INTRODUCCIÓN
La necesidad de una planificación sostenible de las actividades económicas desarrolladas sobre el medio físico, se señalan en varias reuniones internacionales, como la declaración de Roma (FAO, 1996), el plan de implementación de Johannesburgo-2002 (ONU, 2002), RIO + 20-2012 y la primera cumbre de la tierra, en donde se suscribe “La Agenda 21” (Talukder et al. 2020; Barrezueta Unda, 2015).
La agricultura es una de las actividades económicas más grandes e importantes, a nivel mundial que, además, tiene un impacto significativo en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), en los países en desarrollo (Talukder et al. 2020); no obstante, la intensificación de la producción agrícola ha aumentado significativamente la huella ambiental de la agricultura, provocando una serie de impactos ambientales, asociados con el uso extensivo de fertilizantes, plaguicidas, agua y cambios en el uso del suelo (Lampridi et al. 2019), situación que dificulta el trabajo de los tomadores de decisiones y la planificación de sistemas de producción agrícola en el mundo, en un contexto de múltiples crisis mundiales, como la climática y la ecológica; la crisis financiera, económica y social; la pobreza endémica; la crisis energética (Godet & Durance, 2011; Demartini et al. 2015).
Walker et al. (2013) plantean que es importante que los tomadores de decisiones, los analistas de políticas y los formuladores de políticas acepten, comprendan y gestionen la incertidumbre, ya que: i) dada la falta de esferas de cristal, no se pueden eliminar las incertidumbres sobre el futuro; ii) ignorar la incertidumbre puede resultar en políticas deficientes, opciones y oportunidades perdidas y conducir a un uso ineficiente de los recursos y iii) ignorar la incertidumbre podría significar que limitamos nuestra capacidad para tomar medidas correctivas en el futuro y terminar en situaciones que podrían haberse evitado, como lo es el desafío actual de revertir las tendencias hacia una insostenibilidad más profunda (Talukder & Hipel, 2018).
Estos aspectos hacen que la evaluación de la sostenibilidad agrícola sea muy compleja en términos de problemas locales, nacionales y globales (Talukder et al. 2020). Ante este panorama existe un creciente interés en desarrollar una planificación sostenible de estos sistemas productivos, que logre aceptar, comprender y gestionar la incertidumbre inherente de estos sistemas complejos y su planificación (Walker et al. 2013), estableciéndose, como tema clave, para la implementación de políticas y prácticas a largo plazo, económicamente viables, ecológicamente racionales y socialmente aceptables, a nivel local y regional (Bartzas & Komnitsas, 2020); sin embargo, es complicada una definición general de “sostenibilidad” en la praxis agrícola, científica y analítica (Demartini et al. 2015), siendo un acuerdo común que la sostenibilidad agrícola debe abordar, al menos, los tres pilares básicos del desarrollo sostenible (Lampridi et al. 2019), que involucra lo económico, lo social y lo ambiental. En la misma línea, la planificación sostenible de los sistemas de producción agrícola es un problema complejo, por lo tanto, es tema de sistemas complejos (Talukder et al. 2020), que involucra múltiples factores y actores en las dimensiones económica, social, ambiental y cultural y a diferentes escalas y niveles de incertidumbre (Talukder et al. 2020; Bartzas & Komnitsas, 2020).
En cuanto a métodos de evaluación, los de escala de unidades productivas (granjas), han acuñado un número cada vez mayor de marcos de sostenibilidad, en desmedro de una escala mayor, con metodologías de evaluación, basadas en indicadores, en protocolos y en regulaciones (Bartzas & Komnitsas, 2020); sin embargo, la aplicación de estos métodos y herramientas de evaluación de sostenibilidad existentes y establecidos como SAFA, IDEA, MOTIFS , SMART, SAEMETH y RISE, requieren, en la mayoría de los casos, de un conjunto complejo de indicadores, que hace que la recopilación, el procesamiento y el análisis de datos sean costosos y lentos (Bartzas & Komnitsas, 2020) y no han logrado plasmar la integración de las dimensiones de sostenibilidad, por lo cual, se siguen actualizando y complementando (FAO, 2017). Además, al concepto de planificación sostenible del sistema productivo agrícola, se suman otros, como el concepto de intensificación agrícola sostenible y la agricultura climáticamente inteligente (Kanter et al. 2018), dificultando, aún más, la creación de marcos aceptables para la evaluación de la sostenibilidad agrícola, a nivel regional o en cualquier otra escala.
