1. Introducción
La historia cultural permite explorar aspectos de la vida cotidiana que han intervenido en menor o mayor medida en los desarrollos políticos y sociales de un país, para centrarse en esas otras formas de hacer historia1 que posibilitan y crean caminos para entender el laberinto del pasado. ¿Por qué concentrarse en un año específico? El historiador Max Hering Torres2 ha afirmado en su libro 1892 que, tomar un año en particular, aun siendo insignificante, brinda elementos para entender la vida cotidiana en diferentes aspectos, en la ciudad de Bogotá, como a finales del siglo XIX y en el nuestro, a mediados del siglo XX. En este caso los primeros meses del año 1957 son relevantes para reconstruir la atmósfera que acompañó el declive del mandato y la salida del general Rojas Pinilla el 10 de mayo. El inconformismo social y político había provocado distintas manifestaciones que habían conducido a una emergencia juvenil protagonizada por el movimiento estudiantil y de la oposición política frente a las decisiones del gobierno militar, así como la creación de mecanismos de inteligencia y represión o el cierre de importantes medios de comunicación, la detención de opositores y el asesinato de estudiantes el 8 y 9 de junio de 1954, entre otros hechos.
Casi de manera simultánea, el mundo de la música y la cultura experimentó la aparición de un nuevo ritmo de música que se acompañó de un baile frenético que recibió por nombre en los Estados Unidos de Rock and Roll. Su llegada al país, aproximadamente en 1956, ha sido tomada como campo de estudio por investigadores de la música como Pérez y Vega.3
Este género musical apareció en un momento coyuntural político y social del país, lo que fue usado a conveniencia y de acuerdo con los intereses tanto de defensores como detractores. Las discusiones y los tonos de estas han quedado opacadas por los hechos políticos posteriores y se relegaron casi exclusivamente al campo de los estudios de la historia de la música, despojándole del contexto sociopolítico y cultural que le acompañó. El escenario de estos debates culturales incluyó la prensa, el cine y la radio. ¿Cuáles fueron las discusiones en torno a la cultura y los cambios en aquel momento en el país? Un detalle pocas veces revisado bajo la óptica del acontecer político pasa por el hecho de que el Rock and Roll y el tema de la emergencia juvenil estuvieron en los ejes de discusión por aquel entonces y fueron paralelas en buena parte del mundo occidental donde el despertar de los jóvenes como actores sociales y promotores culturales terminó siendo parte de las agendas políticas por aquel entonces. Los jóvenes, como motores de la cultura y con capacidad para decidir, se abrieron puertas y espacios, lo que también generó cierta incomodidad particularmente entre la población más adulta generando diversos tipos de resistencia. No se trató de música, sino también de la estética y del baile, del cuerpo y de un reposicionamiento de hombres y mujeres jóvenes en escenarios anteriormente exclusivos del mundo adulto. Y claro, también estaba el nacimiento de nuevos espacios de mercado y consumo cultural.
Por un lado, los trabajos sobre la historia de música han sido abordados por historiadores como Erick Hobsbawm, en particular en el caso del Jazz. En palabras de este historiador inglés, se puede decir que todo estudio sobre música popular «debe empezar, como todos los análisis de la sociedad bajo el capitalismo moderno, con la tecnología y el negocio: en este caso, el negocio consistente en suministrar el ocio y la diversión de las masas cada vez más urbanas de las clases baja y media».4 Ese fue el camino escogido para el desarrollo de este trabajo.
En primer lugar, se reconoce que los trabajos acerca del pasado de la música colombiana han estado concentrados en lo que es posible nombrar como música tradicional, la cual, por lo general, excluye otras formas musicales más contemporáneas. Esto plantea, al mismo tiempo, la aparición de nuevas formas de ejecución, participación y difusión con alcances masivos, sobre todo a partir del desarrollo de tecnologías de difusión, grabación y reproducción, que han permitido que las poblaciones más jóvenes no solo participen de ellas, compongan y produzcan piezas musicales, sino que también se integren a las industrias y políticas culturales que se desprenden de ellas. En particular, esto es relevante cuando se hace referencia a géneros hoy populares como el rock
En segundo lugar, en Colombia se encuentran elementos correspondientes a la influencia musical y experiencial de las formas musicales generadas por artistas, compositores y músicos, que proceden de otras regiones de América Latina, los Estados Unidos y Europa, principalmente de España. También están las producidas por la hibridación de los elementos musicales ibéricos con aquellos que corresponden algunas de las comunidades indígenas y afrodescendientes. Otras proceden de la cultura mexicana y argentina, ambas durante las primeras décadas del siglo XX, tiempos en los que el cine y la radio reinaron junto a la prensa.
En el mismo sentido, ha existido una tensión entre lo que podemos denominar una cultura hegemónica que ha interpretado lo que moralmente es aceptado por un conjunto social en cada época. Esa sería una de las características de la cultura popular en el país que, a la luz de los planteamientos de Triana,5 además está sometida y absorbida por la primera.
[...]Para el colombiano de las capas alta y medias sólo es cultura lo que vienen de afuera o lo que producen las clases urbanas y académicas; la cultura hegemónica tiene sus canales de transmisión institucionalizados, se enseña en los colegios y en las universidades, tiene a su disposición los medios de comunicación hablados, escritos y visuales, tiene historiadores, ensayistas y críticos, tiene sus escenarios (teatros, salas de concierto, auditorios), su conocimientos codificado y escrito quedará para la posteridad [...].6
Dado que la cultura popular también ha sido marginada, en ese campo ingresan aquellos ritmos que proceden de los sectores menos acomodados, donde la integración cultural ha sido mayor o simplemente aquellos que, por su composición, resultan ajenos a la cultura hegemónica, como en el caso de las músicas modernas. De esta manera, las tensiones que se provocan con la llegada de una tendencia, moda o ritmo musical como en este caso el Rock and Roll, atraviesan espacios y fisuras que van de una cultura hegemónica a una cultura popular que, de alguna manera, defiende lo suyo, pero que al mismo tiempo es subyugada por el aparato educativo y mediático, coincidiendo entonces en aspectos comunes frente a lo que no es conocido, no se acomoda con la llamada cultura nacional o con lo que aparece como moralmente correcto. En ese sentido, el Rock and Roll tuvo muchos elementos comunes con las músicas que, en el caso de ciudades como Bogotá, fueron llegando desde las provincias. En las ciudades del interior, estas tuvieron una mayor resistencia, mientras que, en el caso de la costa caribe, el rock fue más aceptado al punto de que algunos intérpretes como Carlos Román y su Sonora Vallenata llegarían a componer uno de los temas más conocidos y que hicieron fusión entre el rock and roll y la música vallenata: El Very Very Well.7 Por otro lado, también supuso tensiones, puesto que en términos de lo extranjero implicaba un desplazamiento de las expresiones locales tradicionales, que incluían hasta al mismo idioma. Para algunos, se trataba de una «penetración imperialista» y enajenadora mientras que, para otros, era producto de la crisis del capitalismo sobre todo el estadounidense. Era muy fácil ver cómo se pasaba de la admiración a la crítica en términos de lo que ocurría con los hábitos y costumbres, sobre todo las que tenían que ver con las poblaciones más jóvenes.
