Introducción
Históricamente la familia ha representado la base fundamental de la sociedad y se ha tenido una idea muy tradicional sobre la misma, a tal punto, que el concepto de familia se asocia directamente con un grupo de personas integrado por padre, madre e hijos ( Tortosa et al., 2016 ; Díaz, 2021; Reyes Plazola et al., 2020 ). Pero la realidad de la sociedad ha ido transformando la configuración, dinámica y función social de las familias ( Díaz, 2017; Gómez, Atehortúa & Orozco, 2007; Baena et al., 2020 ). Estas transformaciones pueden obedecer a distintos fenómenos como las luchas sociales, los movimientos de liberación feminista, las diferentes expresiones culturales y artísticas, los adelantos tecnológicos y la globalización, entre otros, y que permiten la configuración de modelos alternativos de familia diferentes a los tradicionalmente establecidos ( Demarchi et al., 2015 ; Londoño-Taborda, Lemos & Orejuela, 2019; Hugues et al., 2015 ).
Hoy se tienen múltiples formas de configuración familiar que distan de esa función vital de procrear, criar y formar seres humanos funcionales para reproducir el sistema ( Benítez, 2017). Las nuevas generaciones padecen los efectos de la sobrepoblación, el deterioro medioambiental, las guerras político-económicas, la violencia, la inseguridad, el hambre, el desamparo estatal y la inestabilidad de la economía mundial ( Amiot & Bastian, 2015; Carmichael & Whittaker, 2007; Pregowski et al., 2022 ). De ahí, que su interés diste de conformar una familia con hijos para que crezcan en una sociedad tan caótica ( Zarhin et al., 2022 ; Owens & Grauerholz, 2019)
El Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana en su cuarta versión del Termómetro de la Familia 2019, implementó una encuesta de percepción adaptada al contexto colombiano en la que se realiza una descripción de la realidad social de la familia en el país y da cuenta de la pluralización de las formas familiares. El resultado de dicho informe concluye que: «la familia de hoy es un sistema que permanece en su estructura natural pero que se adapta a las condiciones cambiantes e influyentes de su entorno» ( Muñoz & Uribe, 2019, p. 31 ).
El término de pluralización familiar, amplía el panorama al reconocer que hay múltiples formas de tener una familia hoy, donde la meta hacia la felicidad y la realización plena de la vida en pareja no esté sujeta a la procreación ( Carmona et al., 2019 ; Díaz & Olarte, 2016). El informe de gestión de Profamilia 2018evidencia que «las posturas de anticoncepción permanente aumentan en el país tanto en mujeres como en hombres: 9 % y 21 %, respectivamente». Esta cifra concuerda con los resultados arrojados por el censo poblacional del Departamento Administrativo Nacional de Estadística ( DANE, 2018), el cual informó que los hogares unipersonales y sin hijos integran el 40 % del total de hogares del país.
En América Latina se registra que los hogares sin hijos van en aumento, según estimaciones de estudios demográficos publicados por las Naciones Unidas. En efecto, la población de América Latina y el Caribe está decreciendo debido a la disminución de las tasas de fecundidad ( Cepal, 2019 Cepal, 2017; Disconzi et al., 2017 ). En el resto del mundo, la tendencia es similar: hay una notable disminución en el número de nacimientos anuales y dicho fenómeno obedece a que las mujeres aceden cada vez más a la educación, al trabajo y al reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos ( Vollset et al., 2020 ).
Muchas parejas jóvenes optan por no concebir hijos a partir de variadas motivaciones ( Aragunde-Kohl et al., 2020 ). Algunas de ellas acogen en su dinámica familiar un animal de compañía o mascota, que habitualmente suele ser un perro o un gato, para ofrecer su cuidado y afecto, pero sin demandas tan estrictas como las de criar un hijo ( Tortosa et al., 2016 ). El tiempo que dedican los no padres a los animales de compañía resulta similar al que destinan los padres de niños. Esto indica que los no padres pueden estar acogiendo mascotas para compensar la crianza de hijos y desarrollar esa cualidad propia de la especie humana de dar afecto y cuidado, mediante la crianza cooperativa o el cuidado aloparental, es decir, cuidar de una especie totalmente diferente a la suya ( Volsche, 2021).
