1. INTRODUCCIÓN
El suicidio es un fenómeno humano complejo de carácter universal y multicausal que responde a la interacción, a lo largo del tiempo, de factores biológicos, psicológicos, sociales, ambientales y culturales, que en muchos casos actúan acumulativamente aumentando el riesgo (Stone, y otros, 2017; Siabato y Salamanca, 2015). La Organización Mundial de la Salud (2021) estima que al año se quitan la vida cerca de 703.000 personas, y que por cada muerte atribuible a esta causa, entre 10 y 20 realizan uno o más intentos (Hernández Soto y Villarreal CasateII, 2015); encontrándose en la actualidad entre las primeras causas de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo. El suicidio es considerado un problema prioritario de salud pública en la mayoría de los países, con un incremento significativo en las tasas de intento y suicidio consumado, especialmente en adolescentes y jóvenes (Organización Panamericana de la Salud, 2014).
Por otro lado, el suicidio es el resultado final de una serie de comportamientos que, en su conjunto se manifiesta de manera progresiva; y va desde el deseo de morir, pensamientos, fantasías, o prefiguración de la propia muerte; hasta la planificación, que refiere un método específico a través del cual uno pretende morir y, finalmente, al intento de suicidio, definido como un comportamiento potencialmente autolesivo en el que hay una intención de morir (Colciencias / Ministerio de Salud y Protección Social, 2015; Ministerio de Salud y protección Social, 2017). De ahí que el considerar los pensamientos de muerte, el deseo de morir, la ideación es tan importante como el intento mismo, debido a que permite una detección y un abordaje precoz, por ende, presenta una mayor posibilidad de evitar un desenlace fatal (Gómez Tabares, Núñez y Caballo, 2019).
Estudios han identificado que el riesgo de ideación suicida aumenta sustancialmente durante la adolescencia y que cuanto más temprana la edad de aparición de ideación, mayor el riesgo de pasar al plan e intento de suicidio (Nock, y otros, 2008), por eso mismo, la ideación suicida, junto a la historia previa de intentos de suicidio son considerados el factor de riesgo que predice con más claridad la posibilidad de un futuro suicidio o intento de suicidio (Hishinuma, y otros, 2018).
Estudios basados en población adolescente han identificado algunos factores de riesgo para comportamiento suicida, incluyendo el género femenino (Ardiles Irarrázabal, Alfaro Robles, Díaz Mancilla y Martínez Guzmán, 2018), la mala salud mental (James, Reddy, Ellahebokus, Sewpaul y Naidoo, 2017) y la presencia de trastornos mentales, entre ellos, cuadros clínicos de depresión y ansiedad (García Martín, y otros, 2020), abuso o dependencia de sustancias psicoactivas (Lee, Kim, Lee y Jeong, 2021), ideación suicida reciente y pasada (Silva, Vicente, Arévalo, Dapelo y Soto, 2017), desesperanza, problemas de cohesión y/o disfunción familiar (Álvarez Caballero, Camilo Colas, Barceló Román, Sánchez Maso y Fajardo Vals, 2017), y antecedentes de intentos de suicidio en la familia (Santos, Marcon, Espinosa, Baptista y Paulo, 2017), entre otros factores.
Adicionalmente, en el entorno escolar, los jóvenes escolarizados pueden verse expuestos a estresores como forma de rechazo y/o acoso escolar y ciberbullying (Azúa Fuentes, Rojas Carvallo y Ruiz Poblete, 2020), discriminación sexual, presión de grupo, violencia en el aula (Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2018), que pueden generar en él estrés escolar, bajas calificaciones, ansiedad, depresión, ausentismo, deserción escolar, e ideación suicida (Vargas y Maturana, 2015; Unicef, 2017). Además, los adolescentes escolarizados, pueden sufrir un déficit en estrategias de afrontamiento a sus problemas (Ministerio de Salud y Protección Social / Organización Panamericana de la Salud, 2012). Por tal motivo, la adolescencia y la juventud son consideradas etapas de la vida en las cuales hay una mayor vulnerabilidad para el riesgo suicida.
De este modo, el comportamiento suicida, representado no solo por el suicidio consumado, es un significativo pero evitable problema de salud pública (Hernández Soto y Villarreal CasateII, 2015). Dada la complejidad de este fenómeno y la multiplicidad de aspectos asociados, se considera necesario continuar aunando esfuerzos en la comprensión de los factores asociados en poblaciones de alto riesgo. Por lo anterior, el estudio tuvo como objetivo identificar los factores asociados al riesgo de suicidio en adolescentes escolarizados.
