Introducción
Las áreas protegidas constituyen una de las principales herramientas para la conservación de la diversidad biológica, y tienen por propósito mantener muestras representativas de la biodiversidad y garantizar la continuidad e integridad de los procesos ecológicos y evolutivos a largo plazo (Margules & Pressey, 2000). Por esta razón, la documentación de su diversidad es una tarea priorizada como instrumento para la toma de decisiones ambientales.
El Sistema de Áreas Protegidas del Departamento del Quindío (SIDAP-Quindío) cuenta en la actualidad con 12 áreas protegidas, que en total suman 49 787.84 ha y representan el 27 % del área total del departamento (http://runap.parquesnacionales.gov.co/). Estas áreas, en concordancia con su ubicación en la cordillera de los Andes y su amplio rango de elevación (950 a 4750 m s.n.m.), ofrecen una alta diversidad de ambientes y hábitats para distintas especies (Holdridge, 1967; Arbeláez-Cortés et al., 2011).
Sin embargo, el departamento del Quindío resulta ser uno de los departamentos colombianos con menor información disponible sobre su fauna (Solari et al., 2013; Ramírez-Chaves et al., 2016; Torres-Trujillo & Mantilla-Meluk, 2017), y en el caso particular de los mamíferos, a la fecha no se cuenta con un listado oficial de especies, ni listados específicos para sus áreas protegidas. A pesar de los esfuerzos de documentación adelantados por las autoridades ambientales locales, solo 34 especies de mamíferos reportadas para el departamento cuentan con sustento museológico (Pérez-Torres & Cortéz-Delgado, 2009; Solari et al., 2013; Torres-Trujillo & Mantilla-Meluk, 2017), evidenciándose un vacío de información que dificulta la planeación e implementación de medidas de conservación efectivas para este grupo. El presente artículo da a conocer el primer listado oficial de mamíferos medianos y grandes de 11 áreas de conservación en el departamento del Quindío.
Materiales y métodos
Zona de estudio. El estudio se desarrolló en 11 de 12 áreas de conservación asociadas a la Corporación Autónoma Regional del Quindío (CRQ), localizadas en cinco municipios del departamento: Calarcá, Filandia, Génova, Pijao y Salento. Estas áreas abarcan diferentes elevaciones y zonas de vida (Tabla 1, Figura 1), y cubren una extensión aproximada de 10 776 ha, correspondientes al 21.6 % de las áreas de protección declaradas por el departamento, y cubren el 5.8 % del área departamental (RUNAP, 2019).
Área de conservación | Municipio | Coordenadas | Elevación (m s.n.m.) | Área (ha) | Zona de vida |
---|---|---|---|---|---|
Eco-Parque | Calarcá | 4°30´ N-75°39´ O | 1600 | 11 | (bh-ST) |
Bremen-La Popa | Filandia | 4°40´ N-75°36´ O | 1930 | 3323 | (bmh-M) |
El Jardín | Génova | 4°11´ N-75°45´ O | 2300 | 245 | (bh-Mb) |
Sierra Morena | Pijao | 4°20´ N-75°42´ O | 2000 | 262 | (bmh-Mb) |
El Tapir | Pijao | 4°17´ N-75°37´ O | 2900 | 2760 | (bmh-Mb) |
Estrella de Agua | Salento | 4°37´ N-75°25´ O | 3243 | 538 | (bh-M) |
El Olvido | Salento | 4°42´ N-75°34´ O | 2262 | 20 | (bh-Mb) |
La Picota | Salento | 4°39´ N- 75°28´ O | 2742 | 299 | (bh-M) |
El Bosque | Salento | 4°39´ N-75°26´ O | 3150 | 407 | (bh-M) |
La Montaña | Salento | 4°37´ N-75°27´ O | 2918 | 2327 | (bh-M) |
Navarco | Salento | 4°29´ N-75°33´ O | 2918 | 584 | (bh-M) |
Toma de datos. Entre julio y diciembre del 2016 se documentó la presencia de mamíferos medianos (150 g - 5 kg) y grandes (> 5 kg; Falcão et al., 2012), mediante la implementación de métodos de muestreo complementarios: recorridos por transectos e instalación de cámaras trampa.
Recorridos por transectos. Se realizaron recorridos diurnos y nocturnos por senderos de longitudes entre 1 y 5 km, de acuerdo a la topografía del lugar. Durante los recorridos se documentaron las observaciones directas de mamíferos y las evidencias indirectas de presencia, como huellas, heces, madrigueras, cadáveres, marcas en los árboles y señales de forrajeo.
Cámaras trampa. En cada área de conservación se instalaron por periodos de 30 días tres cámaras trampa de referencia Bushnell Trophy Cam Trail Moultrie. Las cámaras fueron instaladas estratégicamente cerca a sitios de paso natural y fuentes de agua. La independencia de registros se garantizó teniendo en cuenta únicamente registros separados temporalmente por más de 60 minutos (Díaz-Pulido & Payán, 2012; Chávez et al., 2013).
