Estos elementos del en tramado de sentidos, permiten indagar en aspectos subjetivos, afectivos, emotivos y valorativos que se movilizan y que, al mismo tiempo, dan cuenta de los efectos que las modificaciones en el entorno construido pueden generar en las relaciones sociales vecinales.
Introducción
Los dispositivos urbanísticos de transformación de las ciudades contemporáneas modifican la vida cotidiana interviniendo en la fisonomía, los atributos, los valores y las costumbres. Las relaciones entre los efectos socioespaciales y las apropiaciones, negociaciones y conflictos que pueden suscitar estas intervenciones no son lineales y toman matices distintivos. De aquí se desprende la necesidad de analizar en profundidad casos situados que, a su vez, se articulan con procesos económicos, políticos y sociales vinculados a la globalización y al neoliberalismo (De Mattos, 2002).
La intervención de la costa de Rosario[2] (Argentina) tomó impulso en la década del noventa mediante políticas públicas específicas orientadas a reestructurar y recuperar zonas consideradas degradadas. A partir del reordenamiento de espacios, actividades y símbolos, estas acciones buscaron configurar una imagen de ciudad adecuada al modelo urbano contemporáneo de ciudad cosmopolita, dinámica, creativa e innovadora (Vera, 2017).
Si bien existe cierto consenso social que legitima diversas intervenciones, también es posible hallar disputas por la ciudad. De acuerdo con los planteamientos de diversos autores, el espacio, entendido como espacio social, se considera como proceso y producto de las relaciones sociales que en él se despliegan, se visibilizan, significan y materializan. Los conflictos son parte del proceso de producción social del espacio urbano, en donde entran en tensión los espacios vividos, percibidos y concebidos (Lefebvre, 2013), pero donde también se interpela al orden urbano que establece, implícita o explícitamente, modos de interacción cotidianos (Duhau, Giglia, 2016). Asimismo, la dinámica que imprimen los conflictos urbanos producen efectos territoriales (valores y cualidades de los territorios), sociales (formas de socialización, organización, redes y alianzas), jurídicos (normas legales) y políticos (politización, emergencia de actores políticos) (Melé, 2016). Estas relaciones son conflictivas porque están vinculadas con la apropiación y disputa de los espacios en tanto valor de uso o valor de cambio[3] (Lefebvre, 2017) que trastoca los procesos de regeneración urbana que derivan, generalmente, en una revalorización del suelo y un consecuente fenómeno de desplazamientos sociales (Janoshka, 2005). En consecuencia, toda intervención espacial es también, indefectiblemente, una intervención en la trama social.
Por otra parte, desde la perspectiva de los imaginarios urbanos se insiste en la necesidad de estudiar las articulaciones entre las miradas subjetivistas y el diseño de políticas públicas, de indagar cómo interactúan los imaginarios con las prácticas y las formas urbanas desde un posicionamiento que alimente la crítica y la reflexividad (Lindón, Hiernaux, Aguiar, 2006; Hiernaux, 2007; Gravano, 2015). A partir de cómo significan el espacio social los diferentes actores, estos irán dirimiendo sentidos posibles, proyecciones y ensoñaciones que permean la forma de vivir y producir la ciudad. Por esta razón se considera que en un contexto de transformación urbana se movilizan las tramas de sentidos sobre la que se despliega la producción del espacio urbano.
A partir de estos elementos se propone avanzar en la comprensión del "Proyecto de Transformación de la Ciudad Universitaria de Rosario y su entorno". La intervención se localiza en el área de la costa central e implica un sector particular del barrio República de la Sexta. El proyecto busca la relocalización, dentro del mismo barrio, del asentamiento ubicado sobre la barranca, en terrenos pertenecientes a la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Tras su anuncio televisivo se desató un proceso conflictivo que fue mutando.
Este trabajo analiza la primera fase del proyecto, que abarca de febrero de 2018 a diciembre de 2019, cuando, con el cambio de gestión política (provincial, municipal y, anteriormente, universitaria), se experimenta una ralentización, sino detenimiento, de las obras y dinámicas político-territoriales desplegadas en el barrio. Este estudio de caso versa sobre la única villa ubicada en el distrito centro de Rosario. Por ende, dialoga con el campo de estudios urbanos que abordan las transformaciones de áreas centrales[4] y procesos de intervención en barrios populares[5]. Se propone contribuir con un modo de estudio de los procesos de transformación urbana que recupere la multiplicidad de sentidos y posiciones que imprimen dinamismo y complejidad y que, al mismo tiempo, permiten identificar los elementos significativos sobre los que se dirime la producción de la ciudad contemporánea.