2. MÉTODO
2.1. Participantes
Del total de colegios públicos de la ciudad de Montería-Córdoba (N = 11) con una población total de 4.193 adolescentes matriculados en 2019 en grados noveno a once se tomó una muestra de 565 con un nivel de confianza del 95 % y un margen de error del 5 %. Los criterios de inclusión fueron que los padres firmaran el consentimiento informado y que los alumnos dieran su asentimiento a participar. Se excluyeron adolescentes con diagnóstico de trastorno mental y/o neurológico. La muestra fue seleccionada mediante muestreo no probabilístico por conveniencia en cada uno de los colegios escenarios del estudio.
2.2. Instrumentos
2.2.1. Escala de riesgo suicida de Plutchik
La escala de Plutchik (1989) permite diferenciar entre individuos que no presentan riesgo suicida y los que están en riesgo suicida. La versión adaptada y validada al español (Rubio, y otros, 1998) posee propiedades psicométricas que indican que es una escala válida y confiable con una consistencia interna de 0,9 y el test-retest 0,89 sensibilidad y especificidad de 88 % para un punto de corte en 6. Consta de 15 ítems con respuesta dicotómica (si/no); cada respuesta afirmativa puntúa 1 punto y cada respuesta negativa 0 puntos, con un rango de posibles puntuaciones totales entre 0 y 15. Una puntuación igual o superior a 6 indica la presencia de riesgo suicida.
Los índices de fiabilidad reportados en diferentes investigaciones son consistentes con los reportados tanto en la versión original como en las adaptaciones españolas (Plutchik, Van Praga, Conte y Picard, 1989; Rubio, y otros, 1998; Sábado y Monforte, 2010). El análisis factorial exploratorio de la Escala de Plutchik versión español realizado por Sábado y Monforte (2010) reportó la extracción de 4 factores con una varianza explicada del 52,64 %, los autores no reportaron análisis factorial confirmatorio. En el estudio de Santana y Santoyo (2018), con los mismos 4 factores la varianza total explicada 48,87 %, el análisis factorial confirmatorio mostró un ajuste óptimo por lo que resulta ser un instrumento idóneo para identificar el riesgo de suicidio.
La Escala de Plutchik ha sido utilizada en diversos estudios con población adolescente y de jóvenes colombianos (Cañón Buitrago, 2011; Castaño Castrillón, Cañón, Betancur Betancur y Castellanos Sánchez, 2015; Fuentes, Arias, Gonzáles y Castrillón, 2009; Cañón, y otros, 2012), mostrando una buena consistencia interna (alfa de Cronbach > de 0,7). En la región Caribe específicamente Santa Marta en el estudio Suárez, et al. (2019); la confiabilidad por alfa de Cronbach fue 0,80 para el factor riesgo de suicidio y 0,72 para el factor depresión. El Alfa de Cronbach reportado en este estudio fue de 0,76.
2.2.2. Evaluación funcionamiento familiar: Apgar Familiar
Instrumento desarrollado Smilkstein (1978), con el objetivo de evaluar el funcionamiento sistémico de la familia, y es útil en la identificación de familias en riesgo. Se trata de un cuestionario de 5 ítems que exploran las funciones básicas de la familia: adaptabilidad, cooperación, desarrollo, afectividad y capacidad resolutiva, y miden aspectos del mismo concepto (la disfunción familiar). Es autoadministrable, de fácil entendimiento, y en muy poco tiempo se puede completar. Se diseñó para el uso potencial de personas en distintos estratos socioeconómicos y en diversos contextos socioculturales (Arias y Herrera, 1994).
Los ítems de la escala se califican como nunca, casi nunca, algunas veces, casi siempre y siempre, y se les asignan puntuaciones de 0 a 4 respectivamente. Los puntajes totales pueden oscilar entre 0 y 20; a mayor puntaje, mejor funcionalidad familiar. Una puntación total entre 0 y 9 indica disfunción grave; entre 10 y 13, moderada; entre 14 y 17, leve, y si es igual o superior a 18 se considera funcional (Forero Ariza, Avendaño Durán, Duarte Cubillos y Campo-Arias, 2006).
Este instrumento se encuentra validado en población colombiana por Forero- Ariza, Avendaño-Duran, Duarte-Cubillos y Campo-Arias (2006), la consistencia interna fue de 0,793 (Alfa de Cronbach) y el análisis factorial mostró que los cinco ítems que hacen parte de la escala representan un único factor que explicaba el 55,6 % de la varianza. El Alfa de Cronbach reportado en este estudio fue de 0,851.
