueron cerrados en varias ocasiones por la institucionalidad, debido a la crítica que hacían del Gobierno conservador en los momentos más álgidos de La Violencia, así como durante el golpe militar de Gustavo Rojas Pinilla. Por otra parte, en la misma lógica, los periódicos conservadores El Colombiano de Medellín y El Siglo de Bogotá se encargaron de defender las ideas conservadoras y el actuar del Gobierno nacional conservador, atacando a los opositores y a las Fuerzas Armadas de autodefensa, relacionadas en ese momento con el socialismo.
Con el aprendizaje adquirido en las guerras contrainsurgentes que habían librado, como la de Grecia (1946-1949) y Corea (1950-1953), el Departamento de Defensa estadounidense desarrolló en 1953 una estrategia amplia de guerra psicológica que, a diferencia del entendimiento clásico que se tenía de esta como librar una lucha en la mente del enemigo y convencerlo de que no puede triunfar32, buscó que se combinaran las prácticas de seguridad que se venían aplicando en el contexto de la Guerra Fría con el asistencialismo para el desarrollo33, y con la asesoría en el manejo de la información (desinformación) como, por ejemplo: "[...] (Propaganda, programas culturales y de educación, intercambio estudiantil, formación de líderes) y de seguridad (intervención militar, en general de baja intensidad) [...] Se trata de una guerra que conjuga aspectos políticos, económicos culturales y militares"34.
El conflicto entre las ideologías políticas y los modelos de vida se llevó a todos los campos en el contexto de la Guerra Fría: a la cultura y a los bienes de consumo, en particular. La intención era librar la lucha en las conciencias de las personas, buscando cambiar o defender la forma de concebir la vida, el ideal de modelo económico y, sobre todo, de progreso35. En este sentido Benedetta Calandra y Marina Franco hablan de la "Guerra Fría cultural" y de la forma en que esta se desarrolló en América Latina, donde prestan especial atención a los intercambios culturales y a las relaciones de los países de la región con Estados Unidos, donde se hace evidente el consumo de productos culturales con marcas ideológicas, como el cine y la música36, pero donde también se hacen alusiones a la forma de vida del país norteamericano, el llamado American Way of Life. Fue así como medios culturales como el cine, la prensa y las revistas que presentaban "la vida diaria" (Life37 o Playboy38, por ejemplo) se establecieron como soportes privilegiados para presentar el modelo de vida capitalista en el marco de la Guerra Fría39. Esto también ocurrió con los programas de asistencia económica, que velaban por un entendimiento especial del mundo a partir de la visión teórica y metodológica del capitalismo, la cual cooptó también los espacios académicos, donde constantemente se planteaban preguntas con las formas de entender la vida y las posibilidades o imposibilidades de los modelos políticos y económicos en disputa40.
Otro elemento para senalar es que el conflicto armado interno en Colombia cambió sus dinámicas con el paso del tiempo y entre la década 1950 a la de 1960 las autodefensas o guerrillas liberales se transformaron, adquirieron una visión crítica y social de la política, porque ya deseaban participar también en la reforma social del Estado41. En este sentido es muy importante tener en cuenta que tanto los años de combates y de consumo de ideología socialista como el triunfo de la Revolución cubana en 1959 les dio una nueva perspectiva a las guerrillas, al mostrarles que debían participar en la búsqueda de mejores condiciones sociales y que por la vía de las armas se podía hacer la revolución42. Ante esta dinámica el Estado respondió con mayores medidas de seguridad, además del planteamiento de una guerra total, tanto en la política43, cerrándola a quiénes participaban de ella, como por la vía de la defensa de Estado en todos los teatros: el de los medios culturales y sociales y el teatro de la guerra, conflicto que no necesariamente se disputó con un enemigo externo e identificable, según la lógica de la guerra clásica entre naciones, sino con un partisano que podía ser cualquiera44, un enemigo interno altamente peligroso para la estabilidad del orden social45.
La insurgencia en prensa periódica: ¿un enemigo peligroso?
A partir de la consolidación y puesta en marcha del Frente Nacional desde 1958, el Gobierno se propuso modernizar al país para la pacificación y el progreso, así como propiciar un cambio en las lógicas de la vida misma de acuerdo con el desarrollo de la democracia. En ese sentido buscó por diferentes medios la normalización de las dinámicas del país usando la prensa como una de las herramientas más útiles para hacer un llamado a la civilidad y a la cultura, entendiendo que, en el marco de la democracia, otras ideas podían tener "cabida", siempre y cuando se mantuvieran en el marco de una lógica internacional capitalista que permite relacionarse con las potencias occidentales. Por eso se apeló a la prensa para mostrar al bloque comunista internacional como un conjunto de países con poca filiación occidental, desconectados de una lógica global que, en cambio, sí tenía Estados Unidos46.
