Introducción
La enseñanza de la lengua se inscribe en una notable tradición de siglos en la que la retórica ha ocupado un lugar central y ha permanecido de diferentes maneras en las prácticas educativas. Cuando los docentes encaran, en distintos niveles, la lectura y la escritura, afloran concepciones y estrategias ancladas en esa tradición que han orientado la formación tanto respecto de la elocuencia pública como de los modos de leer y del arte de la escritura en los variados géneros de la vida social.
Si bien en el campo retórico la formación del orador fue pensada como objetivo central, los dispositivos para apoyarla recurrían al temprano trabajo sobre los textos escritos. Esto llevó a que se focalizaran determinados aspectos de la discursividad, entre otros, el abanico de opciones disponibles para el ejercicio de la discursividad y las múltiples posibilidades de reformulación de los enunciados con sus peculiares efectos de sentido. En todos los casos, se consideraban aspectos ligados, por ejemplo, a la adecuación al destinatario, la situación, el género o la edad y la condición social del hablante, es decir, que se pensaba en discursos situados.
Cuando se desarrolla el análisis del discurso como campo académico, algunos enfoques teóricos y metodológicos encuentran en aquellas reflexiones antecedentes para, entre otros, el relevamiento de opciones enunciativas que integran familias parafrásticas, como en la teoría de la enunciación, o para el estudio de los procesos de elaboración de los textos, en los que el relevamiento de las variadas operaciones propias de la reformulación son los objetos en los que ancla la interpretación, como en los trabajos de crítica genética2 y en aquellos a los que nos referiremos luego. Por otra parte, el análisis del discurso como práctica interpretativa no era ajeno a la tradición escolar del comentario de textos, que funcionó en el marco pedagógico, durante largos tramos históricos, como base de la traducción y de la apropiación de modos de decir prestigiosos. Ni tampoco lo era a la reescritura como resultado de un enfoque metadiscursivo que tendía a la revisión de textos propios o ajenos.
En diferentes momentos de mi trayectoria investigativa abordé el estudio de la reformulación como una entrada que me permitía identificar fenómenos diversos, desde el reconocimiento de los lugares en los que se centraban las dificultades en lectura y escritura en estudiantes universitarios hasta -lo que se acentuó a medida que iba adoptando la perspectiva glotopolítica3- la identificación de los aspectos ideológicos que relevaban el contraste entre texto fuente y texto reformulado en discursos histórico-didácticos, series gramaticales, tramos de la predicación o discursos políticos. Creo que en análisis del discurso4 es una entrada analítica productiva que nos permite acceder, en sus regularidades, a las representaciones que inciden en la comprensión de textos o que orientan la producción en diferentes géneros y al mismo tiempo, a las ideologías propias de una época o de un sector social del que el locutor es, a su manera, un portavoz.
Por otra parte, elegí este eje, en el que la dimensión didáctica está variadamente presente, porque el texto está destinado a una publicación en un órgano dedicado a la historia de la educación. Y siempre me han interesado las diferentes memorias que se conjugan en la actividad docente, más allá de la propia de las biografías de los actores, y que se exponen en las concepciones acerca del lenguaje, los textos, los modos de leer y de escribir, las estrategias de enseñanza, las capacidades de los estudiantes, los modelos. Todas ellas están inscritas en diferentes temporalidades, en las que ubico, entre otras, la larga duración de la reflexión retórica.
En un primer momento, me referiré en líneas generales al campo de la reformulación, a su relación con la paráfrasis y a los grandes tipos de reformulación. Luego, focalizaré la reformulación interdiscursiva, a la que he recurrido en muchos de mis trabajos, e ilustraré con algunos casos, como también lo haré en el apartado siguiente. En último lugar, abordaré la tradición retórica respecto de la enseñanza de la lectura y la escritura, para mostrar la persistente memoria que, a su manera, anida en las reflexiones actuales.
En torno a la reformulación (y la paráfrasis)
En términos generales, la reformulación se considera un “metatérmino” que engloba el conjunto de las actividades de lenguaje por las cuales el locutor/enunciador vuelve sobre decires anteriores que pueden poner en juego distintos sistemas semióticos5. Atendiendo particularmente a lo verbal, se entiende como un volver a decir, un “acto de habla”6 que parte de un enunciado previo en el hilo del discurso o de uno que funciona como fuente del nuevo. Se puede delimitar así una reformulación intradiscursiva y otra interdiscursiva. Un lugar particular ocupa la repetición -reproducción de una secuencia discursiva tal cual, sin que ninguna modificación lingüística afecte el orden verbal-. Es interpretada como el grado cero de la reformulación, porque si bien puede no evidenciar modificaciones en la superficie verbal, no podemos dejar de tomar en cuenta las diferencias que genera el nuevo entorno, las particularidades de la producción oral, como el tono adoptado, o las funciones pragmáticas, como manifestar el disgusto o el asombro, entre otras. También, cuando la repetición es inmediata, se entiende como un medio de intensificación.
