Introducción
EN SUS MUCHAS VERSIONES y traducciones, en ámbitos lingüísticos, culturales y cronológicos muy distintos -y, en concreto, en su versión castellana-, la historia del repertorio fabulístico conocido como "Calila y Dimna" ha sido tradicionalmente un rico campo de investigación. La bibliografía que se maneja sobre la tradición de esta obra es enorme y no es posible dar aquí más que resumida cuenta, a modo de introducción, de la recepción de esta obra en el marco del legado de la literatura sánscrita y, más precisamente, del Panchatantra. Ya desde sus orígenes más remotos, la historia sobre la transmisión de esta colección de fábulas presenta un enorme interés. La versión local de Cachemira es especialmente relevante para la tradición del relato, pues fue la única que pasó a Occidente gracias a una primera traducción al pehlevi o persa medio por el médico persa Perzoe o Burzōy durante el reinado de Cosroes Anushirvãn (501-579), como un encargo del rey sasánida (De Blois). Esta traducción persa del original indio, que lleva el título en pehlevi de Karirag ud Damnag, sirvió de base para las versiones posteriores en tiempos del primer Cosroes. A partir de las versiones siríaca y árabe se puede tener una idea de cómo era la forma de ese texto que se tradujo del sánscrito. Según la leyenda persa -que se recoge también en el Libro de los Reyes de Firdusi- el médico pidió permiso al rey para ir en busca de una hierba mágica para resucitar a los muertos. El médico regresó sin la hierba que buscaba, pero, a cambio, trajo consigo un libro de sabiduría que se puso a traducir con el permiso del rey: un libro que, en la tradición india y persa, representa un auténtico espejo de príncipes para la educación en los principios básicos de las relaciones humanas. Así ha pasado a la literatura castellana, con el tema principal del pactismo para conseguir la confianza entre los hombres, como ha visto Ruiz Gálvez.
Como es sabido, a partir de esa versión persa, hoy perdida, se tradujo el relato al árabe en el siglo viii por Ibn al-Muqaffa', el célebre escritor zoroastriano (su nombre persa era Rōzbih) convertido al islam que fue ejecutado por el califa Al-Mansür. Su traducción, bajo el título Kalila wa-Dimna, es considerada la primera obra maestra de la prosa literaria árabe y una de las más influyentes en la educación moral del mundo islámico. Así lo acredita su posible influencia en la escuela filosófica conocida como Hermandad de Pureza (Ikhvān al-Ṣafā); esta podría incluso deber su nombre a una de las fábulas de Kalila, la de la paloma torcaz, que sirve como alegoría y ejemplo de la unión entre los amigos para superar los peligros (De Callatay). La historia de "Calila y Dimna" es uno de los más intrincados y apasionantes episodios de la literatura comparada y ha sido estudiada desde sus orígenes indios hasta sus estribaciones en diversas literaturas (Keith-Falconer et al.; Montiel; Niehoff-Panagiotidis).
En todo caso, la importancia de la mediación árabe va mucho más allá, pues las traducciones europeas premodernas de la colección surgen precisamente de esta versión en árabe. De esta lengua fue traducida de nuevo al siríaco en el siglo X o XI (Schulthess) y penetró en la Europa medieval a través de tres caminos diferentes, siempre por la mencionada tradición: una traducción griega en el Imperio Bizantino y dos familias de versiones que se realizaron en la Península Ibérica, una castellana y otra hebrea, de las que se hablará más adelante. En el 2003, un trabajo modélico de Niehoff-Panagiotidis, bajo el título Übersetzung und Rezeption. Die byzantinisch-neugriechischen und altspanischen Versionen von "Kalîla wa Dimna", estudió por separado estas versiones; lamentablemente sus conclusiones no fueron suficientemente difundidas entre los hispanistas y la crítica hispanohablante en general. Cabe decir que la comparación entre tradiciones distantes, una vía de investigación que se abría a través de este trabajo, no ha sido suficientemente explotada en cuanto a las posibilidades de comprensión de esta obra.
Así, el propósito de esta contribución es, en primer lugar, trazar un breve panorama histórico-cultural que sirva de historia comparada sobre las versiones de la historia de Calila y Dimna en la literatura griega y española, a fin de ofrecer un estado de la cuestión sobre las vías paralelas pero diferenciadas por las que la fábula penetra en la literatura europea. En segundo lugar, a partir del estudio de las dos tradiciones literarias mencionadas, propone examinar de qué manera versiones aparentemente separadas en el tiempo, el espacio y las fuentes, pueden iluminarse mutuamente en aspectos puntuales; esto con un ejemplo particular del vocabulario y la traductología referidos a un ave fantástica: el ave Catra o Catreo.
Versiones griegas y españolas en la tradición comparada
En la primera vía de entrada en la literatura europea, llamémosla oriental, se enmarca la versión griega. Aunque esta puede tener su origen en la época de los Comnenos, sus reelaboraciones proseguirán por toda la historia de Bizancio hasta la propia caída de Constantinopla. Del segundo grupo de versiones, el occidental, hay una primera que es obra de un par de escritores hebreos que se relacionan con la Península Ibérica en el medievo: la traducción de un cierto "rabino Joel" en el siglo XII, que seguramente habría trabajado sobre manuscritos árabes españoles, y la traducción hebrea en verso por Jacob ben Eleazar de Toledo (Navarro Peiró 24). Esta rama hebraico-española tendrá gran importancia para la transmisión de las fábulas al resto de literaturas europeas, pues de ella deriva una influyente traducción al latín: la versión que hizo Juan de Capua -un judío converso- del texto del rabino Joel fue publicada con el título Directorium humanae vitae aliasparabolae antiquorum sapientum (c. 1262-1268). Esta traducción latina a cargo de Juan de Capua (véase la edición de Puntoni), difundida posteriormente con gran éxito por el invento de Gutenberg, se convirtió en la fuente de la mayor parte de las versiones europeas posteriores. En ella encuentra el origen, por poner algunos ejemplos, la versión alemana de Anton von Pforr (Das Buch der Beispiele der alten Weisen, 1483) y la versión italiana del florentino Anton Francesco Doni en La Moral filosofía (1552); esta traducción se convirtió a su vez en el fundamento de la versión inglesa de 1570 por Sir Thomas North, con el título The Fables of Bidpai: The Morall Philosophie of Doni. Por último, las historias de "Calila y Dimna" pasarían al repertorio fabulístico moderno cuando La Fontaine publica en 1679 la segunda edición de sus fábulas, en cuyo prólogo reconoce la influencia de la colección india. La segunda versión española medieval, aparte de la hebraica, es, por supuesto, la de Alfonso X el Sabio a la cual nos referiremos con más detalle enseguida.
