1. Introducción
Durante las décadas de 1980 y 1990, las investigaciones sobre inmigración en Colombia adquirieron cierta importancia y se presentaron como un aporte temático novedoso al interior de la historiografía del país. Previo a estas décadas, la producción académica entre 1969 y 1980 privilegió los debates sobre historia política, económica y social. En estas investigaciones, a los inmigrantes se les vinculaba con distintos procesos, pero sin que se les otorgara un lugar central en dichos trabajos. La tendencia se concentró en mostrar su presencia en distintas regiones del territorio nacional como agentes periféricos1 de los grandes temas como, por ejemplo, las guerras, el desarrollo económico, las inversiones en transporte y vías de comunicación en los siglos XIX y XX. Mediante una revisión sistemática en los diferentes repositorios académicos y culturales del país, se hizo evidente que entre los 80 y 90 esta tendencia cambia y se refleja en un volumen de producción de 24 textos, entre artículos, libros y tesis, que abordan de forma específica el tema de la inmigración y sitúan a los inmigrantes en el centro del debate académico en regiones como el Caribe, los Andes y el Pacífico.2
La revisión mencionada anteriormente también arrojó datos sobre la producción multidisciplinar del tema, la cual incluye documentos provenientes de otras ciencias como la sociología, filosofía, derecho, relaciones internacionales, entre otras. Dicha revisión permitió identificar un total de 13 textos3 que no serán tenidos en cuenta en el presente balance, pero de los cuales consideramos oportuno dejar anotación, en la medida en que permiten dimensionar la centralidad de los estudios sobre inmigrantes e inmigración en el país.
El anterior gráfico muestra un nivel de producción similar entre lo historiográfico y lo multidisciplinar entre 1982 y 1999, que evidencia el inicial posicionamiento del tema en la agenda historiográfica del periodo. En el caso de la producción histórica, refleja un volumen de producción que no responde a un interés nuclear, pero del cual se permite apreciar un flujo de producción constante en las principales regiones del país. El interés por el tópico, en términos históricos, también se deriva de las distintas oleadas de inmigración que Colombia recibió durante los siglos XIX y XX, siendo el periodo de 1880-1930 el de mayor auge y el que la historiografía ha abordado durante los últimos 40 años con mayor interés.
Varios balances historiográficos han dado cuenta de la producción sobre el tema en el país, ejercicios sumamente valiosos como el realizado por Rodrigo García Estrada,4 en el cual el autor hizo un recuento de la producción que abordó la presencia de inmigrantes entre 1810-1920 en diversas regiones del país. Junto al trabajo de García Estrada, encontramos el artículo de Ana Milena Rhenals y Francisco Javier Flórez,5 en el que se realizó un balance con tono reflexivo sobre la historia empresarial de inmigrantes en el Caribe colombiano; y recientemente, Jhojan Alejandro Díaz Rico propuso dos balances: uno en el que se diagnosticaron los estudios sobre inmigración y relaciones de trabajo en Colombia y Latinoamérica, y otro en el que se analizaron las corrientes historiográficas que estudian la inmigración árabe en Colombia.6
Estos cuatro balances permiten identificar un marcado interés por generar discusiones en torno al abordaje dado por la historiografía nacional a la inmigración, principalmente concentrada en el periodo de 1880-1930, dos de los cuatro textos (García Estrada y Díaz. 2022) con una vocación nacional/latinoamericana, y los otros dos (Rhenals y Flórez, y Díaz. 2023) con énfasis en lo regional. A tono con estos ejercicios, nuestra propuesta es realizar revisión historiográfica que muestre los abordajes que marcaron los inicios de los estudios sobre la inmigración en Colombia7 (1982-1999). Metodológicamente, el presente balance se compone de un primer acercamiento a los autores, así como a los ejes temáticos y tendencias interpretativas propias de la Historia del Caribe y la Historia Andina, para luego finalizar con un análisis de las fuentes y el proceso de escritura propio de la década.
2. Autores y su abordaje
La producción historiográfica sobre inmigración en Colombia durante 1982-1999 se compone de 24 textos y 22 autores: Gladys Behaine (1980 y 1989),8 Manuel Rodríguez Becerra y Jorge Restrepo Restrepo (1982),9 Malcolm Deas (1988),10 Luis Fernando Molina (1988),11 Germán Romero (1990),12 Louise Fawcett (1991),13 Amparo Lotero (1992),14 Germán Patiño (1992),15 Manuel Garnica (1992),16 Louise Fawcett y Eduardo Posada Carbó (1992),17 Germán Arciniegas (1993),18 Juan Guillermo Gómez (1994),19 Thomas Fischer (1995),20 María Cristina Navarrete (1996),21 Luis Fernando González (1997),22 Frederick Martínez (1997),23 Anne Marie Van Broeck y Luis Fernando Molina (1997),24 Vilma Lora (1998),25 Louise Fawcett y Eduardo Posada Carbó (1998),26 Rodrigo de Jesús García Estrada (1998),27 Adolfo Meisel (1999)28 y Thomas Fischer (1999).29
La producción historiográfica abordó nueve departamentos del actual territorio colombiano: Atlántico, Bolívar, Córdoba, Chocó, Antioquia, Santander, Tolima, Cundinamarca y el Valle del Cauca. Las dinámicas interpretativas tendieron a concentrar ejes temáticos específicos en regiones delimitadas; por ejemplo, los trabajos sobre árabes y judíos abordaron el Caribe como escenario principal (incluido el Chocó),30 aquellos que tratan sobre inmigrantes asiáticos se reducen al Valle del Cauca, mientras que los estudios sobre europeos son más notorios en las zonas andinas del interior del país.
