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Introducción
En el presente ensayo nos proponemos revisitar la obra whitmaniana desde una perspectiva crítica contemporánea en sintonía con los nuevos materialismos, en su vertiente posthumanista. La elección del encuadre teórico de dicha lectura no debería considerarse como una insistencia impelida por una suerte de novedad crítica en torno a problemáticas candentes, más bien es necesario advertir que algunos textos canónicos pueden anticipar cuestiones que se codifican mucho tiempo después. En ese sentido, la obra del poeta estadounidense puede interpelar las nuevas perspectivas ecocríticas para, por un lado, ampliar las dimensiones desde las cuales se ha leído lo político y, por otro, alumbrar nuevas posibilidades desde una ecología literaria que indague un estado de cosas; esto es, el creciente interés que las problemáticas ambientales han coagulado en las últimas décadas no solo desde la ciencia y el pensamiento filosófico, sino también desde la crítica literaria. En ese sentido, siguiendo a Diane Kepner, creemos que Whitman desarrolló una forma de pensar1 que no puede ser reducida a determinadas corrientes filosóficas. Ese pensamiento singular, marcado por una teoría de la naturaleza fundamental, es un elemento constitutivo de su poesía y, por ende, puede ser hallado en su obra. En consonancia, propondremos no solo reflexionar en torno a un pensamiento sobre lo vegetal, sino también alrededor de un pensamiento de lo vegetal, lo que trae aparejados otros modos de pensar las cuestiones políticas.
Walt Whitman escribió un único libro de poesía, Hojas de hierba. Se editó por primera vez en 1855 y prosiguió con nueve ediciones, cuyas publicaciones el poeta se encargó de corregir y multiplicar a lo largo de toda su vida. Ese proceso finalizó con la novena edición, de 1892, considerada su "death-bed edition" o versión definitiva. A partir de esa última edición se ha trabajado el presente ensayo2.
En este libro se escribe una vida, la del poeta, pero también la de una creciente nación: "Whitman se impuso la escritura de una epopeya de ese acontecimiento histórico nuevo: la democracia americana" (Borges 189). La democracia estadounidense necesitaba de nuevas voces, de nuevos poetas. Pues Hojas de hierba no es solo una invención desde el aspecto evolutivo (una vida, un libro, una nación), sino también desde el orden formal del lenguaje: una nueva poesía. Por ello, algunos intérpretes coinciden en que su obra es una gesta independentista del lenguaje. En este sentido, Eduardo Moga sostiene que "Whitman abandona el estilo elevado de la épica tradicional y su instrumento perfecto, el pie yámbico que ha dominado el verso inglés desde el Renacimiento (...) para entregarse con promiscuidad a un verso libre" (58).
En efecto, las vivencias y la historia se encauzan en esta poética que invita a la lectura perceptiva y sensorial. Hojas de hierba puede ser pensado desde el par literatura y vida, pues el libro es el encuentro de la potencia creadora que logra la materialización de una biografía (del poeta) y una historia (de la nación). Este entrelazamiento entraña una serie de avatares y supone una secuencia de movimientos: la incorporación de territorios a los Estados Unidos, la llegada masiva de inmigrantes, los diferentes modos de vida y los sistemas de producción de los Estados que componen la Unión. Muy pronto todos estos elementos desembocaron en la Guerra Civil (Moga 57). Según varios críticos (Killingsworth3, Moon, Meehan, entre otros), la Guerra de Secesión, que transcurrió entre los años 1861 y 1865, significó un antes y un después en la vida y la poesía de Whitman.
Todos estos hechos se desarrollan en el transcurso de una temporalidad vital que se consagra en un espacio geográfico determinado, el paisaje de una nación en ciernes, Estados Unidos de América. Hojas de hierba permite lecturas en relación con la "naturaleza" en un sentido no tan evidente, llegando a un gesto adusto, como es el recostarse sobre la tierra, mirar en su dirección, identificar la variedad que cubre la superficie, las hierbas, el pasto, las flores.
Este gesto, la mirada volcada hacia la existencia y proximidad de las hierbas, es importante porque trae aparejada, como intentaremos mostrar a continuación, una serie de consecuencias éticas (Gerhardt), ecopoéticas (Killingsworth), teóricas (Kepner) y políticas. Partiendo de estas consideraciones, propondremos que una lectura de Hojas de hierba permitiría trazar algunos rasgos de lo que Michael Marder denomina "democracia de lo vegetal" (Plant-Thinking 51-53). Son las inscripciones de la existencia de lo vegetal en la poesía whitmaniana nuestro punto de partida para el desarrollo de este trabajo.