En este juego de intereses de la institucionalidad, de las élites políticas y económicas, se buscó equiparar a las guerrillas con movimientos comunistas asociados a una lógica internacional guiada desde la URSS47. Estos grupos, que en sus inicios se defendían de las imposiciones del Estado conservador, con el pasar de los años se convirtieron en movimientos que buscaban hacer la revolución socialista y desestabilizar el orden imperante. La aparición de las acciones de estas fuerzas irregulares en la prensa colombiana fue un hecho constante que puede observarse en el tiempo. Allí se aprecian las dinámicas comunicativas que tenían los medios de comunicación con respecto al ideal de orden, lo que también da cuenta del proceso de conformación de una política de seguridad relacionada con la contención de las fuerzas socialistas tanto en los medios culturales y de comunicación como en los contextos geográficos. De esta manera se hace evidente la prevención de los medios frente al accionar político "insurgente", y la necesidad de usar el lenguaje para mantener la cohesión social que previniera cualquier expansión de los hechos irregulares y políticos en otros sectores de la vida social asociados a las políticas de seguridad48, así como su relación con la necesidad de concebir entidades y grupos que se dedicaran a las labores de inteligencia.
Un punto clave es que muchas de las noticias de prensa de la época analizada trataron sobre manifestaciones, bloqueos y protestas y sobre las medidas que tomaron grupos organizados de sindicatos, estudiantes y profesores o movilizaciones de otro tipo, de las cuales figuran 147 artículos49 con intereses diversos, en los que en algunos no trasciende el mero hecho de informar lo que pasó o que iba pasar, aun cuando en la mayoría fueron textos sugerentes que plantearon la relación de estas acciones colectivas con la insurgencia e, incluso, con la misma cooptación de los movimientos por fuerzas oscuras insurgentes, lo que produjo que en la opinión pública se empezara a desconfiar y a estigmatizar la movilización y el accionar de los movimientos sociales que se presentaban.
A lo largo de la década de 1960 se cuestionó en los periódicos revisados la capacidad armada de los grupos insurgentes "vinculados" con el socialismo, los cuales eran llamados por la prensa como "bandoleros", "antisociales" o "facinerosos", con lo que daban cuenta de su posición como medios de comunicación en defensa de la institucionalidad. En el período revisado en prensa (12 anos, de 1960 a 1971), se encontraron 4350 atentados reportados en artículos escritos, en los que el tratamiento de los diarios era presentar las noticias con un título que describía los hechos y, usualmente, una fotografia que mostraba los destrozos causados por actos violentos. Estas acciones fueron, por lo general, leves en cuanto a número de fallecidos y heridos. Las excepciones fueron un atentado en la Cancilleria en abril de 196451 (con un muerto y tres heridos sin gravedad), una bomba el Ministerio de Guerra en Bogotá en julio de 196552 (con un muerto y seis heridos) y una bomba en el centro de Bogotá en agosto de 196653 (que dejó cuatro muertos y seis heridos). En los demás atentados registrados apenas hay destrozos y danos materiales (tablas 1, 2 y 3).
Total, noticias analizadas de El Colombiano | 234 |
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Noticias sobre atentados | 19 |
Noticias sobre acciones de inteligencia | 60 |
Noticias sobre protestas y movilizaciones sociales | 72 |
Noticias sobre comunicados de Gobierno | 83 |
Fuente: elaboración propia a partir de la revisión del periódico El Colombiano disponible en el Laboratorio de Fuentes Históricas de la Universidad Nacional - Sede Medellín.
Total, noticias analizadas de El Tiempo | 166 |
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Noticias sobre atentados | 24 |
Noticias sobre acciones de inteligencia | 30 |
Noticias sobre protestas y movilizaciones sociales | 75 |
Noticias sobre comunicados de gobierno | 37 |
Fuente: elaboración propia a partir de la revisión del periódico El Tiempo disponible en Google News Archive.
Aunque en los informes de inteligencia se mostró a los grupos insurgentes como una amenaza en avanzada y en consecuencia se desarrollaron fuertes medidas de seguridad en diferentes ciudades, así como complejas entidades dedicadas a las labores de inteligencia55, los hallazgos de hechos perpetrados por estos grupos y su capacidad de causar dano es poca para todo el pánico y movimiento institucional que ocasionaban56. Fueron pocos hechos perpetrados en comparación con los artículos en los que se menciona el peligro de la amenaza; al respecto, se encontraron 9057 hechos de inteligencia, dentro del periodo analizado, relacionados con el descubrimiento de elementos para la fabricación de bombas y posibles atentados que se iban a realizar, entre otras. En ese mismo sentido, también aparecen comunicados de las diferentes entidades territoriales e instituciones en los que se hace un llamado a la calma. Incluyen mensajes de funcionarios encargados de la defensa nacional ante la "presunta" avanzada de las fuerzas socialistas que actuaban en el país58.