Si bien las mascotas no sustituyen los hijos, representan la posibilidad de materializar el afecto, el cuidado y la compañía de aquello que complementa la vida personal y familiar de los individuos ( Hugues et al., 2021 ; Hamlett et al., 2021 ). Elegir no procrear es una respuesta personal a las complejas condiciones de la vida actual: la familia está validando nuevos afectos y maneras de relacionarse que van de la mano con las constantes transformaciones sociales ( Zarhin et al., 2022 ; Disconzi et al., 2017 ).
En ese orden de ideas, el objetivo de este artículo fue describir las dinámicas familiares de parejas sin hijos por elección propia y con mascotas, teniendo como referente la ciudad de Medellín (Colombia). La dinámica familiar está representada en la cotidianidad que se establece al interior de cada hogar. Allí confluyen «un sin número de experiencias, prácticas y vivencias que se encuentran determinadas por roles, autoridad, uso del tiempo libre, relaciones afectivas, normas, límites y comunicación» ( Demarchi et al., 2015, p. 127 ). Las dimensiones anteriores dan un carácter único a cada grupo, dado que es una construcción propia de quienes allí participan, y una manifestación de la percepción individual y compartida de cada miembro sobre lo que representa para sí la familia.
Las parejas sin hijos por elección propia corresponden a una configuración familiar en tendencia dada por motivaciones a nivel social, económico y cultural experimentadas mayormente en el siglo XX ( Baena et al., 2020 ). Para las parejas posmodernas «la renuncia a los hijos es un mecanismo para mantener la comodidad y favorecer proyectos individuales de los miembros» ( Cárdenas et al., 2015, p. 147 ). Esto se explica desde la construcción de un proyecto de vida personal e individual que se comparte con otra persona con aspiraciones propias y, con quien se establece un vínculo afectivo y apoyo mutuo que permite compartir todo tipo de experiencias; sin la existencia de un tercero que implique interrumpir, desviar o renunciar a los proyectos particulares de cada integrante ( Escobar & Esguerra, 2021; Hamlett, 2020; Volsche et al., 2022 ).
Esta nueva construcción familiar se basa en relaciones igualitarias en las que cada integrante tiene como prioridad su realización personal, profesional y laboral ( Peña et al., 2022 ). De ahí que se establezcan familias multiespecie, término utilizado para denominar a las parejas que conforman un hogar con mascotas o animales de compañía en lugar de hijos ( Macho et al., 2017 ). Dicha manera de interactuar con esta especie posibilita materializar el proyecto de vida de las parejas y compartir afectos, cuidados y compañía con un ser vivo que no demanda una formación para la vida en sociedad.
El análisis de los estudios a nivel internacional y nacional dan cuenta de tres aspectos relevantes: el primero de ellos es que las trasformaciones sociales que ha experimentado la humanidad a partir del siglo XXI, dan lugar a nuevas maneras de relacionamiento y configuración del grupo primario de la sociedad, es decir, la familia ( Peña Ardila et al., 2022 ; Rodríguez & Vásquez, 2019; Owens & Grauerholz, 2019). La acelerada urbanización, el mayor acceso a la educación, la flexibilización de los estilos de vida y la disminución en las tasas de natalidad, dan como resultado la tendencia: elegir tener animales de compañía en lugar de hijos ( Volsche, 2022).
Es así como han ido surgiendo tendencias como los childfree o voluntariamente sin hijos, quienes al renunciar por decisión propia a la paternidad y acogen -o no- en su núcleo familiar a las mascotas como un miembro más de la dinámica familiar ( Salyakhieva & Saveleva, 2017; Macho et al., 2017 ). Las macotas pasan de ser un animal doméstico a un miembro más de la familia, que goza de cuidado y expresiones de afecto que los vincula ampliamente a la convivencia familiar ( Gutiérrez & Granados, 2007).