Un abordaje tal requerirá, en primera instancia, relevar brevemente algunas de las concepciones sobre la naturaleza que han sido influyentes en el poeta, sobre todo la de Ralph Waldo Emerson. En segunda instancia, abordaremos esta problemática desde una perspectiva contemporánea, tomando como pilares los estudios de ecopoética de Jimmie Killingsworth, Walt Whitman and the Earth (2004) y de Christine Gerhardt, A Place for Humility, Whitman, Dickinson, and the Natural World (2014), y orbitando desde el ya clásico texto de Diane Kepner "Walt Whitman's Theory of Nature in 'Song of Myself'" (1979). Por último, analizaremos algunas posibilidades desde los materialismos vegetales con los trabajos de Serenella Iovino y Serpil Oppermann, Jane Bennett y, fundamentalmente, Michael Marder. Nos proponemos llevar a cabo este recorrido a fin de esbozar algunos interrogantes sobre la crisis ambiental y el modo en que estas lecturas pueden propiciar nuevos imaginarios de vida y formas de habitar el mundo.
Naturaleza: algunos antecedentes emersonianos
Hay cierto consenso en suponer que con Nature (1836), el primer libro de Emerson, se inicia el transcendentalismo americano como un sistema de creencias que propugna una apreciación no tradicional de la naturaleza (Liebman 482). El trascendentalismo postula un vínculo entre Dios y el mundo, siendo Dios el origen de todo, y en consecuencia la posibilidad de obtener una limpieza espiritual al experimentar la naturaleza misma. Según los trascendentalistas, el reconocimiento de la íntima relación entre Dios, la humanidad y la naturaleza hace a la esencia humana potencialmente realizable (Manzari 61).
Nos interesa del trascendentalismo rescatar un aspecto antropomorfo (no antropocéntrico), esto es, cómo el yo trascendentalista se encarna en una red infinita de experiencias y percepciones formadas a través de la interacción entre las agencias humanas y no humanas, agencias de la materia y más allá, como señala la lectura de Melis Mülazimoglu (96), en consonancia con una interpretación materialista ecocrítica.
En el apartado homónimo de Nature, Emerson llama "bienes" a las ventajas que el hombre puede obtener de la naturaleza y propone una división de la misma en cuatro usos: "bienes, belleza, lenguaje y disciplina" (27). Estos modos se encuentran imbricados con las distintas modalidades de ser y hacer del ser humano.
Tanto el hombre como la naturaleza son expresiones de lo divino. El hombre, en su existencia física, es parte del mundo material. No obstante, a lo largo del ensayo, Emerson se refiere a la separación del hombre de la naturaleza a través de sus capacidades intelectuales y espirituales. El hombre y la naturaleza comparten una relación especial. Cada uno es esencial para comprender al otro. Sin embargo, Emerson deja en claro que el hombre disfruta de la posición de jerarquía. En sus habilidades superiores, representa un punto final de la evolución. Además, el hombre tiene poderes particulares sobre la naturaleza. La naturaleza fue creada para servir a las necesidades físicas y, más aún, intelectuales y espirituales del hombre. Es decir que se trata, stricto sensu, de una concepción humanista de la naturaleza.
Esta concepción al servicio de los seres humanos es algo que también podemos encontrar en Whitman. Sin embargo, la naturaleza, en el poeta americano, parece ampliar el abanico no solo a nivel del significado, sino también en tanto útil para el hombre, cuestión que analizaremos en el siguiente apartado.
El 12 de julio de 1855 Emerson le expresa a Whitman, través de una carta, la alegría y grata sorpresa que le produce la existencia de Hojas de hierba. Además, profetiza que Whitman ha asistido a sus prédicas: "Atiende mi ruego reiterado a una naturaleza que tenía por estéril y por avara" (759). El autor de Hojas de hierba responde, en 1856, a quien considera su maestro; retoma el tópico de la naturaleza, y confiesa la complejidad y el carácter polisémico y multiplicador de "esa cosa dura e indefinible que es la Naturaleza" (Hojas 765). Y a continuación nos comunica la misión del poeta como aquel que percibe, desde su espíritu, de un modo particular, a la humanidad y la naturaleza: "El rasgo distintivo de todo poeta es siempre el espíritu con el que aborda la contemplación de la Humanidad y de la Naturaleza, el ánimo con el que se asoma a sus temas" (Hojas 792).
El impacto del poeta es tal que suele citarse la conferencia de Emerson como el puntapié para Hojas de hierba4. Whitman se sintió profundamente interpelado por las ideas de Emerson, y quiso convertirse en el poeta que él estaba buscando (Moga 55). Seguidamente, remitiremos no a una definición de la naturaleza, sino a las naturalezas whitmanianas, esto es, entendidas en su carácter múltiple y uno.
