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Prospectiva

Print version ISSN 0122-1213On-line version ISSN 2389-993X

Prospectiva  no.37 Cali Jan./June 2024  Epub Jan 25, 2024

https://doi.org/10.25100/prts.v0i37.13029 

Artículos

Hacerse el lugar. Lideresas comunitarias en contextos del conflicto armado colombiano

Make a place. Community women's leaders in context of Colombian armed conflict

Shirley Viviana Cataño-Pulgarín1  1
http://orcid.org/0000-0002-8487-5319

Claudia Milena Giraldo-Tangarife2  2
http://orcid.org/0000-0002-6899-8941

Eliana Andrea Jiménez-Ortíz3  3
http://orcid.org/0000-0001-5158-2969

1 Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bello, Colombia. Correo electrónico: scatanopulg@uniminuto.edu.co

2 Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bello, Colombia. Correo electrónico: cgiraldotan@uniminuto.edu.co

3 Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bello, Colombia. Correo electrónico: ejimenezor1@uniminuto.edu.co


Resumen

En este artículo se presentan los hallazgos de la investigación que buscó identificar la posible relación entre ejercicios de memoria histórica y la intencionalidad en su construcción intergeneracional. El proceso investigativo se realizó en el municipio de Granada, Antioquia, afectado por el conflicto armado y con fuerte historia de organización comunitaria. La metodología fue cualitativa fundamentada en la perspectiva fenomenológico-interpretativa y, para el propósito descrito, se usó entrevistas semiestructuradas. Se encontró que, si bien no es clara la intencionalidad del relevo en los Encuentros de Saber (estrategia de las organizaciones) éste se materializa en la vinculación de los hijos y familiares en los procesos comunitarios. De otro lado, las organizaciones comunitarias propician que las mujeres, que vivieron tanto la violencia social del conflicto armado como la violencia privada del machismo en sus relaciones familiares y de pareja, se hagan un lugar político para la participación pública, para el reconocimiento, para la lucha por los derechos y para la transformación de sus vidas, en suma, para ser lideresas.

Palabras clave: Memoria; Narrativa; Conflicto armado; Lideresas comunitarias; Ciudadanía

Abstract

This article presents the findings of the research that sought to identify the possible relationship between historical memory exercises and intentionality in their intergenerational construction, of an investigative process carried out in the municipality of Granada, Antioquia, affected by the armed conflict and with a strong history of community organization. The methodology was qualitative based on the phenomenological-interpretive perspective and semi-structured interviews were used for the purpose described. It was found that, even though the intentional of the relay in the “Encuentros de Saber” (strategy of the organizations) was not clear, it materialized in the involvement of children and relatives in the community processes. On the other hand, the community organizations encourage women, who have experienced both the social violence of the armed conflict and the private violence of machismo in their family and couple relationships, to become a political place for the public participation, for recognition, for the struggle for rights and for the transformation of their lives, in short, to be women leaders.

Keywords: Memoirs; Narratives; Armed conflict; Community women's leaders; Citizenship

1. Introducción

En este artículo se presentan los resultados de la investigación “Relevo generacional en ejercicios de memoria histórica del conflicto armado: Una apuesta desde las mujeres rurales en el municipio de Granada Antioquia” realizada en alianza con la Asociación de Víctimas Unidas de Granada, Asovida y la Asociación Tejiendo Territorio para la Paz, Tejipaz, localizadas en el municipio de Granada, Antioquia, Colombia.

Granada es un municipio del oriente del departamento de Antioquia, en Colombia, reconocido por hechos de violencia, desplazamiento, desapariciones y crímenes sistemáticos dentro del conflicto armado colombiano de más de cinco décadas. Acorde con los rastreos registrados en el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH, 2013; 2016) el conflicto en Granada “ingresa” por las veredas afectando, inicial, directa y diferencialmente a quienes habitan el campo.

Entre las afectaciones diferenciales, la mujer rural y campesina fue un “botín de guerra” y sufrió múltiples hechos victimizantes desde la pérdida de hijos, esposos y familiares hasta el uso y abuso de su cuerpo (Cadavid-Rico, 2014; CNMH, 2017). Sin embargo, el conflicto armado no “inaugura” la violencia contra la mujer, ésta ha persistido en las condiciones sociales, estructurales e históricas que replican ese aparente único lugar: la reproducción y el cuidado (Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y del Caribe, 2022) que sigue perpetuando a la mujer en una posición de subordinación, sin protagonismo ni participación en esferas privadas y públicas (Bedoya-González, 2019).

A pesar de lo anterior, se ha evidenciado que tanto las mujeres urbanas (Bedoya-González, 2019) como las campesinas (Chamorro-Caicedo, 2020) tienen la capacidad de transformar su historia, su contexto y los espacios que habitan desde la organización colectiva, la unidad y juntanza; de pasar de un escenario privado al que históricamente han sido asignadas, a lograr reconocer el poder significativo de su palabra y acción, posibilitando “procesos de autonomía y emancipación, lo cual conlleva a plantear la necesidad de resignificar el rol de las mujeres en la cultura”(Marín, 2013 citado en Bautista-Bautista y Bedoya-Calvo, 2017, p.134 ), reconociendo su lugar en las acciones de resistencia, resiliencia, participación política y de reconstrucción del tejido social (Hoyos-Gómez y Nieto-García, 2017)

Este municipio se reconoce, también, por su historia de resistencia y movilización comunitaria, manifiesta, entre otras, en escenarios como el Salón del Nunca Más4 (Carrizosa-Isaza, 2011) y organizaciones como Asovida y Tejipaz, que han sido garantes de los procesos de lucha y resistencia que se han gestado en el territorio, posibilitando la reconciliación entre las propias víctimas, al transformar las experiencias dolorosas hacia una dimensión social y política, siendo una forma para la superación del conflicto (Pinto-Velásquez, 2011; Ruiz-Romero, 2011).

Sin embargo, el recorrido territorial y el diálogo con actoras claves en procesos de investigación desarrollados anteriormente por este equipo de trabajo (Cataño-Pulgarín et al., 2023), permitió reconocer una nueva amenaza: el olvido, materializado en que las nuevas generaciones de granadinos parecen no saber o no interesarse por su historia y su pueblo, siendo este un factor que amenaza con invisibilizar las acciones que tradicionalmente los granadinos han construido desde y con su territorio.

