Introducción
Los términos ‘guacamayos’, ‘lapas’, ‘parabas’ hacen referencia a un nombre vulgar que engloba a 17 especies de psitácidos americanos, los cuales están distribuidos en seis géneros siendo el más popular, el Ara sp. Por lo general, son especies nativas, muchas de ellas endémicas de una región. Se encuentran categorizadas muchas veces como ‘en peligro crítico’ bajo el criterio de la Lista Roja de la Unión Mundial para la Conservación (IUCN) y a pesar de que están bajo protección de la legislación, así como de la “Convención Internacional sobre el Tráfico de Especies Amenazadas de Flora y Fauna” (Cites), sus poblaciones siguen disminuyendo por varios factores humanos.
Existen numerosos programas de conservación tanto in situ como ex situ (1). Esta última, es una herramienta vital para preservación del patrimonio genético de animales en riesgo de extinción, en la forma de un banco vivo de especímenes y manejado a través de actividades coordinadas por planes de acciones estratégicas, como los studybooks, para cada especie (2). En la actualidad, muchas instituciones son parte esencial de modernas estrategias de conservación a través de sus esfuerzos en la reproducción, que han tenido un papel importante en la restauración de centenas de especies amenazadas, inclusive con la introducción de animales nacidos en cautiverio, en ambientes naturales (3).
En el análisis de cómo operan algunas entidades que se dedican a la reproducción y liberación de guacamayos y otros psitácidos en América, se percibe la necesidad de superar el empirismo, generar mayor conocimiento científico en torno a la conservación y promover la capacitación del personal que participa en la actividad (4)
La reproducción en cautiverio y la reintroducción son importantes herramientas de manejo y conservación de las especies amenazadas. Sin embargo, estos proyectos son muy costosos y poco exitosos (5). Para la conservación de estas aves es sumamente importante, entre otras cosas, conocer las características propias de la biología de la especie que las hace más vulnerable como sus bajos índices reproductivos en cautiverio y la viabilidad de sus pichones, para dar así indicaciones con fundamento respecto al manejo adecuado de las especies (6). Las investigaciones en cautiverio ayudan a conocer sobre la biología, sugerir estrategias de conservación y posibilitar el desarrollo de técnicas de manejo (7).
La intervención humana es generalmente responsable de la creación de híbridos de loros nacidos en cautiverio, sumados a aquellos que ingresan en los centros de fauna por entrega voluntaria de sus tenedores, tráfico ilegal de especies, etc. (8). Más allá de toda controversia y de argumentos a favor o en contra de los híbridos, la realidad es que existen y en líneas generales son aves con una buena sanidad y longevidad. Esto conduce a la existencia de aves, sin una finalidad concreta, en refugios dedicados a la conservación. Este trabajo tiene como objetivo relatar la cría de guacamayos en peligro de extinción como herramienta para la conservación, usando guacamayos híbridos a manera de padres sustitutos, dentro del programa de manejo del Centro de rescate, rehabilitación y reubicación de fauna, “La Esmeralda”, Argentina.
Materiales y métodos
Dentro del programa de manejo del Centro de rescate, rehabilitación y reubicación de fauna, “La Esmeralda” de la Provincia de Santa Fe en Argentina, dichas aves (Figura 1) tienen un papel preponderante ya que luego de haber sido sexadas por ADN se las empareja, según posibilidades, con otro híbrido del sexo opuesto. Así se contó con ocho parejas híbridas, las cuales estuvieron constituidas de la siguiente manera: una pareja de Guacamayos Catalina (Ara ararauna por Ara macao macao) (Figura 1a), una de Guacamayos Arlequín (Ara ararauna por Ara chloropterus) (Figura 1b), una de Guacamayo Miligold (Ara ararauna por Ara militaris bolivianus) (Figura 1c), una de Guacamayos híbridos (Ara rubrogenys por Ara severus castaneifrons) (Figura 1d) (9), una de Guacamayo Santa Fe (Primolius maracana por Primolius auricollis) (Figura 1e) (10), una de Guacamayo Cálico (Ara chloropterus por Ara militaris bolivianus) (Figura 1f). También se formaron parejas mixtas (un híbrido con uno puro), las cuales fueron: Ara chloropterus emparejado con Guacamayo Catalina (Figura 1g) y otra pareja constituida por un Arlequín enyuntado con un Guacamayo Maui Sunset (híbrido de Ara rubrogenys por Ara ararauna) (Figura 1h) (9). Dichos ejemplares, todos mayores a los seis años de vida, fueron utilizados en el plan de manejo reproductivo ya que desarrollaron en años previos a este reporte, todas las maniobras inherentes a la reproducción. Estas hembras híbridas colocaron huevos estériles, los cuales fueron reemplazados por huevos de otras especies puras de guacamayos que se encuentran en peligro de extinción y son prioritarios en el plan de manejo reproductivo del Centro de Fauna “La Esmeralda” (Figura 2) como son Ara glaucogularis, A. rubrogenys y A. severus del programa de cría del año 2015.