Los hechos representativos de acciones de inteligencia tenían que ver con la localización de arsenales y explosivos en fábricas clandestinas normalmente ubicadas en Bogotá, Medellín y Cali, lo cual daba pie a pensar en todo el entramado logístico de la insurgencia. Las menciones que relacionan a la insurgencia colombiana con una fuerza internacional que promueve la revolución socialista también fue una expresión usada comúnmente en las noticias publicadas; es curioso el hecho de que se presente al adversario como una amenaza, pero que, a su vez, en algunos momentos se mencione a estos como unos sonadores con muy poca capacidad real para desarrollar un cambio en la sociedad, así fuera por la vía de las armas. No es claro el mensaje que sus redactores pretendían dar, pues además se combinaba la estrategia del miedo de la avanzada del enemigo con el de la seguridad y la confianza en las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Los atentados más catastróficos fueron los ocurridos en Bogotá: una bomba en un automóvil de la cancillería colombiana el 26 de agosto de 1963; las bombas del 9 de abril de 1964 en la misma ciudad; una bomba en el Ministerio de Guerra el 27 de julio de 1965 que dejó un herido y seis muertos; una bomba en el Colombo Americano también de Bogotá en agosto del ano 1966, en el marco de la ocupación estadounidense a República Dominicana (1965-1966) y la llegada de Carlos Lleras Restrepo a la presidencia. A continuación, se muestran las noticias sobre la bomba plantada en el Colombo Americano (figura 5) y en el Ministerio de Guerra, las dos más poderosa detonadas en esta década (figura 6).
Como se puede ver en estas noticias, el interés del periódico es mostrar los destrozos materiales ocasionados y con ello probar la "supuesta" capacidad de dano de los insurgentes que lanzaron los explosivos, quienes se movían siguiendo un deseo irreal de la revolución, donde además queda claro el gran golpe que atestaban a la sociedad este tipo de actos. Estas fueron noticias de primera plana y ocuparon un lugar especial en el periódico, en términos de dimensión (al menos un cuarto de la hoja), si se compara con otras noticias que también figuraban en su portada. El medio buscaba sembrar preocupación acerca de las competencias de las estructuras insurgentes para actuar en las principales ciudades de Colombia, y por tanto de la necesidad de fortalecer la inteligencia militar como herramienta para combatir a los enemigos del orden, ya que era difícil su identificación. Por otro lado, en la imagen siguiente (figura 7) se observa otro artículo sobre el tema de las bombas, pero a diferencia de los anteriores en este la presentación es más descriptiva, ya que se concentra en mencionar dónde estaban los perpetradores y en el apartado final se confirma la detención de algunos de ellos, lo que da cuenta del respaldo y de la capacidad de las fuerzas del orden para actuar rápidamente.
Las imágenes son claras: pretendían mostrar el poder de los grupos insurgentes al calificarlos de terroristas, facinerosos, bandoleros, asociales, entre otras definiciones atribuidas por sus opositores que se expresaban en la prensa. Para estos la forma de llamar la atención de aquellos era, además, problemática porque sus herramientas eran claramente antimodernas y no tenían razón de ser, o más bien, eran incompatibles con una democracia como a la que entonces aspiraba el país. Es importante mencionar que, aunque se mencionaron 43 hechos relacionados con atentados en los periódicos El Colombiano y El Tiempo en los años 1960 a 1971, pocas noticias proporcionan imágenes de los hechos y, en la mayoría, en donde sí aparecen lo hacen para ilustrar la destrucción que los atentados dejaron a su paso. Solamente en el caso del carrobomba del 24 de agosto se encontró un registro en directo de la dimensión de los atentados. Normalmente, la mayoría de los artículos incluían un título llamativo, fuerte, seguido de un encabezado que daba cuenta del énfasis de la nota, para luego informar sobre la página en que se encontraba completa la noticia59.
Otra forma de presentar las noticias sobre atentados, que no está desconectada de la inclusión de imágenes y de otros formatos mencionados, fue el uso de mayúsculas con negrillas, para enfatizar el titular (figura 8) y de esta manera indicar la importancia de la noticia. Con esta estrategia tipográfica se quería demostrar el peligro inminente, la llegada de un poder al acecho y que buscaba desestabilizar el orden de la vida, por lo cual era necesario estar atentos a todo lo que pudiera ocurrir ante un enemigo peligroso y que estaba escondido en las ciudades.