La reformulación se ubica, entonces, en un eje continuo que va de la repetición al retome con modificaciones. Fuchs, más radicalmente y a partir de un corpus literario, habla de “un continuum semántico que va de la identidad absoluta (reduplicación tautológica) a la alteridad radical (contradicción) pasando por distintos tipos de variantes”7. Respecto de las modificaciones, estas pueden ser resultado de diversas operaciones sobre el texto primero: borrar, agregar, desplazar, conmutar, sustituir8. Cuando la reformulación no es señalada discursivamente por rasgos textuales o paratextuales, definirla como tal depende, entre otras, de tradiciones genéricas o institucionales o de los posicionamientos del locutor. También el analista puede determinar que un enunciado es reformulación de otro, más allá de que el locutor del reformulado haya sido consciente de ello.
Un primer deslinde se establece entre reformulación explicativa e imitativa. Se reconoce A una reformulación explicativa cuando se vuelve a decir de otra manera, como en las notas periodísticas de divulgación científica, y una imitativa, importante en la enseñanza retórica, cuando se dice otra cosa de la misma manera, lo que en el campo literario se ha designado “a la manera de” o ha dado lugar a las múltiples formas de la parodia. Esquemáticamente, en el primer caso se privilegia la identidad en el nivel del significado y en el otro en el del significante, pero las diferenciaciones no son tan netas cuando se abordan los textos. De allí que Fuchs prefiera hablar de dos polos extremos de la actividad de reformulación9. En todos los casos, no podemos dejar de interrogar el complejo tema de la identidad o la equivalencia en el plano discursivo: ¿qué es decir lo mismo? o ¿qué es decir otra cosa de la misma manera? Sin embargo, para el analista del discurso lo central no son las categorizaciones aunque se vuelque sobre identidades y diferencias, sino las hipótesis que se ha formulado en relación con un determinado problema y a partir de las cuales y de los materiales que aborda, selecciona como una entrada metodológica posible la reformulación. En ella deberá reconocer las regularidades en las que va a anclar la interpretación, que se establecen en un volver sobre el cotejo de textos hasta su saturación.
La reformulación se diferencia de la paráfrasis en la medida en que esta atiende a la relación semántica (de sinonimia, de identidad, de equivalencia) que vincula algunos enunciados y no otros. Fuchs señala que paráfrasis y reformulación se inscriben en dos tradiciones distintas: la primera se asienta en la lógica y la segunda abreva en las fuentes retóricas10. Esto ha llevado, según la autora, a que los trabajos sobre la paráfrasis se caractericen por los enfoques en la lengua, sintácticos y centrados en las relaciones paradigmáticas. Un ejemplo es la perspectiva de Culioli, que considera familias parafrásticas a aquellas que surgen de operaciones enunciativas realizadas sobre una base, lexis, común -lo que, según él, algunos llaman contenido preposicional- generadora de diferentes opciones; así pertenecen a la misma familia: El libro de Pedro / Pedro, su libro / Pedro tiene un libro / Pedro, él, tiene un libro 11. Los estudios 76 referidos a la reformulación, en cambio, son aquellos discursivos, semántico-pragmáticos y centrados en las relaciones sintagmáticas. Los primeros atienden a las relaciones entre frases fuera de contexto y los segundos a enunciados situados propios de un corpus.
La reformulación intradiscursiva se da, como dijimos, en el hilo del discurso. Habitualmente está señalada con marcadores del discurso, que Martín Zorraquino y Portolés definen como
unidades lingüísticas invariables, que no ejercen una función sintáctica en el marco de la predicación oracional -son, pues, elementos marginales- y poseen un cometido coincidente en el discurso: el de guiar, de acuerdo con sus distintas propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la comunicación12.
Reconocen estructuradores de la información, conectores, operadores argumentativos y reformuladores. En estos últimos diferencian: explicativos (o sea, es decir, esto es, a saber, en otras palabras, en otros términos, dicho de otra manera, dicho de otra forma); de rectificación (mejor dicho, mejor aún, más bien); de distanciamiento, que privan de relevancia a lo dicho antes (en cualquier caso, en todo caso, de todos modos, de todas formas, de todas maneras), y recapitulativos (en suma, en conclusión, en síntesis, en definitiva, en fin, al fin y al cabo, en resumidas cuentas). La reformulación intradiscursiva consiste en una operación metalingüística que resulta de una vuelta reflexiva del locutor a algo dicho antes desde una nueva perspectiva enunciativa13. Cambian las intenciones del locutor: aclarar, modalizar, sintetizar, hacer un desvío respecto de lo dicho antes, definir, proponer otra denominación. El locutor establece una equivalencia entre los segmentos, anterior y posterior al reformulador, pero señala a la vez una diferencia, un “plus”. La relación entre los segmentos, respecto del contenido informativo, puede ir de lo más próximo (textos de divulgación científica) a lo más distante (discursos políticos). En los casos en los que la reformulación intradiscursiva no está sostenida por un reformulador, la relación de equivalencia entre los segmentos se establece gracias a la permanencia del sentido denotativo (“la incertidumbre” / “la imposibilidad de saber qué va a pasar”) o a la rectificación que el segundo segmento opera y que puede apreciarse por el entorno verbal o el contexto (“son todos hombres de bien” / “personajes con ingresos seguros”)14.