Lo problemático de este olvido, es el desconocer que hacer memoria es un lugar común para las diferentes generaciones, donde pueden reunirse, reconstruir la historia, crear diversas narrativas en función de las experiencias y significados otorgados a lo vivido y contado (Jaramillo-Gómez, 2016); además, reconocer a las nuevas generaciones como sujetos constructores de memoria, evitará que las narrativas de quienes vivieron directamente el conflicto armado en esta región caigan en el silencio, la indiferencia y el olvido, siendo un medio para la reconciliación y la construcción de paz territorial (Condiza-Plazas, 2021).

Por esta razón se puede afirmar que la memoria tiene una función social y política porque posiciona a los directamente afectados en un rol de liderazgo en tanto son quienes buscan alzar su voz ante las injusticias y buscan garantías para la no repetición de los hechos victimizantes vividos. Visto de ese modo, hacer memoria también favorece la identidad, el compromiso y la pertenencia, factores posibilitadores del ejercicio de ciudadanía (Montero, 2004; Reátegui-Carrillo, 2009).

Hacer memoria como ejercicio de ciudadanía permite la coexistencia de versiones particulares de las personas que vivieron y que pueden narrar acontecimientos ocurridos, con los cuales se cuestiona, se juzga o se reconoce el lugar de los diferentes actores en el hecho narrado (CNMH, 2013), siendo una forma para entender el conflicto, en especial, desde las voces de las víctimas (Idárraga-Alzate y Núñez-Gallego, 2014). En muchos casos (no en todos) ésta -la memoria- reposa en la oralidad y prácticas de las mujeres: lo que han hecho, cómo lo han hecho, para qué lo han hecho y qué han aprendido del proceso, tanto para sobrevivir el problema del conflicto, como para convocar, movilizar y crear espacios para que más mujeres puedan acceder a un mundo que nos habían dicho era de hombres: el público (Bonilla-Montenegro y Pardo-Parra, 2023; Vélez-Bautista, 2006).

De otro lado, parece ser recurrente asumir que el conflicto armado “despoja” de derechos a sus víctimas y, si bien la violación sistemática de los derechos humanos que han sido develados en diversos informes5 han confirmado las situaciones de vulneración y los efectos subjetivos, comunitarios y territoriales, es temerario afirmar que el conflicto es la única causa o causa origen de la afectación (Ruiz-Romero, 2014).

En el estudio de caso que Ruiz-Romero (2014) hace sobre el desplazamiento en Colombia concluye que, el desplazamiento físico es antecedido por un desplazamiento social, esto es la pérdida de la condición de ciudadanía entendida como ese conjunto de características que permiten el goce de derechos de un nacido (o residente) a un territorio. Así, abre la cuestión de cómo la normalización de la violencia, que se da por la imposición de la convivencia con los actores armados, y el alejamiento estatal como garante del derecho y cuidado del ciudadano podrían ser las condiciones sine qua non para el desplazamiento en unas zonas y, en otras no. Visto así, la pregunta sobre la afectación diferencial de la mujer en el conflicto armado no es exclusiva de éste, tiene relación con la carga histórico-cultural del lugar que ha sido asignada desde lo privado y como, debido al cuidado y a la defensa por la vida, ha podido abrirse a espacios públicos para la defensa de su autonomía.

El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y del Caribe (2022) describe que la autonomía, para las mujeres, tiene que ver con contar con la capacidad y con condiciones concretas para tomar libremente las decisiones que afectan sus vidas. En esa vía, las acciones de juntanza para hacer frente a las adversidades, la participación en círculos de mujeres y los procesos de escucha de los sucesos acontecidos, el propósito de encontrar un apoyo y una forma de duelo y resistencia, de encontrar caminos para construir paz en sus territorios, con vistas a la no repetición parecen instaurar un lugar público para conocer y exigir los derechos ciudadanos: ejercer ciudadanía (Posada-Zapata y Carmona-Parra, 2018).

En revisión sobre estudios que relacionan al sujeto mujer con temas como ciudadanía, construcción de paz y conflicto armado, varios autores coinciden en identificar que el ejercicio de la ciudadanía para las mujeres tiene barreras basadas en las ideas y estereotipos de género (Posada-Zapata y Carmona-Parra, 2018; Zuluaga-Sánchez y Arango-Vargas, 2013; Bonilla-Vélez, 2007 y Vélez-Bautista, 2006). Las barreras son más grandes cuando se trata de mujeres rurales quienes, no solo padecen los lugares esencialistas de los roles tradicionales de género, sino, que, a la vez, tienen menor acceso a recursos (como la educación) lo cual favorece problematizar el lugar único en el que las ubican (Posada-Zapata y Carmona-Parra, 2018; Zuluaga-Sánchez y Arango-Vargas, 2013).

Pese a estas condiciones, hay investigaciones que develan cómo los procesos de organización comunitaria, sobre todo en el caso de mujeres rurales, están favoreciendo el reconocimiento del rol de ésta en la resolución de conflictos y fortalecimiento comunitario (Flores-Martínez et al., 2022), en el aporte para la construcción de paz (Bautista-Bautista y Bedoya-Calvo, 2017) y su lugar en la construcción de democracia y una ciudadanía consciente de la desigualdad que aporte tanto a cambios macro (problemas sociales) como micro, prácticas cotidianas y formas de relacionamiento (Gil y Sánchez, 2019).

En consecuencia, esta investigación estudia el lugar que las mujeres rurales han tenido en la construcción de la memoria histórica como aporte a la construcción de paz y, cómo en las formas de hacer esa memoria, se ha evidenciado o no el relevo generacional de las acciones realizadas como manera de evitar la perpetuación de las condiciones que, inicialmente, propician la vulneración de derechos: su falta de ejercicio y reconocimiento. Así, en el camino por la pregunta mencionada, compartimos con mujeres que encontraron en los espacios públicos de participación y organización comunitaria ese lugar de liderazgo que la cultura, los estereotipos y el machismo impiden reconocer: la ciudadanía.

Con lo descrito, el artículo se estructuró en tres apartados:

  1. Uno Metodológico, donde se presenta el camino que se construyó para acercarse a los ejercicios que las mujeres de las organizaciones realizan. En este, se dan elementos generales del diseño de la investigación y se específica la ruta elaborada para el objetivo específico que soporta los hallazgos presentados.

  2. Uno de Hallazgos, en el que se presentan las claves elaboradas desde las conversaciones con las participantes, en dos vías: “narrativas del conflicto: eso que no pasó” y “memoria: hacerla, acompañarla, reivindicarla”; además de la reflexión que originó el título del artículo y, como categoría emergente, propició la conversación con los referentes revisados.