Ante esta realidad, en los últimos años, la “ordenación del territorio” o “spatial planning”, una disciplina científica, técnica administrativa y política, y la “prospectiva estratégica” o “strategic foresight”, disciplina con visión global, sistémica y abierta, que explica y gestiona la incertidumbre los futuros posibles y deseados (Godet & Durance, 2011; Gómez Orea & Gómez Villarino, 2013; Burt & Nair, 2020), han tomado relevancia para la comprensión de las dinámicas territoriales y la búsqueda del equilibrio y la cohesión territorial. Además, se observa la necesidad de una planificación que evalúe, de manera multidimensional, el posible impacto en el territorio de las políticas y los programas considerados en la planificación futura de los sistemas de producción agrícolas, pero en una dimensión en la que convergen todas las dimensiones relevantes, económicas, sociales, ambientales y culturales (Camagni, 2017); esto es, la evaluación de la cohesión territorial (Medeiros, 2017). Esta considera cuatro dimensiones: cohesión socioeconómica; sostenibilidad del medio ambiente; gobernanza / cooperación territorial; y policentricidad morfológica (Medeiros, 2016).
El presente documento tiene como objetivos: identificar los enfoques integrales existentes de evaluación de la sostenibilidad agrícola a escala regional y los avances en prospectiva estratégica, ordenación territorial y evaluaciones de impacto territorial en el contexto agrícola, junto con generar las bases para una nueva aproximación de la evaluación de la sostenibilidad del sistema agrícola, a escala regional y el desarrollo territorial que considere los avances identificados.
MATERIALES Y MÉTODOS
La metodología utilizada, se desarrolla en dos etapas: primero, se partió por una revisión panorámica de literatura (Guirao Goris, 2015), sobre prospectiva, prospectiva estratégica, planificación de escenarios en el ámbito territorial y agricultura. En segundo lugar, se realizó una revisión de literatura sistematizada (Guirao Goris, 2015), que consistió en el análisis de artículos académicos publicados en revistas revisadas por pares, entre 2010 y 2020 y conferencias de importancia internacional, presentes en las siguientes bases de datos: Scopus y Science Direct. Para el logro de los objetivos, se consideró, fundamentalmente, el foco de la planificación integral u holística de evaluación de la sostenibilidad agrícola, a escala regional (por lo cual, se excluyeron las evaluaciones de cultivos específicos, empresas, rubros y/o granjas). Además, la revisión se complementa con otros documentos asociados, los cuales, prestan un apoyo fundamental en las ideas y objetivos de la revisión. Para la consecución de los objetivos, se utilizó un conjunto de parámetros de búsqueda para la revisión de la literatura (Tabla 1).
Los parámetros de búsqueda se aplicaron al título, el resumen y las palabras clave. Los artículos seleccionados se analizaron en ocho criterios de clasificación. El análisis descriptivo para cada grupo de categorías, se explica en detalle a continuación:
1) Información general: En esta categoría, se presentan el título, el autor y el año de publicación; 2) Escala de decisión: de acuerdo con Gómez Orea & Gómez Villarino (2013), son seis niveles típicos que definen la jerarquía de los sistemas territoriales: supranacional, nacional, regional, subregional, local o municipal, nivel particular; 3) Enfoques: dimensiones de la sostenibilidad que aborda el modelo; ambiental, social, económico u otro más integral; 4) Evaluación de impactos territoriales: presencia/ausencia; 5) Co-creación participativa: presencia/ausencia; 6) Prospectiva estratégica (escenarios): presencia/ ausencia; 7) Gestión: presencia/ausencia y 8) Uso de SIG: presencia/ausencia.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Revisión de literatura sistematizada, información recolectada. Un total de 81 artículos/documentos para el tema 1 y 112, para el 2, resultaron de los parámetros de búsqueda (Tabla 1); 27 estaban presentes en las dos bases de datos consultadas. Solo se consideraron los documentos que aportaban a las temáticas 1 y 2, a una escala regional o multiescalar; fueron 28 los artículos resultantes de la etapa de clasificación anterior.
