Introducción
Es habitual considerar en el campo del rendimiento deportivo a la ansiedad competitiva como un factor decremental del rendimiento, sobre todo desde el punto de vista del deporte individual. Pero no se sabe mucho acerca del papel que ejercen las dinámicas de equipo sobre el aumento o disminución de esta modalidad de ansiedad asociada a la competición (Pons, Ramis, García-Mas, López de la Llave y Pérez-Llantada, 2016).
En los primeros estudios sobre ansiedad competitiva, esta se describe como una reacción emocional percibida como negativa ante las demandas del ambiente que la persona no es capaz de gestionar correctamente (Martens, 1977). También se define como un estado emocional negativo compuesto por nerviosismo, preocupación y aprensión, aspectos relacionados con la activación o el arousal que incluye un componente físico (ansiedad somática) y un componente mental (ansiedad cognitiva) (Weinberg y Gould, 2010).
Estos estudios dieron paso a explicaciones más complejas de la ansiedad competitiva (Smith y Smoll, 2004), que la describen como un constructo compuesto a su vez por tres dimensiones: (a) ansiedad cognitiva (preocupación), (b) ansiedad somática y (c) pérdida de concentración o desatención (Borges, Argudo, Ruiz y Ruiz, 2020; Núñez, Ponseti, Sesé y García-Mas, 2020). Esta concepción tridimensional de la ansiedad competitiva es una de las más aceptadas y está basada en el marco conceptual de la teoría cognitivo-social de la personalidad (Smith, 2008). En dicha concepción se basa la prueba Sport Anxiety Scale (Smith, Smoll y Schutz, 1990), que Ramis, Torregrosa, Viladrich y Cruz (2010) adaptaron a la población española.
De acuerdo con el planteamiento inicial, existen pocos estudios que relacionen la ansiedad competitiva con las dinámicas cooperativas. Pero cabe destacar varios estudios que muestran la preferencia por parte de deportistas con elevadas puntuaciones en la variable ansiedad y entrenadores con estilos democráticos, lo que parece tener relación con una preferencia por un estilo más cooperativo (Horn, Bloom, Berglund y Packard, 2011; Ledochowski, Unterrainer, Ruedl, Schnitzer y Kopp, 2012). Por su parte, Campo, Mellalieu, Ferrand, Martinent y Rosnet (2012) hallaron que la regulación emocional se ve afectada por la relación con los compañeros en contextos deportivos.
En un reciente estudio, Pons et al. (2016) señalan que los factores disposicionales de cooperación tienden a relacionarse de forma negativa con la ansiedad, mientras que los factores situacionales se relacionan positivamente. Sin embargo, Martens y Peterson (1971) fueron los primeros en mencionar el concepto de cohesión como el factor psicosocial que facilita el rendimiento deportivo. Bajo este enfoque, se entiende la cohesión como mutua aceptación, sensación de pertenencia, valía en el grupo y trabajo en equipo. Carron y Ball (1977) revisaron el concepto de cohesión incorporando, además de la cohesión social, la cohesión por la tarea. En tanto que Shangi y Carron (1987) estudiaron la importancia de la aceptación de los objetivos grupales por parte del individuo. Su revisión concluyó que es capital tanto para el rendimiento individual como para el grupal que el individuo acepte como propios los objetivos grupales.
De forma paralela, García-Mas y Vicens (1995) ampliaron el marco conceptual de las dinámicas psicológicas de los equipos deportivos, al estudiar también la relación de los intereses individuales con los grupales en equipos deportivos, acuñando el término de cooperación deportiva para referirse a ello. Estos autores definen la cooperación deportiva como un concepto cercano a la cohesión, aunque no equivalente, pero sí complementario. La cooperación tiene un sentido más dinámico e individual que la cohesión, pues en la cooperación, el deportista debe tomar decisiones en el espacio que hay entre sus intereses y los del equipo. Para ello, se basaron en la teoría de los juegos (Axelrod 1986; Nash, 1953) proveniente de la sociología. El modelo de cooperación deportiva fue reformulado (García-Mas et al., 2006; García-Mas, Núñez, Olmedilla, Ruiz-Barquín y Cantón, 2019), con el fin de definir un factor disposicional (tendencia de la persona a cooperar o competir, desde un punto de vista de comportamientos prosociales) y dos factores situacionales (cooperación fuera del campo y con el entrenador).