Antes es conveniente trazar un esquema general de la colección de fábulas que comienza con el viaje a la India de un sabio persa, de nombre Berzebuey, Bidwag, Bidpai o Pilpai, en busca de la hierba de la eterna juventud. Al fracasar, el sabio regresa a Persia con un libro de sabiduría, el Calila y Dimna, que contiene una serie de valiosas lecciones morales y políticas. Por ello, decide emprender la tarea de traducirlo y ofrecer su contenido a su rey. El libro presenta así una unidad coherente gracias al diálogo entre un rey y un filósofo; además, presenta varias fábulas de animales que comienzan con una antigua leyenda de un buey que se extravía y acaba en el reino de un león. Pero el título se debe a los dos protagonistas -dos chacales o lobos cervales- de la historia de desconfianza que empieza con la historia del buey y que se entrelaza con otras fábulas en el libro. Así, en el marco de la historia principal, los propios personajes relatan nuevas fábulas y se unen a otras, en un esquema muy propio de la narrativa oriental: la interpolación de unas historias dentro de otras.
Algunas de las historias del Panchatantra pueden encontrarse también en la tradición griega representada por las fábulas de Esopo que, como es bien sabido, tienen puntos de relación con la tradición oral india. Más allá de Esopo (c. 620-560 a. C.), su corpus fabulístico contiene raíces de parentesco más antiguas que lo aproximan a los Jataka budistas y al Panchatantra, como atestiguan una docena de fábulas en común de los repertorios grecolatinos.1 En la tradición clásica y bizantina se puede rastrear el origen de estas fábulas en casos individuales como la historia de Barlaam y Josafat, las de Calila y Dimna.2 Pero la llegada de estas fábulas a Europa en el siglo XI se produce también a partir de la literatura griega en distintas versiones del persa y del árabe, y, antes del Humanismo, en una familia oriental que produce a su vez traducciones al latín, italiano y antiguo eslavo.
En el caso griego -uno de los primeros capítulos de la transmisión del Panchatantra-, es curioso constatar cómo la primera traducción a una lengua europea se produce en un ambiente cultural similar al que se da en la Península Ibérica por parte de traductores situados en una sociedad de frontera, en los márgenes culturales entre Oriente y Occidente y entre varias lenguas y culturas. La primera operación de transferencia cultural de las fábulas, tanto en el mundo bizantino como en el ibérico, se produce en el ámbito hebreo. En el caso de la literatura griega fue un erudito judeo-bizantino de Antioquía, Simeón Set, acaso iniciado en la antigua fabulística grecolatina, el que vino a cerrar el círculo de la recepción del Panchatantra en el mundo griego. También es otra curiosa coincidencia que este autor cultivase la medicina, como el sabio traductor persa de la leyenda fundacional de "Calila y Dimna". Simeón Set, llamado Magíster de Antioquía, fue un sabio y médico bizantino contemporáneo del polígrafo Miguel Pselo. Parece que ejerció como protovestiario, puesto funcionarial de la corte bizantina en tiempos del emperador Constantino VIII, y que acabó desterrado por el emperador Miguel el Paflagonio en 1034 por cuestiones políticas, tras lo cual se refugió en un monasterio donde se dedicó a su obra literaria y médica. Simeón dedicó un libro a Miguel VII Ducas, lo que sitúa su floruit en torno al año 1071, fecha de acceso al trono de este emperador. El trabajo que le dio más fama fue sin duda la versión griega de estas fábulas indias, titulada Στεφανίτης και Ιχνηλάτης, dedicada al emperador Alejo I Comneno (1081-1118) acaso por un encargo. Contiene una traducción parcial del texto árabe de Ibn al-Muqaffa, pues omite su marco literario general y muchas de las fábulas de la versión que sirve de fuente (Condylis-Bassoukos, segunda parte). La versión de Simeón Set acomoda la trama con habilidad al contexto cultural bizantino, al modificar los nombres de los personajes, introducir citas y adagios del acervo cultural helénico y dejar, además, muchas secciones sin traducir. De hecho, el Στεφανίτης και Ιχνηλάτης ha tenido una cierta influencia en la literatura helénica posterior: como curiosidad se puede añadir que el nombre del segundo protagonista es común para perros en la Grecia moderna (sabueso).
A partir de esta traducción griega, de la que dio noticia ya Juan Antonio Pellicer en su Ensayo de una bibliotheca de traductores españoles (160-161), se produjeron a su vez otros textos en lenguas del entorno cultural bizantino, resultando en una doble versión latina, otra italiana y otra eslava (Rystenko). Interesa especialmente la versión latina del Στεφανίτης και Ιχνηλάτης, una traducción del Coronarius et Vestigator por el jesuita P. Poussin en 1666, según recoge J.-P. Migne en su Patrología Graeca (143). Poussin tradujo la obra incidentalmente, bajo el título Specimen Sapientiae Indorum veterum, como apéndice de su edición de la vida de Miguel Paleólogo de Jorge Paquímeres (Keith-Falconer et al., LX). Hubo otra traducción latina poco posterior, de 1697, publicada junto al texto griego de Simeón (Stark).