Métodos/enfoques de la evaluación de la sostenibilidad agrícola a escala regional. Para la evaluación de la sostenibilidad agrícola, se han propuesto métodos de cuantificación bien establecidos e integrales; sin embargo, los estudios se han centrado únicamente en evaluar la sostenibilidad ambiental en función de los impactos ambientales asociados a nivel de granja, en lugar de tener en cuenta las tres dimensiones de la sostenibilidad y una escala regional (Bartzas & Komnitsas, 2020); además, de acuerdo con la revisión realizada, aún no se consideran los desafíos integrales de cohesión territorial (Medeiros, 2017). A continuación, se presentan los métodos de evaluación de la sostenibilidad agrícola recopilados y clasificados, de acuerdo con factores de éxito que se están considerando, según los trabajos de Demblans et al. (2020), Soria-Lara & Banister (2017), Gómez Orea & Gómez Villarino (2013), Valenzuela Montes et al. (2012), entre otros. Cada uno de estos métodos de evaluación ha sido desarrollado pensando en la necesidad de una evaluación integral, pero dependiendo de las herramientas y la información disponible, cada uno ha puesto el foco en diferentes dimensiones, interacciones, o niveles de complejidad de la evaluación (Tabla 2). Además, se muestra una breve descripción de cada uno de estos métodos, indicando en algunos fortalezas y debilidades, que han sido planteadas por autores revisados:
A) Marco de evaluación de la sostenibilidad agrícola que integra los objetivos de desarrollo sostenible y las prioridades interrelacionadas de las políticas medioambientales, climáticas y agrícolas (Streimikis & Baležentis, 2020): propone un marco de evaluación de la sostenibilidad para la agricultura, para abordar las políticas de desarrollo sostenible, medioambientales, climáticas y agrícolas de forma armonizada para los Estados miembros de la UE. Como debilidad, se puede mencionar que se encuentra basado en el contexto europeo. No se aprecia inclusión de TIA, Participación, Escenarios ni SIG. Se aprecia inclusión de Gestión y seguimientos de indicadores.
B) Análisis de Decisión de Criterios Múltiples - MCDA (Talukder et al. 2018): combina y agrega indicadores económicos, ambientales y sociales, con el fin de cuantificar la sustentabilidad, de una manera holística y priorizar el desempeño de sustentabilidad de los sistemas agrícolas, mediante la incorporación de los aportes de las partes interesadas en forma de ponderación. Como debilidad, plantea Talukder et al. (2020), que no brinda resultados / soluciones definitivas a los problemas, ya que los resultados consisten en compensaciones entre los objetivos: un área mejora, mientras que otra, se deteriora. No se aprecia inclusión de TIA, Gestión ni Escenarios. Se aprecia inclusión de Participación y SIG.
C) Método basado en un conjunto de indicadores multiescala para evaluar la contribución de la agricultura al desarrollo sostenible de las regiones y su evolución en el tiempo (Chopin et al. 2017): comprende cinco pasos: i) la definición de varios objetivos de sostenibilidad, ii) la selección de indicadores, iii) una descripción de los cambios de escala, iv) la recopilación de datos que describen los sistemas de cultivo y ganadería y (v) la creación de una geodatabase de campos, que incluye las unidades espaciales a las que pertenecen. No se aprecia inclusión de Gestión ni Escenarios. Se aprecia inclusión de Participación, SIG y TIA.
D) Métodos COSA (2020): principios metodológicos compilados de los elementos más importantes de la Evaluación de Impacto y el Monitoreo del Desempeño, que son apoyados por el Comité de Evaluación de la Sostenibilidad (COSA por sus siglas en inglés). No se aprecia inclusión de Gestión ni Escenarios. Se aprecia inclusión de Participación, SIG y TIA.
E) Marco georreferenciado basado en la teoría de conjuntos aproximados (Demartini et al. 2015): implica la partición de un conjunto de elementos en estudio en subconjuntos, de acuerdo con las igualdades dentro de ellos y una evaluación de las porciones superpuestas (conjuntos aproximados), que representan las inconsistencias de la base de datos. Si bien la teoría del conjunto aproximado proporciona resultados fáciles de leer, su aplicación en la ciencia agrícola parece limitada y heterogénea. Además, el método solo se puede ejecutar con unos pocos paquetes de software gratuitos (Demartini et al. 2015). No se aprecia inclusión de Gestión, Escenarios, Participación ni TIA. Se aprecia inclusión de SIG.