2.2.3. Cuestionario de síntomas (Self Reporting Questionnaire - SRQ)
El SRQ fue desarrollado por la OMS, permite determinar la presencia de trastornos mentales, diferenciando los trastornos psicóticos de los no psicóticos. Consta de una sección de 20 que evalúa síntomas psiquiátricos no psicóticos (Ansiedad / Depresión) en una escala de 0 a 20 y una sección de 10 preguntas que hacen referencia a síntomas psiquiátricos psicóticos: psicosis, epilepsia o síntomas convulsivos, alcoholismo o consumo de alcohol, para un total de 30 preguntas con 2 opciones de respuesta dicotómicas (Si/No). Se considera positivo cualquier caso que haya puntuado “Si” a 11 o más preguntas de la primera sección (preguntas 1 al 20), o a al menos una de las 10 preguntas (preguntas 21 al 30) (Organización Panamericana de la Salud, 1983).
El SRQ ha sido validado por la OMS en América Latina, siendo recomendado como instrumento para el tamizaje comunitario de libre uso. En Colombia, se ha utilizado en el Estudio Nacional de Salud Mental de 1993, 2003 y 2015 (Posada Villa, Aguilar Gaxiola, Magaña y Gómez, 2003; Colciencias / Ministerio de Salud y Protección Social, 2015), y el Observatorio Nacional de Salud Mental recomienda su aplicación para la atención primaria en salud mental (Caraballo Espitia y Fernández Abad, 2018). El Alfa de Cronbach reportado en este estudio fue de 0,85.
2.2.4. Test de Identificación de los Trastornos debidos al Consumo de Alcohol - AUDIT)
El AUDIT, fue desarrollado por la OMS con el objetivo de identificar personas con un patrón de consumo de riesgo o perjudicial de alcohol, es la única prueba de screening diseñada específicamente para uso internacional (Organización Mundial de la Salud, 2011). Consta de 10 preguntas, tiene una escala de puntuación de 0 a 4. Puntuaciones totales iguales o mayores a 8 indican consumo de riesgo y consumo perjudicial, así como de una posible dependencia de alcohol.
En Colombia, el AUDIT fue utilizado en el Estudio Nacional de Salud Mental 2015 (Colciencias / Ministerio de Salud y Protección Social, 2015). Estudios han validado la escala en población colombiana, Medina et al. (2014), reportaron un alfa de Cronbach de 0,879; omega de McDonald de 0,886 en una muestra de Amerindios en Bogotá.
2.2.5. Escala de Severidad de la Dependencia (SDS - Severity of Dependence Scale)
La escala SDS permite medir los componentes psicológicos de la dependencia. Está, compuesto por cinco ítems cuya respuesta es codificada mediante una escala tipo Likert. Consta de cinco ítems, cada uno se califica en una escala con un rango de puntuaciones de 0 a 3, pudiendo obtener un índice global entre 0 y 15. A mayor puntuación se expresaría una mayor intensidad de la severidad (Gossop, y otros, 1995).
Fue adaptada al español por González-Saiz y Salvador-Carulla (1998), encontrando moderada consistencia interna con un alpha de Cronbach de 0,55. Iraurgi et al. (2010), evaluaron las propiedades psicométricas de la SDS en Colombia, la fiabilidad de la escala mostró un alpha de Cronbach de 0,81.
2.2.6. Cuestionario de acoso escolar
El cuestionario Acoso Escolar consta de 22 preguntas de diferentes situaciones de acoso físico o psicológico que se pueden presentar en el entorno escolar. Cada una de sus preguntas tiene tres opciones de respuesta (con frecuencia, a veces y nunca. En su versión original el presentó un alfa de Cronbach de 0,96 (Cepeda Cuervo, Pacheco Durán, García Barco y Piraquive Peña, 2008). El estudio Cervantes y col (2014), también reportó buenas propiedades psicométricas con un alfa de Cronbach de 0,96. El Alfa de Cronbach reportado en este estudio fue de 0,89.
2.2.7. Escala de adicción al internet de lima - EAIL
La escala EAIL, permite evaluar características sintomatológicas y disfuncionales, que indican adicción al internet. Posee propiedades psicométricas satisfactorias, buena consistencia interna, confiabilidad alfa de Cronbach de 0,84, (Lam Figueroa, y otros, 2011). Tiene 11 ítems con cuatro opciones de respuesta tipo Likert. La adicción a internet es definida con un puntaje mayor o igual a 27 puntos (Zegarra Zamalloa y Cuba Fuentes, 2017). Ha sido validado en Colombia hallando una consistencia interna adecuada en población estudiantil con un alfa de Cronbach de 0,79 (Ávila Berrío, Pardo Jaime y Muñoz Ortega, 2018). El Alfa de Cronbach reportado en este estudio fue de 0,86.