  3. Uno Final, donde se presentan las conclusiones elaboradas a partir del proceso realizado.

2. Metodología

El objetivo específico al que responde este texto fue identificar la posible relación entre los ejercicios de memoria histórica que han realizado mujeres rurales del municipio de Granada, Colombia y la intencionalidad en su construcción intergeneracional. Con base en la revisión teórica y la conversación con actoras clave del proceso, se reconocen diversidad de estrategias para la construcción de la memoria histórica en el territorio, no obstante, el relevo generacional no necesariamente es intencionado en las acciones. El adultocentrismo, la dificultad de espacios dialógicos en las familias parecen afectar la intención del relevo; además de la poca voluntad (e interés) de muchos jóvenes en involucrarse en los procesos comunitarios.

Las participantes fueron mujeres rurales que habitan el municipio de Granada. La muestra fue intencionada correspondiente a criterios estratégicos o de conveniencia acordes con los objetivos de la investigación: mujeres rurales, que hayan vivido en el municipio de Granada durante el período de violencia entre los años 1995 y 2006.

El diseño de la investigación fue emergente, caracterizado por ser abierto y flexible (Galeano-Marín, 2012) toda vez que los encuentros, diálogos y debates con las participantes brindaron claves para que el equipo investigador fuera revisando y ajustando las fases del proceso. Se siguió una perspectiva cualitativa (Galeano-Marín, 2012), soportada en el paradigma comprensivo interpretativo (Vargas-Beal, 2011).

En ese orden, se trabajó con técnicas de recolección de información para la investigación de tres categorías: documentales, etnográficas y biográficas. Se hará una breve mención a las dos primeras, siendo específicas en la tercera, dado que de éstas emergen los datos de este escrito. Las técnicas documentales fueron el rastreo documental, las fichas bibliográficas y matrices de análisis (Galeano-Marín, 2012) que se usaron para la revisión de los procesos de memoria que se han realizado en Granada y para el rastreo de teorías y conceptos orientadores. Las etnográficas: la observación participante e interactuante en los Encuentros de Saber6. El instrumento fue el diario de campo diseñado partir de las categorías de la investigación que surgen con el rastreo: memoria, narrativa y relevo generacional; se realizaron lecturas y relecturas para depurar la información y su clasificación a través de los siguientes procesos: segmentación, codificación y clasificación categorial abierta y axial (Galeano-Marín, 2012). En la revisión de los datos de las primeras técnicas, se identificó la necesidad de diseñar y aplicar un nuevo método que permitiera profundizar las vivencias particulares de algunas mujeres partícipes con el fin de responder al objetivo descrito.

Finalmente, la biográfica (Landín-Miranda y Sánchez-Trejo, 2019), con la que se buscó conocer la intencionalidad del relevo desde la experiencia de las mujeres, se optó por la entrevista semiestructurada por considerar que es una técnica que permite la interacción orientada, flexible con los temas de interés de la investigación (Duque y Aristizábal, 2019). Se realizó con cinco mujeres que participan en los procesos de las organizaciones, tanto desde cargos administrativos como en la figura del voluntariado. Ellas fueron identificadas porque en sus narrativas durante los Encuentros de Saberes había temas de interés para la investigación.

De ese modo, se realizaron cinco (5) entrevistas con cinco mujeres centradas en dos grandes elementos:

  1. Una caracterización general de las mujeres en relación con sus procesos de participación en las organizaciones y su posible intencionalidad de relevo generacional. Se indagó por el tiempo que llevan en el municipio, si han salido en algún momento (y los motivos de salida y retorno), su formación y el rol en las organizaciones (véase Tabla 1).

  2. Conversaciones sobre la memoria y el relevo. Sobre el primero, se buscó conversar en relación con los conocimientos que tienen sobre la historia del municipio y su historia con el conflicto armado y lo que hacen con esos saberes (si los entregan a otros); también, diálogos sobre transmisión, apropiación y construcción; y en cuanto al segundo, apreciaciones sobre el lugar de los jóvenes y niños en los espacios de memoria y su percepción sobre la importancia e intencionalidad de participación.

El Análisis Fenomenológico Interpretativo (AFI), orientó la construcción de datos, éste favorece comprender los significados que las participantes le dan a sus experiencias, para este caso, la intencionalidad del relevo generacional en organizaciones que se movilizan en temas de memoria histórica en el que el equipo investigador tuvo el papel de hermeneuta (Duque y Aristizábal, 2019). La ruta fue grabar, transcribir, elaborar la ficha AFI por cada entrevista, siguiendo tres parámetros:

  1. Comentarios iniciales (a partir del análisis del contenido expresado por las mujeres y etiquetados con descriptores)

  2. Temas emergentes, donde se agrupan los descriptores, en los que se establecieron relaciones de recurrencia y proximidad temática y,

  3. Categorías, es decir, aquellos temas macro orientados por las categorías deductivas de la investigación (memoria histórica, relevo generacional) y las emergentes (Narrativas del conflicto, memoria: hacerla, acompañarla y reivindicarla y hacerse un lugar: mujeres en espacios públicos, mujeres que lideran).

Finalmente, en los análisis de las fichas elaboradas, se realizaron lecturas de cada categoría, relacionamientos conceptuales y sus correspondientes mapeos.

Tabla 1 Características de las mujeres narradoras en la investigación. 

Narradora Organización y Rol pertenencia al territorio motivos de salida motivos de retorno Espacios de participación
1 Tejipaz/Voluntariado Nacimiento Desplazamiento durante el conflicto armado, en 2002. Tres meses No adaptación al territorio que llegó 9 años en la Acción Comunal Secretaria de Gobierno Rotatorio 2 años de catequista Presidenta del acueducto Voluntaria en Tejipaz
2 Tejipaz/ Voluntariado Nacimiento Desplazamiento durante el conflicto armado y enfermedades de familiares. Varias movilizaciones Muerte de familiar. No adaptación al lugar donde estuvo Participa de espacios formativos en agricultura y en emprendimiento Se empieza a formar y la hace más activa en las organizaciones. Su formación la lleva a conocer a Tejipaz donde ingresa como voluntaria
3 Asovida/ administrativo Nacimiento Desplazamiento durante el conflicto/ tres meses Añoranza Inicio como madre comunitaria: 5 años Luego, madre Fami7 por 12 años. Desde el año 2003 empieza a asistir a reuniones con víctimas y, posterior, hace parte de la fundación de Asovida
4 Asovida y Tejipaz/ Administrativo/ Voluntariado Nacimiento Vivió desplazamiento intraveredal. No ha vivido en otro lugar diferente a Granada No aplica Empieza a asistir a reuniones desde el año 2004 y en 2007 asume cargo directivo de la organización y se convierte en líder comunitaria
5 Tejipaz/ Voluntariado Nacimiento Vivió desplazamiento intraveredal. No ha vivido en otro lugar diferente a Granada No aplica Ingresa a los espacios de Tejipaz bajo la figura de voluntariado. Conoce de estos espacios a través de la madre, quien, como líder comunitaria, llevaba años participando en procesos comunitarios

Fuente: elaboración propia.

