Introducción
El término burnout significa “estar quemado”, “exhausto”, “desgastado” o “perder la ilusión por el trabajo”. Es considerado un trastorno psicológico que afecta y altera la capacidad laboral de las personas, las organizaciones y las relaciones familiares y sociales (Awooda, 2020; Bedoya, 2017; Castillo-Soto et ál., 2019; Lovo, 2021). El síndrome de burnout también conocido como síndrome de quemarse en el trabajo (SQT), se define como una respuesta a nivel emocional e interpersonal al estrés laboral crónico que puede presentarse en los trabajadores por falta de estrategias de afrontamiento o fallas en sus niveles de manejo del estrés (Galvis y Rojas, 2020; Lara y Guevara, 2020; Quiceno y Vinaccia, 2007; Rodríguez et ál., 2011).
Desde la perspectiva psicosocial, de acuerdo con Miravalles (s.f.) y Saborío e Hidalgo (2015), el síndrome de burnout se conceptualiza como un proceso en el que intervienen variables cognitivo- aptitudinales (baja realización personal en el trabajo), variables emocionales (agotamiento emocional) y variables actitudinales (despersonalización). Gil Monte (2006), tiene en cuenta otras variables intervinientes, así:
La respuesta al SQT se caracteriza por un deterioro cognitivo, consistente en la pérdida de la ilusión por el trabajo o baja realización personal […]; por un deterioro afectivo caracterizado por alto agotamiento emocional y físico debido al contacto continuado con las personas objeto de atención y por la aparición de actitudes y conductas negativas hacia los clientes y hacia la organización, en forma de comportamientos indiferentes, fríos y distantes y en ocasiones lesivos. Este síndrome ha sido denominado de despersonalización, indolencia, o cinismo. En ocasiones estos síntomas se acompañan de sentimientos de culpa. (p. 1)
Se llega a un bajo rendimiento laboral, haciendo ver a los trabajadores como aparentemente inefectivos e ineficaces, fracasando en el cumplimiento de metas y resultados, y generando un descontento con las labores realizadas e intolerancia a la presión propia de las actividades laborales (Moriana, 2006); igualmente:
[…] impacta perjudicialmente en su adecuado funcionamiento, generando diversas patologías, que afectan a la persona de forma integral; cuando el trabajador se dirige a la asistencia médica, los síntomas son tratados individualmente y no se logra elaborar un diagnóstico específico de la presencia del síndrome (Antolínez, 2019, p. 31)
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (World Health Organization -WHO-) (2021) considera como enfermedad al burnoutdefiniéndolo como el síndrome de desgaste ocupacional y expresa que:
Es un síndrome conceptualizado como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Se caracteriza por tres dimensiones: 1) sentimientos de falta de energía o agotamiento; 2) aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo; y 3) una sensación de ineficacia y falta de realización. El síndrome de desgaste ocupacional se refiere específicamente a los fenómenos en el contexto laboral […]. (numeral QD85)
El sector salud es donde se presentan mayores indicadores de burnout, por lo que la presente investigación pretende abordar esta problemática debido a su alta prevalencia
Si bien el trabajo de los profesionales de la salud puede ser gratificante, factores como el desequilibrio entre la vida laboral y personal, las largas jornadas, la carga de trabajo percibida, el malestar causado por las quejas y la falta de reciprocidad en las relaciones con los pacientes y colegas pueden disminuir la satisfacción laboral y, en consecuencia, aumentar el riesgo de Burnout (Corsino et ál., 2017, pp. 306-307).
En este sentido, se encuentra que de las dimensiones del burnout que más afectan a los profesionales del sector de la salud es el agotamiento emocional que, al correlacionarse con otras variables sociodemográficas y situaciones personales, tales como antigüedad o profesión, de los profesionales de la salud, se constituyen en el síndrome.
El Agotamiento Emocional se considera la primera etapa del Burnout y la principal causa de su aparición. Produce ansiedad y poca energía, que a su vez provocan un deterioro de la salud y la calidad de vida. Incluso cuando solo existen niveles bajos, puede perturbar gravemente la dinámica social, en particular en lo que respecta al equilibrio de poder hospitalario entre técnicos y enfermeras, pero también entre compañeros de trabajo (Corsino et ál., 2017, p. 307).