De los 22 autores revisados, se destacan Germán Arciniegas y Gladys Behaine, considerando oportuno mencionar que, el texto de Arciniegas se convirtió en el primer ejercicio compilatorio sobre el tópico de inmigración en el país, todo ello bajo el auspicio e inyección de capital por parte del Gobierno Alemán, lo que permitió un amplio, pero no del todo histórico, acercamiento al análisis de la presencia de ciudadanos alemanes en Colombia. Por otra parte, el texto de Behaine (1989) se convirtió en la primera tesis universitaria en versar sobre inmigrantes libaneses en Colombia, sumando los dos artículos que, sobre el mismo tema, Behaine publicó en la revista de la Pontificia Universidad Javeriana en 1980, convirtiéndose en una de las historiadoras pioneras en publicar sobre el tema de la inmigración en en el país.
De la producción de este grupo de autores se logra percibir que, en la década del noventa, se fortaleció la temática, predominando dos tipos de abordajes: por un lado, estudios realizados desde la Historia Empresarial, Económica y Social con perspectiva regional; y, por el otro, investigaciones enmarcadas en la Historia Política y Social con un carácter nacional. Autores como Restrepo y Rodríguez (1982) Fawcett (1991), Loreto (1992), Fawcett y Posada (1992- 1998), Molina (1988), Lora (1998), Meisel (1999) y González (1997) hacen parte del grupo que abordó la temática desde lo regional con énfasis en la historia empresarial, ganadería, comercio, transporte, relaciones de poder, vinculado con el desarrollo económico de las regiones; Patiño (1992) y Navarrete (1996) mantienen el interés por lo económico, pero conjugado en clave social, mientras que Martínez (1997), Gómez García (1994), Van Broeck y Molina (1997) y Fischer(1999) analizaron la presencia del inmigrante en leyes, educación y discursos en el ámbito nacional.
Pese a la predilección de este grupo de autores por el periodo comprendido entre 1880 y 1930, cabe resaltar que algunos de ellos, entre esos Van Broeck, Molina y Meisel, ampliaron el marco temporal de análisis. Por ejemplo, los dos primeros desarrollaron su investigación hasta el periodo colonial, mientras el tercero extendió su mirada sobre los alemanes en la costa Caribe colombiana hasta la década de 1980, lo que permite señalar que, durante la década en revisión, se analizó a los inmigrantes entre los siglos XVII y XX.
3. El inmigrante y el dominio de la historia empresarial
La historiografía sobre inmigrantes en el Caribe durante los 90 centró gran parte de sus esfuerzos en reconstruir y justificar el desarrollo económico propio de la región mediante la enunciación de apellidos, familias, casas comerciales y empresas que directa o indirectamente «dotaron de progreso» a las subregiones de forma no homogénea. Trabajos como los de Jorge Restrepo y Manuel Rodríguez,31 Sergio Paolo Solano y Jorge Conde,32 Adolfo Meisel,33 Eduardo Posada34 y María Teresa Ripoll,35 atribuyen a los comerciantes y empresarios tanto nacionales como extranjeros el desarrollo económico/progreso de ciudades como Cartagena o Barranquilla.
En esta línea, Restrepo y Rodríguez se convierten en los pioneros de los estudios sobre empresarios que se centraron de manera exclusiva en el rastreo e identificación de los empresarios extranjeros que se establecieron en Barranquilla entre 1820 y 1900, vinculándolos como protagonistas de diferentes actividades empresariales que influyeron en los procesos de desarrollo económico y comercial de la ciudad.
Si bien la producción historiográfica del Caribe logró identificar e inventariar ampliamente a los inmigrantes en la región y sus proyectos empresariales, desde este abordaje se visibilizó a los inmigrantes que integrarían los sectores de élite como consecuencia de una acumulación previa de capital o como producto de un rápido y temprano vínculo con actividades comerciales y/o empresariales, como el monopolio del transporte fluvial o la constante ampliación de redes comerciales.
De los 24 textos, un total de 10 se rigen por los análisis económicos mencionados anteriormente,36 2 por un enfoque que se mantiene ligado a lo económico, pero que en paralelo logra rescatar y reconstruir parte del impacto social de inmigrantes asiáticos en el Valle del Cauca,37 mientras que los 1238 restantes parecieran contar con una intencionalidad analítica que, más allá de lo económico, mostró un marcado interés por la historia política y social abordando tópicos como el de la legislación, discursos, estado- nación, educación, ciencia y religión desde una perspectiva nacional, levemente cercana a la tendencia económica, con la excepción de los trabajos sobre viajeros en Bogotá.
Al analizar la producción del Caribe, el amplio trabajo de fuente primaria realizado por autores como Restrepo y Rodríguez, Loreto, Fawcett, Posada, González, Meisel y Lora generó robustos inventarios de familias, empresarios y comerciantes extranjeros en ciudades como Barranquilla, Cartagena, Lorica y Quibdó, respectivamente. El amplio ejercicio de recopilación de apellidos, familias y empresas de inmigrantes no solo permitió la caracterización y parcialización de los análisis correspondientes a cada una de las regiones señaladas, sino que también abrió la posibilidad de incluir inventarios de casas comerciales y empresas de inmigrantes, especialmente en el Caribe colombiano. La mayoría de los autores que estudiaron dicha zona del país generó, gracias a la amplitud de la fuente primaria consultada, listados de empresas como en el caso de Fawcett (1991), quien señala grandes firmas, como Fayad Hermanos o la de A & T. Meluk, con sede en Cartagena, Barranquilla, el Sinú y Quibdó. La revisión efectuada por Fawcett y Posada (1992) y Loreto (1992) evidenció que la primera ola de inmigrantes estableció casas importadoras como «los Bichara Jassir, Cajtuni Hermanos, Elías Muvdi, Eslait & Eljach, J. Tarud Hermanos, Yidi, Musalam & Co., Traad Hermanos y Z. Cassab & Co», Senior & Cia, Luís Striffler.39
En el caso de Quibdó, González reseñó las siguientes casas comerciales «Foschini y Benvenuti, Luis Durier y Cía., Ferrer y Andrade, Manuel Q. Ruiz, Enrique Ferrer e Hijos, E. Rey B., que junto con las casas comerciales de los Meluk y Abuchar, mencionadas anteriormente, contó desde entonces con otros comerciantes sirios: la casa Malluk Hermanos, Trifón Cook, Carlos Rumié y Assad Malluk»,40 dedicadas al comercio, fábricas, empresas importadoras y exportadoras como fue el caso del Ingenio Sautatá.