2.2.8. Cuestionario “ad hoc” para datos personales
Para la obtención de datos sociodemográficos se diseñó un instrumento “ad hoc” que incluyó variables personales, antecedentes familiares y sucesos estresantes, con el fin de estimar la correlación del riesgo suicida con dichos factores, tal como: género (hombre/mujer), haber sufrido desplazamiento forzado (si/no), tener familiar con intento de suicidio o suicidio consumado (si/no).
2.3. Procedimiento
El proyecto contó con el aval de la Secretaría de Educación y de la Secretaría de Salud Municipal de Montería para su ejecución, el cual fue presentado en cada uno de los colegios escenarios del estudio para tener la autorización de los respectivos directores y docentes de los colegios, para poder acceder a los estudiantes. Así mismo el estudio contó con el aval del Comité de Ética de la Facultad Ciencias de la Salud de la Universidad de Córdoba.
Dando cumplimiento a los lineamientos de la Resolución 8430 de 1993 (República de Colombia, Ministerio de Salud, 1993) la totalidad de los padres de los participantes otorgaron asentimiento individual escrito. Los datos fueron recolectados durante el primer semestre de 2019 (febrero a mayo) correspondiente al periodo regular de actividades académicas y fue realizada por la investigadora principal con la colaboración de 5 estudiantes de psicología capacitados para tal fin, que actuaron como auxiliares investigativos. Para control de los riesgos éticos y de acuerdo con los lineamientos legales vigentes en Colombia, se informó por escrito a cada institución, el listado de todos los participantes que presentaron riesgo suicida, a fin de que se pueda dar seguimiento y activar la ruta correspondiente. Se entregó a las dependencias correspondientes un informe con los resultados hallados.
2.4. Análisis de datos
El análisis de los datos se realizó a través del programa IBM SPSS versión 21,0 utilizando los estadísticos descriptivos de frecuencia. La relación entre variables se probó mediante pruebas de chi-cuadrado de Pearson en tablas de contingencia 2x2, tomando un valor de significancia de p < 0,05.
3. RESULTADOS
Los participantes del estudio se caracterizaron por ser adolescentes escolarizados en edades de 15 (40 %), 16 (37,9 %) y 17 (22,1 %) años, la mayoría mujeres (65,3), pertenecientes a diferentes estratos socioeconómicos (1 al 4) con predominio del estrato 1 (53,1 %). En cuanto a la convivencia familiar un 51 % de los adolescentes encuestados convive con ambos padres, el segundo mayor grupo corresponde a familias monoparentales (uno solo de los padres) con un 36,5 %.
Riesgo de suicidio. Mediante la Escala de Riesgo Suicida Plutchnik aplicada a 565 adolescentes escolarizados en edades de 15 a 17 años, se identificó riesgo de suicidio (> 6 puntos) en 163 adolescentes que corresponde a un 28,8 % (n = 565) del total de la muestra, con una puntuación media de 7,84 [DE 1,69].
Funcionamiento familiar. La aplicación del Apgar familiar permitió evaluar el funcionamiento sistémico de la familia, y la identificación de familias en riesgo. Los puntajes totales oscilaron entre 7 y 19 puntos; un 22,8 % del total de la muestra de los adolescentes escolarizados (n = 565) obtuvieron puntajes totales entre 7 y 9 indicando disfunción grave; un 28 % puntajes entre 10 y 13 disfunción moderada y un 30,4 % entre 14 y 17 putos disfunción leve. Solo un 19,8 % tuvieron puntajes igual o superior a 18 que se considera familia funcional. La importancia de los resultados radica en que se ha encontrado una mayor proporción de adolescentes con identificación de familias en riesgo.
Identificación de síntomas de trastornos mentales. Mediante la aplicación del SRQ se encontró que en la mayor proporción de la muestra de adolescentes escolarizados no se edificaron síntomas de trastornos mentales psicóticos (87,6 %) y no psicóticos (76,5 %). Sin embargo cabe resaltar que los resultados señalan una población en riesgo que representan un 23,5 % de adolescentes que presentaron síntomas de depresión y/o ansiedad y un 12,4 % síntomas psicóticos.
Componentes psicológicos de severidad a la dependencia. Los resultados de la aplicación de escala SDS indicaron que la mayor proporción de la muestra de adolescentes escolarizados no presentó componentes psicológicos de la dependencia a la cocaína (97,2 %), a los tranquilizantes (95,9 %), a la marihuana (95,6 %) ni al consumo de alcohol (86,2 %).
Identificación de los trastornos debidos al consumo de alcohol. El AUDIT, permitió identificar que el 94,7 % del total de la muestra de adolescentes escolarizados no presentaron un patrón de consumo de riesgo o perjudicial de alcohol. Sin embargo, al contrastar estos resultados con los resultados de la escala SDS se halló que del total de adolescentes escolarizados que consumen alcohol el 13,8 presentó síntomas de una mayor intensidad de la severidad a la dependencia al alcohol.