Las participantes se identificarán con la palabra “narradora” seguidas de un número (secuencial) como parte del acuerdo de cuidado de la identidad.

Asumir que la investigación social es un medio para construir conocimiento que facilita herramientas para hacer reflexiones ético-políticas entre los agentes involucrados en su construcción, implicó, en primer lugar, tener presentes las características de la población participante (víctimas del conflicto armado) y que la entrevista podría generar afectos y efectos en ellas, por ello, el equipo investigador -el Equipo- se formó en elementos clave de primeros auxilios psicológicos para estar atentos durante la entrevista y hacer seguimiento días y semanas después de la aplicación; segundo, las entrevistas realizadas se condujeron como un espacio de conversación que inició recordando los propósitos de la investigación, la posibilidad de finalizarlas anticipadamente (si ellas así lo deseaban) y detener la grabación si había elementos que no deseaban que se incluyeran en el proceso de análisis y, tercero, la elaboración y firma del consentimiento informado.

3. Hallazgos

Los hallazgos se presentan en dos apartados. El primero, “narrativas del conflicto: eso que nos pasó” corresponde con la experiencia convertida en relato (Landín-Miranda y Sánchez-Trejo, 2019; Larrosa, 2006) en las que se rescatan qué vivieron, cómo lo vivieron y qué sintieron en medio del conflicto (Ramírez-Acevedo, 2007). Es de anotar que, si bien estas experiencias no eran el centro de la indagación, los espacios conversacionales propiciados por la entrevista semiestructurada y las confianzas tejidas durante el proceso favorecieron que lo expresaran. Una de las narradoras, a propósito del porqué hablar de lo que pasó, en relación con la intencionalidad de los ejercicios de memoria, afirma: “[hablar y sentirse acompañado permite a] uno poder expresar el dolor que le generó toda la violencia, todos los sentimientos que produjo en cada uno” (Narradora 3, comunicación personal, 2 de agosto de 2021).

El segundo apartado, Memoria: hacerla, acompañarla y reivindicarla, recoge los hallazgos en relación con la comprensión sobre la memoria que va más allá de volverla un relato. Para estas mujeres, recordar, contar y hacer pedagogía de lo que pasó, se configura en espacios de dignificación personal y comunitaria. Lo primero, en tanto logran darle voz a lo que vivieron y a quienes ya no están; lo segundo, en clave de poder reconstruir lo que era antes, durante y ahora el municipio (tiempos signados, en este caso, por el conflicto armado) pero que, en el ahora, reconocen que no solo se trata de la cronología de la época “dura” del conflicto (mediados de los años 90 hasta, más o menos finales de la primera década del 2000, Cataño-Pulgarín et al., 2023; CNMH, 2013) sino de hacer uso de lo que saben para evitar que las circunstancias se repitan.

3.1 Narrativas del conflicto: “eso que nos pasó”

Cuando se analizan las características de participantes (véase Tabla 1), se observan algunas particularidades. Todas coinciden en la vivencia del desplazamiento tanto el intraveredal (moverse rápidamente de un lugar a otro por días debido a las condiciones de peligro en sus hogares) como la salida del territorio a otros municipios (en tres de ellas). También, en retornar (días, meses después) por cuestiones de adaptación, de añoranza (a la familia, a la tierra) y ese profundo sentido de arraigo que, en todas, hace parte de las razones que las lleva a participar en espacios comunitarios. Sin embargo, no todas se centran en hablar de lo que vivieron durante el conflicto que, sin ser el foco de la conversación, fue un punto de partida dado que se buscaba explorar lo que hacían, conocían y cómo lo viven (y vivieron) los procesos de participación comunitaria, el lugar de la memoria histórica y si se estaba favoreciendo el relevo generacional.

De ese modo, hay narrativas que se centran en los relatos de lo que les pasó durante el conflicto armado. Dentro de los hechos victimizantes nombrados está el desplazamiento y el sometimiento y control de la vida cotidiana por parte de los actores armados. Estamos frente a relatos de quienes se quedaron, quienes volvieron y algunos recuerdos -en la voz de las narradoras- de quienes ya no están.

Del primero, el desplazamiento, cuentan el dolor vivido por tener que salir de sus tierras, dejar atrás lo conocido y ver cómo las veredas se iban quedando despobladas. Los pocos que se quedaron, fueron sometidos a la voluntad de otros: “lo que los grupos armados quisieran hacer con ellas” (Narradora 1, comunicación personal, 2 de agosto de 2021) y cuando intentaron regresar se enfrentaron a las dificultades del retorno, entendidas como las condiciones internas y externas que parecen obstaculizar que las personas y familias puedan regresar y sostenerse en tanto escasean los medios económicos, familiares e institucionales para lograrlo.

Las condiciones internas, son aquellos efectos y afectos individuales que impiden de mover el cuerpo por los espacios físicos que se habitaron debido a las marcas de la violencia, la muerte y el despojo sometido que se suelen traducir, entre muchas cosas, en temor, incapacidad y “el dolor del regreso” (Narradora 2, comunicación personal, 2 de agosto de 2021). Las condiciones externas están en dos factores: sociales e institucionales. En los sociales, la pérdida de la tierra o su venta por precios irrisorios hacen difícil volver a tenerla, además, algunos conformaron nuevas familias y se asentaron en otros lugares lo que hace que no busquen regresar. En los institucionales, afirman tener poco acompañamiento por parte de las administraciones locales que, si bien han realizado algunas acciones como entrega de bonos para mercado y abonos para siembra, estas se ven sobrepasados por el estado de deterioro de los lugares y el periodo/proceso que implica volverlas nuevamente productivas.