Un caso interesante que está “a medio camino” entre la reformulación intradiscursiva y la interdiscursiva es el que analizan Bouchard y Parpette: la comunicación oral con PowerPoint15. Se inscribe en una práctica común en las comunicaciones académicas de reformulación oral de un escrito tanto “privado” -notas, fichas, ponencia escrita, artículo, texto de la conferencia- como público -pizarrón, filminas, ejemplarios, diapositivas de una presentación mediante PowerPoint-. En este caso, se combinan lo oral con lo escrito o lo oral con esquemas, gráficos, imágenes de diferente tipo. Constituye un caso de coformulación: son dos discursos que el interviniente dirige al público, casi simultáneamente, vinculados por constituir un mensaje global. Las diapositivas conforman un esqueleto de la exposición a la vez que un complemento. Si bien el auditorio recibe al mismo tiempo el discurso escrito (o sus formulaciones icónicas) y el oral, se considera fuente de la reformulación el primero aunque la dinámica expositiva juegue con diversas posibilidades, incluso con el carácter marginal de lo escrito o lo gráfico. De cualquier manera, la complementariedad discursiva impone en la formulación oral semejanza y diferenciación respecto del texto escrito. Los autores citados han iniciado un trabajo etnográfico que merece ser continuado atendiendo a corrientes disciplinares, instituciones e, incluso, a condiciones personales o a las características del auditorio16.
La reformulación en el marco de una interacción conversacional puede considerarse intradiscursiva si pensamos que todo intercambio constituye un discurso a dos voces; o inter discursiva si focalizamos separadamente el discurso de cada interlocutor. Las reformulaciones -repeticiones, correcciones, recapitulaciones, reformulaciones explicativas, etc.- pueden ser de lo que ha dicho antes el mismo locutor o lo que ha dicho el otro -autorreformulaciones o heterorreformulaciones-.
La discursividad política mediática es un campo interesante de estudio de la reformulación conversacional (distintos tipos de debates políticos, entrevistas a políticos, mesas coordinadas por un periodista). Un ejemplo, es el debate televisivo entre dos candidatos a una elección en el que cada locutor construye su discurso en la situación de “doble destinación” (dos destinatarios con estatutos diferentes): el interlocutor, que participa activamente en el diálogo y está físicamente presente, y el destinatario “real”, los telespectadores “ausentes”, a los que se busca persuadir para obtener votos. Uno de los candidatos puede reformular palabras que el otro ha dicho en otras circunstancias o en ese debate para descalificarlo y el otro puede proponer una autorreformulación que desestime los aspectos controversiales. También uno de los contendientes puede proponer reformulaciones que valoren el objeto del que se habla y el otro responder con reformulaciones degradantes. Por ejemplo, en el último debate anterior al balotaje en las elecciones presidenciales argentinas (2023), uno de los contendientes (Massa, representante del oficialismo en ese momento) plantea: “El sistema educativo argentino tiene una particularidad: permite la movilidad social ascendente, la igualdad de oportunidades”. El oponente, Milei, que considera que la justicia social es un robo, en su respuesta dice “¿A qué llamás vos movilidad social ascendente? (...) ¿Qué es lo que querés decir, que le vas a robar plata a gente para dársela a otro?”17.
En estos casos resultan interesantes de analizar, entonces, las autorreformulaciones, las reformulaciones puntuales de la palabra del otro (polémica sobre las palabras, por ejemplo), las reformulaciones sintetizadoras de lo dicho por el locutor o por el otro para que funcionen como consigna o “anticonsigna”, las rectificaciones sobre el decir del otro o el propio, el cambio de orientación argumentativa, la degradación del decir del adversario, los refuerzos de su propio decir.
En entrevistas, la reformulación puede ser un intento de gestión del desacuerdo y, en las “no amigables”, la exposición del conflicto con diferentes grados de virulencia. En el siguiente ejemplo, el entrevistado propone un sintagma (“profundizar el proceso”) que es objeto de una reformulación polémica18 que tiende a una reorientación argumentativa por parte del periodista (“radicalización del proceso”). Como posiblemente ha sido enunciado por el entrevistado en otra ocasión, este se ve obligado al retome explicativo con sus desplazamientos semánticos para atenuar aspectos no deseables, para el auditorio, del término “radicalización”:
Periodista de Televen: Y ahora, ¿a dónde va si gana las elecciones, a dónde va Chávez? Presidente Chávez: ¿A dónde? A profundizar el proceso. Periodista de Televen: Eso es lo que se llama radicalización del proceso. Presidente Chávez: Radicalización, bueno algunos utilizan esa palabra satanizándola. Si radicalización tú la ves como decía Martí: “Tenemos que ser radicales porque tenemos que ir a la raíz” -de ahí viene la palabra “radical”-. No es lo mismo radical que extremista, son dos cosas muy distintas.