El segundo aspecto relevante que se identifica en la literatura se asocia con que los seres humanos actualmente conforman su entorno más inmediato, la familia, a partir de un interés, sentir y pensar individual. Al día de hoy la tendencia indica que la realización personal tanto del hombre como de la mujer dista de la idea de conformar una familia tradicional donde procrear sea un objetivo primordial ( Tortosa et al., 2016 ; Peña Ardila et al., 2022 ). Es importante saber que en las familias cada uno de sus miembros tiene un rol que desempeña dentro de cada núcleo. Esto genera un mayor equilibrio familiar y así mismo, se pueden tomar las mejores decisiones para tener una buena convivencia entre parejas.
Por último, en la literatura se indica que las nuevas formas de relacionamiento van más allá de la especie humana. Hoy los animales domésticos han ganado un lugar importante al interior de la familia, al punto que a las mascotas o animales de compañía se les reconoce como un miembro más del hogar y como un ser merecedor de cuidado, afecto e inversión económica. En América Latina diferentes investigadores concluyen que las mascotas son como un hijo dentro de muchas familias ( Ruegermer & Dziengel, 2021; Rodríguez & Vásquez, 2019).
Según Serpell & Paul (2011), «estas actividades que las personas realizan con sus animales implican una inversión significativa de tiempo, energía y recursos, y sustentan el estatus de la familia» (p. 67). En diversos estudios, se observa que alrededor del 90 % de las personas considera a sus mascotas como miembros de sus familias ( Díaz & Rodríguez, 2019). Es así como en gran parte de los hogares modernos las mascotas se han vuelto protagonistas de la cotidianidad familiar y este fenómeno continúa en ascenso. Esta nueva manera de relacionarse es una tendencia a nivel mundial que demanda cada vez más la atención de las diferentes disciplinas de las ciencias sociales y humanas.
Metodología
La investigación se abordó desde el paradigma interpretativo y el enfoque cualitativo, con el fin de comprender ampliamente el fenómeno a partir de la mirada, el sentir y el vivir de los sujetos que en ella participaron ( Martínez Miguélez, 2017). Por ello, se empleó el método fenomenológico, el cual resulta de gran utilidad cuando se investigan fenómenos difíciles de cuantificar y donde median perspectivas, creencias y prácticas de los sujetos involucrados en el proceso ( Demarchi et al., 2015 ; Martínez Miguélez, 2017). El método fenomenológico se caracteriza por la búsqueda de los significados y sentidos producto de la experiencia vivida, elemento que es de interés en la presente investigación para describir las dinámicas familiares que se configuran y tejen a partir de la relación humano-animal.
Para la recolección de la información se empleó un protocolo de entrevista en profundidad, integrado por doce preguntas y aplicado a cinco parejas de la ciudad de Medellín, específicamente en los barrios Belén, Buenos Aires, Campo Valdés, El Poblado y Laureles, que se encuentran entre los estratos socioeconómicos 3, 4 y 5. Todos los participantes de esta investigación fueron elegidos intencionalmente o por conveniencia ( Hugues et al., 2015 ). Los criterios de inclusión para la selección de las familias fueron los siguientes: parejas jóvenes que por elección propia hayan decidido no tener hijos, que convivan con una o más mascotas, que cuenten con una economía estable y que residan en la ciudad de Medellín.
Se solicitó la validación del instrumento de recolección de información a dos expertos en materia de familia, con experiencia investigativa y título doctoral. Igualmente, se implementó un pilotaje previo del mismo, a fin de validar su pertinencia y operatividad del instrumento, se dio relevancia a varios criterios éticos: confidencialidad de la información, el respeto por el derecho a la intimidad, consentimiento informado para comunicar a las parejas los fines y usos de la información suministrada y dejar registro de su participación voluntaria del proceso investigativo. La información obtenida se transcribió, codificó y categorizó a través de tres momentos: codificación abierta, axial y selectiva ( Martínez Miguélez, 2017; Carmona et al., 2019 ).