F) Evaluación de la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y agrícolas - SAFA (Talukder et al. 2020; FAO, 2017): la FAO se ha cimentado en las iniciativas existentes para elaborar, en condiciones de competencia equitativas, un marco internacional para la evaluación de la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y alimentarios (SAFA). Después de cinco años de desarrollo participativo SAFA ha sido presentado a los países miembros de FAO, el 18 de octubre de 2013; las guías de SAFA, indicadores y herramientas, se pueden descargar gratuitamente desde la página web de FAO. Las Directrices SAFA proporcionan el protocolo para evaluar la sostenibilidad, mediante 21 temas y 58 subtemas. Como debilidad, plantea Talukder et al. (2020), que es un marco que "está en proceso de desarrollo y se ha aplicado en pocos estudios. No todos los indicadores son aceptables para todos los sistemas agrícolas del mundo". No se aprecia inclusión de SIG ni TIA. Se aprecia inclusión de Gestión, Participación y Escenarios.
G) Marco de Evaluación de la Sostenibilidad de la Agricultura y el Medio Ambiente - SAFE (Van Cauwenbergh et al. 2007): un marco confiable y amplio de principios, criterios e indicadores y valores de referencia para la evaluación estructurada de la sostenibilidad. Identifica, desarrolla y evalúa los sistemas de producción, técnicas y políticas de la agricultura. Como deficiencia, Talukder et al. (2020) plantea que “no se pretende encontrar una solución común para la sostenibilidad en la agricultura en su conjunto. No mide la interacción de los tres pilares de la sostenibilidad”. No se aprecia inclusión de Gestión ni TIA. Se aprecia inclusión de Participación, SIG y Escenarios.
H) Evaluación integrada de sistemas agrícolas: un marco basado en componentes para la Unión Europea -SEAMLESS (Talukder et al. 2020; Van Ittersum et al. 2008): marco basado en componentes para sistemas agrícolas, que busca evaluar, ex ante, políticas y tecnologías agrícolas y agroambientales en una variedad de escalas, desde el campo hasta la región y la Unión Europea, así como algunas interacciones globales. Tiene como objetivo proporcionar capacidad analítica para evaluar la sostenibilidad de los sistemas agrícolas en la Unión Europea y las contribuciones de los sistemas agrícolas de la UE al desarrollo sostenible en general, incluidos algunos efectos en toda la cadena de producción (transporte, procesamiento y embalaje) y otros usos de la tierra. Como debilidad, plantea Talukder et al. (2020), que está basado en el contexto europeo. Se aprecia inclusión de Participación, SIG, Escenarios, Gestión y TIA.
Consideraciones generales de las revisiones. Nuevas oportunidades de investigación, que vinculan la sostenibilidad de los sistemas de producción agrícola y la ordenación del territorio, a nivel regional, son abordadas por diferentes autores (Gómez Orea & Gómez Villarino, 2013; Caldwell et al. 2020; Demblans et al. 2020), aprovechando una creciente variedad de fuentes de datos de detección remota, una gama cada vez mayor de datos de ciencias sociales georreferenciados, incluidos, los datos de dispositivos móviles y el acceso a una potente ciber-infraestructura informática (Kugler et al. 2019). Los métodos de mapeo participativo, comúnmente llamados sistemas de información geográfica de participación pública (PPGIS), SIG participativo (PGIS) e información geográfica voluntaria (VGI), se han utilizado cada vez más, para evaluar las oportunidades de conservación, basadas en las relaciones espaciales, entre los valores ecológicos, los valores sociales y preferencias del público por la gestión terrestre / marina (Brown et al. 2019). Economistas, investigadores de salud pública, antropólogos, demógrafos y politólogos están cada vez más interesados, no solo en los lugares y tiempos de eventos específicos, sino también en los patrones y procesos espaciotemporales, que subyacen a una serie de eventos e interacciones relacionados (Kugler et al. 2019). Es así, como algunas técnicas se integran al análisis espacial de la planificación, como SOMERSET-P, método que integra el MCDA y GIS (Guay & Waaub, 2019). Estas técnicas son relevantes para ser consideradas, a futuro, en los métodos de evaluación de la sostenibilidad agrícola, a escala regional.