La reformulación interdiscursiva
En el reconocimiento de tipos y alcances de la reformulación interdiscursiva ha intervenido tempranamente la teoría literaria no solo por el dialogismo inscrito en toda reformulación, sino también por el interés en las relaciones que los textos entablan entre sí. Así, el concepto clásico de hipertextualidad de Genette19 estimuló los primeros trabajos sobre reformulación interdiscursiva. Esta categoría (relación que une un texto B, hipertexto, a un texto anterior A, hipotexto, del cual deriva por transformación o imitación) integra junto con la architex- tualidad, la paratextualidad, la metatextualidad y la intertextualidad, lo que el autor llama transtextualidad, la trascendencia textual del texto, todo aquello que lo relaciona en forma manifiesta o secreta con otros textos. En los trabajos sobre las reformulaciones interdiscursivas, además de la hipertextualidad, han resultado pertinentes por la combinación que se daba en los textos -en las homilías, por ejemplo20- las categorías de metatextualidad (relación de “comentario” que une un texto a otro del cual habla) y de intertextualidad (presencia -implícita, declarada o mostrada- de un texto en otro con la forma de citas, préstamos, alusiones,...). En ese sentido, Daunay destaca en relación con la reformulación en general, pero que se acentúa en determinados géneros, que “la paráfrasis como práctica de producción de discursos se ha transmutado rápidamente en práctica del comentario: la reformulación de un texto (...) involucra también una relación metatextual con el texto fuente”21.
Cuando relevamos estudios sobre la reformulación interdiscursiva podemos diferenciar distintas posibilidades que a menudo se cruzan en las producciones concretas. Ilustraremos algunas de ellas con trabajos que he realizado a lo largo de mi carrera o apoyándome en otros investigadores.
Debemos señalar que, en muchos casos, como en la mayoría de aquellos a los que nos referiremos, la reformulación se realiza en el marco del mismo sistema semiótico, pero en otros es intersemiótica, como en la habitual transformación de una novela a película o de un guion a serie televisiva. Esto obliga a considerar los rasgos particulares tanto de los géneros fuente como de los meta. Lo intersemiótico puede, asimismo, alojarse en zonas de las producciones verbales. Así, De Angelis, que ha estudiado tres procesos de reformulación recurrentes en los textos de divulgación en línea -sustitución, explicación y expansión-, analiza cómo estos pueden realizarse a través de elementos lingüísticos, no lingüísticos (imágenes, videos,.) y tecnolingüísticos (vínculos hipertextos)22.
Por otra parte, el texto fuente puede estar presente sosteniendo la actividad de reformulación como en los apuntes o las notas de lectura. Por ejemplo, a partir de la consigna de hacer un apunte de un texto fuente que podía ser consultado para confeccionar la respuesta a una posterior evaluación de comprensión lectora, relevamos con miembros de mi equipo los rasgos genéricos de los apuntes, las restricciones que operan sobre este tipo de textos -fidelidad al texto fuente, economía y adecuación a la tarea futura- y las tensiones que genera su articulación23. Cuando las notas derivan de clases que no son grabadas o registradas en soporte escrito, son más heterogéneas aunque posiblemente conserven muchos de los rasgos genéricos relevados. Por otra parte, el contraste de los apuntes con el texto fuente nos permitió identificar las zonas en las que se presentaban las mayores dificultades de lectura según el carácter más o menos homogéneo y entrenado de la población sometida a la prueba. Una de las conclusiones había sido que si bien los gestos controversiales, críticos o de atenuación de la aserción son registrados cuando están asociados con la negación o con marcas tipográficas, lo son menos cuando están sostenidos por otros índices como modos verbales, perífrasis modales, unidades léxicas o expresiones modalizadoras24.