Resultados
A partir del proceso de codificación y categorización se logró identificar un total de 190 códigos, 48 de ellos axiales, 142 abiertos y cuatro categorías selectivas. La Figura 1 muestra la categoría denominada «Decisión de no tener hijos: el miedo hacia el compromiso que exige la crianza responsable», la cual se encuentra estructurada con un total de 14 códigos axiales y 44 abiertos. El primer código axial «motivos objetivos sin hijos», responde aquellas razones que llevan a las parejas a renunciar voluntariamente al hecho de ser padres. Se identificaron 15 códigos abiertos asociados a dicho código axial: «los sueños de pareja», «la falta de tiempo», «la vida laboral y profesional», «el proyecto de vida personal», «evadir responsabilidades», «delegar la crianza», «cuidar de otro», «con mascotas y sin hijos». Todos estos representan los motivos que validan dicho código axial.
El segundo código axial de mayor relevancia dentro de esta categoría es: «motivos subjetivos sin hijo» donde varios códigos abiertos tales como «no gustar de los niños», «no gustar de la maternidad», «motivos personales», «los proyectos de vida en pareja», «la dinámica de vida con amigos» y «los gustos diferentes»; indican que para los participantes de esta investigación la maternidad o la paternidad no se relaciona con un deber ser, sino con una decisión personal que se asume o no, según el plan de vida que configure cada integrante de la pareja. Los códigos axiales 1 y 2 se complementan entre sí y validan la tendencia «sin hijos», un modelo familiar que responde a la realización personal, y profesional de aquellas parejas que por elección propia priorizan sus individualidades y su consolidación como familia dejando atrás tradiciones o prácticas socialmente establecidas.
Los códigos axiales «familia tradicional», «construcción social», «imposición social», «crianza responsable», «responsabilidad paterna» y «cuidado responsable»; a los que se asocian códigos abiertos tales como «hogar-hijo», «no criar hijos sola», «presión familiar», «cuestionamiento», «formar un hijo», «tiempo para un hijo», «una preocupación más», «un gasto más», «demanda de cuidado», «no dejar un hijo solo en casa»; responden a esos parámetros socialmente establecidos para el deber ser de la familia, pero que se contraponen a los códigos axiales 1 y 2, donde se evidencia que actualmente los modos de relacionamiento humano no se rigen por tradiciones o señalamientos sociales, sino por un sentir y pensar individual aceptado y compartido con otro por mutuo acuerdo y bajo una idea similar respecto a la vida en familia.
En la actualidad seres humanos y animales interactúan entre sí y se consideran una familia, las mascotas incursionaron en la cotidianidad de los hogares con gran protagonismo a tal punto de considerarle como un miembro más de la familia. Lo anterior se explica desde el código axial «motivos subjetivos con mascotas», el cual indica desde los códigos abiertos «la mascota un lugar seguro», «no sentirse solo», «ellos me acompañan» y «prefiero tener perros que hijos» (P05-160); que esta nueva forma de relacionarse representa el complemento perfecto para las parejas de entrevistadas.
El análisis con apoyo del Atlas Ti arrojó una alta recurrencia para el código axial: «motivos subjetivos-sin hijos», indicando que la decisión de no tener hijos es una tendencia entre las parejas jóvenes entrevistadas. Igualmente, los códigos axiales con alta recurrencia como «responsabilidad paterna», «familia tradicional», e «imposición social», indican aspectos en los que difieren las parejas de hoy al conformar una familia. Lo anterior se fundamenta en una fuerte densidad establecidas entre códigos, donde el mismo código «motivos subjetivos-sin hijos» ratifica las posturas de los entrevistados respecto a su deseo de no ser padres, a la vez que expresan los motivos para tener mascotas.