Un caso similar al planteado por González es rastreable en el trabajo de Meisel, quien hizo énfasis en el impacto positivo de la inmigración alemana en la región Caribe y, en particular, del empresario Adolfo Held. Dicha inmigración, en palabras de Meisel, ayuda a poner en duda el mito de que el rezago de la región en el siglo XX es el resultado de la falta de capacidad empresarial de sus élites y, en general, de la existencia de una cultura costeña poco funcional para el desarrollo.41 La anterior cita nos permite evidenciar la disputa liderada por Meisel con académicos del centro del país, quienes ponían en tela de juicio la existencia de dinámicas empresariales en el Caribe que permitieran hablar de desarrollo económico en la región.42
La presencia en la región de inmigrantes alemanes, franceses, siriolibaneses y judíos complementó el discurso de Fawcett, Posada y Meisel, según el cual la inmigración europea, árabe y judía, en términos generales, sirvió como factor de impulso y chispa para el desarrollo del Caribe y, en particular, el de Barranquilla pues se le atribuye a dichos comerciantes y empresarios el rol protagónico del desarrollo regional, gracias a los contactos y redes que lograron fortalecer entre los puertos del Caribe colombiano, los Estados Unidos y Europa.
Los abordajes, además del tema empresarial, plantearon que la aceptación de estos inmigrantes no solo provino de una inserción temprana en economías locales como resultado de acumulaciones previas de capital o vertiginosos ascensos en las dinámicas propias del Caribe, sino que también intervinieron cambios acelerados en la cotidianidad comercial y social. La presencia de inmigrantes siriolibaneses en ciudades como Quibdó,43 como lo muestra González, condujo a proyectos y procesos ligados a la cultura y lo social, por ejemplo, la llegada del primer autobús urbano, el monopolio del transporte fluvial, matrimonios mixtos e incluso la apertura de clubes como el Atrato.44 Sin embargo, no solo los avances en el sector cultural ayudaron en el proceso de aceptación de los inmigrantes siriolibaneses como parte de la élite local en el Chocó, pues dentro de su zona de confort económica, tradicionalmente ligada al comercio, surgió la posibilidad de incursionar en el proceso de urbanización45 de la ciudad, como se evidencia en el texto de González, quien permite identificar otro renglón de la economía en el cual los inmigrantes estuvieron activos.
El último foco de interés en la historiografía sobre inmigración en el Caribe en los años 90 tiene que ver con la inicial, pero somera mención de circuitos económicos, esto como resultado de un interés por parte de la historia empresarial por demostrar la interconexión de una región que, bajo la lupa del centro, no solo parecía estar «dormida, sino ampliamente desconectada».46 El primero de estos circuitos es el de Quibdó-Cartagena, el segundo con interés en Montería47 y alrededores y el último que amplía su extensión hasta Antioquia. El circuito Caribe-antioqueño sería el sueño utópico de un extranjero italiano como Juan Bautista Mainero y Trucco,48 deseo que se terminó materializando a finales del siglo XIX y fue estudiado por Molina (1988).
El poderío del inmigrante italiano Juan Bautista Mainero, quien vivió en el país poco más de 70 años, se reflejó en la fundación del Banco de Cartagena sumado a su oficio como «negociante, comisionista, comprador, vendedor y administrador de bienes raíces»49 y además en el dominio económico de regiones como Panamá,50 Bolívar, Chocó y Antioquia, la notable presencia de Mainero en la vida pública del Caribe le harían merecedor del nombramiento como cónsul de Italia en Cartagena entre 1891-1918. Ahora bien, el dominio de Mainero en la región en años posteriores estaría bajo el mando de otro inmigrante europeo, en este caso el alemán Adolfo Held, quien logró sostener sus redes comerciales en la zona gracias a vínculos con comerciantes antioqueños.5151 Tanto González, para el caso del Chocó, como Molina y Meisel, para el caso de Bolívar y Antioquia, logran identificar, por medio de protocolos notariales, prensa y otras fuentes primarias, la existencia de circuitos comerciales que fueron claves en la consolidación económica de los inmigrantes en estudio. González, Molina y Meisel son pioneros, para el caso colombiano, en la temprana enunciación de historias interregionales de la inmigración.
La historia empresarial se convirtió en el modelo metodológico predilecto para la mayoría de los autores del Caribe en los años 90, en la medida que les permitió efectuar sus lecturas e interpretaciones amparados por la connotación positiva del «progreso», aclarando, eso sí, que el abordaje a los distintos grupos de inmigrantes que se establecieron desde Quibdó hasta Barranquilla, pasando por el Sinú y Cartagena, no se dio de forma homogénea, pero sí logró fijar un modelo interpretativo que asoció de manera casi exclusiva la presencia de inmigrantes con el desarrollo y progreso de los lugares en donde se establecieron.52 Este importante ejercicio de revisión de fuentes, que permitió la construcción de amplios inventarios de nombres, apellidos, casas comerciales, empresas y negocios; no solo fortaleció la historia empresarial, justificando el desarrollo económico de la región en la presencia de inmigrantes que configuraron una élite comercial y empresarial, sino que impulsó el interés por las investigaciones sobre la historia de la inmigración en Colombia.