Acoso escolar. El cuestionario acoso escolar permitió identificar que un 83 % del total de la muestra (n = 565) no presentó situaciones de acoso físico o psicológico. Entre tanto el grupo restante que reportó acoso escolar (17 %) presentaron diferentes situaciones de acoso psicológico que se pueden presentar en el entorno escolar, siendo los ítems calificados con frecuencia: me humillan y desprecian en público (ítem 7), cambian mal intencionalmente lo que digo o hago (ítem 9), dañan mis objetos personales (ítem 19) y me dicen apodos que no me gustan (ítem 22).
Adicción al internet. La escala EAIL, permitió evaluar que un 92 % del total de la muestra (n = 565) no presentó características sintomatológicas y disfuncionales, que indican adicción al internet. Al indagar sobre las diferencias entre sujetos con y sin riesgo suicida en relación con la adicción a internet y el tiempo de exposición. Se encontró diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos (p = 0,00); hallándose que los adolescentes con adicción al internet (n = 24) presentaron riesgo suicida y un mayor tiempo superior de exposición al internet con una media de 261,6 minutos y una desviación estándar de 194,96.
Los resultados obtenidos de la aplicación de los diferentes instrumentos revelan que los factores de riesgo para suicidios más comunes identificados en esta investigación fueron en primer lugar la disfunción familiar presente en el 81,2 % del total de la muestra, seguido de la presencia de síntomas no psicóticos (depresión y/o ansiedad) en un 23,5 %), acoso escolar de predominio psicológico (17 %) y la presencia síntomas de una mayor intensidad de la severidad a la dependencia al alcohol (13,8).
Factores asociados al riesgo suicida en adolescentes escolarizados. En la Tabla 1, se puede observar la comparación entre los grupos sin riesgo suicida (n = 402) y aquellos que sí lo tienen (n = 163) en función de diferentes factores relacionados con el suicidio. Los hallazgos del estudio revelaron asociación del riesgo de suicidio con la mayoría de los factores estudiados: género (χ² = 14,539a; gl = 1; p = 0,000), víctima de desplazamiento (χ² = 4,095a; gl = 1; p = 0,043), antecedentes familiares de suicidio e intento de suicidio (χ² = 54,891a; gl = 1; p = 0,000), funcionalidad familiar (χ² = 82,819a; gl = 3; p = 0,000), síntomas psiquiátricos (χ² = 187,915a; gl = 1; p = 0,000), consumo de riesgo de marihuana (χ² = 6,830a; gl = 1; p = 0,009), cocaína (χ² = 6,023a; gl = 1; p = 0,014) y tranquilizantes (χ² = 6,354a; gl = 1; p = 0,012), acoso escolar (χ² = 8,754a; gl = 1; p = 0,003) y adicción al internet (χ² = 16,486a; gl = 1; p = 0,000). Por lo cual, estos deben ser considerados como importantes factores de riesgo para suicidio en esta muestra de adolescentes. No se encontraron diferencias en cuanto a trastornos debido al consumo de alcohol (χ² = 0,973a; gl = 1; p = 0,331) y la severidad de la dependencia del consumo de alcohol (χ² = 0,454a; gl = 1; p = 0,501).