Naturalezas whitmanianas
No encontraremos en la obra whitmaniana una noción clara y distinta del significado de "naturaleza". Más bien, en sus formas de aparecer puede resultar confusa y hasta por momentos contradictoria. Dicha tensión categorial que su poesía manifiesta es leída por Kepner desde una teoría de la naturaleza whitmaniana que se caracteriza por ser eminentemente materialista, pero que, a su vez, se tensa y contempla con un vocabulario del idealismo filosófico, como en el caso de "Song of Myself (181). Esta aparente contradicción encuentra una posible resolución en la unidad entre el idealismo y el materialismo presente en la teoría de la naturaleza whitmaniana. Según Kepner, dicha teoría explica la relación entre las cosas y el pensamiento mediante la percepción de la realidad, es decir, se trata de una teoría de la naturaleza que puede demostrarse mediante la observación directa del mundo y que no está anclada a una tradición en particular, tal como pedía Emerson a los poetas. Como mostraremos en el siguiente apartado, las "hojas de hierba" serán, tal como señala Kepner, una prueba funcional de la teoría de la naturaleza, que nosotros abordaremos como naturalezas mínimas.
Citemos dos modalidades de aparición que podrían resultar, a priori, opuestas: la naturaleza como virilidad de los hombres (Whitman, Hojas 555, 632, 679, 754, 133) ante "el recién nacido de la vegetación" (Whitman, Hojas 149). Estos dos modos son solo una muestra de la manera en que se tensan las categorías de la naturaleza como fuerza o poder y, por otra parte, como ternura y potencia menor. Se trata de pensar la naturaleza desde el carácter dicotómico o contradictorio que presenta para considerarla una categoría cada vez más flexible, es decir, volverla un término plástico y hospitalario que pueda contemplar todos los hechos naturales, tal como pensaba Emerson, inherentes a los hechos espirituales: "(…) la Naturaleza encierra una clave y un designio, únicos y múltiples, aunque no los comprenda, ni pueda expresarlos, y que los resultados espirituales invisibles, pero tan reales y definidos como los visibles, redundan en las vidas concretas, y en todo lo material, a lo largo del Tiempo" (Whitman, Hojas 796-797).
En esta amplitud de horizontes de significado que provoca la resbaladiza definición de naturaleza en Whitman se cristaliza el carácter de inclusividad, cuyo desarrollo lo diferenciaría de sus contemporáneos, tales como Emerson, Wordsworth y Bryant. La inclusividad no solo da cuenta de los elementos que, a primera vista, podrían ser interpretados como no poéticos (lo sucio, lo feo), sino que también hace saber que los sujetos de la poesía whitmaniana son múltiples, distintos, diversos, pero que todos asisten y contribuyen a la misma nación.
El aspecto de inclusividad resulta fundamental para transpolar a las formas políticas que surgen a través de las democracias representativas, pues no solo se trata de un pensamiento pluralista en el sentido de que los esclavos, los pueblos originarios, los obreros, están presentes en la poesía whitmaniana, sino que también parece decirnos que cada uno tiene su lugar en el "cosmos" y contribuye al armado de la nación:
Each singing what belongs to him or her and to none else,
The day what belongs to the day-at night the party of young
fellows, robust, friendly,
Singing with open mouths their strong melodious songs (Whitman, Leaves 246)5.
Por otra parte, es a través del tan mentado catálogo whitmaniano como los objetos de la percepción muestran su carácter expansivo y múltiple de aquello que representa o presenta a la naturaleza, ya sean "hormigas", "estrellas", "estiércol", "hierbas". Según Kepner, en sus catálogos el poeta nos presenta el universo con sus texturas, colores, formas, es decir, con las características del universo en cualquier instante del tiempo (200) porque el poeta "ve" en cada objeto particular la unidad en el universo (197). Por ello también dentro del catálogo se hallan las creaciones del hombre como pertenecientes a la naturaleza, entre las que se encuentran los barcos, las fundiciones, los edificios y diversos objetos. Un ejemplo sería "Song of the Broad-Axe", donde el artefacto se representa como si fuera parte de la naturaleza; todos ellos, entonces, serían objetos naturales al igual que lo creía Emerson en los párrafos iniciales de Nature.
De los objetos naturales que más a menudo se nombran en la poesía whitmaniana, el mar parece ser uno privilegiado. Esto se infiere, debido a que las referencias son abundantes a lo largo de toda la obra: "Adán ante el mar", "En el barco, en el mar" (115), "El barco que zarpa" (125). En "Song of Myself se presentan ciertas figuraciones marítimas en relación con la muerte, con la demostración de poder de la naturaleza y una suerte de identificación del poeta con el mar, como en el canto 22: "Sea of the brine of life and of unshovell'd yet always-ready / graves" (Leaves 287)6.