¿Sobre qué matrices de sentido se apoya este proceso de transformación y de producción del espacio? ¿Qué elementos de la vida cotidiana se tornan centrales? Se busca identificar manifestaciones de los imaginarios sociales que entran en tensión e inciden de manera contundente en el proceso de producción del espacio. Estos elementos del entramado de sentidos, permiten indagar en aspectos subjetivos, afectivos, emotivos y valorativos que se movilizan y que, al mismo tiempo, dan cuenta de los efectos que las modificaciones en el entorno construido pueden generar en las relaciones sociales vecinales. Para ello se construyó un corpus heterogéneo que combina trabajo etnográfico, análisis historiográfico y hemerográfico.
En un trabajo anterior (Vera, 2019b) se reconocieron las 'significaciones de legitimación' que operan en este proceso. Como continuidad del proceso de investigación, en esta oportunidad se presentan las 'lógicas simbólico-espaciales' que contemplan las matrices de sentido sobre las que se asientan las acciones que se desencadenaron en la intervención.
La perspectiva teórico-metodológica de los imaginarios sociales resulta adecuada para desarrollar un acercamiento más profundo a las disputas desplegadas en este proceso, porque facilita el rastreo de las asociaciones de sentidos, materializaciones, representaciones y prácticas que componen la dinámica del mundo urbano, y orienta la posterior interpretación de lo que esas asociaciones ponen en relación.
Apunte Metodológico
Este artículo se enmarca en una investigación más amplia[6] que se encuentra finalizando la primera fase del análisis. Para dar respuesta a la pregunta central, ¿cómo se configura la matriz de sentidos en un proceso conflictivo de producción social del espacio urbano?, se emplea una estrategia metodológica cualitativa sostenida en un trabajo de campo etnográfico (Guber, 2001), que incluye seis observaciones participantes en asambleas, festivales y desalojos; registros fotográficos en recorridas de campo y once entrevistas semiestructuradas y en profundidad a distintos actores sociales, para la generación de fuentes primarias empleando la técnica bola de nieve (PU: Personal Universitario, VA: Vecina, VO: Vecino, RB: Referente Barrial, C: Concejal, FP: Funcionario Público). Asimismo, se realizó un trabajo hemerográfico y documental para componer las fuentes secundarias sobre el que se apoya el procedimiento de triangulación de fuentes (Denzin, 1979). La identificación de las seis 'significaciones de legitimación' se llevó a cabo mediante análisis de datos textuales, con una estrategia de análisis temático que permite captar la variabilidad de las posiciones en torno a un tema. Para identificar los significados recurrentes dispersos en las entrevistas se diseñó una malla temática (Baeza, 2002). A este primer resultado de investigación (Vera, 2019b) se suma el análisis de las notas de campo y observaciones participantes para dar cuenta de lo que se expone como nuevos resultados en este artículo: las 'lógicas simbólico-espaciales'.
Transformaciones Urbanas Contemporáneas en Rosario: caso Barrio República de la Sexta y Ciudad Universitaria
Desde la perspectiva de este trabajo se considera que las transformaciones urbanas bajo sus distintas modalidades -regeneración, recualificación, reestructuración, revitalización o revalorización (Moya González, Díez de Pablo, 2012) - son dispositivos urbanísticos empleados por la gestión política para intervenir la ciudad existente en función de ciertos intereses que suelen excluir los deseos y demandas de las poblaciones afectadas. En consecuencia, devienen un elemento disruptivo en los procesos de producción del espacio, porque movilizan no sólo la materialidad sino también los imaginarios sociales y los modos de vida existentes, dinamizando las relaciones en la trialéctica espacial (espacios concebido, percibido y vivido) propuesta por Lefebvre (2013). Este tipo de intervenciones se caracterizan por el dominio del 'espacio concebido', abonado por el discurso tecnocrático, científico y político, que despliega las características, representaciones y proyecciones espaciales con cierta violencia (simbólica e incluso física) sobre los hábitos, las historias, lazos sociales y prácticas espaciales ('espacio percibido') y, también, sobre los 'espacios vividos' o de representación, donde predomina lo simbólico de la relación entre los habitantes y el espacio urbano (Lefebvre, 2013). En la dinámica que se activa a partir de las intervenciones los conflictos urbanos dejan entrever la trama de sentidos que componen, a partir de relaciones de acuerdos y disputas, los territorios y las acciones de los diversos actores implicados.