Por otro lado, las variables sociodemográficas son aquellas situaciones personales que pueden estar influyendo en la capacidad que tienen las personas para manejar condiciones estresantes sin afectar su salud. Entre estas variables se encuentran, el género, la edad, el nivel socioeconómico, el nivel de estudios, el estado civil, la antigüedad de vinculación laboral, la profesión, la vivienda, el tipo de contrato y el nivel salarial. Así mismo, estas variables tienen influencia en la forma como las personas aprenden, adquieren, desarrollan y fortalecen sus habilidades para hacer frente a los diferentes retos que les impone la vida. Es así como Lazarus (2000), afirma que las características individuales y el medio en el que se desenvuelve una persona determinan cómo se relaciona con él y cómo hace que las situaciones le resulten estresantes o no. En consonancia, Quiceno y Vinaccia (2007) afirman que se ha encontrado una relación positiva entre la manifestación del burnout y la antigüedad, más específicamente en dos períodos; el primero corresponde a los dos primeros años de carrera y el segundo a los mayores de 10 años de experiencia. De igual forma, se reporta dependencia entre los rasgos de personalidad resistente o no, los recursos internos propios derivados de su historia, de sus marcos de referencia, el estilo cognitivo, los determinantes biológicos, la edad, el género, la historia de aprendizaje, la presencia de síntomas psicopatológicos en ellos o en la familia y los estilos de afrontamiento que pueden ser o no un factor protector ante la manifestación de burnout (Nowacka et ál., 2018; Quiceno y Vinaccia, 2007: Ramírez. 2017; Rodríguez et ál., 2018).
De acuerdo con lo anterior y en concordancia con Tejada y Gómez (2012), se deben conocer las codependencias ente factores demográficos y laborales, que amplíen la comprensión del fenómeno del burnout, estudio y abordaje en un contexto hospitalario.
Método
Participantes
El diseño de investigación fue de muestra dependiente de pares igualados con alcance descriptivo correlacional (Rojas, 2015). Se realizó un muestreo no probabilístico, de una población de 1087 funcionarios del Hospital Departamental de Villavicencio (Colombia), la muestra fue de 396 personas (36.4 %) que participaron de forma voluntaria mediante invitación y la toma de registros fue realizada durante los cambios de turno para garantizar los tiempos de aplicación del instrumento.
Instrumentos
Se utilizó el instrumento Maslach Burnout Inventory (MBI), versión adaptada a español por Gil Monte y Peiró (1999), Gil Monte (2002). Este, de acuerdo con Miravalles (s.f.), se divide en tres subescalas:
De Agotamiento Emocional, con 9 ítems y puntuación máxima de 54 puntos.
De Despersonalización, con 5 ítems y puntuación máxima de 30 puntos.
De Realización Personal, con 8 ítems y puntuación máxima de 48 puntos.
La interpretación del instrumento se realizó de acuerdo con la tabla 1.
En la investigación realizada en un hospital de tercer nivel en Bogotá (Colombia), por Contreras et ál. (2013), con personas que pertenecen a diferentes áreas, se afirma que: “El MBI ha demostrado tener buenas propiedades psicométricas, es decir, una alta consistencia interna y una fiabilidad cercana al 0.9” (p. 69). Por otra parte, mediante análisis factorial, Taris et ál. (1999), reportaron consistencia en las tres escalas, al igual que validez externa basada en la teoría de conservación de recursos.