*A. Guacamayo Catalina (Ara ararauna por Ara macao macao), B. Guacamayo Arlequín (Ara ararauna por Ara chloropterus), C. Guacamayo Miligold (Ara ararauna por Ara militaris bolivianus), D. Guacamayo (Ara rubrogenys por Ara severus castaneifrons), E. Guacamayo Santa Fe (Ara maracana por Ara auricollis), F. Guacamayo Cálico (Ara chloropterus por Ara militaris bolivianus), G. pareja mixta: Ara chloropterus emparejado con Guacamayo Catalina, H. Pareja de Guacamayo Arlequín enyuntado con un Guacamayo Maui Sunset (Ara rubrogenys por Ara ararauna).
Fuente: elaboración propia
Resultados y discusión
Se utilizaron las bases de datos del plan de manejo del Centro de fauna “La Esmeralda” denominado Ñandde Elé. Estas bases han sido generadas a partir de 2009 cuando se dio importancia a los trabajos de reproducción en cautiverio. Se anotaron todas las posturas en número y cantidad de huevos por postura, los nacimientos y mortalidades. La toma de datos se hizo desde julio de 2014 hasta abril de 2015. Se monitorearon los nidos hasta que salieron los volantones, a los tres meses de nacidos. Se determinó la media del número de pichones criados por cada pareja de híbridos para conocer y comparar las actitudes de cría entre las diferentes parejas.
Para determinar el éxito reproductivo se utilizaron tablas personalizadas para obtener las medias de los números de los pichones criados por cada pareja híbrida y este valor fue más elevado que el valor promedio de pichones criados por hembra por año para las especies puras publicado por Brightsmith y Figari (7) cuyo promedio era de dos.
Según Romero (12) los guacamayos puros en cautiverio obtuvieron un éxito reproductivo de 66.7 % y los que anidaron en nidos artificiales en vida libre obtuvieron un éxito de 43.3 %, un valor promedio de éxito reproductivo de 1.47 pichones por año. Sin embargo, en nuestro estudio el éxito de postura fue el doble de lo expresado por Romero (12), ya que, al retirarle los tres huevos a las parejas puras, estas volvieron a poner aproximadamente siete días después de la primera puesta. Los tres primeros huevos fueron incubados y criados por parejas híbridas y la segunda puesta fue incubada y criada por los guacamayos puros.
La tasa de supervivencia de los pichones en vida libre es de 91.3 % hasta los 90-105 días promedio que es cuando comienzan a volar (13) y si bien el porcentaje de mortalidad de los pichones en vida libre es relativamente bajo (14) al igual que el de los pichones en cautiverio en la cría convencional (15), en nuestro estudio la supervivencia fue del 100 %.
La perturbación de los nidos de parejas híbridas no desencadenó abandono, a diferencia de lo expresado por Brightsmith (11) para parejas puras.
Dichos padres híbridos cuidaron excelentemente de las crías y enseñaron todas las herramientas necesarias para el normal desenvolvimiento de estas tanto dentro como fuera del nido, con lo cual se supera rotundamente a la cría artificial y se elimina el factor impronta. Paralelamente, el quitar los huevos de la primera postura a los padres originales propició una y hasta dos posturas más en la misma temporada de cría, lo que aumentó el número promedio de pichones a seis para las parejas que hicieron una segunda postura y a ocho pichones para las parejas que hicieron tres posturas como fue el caso de Ara severus. Cabe resaltar que todas las parejas reproductivas fueron suplementadas con dietas enriquecidas con calcio y vitaminas para suplir la mayor demanda y tener un mayor éxito reproductivo (16).
Conclusiones
Las especies estudiadas en cautiverio obtuvieron un nivel mayor de éxito reproductivo que aquellas en cría convencional, debido a que las parejas tradicionales en cautiverio pudieron producir mayor número de pichones: pusieron el doble y en algunos casos, el triple de huevos en la misma época reproductiva. Las tasas de sobrevivencia de los pichones fueron mayores que las descritas para situaciones de cría en cautiverio convencional.
Todos los pichones manifestaron durante toda su crianza por padres híbridos, comportamientos naturales ya que no tuvieron asistencia humana de alimentación a mano como ocurre con los nacidos mediante incubación artificial.
Dichos reportes no solo son relevantes para destacar a la cría diferida con híbridos como un procedimiento de rutina para los planes de manejo aviar y en particular en psitaciformes, sino que suma casos inéditos de padres nodrizas híbridos los cuales no pertenecen a ningún estamento de legalidad ni de peligro de extinción por su condición y que en muchos casos se encuentran desvalorizados y sin una utilidad definida por los especialistas de centros faunísticos.