La versión italiana de la traducción bizantina, en segundo lugar, corrió a cargo de Giulio Nuti y se publicó en Ferrara en 1583 bajo el título Del governo de' regni sotto morali esempi di animali ragionanti tra loro. El libro fue reeditado por Emilio Teza en 1872 y se cuenta con una reimpresión de esta última edición publicada en Bolonia en 1968.
En cuanto a la versión eslava, por último, es anónima y se conserva en unos manuscritos parisinos, editados por Rystenko en 1909. A esta primera versión griega siguieron varias ampliaciones que completan las omisiones intencionales de Set y, siguiendo el texto árabe en un proceso que le devuelve al texto parte de su sabor oriental, finaliza con la caída de Constantinopla. En efecto, la traducción de Simeón Set fue completada posteriormente por Eugenio de Palermo y luego Teodosio Zigomalas preparó una transposición a la lengua griega vulgar (Sjöberg), como se verá más en detalle. La obra experimentó, así, un curioso recorrido cultural que abarca todo el medievo griego, desde el siglo XI al XV, y todo el mundo de influencia bizantina, desde Sicilia hasta Anatolia, en las distintas e interesantes recensiones de la colección fabulística.
El primer refundidor del relato fue Eugenio de Palermo (c. 1130-1202), un almirante y funcionario de origen griego en la Sicilia Normanda; poeta y traductor en varias lenguas, árabe, latín y griego. Entre sus obras atribuidas hay una traducción del árabe al latín de la Óptica de Ptolomeo, los versos sibilinos de la Sibila Eritrea del griego al latín y la refundición de la traducción griega de "Calila y Dimna". En la mayor parte de la tradición manuscrita, estudiada por Niehoff-Panagiotidis, la traducción es atribuida a Simeón Set, pero en la recensio eugeniana -que no se localiza solo en manuscritos italianos, sino también en el oriente griego- sirve de introducción al texto un epigrama que afirma que la traducción del árabe estuvo a cargo de un "sabio, famoso y gran emir del rey de Sicilia, Calabria y príncipe de Italia". En el prefacio de esta recensión, el editor afirma que usó "la traducción de personas que sabían bien el árabe" y, de sus numerosas variantes textuales, se desprende que hubo al menos dos traductores diversos y que seguramente Eugenio completó las partes que no había traducido Simeón, añadiendo tres secciones introductorias, además de cambiar detalles internos.
El siguiente traductor fue Teodosio Zigomalas, quien adaptó la versión griega de Simeón Set a la lengua popular del siglo XVI. Zigomalas fue funcionario del patriarcado y erudito de cuya vida se conocen algunos detalles gracias a los intercambios epistolares con el humanista protestante alemán Martin Crusius, impulsor de los estudios neogriegos en Tubingia. Nacido en 1544 en Nauplia, Teodosio fue copista de manuscritos en Constantinopla, fue nombrado en 1574 protonotario y en 1591 δικαιοφύλαξ de la Gran Iglesia Constantinopolitana, ya bajo dominio turco. Probablemente murió durante la epidemia de peste de 1607 en Constantinopla. Entre las obras que se le atribuyen hay una Historia política de Constantinopla de 1391 a 1578, colecciones de leyes bizantinas y listas de dignidades, catálogos de manuscritos y algunas paráfrasis de obras literarias en lengua popular de extraordinario interés para la historia de la literatura griega de esta época. La traducción de estas obras a la lengua vulgar -entre las que se encontraba el Στεφανίτης και’Ιχνηλάτης, que data de 15843- se debía a una petición de Crusius, de la que nacerá su obra Turcograecia (Basilea, 1584), fundamental para conocer el estado de la lengua y cultura griega después de la caída de Constantinopla, en su curioso proyecto de unir la Reforma luterana y la Iglesia Ortodoxa con el trasfondo de la expulsión de los turcos. Con la traducción de Zigomalas la colección de fábulas llegaba al griego moderno en un hilo transmisor que no habría de cesar, pues más adelante se producirían otras traducciones y actualizaciones en la lengua neogriega de esta popular fábula, como la de Dimitrios Prokopiou en 1721, hasta llegar a la época contemporánea.
En cuanto a las versiones españolas de "Calila y Dimna", se puede fijar un comienzo en la primera mitad del siglo xiii con la labor de dos traductores al hebreo que tienen relación con el mundo hispánico. De la primera versión de la obra al hebreo da noticia Anton Francesco Doni en su prólogo a La moral filosofía, que es la única fuente para proponer como autor a un desconocido "rabino Joel". Esta traducción hebrea, que ha llegado incompleta en un manuscrito parisino de la Bibliothèque Nationale de France editado por J. Derenbourg en 1881, incluye dos capítulos que son adiciones árabes tardías a la versión de Al-Muqaffa' (y que aparecen en la versión castellana de Alfonso X), lo que ha llevado a pensar que el rabino Joel quizá trabajara en la Península Ibérica o al menos lo hiciera a partir de algún manuscrito árabe procedente de ella (Lacarra, "Exemplario" 17). El rabino Joel habría procedido como el bizantino Simeón, adaptando la leyenda a las peculiaridades culturales judías, cambiando los nombres, como el del filósofo, al que llama Sendebar, e insertando citas bíblicas, nueva prueba de la gran adaptabilidad cultural del texto original. El gran valor para la historia de la cultura y de la transmisión de estos cuentos, atribuibles a la versión de Joel, reside en el hecho de que fuera traducida al latín, como ha sido ya mencionado, por Juan de Capua en su Directorium Humanae Vitae, que tuvo una extraordinaria difusión posterior.