Para las variables sociodemográficas se tomaron referentes de la literatura científica y de los requisitos de ley contemplados en la Resolución 2646 (Ministerio de la Protección Social, 2008). Se contemplaron las condiciones de sexo (femenino y masculino), edad (joven -menor de 30 años-, adulto joven -de 31 a 40 años-, adulto -de 41 a 50 años- y mayor -mayor de 51 años-), nivel socioeconómico (bajo, medio y alto), nivel de estudios (máximo alcanzado: bachillerato, técnico / tecnológico, profesional, posgrado), estado civil (soltero, casado, divorciado, separado, unión libre y viudo), antigüedad (de vinculación laboral con el hospital: hasta 1 año, 1> a 5 años, 5> a 10 años, de 10> o más), profesión (auxiliar no salud -aseo, cafetería, archivo, entre otros-, técnico salud - técnicos/tecnológicos en farmacia, radiología, entre otros-, enfermería, profesional no salud - trabajador social, administrador, contador público, ingeniero de sistemas, abogado, entre otros- y médicos), vivienda (arriendo, familiar y propia), tipo de contrato (prestación de servicios, término fijo y término indefinido/cooperado), nivel salarial (<2 salarios mínimos, entre 2 y 5 y más de 5) y turno (mañana, tarde, noche y rotativo) (ver tablas 2 a 5).
Resultados y Discusión
Se compararon las puntuaciones medias del inventario, como medida de tendencia central y la desviación estándar, como medida de variabilidad (ver Tabla 6).
La puntuación de la muestra indica que se encuentra burnout medio, sin embargo, las dimensiones de despersonalización (DE) y de cansancio emocional (CE) fueron bajas, pero con desviación alta. Es decir, que se encuentra un número significativo con alta despersonalización y cansancio emocional. La dimensión de realización personal (RP) se encontró en un nivel medio. Estos hallazgos concuerdan con estudios en los profesionales de la salud, médicos y enfermeras especialmente, en donde se reportan niveles medios o altos de de burnout (Castillo-Soto et ál., 2019; Nowacka et ál., 2018; Rodríguez et ál., 2018; Vargas et ál., 2018; Vidotti, 2019), siendo los pacientes los más afectados por problemas de servicio (Agudelo et ál., 2011; Alshawish y Nairat, 2020; Awooda, 2020; De Hert, 2020; Denning et ál., 2021; Jalili et ál., 2021). Por otro lado, también hay estudios en donde no e encuentra síndrome de burnout en personal sanitario (Contreras et ál., 2013; Gonzales et ál., 2018; Vivanco et ál., 2018). En la presente investigación los médicos reportaron mayor puntaje de burnout (34.2 % alto y 60.5 % medio), seguido por las enfermeras (14,.1 % alto y 82.9 % medio) yde otros profesionales de la salud (20.5 % alto y 79.5 % en medio) (ver Tabla 7).
Por otro lado, como se observa en la Tabla 8, no se presentó una dependencia estadística entre la profesión y el burnout. Sin embargo, esta dependencia se encontró entre la profesión y la dimensión de despersonalización (ver tablas 9 y 10).
Cabe resaltar que esta diferencia estadística refleja un aumento en la carga laborar en más de un lugar para aumentar sus ingresos. Adicional a esta condición, se encontró que las enfermeras mostraron mayor presencia de burnout, lo cual se asocia a las funciones específicas de su área laboral y el género, en donde suelen tener mayor carga con el cuidado de los hijos y labores domésticas en el hogar (Contreras et ál., 2013). Así mismo, Matía et ál. (2012), reportan la utilización de medicación crónica, inadecuada coordinación con enfermería, bajo control emocional, además de la presión de lo asistencial dentro de las variables asociadas con la aparición de burnout en personal médico,Adicionalmente, se ha reportado que los médicos presentan niveles altos y medios de burnout, en relación con la exposición a riesgos biológicos, físicos, ergonómicos y psicosociales (Awooda, 2020; Bedoya, 2017; Carvalho et ál., 2016; Castillo-Soto et ál., 2019; Denning et ál., 2021 y Foronda et ál., 2018). En relación con la dimensión de despersonalización, se encuentra mayor dependencia con la profesión, concordando con los hallazgos de Contreras et ál. (2013) y Torres et ál. (2021), en donde los sentimientos que emergen especialmente en el ejercicio profesional del personal sanitario generan impotencia y desesperanza frente a la atención constante de pacientes y al dolor.