La Figura 2 muestra la categoría «Decisión de tener mascotas: las necesidades individuales y de pareja», la cual se compone de 15 códigos axiales y 44 códigos abiertos que responden a la decisión de las parejas de acoger un animal de compañía al interior de su núcleo familiar. El primer código axial corresponde a los «motivos subjetivos para tener mascotas» y donde se integran códigos abiertos como «ser animalista», «son de fácil crianza», «aprenden fácil», «tener mascota indica más libertad», «son una compañía», «evitan sentirse solo» y «gusto por los animales». Estos fundamentan esa decisión de convivir con una mascota a la que se le atribuyen cualidades que permiten el disfrute de compañía sin perder la libertad individual o de pareja.
Algunos estudios indican que actualmente las personas configuran su entorno familiar de acuerdo a sus preferencias o necesidades individuales ( Díaz Videla, 2017), y los códigos axiales «convivencia con mascotas» y «mascota como compañía» dan cuenta de ello. En efecto, los códigos abiertos «necesidad de compañía», «decaimiento», «encierro», «soledad», y «son mi refugio», permiten inferir que la convivencia con mascotas provee a la familia de afecto y compañía sin incurrir en una alta demanda de tiempo y responsabilidad como lo requiere la crianza de un hijo.
El hecho de acoger una mascota no implica sustituir un hijo, sino que constituye una manera diferente de llevar a la práctica esa cualidad de la especie humana de cuidar de otros, proveer de afecto y abrigo al animal de compañía. Frente a ello, se realzan los códigos axiales «crianza de mascotas», «cuidado de mascotas» y «al pendiente de mascotas», donde se corrobora la responsabilidad que asumen los cuidadores de mascotas al momento de convivir con estas y procurar su bienestar.
Cada familia es única desde su configuración hasta la manera en cómo se relacionan sus integrantes, es precisamente esa particularidad la que da sentido y validez a nuevos modos de relacionamiento como lo indica el código axial: «relación humano-animal», en la cual el animal deja de servir al hombre en tareas específicas y pasa a participar activamente de su cotidianidad, por ello se habla de «humanización», un código axial donde se le atribuye al animal de compañía, cualidades humanas a partir de la interacción y convivencia permanente con él.
La convivencia con mascotas es una tendencia en aumento, adaptada al estilo vida de parejas que están en función de cumplir sus metas personales, profesionales y que desean dar afecto y cuidado a otro que corresponda a su sentir sin ser altamente demandante. La decisión de acoger mascotas es un aspecto que se comparte con las personas cercanas, como lo indica el código axial: «grupo de amigos con mascotas», evidenciando que este gusto o afinidad resulta ser un punto de encuentro entre las personas, quienes se reúnen para socializar las vivencias con sus mascotas.
En la Figura 3 se observa la red de códigos que estructuran la categoría denominada «Dinámica familiar: prácticas cotidianas que dan sentido único al modo de relacionamiento entre los miembros del hogar», la cual reúne 10 códigos axiales y 22 códigos abiertos. El primer código axial «convivencia con mascotas» está asociado con las parejas que acogen animales de compañía como un miembro más de la familia, merecedor de afecto, cuidado y le reconocen como titular de derechos. Dicho reconocimiento representa una responsabilidad para los cuidadores de mascotas, quienes deben asumir gastos, cuidados e inversión de tiempo. La convivencia con mascotas se asocia con 6 códigos abiertos agrupados al código axial: «comunicación familiar», «falta de compañía», «mascotas», «interacción familiar», «reglas del hogar» y «demanda de tiempo», los cuales representan los motivos que validan dicho código axial.