Es en la década de los años 50 de este siglo, cuando el país experimentó cambios como el aumento de la población en las ciudades producto de los procesos migratorios de distinta índole, la ampliación de la cobertura universitaria permitió la participación de poblaciones cada vez más jóvenes en los debates políticos y culturales, provocando la presencia más amplia del estudiantado en las calles, la extensión de los mecanismos tecnológicos de difusión cultural y de las artes, en el marco de una coyuntura política azotada por la violencia rural desencadenada años atrás, además de la censura del gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, militar ascendido en el año de 1953.8 Algunas de estas emergencias terminaron enfrentándose a ese bloque de carácter moral que Pécaut denominó el llamado a la restauración del orden elitista9 y que se da luego de un proceso de desarme de las masas, posteriormente al 9 de abril de 1948.
Los tormentosos años 50 en Colombia coinciden con lo que podemos denominar como el inicio del tiempo de los jóvenes, o cuando estos iniciaron el camino para llegar a ocupar lugares de debate más relevantes, participar en espacios reservados para el mundo adulto y sobre todo a contribuir y decidir ser parte de los cambios sociopolíticos y económicos. Es la década de cambios entre los que se incluyeron la posibilidad de elección y el voto de la mujer. Lo mismo ocurrió en el ámbito de la cultura y las artes siendo la música uno de los campos con los que tradicionalmente se enfrentaron a los adultos10. Es importante tener en cuenta que la juventud es un concepto en construcción y que lo que significaba en la década de los años 50 ha mutado a la multiplicidad de concepciones actuales. Levi y Schmitt11 indican cierta dificultad para su definición por parte de los historiadores, puesto que los límites van establecidos por la sociedad y por el contexto y los marcos espaciotemporales de tal forma que lo que exalta a unos, descalifica a otros si se cambian estos tres elementos. En ese sentido, coinciden con Víctor Alba12 para quien el principal problema está en la categorización que no cuenta con el tiempo y el lugar. No es lo mismo ser joven en una ciudad que en un área rural, ser hombre o mujer, vivir en un país industrializado o en uno en emergencia, en un sector acomodado o en otro con menores recursos y así sucesivamente. En ese sentido, consideramos que los jóvenes en Colombia para la década en cuestión representaban una construcción social emergente que aun era muy difusa y que tenía como referente la mayoría de edad, que al momento estaba establecida en los 21 años. Por tanto, la dimensión juvenil adquiría una connotación mayor, al interpretar cualquier manifestación juvenil como la de unos menores de edad que estaban en proceso de formación y sobre las que el mundo adulto tenía la potestad de opinar y decidir. Coincidimos con la historiadora española Sandra Souto en que:
[...] La juventud se puede definir como el periodo de la vida de una persona en que la sociedad deja de verle como un niño, pero no le da un estatus y funciones completos de adulto. Como etapa de transición de la dependencia infantil a la autonomía adulta, se define por las consideraciones que la sociedad mantiene sobre ella: que se le permite hacer, que se le prohíbe o que se le obliga [...]13
Este ensayo no es una historia del Rock and Roll como tampoco lo es acerca de los jóvenes, sino de los efectos que un ritmo musical provocó en la sociedad colombiana tradicional teniendo como actores a los sectores jóvenes de las ciudades colombianas, cuando iniciaba el año de 1957. Algunos trabajos referenciales previos están recogidos en investigaciones históricas como las de Hernando Cepeda Sánchez,14 quien realiza un estudio comparativo entre Argentina y Colombia, tomando como marco referencial el periodo entre 1966 y 1986. También se encuentra el estudio de Umberto Pérez,15 en un marco histórico temporal ubicado entre 1957 y 1975.
Estos y otros estudios demuestran que lo que para unos es música, para otros es ruido. Este artículo también intenta recordar que los tiempos se pueden acompañar del arte y las expresiones artísticas, y que, por lo menos a inicios de aquel 1957, la atmósfera de las ciudades, principalmente, respiró los ritmos del rock and roll y la efervescencia de la juventud.
2. Viejas «nuevas» tecnologías
A lo largo del siglo XX se experimentaron cambios en el ámbito tecnológico que incidieron en la vida cotidiana del país. Se trató de la extensión de las redes eléctricas, telefónicas y la apertura de nuevas vías de comunicación. La Radio, en particular, ocupó la atención pues permitió la difusión de contenidos políticos y culturales a distintas regiones en el país. Este medio de comunicación fue muy importante en la medida en que se convirtió en la tecnología que posiblemente más tuvo que ver con la difusión de la música hasta inicios de los años 90, cuando nuevas tecnologías provocaron su integración a otros medios. Las emisiones de radio en Colombia iniciaron el 16 de julio de 1929 con la HJN en Bogotá y La Voz de Barranquilla y un año después se inició su desarrollo comercial. Apenas siete años del inicio de las emisiones de la BBC en Londres. Además del radio - periodismo que compitió con la prensa-, en Colombia fue utilizada para la difusión de campañas educativas que fortalecieron los procesos de alfabetización en particular de los habitantes de las áreas y zonas rurales y populares. El caso de Radio Sutatenza es insigne en la historia del medio radial. Junto a estos enfoques, se inició la difusión de música local, que era mínima en el sentido de la cantidad de músicos que podían grabar una pieza. Por lo que se recurrió a aquellas que llegaban de manera más profusa, y que procedían de países de la región cuyo desarrollo tecnológico, en cuanto a la capacidad de producción, era mucho más amplio, tanto en las piezas que se grababan como en el número de artistas que las podían hacer.