Del segundo, sometimiento y control de la vida cotidiana por parte de los actores armados, describen lo que les pasó con su vida cuando les impiden realizar acciones cotidianas y la amenaza de perderla se vuelve el temor recurrente. Los grupos armados, se instauraron con intimidación, mandatos y amenazas, empezaron a determinar horas de ingreso y salida de las fincas: “uno no podía hacer nada porque ellos mandaban (…) Tenía que pedir uno permiso hasta para ir al baño, era como... o sea no podía tener uno libertad era como si usted estuviera secuestrada en su propia casa” (Narradora 2, comunicación personal, 2 de agosto de 2021).

Su experiencia fue de “secuestro”8; Sin embargo, esta palabra, en su narrativa, parece estar hablando de las acciones de control sobre su vida que realizaron tanto los actores armados, durante el conflicto armado, como las acciones de sometimiento que vivió con su esposo durante la relación de pareja (antes y durante el conflicto):

Había tenido un esposo que me tenía privada de la libertad, entonces yo no tenía derecho hablar con nadie no podía estar en grupos, no podía hacer nada, solamente escasamente venía a ver a mi mamá y volver, no tenía acceso a nada entonces no sabía el mundo, el mundo giraba y giraba y yo solamente vivía en él pero no sabía nada. (Narradora 2, comunicación personal, 2 de agosto de 2021).

Así, los obstáculos al ejercicio de su autonomía no están exclusivamente asociados con ser víctima del conflicto armado en el periodo y formas en que este se instauró en el municipio, también se dio por condición de género debido a la idea de la mujer encargada de los cuidados y apoyo, también, de las labores del campo. En esta vía, al esfuerzo que implican los cuidados en el hogar, la labores en el campo (con dineros que tributan a la economía del hogar) se aumentan las condiciones de sometimiento: “después de que ya pudo manipularme del todo él siempre me castigaba físicamente y groseramente y me montó los cuernos las veces que le dio la gana y tuve que soportar todas esas cosas por miedo a que mis hijos pasaran necesidades” (Narradora 4, comunicación personal, 10 de agosto de 2021).

Es importante matizar que, aunque la violencia que se vive al interior de las parejas no aparece como causa de las problemáticas sociales y políticas que hacen parte del conflicto armado, sí es significativo cómo las condiciones de la violencia conyugal vividas por estas mujeres (antes del conflicto) parecen incidir en la normalización de la violencia y la naturalización de vulneración de su ejercicio de autonomía, lo que, en casos de violencia política, termina priorizando la segunda e invisibilizando la primera.

3.2 Memoria: hacerla, acompañarla, reivindicarla

Como se ha nombrado, los Encuentros de Saber son la estrategia comunitaria a través de la cual los integrantes de las organizaciones fortalecen los tejidos territoriales con una apuesta por el comercio justo y el valor agregado en la cosecha de productos en las veredas. Si bien los Encuentros no estaban intencionados como espacios de memoria histórica, en ellos se gestaron condiciones dialógicas para conversar, aprender y promover saberes ambientales, sociales y de comercio.

Así mismo, hablan de la memoria pero sin limitarla al recuento de los momentos cronológicos del conflicto armado que se vivió en el municipio, es decir, los integrantes de las organizaciones no parten de la idea de la historia como el acto de reproducir de hitos del pasado basados en una línea de tiempo previamente establecida, acá la memoria histórica se construye “desde lo personal, desde lo que yo siento, vivo para poder yo transmitir” (Narradora 3, comunicación personal, 2 de agosto de 2021), por tanto, y se asume como un acto político que emerge desde lo personal para encontrar su espacio público en la polifonía de versiones que construyen el saber y procura recordar para conmemorar, para reivindicar, para sanar a través de esos espacios que fueron construyendo desde sus esfuerzos:

[Con cuentos y conversaciones se hizo] entrar a la gente en conocimiento de lo que significa la memoria, porque la gente decía: no, no a mí no me mencionen nada de temas de memoria, yo no quiero saber de eso, porque eso duele mucho. (Narradora 4, comunicación personal, 10 de agosto de 2021).

En estos espacios construidos, relatan desde sus experiencias, se encontraron la resistencia a recordar, el dolor de recuperar lo que les pasó y, tal vez, con ello, una justificación del olvido como efecto balsámico ante el dolor acontecidos “Yo les decía(..) necesario el recordar, hay que hacerlo sin tanto dolor, hay que hablar para poder entender” (Narradora 4, comunicación personal, 10 de agosto de 2021). Así, persistían en la idea de hacer memoria como escenario para evitar la repetición y sostener la fuerza que se abre con el ejercicio de la consciencia y la autonomía:

¿Qué puede pasar? [si no se hace memoria] que vuelve y se repite la historia, que vuelve y se repite la historia (¿cuál?) todas, porque no solo es la historia del conflicto en Granada (…) a veces simplemente construimos un discurso, y ese discurso está ahí y usted ni siquiera lo siente, usted ni siquiera está de acuerdo con muchas cosas que dice. Yo estoy fascinada porque conozco otra verdad para contarle a la gente. (Narradora 4, comunicación personal, 10 de agosto de 2021)

En las conversaciones con participantes se profundizó en las observaciones de los Encuentros de Saber: juntarse para intercambiar conocimientos, recuperar saberes, el tejido social y promover el comercio justo; por eso, hablan de memoria (en las entrevistas) y lo asocian con: conmemorar, recordar, recuperar, contar, testimoniar que se mueven entre aprendizajes individuales, familiares y comunitarios: “[la] memoria primero aprendizaje personal, primero dignificación, o sea porque una de las cosas de la memoria es que no se permite que nadie señale a ninguno o sea que justifiquemos” (Narradora 3, comunicación personal, 2 de agosto de 2021).

la memoria ¿qué hace?, abrir ojos mi amor, abrir conciencia, (…) cuántos hemos estado inertes ahí en el mundo ocupando espacio, pero no sabemos nada, entonces la memoria que hace venga mijito reaccione usted está aquí en esta tierrita Colombia. (Narradora 4, comunicación personal, 10 de agosto de 2021)

En ese camino a la concientización (Montero, 2004) se gesta una ciudadanía (Reátegui-Carrillo, 2009) que reclama derechos, busca verdad y se hace oír. Para las mujeres participantes, no solo fue el espacio de conocer cómo se vieron afectadas en el conflicto y qué les pasó a otros, fue darse cuenta de que estaban silenciadas, guardadas en el espacio de la violencia privada sostenida por la idea de que la mujer no tiene lugar.

mi papá me decía todos los días eso, si mi marido me decía lo mismo que no servía para hijueputa mierda, porque esa era la palabra de él, siempre todo el tiempo… y yo eh, increíble, y hasta el punto de que yo iba a salir con él a la calle y no me lo permitía… no usted me banderea (…) eran cosas que eran como muy complejas y yo las fui interiorizando y yo me fui volviendo así. (Narradora 4, comunicación personal, 10 de agosto de 2021)

El poder se suele asumir como algo que se tiene y, sobre eso, puede tomar decisiones; no obstante, Max Weber (Montero, 2006) lo define como la probabilidad de imponer una voluntad sobre otra. Desde esa noción, pareciera que, desde el poder, no pudiese pensarse el consenso. La intencionalidad de la memoria es una intencionalidad de poder. En la suma de versiones sobre lo que pasó de una situación específica (memoria histórica) está la apuesta por reconocer(se) con voz para decir lo que pasó, tal cual se logra elaborar mediante el relato.