El segundo código axial de mayor relevancia dentro de esta categoría es: «relaciones familiares» que se conforma del código abierto: «jugar con él». Sugiere que las relaciones con las mascotas demandan tiempo de interacción y esparcimiento. Este código axial junto a «convivencia con mascotas», se complementan y validan la tendencia familias-mascotas, una configuración familiar donde la especie humana y animal interaccionan cotidianamente y establecen lazos afectivos.
Hoy el concepto de familia se concibe como una construcción ajustada a las necesidades en particular de sus miembros, la «cotidianidad familiar» es un código axial que reúne todas las prácticas y relaciones al interior del hogar. Los códigos axiales: «miembro familia», «creencias familiares», «reglas del hogar», «cuidado de la casa» y «esparcimiento», son aspectos que en conjunto integran la dinámica familiar materializada en códigos abiertos tales como «hábitos familiares», «ser obedientes», «hacer caso», «no velar», «reglas definidas» y «disfrute de compañía». Lo antes mencionado indica que la familia es una estructura cambiante que hoy, guarda su función de socializar, pero adaptada a trasformaciones sociales que han dado lugar a relaciones multiespecies ajustadas a la naturaleza y necesidades de sus integrantes.
La dinámica familiar de parejas con mascotas responde a demandas del mundo laboral, a necesidad de libertades individuales y de pareja, proyectos personales y otras situaciones particulares, que han llevado a integrar animales de compañía a la cotidianidad del hogar, para proveerse de compañía, brindar afecto y cuidado, evitando tener hijos y asumir las implicaciones de una crianza paterna o materna responsable.
El análisis del Atlas Ti arrojó una alta recurrencia de los códigos «convivencia con mascotas», «rutinas familiares», «ser obedientes», y «no velar», indicando que la convivencia con mascotas es una fuerte tendencia entre las parejas jóvenes entrevistadas. Esta idea, soportada por una alta densidad de los siguientes códigos «demanda de tiempo», «comunicación con mascotas», y «comunicación familiar», permite afirmar que estas son percepciones que amplían la noción de dinámica familiar en hogares que prima el cuidado y el respeto por su mascota: siempre estoy con él, le saco tiempo (P03-122).
En la Figura 4 se encuentra la categoría denominada «familia multiespecie: nuevas formas de relacionamiento que van más allá de la especie humana». Se encuentra estructurada en 9 códigos axiales y 45 códigos abiertos. El primer código axial «humanización» es una tendencia asociada con atribuirle cualidades humanas a los animales, es decir, que las personas hacen actividades con sus mascotas que son propias de la interacción entre humanos, por ejemplo, celebrar un cumpleaños, usar ropa, hablar en diminutivos o con expresiones de afecto, emplear denominaciones como «niño», «niña», «bebé», o reconocerse como «madre canina» o «padre felino», entre otras.
Se identificaron 16 códigos abiertos agrupados en dicho código axial, los cuales son: «educar mascotas», «no dejarlos solo», «como tener un hijo», «saludarlas y jugar con ellas», «integración familiar», «pensar en ellos», «tiempo dedicado a la mascota», «maternidad», «educar animal», «soledad», «comunicación con mascotas», «refugiarse en un animal», «miembro de la familia», «estar fuera de casa», «volver a casa» y «que las niñas estén bien». Estos representan las situaciones y acontecimientos que validan dicho código axial.
El segundo código axial con mayor relevancia dentro de esta categoría es «relaciones afectivas» que consta de 12 códigos abiertos los cuales son: «compartir afecto», «son todo para mí», «demostración de afecto», «son cariñosas», «muero de amor», «sentimiento inexplicable», «ternura», «amor», «apego», «emociones», «afecto» y «afectos». Dichos códigos validan el hecho de acoger una mascota como un miembro de la familia, tratarla como tal y reconocer que es un ser sintiente. Por ejemplo, una de las parejas entrevistadas señala: ya compramos una cámara, entonces, cuando estamos fuera de casa estamos revisando el móvil a ver qué están haciendo, si están durmiendo (P01-22).