La visita del argentino Carlos Gardel al país en 1935, máximo exponente de este género, y su posterior muerte en un accidente aéreo en la ciudad de Medellín, demostró el impacto que el tango tenía en distintos sectores de la población. Lo mismo ocurrió con la música procedente de México, impulsados por el desarrollo de una industria cinematográfica más fuerte,16 constituyeron una de las influencias más importantes en la cultura popular colombiana del siglo XX, al punto que, en el mes de abril de 1957, con la muerte de Pedro Infante, el gobierno declaró tres días de luto nacional.17
En la década de los años 30, durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo, se impulsó la presencia de la música mexicana a través de los corridos que muchas veces evocaban la revolución de aquel país. Algunos fueron adoptados en sectores populares, incluso entre algunas fuerzas guerrilleras de finales de los años 40 y comienzos de los años 50, como lo demuestra el trabajo del historiador Orlando Villanueva19. En otros casos, y de acuerdo con el intérprete, se trataba de canciones de dolor, llanto por el amor no correspondido, la venganza y también el amor, como parte de la conquista de un hombre a una mujer o una celebración mediada por una serenata de mariachi.20 Estos competían con artistas locales como Lucho Bermúdez y Pacho Galán.
También se centralizó la industria discográfica nacional que se fue localizando en la ciudad de Medellín y sus alrededores, donde se instalaron fábricas de discos, lo que abarató costos de producción y de venta e hizo posible la expansión del mercado musical en el país. Antonio Fuentes, en 1943, inauguró el primer estudio de grabación. Gracias a ello, aumentó el mercado relacionado con la música: discos, radios, instrumentos y también se amplió la formación de radiotécnicos para su reparación.21 Se trató del inicio de una industria en torno a la música, que vinculó a los artistas, tecnologías de difusión como la radio, la prensa y el cine, con los consumidores que empezaron a aumentar. En 1950, se fundó la Compañía Discográfica Colombiana CODISCOS,22 que, entre sus primeras colecciones, imprimió la colección de 9 álbumes de Carlos Gardel, en el año de 1956. El formato usado fue el de discos de vinilo de 10 y 12 pulgadas que en el país se empezaron a producir en 1952 por esta misma fábrica ubicada en Medellín.
La radio se convirtió en un instrumento importante para la propaganda y la comunicación de los gobernantes y los políticos con los ciudadanos. Su impacto se vio en los hechos inmediatos al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en el año de 1948 en Bogotá. Este medio ocupó un lugar central al igual que la prensa, los cuales fueron objeto de censura como en el caso del cierre de los diarios El Tiempo y El Espectador, durante el gobernó militar de Gustavo Rojas Pinilla (1953 y 1957).23 Lo anterior, en un marco mucho más amplio y global que se sometió a las tensiones provocadas por la Guerra Fría.
El desarrollo tecnológico, en términos de la infraestructura, la capacidad de almacenamiento de la información24 y la difusión, fue fundamental y muy pronto se vinculó a la vida cotidiana, al punto que era difícil no encontrar un radio, en los hogares más humildes a mediados de la década de los años 50. Estos cambios se acompañaron de la emergencia de los jóvenes como sector poblacional con capacidad de decisión y de consumo25 en la medida en que fueron integrándose al mercado laboral, engrosaban la población estudiantil, en su mayoría compuesta por jóvenes, de la mano de la ampliación de la cobertura universitaria que coincide con el desarrollo de las crecientes industrias en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, fortalecidas por el flujo de migraciones provocadas por la violencia y la búsqueda de mejores oportunidades económicas, mientras se generaban nuevas formas de consumo cultural, producto de los intercambios entre distintos países y de la instalación de empresas extranjeras que fueron cambiando progresivamente a las ciudades.
Esa visibilidad de los jóvenes se manifestó durante buena parte del siglo XX. A pesar de que tuvieron un lugar protagónico en las manifestaciones de mayo de 1957, todavía en 1960 se mantenía la resistencia al cambio, que se profundizó durante los años siguientes con manifestaciones culturales más provocadoras, como el hipismo y los movimientos feministas. «Un reportaje en 1960 indicó que la etapa de la adolescencia se relacionaba con la violencia y que esto se podía explicar a través de cifras puesto que varios de los bandoleros más temidos que azotaban al país eran adolescentes con edades entre 14 y 20».26 Una década después, Miguel Echeverry,27 un médico siquiatra refiriéndose al hipismo, escribió dos libros relacionados con el tema, donde expuso, entre otras cosas, que el hipismo era una enfermedad nacida en California, cuyos síntomas se manifestaban en el cambio de las formas de vestir de los jóvenes, las palabras que usaban y, sobre todo, en la música que escuchaban:
3. 1957: un año de cambios
[...]el hippie también manifiesta agresividad, en el ruido insoportable de sus canciones y orquestas, que alcanzan con mucha frecuencia, cifras nocivas para el oído humano. Así imitan a los animales nuevamente. Otro truco instintivo en la escala animal es el ruido, para marcar y determinar territorios. Rugidos, mugidos, ladridos, gorjeos, etc.., amedrentan y ahuyentan a posibles invasores y agresores [...].28
Este es un año particular porque se presentaron varios fenómenos de carácter político que coincidieron con la emergencia el Rock and Roll en los Estados Unidos y la difusión de las películas de James Deán y de Bill Haley. Por un lado, estaba claramente el agotamiento político y social que se venía presentando por cuenta de las decisiones tomadas por parte del presidente Gustavo Rojas Pinilla, militar que había ascendido en el año de 1953 como parte de una estrategia para resolver las disputas generadas al interior de los partidos y que, con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, habían provocado la expansión de guerrillas en buena parte del país. Los enfrentamientos entre grupos apoyados por los partidos políticos dejaron tras de sí una huella indeleble en la memoria nacional dando lugar al periodo conocido como «La Violencia». Rojas Pinilla se había comprometido con el proceso de pacificación del país para lo cual firmó un armisticio que permitió que muchos guerrilleros se incorporarán a la vida y a la sociedad civil. Otros tantos prefirieron mantenerse al margen y tomaron distancia pese a las promesas del gobierno en muchos casos terminaron siendo incumplidas.