Así, la memoria es un camino para formar ciudadanía en tanto favorece condiciones en las cuales el conocer, preguntar y reclamar gestan sujetos políticos que hacen control, que participan, que actúan. Sin embargo, no son apuestas sencillas, existen obstáculos para seguir construyéndola, el desconocimiento, desinterés, desestimación (del poder que implica conocer, testificar), presentismo, como ese vivir sin memoria, en el sentido que describe Baró (2006) y de la no implicación de las generaciones que no vivieron, directamente, las afectaciones del conflicto.

De ese modo, hacer consciencia de cómo estos espacios (y otros dedicados a construir memoria) son un medio para reflexionar y formar seres críticos y conscientes de su propia realidad social, podrían fortalecer posturas de resistencia y no solo acción, lo que permitiría el reconocimiento de los sistemas de opresión en la historia del conflicto para así, promover el liderazgo y la participación en el territorio como una forma de liberación.

3.3 Hacerse un lugar: mujeres en espacios públicos, mujeres que lideran

Los resultados de la investigación llevan a sostener que los saberes construidos por las mujeres participantes, no se reducen a los espacios de capacitación y participación que han llevado a cabo durante años. Si bien la organización colectiva, la unidad y juntanza se han configurado como una de las condiciones en las que las mujeres se han hecho un lugar público en tanto lideran procesos comunitarios y político por cuanto promueven y ejercen la autonomía, la memoria y el ejercicio de ciudadanía; la existencia de otra condición, que en la investigación se nombró subjetiva, potenciaron la fuerza con la cual se hicieron a ese espacio público. La condición subjetiva mencionada tiene que ver con elementos como la curiosidad, el interés por aprender, un profundo sentido de justicia y arraigo; también, con la búsqueda de opciones para salir de condiciones de opresión, de violencia de pareja y de formas de violencia gestadas por los actores armados, se anudan y crean esa potencia que las hace seguir movilizándose, liderando, trabajando desde y con su territorio y comunidad.

Hacer parte de los procesos de las organizaciones comunitarias de base, primero Asovida y luego Tejipaz, se convirtió en formas de estar acompañadas y aprender cómo hacerlo con otros para:

poder expresar el dolor que le generó toda la violencia, todos los sentimientos que produjo en cada uno, en niños, jóvenes, adultos … [para] poder hablar de eso y contar que hay otras personas que también lo vivieron de distinta forma pero que también tienen las mismas afectaciones que tenemos, tenemos muchas emociones adentro. (Narradora 1, comunicación personal, 2 de agosto de 2021)

Los resultados obtenidos permiten identificar cómo estos son escenarios para recuperar vínculos de confianza, que posibilitan hablar de lo vivido y como medio para la sanación conjunta y aportar, también en la construcción de paz (Bautista-Bautista y Bedoya-Calvo, 2017). No obstante, estos espacios no estaban dispuestos, se fueron creando mediante la juntanza y la voluntad de personas que asumen como la organización comunitaria hace parte de las acciones para la transformación social y es forma de resistencia comunitaria (Molina-Valencia, 2005) ante las situaciones de vulneración de derechos a los que estaban sometidos.

En el caso de las participantes, llegaron por diferentes rutas. Unas, son invitadas en calidad de víctimas para hacer parte de procesos, tanto de acompañamiento como el conocimiento de derechos (Narradora 3); otras, a través de la radio, escucha convocatorias de reunión para víctimas de desplazamiento (Narradora 4) y la Narradora 2 conoce de proyectos productivos que llegan a las veredas y se interesa en aprender, conocer, salir del encierro en que vivía. Si bien, Bonilla-Vélez (2007), Posada-Zapata y Carmona-Parra, (2018), Vélez-Bautista, (2006) y Zuluaga-Sánchez y Arango-Vargas (2013) afirman que las barreras para acceder a la condición de ciudadanía en las mujeres se basan en los estereotipos de género, en el caso de las narradoras, las situaciones de violencia interpersonal y social las profundizaron.

Independiente de la forma de llegar encuentran en las reuniones iniciales un lugar que no tenían: hablar, preguntar, conocer. Aprenden del proceso, estudian sobre leyes y se van haciendo ciudadanas, en términos de indagar por su lugar de participación, por los derechos que tenían y qué hacer ante su vulneración. Se enfrentan a hablar en público y a los riesgos de seguridad “casi no salíamos por el miedo, en un ahogo total con en ese tema de paramilitarismo” (Narradora 4, comunicación personal, 10 de agosto, 2021).

Cuando se piensa en líderes, acuden al pensamiento los arquetipos de personas con facilidad en la palabra, claridad en el pensamiento y capacidad de influenciar y movilizar las masas, llegando a atribuirse condiciones singulares de quien lidera y, en todo caso, masculinas (Mora-Guerrero et al., 2019; Pacheco-Ladrón et al., 2023). No obstante, se encontró que no es tan simple, que liderar es un proceso y, para las participantes, se configuró como apuesta política que las llevó a constituirse como ciudadanas: salir de los escenarios privados, formarse en escenarios comunitarios y participar, presentar su voz en escenarios públicos. Lo que no desconoce, en coherencia con los hallazgos de Posada-Zapata y Carmona-Parra (2018) y Zuluaga-Sánchez y Arango-Vargas (2013) cómo los estereotipos de género y sociales (mujeres rurales) persisten en limitarlas a un único lugar: el privado del cuidado.