El caso de la "Transformación del Barrio República de la Sexta y Ciudad Universitaria de Rosario" (en adelante CUR) se inscribe en un proceso más amplio vinculado a la reconfiguración de la ciudad a partir y desde su costa, que toma impulso desde la década del noventa con la gestión política local vinculada al Partido Socialista[7]. A nivel nacional, las transformaciones económicas, políticas y sociales del país acarrearon una crisis que se profundizó hacia fines de 1990 y eclosionó en la crisis de 2001-2002. En un contexto de crecimiento de la economía flexible, de la tecnificatión y de la modernización de la gestión pública, se desarrolló el Plan Estratégico Rosario 1998 (Municipalidad de Rosario, 1998) como hoja de ruta de la gestión y las políticas públicas locales. Allí se diagnosticaba el agotamiento de la ciudad industrial y el declive del régimen de acumulación como causantes de la crisis urbana. Para enfrentarla, se necesitaba una ambiciosa transformación. La metamorfosis de la ciudad se hacía indispensable y el objetivo fue consolidar "una ciudad abierta, plural, integradora, moderna y creativa, que ocupe un lugar relevante entre las ciudades latinoamericanas" (MR, 1998, p. 5).
La materialización de la metamorfosis se espacializó en la costa. Como explican Roldán y Godoy (2020), el objetivo de construir un nuevo waterfront se benefició de la obsolescencia de las infraestructuras portuarias existentes, de las nuevas alianzas regionales (Mercosur 1991), del trazado de la hidrovía Paraná-Paraguay (1995), de la construcción del puente Rosario-Victoria (2003) y de un contexto de reforzamiento de los gobiernos locales.
La línea de la costa inaugura este proceso con la renovación de los espacios públicos y los corredores viales en la zona de la costa central. El Parque de España y el Centro Cultural Parque de España (1992) fueron las primeras intervenciones pública de reestructuración de instalaciones ferroportuarias, orientadas por nuevos usos recreativos y culturales (Jajamovich, 2012; Roldán, Godoy, 2020). Luego siguió la recualificación de los galpones de depósito del antiguo puerto, con el proyecto "Ciudad Joven", donde se buscó hacer converger cultura, innovación, tecnologías, diseño y juventud como nodo destacado de la 'nueva' ciudad, recuperando, a su vez, un espacio estratégico en la costa ribereña central (Vera, 2017). A la secuencia de intervenciones sobre la costa se suma el Museo de Arte Contemporáneo, que está emplazado en los antiguos silos en el Parque Sunchales. Inmediatamente al norte del área central, se encuentra Puerto Norte el proyecto urbano conslidado de mayor extensión de la ciudad. (Cuenya, 2006; Añaños, 2015). Este último implicó la reconversión del área ferroportuaria e industrial y se refuncionalizó como zona residencial de alta gama. En este proceso los imaginarios patrimonialistas vinculados a la arquitectura y la naturaleza fueron argumentos centrales de la transformación (Vera, 2018). Hacia el sur, las intervenciones sobre la línea de la costa central fueron menores. No obstante, es en este marco donde se impulsa el proyecto "Transformación de la Ciudad Universitaria de Rosario y su entorno", como se lo denomina inicialmente[8], ubicado en el límite del centro rosarino (Imagen 1). Los primeros antecedentes de esta idea aparecen en el PER de 1998:
El proyecto del Centro Universitario Rosario, (...) posibilitará la revalorización de un amplio sector de la ciudad, como así también el inicio de las operaciones de recuperación de la barranca sur. Su ubicación estratégica (...) frente al río, lo predispone como uno de los sitios a ser refuncionalizados para continuar con la serie de operaciones tendientes a la recuperación total de la ribera sobre el Paraná. (MR, 1998, p. 226)
El caso de estudio comprende el predio de la Ciudad Universitaria de Rosario (CUR), localizado en el barrio República de La Sexta, en el macrocentro de Rosario. "Ni centro ni sur", "fuelle" o "paréntesis" entre el área central y el sur (Cicutti, 1997), desde 1996 se lo designa dentro del distrito centro[9].
El primer proyecto de creación de una Ciudad Universitaria en Rosario se plasmó en el Plan Regulador de 1935. La propuesta era construirlo hacia el norte de la ciudad, en La Florida, empalmado a la reserva natural (Montes, 1980). Ese proyecto nunca se llevó a cabo y fue recién, con la nacionalización de los ferrocarriles en 1948, que la posibilidad de construirlo se fue tornando cierta.