En esta población, la despersonalizaciónes un factor de riesgo frente a las cargas emocionales que conlleva la tarea. En este sentido, Contreras et ál. (2013), Moriana (2006) y Torres et ál. (2021) encontraron que los profesionales de la salud utilizan la despersonalizacióncomo mecanismo de adaptación a las demandas y al contexto laboral, lo que se corrobora en esta investigación, debido a que se manejan altas cargas laborales por ser éste el único hospital de cuarto nivel que cubre los servicios para la región. Así, la despersonalización es uno de los factores de protección que más se utilizan cuando tienen que poner límites, para no afectarse emocionalmente y realizar sus labores de una forma productiva (Torres y Guarino, 2013).
Por otra parte, se observó en esta población que el componente de mayor presencia para el burnout es el cansancio emocional, lo que significa que se pierde el control al ejercer las tareas. Este hallazgo coincide con otros estudios (Antolínez, 2019; Blanca-Gutiérrez y Arias-Herrera, 2018; Castillo-Parra et ál., 2019; Castillo-Soto et ál., 2019; Dubale et ál., 2019; Jalili et ál., 2021; Nowacka et ál., 2018; Ramírez, 2017; Rivas y Barraza-Macías, 2018; Rodríguez et ál., 2011; Rotenstein et ál., 2018; Vargas et ál., 2018 y Vivanco et ál., 2018). En el hospital se evidencia que la población asistencial no puede, en muchas ocasiones, desarrollar todas sus habilidades y competencias debido a que no cuentan con los recursos suficientes y no tienen el tiempo para desarrollarlas por lo que entran con frecuencia en un estado de agotamiento emocional. Relacionado con esto, se encontró que la percepción de esta población es que no hay relación entre lo que reciben y la cantidad de trabajo y de impacto de su cargo.
Woerner (2013) encontró que los médicos, cuando tienen la posibilidad de establecer una relación terapéutica, que va más allá de las competencias técnicas, desarrollan menos indicadores de burnout, con la posibilidad de generar empatía con sus pacientes, al tener el tiempo suficiente en la consulta para expresar sus emociones, esperanzas, inquietudes y miedos (Torres et ál., 2021). Esto es afín, con lo encontrado en el agotamiento emocional, donde el tiempo es visto como una problemática social que genera estrés ya que surge como otra forma de poder afrontar las dificultades personales y laborales (Rivas y Barraza-Macías, 2018).
Los datos evidencian (ver tablas 11 a 14), que existe una relación estadística entre el género y burnout. Así mismo, se encuentra relaciónentre el género y la dimensión realización personal (RP). Esto, es contrario a los hallazgos de Gonzales et ál. (2018) y Seijas-Solano (2019). En este estudio se encontró que los hombres se sienten menos realizados que las mujeres lo que conlleva a sentimientos de desmotivación e incompetencia laboral.
De otra parte, no se encontraron relaciones entre el burnout y el nivel socioeconómico, antigüedad, vivienda, tipo de contrato, salario, personas a cargo y nivel de estudios, en oposición a lo afirmado por Rodríguez et ál. (2014), quienes reportan relación entre el nivel socioeconómico y burnout. Por otra parte, Durán (2020) encontró relación con el salario, mientras que Castillo-Parra et ál. (2019) no reportan esta relación. Por el contrario, con respecto al tipo de contrato de prestación de servicios y el tener dos empleos, Rodríguez et ál. (2011) encontraron dependencia.