Además, se discute y se presenta, como esencial, la elaboración de escenarios estratégicos del sistema productivo agrícola, a nivel regional, de forma integrada, en la búsqueda de la cohesión territorial (Golobic & Marot, 2011), en un contexto de sostenibilidad, dado, por ejemplo, por la herramienta del Análisis del Ciclo de Vida o LCA, por sus siglas en inglés (Bartzas & Komnitsas, 2020; De Luca et al. 2017); enfoques participativos de evaluación, que busquen una visión común del sistema en estudio y permitan la co-creación de una planificación por etapas (Valenzuela Montes et al. 2012) y evaluaciones de impacto territorial, que evalúen los posibles impactos territoriales de los sistemas agrícolas (Chopin et al. 2017). Por lo cual, técnicas de evaluaciones de impacto territorial, como el TARGET_TIA (Medeiros, 2015), se están desarrollando y avanzado para proporcionar un análisis más eficiente y más amplio de los impactos territoriales evaluados del proyecto / programa / política, en los distintos sistemas. Coteur et al. (2018) recomiendan “organizar momentos de evaluación recurrentes para alinear las motivaciones y visiones dentro de las estructuras de gobernanza supra agrícola” y proponen que la investigación futura se debería centrar, aún más, en la “implementación de herramientas de evaluación “flexibles”, el papel de las partes interesadas, las estructuras de gobernanza existentes y el vínculo con las cuestiones estratégicas en juego”.
La prospectiva estratégica en la evaluación de la sostenibilidad del sistema agrícola regional: mejorando la exploración del futuro. Hasta ahora, planificando para el futuro o no, como seres humanos, el mundo no es sostenible, por tanto, es evidente que los planes de futuro necesitan ser modificados para reforzar el compromiso con las próximas generaciones y mostrar un mayor equilibrio entre las perspectivas económica, social y medioambiental (Dias et al. 2016). La prospectiva es una de las herramientas que facilita el acceso a la fase de planificación territorial, generando escenarios o modelizaciones de sistemas territoriales futuros, que se adoptan como referencias para definir la imagen objetivo o el sistema territorial de largo plazo (Abdoli et al. 2018; Gómez Orea & Gómez Villarino, 2013) y se convierte en estratégica, cuando se llevan las técnicas prospectivas a la toma de decisiones estratégicas, lo que, como concepto, es bastante nuevo (Iden et al. 2017). Existen diferentes características y tipologías de escuelas de prospectiva y elaboración de escenarios, según Bishop et al. (2007), Börjeson et al. (2006) y Bradfield et al. (2005) y todas ellas intentan apoyar a las organizaciones para generar prospectiva estratégica (Burt & Nair, 2020). Godet & Durance (2011) plantean que la prospectiva, como tal, se concentra en el “¿Qué puede ocurrir?” (P1), pero se vuelve estratégica, cuando una organización o territorio se pregunta “¿Qué puedo hacer?” (P2). Después de haber respondido a esas dos preguntas, la estrategia parte del “¿Qué puedo hacer?” (P2) para hacerse otras dos preguntas: “¿Qué voy a hacer?” (P3) y “¿Cómo lo voy a hacer?” (P4). Es, entonces, que la prospectiva estratégica tiene un vínculo claro con la gestión estratégica y se debe entender como los procesos que ayudan a los tomadores de decisiones a trazar el curso de acción futuro de las empresas y los territorios (Godet & Durance, 2011; Iden et al. 2017). La prospectiva estratégica es una tarea de doble propósito que implica: 1) observar, percibir y capturar factores que, probablemente, induzcan cambios futuros y 2) lidiar con estos cambios decidiendo las respuestas organizacionales apropiadas (Iden et al. 2017; Astigarraga, 2016; Arias & Torres, 2016; Miklos & Arroyo, 2008).