En 1953 se promulga la ordenanza 1030/53 que en su art. 9 dice:
"Declárese "Ciudad Universitaria", la superficie comprendida entre avenida Pellegrini, avenida Belgrano, bulevar 27 de Febrero, calle Esmeralda entre bulevar 27 de Febrero y calle Riobamba, y antiguo acceso del Ferrocarril ex-Oeste Santafesino entre calle Riobamba y avenida Pellegrini" (Ordenanza, 1030/53)
En 1958, se declaran de utilidad pública y sujetos a expropiación los inmuebles de propiedad privada, del área comprendida entre la traza del FFCC Belgrano al oeste (entre calle Chacabuco y Esmeralda), la Av. de Belgrano al este, Bv. 27 de Febrero al sur y Av. Pellegrini al norte. Estos terrenos y propiedades se destinan al uso educativo para el emplazamiento de la CUR, en ese entonces dependiente de Universidad Nacional del Litoral, para radicar allí un área para el desarrollo universitario de Rosario, según se indica en la Ley 1374 (Montes, 1980).
Sin embargo, esos terrenos no estaban 'vacíos' ni en 'desuso'. A las antiguas construcciones del ferrocarril se sumaban "viviendas marginales heredadas de 'La Polvorita' que a pesar de las expropiaciones siguen en pie" (Cicutti, 1997, p. 57). La villa asentada sobre las barrancas que miran al río Paraná antecede, aunque no del mismo modo al que hoy la conocemos, la instalación de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) (Rosenstein, 2019), que se crea en 1968 y comienza a funcionar allí en 1971 (Pla, 2000). Algunos de los terrenos y edificaciones que pasaron a ser propiedad de la UNR fueron ocupados a lo largo de los años, varios convertidos en espacios universitarios y otros cedidos en comodato a organizaciones barriales. A comienzos de la dictadura cívico-militar, en 1976, se produjeron desalojos masivos y parte de los vecinos de La Sexta fueron relocalizados en barrio Las Flores en zona sur. Entre 1978 y 1980 el predio CUR fue redimensionado y se realizó una suerte de 'segunda fundación', en ese contexto, muchas de las familias desalojadas volvieron al barrio. Sin embargo, en 1982 se produjeron nuevos desalojos que se repetirían en las décadas posteriores.
Los objetivos de la intervención analizada fueron delineados en el Plan Estratégico Rosario 1998 (PER) (Municipalidad de Rosario, 1998), el Plan Urbano Rosario 2007-2017 (PUR) (MR, 2011) y en el Plan Estratégico Rosario Metropolitana 2010 (PERM) (MR, 2010) y consisten, fundamentalmente, en recuperar los terrenos propiedad de la UNR localizados sobre la barranca donde se emplaza el asentamiento informal.
En los planes se lo articula con "La ciudad de la creación", "La ciudad del río" (MR, 1998) y "Las centralidades urbanas" (MR, 2011) que operan como marcos del imaginario de la ciudad y expresan las ideaciones de un espacio concebido que se encarna en este proyecto en tanto sector identificado como estratégico para revalorizar la costa ribereña (MR, 1998). "Rosario se distingue por su condición de ciudad universitaria" (MR, 1998, p. 101) lo que se presenta como un capital a explotar para la reactivación económica deseada, donde el CUR es nodal en ese enclave científico-tecnológico[10] (Imagen 2).
El proyecto se articula entre el Gobierno de la Provincia de Santa Fe, la MR y la UNR; prevé la construcción de 321 viviendas en el barrio donde se re-localizarían las familias asentadas sobre la barranca. Asimismo se proyectan obras de pavimentación, tendido de red cloacal y pluvial, alumbrado público y una avenida (Imagen 2). El proyecto se encuentra regulado en la ordenanza 9.880, donde se afirma que
la ejecución de este proyecto permitirá la transformación integral de esta parte de la ciudad potenciando tanto el área ocupada por la Universidad como el mejoramiento de las condiciones de habitabilidad del Barrio República de la Sexta y contribuirá a fortalecer la identificación de este fragmento de la costa central con un rol definido y de alto valor simbólico y funcional. (Ord. 9.880, p. 1)
El 26 de febrero de 2018 el proyecto se presentó en los medios de comunicación. En ese momento los vecinos tomaron conocimiento de la intervención. A los pocos días del anuncio, las casas aparecieron marcadas con números en las fachadas (Imagen de portada), "como pasó con los milicos en el 76" (VA., 18/9/2018) y se realizó un falso censo de animales para relevar cuántos habitantes residían en cada una de las viviendas11. Estas operaciones despertaron sospechas, intranquilidad y una gran desconfianza sobre las intenciones del proyecto. Se reactivaron las memorias familiares, las experiencias, los miedos, las luchas y las incertidumbres latentes durante años.