Otro factor importante para mencionar es que en las noticias constantemente se incluyeron pronunciamientos de la institucionalidad (12060 durante los 12 años revisados) que aludían a la imposibilidad de que los socialistas se tomaran realmente el poder porque el Estado era fuerte; sin embargo, era importante para los representantes de sus instituciones mantener una tensión mediática con el fin de que los civiles se mantuvieran al tanto y estuvieran preparados para intervenir en las dinámicas del conflicto, mientras al tiempo dicha información buscaba disuadir a los grupos inconformes de continuar en su lucha al reforzar la imagen de una capacidad estatal fuerte61, que contaba con aliados internacionales para enfrentar la amenaza.
Como observamos la supuesta y potencial amenaza de la insurgencia fue presentada en la prensa colombiana con cierta regularidad. En los artículos relativos a ese tema, sus autores pedían a los ciudadanos que se mantuvieran alerta de los movimientos frente a personas sospechosas de realizar actos vandálicos contra la comunidad y el Estado. De todas maneras, en las noticias no se dejaban de reconocer las capacidades de las instituciones oficiales y, sobre todo, de la Fuerza Pública para hacerle frente a la amenaza. Al respecto la posición de los periodistas es ambigua: se considera peligrosa la existencia probada de grupos insurgentes, pero a la vez se les exhorta a sus miembros a entregarse a la Fuerza pública porque realmente no tienen oportunidad de llevar a cabo su revolución: no hay manera de que sus objetivos tengan forma lógica de cumplirse. Por esa razón se concluye que este tipo de pronunciamientos hicieron parte de una guerra psicológica en doble sentido pues, por un lado, se intentó reforzar la cohesión entre los ciudadanos que habitaban las urbes más densamente pobladas de Colombia, mientras que, por otro lado, se desmoralizaba a los integrantes de la insurgencia para hacerles ver que sus acciones no tenía sentido ni posibilidad ante un Estado colombiano fuerte y respaldado por unas las fuerzas de seguridad eficiente. Es decir, se les invitaba a lo que el coronel Ruiz Novoa definía como la aceptación de la derrota -antes de siquiera iniciar cualquier batalla-.
Conclusiones
Las dinámicas de la Guerra Fría y la necesidad de modernizar el Estado colombiano para dotarlo de las capacidades necesarias para prevenir la revolución se hicieron presentes en diferentes esferas de la vida pública. En el caso observado, el discurso de dos de los periódicos más representativos del país buscó mostrar una Fuerza Pública moderna enfrentada a una fuerza oscura que podría traer caos a la organización de la vida. En esta lucha de fuerzas, la prensa tomó un papel fundamental, porque los periódicos analizados utilizaron su influencia para amenazar, o más bien, desmoralizar al "enemigo" y a la par que se quería llegar al público en general y difundir estas ideas y aprovechar así para su posición para transmitir su un mensaje de propaganda basado en el mecanismo de la programación psicológica cultural. Además, como los periodistas presentaban una interpretación de los hechos según la conveniencia de este discurso y de su ideología, estas noticias reforzaban la legitimidad de la institucionalidad como fuerza que debía combatir una amenaza externa, hostil y peligrosa.
En los diarios se presentaron intencionalmente hechos e ideas con las que se buscó despertar en la opinión pública sentimientos de rechazo contra unos (los insurgentes) y de simpatía hacia otros (las fuerzas del Estado) en el marco de una lógica de defensa de la seguridad nacional contra el peligro inminente que representaba el potencial avance de los insurgentes y el consecuente cambio en las lógicas de vida que su triunfo significaría.
Sin embargo, el discurso encontrado en los periódicos fue contradictorio, jugó con la ambigüedad, porque, aunque en ocasiones reconoció al adversario como capaz en términos militares por las condiciones de su fuerza, en otras tendió a deslegitimarlo, a desestimar su capacidad real de maniobra frente al orden institucional, y por tanto asumía como evidente la imposibilidad de que tuviera éxito su revolución. Esta forma de enunciación considerada en el contexto de la guerra psicológica se puede entender como el recurso para generar confianza, aunque a partir de la duda y de suscitar en los ciudadanos un ánimo de alerta que los predisponga a legitimar el accionar del Estado en un momento de crisis.
Así se demuestra que, si bien el Gobierno nacional y los medios de comunicación a veces presentaron a la insurgencia como un enemigo con mucha capacidad de afectación, tanta como para llevar a la puesta en marcha de grandes medidas de seguridad, también es cierto que los hechos presentados en prensa confrontan esta versión que se pretendía implantar en la opinión pública. Esto significa que los senalamientos de peligro no se hicieron como tal por la mayor o menor capacidad desestabilizante de esos grupos, sino porque el Gobierno y los medios de comunicación estaban proponiendo una determinada visión del conflicto desde la palabra con el fin de cohesionar a la sociedad a partir de los sentimiento comunes de rechazo, de miedo a un peligro inminente y de necesidad de aplicar mejores medidas de defensa contra un enemigo plenamente identificado y con la suficiente -aunque no excesiva- capacidad de perturbar un orden apreciado por esa sociedad.