Prestando atención al factor disposicional de la cooperación, se observa cómo el individuo, a la hora de cooperar con el grupo, se encuentra ante la tesitura de decidir si lucha por sus propios objetivos o si supedita estos a los objetivos del equipo, como se sigue demostrando en recientes estudios (Lameiras, Martins, Lopes-de-Almeida y García-Mas, 2017).
Con el fin de estudiar la relación entre variables fundamentales para la Psicología Deportiva, atendiendo a la literatura y al conocimiento expresado anteriormente, el presente estudio tenía como objetivo analizar la relación entre los componentes de la ansiedad competitiva y la cooperación en una muestra de deportistas de vela de competición.
Método
Participantes
En este estudio participaron 46 regatistas (33 hombres y 13 mujeres) con una edad media de 31.96 años (DE = 16.39), pertenecientes a la Federación Balear de Vela, España. Todos ellos deportistas activos en el momento del estudio, abarcando todos los niveles de competición, desde local hasta internacional.
Instrumentos
Ansiedad competitiva.
Para analizarla, se utilizó la versión española del Sport Anxiety Scale (SAS-2) (Ramis et al., 2010) que cuenta con 15 ítems divididos en tres componentes que miden la variable ansiedad: (S) ansiedad somática, (P) preocupación por el rendimiento, y (D) desconcentración. Sumando los tres componentes anteriores se obtiene la ansiedad global (G). Los participantes valoraron la frase: “Antes o mientras juego o compito... siento que mi cuerpo está tenso, me preocupa no competir o jugar todo lo bien que puedo, me cuesta centrarme en lo que se supone que tengo que hacer”. Cada ítem se contestó a partir de una escala Likert de cuatro puntos, de 1 (nada) a 4 (mucho). Sumando las tres escalas de la prueba SAS-2, se generó la Escala de Ansiedad Global.
El análisis de fiabilidad de las subescalas del SAS-2 (alpha de Cronbach) fue de 0.86 en ansiedad somática, de 0.86 en ansiedad de preocupación por el rendimiento y de 0.84 en ansiedad de desconcentración; mientras que la escala global obtuvo un alpha de 0.88. Estos resultados muestran una consistencia interna aceptable tanto en el puntaje total como en los niveles de las tres subescalas, y su fiabilidad es bastante similar a la hallada en la utilización del SAS-2 original (Smith, Smoll, Cumming y Grossbard, 2006) que fue de 0.84, 0.89, 0.84 y 0.91, respectivamente.
Cooperación deportiva.
Se utilizó el Cuestionario de Cooperación Deportiva (CCD) que contaba con 15 ítems distribuidos en cinco factores: (CDC) cooperación disposicional condicionada, (CDI) cooperación disposicional incondicionada, (SE) cooperación situacional con el entrenador, (SC) cooperación situacional con los compañeros, y (SF) cooperación situacional fuera del campo de juego. Cada ítem se contestó a partir de una escala Likert de cinco puntos, de 1 a 5 (García-Mas et al., 2006).
Procedimiento
Para proceder con la recolección de los datos, se obtuvo permiso de los deportistas, o de los padres de estos en caso de ser menores, para usar los resultados en el presente estudio. Se les informó sobre la confidencialidad y todos aceptaron participar de forma voluntaria, rellenando y firmando el consentimiento informado.
De acuerdo con la Declaración de Helsinki de 1975, se informó a los deportistas sobre los objetivos de la investigación, la custodia de los datos obtenidos, así como las instrucciones básicas para la cumplimentación de los autoinformes.
Posteriormente, se administró a los participantes una versión informatizada del CCD y el SAS-2, para que contestaran por vía telemática. Se eligieron estas dos pruebas, dado que en ellas emergen los últimos avances teóricos en la medida de la cooperación y la ansiedad, respectivamente, dentro del contexto deportivo.