Por otro lado, estuvieron los hechos que marcaron posiblemente el inicio de la crisis de la dictadura y que corresponde al asesinato de estudiantes los días 8 y 9 de junio de 1954, lo que sirvió para aumentar el descontento de los sectores estudiantiles que estaban compuestos en su mayoría jóvenes. A pesar de las transformaciones que se estaban impulsando en términos de la creación y modernización de instituciones públicas, las condiciones de libertad de expresión estaban limitadas bajo la sospecha de la presencia de entes comunistas y de perturbadores de la paz pública como fue expresado el día de los mencionados hechos como parte por las fuerzas militares quienes explicaron que fueron agitadores comunistas y laureanistas quienes provocaron la masacre.30
No se puede dejar de mencionar la importancia que tuvo la implementación de la televisión por parte del gobierno militar. Esa tecnología entró en el espectro mediático, aunque inicialmente no compitió de manera directa con los medios tradicionales como la prensa y la radio aun a pesar de la crisis provocada por la censura sobre algunos de ellos. En 1957, habían entrado en circulación los periódicos Intermedio y El Independiente, que reemplazaron temporalmente a El Tiempo y a El Espectador respetivamente, y cumplían en febrero casi un año de cierre. En 1956, el presidente había sido chiflado en Bogotá por lo que varias personas opositoras fueron asesinadas y no se había limitado la información al respecto. También se había firmado el pacto de Benidorm (24 de julio de 1956) y había sido nombrada ministra de Educación Josefina Valencia de Hubach, primera mujer en un cargo de esa índole. En términos de producción de medios, apareció en octubre de 1956 la empresa Producciones Nacionales Colombianas PUNCH y se había participado en los juegos olímpicos, y en el ciclismo se había corrido la Vuelta a Colombia. Así, 1957, era un año que necesitaba de un respiro a las tensiones políticas y ese aspecto lo vino a ofrecer una música y un baile proveniente de los Estados Unidos.
La radio ocupó un lugar importante en el posicionamiento de los nuevos géneros musicales que llegaron al país. Si el Rock and Roll pudo tener vigencia, fue gracias a los locutores y emisoras locales, que procuraron la difusión de los temas de artistas como Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry, Billy Halley y otros. Colombia no fue la excepción. Recientemente Pérez y Vega han dado importancia al papel de la radio y el cine en el rock colombiano, estableciendo que fue Jimmy Raisbeck quien inició la difusión de este género, que se combinaba con otros, por allá hacia 195731 con un programa que se emitía casi a la media noche.
Nombres como Édgar Restrepo en la emisora La Dinámica, y el dúo de Carlos Pinzón y Alfonzo Lizarazo en el Show de los frenéticos y Radio 15, fueron pilares para la emisión de esta música y la sectorización de la radio en franjas de edad. El asunto tenía que ver con la forma como se combinaban las músicas populares y tropicales con los nuevos géneros. Incluso se habla de acuerdos, entre locutores para emitir algunas canciones. Quizás el más conocido gira en torno a un convenio entre Carlos Pinzón y Lucho Bermúdez, quien accedió a presentar la orquesta de Francisco «Pacho» Galán, a cambio de que se permitiera pasar algunas canciones de rock and roll. Gracias a esto, Lucho Bermúdez le dedicó una canción que lleva por título El rock de Carlos Pinzón, compuesto y grabado en el año de 1957.32 Interrogado Francisco Galán sobre este género musical que «el ras de mar», vulgarmente conocido como «Rock and Roll», para bailarlo se necesita ser maromero. La música es otra cosa. Creo que es el mismo Bouguie - bouguie con la injerencia de guitarras y una alteración deliberada».33
Umberto Pérez34 indica que, a pesar de que en ocasiones la programación de música para jóvenes era exitosa, en otras, podía bajar la sintonía lo que hacía que se retornaran a ritmos caribeños y bailables. Fue Carlos Pinzón quien viajó a México y trajo al país los discos de César Costa y Enrique Guzmán.35 A partir de los años 60, aparecen varias emisoras y programas cuya historia ha sido tratada en los marcos de la historia del Rock en Colombia. No obstante, todo inició aquel año de 1957.
4. Todo empezó con una película
El Rock and Roll y los jóvenes iban de la mano. También los cambios tecnológicos. El desarrollo de la electrónica y en particular de los transistores permitieron reducir espacios y costos, mientras se desarrollaban nuevas técnicas de ejecución. Todo lo anterior sucedió de manera simultánea con los camios sociopolíticos inspirados en el desarrollo de una cultura juvenil cada vez más urbana y urbanizada, que teje extraños hilos con las políticas continentales impulsadas por los Estados Unidos. Si bien el rock era visto en los Estados Unidos por algunos detractores como una amenaza a los valores tradicionales, en realidad este era uno de los males menores frente a la amenaza comunista. Aunque este debate también dio en el país, sobre todo a partir de los años 60, el asunto antes de eso fue tomado más por la parte moral y de la influencia estadounidense que por una amenaza comunista.