En el otro polo, el texto fuente puede estar ausente como en la práctica habitual de contar una novela que ya se ha leído, o puede formar parte de historias conocidas dentro de una comunidad de las cuales se suministran versiones a partir de una base narrativa común. Los episodios nacionales de las guerras de la independencia hispanoamericana, por ejemplo, que conforman el imaginario propio de la etapa de consolidación del Estado, dieron lugar a lo largo de un siglo y medio de relatos destinados a las instituciones educativas, a los espacios celebratorios de las efemérides patrias o a antologías o textos de lectura. En las diferentes ver- 80 siones, con las que podemos armar series ordenadas cronológicamente, se pueden reconocer constantes -ligadas, entre otras, al modelo hagiográfico, a la condición de relato ejemplar, al reconocimiento de la simplicidad de los próceres y la grandeza de los humildes- y diferencias debidas a las nuevas situaciones de enunciación, incluso las razones de la desaparición de la segunda es una edición en portugués en forma de folletín, que reformulaba aquella, publicada con el mismo título en O Jornal das Senhoras (1852), y la tercera versión es Guerras civiles del Río de la Plata, primera parte Una mujer heroica, publicada también en forma de folletín en El inválido argentino (1867-1868), incompleta por el cierre del periódico. Del contraste de esas versiones, particularmente en las zonas descriptivas que junto con las escenas dialogadas regulan los sentidos de la narración, se pueden inferir las representaciones de género y de destinatario que orientan la escritura y las reescrituras25. Por un lado, el paso de la novela histórico-didáctica a su versión periodística, el folletín, que explota los rasgos de la novela popular. Y, por el otro, dentro de este último formato, no solo el cambio de lengua sino también el del espacio de circulación del texto: de la corte imperial en Brasil al público rioplatense lector de un periódico posterior a la guerra del Paraguay y ya desaparecido Rosas, el tirano atacado, de la escena política26.
La misma autora reformula también textos de otro. En el Compendio de Historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1859), en varios tramos se reformula la Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina (1857) del historiador Bartolomé Mitre. El contraste con el texto fuente en lo referido a la Semana de Mayo de 1810, inicio de la Revolución que llevó a la Independencia, permite inferir el modelo pedagógico que con cierta estabilidad permaneció en la enseñanza de historia patria en la escuela: por un lado, el despliegue de un relato en el que están ausentes los aspectos controversiales o problemáticos que remitían a la lucha política en el texto fuente y, por el otro, la sustitución de los segmentos argumentativos o descriptivos de las prácticas políticas por epidícticos en los que domina el culto a los héroes y que anuncian los discursos conmemorativos de las celebraciones escolares de las efemérides27. Por otra parte, es interesante analizar los desajustes en el nuevo texto que remiten a la tensión que se establece con el otro y que expresan el dialogismo propio de toda reformulación. Esto se manifiesta también en la reformulación del texto historiográfico en una obra teatral, La Revolución de Mayo de 1810, en la que la misma autora, al acentuar la dimensión emocional, introduce el sacrificio amoroso y se acerca a los rasgos del folletín28.
En los casos que acabamos de reseñar, la reformulación es intralingual, en el sentido de que se produce dentro de una misma lengua. En otros casos, la reformulación es interlingual, es decir que implica la traducción de una lengua a otra. Corpus interesantes para apreciar el alcance de las filiaciones y las razones de la apropiación y el distanciamiento respecto del texto fuente son las reformulaciones en instrumentos lingüísticos como las gramáticas, en las que la reformulación interdiscursiva es una práctica habitual. Jovellanos, por ejemplo, parte del texto de Condillac, Grammaire (1775), en francés, para elaborar sus Rudimentos de gramática general (1794-1797). En la reformulación se evidencia la tensión entre la fidelidad al texto fuente y la consideración de las nuevas condiciones de producción, sobre todo de la situación de la minoría ilustrada española en ese último tercio del siglo XVIII29. Esto se manifiesta en las opciones pedagógicas, ideológicas y teóricas que inciden en la representación de la escena pedagógica y del sujeto, y en los modos de alejamiento de la perspectiva genética -que se expresaba respecto del origen del lenguaje articulado y del análisis del discurso como tramo primero de la gramática general- dominante en Condillac.
Casos especiales son los de transposición genérica, como las adaptaciones para niños de una novela, en las que, a pesar de que sean ambos textos narrativos ficcionales, las diferencias son significativas y sus regularidades nos pueden suministrar datos interesantes sobre la representación del sujeto lector y la función pedagógica del escrito. Es menos notable el pasaje en el mundo académico de la monografía a la ponencia o al artículo, que integran una cadena genérica en la cual las diferencias suelen localizarse en ciertas zonas.
Algunos textos pueden conformar series en un marco institucional aunque difieran los autores, como en el caso de las gramáticas de la Real Academia Española. Estudiamos una primera serie que se inicia con la Gramática de la lengua castellana de 1854, analizando los cambios operados en el Prólogo de la Gramática de 1858, a pesar de que señale que retoma textualmente el de 1854, particularmente los tendientes a presentar al saber gramatical como autónomo, centralizado y no sometido a controversias; las expansiones en algunas zonas del Epítome (1857), entre otras, la importancia glotopolítica de la enseñanza de la lengua en la escuela primaria y la asociación entre desconocimiento de la gramática y posición social subalterna; y las omisiones que realiza el Compendio (1857) respecto del texto fuente, en las que se evidencia una representación del estudiante secundario como aquel que solo puede acceder a un saber esquemático con alto grado de dogmatismo. Vinculamos las regularidades detectadas en las reformulaciones con los cambios producidos en la sociedad española tanto en relación con la pérdida de las colonias como con los conflictos propios30. Otra serie estudiada, temporalmente más cercana, pero que responde como la anterior a hacer versiones para diferentes públicos o niveles educativos, es la conformada por la Nueva gramática de la lengua española (2009) que determina un centro normativo institucional “oficial”, a la que sigue la publicación de dos versiones pedagógicas: el Manual (2010) y la Gramática básica (2011) en el marco de la política actual de área lingüística, el panhispanismo. Si bien esta serie tiene aspectos comunes con la primera, se diferencia necesariamente porque atiende a un espacio más amplio, en el que el centralismo debe ser atenuado31.