4. El rol del inmigrante como agente socioeconómico
La lectura del inmigrante como agente socioeconómico se presentó como uno de los aportes más novedosos en la producción de los 90. Lo anterior, debido a la temprana inserción de siriolibaneses, judíos y alemanes en sectores de poder local de la región Caribe, dicha inserción generó una serie de conflictos entre el comercio de nacionales y el de inmigrantes, llegando a provocar actos y opiniones de «rechazo» en periódicos locales, que la historiografía se interesó en analizar y añadir al anterior abordaje de los extranjeros como empresarios exitosos.53
La gran cantidad de nombres, apellidos y negocios recolectados por los autores del Caribe pone en entredicho y genera un fuerte contraste cuantitativo entre las cifras oficiales registradas por el gobierno colombiano frente a las realidades locales de interacción e inserción que se dieron a lo largo y ancho del país. Si bien la mayoría de estos inmigrantes perteneció a sectores con un amplio poderío comercial dada la naturaleza de sus actividades económicas, el proceso de adaptación estuvo lejos de ser «rápido y pacífico», ejemplo de ello son las opiniones y testimonios de nacionales que la prensa comercial recogió y de la cual hacen mención autores como Fawcett, Posada, González y/o Lora.
Uno de los principales elementos presentes en la producción sobre inmigración de los 90 tiene que ver con el «rechazo» al inmigrante. Durante esta década se pueden apreciar dos grandes lecturas sobre este tema: la primera de ellas adquirió un carácter interno y cerrado en la medida que los autores previamente señalados lograron identificar, en la fuente primaria, tendencias y opiniones negativas de nacionales hacia inmigrantes, mientras que en segundo lugar la lectura del «rechazo» provino de dinámicas externas mundiales de carácter político y económico.
En el caso de Quibdó, González logró matizar, mediante el análisis de prensa, el impacto económico y social de la presencia de numerosas familias árabes dejando en evidencia un malestar local54 hacia los «turcos». Mientras que, para el caso de Cartagena, la tesis de pregrado de Vilma Lora deja constancia del descontento55 y el rechazo de nacionales hacia siriolibaneses, dado su «nocivo» impacto en la región. Sin embargo, aunque en los dos casos anteriores el tratamiento de la fuente no parece ir más allá del mero dato anecdótico, González y Lora se tornan contrarios a las reflexiones expuestas por Fawcett y Posada (1992), quienes hicieron referencia a noticias sobre el «rechazo» a la presencia de inmigrantes en la región, pero haciendo evidente la intención de minimizar el impacto de las voces que rechazaron a los siriolibaneses en la ciudad de Ocaña.56
Cabe resaltar que la presencia e incidencia de inmigrantes de origen árabe y asiático en la región Caribe parece no haber producido escenarios de caos y/o estallidos sociales tan amplios como los que se presentaron en Santander57 con los enfrentamientos entre artesanos de la sociedad democrática «Pico de Oro» y ciudadanos de origen alemán, enfrentamiento conocido en la literatura regional y nacional como la «Culebra Pico de Oro».58
El punto más álgido de los sentimientos antiextranjeros en Colombia no fue el acaecido en Santander durante 1879, sino el de la separación de Panamá en 1903,59 y es que, pese a la importancia de dicha región en la política y economía nacional, el estudio de movimientos migratorios en el Istmo es superfluo y solo hasta años posteriores desarrollaría un marcado interés.60 González es quizá el autor que geográficamente estuvo más cerca de abordar el territorio panameño gracias a su interés por el Chocó. Para el caso particular de Panamá, el autor señala que «era mirada como la tierra de la promisión, por donde llegaría el progreso».61 Dichas apreciaciones tienen como precedente lo expuesto por Malcolm Deas en 1989 quien asegura: «[…] en el primer siglo de independencia, hay muy pocos extranjeros, y los ingleses no son una excepción. La única salvedad a esa generalización es geográfica: el istmo de Panamá. Ningún otro punto de la República atraía una inmigración que aun en términos locales pudiera calificarse de masiva».62
De modo que la invisibilización del territorio panameño como eje transversal en el desarrollo de Colombia, previo a la separación dada en 1903, provocó que los análisis, ya de por sí bastante cerrados a regiones o ciudades específicas, emitieran un sesgo, con o sin intención, hacia líneas de interpretación que amplíen los estudios sobre inmigrantes en Colombia, por lo menos para la década de los 90. Los actos de rechazo hacia los inmigrantes en Colombia no han sido leídos con amplitud por la historiografía nacional, si bien se deja constancia de acciones, protestas u opiniones de nacionales para con los inmigrantes, no existe aún un trabajo macro que aborde sucesos violentos como los de Santander o que se preocupen por la fractura social, económica y política de Panamá en los primeros años del siglo XX en clave inmigración.
La segunda lectura del rechazo hacia inmigrantes en el Caribe se deriva del trabajo realizado por Meisel, quien logró, desde la historia empresarial, reconstruir la presencia e incidencia económica en el Caribe del empresario alemán Adolfo Held.63
La presencia de dicho extranjero se rastrea, desde lo social, en medio de clubes64 barranquilleros. Sin embargo, cabe destacar que las dinámicas propias de las Guerras Mundiales (1914-1918)65 y (1939-1945)66 generaron una visión «perjudicial» de los alemanes en el país, debido a las muestras de simpatía que tenían con el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.