Nuevamente el carácter de integración se expone -"I am integral with you, I too am of one phase and of all phases" (Leaves 288)7- cristalizando el continuo retorno del esquema tensional que se teje, principalmente, a lo largo de "Song of Myself, entre lo uno y lo múltiple de ese uno. Es decir, a la diversidad le sobreviene la inclinación del poeta por la unidad (Kepner 182-184). A su vez, el pensamiento poético está estrechamente ligado a una búsqueda ontológica; así es como la naturaleza manifiesta su carácter prepotente y riesgoso en relación directa con la muerte y cierta revelación del ser: el enigma de los enigmas. Así lo presenta el canto 26:
I am cut by bitter and angry hail, I lose my breath,
Steep'd amid honey'd morphine, my windpipe throttled in fakes
of death,
At length let up again to feel the puzzle of puzzles,
And that we call Being (Whitman, Leaves 296)8.
El mar también se personifica y se conecta con la muerte, como en el poema "As I Ebb'd with the Ocean of Life" (510). Resuenan ecos entre la inmensidad y la infinitud, y a la vez el mar como su lugar natal, Long Island. En relación con la figura de la muerte no deja de ser un fenómeno extraño y, como tal, también milagroso.
Otra manifestación natural que frecuenta la poesía whitmaniana es el aire. Como señala Doudna, a menudo se vincula con el adjetivo "abierto" que lo emparenta con la libertad (452). Por otra parte, también hay una visión hacia el cielo en el que las constelaciones, los satélites y los planetas abren al panorama cósmico. Con esta exposición de fenómenos "naturales" queremos señalar una poética abierta, en el sentido de la creación de una propuesta atenta al "exterior" que compone un paisaje caracterizado por la inmensidad y lo desconocido, que a la vez proyecta algo del enigma del ser. Quiero decir, hay algo en esa construcción fenomenológica de la poética whitmaniana que radica en un modo de ser y estar en el mundo. Es en ese particular modo de "mirar" que el poeta conecta en este vasto catálogo las posibles asociaciones universales de los múltiples objetos y en el sujeto mismo; señala Kepner que el poeta ve la verdad, es decir, ve la unidad del universo en los múltiples objetos, pero advierte que dicha verdad no está reservada a los poetas, sino que todos pueden verla (197-198). En el siguiente apartado, finalmente, iremos tras las huellas de la vegetalidad en Hojas de hierba.
La presencia vegetal en la poesía whitmaniana
Si bien, como vimos, la naturaleza se muestra o se presenta omnipotente, poderosa, viril, hay otro tipo de hecho natural: el poeta se encarga de proyectar el elemento vegetal que da nombre al libro. Esto supone un giro en torno a la percepción que trae aparejado el mirar hacia abajo, es decir, a la tierra: "I bequeath myself to the dirt to grow from the grass I love, / If you want me again look for me under your boot-soles" (Whitman, Leaves 335)9. En esta percepción se ubican las hojas de hierba que el poeta compara con las estrellas en "Song of Myself (31): "I believe a leaf of grass is no less than the journey-work of the stars, /And the pismire is equally perfect" (Leaves 298-299)10. Se trata de escalas de lo natural desde lo extremadamente grande a lo infinitamente pequeño, y conexiones entre el cielo y la tierra que se despliegan organizando el espacio poético.
Pero también la relación entre lo bajo y lo alto, lo mineral y lo atmosférico, puede ser pensada en términos de mixtura, como señala Emanuele Coccia: "La vida vegetal es la vida en tanto exposición integral, en continuidad absoluta y en comunión global con el medio" (18). El intento por pensar lo vegetal nos obligó a indagar algunos puntos introductorios de la noción de naturaleza para, finalmente, focalizar en la representación de lo vegetal en general y de la hierba en particular. Sabido es que algunos intérpretes han restado valor al título del libro, otros solo lo leyeron en términos de metáfora, pero muchos indagaron por algo que significara un más allá de la metáfora. Doudna señala que la hierba es un símbolo frecuente, sobre todo en "Song of Myself, al igual que las hojas, que a menudo no son simplemente partes de una planta (metonimia11) sino también partes de un libro (452), como en "I saw in Louisiana a live-oak growing":
All alone stood it and the moss hung down from the branches,
Without any companion it grew there uttering joyous leaves of
dark green,
And its look, rude, unbending, lusty, made me think of
myself (Whitman, Leaves 373)12.