La fuente puede estar indicada en el cuerpo del texto, con las formas del discurso referido, o en el paratexto o en el epitexto autorial (como la indicación del texto fuente de su gramática en el Diario de Jovellanos) o puede su lectura preceder la reformulación explicativa como en las homilías32. Pero también nos podemos encontrar con diversos retomes intertextuales que apelan a la competencia de los lectores o escuchas. En los casos en los que el ocultamiento no está ni estética ni jurídicamente admitido se habla de plagio, aunque esta categoría es compleja y abarca fenómenos más allá de la simple copia, como se muestra en los juicios en las opiniones de peritos o en la resolución de los jueces sobre textos académicos o producciones de la cultura de masas.
La reformulación puede presentarse como un texto autónomo en el que la referencia al texto fuente figure en el título. Erasmo, por ejemplo, reformula el Nuevo Testamento señalando al comienzo el pasaje considerado y dándole un título que ya implica una interpretación:
Suplicios (Marcos 9, 42)
Es una reformulación explicativa a la que le da la designación de “paráfrasis” (con un sentido muy distinto al que le damos ahora), señalando que en la “reformulación” el sentido debe ser expuesto con total fidelidad como en una traducción, mientras que en la “paráfrasis” la relación con la fuente es más libre y puede ser pensada como un comentario continuo33. El género así definido expone la interpretación insertando también segmentos que corresponden al texto fuente34. En este ejemplo, como en el que sigue, se plantea el problema del umbral de distorsión admitido. Esto puede llevar a que los textos se consideren fuera del campo, en estos casos el religioso, y sean tomados como ejemplares literarios. Esto se acentúa con el segundo ejemplo, la reformulación de los salmos del Antiguo Testamento realizada por Ernesto Cardenal, en el que la reformulación es imitativa y muestra en la “actualización” del tramo bíblico el desplazamiento hacia lo político, que se evidencia asimismo en variados textos de la predicación cristiana35. En esta también la remisión a la fuente figura en el título:
Salmo 7 Líbrame Señor De la SS de la NKVD de la FBI de la GN. Líbrame de sus Consejos de Guerra de la rabia de sus jueces y sus guardias. Tú eres quien juzga a las grandes potencias. Tú eres el juez que juzga a los Ministros de Justicia y a las Cortes Supremas de Justicia. ¡Defiéndeme Señor del proceso falso! Defiende a los exilados y los deportados los acusados de espionaje y de sabotaje condenados a trabajos forzados. ¡Las armas del Señor son más terribles que las armas nucleares! Los que purgan a otros serán a su vez purgados. Pero yo te cantaré a ti porque eres justo te cantaré en mis salmos en mis poemas.
Se exploran las posibilidades genéricas del texto fuente y se produce un nuevo texto, en el que se conserva su condición de canto de alabanza, que expone la invocación confiada al Señor, el reconocimiento y exaltación de su poder (puede manifestarse en el castigo al impío y la salvación del justo), el pedido de que el Señor se muestre y actúe y el cierre de agradecimiento al Señor. Así como en el caso anterior, el contraste con el texto fuente permite reconocer en sus modificaciones la orientación argumentativa que el que interpreta le impone al texto, en este el contraste puede evidenciar las operaciones efectuadas, como las omisiones, entre otras. En el salmo 7 se deja de lado, por ejemplo, la posibilidad de culpa y la aceptación de un castigo, que no depende de la acción de otros agentes36. Este no decir puede relacionarse con posicionamientos frente a la lucha política armada de la época.
La reformulación retórica: perspectiva pedagógica
En la tradición retórica, la perspectiva pedagógica que articula la lectura y la escritura ha permanecido en innumerables actividades de enseñanza37. En aquella, la reformulación es considerada como una forma de conocimiento y apropiación de los modos de decir de discursos reconocidos como modelos y como un modo de afinar la comprensión de esos textos y de los efectos semánticos producidos por la discursividad al contrastar el texto producido con el texto fuente. En la traducción del francés del Método de la composición literaria de Pellissier, incluido en la antología de Alfredo Cosson (1871), se describe, por ejemplo, en la “Advertencia” un “ejercicio sencillo” tendiente a la imitación, práctica que permitía diversos juegos38 y que si bien había sido cuestionada por el Romanticismo permanece largo tiempo en el ámbito pedagógico:
Este ejercicio consiste en leer detenidamente algún trozo notable, en penetrar bien su sentido, reteniendo las expresiones más felices, y en tratar en seguida de reproducir las ideas y el estilo. Concluido este trabajo será menester comparar con el modelo el resultado obtenido, siendo esto un excelente medio de ilustrarse sobre las dificultades del arte de escribir, y sobre los recursos que presenta39.