Otro aspecto relevante en esta relación con el burnout fue llevar mucho tiempo en el mismo cargo o en actividades repetitivas (Antolínez, 2019; Castillo-Soto et ál., 2019; Durán, 2020; Lara y Guevara, 2020; Rivas y Barraza-Macías, 2018; Rodríguez et ál., 2018; Vargas et ál., 2018). Igualmente, se encontró que una menor experiencia y antigüedad en el trabajo pueden contribuir al burnout
Otro aspecto relevante en esta relación con el burnout fue llevar mucho tiempo en el mismo cargo o en actividades repetitivas (Antolínez, 2019; Castillo-Soto et ál., 2019; Durán, 2020; Lara y Guevara, 2020; Rivas y Barraza-Macías, 2018; Rodríguez et ál., 2018; Vargas et ál., 2018). Igualmente, se encontró que una menor experiencia y antigüedad en el trabajo pueden contribuir al burnout (Blanca-Gutiérrez y Arias-Herrera, 2018; Brindley et ál., 2019; Castillo-Parra et ál., 2019; Jalili et ál., 2021; Rodríguez et ál., 2011; Schulke et ál., 2011). Además, se ha reportado dependencia de burnout con menor nivel educativo asistencial (Contreras et ál., 2013; Corsino et ál., 2017; Gonzales et ál., 2018; Torres et ál., 2021). Sin embargo, Nowacka et ál. (2018) encontraron que los que tienen educación superior tienen mayor probabilidad de experimentar menor satisfacción laboral que los de estudios de secundaria. Por último, se ha reportado que existe relación entre no tener vivienda propia y la presencia de burnout (Yslado et ál., 2013).
Por otro lado, no se encontró relación entre el estado civil y el burnout, pero sí se encuentra relación entre el estado civil y la despersonalización (ver tablas 15 y 16). Los solteros en la población de estudio presentan altos y medios niveles de despersonalización; ya que, debido a la falta de apoyo social familiar que hace que las personas traten a los miembros de su entorno como objetos, esto de acuerdo con Huarcaya-Victoria y Calle-Gonzáles (2021) y Scieur y Simon (2019). Una precaución a tener en cuenta es que la sintomatología de la depresión se parece a la de la despersonalización, en donde se desarrollan sentimientos de impotencia, indefensión y desesperanza personal (Carlotto et ál., 2005; Castillo-Soto et ál., 2019; Jairo et ál., 2019; Silva-Gomes y Silva-Gomes, 2021).
En cuanto a la edad, no se encontró relación estadística entre la edad y el burnout. Sin embargo, si se encuentra una relación entre la edad y el cansancio emocional y la edad y la despersonalización (tablas 17 a 20). Este resulado coincide con lo encontrado por Agudelo et ál. (2011); Contreras- Palacios et ál. (2013); Maslach (2009); Saborío e Hidalgo (2015) y Torres et ál. (2021), quienes afirman que los jóvenes son los que reportan mayores niveles de burnouten la dimensión de cansancio emocional y la despersonalización, por falta de experiencia y mayor percepción de cargas emocionales. Por el contrario, Bautista et ál. (2013) encontraron que en los mayores de 31 años había mayor agotamiento emocional y los problemas de sueño.
Finalmente se encontró una dependencia estadística entre el turno y el burnout (ver tablas 21 y 22). Se resalta que los turnos de la mañana y rotativos manifiestan mayor burnout. Así, se debe considerar que con el escaso acceso al medio laboral, característico de la región y la población investigada. A esto se le suma que la falta de una buena preparación genera problemas para mantener un trabajo mejor remunerado y de remuneración (Domínguez et ál., 2017; Prado y Cárdenas, 2018).
Conclusiones
En esta investigación se encontró que el burnout se presenta en relación con el nivel socioeconómico, cultural e individual. Se concluye que:
Se presentaron niveles medios y altos de burnout, reafirmando que el sector salud es propenso a la presentación de este.
Se observó alta presencia de cansancio emocional y de despersonalización, lo que se relaciona con aislamiento afectivo de los trabajadores.
Se encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres, con tendencia a mayor realización personal en las mujeres.
El cansancio emocional se muestra como mayor factor de riesgo frente a las cargas emocionales propias de las tareas.
Se encontró dependencia entre la edad, la despersonalización y el cansancio emocional, principalmente en los jóvenes y adultos jóvenes.
Se encontró dependencia entre el estado civil y la despersonalización en solteros y personas en unión libre.
Se presentó dependencia entre la profesión y la despersonalización en mayor medida en médicos y enfermeras.
Se encontró mayor presencia de burnout en las personas de los turnos de la mañana y rotativo.
Finalmente, no se encontró dependencia estadística entre el burnout con nivel socioeconómico, los estudios, la antigüedad en el trabajo, el tipo de vivienda, el tipo de contrato, el salario, ni personas a cargo.