Las hojas se asocian a toda una imaginería del crecimiento de las plantas, lo evidencia el uso de palabras como "florecer" o "crecer", pero, a la vez, las hojas son el contacto con el mundo "medio", es decir, ni subterránea, ni cósmica, sino área, en contacto con la humedad de la tierra y la energía del sol (Coccia 52-55). En ese sentido, es interesante el paso de "spears" a "leaves" en el poema "Song of Myself. En ese movimiento Kepner lee: "Walt Whitman has indeed moved from being an observer of the spears ('I lean and loafe at my ease observing a spear of summer grass' [5]) to becoming a part of the leaves" (204). Se dice que las buenas hierbas duran alrededor de un año y con su misma semilla vuelven en los años venideros, y así sucesivamente. Se llaman "hierbas vivaces" a las que retoñan desde los tallos subterráneos y los tallos subterráneos horizontales son los "rizomas" (Font Quer 582, 613). En la sección 6 de "Song of Myself, el poeta declara:
They are alive and well somewhere,
The smallest sprout shows there is really no death,
And if ever there was it led forward life, and does not wait at the
end to arrest it,
And ceas'd the moment life appear'd (Whitman, Leaves 273)13.
Tal como los rizomas, Hojas de hierba14 parece crecer infinitamente, aun después de haber sido escrita, en una suerte de recurrencia cíclica espacio-temporal de la hierba; del mismo modo actúan las ideas en los poemas, ideas que parecen desvanecerse y volver a brotar en el poema al modo de un tema con variaciones (Kepner 202). Tal vez la potencia-poeta, como la potencia-libro, pertenece a este mundo cuasi subterráneo que resiste a perecer, arrojándonos la imagen poética de un libro-flujo, libro-intensidad.
En la sección 6 de "Song of Myself se plantea la pregunta por la hierba en sí misma. La pregunta por el qué viene en boca de un niño, dato que no es menor: el niño podría ser proyectado como pura potencia (crecimiento), pero a la vez como impotencia (estado actual) y debilidad frente a la fuerza y vigor de las representaciones de los hombres adultos. Emerson creía que para el desarrollo personal era fundamental estar en contacto con la naturaleza.
El niño expone al poeta la pregunta, y en esa interrogación el poeta se encuentra en medio del no saber15. Esto acerca al poeta al lugar de la humildad, ya que demuestra la imposibilidad de definir, y hace de la pregunta un gesto ético ambiental que podría emparentarse con la mentada humildad o, como señala Gerhardt, con un tipo de humildad ambiental. El poeta explora, entonces, en el mundo de las palabras la respuesta hacia el ser de la hierba: "A child said What is the grass? fetching it to me with full hands; / How could I answer the child? I do not know what it is any more / than he" (Whitman, Leaves 268)16.
Creemos que la poesía whitmaniana interviene la naturaleza desde cierta configuración del paisaje para crear uno nacional que, como veremos, opera junto con una serie de nociones tales como democracia, Nación y América. Y que la indagación por la vegetalidad actuaría como horizonte de organización de lo poético-político. La noción de paisaje, según el antropólogo Marc Augé, depende estrechamente de las concepciones del tiempo y el espacio. No hay paisaje natural en el sentido absoluto del término, y el paisaje es incluso la perfecta ilustración del carácter relativo y sintónico del concepto de naturaleza (226). Para resaltar el aspecto constructivo del término "paisaje" podemos acudir a la Real Academia Española. Según dicha institución, la raíz etimológica procede del francés paysage, cuyo compuesto pays puede ser traducido como "país". El paisaje "natural", entonces, puede ser pensado como parte de la construcción de una determinada civilización.
Nosotros consideramos a la naturaleza y al consecuente paisaje desde una perspectiva posthumanista, esto es, desde una perspectiva que se aleja de las teleologías humanistas y que corresponde al abandono del pensamiento binario dialéctico. Tal giro teórico práctico permite considerar de modo diferente la cuestión de la subjetividad y el ser-con-otros. En tal sentido, la reflexión política contemporánea, sobre todo desde la biopolítica, recupera la distinción entre zoé (pura existencia biológica) y bios (como vida calificada)17, dado que el foco está puesto, en última instancia, en las consecuencias políticas de tales distinciones para la vida. Rosi Braidotti, en Lo Posthumano, parte de esta distinción para, por un lado, dejar de pensar la vida como bios -la consideración de la vida desde una posición antropocéntrica y androcéntrica- (Cano Abadía 45) y, por el otro, rehabilitar la noción de zoé para pensar la vida como "la fuerza transversal que corta y vuelve a zurcir especies, dominios y categorías precedentemente separadas" (Braidotti 77). Se entiende, por tanto, la zoé como una fuerza vital que une seres humanos y no humanos con sus múltiples diferencias relacionales (Cano Abadía 45).