Determinación taxonómica y estado de conservación. La determinación taxonómica de los mamíferos se realizó siguiendo las claves de Eisenberg (1989) y Linares (1998). La identificación de rastros se basó en las claves de Navarro (2005) y Aranda (2012) y se definieron las categorías de amenaza y el estado de conservación a partir de las actualizaciones más recientes de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (https://www.iucnredlist.org/).
Resultados
Para las 11 áreas de conservación se documentó la presencia de 21 especies de mamíferos (diez medianos y 11 grandes) agrupadas en nueve órdenes y 15 familias (Tabla 2). Cuatro de las especies registradas se encuentran bajo categoría de amenaza según la IUCN: Tapirus pinchaque En Peligro (EN), y Aotus lemurinus, Leopardus tigrinus y Mazama rufina bajo categoría Vulnerable (VU; Figura 2). Las dos áreas de conservación con más especies amenazadas (Vulnerable y En Peligro) fueron Estrella de Agua (Tapirus pinchaque, Leopardus tigrinus y Mazama rufina) y Sierra Morena (Aotus lemurinus, Leopardus tigrinus y Mazama rufina) con tres de las cuatro especies. Por último, se resalta la presencia de Leopardus pardalis en el Quindío, especie que hasta la fecha no había sido documentada en el departamento (Figura 3).
El área de conservación con mayor número de especies registradas fue Sierra Morena con once, seguida por Estrella de Agua con ocho, y La Montaña, El Tapir y Navarco con siete cada una. La mayoría de estas áreas se encuentran localizadas por encima de 2900 m s.n.m.; el área con menor número de registros fue El Jardín, con dos especies (Tabla 2). El orden más representativo en los muestreos fue Carnivora, con diez especies (48 %), seguido por Rodentia, con cuatro especies (19 %), y siete órdenes más, Cetartiodactyla, Cingulata, Didelphimorphia, Lagomorpha, Perissodactyla, Pilosa y Primates estuvieron representados por una sola especie (4.7 %; Tabla 2). Las especies más comunes fueron Didelphis marsupialis, M. rufina y L. tigrinus con registros en siete de las 11 áreas de conservación, seguidas por Dasypus novemcinctus y Nasua nasua registradas en cinco de estas. Cinco especies sólo tuvieron presencia en una única área de conservación: Herpailurus yagouaroundi en El Olvido; Potos flavus y Tamandua mexicana en Sierra Morena; y L. pardalis y Mustela frenata en El Tapir.
Discusión
El total de mamíferos medianos y grandes registrados en las 11 áreas de conservación de la CRQ representa el 21.4 % de las 98 especies de mamíferos con presencia sugerida para el Quindío, uno de los departamentos con menor información científica disponible sobre su mastofauna (Torres-Trujillo & Mantilla-Meluk, 2017). Cuatro de las 21 especies registradas se encuentran amenazadas según la IUCN, y tienen como principal amenaza la pérdida de hábitat por deforestación y su distribución restringida a bosques andinos. El resto de las especies, aunque no se encuentran amenazadas, presentan poblaciones en declive (Morales-Jiménez et al., 2008; Payán & de Oliveira, 2016; Lizcano et al., 2016; Lizcano & Álvarez, 2016; IUCN, 2019). Andrade (1993) menciona que la elevada diversidad en los bosques andinos ha sido altamente afectada por un proceso intenso y continuo de deterioro ambiental, resultante de la expansión de la colonización humana, que ha generado cambios drásticos sobre la biota. Las áreas protegidas de los Andes, como cualquier otra área declarada con fines de conservación, representan la oportunidad de dar continuidad a los procesos ecológicos y evolutivos que han venido moldeando las poblaciones y sus hábitats, razón suficiente para incrementar esfuerzos que garanticen el debido manejo y administración de dichas áreas (Rodríguez et al., 2013). Por tal razón, se resalta la importancia de las áreas protegidas de la región andina y, particularmente, de las áreas de conservación administradas por la CRQ, y su papel clave en la permanencia de especies típicas de los bosques andinos, como el tigrillo lanudo L. tigrinus y el venado soche M. rufina, categorizadas como amenazadas y presentes en la mayoría de las áreas de conservación.