La producción de la segunda versión hebrea sí se puede localizar con certeza en España, a cargo del toledano Jacob ben Eleazar (1170-1233), quien compone una versión en prosa rimada de alto valor literario y ha llegado también incompleta.4 La versión de Eleazar no sigue al pie de la letra su modelo árabe e intercala pasajes o citas bíblicas con más libertad creativa que la primera traducción, de suerte que Derenbourg la calificó de "centón bíblico" (IX). Sin embargo, resulta de gran interés porque fue la base de una traducción posterior al castellano, del mismo siglo XIII y parcial, que se conserva en un manuscrito de la Biblioteca Universitaria de Salamanca (ms. 1763) y que ha sido estudiado por Solá-Solé y Lacarra (ambos en 1984).
Sin embargo, la versión de más fama y repercusión se tradujo ya al castellano en el círculo del rey Alfonso X a partir del texto árabe de Ibn al-Muqaffa.5 Esta versión alfonsí ha llegado a través de dos manuscritos existentes en la Biblioteca de El Escorial: el ms. h-111-9 (primera mitad del siglo XV), denominado A, y el ms. X-111-4 (1487), denominado B. Según el colofón del manuscrito A, el libro "fue sacado de arábigo en latín, et romançado por mandato del infante don Alfonso [...]" en 1261. Ha sido disputada la existencia de una versión latina intermedia, por la exactitud de la traducción castellana, y el hecho de que se llame "infante" a Alfonso X (coronado en 1252) ha hecho retrasar la fecha de composición a 1251. El Calila e Dimna es una versión muy fiel del original árabe, con todas sus fábulas y prolegómenos, organizada en dieciocho capítulos. Es seguramente la versión que representa un valor literario más claro para nosotros, pues supone la primera colección de cuentos en prosa castellana, un valiosísimo monumento de los comienzos de la literatura española. El Calila y Dimna alfonsí también selecciona los temas por el interés del círculo cultural para el que se prepara la versión. De hecho, se puede constatar un énfasis especial en el tema del pacto o el acuerdo, la fiabilidad y la lealtad, en la línea de los manuales sapienciales con forma dialogada y los espejos de príncipes de la Edad Media, que, si bien estaban en la base de la obra traducida, son convenientemente resaltados por la traducción castellana. La estructura de esta refleja fielmente la tradición y el original árabe de Ibn Al-Muqaffa': su introducción, en primer lugar, el viaje a la India de Bercebuey (caps. I y II) en segundo lugar, y la narración de la conversación entre el rey Dicelem y el filósofo Burduben, que enmarca el resto de las fábulas, en tercer lugar, con la historia de Calila y Dimna (caps. III-VI).
Pero la historia de las versiones castellanas del "Calila y Dimna" -fundamental, como el Sendebar o Libro de los engaños, para los orígenes del cuento castellano, como estudia Darbord- no se remite solo al original árabe a partir de esta versión del siglo XIII, sino que existe una segunda vía de recepción de la obra por el occidente, pues la obra fue traducida por segunda vez en el siglo XV a partir del texto latino de Juan de Capua, que a su vez procedía de la traducción hebrea del Rabino Joel en el siglo XIII. Se trata del Exemplario contra los engaños y peligros del mundo impreso en Zaragoza en 1493, cuya editio princeps se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. Un libro que tuvo una extraordinaria difusión a lo largo del siglo XVI en diversas impresiones y que ha sido recientemente editado y estudiado por Marta Haro en la Universidad de Valencia.
En tercer lugar, y procedente de una traducción turca de "Calila y Dimna" del siglo XVI llamada Humayun-namad o "libro imperial", esta tradición fabulística llega también a la literatura española ya en pleno siglo xvii a través de la traducción de Vicente Bratuti, bajo el título Espejo político y moral para príncipes y ministros y todo género de personas, impreso en Madrid en dos volúmenes entre 1654 y 1658 y que recoge parcialmente el repertorio fabulístico de Bidpay.
No hay que olvidar tampoco la recepción de "Calila y Dimna" en la literatura catalana, que citaremos brevemente para concluir. Ya en el siglo XIV Ramon Llull en el Libre de les Bèsties versiona algunos cuentos de Calila y Dimna (Martín). Por otro lado, en el repertorio titulado Doctrina moral de Nicolau de Pacs (1462), conservado en el manuscrito 81 del Archivo de la Corona de Aragón,6 se cita abundantemente la colección de fábulas. Se discute en este caso si es influencia de la obra alfonsí o de la tradición hebreo-latina que deriva de la obra de Juan de Capua.
Un caso de ornitología fantástica: el ave catra
Como se ve en la historia paralela de las versiones griegas y españolas de esta colección de viejas fábulas indias, en principio parece que discurren por vías muy separadas, en ambos confines de Europa, desde el Imperio Bizantino a la Castilla alfonsí. Sin embargo, estas tradiciones aparentemente alejadas pueden iluminarse mutuamente y abrir nuevos campos de investigación filológica y literaria para los estudios de transmisión, traducción y tradición literaria. Si el trabajo comparativo puede concernir varias disciplinas, desde la paleografía a la historia y teoría de la traducción, un vistazo al fondo de la historia y a los personajes puede seguir ofreciendo nuevos resultados desde una perspectiva comparatista. Si bien la recepción de "Calila y Dimna" es uno de los campos más trabajados en los estudios de literatura medieval, querríamos sugerir aquí nuevas líneas de trabajo a partir del examen de episodios puntuales, en cuanto a sus orígenes y presencia en la literatura griega y española, o a partir de estudios de vocabulario y tradición clásica. Veamos entonces un caso que, al menos como hipótesis de trabajo, se beneficia del estudio comparativo de las versiones griegas y españolas de este antiguo repertorio fabulístico.