En general, estas actividades de escritura se sostenían en el detenido comentario del texto que podía concluir en la memorización del modelo, que daba lugar a una repetición del fragmento estudiado con mayor o menor número de variaciones. Esta forma primera de reformulación se acompañaba en los ejercicios de escritura por otras en las que la variación y la amplificación eran centrales. Así, Quintiliano no solo aconseja la traducción de textos sino también la amplificación, reducción y variación como modo de ir adquiriendo el dominio de lo escrito en la propia lengua:
También será del caso que no sólo traduzcamos los escritos ajenos, sino que también variemos de muchos modos los de nuestra lengua, para tomar de intento algunas sentencias y manejarlas con el mayor adorno, a la manera que en una misma cera se suelen formar diversas figuras. II. Mas estoy en el entender de que de cualquier materia por muy sencilla que sea se adquiere muchísima facilidad. Y es prueba de habilidad amplificar lo que por naturaleza es reducido, dar aumento a lo que de suyo es pequeño, hacer que tengan variedad las cosas que se parecen, hacer gustosas las cosas claras y hablar bien y mucho de lo poco40.
Erasmo lo retoma41 en el Renacimiento y propone:
redactar en latín o griego a partir de un texto en lengua vulgar: carta, narración, máxima, elogio, comparación, descripción;
reformular el texto comentado en un ejercicio de lectura ya realizado;
prosificar un poema o adaptar a la métrica un fragmento en prosa;
multiplicar la expresión de una misma idea variando los términos y las figuras;
expresar la misma idea en distintos tipos de versos.
En cuanto a la amplificación, que es una herramienta insoslayable para Erasmo en la enseñanza de la escritura y que dio lugar a debates entre los que la defendían y los que preferían desarrollar un controlado laconismo, las estrategias propuestas son variadas y tendían a la expansión de la frase: dividir lo dicho de manera general (“Dilapidó su fortuna” > enumerar los bienes); particularizar una acción en el tiempo señalando las etapas por las cuales ha pasado (“Aplastó la sublevación” > engañó a los adversarios, encarceló a los cabecillas,...); en lugar de contar el acontecimiento remontarse primero a las causas; expandir la descripción o los ejemplos; insertar digresiones; introducir juicios de autores o máximas. Esto se destinaba a facilitar el despliegue de un texto a partir de un tema extraído de los grandes autores. El ejercicio contaba en la primera etapa con el apoyo del maestro, que suministraba las posibilidades de amplificación, y en una segunda etapa debía ser resuelto por el alumno. Como entrenamiento proponía también variar y expandir una frase breve 86 como “Tu carta me ha gustado”, y un ejemplo de las múltiples posibilidades que se pueden explotar se encuentran en De duplici copia verborum ac rerum (edición en francés: “La Double Abondance des mots et des idées”) de Erasmo.
La copia con variaciones del modelo o la “traducción” con “nuestras propias palabras” son también propuestas pedagógicas que apelan a la reformulación. En relación con lo segundo, Fernández de Agüero, a comienzos del siglo XIX, señalaba:
El mejor medio y el ejercicio más útil para adquirir un estilo bueno, que sea propiamente nuestro, es traducir en nuestras propias palabras algún pasaje de un autor clásico castellano y comparar nuestra construcción con la suya42.
La reformulación también implicaba una reflexión metadiscursiva, tanto propia como ajena, necesaria para la revisión y corrección del escrito. En la autocorrección, Quintiliano aconsejaba dejar descansar el texto para leerlo como ajeno o, por lo menos, con la distancia necesaria para considerarlo como tal y reformular, cuando se lo consideraba pertinente, a partir de la puesta en evidencia de errores, torpezas o dificultades de lectura que afectaran a segmentos o a tramos textuales de cierta extensión43. En el capítulo IV del Libro Décimo, “De la corrección”, se refiere, además del retomar después de algún tiempo el texto, a las operaciones de ampliación, reducción o borrado y sobre todo, de cambio o de reformulaciones con mayor grado de complejidad (desplazamiento, conmutación, sustitución):
Síguese la corrección, parte de las más útiles de los estudios. Por lo que con razón se cree que no menos hace la pluma cuando borra que cuando escribe. Es propio de este ejercicio el añadir, quitar y mudar. Pero más fácil y sencilla cosa es el juzgar cuándo se ha de añadir o quitar; mas el haber de bajar lo hinchado, realzar lo bajo, reducir a menos lo superfino, poner en orden lo que está desordenado, hacer que tenga unión lo que no la tiene y contener el excesivo adorno de la oración, esto es duplicado trabajo. Porque no sólo hay que reprobar lo que había parecido bien, sino que se hace preciso volver a discurrir lo que se había olvidado. Y no hay duda que el mejor modo de corregir es dejar por algún tiempo lo que se ha escrito, para volver después a tomarlo como una cosa nueva y de otro, a fin de que nuestros escritos, como recientes frutos, no nos lisonjeen44.