Por lo tanto, hacerse un lugar como mujer desde el lugar privado no es un tema sencillo. Primero, porque lugar se reconoce como porción de espacio donde se ubican y realizan cosas (Ramírez-Velázquez y López-Levi, 2015) cuyo sentido se produce en la configuración de relaciones que se entretejen. De ese modo, cuando se usa la expresión “hacerse un lugar” se habla tanto de esos espacios físicos en los cuáles se posibilitaron los encuentros, como de las relaciones y acciones en las que encontraron y escucharon su voz, para salir de los espacios limitados de la vida conyugal y para conocer lo que estaba aconteciendo en el municipio:

anunciaron por la emisora que había una reunión para hablar sobre lo que habíamos vivido del desplazamiento (…) me llamó la atención que iban a hablar sobre lo que pasó, yo quería entender (…), sin embargo también como ganas de liberarme del espacio de ahogo de la finca (…) siguieron habiendo reuniones y yo como hacia la forma, (…) cada vez que había reunión hablaban de estos temas y yo cada vez sentía más curiosidad. (narradora, 4 comunicación personal, 10 de agosto, 2021)

Segundo, las experiencias de las participantes transitan desde formas de violencia, abandono, silenciamiento y limitado acceso a la educación formal, hasta relaciones de pareja en las que se sostuvo la naturalización de que el único lugar para la mujer es el privado y en la condición de la minoría de edad kantiana: que sin la guía de otro y su sustento se es incapaz. En esa vía, hacerse un lugar, también se trata de esa toma de conciencia en la cual se participa activamente en la comunidad (Posada-Zapata y Carmona-Parra, 2018), en las palabras de (Londoño-Cardona et al., 2005, p. 77) “de la casa a la plaza” se condensa el movimiento y camino que las mujeres que lideran han recorrido en los procesos de organización comunitaria.

Por lo tanto, la organización colectiva, la unidad, juntanza y como elemento importante de la sororidad: el “pacto”, es el camino recorrido por las mujeres hacia la construcción de lo público femenino (Londoño-Sossa y Vergara-Arias, 2019) logrando algunos cambios que les ha permitido que puedan actuar y transformar su escenario privado (donde no aparecía como sujeto de derecho, con autonomía y libertad para determinarse), permitiendo reconocerse en sus derechos, sus capacidades y estrategias que aportan a la transformación social desde los distintos espacios de resistencia y empezar a ser vistas como referentes en la comunidad. No obstante, batallan con el mandato de decidir entre el lugar público y el privado.

mi esposo cuando eso era muy opresor decía no, si usted sale a la calle no, si usted no está a cierta hora entonces está descuidando el hogar, llegaba el tiempo de que estaba permitiendo que él también accediera a que no me dejara ver a mi familia, de que no estudiara, de que no mirara para ningún lado si no fuera para mi casa y si no fuera para mi hogar. (Narradora 5, comunicación personal, 10 de agosto de 2021)

Para las narradoras, las organizaciones sociales de base fueron el escenario de “salida” de fuga ante lo que vivían en lo privado. Esta fue la motivación inicial para participar. Los costos que asumieron para hacer parte fueron desde decir mentiras al esposo (sobre la finalidad de los encuentros) hasta “escaparse” del rol materno con la consecuencia para las hijas. Hallazgos similares a los encontrados por Flores-Martínez et al. (2022).

Este último caso es el de las narradoras 4 y 5, madre e hija. La primera, encuentra en las reuniones de víctimas y las posteriores organizaciones de base un escenario para evitar la violencia que vivía en el hogar, sin embargo, para la segunda (Narradora 5), la ausencia de la madre (no la líder comunitaria) implicó que fuese llevada a asumir el rol de cuidadora y que buscará en la educación su opción de salida.

[cada que mi mamá salía a reuniones] a mi papá le daba mucha rabia, en ese tiempo era bravo si no tenía la comida, si no atendía los niños (…) entonces yo era lave ropa, atienda las vacas, los marranos, vaya siembre, porque le colaboraba a mi papito don Héctor, vaya siembre o esté pendiente del niño pequeño, porque mi mamá me dejó el niño como de diez meses. (Narradora 5, comunicación personal, 10 de agosto de 2021)

Hay algo particular en ese “dejó al niño”. La voz de la Narradora 5 está afectada por las implicaciones que tuvo al crecer con una mujer que ejercía la maternidad y, también, como mujer pública: “a mí me daba muy duro era cuando por ejemplo decía me voy para Cartagena, me voy para Bogotá, tres o cuatro días y yo decir ¡cuándo vuelve!” (Narradora 5, comunicación personal, 10 de agosto de 2021). Una suerte de sensación de abandono del rol del cuidado materno se suma a los costos y señalamientos que están en los relatos de algunas de las narradoras sobre las implicaciones que vivieron al hacer parte de los procesos comunitarios.

Sin embargo, ¿participan y lideran solo como opción de salida, de huida? Arendt (2016) en “La promesa política” describe, ubicándose desde la polis griega, la diferencia entre el hombre sabio (el filósofo) y el hombre de entendimiento. Del primero dirá que su amor por el saber lo lleva a hacerse cargo de cuestiones externas a la polis. El segundo, en cambio, “sabe lo que es bueno para uno mismo (…) sabe lo que es bueno para la polis” (p.46) y, por tanto, puede liderar.

En esa medida, hacerse un lugar de participación pública y política se lee desde la segunda acepción de Arendt (2016): saber lo que es bueno (justo) para la comunidad y actuar en consecuencia. Estas son mujeres de entendimiento que se están haciendo un lugar en “la polis” con sus recorridos, apuestas y experiencias. En sus narrativas se identifica que se asumen con una importante responsabilidad social: la de narrar lo que aconteció en el municipio y en el país con el conflicto como forma de memoria histórica colectiva y garantía de no repetición. Acompañar a otros, luchar por la dignificación.

En suma, el liderazgo de las mujeres narradoras se identificó como un proceso psicosocial en el cual unas condiciones subjetivas (curiosidad, interés, voluntad) se conectan y movilizan en relación con unas condiciones de la organización comunitaria (organización, autogestión y movilización) y, sobre todo, del rol de la madre de las mujeres narradoras, por tanto, este se desarrolla (no es innato). Es una apuesta política que las lleva a constituirse como ciudadanas y a construir conciencia de género: reconocer(se) reivindicar derechos, promoción de autonomías, de actos límites que eviten volver.