El proceso de transformación urbana de este sector del barrio se trata de una operación urbanística pública que cuenta con un complejo entramado de actores que interactúan e inciden de manera diversa en la toma de decisiones y en las actividades de resistencia y/o de generación de acuerdos. En cuanto al Estado, intervienen dos niveles de gobierno: provincial[12] y municipal[13]. Por otro lado, se encuentra la UNR, que es propietaria de las tierras (en desuso, usurpadas, ocupadas, en comodato). Y los vecinos del barrio, que presenta una composición sotiodemográfica diversa y heterogénea que plasma en el territorio la segregación socioespacial. En las proximidades del CUR se localiza un asentamiento con condiciones habitacionales muy precarias. A medida que se avanza por el barrio hacia el oeste se encuentran viviendas de clase media baja y clase media, y, pasando calle Necochea, se encuentra una población de clase media y media alta. Por último, en la zona intervenida y en las cuadras aledañas se ubican numerosas instituciones: organizaciones sociales, clubes deportivos, centros culturales, escuelas, centro de salud, iglesias, copas de leche y agrupaciones políticas que tienen presencia en el barrio.
Los vecinos implicados en la relocalización poseen distintas posturas al respecto. Algunos están a favor de la intervención, otros la aceptan con ciertos reparos; también están los que se oponen. Si bien desde las organizaciones sociales entrevistadas se manifiesta que habría una mayoría de acuerdo con el proyecto, este amplio sector también se encuentra en disputas por el espacio, por las condiciones de acceso a las nuevas viviendas y, principalmente, en una situación de gran incertidumbre (Imagen 3).
"Incluso quienes están de acuerdo no están felices con las obras" (RB., 13/9/2019). En estas dudas e insatisfacciones es posible identificar tensiones que operan en la producción del espacio, donde resulta relevante comprender cómo se compone la trama de sentidos a partir de la cual se articulan las transformaciones materiales y las afectaciones subjetivas.
Entramado de Sentidos en la Producción y Transformación Urbana
"El espacio social (...) es efecto de acciones pasadas, el espacio social permite que tengan lugar determinadas acciones, sugiere unas y prohíbe otras." (Lefebvre, 2013, p. 129). La producción social de lo urbano se sustenta en los imaginarios sociales que son esquemas de interpretación de la realidad construidos a través de múltiples procesos de socialización (Castoriadis, 2003; Baeza, 2000). Es a partir de ellos que una sociedad define, en cada momento, las posibilidades, las valoraciones y prohibiciones que ejercen su influencia en la configuración de los espacios. Los imaginarios orientan la acción individual y colectiva. Asimismo, los 'imaginarios urbanos' (Gravano, 2015; Lindón, Hiernaux, 2008; Vera, 2019a) permiten poner en diálogo lo espacial y lo social, haciendo énfasis en la dimensión simbólica y cultural que atraviesa esos cambios. "En las construcciones simbólicas hay estratos o niveles de mayor o menor grado de profundidad y abstracción" (Girola, 2018, p. 45). En este caso, los imaginarios sociales constituyen el estrato más profundo, donde se gestan los procesos de producción, reproducción, disputa y creación de la ciudad y lo urbano. Estos procesos inciden en los modos subjetivos de apropiación de la ciudad que son accesibles a partir de las prácticas, los modos de vida y las representaciones sociales de diversos grupos sociales (Vera, 2019a). Para avanzar en la comprensión de esta dimensión se recurre a dos construcciones analíticas: las significaciones de legitimación y las lógicas simbólico-espaciales.
Las 'significaciones de legitimación' están ligadas al campo de las representaciones sociales, poseyendo menor nivel de abstracción. Permiten ver cómo los mismos significantes representan significados diferentes para distintos actores y dan cuenta de las significaciones empleadas en el campo simbólico de disputa. Las 'lógicas simbólico-espaciales' constituyen marcos de referencia más generales, de mayor nivel de abstracción. Las relaciones entre estas categorías no son unidireccionales, sino que componen un flujo de retroalimentación permanente y, entre ambas, configuran el entramado del imaginario social, que se ubica en un mayor nivel de abstracción y se manifiesta en y a través de las categorías mencionadas.