En el capítulo X del Calila e Dimna alfonsí se presenta una fábula bien conocida en la tradición, la historia del rey y el ave fabulosa o, según la versión castellana, la historia del rey Varamunt y de su ave Catra, que era capaz de hablar. La fábula refiere que este rey tuvo un hijo de su mujer principal, que creció con el polluelo del Catra. El ave iba cada día al monte y traía dos frutos para alimentar con uno a su polluelo y con el otro al príncipe, por cuyo medio crecían fuertes. Un día el príncipe mató al polluelo y el ave Catra, en venganza, le sacó los ojos al príncipe. El rey salió a buscar al ave para atraparla, pero esta no quiso entregarse pese a sus muchas promesas e intentos de engañarla. En un largo diálogo el ave Catra le da al rey ciertas lecciones morales y demuestra cómo no se debe fiar uno de un poderoso en una ocasión semejante. El objeto del diálogo es la pérdida irreparable de la confianza y la desconfianza ante el castigo de los poderosos.
La versión castellana es la única que hace eco del nombre legendario de esta ave como Catra, pues en la versión árabe de Al-Muqaffa esta se llama Fanza, siguiendo la tradición persa, mientras en las otras versiones se opta por un nombre genérico. Así dice el texto alfonsí: "Dizen que un rrey muy poderoso, que avía nonbre Varamunt, tenía un ave que dezían Catra, et esta ave fablava e era muy entendida, e avía un fijo pollo" (Keller y Linker 263). En la tradición hebrea, representada por el Directorium humanae vitae, la fábula aparece en el capítulo IX bajo el título Rex et avis nomine Pinza, de esta manera: "Se dice que había cierto rey en la India que tenía un ave de nombre pinza, que era sabia y podía hablar y entender las palabras de los hombres" (Puntoni 197).7 El nombre elegido es, en esta ocasión, una variante de Fanza que recuerda al latín vulgar pinctiare, probablemente una etimología popular. Por su lado, el traductor del "Calila y Dimna" al griego, Simeón Set, también refiere esta fábula. El nombre del pájaro en el griego de Set es κίσσα (la urraca), un arrendajo o ave con fama de parlanchína8 que aparece en la comedia media griega (Kock 92) y que proverbialmente trataba de "imitar a las sirenas" (Kühn vol. VIII: 632). El Στεφανίτης και Ιχνηλάτης en el capítulo VIII, sección 133 se hace eco de la leyenda, pues, sin nombrar al ave por un nombre propio, sino con una denominación genérica: "se dice, señor, que un cierto rey tenía un arrendajo extraordinariamente hermoso y dotado de raciocinio". Los adjetivos que se emplean son ώραιοτάτην και λογικήν (Sjöberg 242). La citada traducción latina de Poussin que acompaña el texto griego del Στεφανίτης και Ιχνηλάτης usa por su parte el nombre latino pica, como genérico para esta ave fabulosa, lo que hace alusión a su plumaje moteado o manchado. Por un lado, pica tiene probable relación con el verbo pingo y designa a aves moteadas como la urraca de la tradición hebreo-latina de "Calila y Dimna" (también se puede ver un cruce con Fanza en el resultado Pinza, una forma sin duda antigua). Este término es interesante porque en la tradición del Sendebar en Occidente (Siete sabios de Roma), que también transmite un cuento de origen oriental sobre un ave sabia (cuento Avis ), varias versiones latinas occidentales emplean el término pica, que es traducido al castellano por "picaça" en sus traducciones correspondientes, término atestiguado en castellano a partir del siglo xiv.9 Sin embargo, en la versión de época alfonsí del Sendebar (Libro de los engaños) aparece el término "papagayo" para definir a esta ave.
Las dos características de esta ave, Catra, Fanza, Pinza, urraca o arrendajo, son, por un lado, su plumaje espléndido y variopinto y, por otro, estar dotada de la capacidad de hablar (Alfonso X) y de razonar (Set). Resulta ciertamente curioso que se resalte esta última capacidad en un texto de fábulas de animales en el que todos están dotados del don de la palabra y raciocinio. Este aspecto, junto a la diversidad de nombres para designar al ave, nos hace preguntarnos, por una parte, si detrás de la leyenda del rey y el ave fabulosa no hay una tradición distinta a la fabulística; por otra, la extrañeza del nombre elegido por la versión alfonsí frente a la tradición árabe, hebrea y griega nos hace preguntarnos por el origen de esta denominación de Catra. Desde el siglo XIX, los orientalistas han considerado que el nombre de este personaje era un reflejo del nombre árabe, con la adaptación correspondiente por los signos diacríticos; por ejemplo, Keith-Falconer (297). Se suele explicar la peculiaridad de la versión castellana "catra" por la forma árabe qatra (), quizá una mala lectura o transcripción por fnza (). La versión latina de Juan de Capua, del texto hebreo del rabino Joel, presenta en cambio piza que recoge el hebreo piza (), por pinza. 10La versión siríaca, editada en 1911 por Schulthess, recoge para esta ave los nombres de pnzwh (sin vocales), depyzwh opyzoh: el editor propone relacionar el nombre con el sánscrito pujani (venerable). La traducción siríaca antigua se hizo desde el pahlavi, en cuya escritura la confusión entre las grafías para [n] y [w] es relativamente frecuente.11