A los fines de nuestro recorrido, nos interesa considerar un ámbito de la vida más amplio, o mejor aún, en toda su amplitud, que contemple otras posibilidades en torno a la problemática ecológica, y las interrelaciones y conexiones, tal como sugiere Donna Haraway desde la reconfiguración del terreno de lo humano en relación constitutiva con la simpoiesis18: somos en simpoiesis con otros seres: animales, plantas, máquinas, como condición que en la vida todo se co-produce (Araiza Díaz 161). Pues entendemos que una extensión de los modos de lo viviente más allá de los límites de la soberanía humana posibilitará una reconfiguración de las formas que habitamos y somos en el mundo o, en términos whitmanianos, nos mostrará nuevas y variadas asociaciones. A partir de allí es posible estructurar una renovación en torno a la comprensión de la naturaleza y el paisaje que permita vislumbrar desde la poesía otras formas políticas. Como señala Killingsworth:
Looking for beauty and meaning in an increasingly engineered world, ecopoetics has an interest in preserving the concept of nonhuman being, that which exists outside language and culture and which hints at something larger and more lasting than the products of human hubris. This acknowledgment of the other-than-human - or "more-than-human natural world" (Rigby 155) - is one of the key points. (9)19.
El pensamiento ecopoético, entonces, se enuncia desde este "más allá de lo humano" que responde a diversas lógicas de lo existente tanto vegetal y animal, como mineral. Es por ello que leemos Hojas de hierba recuperando el carácter "suave" de agencia de, tal vez, lo más insignificante de los reinos: la hierba. Jane Bennett (244) considera que en la poesía whitmaniana es posible encontrarnos con la manifestación de fuerzas dispersas y genéricas, más parecidas a la heliofilia que a un reconocimiento interhumano iniciado y promulgado en las psiques; en ese sentido, lo relaciona con la figura de simpatía en la obra del místico medieval Paracelso. Las líneas de simpatía cruzan, interfieren y llegan, lo que daría cuenta, según Bennett, de una ontología suave regida por lo múltiple. Por ello, las corrientes de afectos funcionan, para Whitman, en todas partes y en todo tipo de cuerpos. Dicho de otro modo, estas fuerzas energéticas-eléctricas marcan un continuum vital que configura a su vez modos del ser haciendo posible la enunciación poética: "I musing late in the autumn day, gazing off southward, / Held by this electric self out of the pride of which I utter / poems" (Whitmanm, Leaves 509)20.
La materialidad constitutiva de Hojas de hierba implica dinámicas de agencias "difusas" y causalidad no lineal (Iovino y Oppermann 79-80). Es decir, el libro se constituye en una trama extensiva-intensiva compuesta por movimientos agenciales subterráneos y aéreos que se ramifican y actúan a lo largo de toda la obra-vida. Entonces, en líneas generales, procuramos una atención a la materia mínima, no solo en términos de dignidad (lo que es digno), sino también en términos de recuperación de un estatuto ontológico para sí; en otras palabras, considerar la naturaleza mínima como una potencia que actúa y se inscribe en el mundo. Intuimos que un modo de "acción" es la capacidad de construir historias o narraciones, "un sitio de narratividad, una materia narrada, un palimpsesto corpóreo en el que se inscriben historias" (Iovino, Bodies of Naples 98, traducción propia). Así, podemos leer en las hierbas whitmanianas su propia historia, que es, a su vez, la historia de una nación; las inscripciones de lo que hemos dado en llamar "naturalezas mínimas", en términos de agencia suave, tensionan el carácter de una naturaleza erigida como viril con una fuerte imaginería proactiva: mutatis mutandis, "amativeness", "adhesiveness", "comradeship", etc., que de ningún modo se niegan, sino más bien subsisten en el mismo cosmos. Dice el poeta: "Do I contradict myself? / Very well then I contradict myself, / (I am large, I contain multitudes.)" (Whitman, Leaves 334)21.
Subrayamos el posicionamiento teórico y crítico en cierta caracterización posthumanista; a nuestros fines, esto significa una consideración materialista que ya no es patrimonio exclusivo de lo humano, sino que permite atender los infinitos y múltiples modos de darse de la materia y que conforma el mundo que habitamos, en una dimensión más amplia, cuya condición no puede ser pensada como puro exterior (u "objeto", si por "objeto" entendemos una conformación dispuesta por un sujeto activo). Por el contrario, como señala Iovino, se trata de una multiplicidad de agencias y fuerzas entremezcladas que persisten y cambian produciendo nuevas formas, cuerpos y naturaleza. Es a través de todas estas naturalezas, agencias y cuerpos que "el mundo que habitamos", con todas sus historias, está "vivo" (Iovino y Oppermann, Stories 1)22.