A continuación, se reponen resultados previos (Gráfico 1) para facilitar la comprensión de la propuesta referida a las lógicas simbólico-espaciales identificadas.
Lógicas Simbólico-espaciales: Tensiones y Sociabilidades en la Producción del Espacio Urbano
Uno de los supuestos de la teoría de los imaginarios sociales (IS) es que los imaginarios inducen a la acción, pero ¿cómo dar cuenta de la capacidad actante de los imaginarios en un proceso de transformación urbana? Para ello se postulan las ‘lógicas simbólico-espaciales’. Estas conforman estructuras simbólicas que implican la acción, poseen mayor nivel de abstracción en tanto articulan el ‘poder actante’ de los IS con las ‘significaciones de legitimación’. Es decir, son actuaciones de lo imaginario social, a través de las cuales se pueden observar elementos de la vida urbana en pleno proceso de cambio. En ellas es posible indagar coincidencias y contradicciones tanto dentro de los mismos grupos como entre ellos. Adquieren tonalidades diferentes y pueden operar solo temporalmente imprimiendo dinamismo y matices a los procesos conflictivos de producción de la ciudad. En este caso identificamos cuatro lógicas simbólico-espaciales estructuradas a partir de opuestos complementarios. Los insumos fueron las significaciones de legitimación mencionadas en torno a las cuales se despliegan las tácticas y estrategias.
La primera, y predominante en este proceso, es la ‘lógica invisibilizar-visibilizar’. Los distintos actores activan diferentes repertorios para ocultar o mostrar ciertos fragmentos de historia, de valores, de relaciones y de deseos. Por un lado, emerge el ‘barrio’ donde se identifican prácticas y significaciones que se materializan, por ejemplo, en las “prácticas de nominación” (Scott, 1998). Es decir, los modos de nombrar encarnan cierta lógica simbólico-espacial que favorecen el rastreo de tensiones. En este caso sucede con al menos dos nominaciones. En primer lugar, con el proceso de nominación del proyecto en el que se evidencia un proceso de ‘invisibilización-visibilización’ del barrio como objeto central de la intervención. Cuando se lanza oficialmente, el proyecto es presentado como: "Transformación de la Ciudad Universitaria y su entorno". El 'entorno' refiere al barrio, pero se lo invisibiliza, poniendo el eje del plan en la Ciudad Universitaria.
Los conflictos y negociaciones que se desencadenaron implicaron la conformación de una mesa de trabajo entre diversos actores del barrio y funcionarios. Luego de un mes de reuniones, se elaboró y aprobó la Ordenanza 9.880 y, desde entonces, el proyecto se denomina: "Transformación Urbana Integral Barrio República de la Sexta y Centro Universitario Rosario". El 'entorno' difuso cobra existencia al nombrarlo y se lo pone en primer lugar, pasando a segundo plano la intervención en el CUR en orden de relevancia. El otro caso es el nombre de la avenida que se construye sobre la actual calle Beruti. Oficialmente se la llama Avenida de la Universidad, nombre que se mantiene pese a los reclamos y quejas de los vecinos: "la Universidad nos quiere sacar todo, hasta los nombres del barrio" (Nota de campo (NC), conversación con vecino, octubre 2018). En contraparte, proponen que se la nombre Av. de La Sexta o Av. Beruti respetando los nombres del barrio. Esta identidad barrial no sólo se inscribe en lugares significativos sino también en las prácticas cotidianas y lazos sociales. Es decir, en la sociabilidad que va delineando los rasgos propios.
El espacio construido y la sociabilidad se expresan, por ejemplo, en la necesidad de tener patio o espacio para la cría de animales y la acumulación de elementos producto del cirujeo, o veredas amplias para "poder tomar mate con las vecinas. ¿Dónde vamos a estar ahora, en una escalera de edificio, en un balcón de 2 x 2?" (NC- Conversación con vecinas, 25/6/2019). El discurso técnico es un mecanismo de invisibilización y distanciamiento ya que los vecinos "no entienden los dibujitos" (NC, conversación con C., 31/7/2018). "¿Por qué no nos traen una maqueta y nos explican bien cómo van a ser los departamentos? Nos vienen con cosas que no entendemos, pero no porque seamos brutos, pero hay que estudiar arquitectura para entender lo que te muestran" (NC. Conversación con vecinas, 25/6/2019). Durante este proceso existió una tensión respecto de la reconstrucción de ciertos relatos del pasado y la ponderación de un futuro diferencial tanto para los vecinos como para la comunidad universitaria y el resto de la ciudad. Si el asentamiento era o no previo a la instalación de la UNR, si eso implicaba o no un marco normativo específico, si acaso no valía nada lo que los vecinos sentían por sus casas, son algunos de los elementos que impulsaron acciones y discusiones concretas en distintas instancias.