La vinculación de inmigrantes en entornos locales por medio de la creación de clubes no fue un acto exclusivo de la sociedad barranquillera. La tesis de pregrado de Lora identificó el mismo patrón, en cuanto a clubes67 se refiere para el caso cartagenero. Consideramos que los trabajos de Meisel, González y Lora invitan a realizar nuevas lecturas sobre los inmigrantes, en esta ocasión más cercanas a lo social. Si bien perduran los análisis dados desde lo económico, los autores mencionados trasladan su mirada a un contexto en el que no solo la acumulación de capital define la presencia e incidencia en la región de inmigrantes, sino que identifican la variedad de procesos por los que tuvieron que atravesar en aras de agilizar su proceso de adaptación y aceptación.
El dominio de la tendencia económica en el abordaje social de inmigrantes no solo se sintió con fuerza en el Caribe, pues el Pacífico, y en particular la región del Valle del Cauca, con motivo de las investigaciones de Germán Patiño y María Cristina Navarrete, en las cuales se estudió a inmigrantes de origen japonés e indio respectivamente, dejaron constancia de una abstracta réplica metodológica al momento de abordar la inmigración asiática en la región. Patiño, para el primer caso, se preocupó por identificar e inventariar dichos inmigrantes en el puerto de Buenaventura, dando cuenta de «los señores Tetsuzo Ota, Juan Shigetoshi Sakamoto, Gerardo Osamu Masuda, Minoru Shibata y Remando Yoshiyuki Kubo».68 Según este autor, estos inmigrantes, dada su tradición agrícola en el archipiélago nipón, llegaron a la región con el rótulo de «constancia y laboriosidad». Otros, según revela el autor, arribaron con referencia de literatura colombiana; como lo afirma Navarrete: «esta presencia se debe, en parte, a la lectura que cuatro jóvenes -Kiyoshi Shima, Akira Nakamura, Tocuyi Nishikuni y Tarhoo Matsuo- habían realizado de algunos capítulos de la novela María, de Jorge Isaacs, traducidos por el joven estudiante de lenguas y economía Yuzo Takeshima».69
Uno de los valiosos aportes de Patiño a la historiografía de la inmigración tiene que ver con la enunciación de debates científicos dominados por la teoría de la eugenesia y la discriminación racial, los cuales cuestionaron la conveniencia de la inmigración japonesa en Colombia mediante solicitud de conceptos por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Academia de Medicina de Bogotá. Pese al cúmulo de conceptos científicos y opiniones locales de rechazo sobre los inmigrantes japoneses, la inserción de estos en la cotidianidad vallecaucana parece no haber reflejado grandes traumatismos; la llegada del primer tractor, la creación de cooperativas, el despegue de ingenios azucareros y la producción mecanizada de cereales permitió que «el campo vallecaucano contempló [ara] un espectáculo sin precedentes» , procesos vinculados con la llegada de estos inmigrantes.70
Para el caso de los indostanos, trabajados por Navarrete, se hace evidente el sostenimiento de una vocación económica en la cual dichos inmigrantes, en un proceso similar al del Caribe, transformaron el comercio de las poblaciones en donde se establecieron. Tras su llegada, el comercio adquirió nuevas características, entre ellas «el expendio puerta a puerta, el desplazamiento al sector rural y a poblaciones menores, el sistema de crédito para quienes no contaban con dinero».71 Navarrete lanzó una premisa que no solo aplicó para el estudio de indostanos en el valle, sino que perfectamente podría encajar dentro de las demás dinámicas migratorias que hemos podido rastrear hasta el momento: «explicar las migraciones basándose únicamente en sus «causas objetivas» esto es, en las condiciones socioeconómicas y políticas y no tener en cuenta las «motivaciones subjetivas» sería equivocarse en el sentido profundo de este fenómeno.72
Lo anterior permite comprender el marcado interés de Patiño y Navarrete por reconstruir social y culturalmente la presencia e incidencia de inmigrantes en el Valle del Cauca, dicho interés nos permitió identificar el primero de dos cambios estructurales presentes en la historiografía sobre inmigrantes de los 90. El abordaje de Patiño y Navarrete a la legislación y los debates científicos sobre raza representó el mayor punto de inflexión para la historiografía de la inmigración en los 90, permitiendo que los análisis sobre inmigrantes no solo estuvieran en un espectro económico, hasta entonces dominado por la historia empresarial, sino que logró reunir una cantidad considerable de aristas y escenarios sociales en los que hasta el momento no se había rastreado al inmigrante y que fortalecieron el enfoque económico-social, con nuevas propuestas de análisis interpretativas que abrieron camino hacia lo político y social.
5. Inmigrantes bajo el enfoque de la historia política y social
El trabajo de Frederick Martínez, mediante la lectura de la inmigración a través de la legislación colombiana, abrió el camino a los análisis de la inmigración desde lo político y social con una marcada distancia de lo económico. Dicho cambio tiene que ver, tanto en el contenido como en la narrativa, con lo planteado por Martínez, colombianista preocupado no solo por realidades locales o actores económicos, sino por el panorama general de la legislación colombiana y su favorabilidad o no en cuanto a la promoción y recepción de la inmigración en el siglo XIX.