Luis de Zuleta, columnista del diario El Tiempo de Bogotá, escribió en el año de 1960:
[...]Esa bobada del Rock and Roll es, en el fondo, la rebelión de una juventud que quiere vivir como se imagina cándidamente que viven los muchachos y muchachas de América y Europa. Sus ritmos y bailes son frívolos, pero es cosa muy seria la seducción del mundo occidental. Esa juventud libertina siente el anhelo de ser una juventud liberada [.]36
En 1956, se escribía sobre la «posible amenaza que significaba la llegada del Rock and Roll. Luis Arquiastan, periodista del Intermedio dijo que era «una pieza de música estridente». Agregó que, «ya se habla de esos fenómenos como una epidemia mental del «Rock and Roll». En efecto, se trata al parecer de una especie de locura colectiva, como las que ha habido en todas las edades y civilizaciones inmaduras».37
También la agencia United Press registró que Cuba había prohibido el Rock and Roll por televisión, «por considerarla inmoral y degradante» y que un decreto del Ministerio de comunicaciones señalaba que «esta música está contribuyendo a la adopción de actitudes y movimientos inmorales, a causar una excitación morbosa y a ofender la moral pública y las buenas costumbres».38 En la misma noticia, publicada por el diario la Nación de Costa Rica, se dice que la Iglesia Católica seguiría los mismos pasos, citando para el caso al diario La Paz, donde se dice que esta institución había «decidido pronunciarse contra el rock and roll en el sentido de descalificarlo como «baile loco»». Dice el diario mencionado que «la intervención de la Curia se dio luego de intenso debate público sobre el discutido baile, durante el cual se expresaron calificativos de «vergonzoso» para el «dislocante» ritmo».39
Bogotá fue escenario de noticias relacionadas con el tema. El periódico THE TIMES - NEWS registró la censura del baile, aunque no de la exhibición de la película de protagonizada por Bill Haley:
[...] BOGOTÁ, Colombia. Feb,8 (UP) The Board of Censors banned all exhibitions of rock and roll dancing today. The American Movie «Rock Around the Clock» which started the current dance craze among teen-agers, was not banned, however[... ] 40
La misma noticia fue replicada por otros diarios en los Estados Unidos. Esto se ve en periódicos como el Williamson Daily, News, con igual fecha de edición. Estos periódicos de ciudades pequeñas estadounidenses publicaban estos casos pues alimentaban la censura que también se daba en el país del norte. El caso al que se hace referencia corresponde a la película de Bill Haley que en español fue traducida como «Al compás del reloj»:
[...]El viernes pasado, en sesión privada, el Teatro El Cid presentó «Al Compás del reloj» una cinta norteamericana que muy pronto se verá estrenada en Bogotá. «Al Compás del reloj» ha servido para difundir por todo el mundo el «Rock and Roll», un nuevo baile, coreográficamente emparentado con el «be-bop», que ha hecho furor en América y varios países europeos. Aunque la calidad cinematográfica de esta cinta deja mucho que desear le pronosticamos un rotundo éxito comercial, pues en ella aparecen algunos de los mejores intérpretes de esta música histérica y contagiosa. Los espectadores verán danzar el «Rock and Roll» por bailarines difícilmente inimitables, deleitándose quizá con el virtuosismo rítmico y plástico de que hacen gala. Tomando en cuenta que el único interés de esta película depende de los números de «Rock and Roll» es deseable que cuando esta película sea proyectada regularmente se emplee la pantalla en tal forma que puedan verse los pies de los bailarines y que esto no se ha logrado a expensas de la parte superior de la imagen rock around the clock. [...].41
Los esfuerzos para que la película y la música fueran censurados fueron varios. El periódico Intermedio, que aparece debido a la clausura del diario El Tiempo, dedicó varias páginas a la crítica y debate acerca de la música, el baile y la película, lo que además se expresó en la cobertura que dio al estreno de la película y que generó varias crónicas.42 El 4 de febrero de 1957, Ramiro Andrade, columnista y periodista del citado medio, realizó un análisis acerca de las presentaciones de grupos y de las actuaciones de los jóvenes en ciudades como París, Londres y Nueva York, que habían ocasionado desmanes contra la policía. Andrade describe que para la presentación de la película asistieron cerca de:
[...] mil «coca colos» y «kolcanas»43: «Braman, sudan, se despelucan y ensayan tomarse por asalto el teatro El Cid». ¿Qué sucede? ¿La juventud se vuelve revolucionaria, clama por sus derechos esenciales? ¡Qué va! Es el «rock and roll» (mecerse a gusto, balancearse, estrujarse, hacer prodigios pseudo rítmicos, darle rienda suelta al bárbaro dormido que todos llevamos dentro) [...]44
El columnista agregó que las causas de estas expresiones juveniles obedecen a la crisis moral de los Estados Unidos, puesto que son especialistas en crear figuras que generan excesos y que, si bien reconoce el desarrollo de fenómenos artísticos y musicales como el de Elvis Presley, da cuenta de los efectos que provocan cuando los jóvenes pretenden imitar a los músicos. Para el caso, indica que
[...] no bastó que un dirigente de la Iglesia presbiteriana en los Estados Unidos dijera: «es algo ideado por el demonio, vergonzoso y sencillamente vulgar». Tampoco la expulsión de adictos del nuevo ritmo en colegios reputados, las admoniciones de las severas ligas de católicos se perdieron tan fácilmente como ciertas promesas locales. «Barbaros» comentó el New York Times. «Las pandillas de muchachos y este engendro son la continuidad lógica de la atonía moral de la Juventud norteamericana», clamaron los sociólogos. Inútil. Es nuevo dijeron los adolescentes. Y es «exciting» [...].45
Andrade hizo una crónica extensa en la que describe que estuvo en el estreno de la película y que vio bailar (y agrega entre comillas - si esto es baile-):
[…] a diez parejas, el endemoniado gemido. Además, no paso de los 30 años y no soy un anciano mental. Pero lo que allí había era un exhibicionismo fingido, un afán de hacerse notar, de enterar a nuestra sociedad de que la adolescencia existe. Un deseo de participar estruendosamente en nuestro ciclo actual. Agregarse a esto un 40% de sexo, de histeria colectiva, de simple patanería y de imaginación del gusto norteamericano y se tendrá la clave de la devoción por el nuevo ritmo. Cabe preguntar si la culpa es de la Juventud. O si corresponde en tremenda parte a nuestra sociedad, a sus sistemas educacionales, a la falta de un aliciente superior a la ausencia de responsabilidad social. ¿Parece que deliberadamente nos olvidamos siempre de las generaciones que afloran a la vida y después nos sorprendemos de que ella nos sorprenda así sean tan infernalmente como el rock and roll? Sí.