Los códigos axiales: «cuidado de mascotas», «compañía incondicional», «crianza de mascotas», «mascota miembro de la familia» se le agrupan los siguientes códigos abiertos: «núcleo familiar», «la llevamos con nosotros», «nunca la dejamos sola», «círculo familiar: con mascotas», «mascota: integrante familiar», «acoger una mascota», «fiel compañía» «parte de la familia», «pacto en pareja», «hasta que se mueran estaremos para ellos», «no castigar al animal», entre otros, reúnen el sentir y pensar de las parejas frente a sus mascotas, un miembro activo y participativo de la dinámica familiar que provee afecto y compañía a sus cuidadores y viceversa, logrando fortalecer la interacción, la comunicación y la convivencia entre sus miembros.
Discusión
Las constantes trasformaciones sociales evidenciadas en el presente siglo dan cuenta de otras formas de relacionamiento y diversas maneras de conformar una familia. Variados estudios indican que mientras la tasa de natalidad disminuye, el porcentaje de hogares con mascotas va en aumento, ( Rodríguez & Vásquez, 2019). Lo antes mencionado, ha dado lugar a la relación humano-animal en un nivel más íntimo, hoy ambas especies conviven de manera permanente y se configuran como una familia en la cual todos sus miembros gozan del mismo reconocimiento y participan activamente de las dinámicas del hogar ( Volsche, 2021; Díaz, 2015).
En la actualidad los animales de compañía parecen ser una característica propia de las familias modernas, quienes, al dar prioridad a sus expectativas de realización personal, profesional y laboral, omitiendo por elección propia tener hijos, a fin de favorecer su comodidad y la realización de planes en pareja. Por lo que integran a su dinámica familiar a un tercero, la mascota, al que se reconoce como un miembro más y merecedor de derechos ( Zúñiga-Benavides, 2021; Jacobs & Schreer, 2016). Lo anterior no indica que se sustituya a un hijo, solo que permite materializar prácticas de cuidado y de afecto que le dan sentido a la convivencia en familia; entendido esto, a partir de la aloparentalidad, esa cualidad humana de cuidar de su misma especie o de otra diferente y, así establecer relaciones recíprocas que dan cohesión a la interacción entre los miembros del hogar ( Volsche, 2021; Baena et al., 2020 ; Cárdenas et al., 2015 ).
La familia multiespecie da cuenta de una configuración familiar donde el miembro no humano de la familia es parte activa y representativa del hogar. En torno a esa relación humano-animal se establecen labores, roles, rutinas, interacciones, comunicación y esparcimiento, dando un sentido único y particular a la convivencia con mascotas, ya que los vínculos afectivos entre los miembros del hogar se establecen y fortalecen sin importar la especie ( Díaz & Olarte, 2016; Disconzi et al., 2017 ). Esto guarda directa relación con los resultados de la investigación, cuando las parejas desde sus expresiones dan a entender que establecen relaciones afectivas con los animales de compañía similares a la de padres e hijos, y que los lazos emocionales generados a partir de esta interacción promueven el bienestar de los cuidadores debido a la incondicionalidad de la compañía que obtienen por parte de sus mascotas ( Volsche, 2021; Owens & Grauerholz, 2019; Disconzi et al., 2017 ;; Demarchi et al., 2015 ).
El cuidado responsable de mascotas implica tiempo, dinero, emotividad y rutinas, que suelen ser similares a criar un hijo. Los resultados de esta investigación indican que existe un compromiso de velar por el bienestar y el buen trato a la mascota, más no una demanda tan estricta en lo que a tiempo, cuidado, manutención, educación, formación en valores y habilidades para la vida se refiere ( Gómez, Atehortúa & Orozco, 2007). Esto representa un motivo de peso según las parejas entrevistadas para omitir tener hijos, y es así como optan por convivir con un animal para evitar asumir una paternidad o maternidad responsable, al tiempo que se permiten disfrutar de una compañía incondicional y un afecto correspondido ( Baena et al., 2020 ). En la actualidad tomar la decisión de no procrear puede implicar asumir cuestionamientos respecto al deber ser de la familia; pero también, suele ser bien visto por el grupo de amigos y espacios de socialización donde el amor y el cuidado por los animales es una afinidad en común ( Acero, 2019).