Los elementos que situamos en cada lógica dialogan e intervienen en las demás, no se trata de esferas que operan de manera independiente. Se comprueba que parte de los relatos expuestos también dialogan con la 'lógica perder-ganar' que implica acciones relacionadas con aspectos materiales y/o simbólicos de la vida urbana. ¿Qué se gana y qué se pierde? ¿Para qué y para quién se construye? Las acciones de intervención territorial para construir la avenida implicaron ciertas pérdidas: árboles añejos, demolición de construcciones y futuras relocalizaciones en pos de una ganancia proyectada para un gran número de supuestos beneficiarios. Por otro lado, la pérdida de las viviendas actuales conlleva la ganancia de una mejor calidad de vida o al menos la promesa de que ocurra.
Mientras vecinos se preguntan "¿para qué queremos nosotros esa avenida?" y se preocupan porque a causa de esa obra "no voy a tener más a mis vecinos de enfrente" (NC, 13/11/2018), desde el gobierno se preconiza la conectividad y "la integración del barrio a la ciudad" como impactos positivos "para la ciudad en su conjunto" (Canal Gobierno de Santa Fe, 2018). El pasado y el futuro resultan un vector determinante dentro de esta lógica y las posiciones de los distintos actores en el conflicto los significan de manera diferente.
Si desde los poderes oficiales y la universidad se proyecta un futuro mejor para la comunidad y el medio de resolución de conflictos históricos, para algunos vecinos predomina el afecto por sus casas: "Esta es mi casa, viví toda mi vida en el barrio, en estas calles, con mis vecinos, con los chicos, con los recuerdos. Yo de acá no me voy, ¿qué va a pasar con las plantas y con el árbol del patio?" (NC. Conversación con vecino 3/10/2018). Pero, también, es a partir de esa memoria que se delinean las proyecciones y deseos a futuro. Y si algunos desean permanecer, para otros la intervención es la oportunidad de cumplir sueños que traspasan generaciones: "dejar de pisar el barro y tener miedo que se desmorone la barranca cada vez que llueve" (V.A, 20/11/2018). La pérdida y la ganancia ponen en relieve sospechas e intereses privilegiados en este proceso por parte de los distintos actores que, al tiempo que visibilizan sus pérdidas en tensión con las ganancias ajenas, también buscan mermar el peso argumentativo de sus ganancias para atenuar la relevancia de las pérdidas que les pueden ser adjudicadas.
También se identifica la 'lógica abandonar-recuperar' espacios que, en esta dinámica de transformación urbana, sirven de fundamento a actuaciones concretas en los terrenos que se pretende recuperar. Durante muchos años los terrenos aledaños al CUR fueron descuidados por la Universidad y por el Estado, que nunca lograron llegar a un acuerdo sobre qué hacer allí. Esto favoreció el crecimiento de las familias asentadas sobre la barranca, aunque no sin conflicto. Durante la década del noventa "la Universidad le pagó por años a la Gendarmería para que los vecinos no construyeran nada" (PU, 1/10/2019). La falta de infraestructura urbana en el área se experimenta por parte de los vecinos con la representación de un Estado ausente que "aparece ahora para resolver cosas que ya tendrían que estar" (NC. Conversación con vecinas, 25/6/2019). Aquí también operan acciones individuales como los casos de propietarios de casas usurpadas durante años en la zona que ahora, como consecuencia de la de la intervención, inician acciones judiciales para poder recuperarlas (R.B. 12/11/2019). Asimismo, el reverso de esta situación es que muchos vecinos, al saberse en situación de informalidad, descuidaron sus viviendas por temor a no poder recuperar lo que invertían: "Esto no es tuyo. de acá te van a sacar. entonces la gente con ese miedo nunca puso un ladrillo" (NC, VA. 13/11/2018).