Había no menos de 1000 cocacolas y Kolkanas. Cuatro o 5 sujetos salieron al escenario dispuestos a dejar sin huesos a sus parejas. ¡Les dieron costalazos en el suelo, sudaron en medio de la gritería de algunos jovencitos con patillas»! A lo Presley tratando de bailar esa cosa. Las niñas exhibieron lo que generalmente va después del refajo, los concurrentes bramaron. Se repartieron discos. Y en la puerta para que nada faltara, hubo nuevo show. Cuatro mozos se dieron de trompadas y amenazaron quebrar el vidrio que protegía la salida. En realidad, fue una demostración pobre. En Inglaterra, en Dinamarca, en Francia, en los Estados Unidos son más civilizados, llaman y arman escándalos que dan trabajo a 100 o 200 policías, todo a los acordes de la locura de moda. Esperemos pues una nueva demostración y en tiempos nuestra tarjeta de luto a la tradición musical del país [...].46
A pesar del debate, no se logran obtener muchas fotografías al respecto. Mucha gente habla del baile, de las ropas, de los movimientos, pero al parecer esto no importaba mucho a los fotógrafos. En todo caso, durante este trabajo se encontró una imagen que muestra un aspecto de lo narrado anteriormente, pero que pudiera leerse en otro contexto y respecto a otra música y en sí no se notaría la diferencia. Posiblemente la virtud del video pueda ser que ubica en el lugar y momento concretos, agregando la música e integrando todo esto para dar una información completa, cosa que la fotografía limita, aunque, como hemos visto, no ocurre de igual manera con las palabras. Por esa razón, damos bastante prioridad a las descripciones, es decir, a las palabras.
Existen pruebas documentales para indicar que la censura tuvo lugar de manera recia durante al menos 40 días como también nos indica Pérez y, sin embargo, eso no impidió que la moda se tomara diferentes escenarios culturales en las ciudades y entre los sectores más acomodados, donde estética, música y baile tuvieron más aceptación. Junto con la película se lanzó una colección de ropa femenina que se denominó «monitor Rock and Roll», de la diseñadora Mireya Fashions, que tomó como referencia, además del nombre del género musical, el del programa Monitor de la emisora Nuevo Mundo. Se explica que el programa Monitor:
[...] ha organizado para el día siguiente al estreno de la película «Al compás del reloj», un concurso de baile, de «Rock and Roll», se entiende, en el escenario del tetro El Cid, y en el cual participarán diez parejas, integradas por distinguidos muchachos de nuestra sociedad. Estas parejas lucirán el mismo traje que lleva la estrella de la película cuando baila el «rock and Roll» y lanzarán así la moda que tanta expectativa ha despertado en todos los sectores. Las parejas han estado ensayando su baile del «Rock and Roll» en la Emisora Nuevo Mundo, y con esta información también presentamos fotografías de estos ensayos, que prometen un verdadero suceso el próximo 10 de febrero [...].48
También padres de familia y diversas personalidades enviaron cartas al periódico, expresando su desacuerdo por la difusión del Rock and Roll. Se trataba de una cuestión moral y de enfrentamiento entre padres e hijos, y entre adultos y jóvenes. Lo que se aprecia es el rechazo a lo nuevo y novedoso más allá de que se trate de música o de cualquier otro tipo de expresión artística y cultural. Medios como el Intermedio abrieron los espacios para que las personas se expresaran a través de cartas enviadas al periódico. Un aspecto revolucionario se advierte en tanto que, por medio de esta música, hay un proceso de subversión para provocar una reacción sobre todo entre los sectores más tradicionales de la sociedad. Escribió el corresponsal M. Osorio Mejía al mencionado diario:
[...] Quiero unir mi voz al coro de las personas sensatas, que claman por la proscripción inmediata del recién llegado «Rock and Roll», que es la mayor afrenta a la estética, al buen gusto en los últimos tiempos. No se compadece que, porque es un producto típicamente Yanqui en nuestro medio se le dé la bienvenida por parte de los jóvenes de ambos sexos, en una actitud característicamente «snob». Es un mal que debe ser combatido con energía, si es el caso mediante intervención de las autoridades, en guarda de nuestro folklore, de suyo contaminado de vieja data de ritmos foráneos; además las mismas buenas costumbres, demandan una oportunidad y eficaz intervención, en ordena impedir que se conculquen y relajen, so pretexto de que es el modernismo, eufemismo de lujuria e insensatez desenfrenadas. Plausible sería una campaña por parte de este prestigioso diario, tendiente a impedir la propagación del «Rock and roll», expresión máxima de salvajismo, apenas justificable por parte de los aborígenes, nunca en un ambiente que se precia de civilizado […]50
También estuvieron los defensores que tuvieron lugar en el espacio denominado Cartas a Intermedio, donde se pueden hallar buena parte de estos debates. Allí, por ejemplo, aparece una carta del señor Luis Sarmiento a quien se refiere el periódico como el defensor del nuevo ritmo y cuyas razones las esgrime a partir de varias preguntas.