Sin embargo, hay que considerar que el origen del nombre y del animal puede venir también de la tradición griega, seguramente mediada por la árabe, y hallar su comienzo tan lejos como en los contactos de los griegos con la India. Tanto el traductor de "Calila y Dimna" al griego, Simeón Set, como Alfonso X, se ocuparon de la historia de la India al tratar las hazañas fabulosas de Alejandro Magno, el primero en una Vida de Alejandro Magno y el segundo en los pasajes referidos al monarca macedonio en la General Estoria (cuarta parte, tomo II acerca de las maravillas de la India), lo que les pone en contacto con esta tradición historiográfica y paradoxográfica. Los historiadores de Alejandro dan noticias acerca de pájaros sabios, de plumaje variopinto y razón excelente, que provienen de la India, entre otros muchos asuntos milagrosos. La historia proviene en concreto de Clitarco, historiador de Alejandro, de obra totalmente perdida salvo algunos fragmentos, referidos especialmente por autores como Eliano y Estrabón y recopilados por Felix Jacoby bajo el número 137 de su célebre obra recopilatoria Die Fragmente der griechischen Historiker. El libro X de las perdidas Historias de Clitarco contenía una digresión sobre las costumbres y animales de la India, entre otras cosas. Se citaba allí la costumbre de las procesiones de los reyes, que llevan en sus carros grandes aviarios con árboles tremendos sobre los que se posan aves fabulosas como el orión y el catreo (Brown 148). También se mencionaba el hecho de que algunos de estos pájaros eran como sirenas, lo que refleja la creencia de que había sirenas en la India12 En la cita más extensa y antigua de Clitarco, por el geógrafo Estrabón,13 se refiere una noticia de este historiador que habla de los carros adornados con árboles de los jerarcas indios y "… ״ de estos cuelgan diversos tipos de aves domésticas, entre las que, según afirma, el orión tiene el canto más dulce, pero el catreo, como se le dice, posee el aspecto más espléndido y el plumaje más variado".14 Por su parte Claudio Eliano15 destaca, refiriéndose también a las noticias de Clitarco, al Catreo entre estas aves indias como un pájaro bellísimo del tamaño de un pavo real y con un plumaje semejante a las esmeraldas. La peculiaridad del catreo, nos dice Eliano, es que uno no puede saber a ciencia cierta de qué color son sus ojos, pues resultan cambiantes según se miran. Dice Eliano además que "la zona de los ojos que es blanca en todas las demás aves es, por el contrario, en los ojos del citado catreo de color amarillo pálido... Tiene una voz melódica, como la de un ruiseñor, y aguda"16 Algo antes se habla del orión, de tamaño semejante a las garzas reales y con las patas rojas. También Quinto Curcio17 hace una breve mención de esos carruajes reales indios y de sus aves cantoras, pero sin mencionar sus nombres fabulosos, orión y catreo.
La geografía literaria de la India se mezcla con la real en la antigua literatura griega, como se ve en las tradiciones sobre la expedición de Alejandro a la India. También en las Dionisíacas de Nono de Panópolis se dedican algunos versos en el marco de la campaña de Dioniso en la India y a partir del canto XXVI a recoger los ecos de los relatos fantásticos de Ctesias de Cnido18 y de las noticias de la paradoxografía en torno a la India. Allí se atestigua la única aparición, aparte de Clitarco, del nombre del catreo, que se sitúa en la colección de prodigios sobre la India: en Arizantia, nombre de resonancias medas19 crece un árbol que da miel y hay dos aves, el catreo (κατρεύς), que profetiza la lluvia, y el orión, que habla con voz humana; lo que enlaza con la afición de Nono por los animales dotados de palabra y razón20 sobre la que nos detendremos más adelante. El catálogo de los ejércitos indios de estos lugares fantásticos y de sus capitanes -Pilites y Bileo, hijos de Hipalmo, y Quilaro y Astraente, hijos de Brongo- tiene ecos en la literatura anterior.21 Al hablar sobre ellos y sobre las trescientas islas de la India, seguramente del Golfo de Kutch, se refieren nuevas maravillas naturales del país, como las similitudes entre el Indo y el Nilo en cuanto a su régimen, fauna y fuentes (222-338), que era lugar común en la Antigüedad.22 Tras hablar de un árbol mágico que da miel, Nono introduce la historia del catreo de este modo:
καὶ πολὺς ἑσμὸς ἵκανεν Ἀρειζάντειαν ἐάσας,
ξείνου δουρατέου μέλιτος τροφόν, ἧχι πιόντα
ἠερίης ζείδωρον Ἑώιον ἀρδμὸν ἐέρσης
δένδρεα χαιτήεντα μελίρρυτον, ὡς ἀπὸ σίμβλων,
δαιδαλέην ὠδῖνα σοφῆς τίκτουσι μελίσσης,
αὐτοτόκων πετάλων χλοερὸν ποτόν: εἰς πεδίον γὰρ
ἀρτιφανὴς Φαέθων, ὅτε λούεται Ὠκεανοῖο,
ὄμπνιον Ἠῴης ἀποσείεται ἰκμάδα χαίτης,
ῥαίνων ζωοτόκοιο φυτηκόμον αὔλακα γαίης.
τοῖον Ἀρειζάντεια φέρει μέλι, τῷ ἔπι χαίρων
νηχόμενος πτερύγεσσιν ὑπὲρ πετάλοιο χορεύων
ἵπταται ἄσπετος ὄρνις: ὄφις δέ τις ἀγκύλος ἕρπων,
μιτρώσας ἑλικηδόν, ὁμόπλοκος ἡδέι δένδρῳ,
ἰκμάδα λειριόεσσαν ἀμέλγεται ἅρπαγι λαιμῷ,
χείλεσι λιχμώων γλυκερὴν ὠδῖνα κορύμβων:
δενδραίην δὲ δράκοντες ἀναβλύζοντες ἐέρσην
ἡδὺ μέλι προχέουσι, καὶ οὐ τόσον ἰὸν ἀλήτην
πικρὸν ἀποπτύουσιν, ὅσον γλυκύ χεῦμα μελίσσης:
ἧχι μελισταγέεσσιν ἐπ᾽ ἀκρεμόνεσσιν ἀείδει
ὡρίων, γλυκὺς ὄρνις, ὁμοίιος ἔμφρονι κύκνῳ:
οὐ μέν ἀνακρούει Ζεφυρηίδι σύνθροος αὔρῃ
ὑμνοτόκων πτερύγων ἀνεμώδεα ῥοῖζον ἰάλλων,
ἀλλὰ σοφοῖς στομάτεσσι μελίζεται, οἷά τις ἀνὴρ
πηκτίδι νυμφοκόμῳ θαλαμηπόλον ὕμνον ἀράσσων.