FACTORES | TOTAL N = 565 (%) | SIN RIESGO DE SUICIDIO N = 402 (%) | CON RIESGO DE SUICIDIO N = 163 (%) | SIG. P |
---|---|---|---|---|
GÉNERO | ||||
Hombre | 196 (34,7) | 159 (81,12) | 37(18,8) | 0,00 |
Mujer | 369 (65,3) | 243 (65,85) | 126 (34,1) | |
VÍCTIMA DE DESPLAZAMIENTO FORZADO | ||||
No | 453 (80,2) | 331 (73,06) | 122 (26,9) | 0,04 |
Sí | 112 (19,8) | 71 (63,39) | 41 (36,6) | |
ANTECEDENTES FAMILIARES DE SUICIDIO/INTENTO DE SUICIDIO | ||||
No | 473 (83,7) | 366 (77,38) | 107 (22,6) | 0,00 |
Sí | 92 (16,3) | 36 (39,13) | 56 (60,8) | |
FUNCIONAMIENTO FAMILIAR | ||||
Disfunción grave | 129 (22,8) | 54 (13,4) | 75 (46,0) | 0,00 |
Disfunción moderada | 158 (28,0) | 110 (27,4) | 48 (29,4) | |
Disfunción leve | 172 (30,4) | 144 (35,8) | 28 (17,2) | |
Funcional | 106 (18,8) | 94 (23,4) | 12 (7,4) | |
AUTOREPORTE DE SÍNTOMAS PSIQUIÁTRICOS | ||||
NO PSICÓTICOS (ANSIEDAD / DEPRESIÓN) | ||||
No | 432 (76,5) | 370 (92,1) | 62 (38,1) | 0,00 |
Sí | 133 (23,5) | 32 (7,9) | 101 (61,9) | |
PSICÓTICOS | ||||
No | 495 (87,6) | 360 (89,5) | 28 (17,1) | 0,02 |
Sí | 70 (12,4) | 42 (10,4) | 135 (82,8) | |
TRASTORNOS DEBIDOS AL CONSUMO DE ALCOHOL | ||||
No | 535 (94,7) | 383 (95,2) | 152 (93,2) | 0,33 |
Sí | 30 (5,3) | 19 (4,7) | 11 (6,7) | |
SEVERIDAD DE LA DEPENDENCIA | ||||
ALCOHOL | ||||
No | 487 (86,2) | 344 (85,5) | 143 (87,7) | 0,50 |
Sí | 78 (13,8) | 58 (14,4) | 20 (12,2) | |
MARIHUANA | ||||
No | 540 (95,6) | 390 (97) | 150 (92) | 0,00 |
Sí | 25 (4,4) | 12 (2,9) | 13 (7,9) | |
COCAÍNA | ||||
No | 549 (97,2) | 154 (98,3) | 395 (94,5) | 0,01 |
Sí | 16 (2,8) | 7 (1,7) | 9 (5,5) | |
TRANQUILIZANTES | ||||
No | 542 (95,9) | 391 (97,2) | 151 (92,6) | 0,01 |
Sí | 23 (4,1) | 11 (2,7) | 12 (7,3) | |
ACOSO ESCOLAR | ||||
No | 468 (83) | 345 (86) | 123 (75) | 0,00 |
Sí | 97(17) | 57 (14) | 40 (25) | |
ADICCIÓN AL INTERNET | ||||
No | 522 (92) | 383 (92) | 139 (38) | 0,00 |
Sí | 43 (8) | 19 (8) | 24 (62) |
Los datos se expresan como frecuencias N (%). Chi-cuadrado de Pearson compara las diferencias entre los dos grupos.
4. DISCUSIÓN
En el presente estudio participaron adolescentes escolarizados en edades de 15 a 17 años, edad que se enmarca en la definición de adolescencia tardía. En estas edades el adolescente tiene desarrollada la capacidad para el pensamiento analítico y reflexivo. Así mismo se gesta la experimentación con drogas y alcohol (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), 2011; Borrás Santisteban, 2014).
Considerando el objetivo principal del estudio realizado, de identificar los factores asociados al riesgo de suicidio, en este estudio se encontró riesgo suicida en los/las adolescentes en un 28,8 %. Este hallazgo en términos de frecuencia es superior a lo encontrado en algunos estudios nacionales (Gómez Tabares, Núñez, Osorio y Aguirre, 2020; Gómez Tabares, Núñez y universitarios; Álvarez Latorre, y otros, 2013; Fuentes, Arias, Gonzales y Castrillón, 2009) . En el caso de este estudio, se encontró diferencias significativas respecto al género, siendo el factor de riesgo suicida mayor en mujeres que en hombres. En el grupo de las mujeres se reportó con más frecuencia riesgo de suicidio (34,15 %) que en los hombres (18,88 %). Al respecto, se ha encontrado que los hombres tienen mayor riesgo de suicidio que las mujeres con un riesgo relativo igual a 3,5 (Aradena, N., Sanhueza, P., Pacheco G. y Sanhueza A., 2021); si bien los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres (Mi Kim, Hyun Baek, Hyun Han, Lee y Yurgelun Todd, 2014), son las mujeres las que realizan frecuentemente intentos de suicidio, especialmente jóvenes entre 15 y 34 años (Burón, Jiménez Trevino, Saiz y García Portilla, 2016), lo que las ubica en una situación de mayor riesgo.
El presente estudio encontró que casi un 37 % de quienes han sido víctimas de desplazamiento forzado (de manera directa o indirecta) muestran riesgo suicida frente a casi un 27 % de quienes no han sido víctimas de los mismos eventos, existiendo diferencias estadísticamente significativas con riesgo suicida. Varios estudios han demostrado que ser víctima de desplazamiento forzado o emigrar, aumenta el riesgo suicida en algunos casos, ya que supone un desarraigo afectivo y cultural; además de una serie problemática asociadas; como ser la pobreza, una vivienda deficiente, carencia de apoyo social, y expectativas insatisfechas (Valencia Upegui, Campo Cabal, Borrero Cortés, García Gallardo y Patiño García, 2011).