Este historiador francés leyó al inmigrante desde el discurso del Estado-nación. Pasó de hablar de empresarios y comerciantes a plantear que la clase dirigente del país no contempló en ningún momento nacionalidades distintas a las europeas con motivo de la tecnificación del campo colombiano, e incluso llegó a priorizar internamente algunas nacionalidades sobre otras. Igualmente, este autor incorporó a la lectura tradicional de fuente como prensa, protocolos notariales y archivos parroquiales, las leyes y los discursos políticos basados en la legislación nacional de finales del siglo XIX. Entre sus principales hallazgos, queremos resaltar el análisis de continuidades en el programa nacional de promoción y recepción de inmigrantes europeos pese a la coyuntura gubernamental de finales del siglo XIX, donde se presentó una disputa (alternancia) entre el partido liberal y conservador, cuyo resultado fueron dos textos constitucionales (1863 y 1886) en los que el tema migratorio, argumenta Martínez, fue central en las agendas legislativas de ambos proyectos de Estado.
Martínez nos permite visibilizar el debate sobre el «ideal de inmigración positiva»,73 cuando planteó que las nacionalidades deseadas por la clase política colombiana pasaron de una amplitud europea (con énfasis en lo nórdico) a una de corte meridional preferiblemente católica. Además, el texto nos deja ver que no existió la motivación suficiente ni el deseo necesario por parte del gobierno nacional para estructurar la promoción y recepción de inmigrantes de origen árabe y/o asiático, como sí ocurrió en el caso de la inmigración europea, lo que explicaría que se les restara importancia a las corrientes migratorias de otras latitudes del mundo.
El texto de Martínez se inserta, también, en el grupo de autores cuyo interés es estudiar la presencia de inmigrantes europeos en el país.
El primer foco de atención se establece en los trabajos de Rodrigo de Jesús García,74 Germán Romero,75 Juan Guillermo Gómez García76 y Thomas Fischer.77 Las particularidades de estos últimos 4 casos provienen del estudio de «viajeros»78 en la ciudad de Bogotá. Además, utilizaron las crónicas79 como fuente primaria, lo cual reafirma la relevancia política y social de la ciudad en el panorama nacional.
Fischer señala que el tema central detrás de su investigación es «la sociedad bogotana del siglo diecinueve [...] la no evolución de todos los grupos del tejido social, sino exclusivamente, a la capa alta»,80 por medio del análisis de crónicas de viaje. Estas mismas crónicas también se incorporan en el texto de Romero, pero a excepción del prólogo, solo se encuentra la transcripción de las mismas, debido a que su objetivo no es otro que el de «mostrar cómo vieron a Bogotá los viajeros que nos visitaron el siglo XIX»,81 mientras que en el caso de Gómez García el debate académico no busca evaluar la posición de una clase social derivada de las observaciones de extranjeros, sino que busca reseñar la presencia de dos viajeros europeos en Colombia durante el siglo XIX, Stübel y Reiss, quienes llegaron al país con la intención de adelantar estudios vulcanológicos; pese a ello, «comprendían que se encontraban en lugares nada encantadores, donde era imposible cultivar una amistad y sumamente difícil acometer una empresa científica»;82 caso contrario al de García Estrada, quien centró su investigación en extranjeros que residieron algunos años en la ciudad de Medellín y se destacaron por la «perdurabilidad de sus obras» y la relevancia de sus oficios.
Las crónicas de viaje, estudiadas por Fischer, recopilaron información sobre la élite de Bogotá durante la segunda mitad del siglo XIX; por ejemplo, la adopción de bailes, vestuario, música y patrones de comportamiento. Lo anterior, en palabras de Fischer, refleja la tendencia local por imitar el estilo de vida europeo.83 Otro de los autores que enfocó sus esfuerzos en estudiar la influencia extranjera (principalmente la inglesa) en Colombia fue Malcolm Deas. Dicho ejercicio se realizó a partir de preguntas clave que interrogaron no solo el período histórico comprendido entre 1880-1930, sino información sobre distintos ejes económicos en los cuales el inmigrante, principalmente europeo, estuvo activo en el país desde el periodo de la independencia. Con base en lo anterior, podemos señalar puntos de interconexión entre los ideales de la alta sociedad bogotana con el ideal del inmigrante europeo señalado con anterioridad por Martínez. Del mismo modo en que la legislación nacional, referenciada y estudiada en su momento por Martínez, promocionaba el deseo por una inmigración prioritariamente europea a finales del siglo XIX, así mismo, la población local de clase alta, en el caso de Bogotá, privilegiaba los viajes académicos y/o laborales a territorio europeo.
La transcripción y el análisis de las crónicas de viaje, y en particular la de Hettner, nos permite, tal y como hemos identificado en la producción de los 90, rastrear un inventario de inmigrantes presentes en Bogotá durante la segunda mitad del siglo XIX: «de alemanes, mujeres y niños comprendidos, no hay más de 40 a 60 almas, comerciantes en su mayoría, profesores y artesanos los demás. La colonia inglesa, menos numerosa aún está más dispersa. En cambio, los residentes franceses e italianos son un poco mayores en número, aquellos de profesión modistos, peluqueros, ebanistas y otros por el estilo y estos de preferencia latoneros y zapateros».84 El inventario de Romero y Fischer nos ubica en una ciudad en la que la presencia de extranjeros añadía un tema más de conversación al diario vivir, pues «cada recién llegado se considera un fenómeno, siendo mirado con una boca abierta como tal, hasta transformarse en personaje de relieve dentro del repertorio callejero bogotano».85
Ahora bien, el interés de García Estrada no fue el de estudiar viajeros en Antioquia, sin embargo, dejó constancia de un inventario de inmigrantes que habitaron la ciudad de Medellín y cercanías «Juan B. Boussingault, Carl August Gosselman, Agustín Codazzi, Charles Saffray, Friedrich von Schenk y Jorge Brisson, entre otros»86 e igualmente sumó un gran listado de nombres y apellidos de extranjeros de distintas nacionalidades que se radicaron en Medellín junto a sus respectivas profesiones u oficios.87 Fischer, por su parte, identificó una serie de acciones dicotómicas frente a la tendencia caribeña de abordaje a circuitos económicos. Dichas acciones tienen que ver con el deseo de la clase alta en Bogotá por crear redes de sociabilidad con Europa.88 Al margen de las crónicas de viaje como potencial fuente de investigación para el estudio de inmigrantes en el país, surge, gracias a Romero y Fischer, la posibilidad de pensar al extranjero no solo como un actor económico en medio de dinámicas comerciales especulativas en circuitos como el de Chocó, Bolívar y Antioquia, sino como actores presentes en redes de sociabilidad nacionales e internacionales, las cuales se harían notorias en la cultura y la cotidianidad de regiones como Bogotá en donde, bien mencionaba Hettner, los extranjeros adquirieron un alto grado de relieve en el paisaje capitalino.