κατρεύς δ᾽ ἐσσομένοιο προθεσπίζει χύσιν ὄμβρου,
ξανθοφυής, λιγύφωνος: ἀπὸ βλεφάρων δέ οἱ αἴγλη
πέμπεται ὀρθρινῇσι βολαῖς ἀντίρροπος Ἠοῦς:
πολλάκι δ᾽ ἠνεμόεντος ὑπὲρ δένδροιο λιγαίνων
σύνθροος ὡρίωνος ἀνέπλεκε γείτονα μολπήν,
φοινικέαις πτερύγεσσι κεκασμένος: ἧ τάχα φαίης,
μελπομένου κατρῆος ἑώιον ὕμνον ἀκούων,
ὄρθριον αἰολόδειρον ἀηδόνα κῶμον ὑφαίνειν.
Un gran enjambre había llegado tras abandonar Arizantia, nodriza de una extraña miel que produce la floresta, allí donde los árboles de hermosa cabellera beben al alba el líquido abrevador y dispensador de vida del rocío celeste, que hace fluir la miel como desde colmenas que se derramaran a la par y engendran este elaborado fruto de la sabia abeja, una verdosa bebida que se produce espontáneamente en sus hojas. Pues cuando Faetonte acaba de aparecer sobre la llanura, en el momento en que se baña en el Océano, entonces sacude su cabellera matinal desprendiendo este licor nutricio y riega los surcos criadores de plantas de la tierra que engendra la vida. Tal es la miel que produce Arizantia23 las aves incontables vuelan danzando sobre el follaje24 y mueven con gracia sus alas mientras alguna serpiente repta torvamente trenzándose en torno al dulce árbol y bebe el jugo del rocío delicado como flor25 con sus fauces arrebatadoras, chupando con los labios el meloso fruto de los pámpanos. Y el fluido del árbol burbujea entonces en la boca de la serpiente, que derrama ya la dulce miel de tal modo que escupen el meloso licor de la abeja en mayor cantidad que su amargo dardo venenoso. En ese lugar canta sobre las ramas de los árboles que destilan miel el orión, dulce ave que se parece a un cisne con inteligencia26 pues no canta al unísono con el viento Céfiro, haciendo vibrar el aire con sus alas tañedoras de himnos, sino que canta con voz humana desde su docto pico, como un hombre que tocara con su lira nupcial un himno para el tálamo. Y el catreo, de blondas plumas y voz aguda, por otro lado, puede profetizar las gotas de lluvia que han de caer. Despide un resplandor de sus ojos que podría competir en buena lid con los rayos matinales de la aurora. A menudo entona su canto desde un árbol agitado por el viento, trenzando una melodía concordada con la de su vecino orión, embellecido con sus purpúreas alas, y bien podrías decir, al oír el canto del catreo al amanecer, que es un ruiseñor de variado plumaje el que canta su matinal gorjeo.27 (183-217)
Según se desprende de este pasaje, Nono conoce el pasaje de Clitarco o, si no, alguna colección de prodigios de la India donde se refiere el caso concreto de estas aves fabulosas. En cuanto al catreo en concreto, destaca por un lado su plumaje amarillo y por otro la voz profética que emite. Sin embargo, es el orión el ave que "canta con voz humana", otra de las cualidades maravillosas que se atribuyen a estos pájaros de la india (Vian 5-16). Este κατρεύς, ave habladora y prodigiosa, aparece así en estos dos únicos lugares de la literatura griega que han sido citados, el fragmento de Clitarco (referido por Estrabón y Eliano) y las Dionisíacas de Nono, que acaso lo combina con otras reliquias de colecciones paradoxográficas acerca de la India, relacionadas seguramente con el viaje de Alejandro Magno y con la realeza india.
Los versos de Nono sobre el orión contraponen su melodioso canto al del cisne, en lo que sigue a Estrabón. También Eliano habla de la belleza de su voz, a la que define como creadora de música y que compara con la de las Sirenas. En Higino28 se habla del famoso Orión que fue castigado por Diana y una lectura de los manuscritos da como padre de Orión a un tal Catreo, que la mayor parte de los editores corrigen como Hirieo. Pero volviendo al catreo, Nono insiste en su plumaje excepcional, su voz melodiosa, sus ojos extraños y cambiantes de color y, en un rasgo que no parece venir de Clitarco, en su capacidad profética. Para Vian, la fuente de Nono aquí podría ser las fragmentarias Basáricas de Dioniso29 y aún tiene una propuesta interesante para el origen del nombre de esta ave. Hay algunos pasajes de crónicas griegas de la India, como la de Ctesias de Cnido, médico, viajero e historiador de curiosidades en Persia y la India, que conocemos por Focio, Plutarco y otros autores, en los que se habla de algunas aves fantásticas del Oriente, en la tradición del ave Fénix. Una de ellas es el pequeño pájaro persa llamado "rintaces", que se alimenta solo de viento y de rocío,30 como el catreo, que habita en árboles que dan rocío y miel, o también el ave "díkairon" (Álvarez-Pedrosa Núñez 152-153), cuyo excremento diluido en una bebida es un medio que usan los indios para inducir a una muerte dulce y placentera.31 Vian sugiere que uno de estos pájaros, el primero, merced a la interpretatio graeca, habría cambiado de nombre en Clitarco siendo llamado Catreo (Vian 1988). El único personaje llamado Catreo en la mitología griega es un héroe cretense, epónimo de la ciudad de Catre, hijo de Minos y Pasífae, al que se profetizó que un hijo suyo lo mataría. En efecto, hay que decir que existe un Catreo como nombre propio atestiguado en la mitología griega: era, según la tradición, un rey de Creta, hijo y sucesor de Minos y Pasífae y padre de Aérope, Clímene, Apemósine y Altémenes32 Se cuenta que fue advertido por un oráculo de que moriría a manos de uno de sus hijos y que, pese a la huida voluntaria de los varones y el destierro de sus hijas, acabó muriendo a manos de Altémenes al no ser reconocida su voz por él.33 Otra solución probable es que Nono estuviera usando aquí un repertorio paradoxográfico sobre oriente diferente a Clitarco o a Ctesias y que no conocemos.