De acuerdo con los resultados, la mayoría de los adolescentes con riesgo suicida (60,87 %) tenía antecedentes familiares de suicidio o intento de suicidio. Según algunos autores, la historia familiar de suicidio o intento de suicidio se asocia frecuentemente al comportamiento suicida (Hernández Bello L, Hueso Montoro C, Gómez-Urquiza JL y Cogollo Milanés Z, 2020), y el historial de intento de suicidio de los padres trasmite una probabilidad casi cinco veces mayor de intento de suicidio en la descendencia (Brent, Melhem y Oquendo, 2015). Los resultados del presente estudio son congruentes y respaldan esta evidencia al hallar asociación entre antecedentes familiares de suicidio o intento de suicidio y el riesgo de suicidio en adolescentes.
En cuanto a la variable funcionalidad familiar, estudios han evidenciado el rol que funcionamiento familiar desempeña en el comportamiento suicida, ya sea como factor protector, como de riesgo cuando existe déficit o disfunción (Parhuana Bando, 2020). En este estudio se evidenció un aumento progresivo del riesgo de suicidio en adolescentes a medida que los índices de funcionalidad familiar bajaban, hallando disfunción familiar grave en un 46 % de los adolescentes con riesgo de suicidio, por lo que se considera un factor de riesgo. Este resultado coincide con el estudio realizado por Castaño Castrillón (Castaño Castrillón, Cañón, Betancur Betancur y Castellanos Sánchez, 2015), quien halló un aumento progresivo del riesgo de suicidio en adolescentes (de 1 a 18 %) a medida que los índices de funcionalidad familiar bajaban. El intento de suicidio en adolescentes se asocia significativamente con la familia disfuncional (OR = 10,11; IC95 %: 4,73-21.61) (Parhuana Bando, 2020). De acuerdo con algunos estudios, que destacan la importante influencia del medio socio- familiar, una comunicación deficiente con los padres, un ambiente carente de calidez familiar, violencia o discordia familiar, serian un obstáculo que impiden el aprendizaje de estrategias eficaces para hacer frente a los eventos vitales estresantes propios de esta etapa de la vida (Fuentes, Arias, Gonzales y Castrillón, 2009); mientras que otro estudio halló que la función familiar en adolescentes del Caribe colombiano y la alerta o riesgo de ideación suicida tiene un relación positiva significativa (p<0,01); a mayor disfuncionalidad familiar mayor riesgo de ideación suicida (Núñez, A., Reyes, L., Sánchez, M., Carmona, F., Acosta, J. y Moya, E., 2020).
De otra parte, en la muestra de estudio se encontró asociación entre el riesgo de suicidio y síntomas psiquiátricos; seis de cada diez adolescentes con riesgo suicida reportaron síntomas de depresión y ansiedad. La evidencia empírica soporta que la exposición a una amplia gama de factores psicológicos y sociales, son los factores de riesgo y potencial desencadenantes, que puede ayudar a determinar el riesgo inminente de suicidio en adolescentes. Las tasas de intento suicida son significativamente más altas en las poblaciones con trastorno mental en comparación con la población general (Suárez Pinilla, y otros, 2020), y la depresión es el trastorno del ánimo más prevalente en el comportamiento suicida, presente en el 60 % de los suicidios (Organización Panamericana de la Salud, 2014), incrementando el riesgo de suicidio hasta en 40 veces con respecto a la población general (García y Aroca, 2014).
La disfunción familiar se asocia con síntomas depresivos en los adolescentes; se ha reportado asociación estadísticamente significativa entre depresión moderada/grave y disfunción familiar leve y grave (p<0,001). La depresión también se asocia con antecedentes personales y familiares de conducta suicida y relaciones familiares disfuncionales (Serna-Arbeláez, D., Terán-Cortés, C. Y., Vanegas-Villegas, A. M., Medina-Pérez, O. A., Blandón-Cuesta, O. M. y Cardona-Duque, D. V., 2020).
El riesgo de muerte por suicidio a lo largo de la vida por alcoholismo es de aproximadamente entre el 10 y el 15 %, y la mayoría de las personas se han encontrado en estado de embriaguez al momento del intento suicida (Valencia Upegui, Campo Cabal, Borrero Cortés, García Gallardo y Patiño García, 2011; Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2018). Para el caso de este estudio, el 12,4 % de la muestra puntuó en algunos reactivos que podrían sugerir riesgo de alcoholismo según el cuestionario de autoreportaje de síntomas psiquiátricos SRQ, presentado promedios significativa- mente más altos en aquellos estudiantes que evidenciaron riesgo suicida en comparación a con los que no lo hicieron. Sin embargo, se considera importante resaltar que en la identificación de trastornos debidos al Consumo de Alcohol (AUDIT), no existen diferencias estadísticas significativas con respecto al riesgo suicida.