El formulario telemático fue generado con la herramienta Google Forms, siguiendo exactamente la estructura de las pruebas propuestas en los manuales de ambas, incluidos el título, las instrucciones, las preguntas y la escala Likert correspondiente. Dicho formulario se envió a la base de datos de deportistas de la Federación Balear de Vela a través de correo electrónico. El proceso de recolección de datos se llevó a cabo durante el mes de noviembre de 2014.
Análisis de datos
Para llevar a cabo el análisis descriptivo, se establecieron grupos por sexo, edad y nivel deportivo. Los grupos por edad se determinaron según el criterio de edad superior a la media de la muestra y la edad inferior a la edad de la muestra. Para crear los grupos de rendimiento, se consultó la puntuación en el nivel deportivo definido por la Federación Balear de Vela y se conformó un grupo de alto rendimiento integrado por deportistas con puntuaciones superiores a la media de la muestra y un grupo de bajo rendimiento en el que estaban los deportistas con puntuaciones por debajo de la media de la muestra.
El análisis estadístico se efectuó mediante el programa SPSS 21.00. En primer lugar, se calcularon las medias y la desviación típica de cada una de las variables; luego, se aplicó la prueba Shapiro-Wilks, obteniendo criterios de normalidad para los datos. Por tanto, se llevaron a cabo pruebas paramétricas; se han comparado las medias entre grupos y se aplicó la prueba de correlaciones de Pearson para los análisis entre las subescalas del SAS-2 y del CCD.
Resultados
En la tabla 1 se puede observar que la media de la ansiedad por preocupación presentó un valor superior a los otros dos componentes. Además, el factor disposición de cooperación incondicionada (DCI) fue el que presentó una media mayor y el factor disposición de cooperación condicionada (DCC) el que la presentó menor.
Nota.DCC = disposición cooperación condicionada. DCI = disposición cooperación incondicionada. SC = situacional cooperación con los compañeros. SE = situacional cooperación con el entrenador. SF = situacional cooperación fuera del campo de juego.
Fuente: elaboración propia.
En la tabla 2 se presentan las diferencias de media entre grupos por edad. El grupo de edad superior a la media presentó medias más altas en todos los componentes de la ansiedad.
En la tabla 3 se muestran las diferencias entre las medias de los grupos de alto y bajo rendimiento.
En la tabla 4 se observan las diferencias de medias entre grupos por sexo: las medias más altas en ansiedad por preocupación, desconcentración y ansiedad global en el grupo de mujeres respecto al grupo de hombres. Estos resultados deben tomarse con precaución dada la diferencia en el tamaño muestral entre los dos grupos.
Como se puede ver en la tabla 5, las correlaciones fueron elevadas y en el mismo sentido entre los tres componentes de ansiedad competitiva, pero las correlaciones de estos mismos con los de la cooperación deportiva fueron disímiles y en sentidos distintos.
Así, las correlaciones de la cooperación condicionada con los tres componentes fueron significativas y positivas, mientras que no se produjo ninguna correlación significativa con los demás componentes de cooperación y ansiedad competitiva. Al contrario, sin ser significativas, las correlaciones mostraron una tendencia a la negatividad, exactamente igual que entre los factores disposicionales de la cooperación condicionada e incondicionada. Tal como se ve en la tabla 5, la correlación fue significativa en el nivel 0.001 (bilateral).
Discusión
En el análisis descriptivo de los valores obtenidos en este estudio, destacó en primer lugar que la media de la disposición de cooperación incondicional en los participantes del estudio es más elevada que la media de la disposición de cooperación condicionada. En este último, los valores medios de sus componentes (SC, SE y SF) fueron muy semejantes entre sí. Esta estructura es la que habitualmente se puede hallar en estudios similares en otros deportes (Fuster-Parra, García-Mas, Cantallops, Ponseti y Luo, 2016).
Respecto de la variable ansiedad, el resultado del análisis de las medias también reveló que la ansiedad de preocupación por el rendimiento presentó una media más alta. Mientras que la más baja fue la desconcentración, la ansiedad somática se mantuvo en valores sobre la media, normalmente recogida en muestras de deportistas de competición. Estos resultados coinciden con otros hallados en estudios previos que han utilizado el mismo modelo teórico y el mismo instrumento de recolección de datos (García-Mas et al., 2014; Lameiras et al., 2017; Ponseti, Sesé y García-Mas, 2016). No es sorprendente tampoco, aunque en este caso aparece con mucha fuerza, que el análisis correlacional revelara valores positivos y significativos entre los tres componentes de ansiedad, destacando especialmente las correlaciones entre la preocupación por el rendimiento y la desconcentración con la ansiedad global.