En fin, no tenemos más sugerencias sobre este nombre, pero lo cierto es el "catreo" ha tenido una larga fortuna, pasando no solo sus ecos a la literatura fabulística, sino incluso recorriendo el camino desde la ornitología fantástica a la real. En efecto, hoy día el nombre catreo sigue asociado a una especie de faisán, el Catreus wallichii, que habita en las montañas de la región de Himalaya de la India, de Nepal y de Pakistán. El nombre del ave guarda relación sin duda con el antiguo mito del catreo en la tradición griega, mientras que su apellido se debe al botánico danés Nathaniel Wallich (1786-1854), como recoge Jobling (406). Sostiene este autor que el nombre del catreo viene del griego katreus "un ave mencionada por Eliano, probablemente mítica y sin otra identificación, aunque algunos trabajos posteriores la han asociado con el faisan" (96).34 En todo caso, es curioso que sea un ave que habita precisamente en las regiones a las que llegó la expedición de Alejandro.
A modo de conclusión
Llegados a este punto, se ha mostrado de modo general y particular, para el caso de la transmisión de esta antigua colección de fábulas indias, la utilidad de un trabajo de comparación entre las distintas tradiciones que pueden proporcionar un mejor y más profundo conocimiento, no solo de la obra original, sino del contexto y las influencias cruzadas de la larga historia de su recepción. Tras examinar brevemente la compleja historia de las versiones griegas y castellanas de la historia de Calila y Dimna en el marco de la tradición de estas fábulas en el mundo medieval, se ha querido evidenciar cómo estas versiones, pese a ser distantes cronológica y geográficamente, pueden aportar nuevas conjeturas y puntualizaciones acerca de su contexto y su transmisión, de su traducción y de sus temas principales, personajes y repercusión.
En el caso de la fabulosa ave catra que aparece en la versión alfonsí, se puede conjeturar que tal vez pueda concebirse como eco lejano de todo aquel mundo, recogiendo esta antigua tradición india, que se remonta a los cronistas de Alejandro e, indirectamente, a los repertorios de paradoxografía de la India. La comparación con el ave fantástica referida en los Indiká de Ctesias o con las noticias que, procedentes de esa tradición de relatos fabulosos acerca de la india, aportan los Dionysiaká de Nono de Panópolis es muy relevante. La versión de "Calila y Dimna" que usó el traductor alfonsí, un manuscrito árabe con adiciones tardías, una recensión semejante a la que usó el rabino Joel, quizá hubiera incluido este nombre tradicional -catreo- que se usaba para aves sabias en Oriente, una denominación que no recogía la traducción árabe de Al-Muqaffa y que es única en la recepción a lenguas modernas de esta fábula, en vez de que pudiera ser, como quiere la tradición orientalista desde Keith-Falconer, una mala lectura a partir del árabe. La forma pura (o "rasm") de la escritura árabe en la que no aparecen los puntos diacríticos pudiera haber sido completada con una puntuación de otra manera, lo cual contribuyó a hallar una forma conocida por la tradición clásica y acaso preferida por ello. Por otra parte, no podemos ofrecer una conclusión firme para esta hipótesis, pues no tenemos más argumentos filológicos decisivos ni evidencias fehacientes que prueben cómo este posible modelo griego, procedente de la literatura en torno a la expedición de Alejandro, pudiera ser conocido para los traductores de la corte alfonsí. Pero, como quiera que sea, es plausible pensar como hipótesis de trabajo que este primer y legendario encuentro entre Occidente y Oriente, que representó la expedición de Alejandro, pueda situarse en los orígenes de la trasmisión a las literaturas europeas, como el eco lejano de este nombre vendría a sugerir.
En todo caso, lo que sí parece indudable es la tendencia del "Calila y Dimna" castellano de contaminar las historias que se cuentan sobre diversos animales fantásticos -en este caso podrían ser el orión y el catreo-, para crear esa ave fabulosa que se llama catra y que aúna todas las cualidades excepcionales de los dos seres fantásticos de la India: en la tradición de esta fábula están presentes en el ave la razón y la voz humana del orión junto con el plumaje bellísimo y el canto profético del catreo. No en vano dice Catra que no se presentará ante el rey de esta manera: "Et por lo que yo tengo en el corazón conosco lo que tú tienes en el tuyo". El conocimiento moral se convierte en "Calila y Dimna" en la mejor profecía.
En definitiva, el texto del Calila y Dimna, dotado de una extraordinaria capacidad para ser adaptado y versionado en distintas culturas y lenguas, es también permeable a diversas influencias literarias y folklóricas. El trabajo sobre la versión castellana, sobre los motivos y el vocabulario de reminiscencias clásicas aún puede arrojar luz sobre el procedimiento de composición en el taller de traducción y descubrir nuevos ecos de las fuentes clásicas -como en este caso de las fuentes populares sobre Alejandro Magno en la India, documentadas en autores griegos- en las páginas del Calila y Dimna castellano. Además de trazar una breve historia de estas versiones griegas y castellanas de la fábula, hemos querido mostrar una posible vía de investigación sobre los contactos entre el mundo griego y el oriental, con el trasfondo lejano de la expedición de Alejandro a la India, que se puede abrir a partir de su comparación.