El hecho de que las personas compartan su espacio más íntimo con animales domésticos ha dado otro estatus a esta especie: pasaron de estar al servicio del hombre para formar parte importante de su vida (Jacobs & Schreer, 2016; Carmichael & Whittaker, 2007). El reconocimiento como miembro del hogar le ha dado plena participación en la dinámica familiar al animal de compañía, siendo este el factor diferenciador entre lo tradicional y lo actual, tiempo atrás no se imaginó que los animales domésticos pudiesen llegar a tener privilegios, gozasen de afecto y, mucho menos que sus cuidadores establecieran lazos afectivos con ellos y les asignasen cualidades humanas a partir de la interacción y convivencia permanente. Es así como se da lugar a la humanización de mascotas, una práctica en la que se le atribuyen características antropomórficas, es decir, emociones y comportamientos propios de la especie humana al animal ( Heiblum, 2017; Gutiérrez et al., 2007 ).
Los resultados de la investigación y los estudios abordados previamente coinciden que al momento del animal incorporarse a la familia adopta reglas ya establecidas por humanos ( Acero, 2019; Carmona et al., 2019 ). Los códigos identificados en los hallazgos responden a vínculos afectivos tan fuertes que la idea del fallecimiento de la mascota genera angustia en sus cuidadores. La expresión: cuando se muera que vamos a hacer (P02-103) se relaciona con el código abierto «duelo» y se concluye en el código axial humanización. Esta tendencia invita a reflexionar el límite de lo humano y lo animal ( Casas & Camps, 2019; Macho et al., 2017 ), además de la relevancia del animal no humano en las valoraciones sobre las familias para su intervención con carácter sistémico ( Caravaca Llamas, 2020).
Este relacionamiento interespecie corrobora esa capacidad humana de proveer afecto y cuidado a quienes comparten su entorno más inmediato. Las dinámicas de la sociedad actual resultan caóticas y demandantes para asumir la crianza responsable de un hijo, de ahí que el animal de compañía se haya instalado al interior de los hogares de hoy como un complemento a la interacción y cohesión en la relación de parejas jóvenes. Sin duda, el animal no humano se integra a las familias como un miembro más, y por ello, se requieren nuevas comprensiones e interpretaciones que merecen adecuaciones en el trabajo social con familias, así como en otros campos como el jurídico social para la protección de las mismas ( Sáez & Caravaca, 2020).
Conclusión
La familia es una construcción abierta y permanente que se adapta a las dinámicas del entorno y a nuevas formas de relacionamiento que surgen a partir de las constantes trasformaciones sociales. Concebir la familia como un grupo humano en su totalidad está fuera de contexto, porque hoy los sujetos se vinculan y establecen lazos afectivos desde lo particular, desde su manera de concebir y significar la vida. La relación humano-animal puede ser interpretada en la actualidad como una configuración familiar en la cual los participantes dan un sentido único y valido a su interacción, comunicación y prácticas cotidianas.
La decisión de tener hijos o acoger mascotas al momento de conformar una familia, está directamente relacionada con motivaciones y aspiraciones de realización personal y de pareja proyectadas en el tiempo, al elegir no procrear, se intenta evitar asumir responsabilidades de crianza altamente demandantes. Las mascotas no sustituyen los hijos, sino, que al ser parte activa de la dinámica familiar y considerarles parte fundamental del hogar, proveen de compañía incondicional y afecto mutuo a sus cuidadores, a la vez que les permiten desarrollar esa habilidad humana de estar al pendiente y cuidado de otros, mientras establecen vínculos afectivos y desarrollan emociones que favorecen su bienestar físico y emocional.