El nuevo registro para el Quindío de la especie L. pardalis se efectuó en la zona suroriental del departamento, en la reserva El Tapir del municipio de Pijao. La ausencia de registros de esta especie podría estar relacionada con la situación histórica de conflicto armado que tuvo lugar en las zonas sur y suroriental del departamento hasta la última década, limitando la llegada de investigadores a estas zonas y con ello imposibilitado el desarrollo de investigaciones científicas en campos como la mastozoología (Gómez-Hoyos et al., 2014). Aunque L. pardalis ha sido sugerida para todo el territorio nacional como una especie común (Solari et al., 2013), el 90 % de los registros corresponden a ocurrencias en bosques húmedos tropicales por debajo de los 1200 m s.n.m., considerándose rara en altitudes elevadas (Murray & Gardner, 1997; Nowell & Jackson, 1996). El Quindío se extiende desde los 950 m s.n.m. y la mayoría de sus ecosistemas son montanos (Arbeláez-Cortés et al., 2011), por lo que se pensaría poco probable la presencia de L. pardalis en gran parte del departamento. Sin embargo, se obtuvieron registros de L. pardalis por encima de los 3000 m s.n.m., altitud superior a la previamente reportada para la especie (Paviolo et al., 2016). López-González et al. (2003) atribuyen la presencia de L. pardalis en elevaciones altas a movimientos temporales relacionados con la oferta de agua y alimentos, mayor en hábitats montanos durante temporadas de escasez en tierras bajas, donde habita principalmente. Otras especies con registros en solo una de las áreas (H. yagouaroundi, T. mexicana, P. flavus y M. frenata) también se caracterizan por habitar principalmente bosques tropicales de tierras bajas o ecosistemas abiertos, diferentes a los bosques de las áreas de conservación estudiadas (Ortega et al., 2014; Caso et al., 2015; Helgen et al., 2016; Helgen & Reid, 2016).
Las áreas de conservación que acumularon el mayor número de especies de mamíferos comparten la característica de estar cercanas o inmersas en otras áreas de conservación enmarcadas en el SIDAP-Quindío. Por ejemplo Sierra Morena y El Tapir se encuentran adyacentes al Distrito Regional de Manejo Integrado Chilí Bosque Alto Andino Pijao; de manera similar, las reservas Estrella de Agua, La Montaña y Navarco están asociadas a la zona de amortiguación del Parque Nacional Natural Los Nevados, La Reserva Forestal Central y el Distrito Regional de Manejo Integrado de la Cuenca Alta del Río Quindío en Salento (PNN, 2017; CRQ, 2008; González, 2017), situación que estaría contribuyendo a la interconexión por corredores entre reservas, favoreciendo el movimiento de las especies, y configurándose como un sistema de Reservas Archipiélago, definido como “Área protegida extensa, de proyección regional, que incluye varias áreas protegidas bajo distintas disposiciones legales y también espacios intermedios sin regulaciones de conservación” (Halffter, 2007; ).
Al igual que en otros inventarios de medianos y grandes mamíferos realizados en el Neotrópico y particularmente en la región andina (Gómez et al., 2001; Lavariega et al., 2012; Solari et al., 2013; Cortés-Marcial & Briones-Salas, 2014), las especies de carnívoros y roedores dominaron en número en los muestreos. Investigaciones clásicas argumentan que la diversidad de carnívoros en un lugar depende directamente de la abundancia de sus potenciales presas, haciéndolos susceptibles a las perturbaciones ambientales y a la degradación y pérdida del hábitat (Woodroffe & Ginsburg, 1999; Laidlaw, 2000; Cardillo et al., 2004). Bajo esta premisa, se esperaría encontrar riquezas altas para las especies de carnívoros, como también para las especies de roedores medianos, sus principales presas (Terborgh, 1988).
Entre las especies con mayor número de registros para las áreas de conservación de la CRQ se encuentra D. marsupialis, descrito como uno de los mamíferos más comunes y abundantes en gran parte del neotrópico (Eisenberg, 1989; Emmons & Feer, 1997). Paradójicamente, dos especies más: M. rufina y L. tigrinus, con presencia en la mayoría de las áreas, se encuentran categorizadas como vulnerables a la extinción y con poblaciones en disminución según la UICN. Ambas especies fueron registradas entre los 2000 y 3500 m s. n. m., altitudes entre las cuales se distribuyen normalmente y que corresponden a hábitats de vegetación densa típicas de los Andes, que ofrecen zonas de refugio y alimentación (Payán & González-Maya, 2011; Lizcano & Álvarez, 2016; Payán & de Oliveira, 2016). En el caso particular de M. rufina, Cújar (2006), determinó que esta especie también utiliza coberturas como pastizales, zonas intervenidas e incluso coexiste con el ganado en zonas de baja presencia y tránsito de personas, como sucede en las áreas protegidas de los bosques andinos que administra la CRQ. En el caso de L. tigrinus, la especie es considerada rara y hasta el 2011 solo se encontraron 27 registros confiables en el país, todos restringidos a la región Andina (Payán & González-Maya, 2011).
Este estudio es una contribución para la construcción de un listado de los mamíferos presentes en las áreas de conservación de la CRQ, y representa además una base para la construcción del listado de mamíferos del departamento del Quindío. Esperamos que motive futuras investigaciones en pro de garantizar la permanencia de las especies de mamíferos y los ecosistemas que habitan, mediante la adecuada administración de las áreas de conservación. Se recalca la importancia de las áreas protegidas de la CRQ en el mantenimiento e integridad de los ecosistemas típicos de los Andes.