Añadido a lo anterior, en este estudio se encontró relación entre el riesgo de suicidio y el abuso de sustancias psicoactivas diferentes al alcohol tales como la marihuana, la cocaína y tranquilizantes. Se ha encontrado que los hombres y mujeres con adicción a sustancias psicoactivas diferentes al alcohol tienen entre cuatro y once veces más, respectivamente, riesgo de morir por suicidio que la población general (Valencia Upegui, Campo Cabal, Borrero Cortés, García Gallardo y Patiño García, 2011). La prevalencia de conducta suicida en adolescentes está asociada al consumo de alcohol, tabaco y sustancias psicoactivas que aumentan el riesgo de suicidio en un 30 % (Hernández-Bello, L., Hueso Montoro, C., Gómez-Urquiza, J.L. y Cogollo Milanés, Z., 2020)
En lo que respecta al acoso escolar y el riesgo de suicidio, el estudio halló asociación a pesar de que fue poco frecuente en los/las adolescentes sujetos de estudio (17 %). Al igual que en otros estudios (Azúa Fuentes, Rojas Carvallo y Ruiz Poblete, 2020; Palacio Chavarriaga, Rodríguez-Marín y Gallego-Henao, 2019), y teniendo en cuenta lo anterior, el acoso escolar es considerado un factor de riesgo de suicidio en adolescentes, ya que, existe evidencia que establece relación entre exposición al acoso escolar y desarrollo de depresión y suicidio en adolescentes, siendo m en adolescentes mujeres (Azúa Fuentes, Rojas Carvallo y Ruiz Poblete, 2020).
Por último, la adicción al internet se asoció con el riesgo de suicidio en los adolescentes escolarizados; tanto la muestra total como el grupo sin presencia de riesgo suicida presentaron una frecuencia de cerca del 8 % a adicción a internet, porcentaje que aumenta al 62 % en alumnos con riesgo suicida. Un hallazgo muy semejante al de Yu et al (2020) quienes plantean que “el uso patológico del internet en adolescentes se asocia fuertemente con depresión, lo que conlleva a la ideación suicida”. De acuerdo con Sarzosa Gómez (2021) los adolescentes que presentan adicción al internet tienen cambios en su conducta tales como aislamiento, mal humor, agresión, evitación, falta de responsabilidad con sus obligaciones, desinterés por socializar; siendo el sexo masculino tiene mayor predisposición a la adicción al internet.
5. CONCLUSIONES
El riesgo suicida en adolescentes escolarizados está asociado con varios factores de riesgo, es decir es un fenómeno multifactorial, por tanto, amerita estrategias integrales de prevención del suicidio con enfoque multidisciplinario para poder intervenir oportunamente aspectos familiares, psicológicos y conductuales. Se recomienda para futuras investigaciones identificar otros factores de riesgo no incluidos en este estudio y evaluar factores protectores.
Teniendo en cuenta que un 28,8 % de los adolescentes escolarizados presentó riesgo de suicidio y varios factores riesgo de suicidio, tales como el género (p = 0,000), víctima de desplazamiento (p = 0,043), antecedentes familiares de suicidio e intento de suicidio (p = 0,000), funcionalidad familiar (p = 0,000), síntomas psiquiátricos (p = 0,000), consumo de riesgo de marihuana (p = 0,009), cocaína (p = 0,014) y tranquilizantes (p = 0,012), acoso escolar (p = 0,003) y adicción al internet (p = 0,000), las estrategias de intervención deben integrar varias variables de forma simultánea, que van más allá de programas educativos netamente informativos.
La utilidad o beneficios (directos o indirectos) de los resultados encontrados en este estudio es orientar la toma de decisiones a partir de los hallazgos encontrados. A juicio de los autores la prevención del suicidio en adolescentes escolarizados requiere un abordaje con enfoque de gestión integral de riesgos, que permite estimar y predecir tempranamente el riesgo de suicidio identificando factores de riesgos asociados para priorizar las medidas de control preventivas frente al riesgo de suicidio.
La investigación presenta algunas limitaciones; el estudio fue realizado en escuelas públicas únicamente, lo que limita la generalización de los resultados. Además, fue un estudio transversal, sería importante realizar estudios con metodología longitudinal. Pese a las limitaciones, los resultados obtenidos brindan la posibilidad de diseñar estrategias de intervención centradas en la detección y prevención del suicidio, como parte del proceso formativo integral de los adolescentes escolarizados.