Whitman estaría promulgando, según Gerhardt, una paradoja eco-ética: cómo escribir sobre el mundo natural de tal manera que se respete su complejidad sin forzar su alteridad, es decir, su intención era encontrar una manera de escribir sobre la naturaleza sin que eso lo alejara de ella. Para mediar en esta distancia, el escritor despliega una serie de estrategias de descripción tendientes a construir "paisajes locales dinámicos que conservan un grado notable de autonomía y dignidad, al tiempo que dejan que sus hablantes reconsideren su posición hasta el punto de cancelar virtualmente su voz poética" (Gerhardt 91)23. La voz es, por tanto, una de esas naturalezas mínimas a las que el poeta presta escucha o, mejor aún, entre las que se deja avanzar por sus sonidos.
La vegetalidad, es decir, el vegetal en tanto tal, es uno de los vectores determinantes en el desarrollo de Hojas de hierba. Michael Marder señala algunas líneas para ahondar en la problemática de la vegetalidad, y coloca a las plantas como seres capaces de agenciamiento. En este sentido, elabora la idea de "pensamiento de plantas", referido a: 1) el modo de pensar no cognitivo, no ideacional y no imaginístico propio de las plantas (de ahí lo que llama "pensar sin cabeza"); 2) nuestro pensamiento sobre las plantas; 3) cómo el pensamiento humano es, hasta cierto punto, deshumanizado y vegetalizado, alterado por su encuentro con el mundo vegetal; y, finalmente, (4) la relación simbiótica en curso entre este pensamiento transfigurado y la existencia de las plantas. Estos cuatro sentidos del pensamiento vegetal le sirven a Marder como principios epistémicos para moverse en la vida vegetal y son guías de investigación para no dominar -y al dominar, distorsionar- el objetivo de sus investigaciones (What Is Plant 124).
Marder propone figurar la planta como un "cristal viviente" (Plant-Thinking 127, 163,164) en la medida en que es capaz de poner en movimiento lo inorgánico y lo orgánico en acciones que, en lugar de organizar los hechos de acuerdo a formas preestablecidas, crean formas nuevas. Estas formas son susceptibles de ser rastreadas en la poesía whitmaniana, cuya manifestación se da a través del lenguaje, a través del contenido de los poemas y sobre todo creando la nueva poesía para habitar una región.
Las formas son los pensamientos de la planta, este pensamiento no es consciente. A diferencia de lo que ha señalado gran parte de la filosofía moderna con la constitución de un sujeto soberano de los pensamientos, el pensar de la planta no tiene que ver con un sujeto de ese pensamiento: la planta se da un cuerpo polimorfo cuya única constante es el extenderse. En lo vegetal, la planta construye, esto es, piensa, se nutre, se propaga, se extiende, lo que presupone una superficie material y una temporalidad singular que se hace cuerpo y comunica acontecimientos: "Now transmuted, we swiftly escape as Nature escapes, / We are Nature, long have we been absent, but now we return, / We become plants, trunks, foliage, roots, bark..." (Whitman, Leaves 355)24.
Gerhardt entiende que una lectura desde la "humildad" trae aparejada una conciencia ambiental. La misma incorpora la humildad al ecocriticismo yendo a la genealogía que la palabra "humus" proporciona, la fuente etimológica de la actitud humana de la humildad: humilde y humano comparten la misma raíz, la tierra (14). Si bien la humildad puede no ser considerada una perspectiva ética, desde nuestra cultura contemporánea cobra más importancia por la creciente crisis ambiental y el cambio climático.
Ahora bien, consideremos algunas consecuencias que se desprenden de esta lectura en clave vegetal de Hojas de hierba. El escritor como héroe solitario propio de las literaturas europeas se transforma en un héroe colectivo: es así como Hojas de hierba puede ser leída como una epopeya democrática (Moga 56). Este espacio democrático está pensado en clave inclusiva, pues todos tienen su lugar en él. No se trata de eliminar la individualidad, sino de indicar que la presencia de cada sujeto importa y es clave para el funcionamiento democrático: "El poemario entero constituye un juego de equilibrios, o de influencias, entre el yo y los otros, entre el yo individual y el número infinito de seres que lo rodean" (Moga 56). Como vemos, este espacio democrático no se agota en los sujetos humanos, sino que va más allá de lo humano. Es, tal vez, en estas figuras donde cobra más relevancia la presencia de las hierbas para pensar entramados del ser-con.