De acuerdo con Bourgeois & Sette (2017), la prospectiva llevada al contexto de la alimentación y la agricultura enfrenta el doble desafío, de incluir a múltiples partes interesadas y lograr un impacto significativo, concluyendo, que los problemas regionales o nacionales se exploran mejor con una combinación de previsión regional, nacional y local. En este sentido, el trabajo anticipatorio contribuiría, a nivel local y a los estudios de prospectiva, global, haciéndolos más viables, pero en lo específico de esta temática, surge la interrogante ¿Cómo puede aportar la prospectiva estratégica en la evaluación de la sostenibilidad del sistema agrícola a nivel regional? Para ello, es necesario comprender que la prospectiva estratégica busca el desarrollo de imágenes de futuros posibles y deseables, que se complementan con la discusión del “cómo se estructuran éstas” y cómo se “proponen caminos de cambio social en estas imágenes”, junto con proceder a un examen más detenido del significado del tiempo (Dias et al. 2016). Autores, como Soria-Lara et al. (2021), Soria-Lara & Banister (2017) y Dias et al. (2016) utilizan el método de escenarios, para visualizar futuros sustentables en alguna temática en particular, incorporando enfoques claves, como la participación de las partes interesadas, un diagnóstico estratégico y visualización de futuros de largo plazo, entre otros (Figura 1).
Ordenación del territorio y evaluaciones de impacto territorial: enfoques para integrar a las evaluaciones de la sostenibilidad agrícola y responder a los desafíos territoriales. El principal objetivo de la ordenación del territorio es asegurar que la utilización de los recursos de la tierra se planifique y gestione de manera organizada, para satisfacer las necesidades de la generación presente y futura (Susilowati et al. 2020). La ordenación territorial provee marcos de planificación integral, a nivel regional, como el realizado por Zheng et al. (2020), el cual, concluye que la exploración de los patrones de cambio de cobertura / uso de la tierra (LUCC) es un tema central para la gestión ambiental y la planificación regional, utilizando, a nivel regional, “índices de paisaje”, que utiliza para representar la morfología urbana, desde cuatro aspectos: fragmentación, complejidad, contigüidad y dispersión. Por su parte, Pezzagno et al. (2020) trabajan sobre la necesidad de una visión integrada, a nivel regional, de la reducción de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) y plantean un marco único para comprender mejor los fenómenos relacionados con la ordenación territorial y mejorar la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), a nivel local.
La ordenación territorial permite un trabajo en unidades integradoras, llamadas unidades homogéneas o ambientales, lo cual, tiene como objetivo final el desarrollo integral de las unidades territoriales a las que se aplica, entendido en términos de calidad de vida; se desarrolla el sistema territorial como un todo integrado y no de aspectos parciales de él, por importantes que sean (Gómez Orea & Gómez Villarino, 2013).
En cuanto al impacto en el territorio de los sistemas de producción, el uso de procedimientos de evaluación de impacto territorial está ganando cada vez más relevancia en los procesos de evaluación de políticas de la Unión Europea (Medeiros, 2019). Estos procedimientos de evaluación de impacto multidimensional y multivectorial van más allá de los procedimientos comunes de evaluación de políticas socioeconómicas y ambientales, al incluir elementos relacionados con la gobernanza territorial y la planificación espacial (Medeiros, 2017). Uno de los enfoques de evaluación emergentes más recientes es la evaluación de impacto territorial (TIA). Este, se concibe como una evaluación estratégica de las políticas sectoriales que, además, mejora su coherencia con los objetivos de cohesión territorial (Medeiros, 2015; Golobic & Marot, 2011).
Así también, se podría entender como una nueva adición a una amplia gama de herramientas de evaluación de impacto que se han aplicado desde la década de 1970, promoviendo que el desarrollo territorial se deba entender de una manera más compleja (Nosek, 2019). Autores, como Nosek, (2019) y Medeiros (2017) destacan que el desarrollo territorial debe seguir cinco objetivos principales: competitividad económica, cohesión social, sostenibilidad ambiental, procesos sólidos de gobernanza territorial y procesos eficientes de planificación espacial o articulación territorial, los que son abarcados por TIA. En términos generales, la metodología de TIA complementa a la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) y la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) u otras herramientas de evaluación de impacto, pero la diferencia radica en que ésta es más holística y también tiene en cuenta los acuerdos de gobernanza (Nosek, 2019).