4. Conclusiones

Afirmar que las mujeres participantes se hicieron un lugar público y con efectos políticos, se da en términos del reconocimiento de cómo ha sido el ejercicio de la autonomía para ellas al encontrar en sus memorias, convertidas en narraciones, que han transitado del silencio de diversas formas de violencia a encontrar su voz (con la voz de otros) para darse un lugar de reconocimiento como actoras políticas que demandan entender qué pasó, comunicar cómo pasó y evitar que vuelva a pasar en escenarios como la participación de organizaciones como Asovida y Tejipaz. Esto coincide con los hallazgos de Pinto-Pérez et al. (2021) donde la participación activa de las mujeres en la vida en comuna agencia un lugar que tradicionalmente es masculino. Así, estas mujeres hablan, denuncian, testimonian y conmemoran sus dolores, sus luchas, sus pérdidas y, en ese camino, prestan su voz a otros para recordar que el olvido no alivia, lo que hace ruta a la recuperación es reclamar la verdad y recordar.

Hacer memoria interpela al orden social que naturaliza la indolencia al cuestionar aquellas prácticas discursivas que instauran la pasividad como característica subjetivante de los sectores marginados o vulnerados asociándolos con acríticos, ahistóricos y apáticos, para evidenciar, contrario a estas tendencias, que la memoria es una práctica social y comunitaria que abre caminos a desarrollar “una actitud crítica frente al mundo social” (Reátegui-Carrillo, 2009, p.31).

El relevo de las memorias y saberes es una forma de resistir en su territorio y la actividad de encuentro de saberes se configura en sí mismo como un espacio para el relevo. En esa medida, el liderazgo, la participación y el cuidado entre ellas (que se materializa en estos espacios) favorece hacerse un lugar para ejercer ciudadanía desde la juntanza. Situaciones que discrepan del estudio de (Zuluaga-Sánchez y Arango-Vargas, 2013) en el que afirman que hay despolitización de los logros de la mujer cuando se las toma como una extensión del rol de cuidadoras.

En esa vía, las mujeres desde la organización colectiva han logrado algunos cambios que han permitido que puedan actuar y transformar el escenario privado, favoreciendo que se reconozcan sus derechos, sus capacidades y estrategias que aportan a la transformación social desde los distintos espacios de resistencia. Con esto entonces, es importante reivindicar su papel fundamental como actora política en la consolidación territorial del país, en procesos organizativos, de resistencia o como soporte vital de la vida cotidiana. Desde sus narrativas ha tenido una importante responsabilidad social: la de narrar el conflicto como forma de memoria histórica colectiva y garantía de no repetición. Por esta razón, (Marín, 2013 citado en Bautista-Bautista y Bedoya-Calvo, 2017) destaca que:

cuando las mujeres logran apropiarse de su palabra, cuerpo y acciones logran procesos de autonomía y emancipación, lo cual conlleva a plantear la necesidad de resignificar el rol de las mujeres en la cultura, pero también en la política y la economía en la construcción de una paz integral. (p. 14)

Así pues, la mujer es reconocida como una agente constructora de paz, (ONU mujeres Colombia, s.f.; Organización Internacional para las Migraciones [OIM], 2016) dado que desde distintos procesos sociales y colectivos ha sido un pilar para el aporte en la reconstrucción del tejido social en los distintos territorios, en especial en contextos que han sido marcados por la violencia armada. Se ha reconocido su papel protagónico y de resistencia desde la protección y lucha por los derechos de las víctimas, como también en las estrategias que ha implementado para aportar a la resignificación de apuestas por la paz y la reconciliación.

A través de estos relatos, las participantes ilustran los caminos que han recorrido en su lucha individual - posteriormente colectiva- por la autonomía, en términos de tomar sus propias decisiones y no estar sometidas al mandato masculino frente a lo que pueden o no hacer. Por sus derechos, por el cuidado de sus cuerpos (en clave de no ser violentadas). En la asistencia y sostenimiento en espacios de formación, capacitación y organización encontraron y co-crearon maneras de tener hacerse un lugar.

Hacerse al derecho de la ciudadanía, es reconocerse como partícipes en su comunidad, a tener voz y voto en los espacios de liderazgo y a ser sujetas y actoras políticas en sus territorios.

Finalmente, un estudio social cualitativo favorece la construcción del conocimiento desde el sujeto que vive, interpreta y actúa en su mundo, el alcance de los hallazgos se ve limitado a las condiciones mismas de los interlocutores del encuentro, en términos de la técnica elegida, la profundidad lograda o las múltiples voces que se puedan lograr. De ese modo, reconocer la incidencia que tienen las organizaciones en el posicionamiento de las mujeres como actoras políticas, la intencionalidad del relevo de las construcciones sobre la memoria que realizan y las estrategias como lo han logrado, puede requerir de estudios que abarquen tanto mayor población como otras técnicas para la recolección de la información.

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Notas:

5Para mayor profundización, se invita a revisar los tomos entregados por la Comisión de la Verdad. https://www.comisiondelaverdad.co/

6Estos son espacios organizados y realizados por las organizaciones sociales de base: Asovida y Tejipaz, como apuesta por el fortalecimiento comunitario a través del comercio justo y la agroecología.

7Las madres comunitarias son “agentes educativos comunitarios” que acompañan la crianza en primera infancia. https://www.icbf.gov.co/programas-y-estrategias/primera-infancia/acerca-de/madres-comunitarias

8Expresión usada por una de las participantes para describir la situación de verse obligada a permanecer en su casa por temor a las acciones de represalia de los actores armados que se posesionaron de su casa

Notas:

Cómo citar: Cataño-Pulgarín, S. V., Giraldo-Tangarife, C. M., y Jiménez-Ortiz, E. A. (2024). Hacerse el lugar. Lideresas comunitarias en contextos del conflicto armado colombiano. Prospectiva. Revista de Trabajo Social e intervención social, (37), e20913029. https://doi.org/10.25100/prts.v0i37.13029

Información de proveniencia del artículo: Artículo resultado de la investigación “Relevo generacional en ejercicios de memoria histórica del conflicto armado: Una apuesta desde las mujeres rurales en el municipio de Granada Antioquia” financiado por la V Convocatoria de Proyectos de Ciencia, Tecnología, Creación e Innovación de Menor Cuantía - 2019 de la Corporación Universitaria Minuto de Dios - UNIMINUTO, Rectoría Antioquia - Choco, Seccional Bello

Recibido: 12 de Septiembre de 2023; Aprobado: 27 de Noviembre de 2023

1

Magister en Intervenciones Psicosociales y Magister en Literatura. Psicóloga.

2

Trabajadora Social de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bello, Colombia.

3

Magíster en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente. Trabajadora Social.

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