En la sección 6 de "Song of Myself, después de la pregunta del niño por el qué de la hierba, el poeta ingresa en una serie de tentativas de respuesta, algunas de las cuales denotan una serie de presupuestos políticos que serán representativos de la "democracia de lo vegetal":
Or I guess it is a uniform hieroglyphic,
And it means, Sprouting alike in broad zones and narrow zones,
Growing among black folks as among white,
Kanuck, Tuckahoe, Congressman, Cuff, I give them the same,
I receive them the same (Whitman, Leaves 269)25.
Lo que se lee es una apertura a través de las plantas, tanto geográfica como ética, o, mejor dicho, porque es geográfica en el caso de Whitman se evidencia ética, en el sentido en que la planta (la vida) se abre paso en un espacio cualquiera de la región y esa región se nutre de distintos "camaradas".
"By Blue Ontario's Shore" (Whitman, Leaves 596) es un poema fundamental para trazar aproximaciones entre lo político y lo vegetal, como ya señalamos, con el carácter de inclusividad como un modo determinante de lo democrático. A partir de algunos fragmentos de estos poemas, esbozamos posibilidades de ser-con que hacen a una cierta comunidad (expandida) y a una nación que atrae y conserva todos los sujetos, sean estos humanos, animales, vegetales o minerales: "A Nation announcing itself, / I myself make the only growth by which I can be appreciated, / I reject none, accept all, then reproduce all in my own forms" (Whitman, Leaves 596-597)26.
Como señala el poeta, solo se puede mantener unidos a los hombres por medio de un elemento vivo. Nosotros creemos que Hojas de hierba se inscribe, tanto en su materialidad como en su metafórica, en la amalgama subterránea que se muestra a lo largo de todo el territorio de la creciente Nación: Hojas de hierba puede ser leída como la propuesta de una democracia whitmaniana. Para construir el horizonte de lo político, es necesario suponer una filosofía política tocada por el Ser de las plantas, como un Ser que no es una entidad, sino un "ser colectivo", un cuerpo de "no totalización", ensamble de multiplicidades, un espacio inherente a la política de convivencia. Este espacio es llamado por Marder "democracia vegetal": un pensamiento de lo débil que sintoniza con las naturalezas mínimas whitmanianas. Tanto en la vida vegetal como en la democracia vegetal los principios de la divisibilidad inherente y la participación son primordiales: inspirado por el alma de la planta, implica compartir preservando sus diferencias.
En ese sentido, la democracia de lo vegetal está abierta a todas las especies sin excepción. Se trata de considerar la hospitalidad del "compartir" la vida como uno de los paradigmas más básicos de cualquier intercambio de individuos autónomos: "La generosidad no económica del alma-planta27, dándose sin reserva a todo y a todos los que viven, transcribe la democracia vegetal en una política ética, libre de toda expectativa de retorno del otro" (Marder 52). En similar apreciación y tomando en cuenta la figura de la simpatía que mencionamos anteriormente, para Bennett se relacionaría con la democracia, pues Whitman exhorta a sus lectores a dar fe de este sistema invisible u oculto, pero tangible, dotado de inclinaciones y anhelos (245). Porque Whitman cree que este afecto impersonal puede unir a una población diversa en una ciudadanía con menos violencia que cuando se emplea para ello la religión, la raza o la herencia. Esas fuerzas escondidas, sean simpatía, vegetalidad u otros designios, para las agencias no humanas, pueden ser también un modo de virtud democrática:
To hold men together by paper and seal or by compulsion is no
account,
That only holds men together which aggregates all in a living
principle, as the hold of the limbs of the body or the fibres of
plants (Whitman, Leaves 603)28.
En suma, la democracia vegetal reúne sin totalizar "cosas que crecen", es decir, plantas y entes de la naturaleza. Como las plantas, los animales y los humanos también son "cosas que crecen" (Marder, Plant-Thinking 52).
Frente a la explotación indiscriminada del ambiente, intentamos, en estas páginas, pensar qué tiempo, espacio y ser-con-el-otro ofrece la poesía del poeta estadounidense, ahora leída en un contexto que impone lógicas predatorias (capitalismo agroexportador, deforestación y demás) en el mundo entero. Por supuesto, no pretendemos agotar el sentido de una poesía que se expande en cada lector, sino que intentamos trazar algunas líneas en torno a la importancia del mundo vegetal en Hojas de hierba, un estar situados que se resignifica en estos tiempos de habitar un mundo condicionado por una era geológica que se muestra fatal e irreversible.