[...] Los padres de familia han sido los primeros en protestar contra una imposición inaceptable. Pregunto yo ¿a quién le están imponiendo el rock and roll? Yo creo que a nadie. Aquí trajeron los discos y el que ha querido los ha comprado (porque le gustan, cómo me pasa a mí) a nadie se han obligado a oír esa música, menos a una a bailarla. El que no quiere no la oye ni la baila. ¿Cuál es el temor que inspira esa música? No lo veo justificado. Aquí tenemos cumbias, mapa les, garabatos, etc. que ni son bella música ni bailes decentes si los bailáramos en el interior del país como los bailan en la costa. ¿Además nuestros padres no bailaron el Charleston? ¿Y qué les pasó? Nada, ¿cierto? Hoy cuando recuerdan esa palabra época de su vida no pueden disimular la grata sensación que debieron sentir entonces. Que el rock and roll guste o no guste es asunto de cada cual, todos tenemos derecho a tener nuestro gusto personal: yo no creo que aquí nos vaya a hacer ningún daño; no lo hicieron el mambo ni el subí, ni lo hace el Cha Cha Chá hoy de moda. Por lo demás nuestro temperamento es bastante apagado y tenemos muchos prejuicios, no hay riesgo de que aquí se vaya a bailar el rock and roll al estilo norteamericano pueden estar tranquilos los señores padres de familia. Aquí, si no lo prohíben y logran calar, lo adaptaremos a nuestro temperamento a nuestro modo de ser que por cierto es bastante distinto al del pueblo norteamericano [...].51
Otra persona de nombre Guillermo Enrique Dorado escribió al respecto, señalando de antemano que la misma tenía que ver con el ritmo que causaba escándalos. Apenas había pasado un mes del lanzamiento de la película:
[...] El Rock and Roll es el tema de estos días todos los bogotanos lo comentan. Sobre este baile hay mucho que decir y mucho que suprimir. ¿Este moderno baile indicar caso algún grado de Cultura o de salvajismo por parte del pueblo norteamericano? Está comprobado que los habitantes de la gran nación norteamericana han alcanzado el máximo adelante en Todo el universo ¿por qué pues, estas demostraciones de locura, esas manifestaciones tan desproporcionadas con lo normal y corriente?
Pero sin duda ha faltado una cosa que decir, aparte de que el pueblo estadounidense es demasiado fanático - y esto ha quedado bien comprobado con la muerte del grande actor James Dean, quien ahora es el fantasma popular de Broadway es humano, mejor dicho, todos somos humanos y tenemos en nuestro interior a una bestia dormida, desde antes de nacer; Ahora bien y sabes tía está comenzando a despertarse en la juventud norteamericana. La música siempre ha sido la voz, la gran voz con que el pueblo expresa su nostalgia, alegría, regocijo y tristeza, más en el pueblo norteamericano, en donde esa feroz bestia de que hablamos se ha despertado, igual que en otros pueblos, ya la música no es la manifestación pasiva de nuestros sentimientos dictados por el corazón, sino algo que encierra violencia y miedo. La gente norteamericana lo dirá el Rock and Roll, siente un furor llevado hasta el extremo, un ansia inexplicable de zapatear y gritar sin límites, un deseo de llorar y llorar, como en son de protesta por todo lo malo que encierra nuestro mundo, hace 2 años presencié en la propia avenida río blanco de la bella capital de Brasil, cómo los negros y blancos bailaban el «Balón» en paños menores. A México ya llegará, a su debido tiempo, un ritmo enloquecedor que hará gritar y hacer locuras a los habitantes del gran pueblo azteca, como ya a nuestra costa atlántica ha llegado el «Merecumbé» [...].52
Una vez que pasó el furor de la película, los debates disminuyeron. No se hallaron referencias concretas sobre declaraciones del gobierno o de autoridades, más allá de las que se mencionaron en torno a la Iglesia católica por parte de la prensa. Esos debates llevaron a que se hablara de un posicionamiento de esta música en escenarios como el Carnaval de Barranquilla donde se habló de una «pugna musical» entre el «Merecumbé» y el «Rock and Roll» por causa del «terror que está causando en todo el país.53 Un mes después de la presentación de la película se realizó un concierto por parte de la orquesta de Pacho Galán donde se puede leer que se iba a hacer una mofa al Rock and Roll.
El rechazo al Rock and Roll se expresó también a partir de la publicación de noticias extranjeras que se referían a la música, como ocurrió con un hecho de delincuencia registrado en Argentina por la United Press que tituló: «Aficionado al Rock and Roll roba 500 discos de la Biblioteca Nacional». Allí comenta que un joven ladrón dejó una pista irrefutable «Todos los discos robados eran grabaciones de Rock and Roll de reciente adquisición».55 En todo este marco, también aparecieron quienes aprovecharon la fama del género musical para promocionar desde caballos,56 que fueron bautizados de esa manera, así como equipos de fútbol infantil57 y bebidas que fueron presentadas como novedosas.58
Un aspecto que por ejemplo revela el libro de Pérez y Vega refiere a que la cantidad de noticias respecto al Rock and Roll disminuyó pasados 40 días, es decir que al final del mes de marzo, cuando ya la película había circulado en varios teatros, disminuye su importancia y los medios dejan de prestarle atención. No obstante, se estableció una censura de edad de 18 años para ver este filme y otros similares posteriormente. Consideramos que la controversia se trasladó hacia otros espacios más focalizados, donde expertos, melómanos y críticos del tema se reunieron desde entonces para tratar los mismos. Eso significa que se había creado un nicho de comunicación, de apreciación o crítica musical y conocimiento del fenómeno musical concreto. También cambian los intereses de la sociedad porque esta se mueve en torno a los escenarios enrarecidos de los cambios sociopolíticos que desencadenan la salida de Gustavo Rojas Pinilla en mayo de 10 de 1957.
La música se mantuvo y esto se puede observar en la lista de canciones más escuchadas que se publicaron por parte de un almacén de discos en Bogotá a modo de que hit parade que se establecía por el número de ventas que dependían de los programas de radio encargados de hacer la difusión de las canciones y artistas en su momento. Este es un ejemplo de esa lista de ventas por parte del mencionado almacén:
En mayo de 1957, fueron asesinados dos estudiantes en la iglesia de la Porciúncula de Bogotá, ambos eran menores de edad. Esto desencadenó el descontento estudiantil que tomó fuerza en los días posteriores, con el cierre del comercio, el cese de actividades bancarias y financieras en general y a la postre, ocasionó la salida inmediata del presidente. Con este final, se hicieron balances significativos que incluyeron opiniones respecto a los jóvenes del Rock and Roll, Coca colos y Kolkanas. Incluso se publicaron columnas periodísticas por reconocidos columnistas como Caliban:
[... ] ¿Y qué decir de los coca -colos, estudiantes en su mayor parte y niños aun no adolescentes? Ayer no más los creíamos apenas aptos para el Rock and Roll. Y acaban de enseñarnos cómo se defiende la república, con un sentido de la Patria y con un coraje que nos ha llenado de asombro y de esperanza.