A los trabajos realizados por Romero y Fischer, sobre la ciudad de Bogotá, se suma el de Van Broeck y Molina89 en el que se analiza el rol de inmigrantes belgas en territorio nacional. Dicho análisis parte de premisas tales como la presencia de científicos belgas90 que aportaron al desarrollo del país gracias a invitaciones públicas del Estado Colombiano,91 así como la existencia de empresas mineras con interés en la explotación de recursos en el territorio nacional, principalmente el antioqueño.
Frente a una de las tendencias interpretativas transversales en la producción sobre inmigrantes de los 90, encontramos que los inventarios de inmigrantes, identificados tanto en el Caribe como en Bogotá, se complementan con los ejercicios de Van Broeck, Molina y Fischer, la influencia de belgas en el espectro académico y científico colombiano no solo estuvo condicionada por la incidencia de profesores y/o científicos en colegios y universidades del país, pues, además de ello, Van Broeck y Molina lograron identificar un inventario de connacionales diseminados en casi todos los sectores de la vida cotidiana del país.
Para el periodo colonial los autores lograron identificar que «aquí vivieron en los siglos XVI y XVII varios flamencos, como Adriaan Verbeke, hijo de un negociante de Amberes (1535), Diego Henriques, negociante de la misma ciudad (1630), los Leygraeves y los Giraldos, parientes entre sí - y también originarios de esta ciudad flamenca-, y doña Anna Lindic, viuda del gobernador de Cartagena (1690-1698)».92 Mientras que la educación técnica, científica, las áreas de humanidades, filosofía, teología entre otras, fue administrada desde tiempos coloniales por órdenes religiosas93 principalmente la de los jesuitas.
La visibilización de la presencia de inmigrantes en Colombia también estuvo presente en el trabajo de Fisher. A partir del rastreo de compañías mineras extranjeras en territorio nacional durante el período de 1870 a 1914, logra identificar el cambio qué hubo en el panorama minero colombiano durante el siglo XIX, pues el esfuerzo de los metales estuvo lejos de terminar con la independencia del Virreinato de la Nueva Granada en 1819. Si bien el proceso independentista rompió con dicho dominio en la primera mitad del siglo XIX debido a un proceso similar al de la apertura marítima mercantilista, posteriormente, el brillo de las minas atrajo de nuevo la atención de compañías extranjeras, principalmente británicas94 y estadounidenses.
En el caso santandereano, las dinámicas económicas del «desarrollo hacia afuera» estuvieron condicionadas desde mediados del siglo XIX por la llegada y el establecimiento de inmigrantes alemanes, siendo la figura más representativa la de Geo Von Lengerke, tal y como señala Garnica. La presencia de Lengerke impactó fuertemente la dinámica comercial de la región gracias al impulso y desarrollo de enclaves económicos como el de la quina, el tabaco y/o café e igualmente el establecimiento de circuitos económicos95 cerrados, en los que la predominancia del transporte fluvial por ríos como el Sogamoso y Lebrija con destino al Magdalena se haría notar con fuerza. La inserción de los inmigrantes alemanes en la cotidianidad santandereana también se hizo notar por medio de lo social, en la medida que Garnica logró evidenciar los vínculos matrimoniales de algunos alemanes con mujeres de la sociedad santandereana, identificación realizada previamente por Horacio Rodríguez Plata en 1969.
Es importante señalar que la presencia de inmigrantes en Santander no se redujo solo a los alemanes, como lo demuestra la lista de apellidos recopilada por Rodríguez Plata en 1969, en donde la atención a la fuente primaria le permitió a dicho autor rastrear los siguientes apellidos de inmigrantes europeos:
Larsen, Petersen, Meisel, Trebert, Stunkel, Muller, Breuer, Hederich, Umbreit, Koppel, Blume, Schrader, Meyel, Utermann, Goelkel, Kopp, Schllos, Lubinus, Wolkmann, Clausen, Moller, Hansenn, Hakspiel, Beltz, Polko, Lengerke, Holmann, Schmitz, Wessel, Winz, Gast, Reeder, Van Diessel, Spiegel, Everson, Faudel, Hapan, Strauch, Keller, Strauss, Verhan, Fritsch, Struss, Maikel, Riedel, Schmilinski, Link, Huber,Thies, Minlos, Fenner, Lorent, Eymerich, Biester, Braunschwey, Baedeker.96
Así pues, durante la década de los 90, la producción académica en Colombia mostró un creciente interés en el estudio de la inmigración, lo que reflejó una toma de conciencia de su importancia para la sociedad colombiana. Los estudios se centraron en la dinámica social y económica de los inmigrantes, su adaptación y aculturación, y las relaciones entre inmigrantes y la sociedad receptora. Además, la producción académica puso de relieve la diversidad de las comunidades inmigrantes y cómo esto afectó su integración en la sociedad colombiana teniendo presente la legislación de finales del siglo XIX identificada por Martínez. En general, los estudios de Van Broeck, Molina, Romero, García Estrada, Gómez García, Garnica y Fischer contribuyeron a un mayor entendimiento de la inmigración como un fenómeno complejo y multifacético que requiere un abordaje integral y con una perspectiva interdisciplinaria, en la que el abandono de una interpretación central, supeditada a lo económico, permita el desarrollo de lecturas y análisis de inmigrantes como agentes sociales en medio de realidades locales sumamente diversas.