Generando las bases para una aproximación de la evaluación de la sostenibilidad del sistema agrícola, a nivel regional y el desarrollo territorial. Una aproximación de la evaluación de la sostenibilidad del sistema agrícola, a nivel regional, es proporcionada por Zulfiqar & Thapa (2017), los cuales, desarrollan un marco de evaluaciones provinciales con indicadores en las tres dimensiones clásicas de la sostenibilidad. El marco revisado tiene como principal debilidad, el basarse, en gran medida, en datos secundarios, obtenidos de informes gubernamentales, encuestas y planes de desarrollo periódicos. Con base en este marco, se hace la propuesta actual, integrando las principales herramientas revisadas en el documento (Figura 2). Los efectos positivos y negativos (Paso 1), que se establecen en este marco estratégico regional, serían los lineamientos estratégicos claves, que deberían guiar a los tomadores de decisiones del gobierno regional-local; estos lineamientos, se construirían con base en un diagnóstico estratégico sobre unidades homogéneas o ambientales del territorio regional (Paso 2), lo cual, permitiría dirigir políticas regionales agrícolas eficientes, basadas en estas unidades integradoras. Además, se debe realizar un análisis estructural (Godet & Durance, 2011), del sistema agrícola regional en el contexto del sistema territorial, en el que está inmerso, incorporando una planificación de escenarios exploratorios y normativos sobre las variables claves detectadas en este análisis estructural. Estos deben fomentar el aprendizaje colectivo y la co-creación de la imagen objetivo del sistema territorial, para lo cual, se deben realizar capacitaciones e incluir las partes interesadas, en todo momento. Por último (Paso 3), esta evaluación debe considerar el impacto territorial, que provocaría desarrollar estos lineamientos estratégicos sobre el sistema agrícola y la región.
Un aporte significativo lo plantean Golobic & Marot (2011), quienes proponen el diagrama de Venn (Figura 3), para representar la evaluación de TIA, que permite la representación de los elementos de sostenibilidad superpuestos. Esta evaluación de la cohesión territorial involucra, por tanto, la evaluación de las medidas propuestas por los tomadores de decisiones, de acuerdo con el análisis estructural (situación actual), efectos negativos y positivos e intervenciones propuestas en términos de su contribución a los diferentes objetivos territoriales (del sistema territorial) y la comprensión de las consecuencias esperadas en contextos de las unidades homogéneas evaluadas.
Conclusiones y recomendaciones. En síntesis, la planificación sostenible de los sistemas de producción agrícola a escala regional, deben incluir entre otros: la obtención de rendimientos máximos sostenibles, una visión basada en el interés común, procesos de involucramiento de las partes interesadas, el impacto territorial de las estrategias particulares y políticas gubernamentales, las estrategias para la mantención de la resiliencia del sistema, la integración sostenible de capitales (humanos, sociales, financieros y físicos), la mezcla de puntos de vista interdisciplinarios y un enfoque multi-escala (temporal y espacial).
Por su parte, los métodos de evaluación participativos, efectivos e integrales pueden reconciliar los conceptos complejos involucrados en la interpretación y planificación de la sostenibilidad agrícola y su aporte al desarrollo territorial, a diferentes escalas, desde la local hasta la global, de una manera que se fomente una mayor atención a la resiliencia social, ecológica y económica y la buena gobernanza en los sistemas agrícolas. Su revisión plantea la necesidad de formular políticas pensadas en los diferentes niveles del sistema territorial, en donde se tengan en cuenta las diversas condiciones agroecológicas/ endógenas de cada territorio y los factores que empujan hacia la insostenibilidad ambiental, económica, social y cultural de la agricultura.
Los escasos estudios que se han realizado basándose en una planificación holística del territorio, a nivel regional, que integre varias escalas y que apoye de manera “sencilla” o rápida a los tomadores de decisiones, se constituye en una necesidad de primera importancia. El estudio actual tiene limitaciones, ya que el marco de evaluación de la sostenibilidad agrícola desarrollado no se aplicó empíricamente y no se desarrolló el estudio de caso.
Finalmente, el uso de la prospectiva estratégica en el sistema productivo agrícola, a nivel regional, se presenta como una nueva línea de trabajo para avanzar en una herramienta holística e integradora en la planificación y gestión estratégica de estos sistemas. Además, se releva en el corto y largo plazo el enfoque participativo, cuestión esencial, que consigue empoderar las diferentes partes interesadas, cuyos conocimientos y experiencias son elementos claves para el sistema territorial. Las futuras directrices de esta investigación están vinculadas, principalmente, a la aplicación empírica del marco de evaluación de la sostenibilidad agrícola, a escala regional desarrollado.