Los supervivientes de la generación del Centenario, nos inclinamos antes estos coca - colos sublimes, que son la seguridad de un porvenir mejor y más noble[...].62
Posiblemente uno de los más destacados entre las columnas halladas en estas pesquisas está uno que fácilmente puede ser catalogado como una declaración generacional, por cierto, bastante objetiva sobre los tiempos de choque generacional también lo escribió Calibán:
[...]Y eso me trae al debate sobre los coca- colos. Mucho ruido y pocas nueces. Yo no los he combatido ni condenado. Simplemente marqué las diferencias entre los muchachos de hoy y los de ayer y anteayer. Diferencias naturales. Los de mis tiempos eran más corteses, quizás mejor educados, porque sus padres, los nuestros, también lo eran; pero en el fondo eran más atrevidos y menos formales que los de ahora. Que son desde luego más libres. No están sometidos a las restricciones que a nosotros nos circundaban por todas partes, y que tratábamos de eludir también de cualquier modo. Que bailen la cueca o el rock and roll o el chachachá no tiene la menor importancia. Y en el fondo estos bailes son menos sexuales que el valse, donde las parejas suelen estrecharse más de lo debido. Los bailes modernos son simples ejercicios deportivos. A veces, pura lucha libre; pero de inmorales no tienen nada. Desde la época de Noé, los jóvenes tratan de irrespetar a los viejos- viejos de 25 a 70 años. Al descender del arca, los hijos de Noé ya le faltaron el respeto. Quedó el miedo. Del que ahora se han liberado los muchachos. Que tratan a sus padres de igual a igual. Los viejos a su vez reaccionan contra los jóvenes y tratan de efectuar una imposible resurrección del pasado. Que siempre fue mejor para los que no pueden ya hacer lo que antes. Los muchachos padecen de esa enfermedad de la Juventud, de la cual, por desgracia se curan demasiado pronto. Y eso es todo[...].63
5. A manera de coda
Colombia vivió una de las etapas más compulsivas de su historia a mitad de los años 50 del siglo XX. La violencia política y las transformaciones de orden tecnológico, social y cultural, junto con la emergencia progresiva de los jóvenes como protagonistas de las movilizaciones sociales y las expresiones culturales como el caso de la música de rock and roll, significaron un desafío para las élites del país y sobre todo para los sectores adultos que consideraban que los nuevos ritmos constituirán en un agravio a la moral y la tradición.
Las discusiones giraron en torno a la cuestión moral generada por el baile y la música que se presentaban en el año de 1957 como parte de la película Rock A round o Clock del músico Bill Haley. El estreno de la película implicó una propaganda que advertía a los padres acerca del efecto negativo de esta música y de la película en sí misma sobre las poblaciones jóvenes, lo que desencadenó una serie de prohibiciones que llevó a que el mismo gobierno nacional estableciera una prohibición de este ritmo por parte del gobierno, lo que se convirtió en noticia mundial. Eran tiempos en los que el gobierno el general Gustavo rojas Pinilla se debatía en medio de críticas de la oposición y de un crecimiento de la impopularidad de su gobierno lo que facilitó que se desviara la atención sobre la película en mención, por más de un mes, trasladando espacios del debate político al debate de la moral y del enfrentamiento entre lo moderno y lo tradicional, para lo cual el rock and roll y la película en cuestión sirvieron como elemento distractor.
Esa disputa no logró superar los dos meses. Sin embargo, es interesante ver cómo el arte y la música en este caso se convierten en antesala de los cambios que se dieron en el mes de mayo del mismo año. Esas discusiones permiten revelar las tensiones entre el mundo adulto y la emergencia juvenil de aquella época y el enfrentamiento entre tradición y modernidad, lo que termina uniendo a propios y extraños, aun cuando se encuentren en polos opuestos de los bandos políticos.
Estas formas culturales micro se constituyen en aspectos que desde la historia cultural permiten entender aquellas atmósferas o ambientes de sentidos y hasta de emociones y apreciaciones subjetivas que preceden las crisis políticas y sociales como las que se dieron aquel año 1957. Si bien tanto la película como el debate no tuvieron una incidencia inmediata sobre aquellos hechos de mayo, posteriormente sirvieron para justificar cómo los jóvenes «coca colos» habían demostrado que tenían la capacidad para participar en los cambios sociales y políticos del país.
De esta manera, se constituye en un referente que permite entender la naturaleza de los tiempos y los acontecimientos, pero también la inclusión de nuevos elementos que participan como posibilidad argumentativa y de acción en términos de la construcción de movimientos y fenómenos que años después se convertirán en referentes fundamentales cuando en todo el puesto que el Rock se va a convertir en un fenómeno de carácter contracultural que alimentará movimientos políticos y sociales en buena parte del mundo y que contribuirá a que la música también se convierta en una posibilidad de expresión comunicativa y discursiva con una fuerza que tomará el vigor juvenil para llevarlo a las calles buscando transformaciones más profundas y críticas y las sociedades occidentales principalmente.
También se entiende que el Rock and roll, como cualquier otra expresión artística y musical, es una construcción social y que necesariamente tuvo que dialogar con otros géneros musicales locales, para poder ganar su espacio en los años posteriores a su llegada.
La historia cultural nos permite indagar, más allá de los hechos conocidos, aspectos de la vida cotidiana de una sociedad que por lo general no tiene mucho interés para los estudios generales de la historia, pero que vistos en un nivel micro, conducen a entender cambios y llenar orillas no observadas de las grandes vertientes de los hechos y acontecimientos de una nación. Las controversias en términos de tecnología, de las puestas en escena, de las composiciones y las músicas, así como del lenguaje y la estética serán en adelante más amplios. Posiblemente conviene pensar en la organización de una línea de tiempo que marque aquellos puntos de génesis de fenómenos culturales en la vida histórica del país y que constituyen elementos para poder entender otros procesos que van más allá y que, han sido estudiados sin tener en cuenta estas piedras nodales que, aunque pequeñas terminan afectando el caminar de la sociedad en el futuro. En respuesta a Le Goff64 y su pregunta sobre si ¿realmente es necesario cortar la historia en rebanadas? Pensamos que en ocasiones esas rebanadas nos ayudan a entender procesos más amplios en el tiempo.