Por tanto, se podría definir que la muestra de regatistas estudiada estuvo compuesta por personas con una elevada disposición al comportamiento deportivo prosocial expresada por los valores de cooperación incondicionada (García-Mas y Vicens, 1995). Esta disposición se vio complementada por una elevada (aunque relativa a los otros valores medios) preocupación por el rendimiento deportivo y una baja capacidad autopercibida de desconcentración durante la tarea deportiva.
Cuando se analizó la correlación entre ambas variables estudiadas, los resultados mostraron que mientras la cooperación incondicionada no parecía moverse de forma simultánea a la ansiedad competitiva, los deportistas que mostraban cooperación condicionada tenían más probabilidades de mostrar alguna de las expresiones cognitivas o somáticas de la ansiedad, incluida la más decremental para el rendimiento: la desconcentración. Según los resultados obtenidos, los deportistas con cooperación condicionada elevada presentaron mayores valores de ansiedad somática, por preocupación y desconcentración. Una explicación a estos resultados puede ser que los sujetos con DCC elevada, experimentan interés o preocupación por si los demás colaboran durante el entrenamiento o la competición. Asimismo, es posible que los deportistas con elevada DCC experimenten como amenazante el hecho de que los demás no cooperen y, por ende, elevan sus niveles de ansiedad.
En efecto, en los equipos deportivos existe la posibilidad de generar tensión y, eventualmente, ansiedad asociada a la disonancia cognitiva, cuando no existe congruencia o ajuste entre las visiones de los miembros del equipo y los entrenadores, desde la perspectiva de la cooperación global (Ruiz, Olmedilla, Fuster-Parra, Luo y García-Mas, 2017).
En consecuencia, se podría pensar que los deportistas que presentan elevada DCI y baja DCC, tienen menor probabilidad de experimentar altos niveles de ansiedad y, por tanto, tendrán una experiencia más placentera y relajada del contexto deportivo. Si, además, el componente de preocupación por el rendimiento es el que destaca por encima del de desconcentración o el somático, se podría estar hablando de una combinación de ambas variables muy favorable para el rendimiento deportivo (Ponseti et al., 2016).
Desde un punto de vista aplicado, y si se considera la variable preocupación como la más influyente sobre el constructo ansiedad global, sería interesante que el trabajo psicológico centrara sus esfuerzos en identificar pensamientos negativos en torno a la competición, con el fin de reducir la ansiedad percibida por los deportistas y, sobre todo, la posible desconcentración. Mientras que la ansiedad somática, tradicionalmente objetivo de muchas intervenciones, perdería relevancia en cuanto a su peso decremental relacionado con el rendimiento o con los frutos de un determinado nivel de cooperación auto y heteropercibido.
Frente a esto, la respuesta aplicada ideal sería la de recomendar el fomento de la disposición de los deportistas a cooperar incondicionalmente para favorecer la baja experiencia ansiógena en los regatistas; sin embargo, el hecho de que se aproxime más a características de rasgo que de variable, complica la intervención y puede acercarse –negativamente– más a la selección que al entrenamiento. Al respecto, Almagro, Sáenz-López, González-Cutre y Moreno (2011) señalaron que las conductas cooperativas proporcionan mayor compromiso deportivo y, por tanto, beneficios a largo plazo para los deportistas.
Teniendo en cuenta que en el presente estudio se encontró relación entre la cooperación condicionada y los factores de ansiedad, cabe la pregunta: ¿Es posible esperar que la ansiedad tenga influencia sobre el rendimiento a largo plazo, pero no sobre el inmediato? (Núñez y García-Mas, 2017). Este podría ser uno de los principales desarrollos de este estudio, si se aplica una metodología longitudinal.
Por último, es necesario destacar que la potencia de los análisis estadísticos de este estudio, como todos los que son metodológicamente transversales y con muestras muy específicas, se vio comprometida por la falta de validez externa.