En las “artes de escribir” que se multiplican a partir del último tercio del siglo XVIII, la reformulación se asocia también con una “pedagogía del error” que se aplica a segmentos cuestionados de grandes autores45. En ellos se analizan los aspectos defectuosos y se propone una reformulación que se considera más adecuada a partir de las representaciones que se tienen de una prosa cuidada46.
A algunas de las estrategias reseñadas se ha apelado en diferentes momentos de la enseñanza de la lectura y la escritura y en distintos niveles del sistema educativo. Es común proponer una reformulación amplificadora, como la redacción de una historia a partir de un esquema narrativo, o condensadora, como diferentes tipos de resumen. En algunas tradiciones pedagógicas se proponen ejercicios que respeten en la reformulación el dispositivo enunciativo del texto fuente (resumen en primera persona de una autobiografía) o que cambien el dispositivo enunciativo (paso a la tercera persona). Asimismo, la revisión del escrito implica en muchos casos la reescritura.
En las investigaciones sobre el desempeño discursivo tendientes a la elaboración de pautas en el marco de una pedagogía de la escritura, también se ha abordado el tema de la reformulación. En relación con estudiantes del último año del nivel medio, del primero de la universidad o de institutos de formación docente, hemos elaborado pruebas en las que algunas consignas implicaban la reformulación a partir de una o más fuentes. Esto permitió evaluar la competencia en lectura y escritura de textos propios de los estudios superiores, como los teóricos; determinar dónde residían las dificultades y cuáles eran las estrategias que los estudiantes implementaban o no frente a la tarea que se les solicitaba; indagar en la representación que tenían de esta; reconocer la incidencia de la formación previa y los modos de activar los conocimientos ya adquiridos; delimitar las operaciones discursivas de construcción de conceptos que habían sido registradas; relevar los procedimientos de reformulación, y elaborar propuestas pedagógicas para implementar en los talleres de lectura y escritura47.
Conclusión
A lo largo del artículo he querido mostrar el interés que tiene para el analista del discurso estudiar la reformulación en materiales correspondientes a diferentes esferas de la vida social. En relación con particulares preguntas de investigación ha constituido una herramienta metodológica notablemente productiva para identificar las representaciones que orientan las prácticas y relacionarlas, en la interpretación, con las condiciones de producción de esos nuevos textos. Me ha parecido importante recorrer los tipos y alcances de la reformulación y detenerme en la interdiscursiva, que ha sido aquella a la que he vuelto recurrentemente en mis trabajos. Por otro lado, consideré necesario referirme al peso de la tradición retórica que nos interpela desde la larga duración de los saberes sobre la discursividad y que orienta prácticas investigativas y docentes.
Desde hace unos años, los desarrollos tecnológicos amplían notablemente la reflexión sobre la reformulación, sobre todo los asociados con la inteligencia artificial. Hemos sido testigos de los avances en la traducción automática (que han incidido en las relaciones globales facilitando la comunicación y la uniformización de ámbitos como el jurídico, el comercial y el financiero), de los proyectos de simplificación de textos que nutrieron las reflexiones sobre los requerimientos de las versiones on line de los periódicos48 y que también han generado programas para el acceso a la información de diferentes colectivos49. Debemos destacar, asimismo, las potencialidades del ChatGPT que produce textos a partir de requerimientos de los usuarios (entre otros, de políticos y periodistas, lo que puede incidir en la baja calidad de las democracias representativas). Para hacerlo, convoca amplias bases de datos, pero también propone reformulaciones variadas de los textos que se le suministran. Sin embargo, así como se ha insistido en el interés de los programas de reformulación de textos para el aprendizaje de la escritura en lengua extranjera a partir de las opciones que le plantean al estudiante50 y en las ayudas que pueden brindar, por ejemplo, al proceso de escritura académica, se ha evidenciado la necesidad de desarrollar la capacidad de evaluar esas producciones para evitar los peligros de una generación automática de textos no controlada51. Los estudios sobre la reformulación encuentran así un amplio campo sobre el que proyectarse tanto para apreciar los hallazgos de las nuevas herramientas e incluirlas en la enseñanza como para advertir, desde un análisis detenido, sobre sus desajustes, inexactitudes y peligros que pueden llegar a entorpecer, si no se adopta una actitud reflexiva, el desarrollo intelectual de la especie.