6. Conclusiones
Los 24 textos que componen la producción sobre inmigrantes en Colombia durante las décadas de 1980 y 1990 representan la columna vertebral de la corriente historiográfica sobre el tópico ya mencionado. Si bien existió una leve producción previa en diferentes regiones del país, solo hasta el año de 1982 la disciplina histórica se preocupó de manera puntual y sistemática por los inmigrantes como tema central de las investigaciones y no como un elemento satelital dentro de investigaciones macro, dejando de lado los abordajes desconectados en los que el inmigrante cumplía un rol secundario para dar paso a análisis en donde el protagonismo dominaba las interpretaciones de los distintos autores mencionados con anterioridad. Dicha producción se presentó como un aporte temático novedoso en medio del debate historiográfico colombiano que se dio con mayor tendencia en la década de 1990, lo cual representó un cambio significativo en comparación con las décadas anteriores, puesto que se privilegió la investigación sobre temas políticos, económicos y sociales en el marco del debate sobre el Estado-nación.
Durante la década de los 90, la producción histórica y multidisciplinaria sobre inmigrantes en Colombia tuvo niveles similares, lo que indica que el tema se posicionó en la agenda académica de la época. Además, el interés por el tópico también se derivó de las distintas oleadas de inmigración que Colombia recibió durante los siglos XIX y XX, siendo el periodo de 1880-1930 el de mayor auge y el que la historiografía ha abordado durante los últimos 40 años con un marcado interés. Desde un plano regional, la historiografía sobre inmigrantes en el Caribe durante los 90 se enfocó principalmente en justificar el desarrollo económico mediante la identificación y exaltación de actores, familias y empresas que contribuyeron al progreso de distintas subregiones de forma no homogénea. La producción historiográfica del Caribe identificó ampliamente a los inmigrantes en la región, pero se enfocó en aquellos que formaron parte de la élite y que contaban con capital internacional previo o crecieron rápidamente dentro de la pirámide social gracias a sus vínculos políticos, comerciales y/o empresariales.
En décadas posteriores, se ampliaron las discusiones sobre los inmigrantes árabes y asiáticos más allá de las variables económicas, incluyendo discursos raciales y étnicos que asociaban su presencia en el país y en la región bajo pretextos «nocivos» y «perjudiciales». En general, la historiografía sobre inmigrantes del Caribe durante los 90 se enfocó en resaltar la contribución de los inmigrantes a la economía y al progreso, pero en décadas posteriores se ampliaron las discusiones para incluir aspectos sociales y políticos. Una vez dichas discusiones aterrizaron en regiones como el Pacifico y los Andes Centrales, el foco de interés, si bien no se modificó por completo, logró redirigir su atención hacia el inmigrante desde la llegada de teorías de Europa y Estados Unidos sobre la superioridad de la raza blanca y la eugenesia. La inmigración asiática en Colombia fue objeto de opiniones negativas en la cotidianidad regional del Valle del Cauca y en la dinámica política colombiana de principios del siglo XX. Se buscó resaltar la importancia de considerar la inmigración asiática en Colombia más allá de la región del Caribe y la necesidad de abordar las motivaciones, experiencias y aportes de los inmigrantes en el contexto histórico y social del país.
Durante los años 90, se produjo un cambio en la forma en que se abordó el estudio de los inmigrantes en Colombia. En esta década, se puso especial atención en la revisión de una amplia fuente primaria con el fin de generar inventarios de apellidos, familias y empresas de inmigrantes que se encontraban dispersos por todo el territorio nacional.
Este trabajo permitió identificar con mayor precisión la presencia de inmigrantes en diversas regiones del país, como el Caribe, el Valle del Cauca, Antioquia y Santander. La identificación de estos apellidos, familias y empresas de inmigrantes en la década de los 90 fue un paso fundamental para el abordaje del tema en décadas posteriores. Gracias a este trabajo, se pudo contar con una base de datos sólida que permitió conocer con mayor detalle la distribución geográfica y las características de la población inmigrante en el país,; de esta manera, se facilitó el estudio de su influencia en la economía, la cultura y la sociedad en general.
Ahora bien, es importante destacar que este enfoque en la revisión de fuentes primarias y la generación de inventarios de inmigrantes no solo permitió conocer mejor la presencia de esta población en Colombia, sino que también contribuyó a la valoración y el reconocimiento de su aporte a la construcción del país bajo el ideal de «progreso» con el cual se solía asociar.
Los estudios realizados en los años 90 proporcionaron un marco conceptual sólido y una metodología ambiciosa para el análisis de la inmigración, la cual ha sido revisitada y enriquecida por estudios más recientes. Además, la producción académica de los 90 generó nuevas preguntas e hipótesis sobre la inmigración en Colombia, que han sido objeto de estudio en las décadas posteriores. Los investigadores del siglo XXI han profundizado en la comprensión de la experiencia migratoria, las dinámicas de integración y exclusión social, las relaciones interétnicas, la formación de identidades y la influencia de los inmigrantes en la cultura y la economía colombianas. En conclusión, la producción académica sobre la inmigración en Colombia en los años 90 fue un hito importante en la historia de la investigación sobre el tema en el país convirtiéndose en la base de una futura corriente historiográfica vigente hasta el día de hoy.