Por último, la 'lógica de imponer-disputar' contempla las estrategias de acción territorial y las reacciones de los actores implicados. La imposición puede adquirir diversos formatos. Desde actuaciones judiciales y modificaciones normativas hasta las estrategias de resistencia que intervienen con prepotencia los territorios sin consensos de las mayorías. En este caso, el proyecto se inició de manera unilateral, se impuso 'desde arriba' y sin información suficiente, lo que propició un ambiente de desconfianza e incertidumbre. Ante esta situación, los vecinos reaccionan de diversas maneras, abarcando matices que van desde la resistencia hasta la negociación. Los conflictos se dan en torno a varios ejes. Uno de ellos refiere a las propiedades de los terrenos o de las futuras viviendas. "¿Por qué no nos dan casas en lugar de esos nichos que nos ofrecen? ¿Por qué tengo que dejar mi casa con mi patio?" (VA., 13/11/2019). Influyen aspectos del pasado y del futuro como tensores de esas disputas e incluso la significación que adquiere la dignidad como algo a imponer o a conquistar: "No erradicamos familias, les damos dignidad" (Fein, 2018). "Quiero pagar por mi casa, aunque sea una tarifa social, pero sentir que me la estoy comprando, no que me la dan." (VA., 20/11/2018). Frente a lo que muchos perciben como imposición, se reclama mayor información para poder participar en el proceso (NC. VO. 13/11/2019). La estrategia de establecimiento de acuerdos individuales facilitó la resolución de algunos conflictos entre el municipio y los vecinos, pero también incrementó los problemas personales entre ellos porque algunos "arreglaron por su cuenta" o porque "nos ponen a pelear entre vecinos" (NC. VA., 13/11/2018). En esta lógica decantan por un lado, la falta de organización de los vecinos que están a favor de las obras pero con descontento y, por otro, la estrategia estatal de negociar de manera individualizada.
A modo de síntesis se expone el Gráfico 2 con la composición de las cuatro lógicas simbólico-espacia-les identificadas.
Reflexiones Finales
A lo largo del texto pudimos constatar que una intervención en el entorno construido, más allá de su magnitud, necesariamente implica una activación del pasado y con ello un reordenamiento de las expectativas y deseos a futuro. De este modo, las intervenciones materiales configuran un presente de duelos, nostalgias, creencias, desconfianzas, ilusiones y añoranzas que inciden en la producción de este espacio intervenido. El grado de influencia dependerá de los conflictos, las disputas y capacidades de organización para encauzar o torcer diversos aspectos que 'hacen' a los procesos de transformación.
El objetivo fue identificar elementos del entramado de sentidos sobre el que se apoya el proceso de transformación del caso de estudio que comprende el sector del CUR y la zona del barrio Rep. De la Sexta entre calles Cochabamba, La Paz, Esmeralda y la barranca. Para ello se analizaron cuatro lógicas simbólico-espaciales: visibilizar-invisibilizar, perder-ganar, abandonar-recuperar, imponer-disputar. Se expusieron como pares dicotómicos que establecen relaciones entre sí, se nutren de las significaciones de legitimación identificadas previamente y, al mismo tiempo, se entrelazan, impulsan y contienen prácticas y acciones concretas sobre el territorio.
A través de las lógicas se pudo apreciar una profunda tensión entre los deseos y los miedos que los distintos actores vuelcan en los espacios públicos configurados por la calle y la vereda como lugares por excelencia de la sociabilidad. Para los poderes oficiales estos espacios deben ser intervenidos para favorecer la circulación, especialmente, de la comunidad universitaria; pero, para los vecinos, implica el riesgo de perder los espacios donde se despliegan las prácticas de sociabilidad más valoradas, como tomar mate en la vereda, encontrarse a charlar y que los chicos jueguen a la pelota en la calle. En las entrevistas es recurrente la alusión a la vida puertas afuera en el barrio, el saludo a los vecinos, el festejo de Navidad o fin de año en la calle y, también, lo que se perdió de ese estar en la vereda como consecuencia de las balas (en alusión a la inseguridad que genera en la zona la comercialización de droga). En el imaginario urbano de los vecinos hay una centralidad de los espacios donde se despliega la sociabilidad en su forma de vecindad al decir de Jacobs (2011), donde prevalece el valor de uso por sobre el valor de cambio (Lefebvre, 2017). Y son justamente los diversos sentidos que adquieren estos espacios, los que entran en disputa y movilizan las lógicas simbólico-espaciales.
En síntesis, se considera que indagar los procesos de producción del espacio a través de las lógicas simbólico-espaciales y la trama de sentidos que moviliza contribuye a entender los modos en que los imaginarios sociales inducen a la acción.