Introducción
Los adultos mayores no fueron considerados una población importante en las problemáticas de salud, sin embargo, debido a un aumento en esta población esta perspectiva ha cambiado (Laguado Jaimes et ál., 2017); la mayoría de los países están experimentando envejecimiento de la población, un incremento tanto en la cantidad como en la proporción de adultos mayores (Organización Mundial de la Salud [oms], 2022).
En Colombia, aproximadamente, 7.1 millones de personas son adultos mayores y se espera que cada año aumente alrededor del 3% (Ortega-Lenis y Méndez, 2019; Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2021a). La adultez mayor es considerada una etapa del desarrollo en la que se transita por diversos cambios, tanto físicos como psicológicos, sociales, laborales, entre otros, que generan repercusiones emocionales, cognitivas y comportamentales (Huenchuan, 2018; Moreno et ál., 2011), en la que la persona puede ajustarse a los cambios o manifestar alteraciones por el desajuste a la etapa vital a la que se enfrenta. En este sentido, existen diversas variables que favorecen el bienestar del adulto mayor, como la percepción de actividad, la utilidad, el apoyo social o familiar, el acompañamiento institucional, el acceso a la educación, uso de la tecnología, el estado de salud, concepciones personales hacia la vejez, los ingresos económicos y entre otros aspectos (Custodio et ál., 2012; Díaz et ál., 2013; Sandoval et ál., 2019).
Después de los 60 años, las personas ingresan a un grupo etario caracterizado por la presencia de estereotipos sociales, los cuales están ligados a cada cultura. Generalmente, la vejez está asociada a menor productividad, deterioro físico y en la salud, disminución de la autoestima, autonomía, del contacto social y afectivo, aumento de sentimientos de soledad y depresión, decremento de los ingresos económicos, cambio de roles sociales y familiares, entre otras (Rondón y Rodríguez, 2020). Sin embargo, existen perspectivas hacia el envejecimiento exitoso (EE) que se orientan hacia la funcionalidad y bienestar del adulto mayor, estando ligados a la autopercepción de adecuada salud, pertenecer y ser activo en un grupo religioso, estar casado, un alto nivel educativo, ser mujer, entre otros aspectos (Curcio et ál., 2017). La prevalencia de EE en Colombia es 24.4%, es decir, 1 de cada 10 personas mayores de 65 años percibe condiciones satisfactorias en su vida, al evaluar diversos aspectos relacionados con su bienestar como la economía, relaciones sentimentales, ausencia de enfermedad, espiritualidad alta, entre otros. En este orden de ideas, aspectos como la autoestima, el apoyo social, las emociones negativas y positivas, la resiliencia, el afrontamiento religioso positivo y los niveles de dependencia, hacen parte de aquellos factores que pueden influir en la adaptación, satisfacción y bienestar con la vida en la etapa de la vejez (Gómez, 2021; Reyes et ál., 2021).
En primer lugar, la autoestima durante la vida tiene que ver con la percepción positiva o negativa de sí mismo y se considera una necesidad psicológica relacionada con la salud mental y la calidad de vida. En los adultos mayores, la autoestima está relacionada con el nivel de funcionalidad, la autonomía en las diversas actividades incluido el desplazamiento sin ayuda, el apoyo social, la actividad sexual y física, la sensación de control en su vida, la resiliencia, flexibilidad cognitiva y calidad de vida relacionada a la salud (Guerrero-Martelo et ál., 2015; Guillen-Moya et ál., 2021).
Respecto al apoyo social en la vejez, es un aspecto que cobra importancia al considerar los vínculos de amistad, la relación con los hijos, el adecuado funcionamiento familiar con la pareja, como los principales recursos de apoyo con los que se cuenta en esta edad (Curcio et ál., 2018). Así, en Colombia, el 34.3 % no cuenta con red de apoyo y personas de confianza, no obstante, esta cifra no tiene diferencias significativas en comparación con rangos de edad de personas jóvenes (DANE, 2021b). Diversas investigaciones refieren que una percepción de adecuado apoyo social influye en aspectos como la autoevaluación del estado de salud, mayor adherencia al tratamiento mayor asistencia a actividades religiosas y disminución de depresión, ansiedad y estrés (Caetano et ál., 2013; Elgart, 2019; Peterson y Martin, 2015; Ponce et ál., 2014).
De igual manera, las emociones en la vejez, tanto positivas como negativas, están relacionadas a la forma de afrontar de forma satisfactoria o no, las dificultades de la vida, lo que genera bienestar, adaptación y satisfacción con su vida o la presencia de respuestas adversas que pueden repercutir en la salud, afectividad, comportamiento, cogniciones, relaciones sociales (Etxebarria et ál., 2018; Meléndez et ál., 2022; Reyes et ál., 2021).
En cuanto a la resiliencia en la adultez mayor, se concibe como la capacidad para enfrentarse o sobreponerse a situaciones desfavorables mediante patrones de respuesta adaptativas y continuar el transcurso de la vida mostrando cambios positivos y fortalecimiento de sus capacidades para el afrontamiento de las futuras adversidades y el disfrute de las nuevas experiencias (Fernandes de Araújo y Bermúdez, 2015; Sánchez et ál., 2016).
Para el caso del afrontamiento religioso positivo en la vejez, este se considera un proceso psicológico personal que acerca al sentido y propósito de vida, y que además está relacionado con la manera en la que se comprende y se da manejo a los eventos de la vida, a partir de las concepciones, creencias y prácticas espirituales o religiosas. Por ende, existe una relación positiva con la salud mental, en la que la espiritualidad y religiosidad se consideran recursos psicosociales que incrementan la resiliencia, el apoyo social y el afrontamiento positivo ante las dificultades o cambios por los que se atraviesa en esta etapa vital (Gallardo-Peralta y Sánchez-Moreno, 2020; GonzálezRivera y Pagán-Torres, 2018; Lazarus y Folkman, 1986; Pargament et ál., 1998).
Finalmente, en la adultez mayor, el grado de dependencia aumenta y se encuentra enlazada a la disminución de la autonomía física, psicológica o cognitiva, que repercute en la autonomía y funcionalidad en las actividades de la vida diaria, como comer y beber, regulación de esfínteres, aseo personal, cuidados corporales, vestimenta, cuidado de la salud, desplazamiento, toma de decisiones, entre otras. En este sentido, la dependencia se puede concebir en diversos niveles según el grado de funcionalidad, como dependencia leve, moderada, severa o independencia (Amador, 2020; Cid-Ruzafa y Damián-Moreno, 1997; Paredes Arturo y Yarce Pinzón, 2018).
En este sentido, la adultez mayor se caracteriza por un declive natural de diversas condiciones, como físicas, cognitivas, psicológicas, emocionales, sociales y demás, que son propias de los individuos después de los 60 años, no obstante, es necesario reconocer las diversas características que influyen en la visión de una vejez positiva, en la que el entorno del adulto mayor promueva la creación de condiciones que favorezcan la satisfacción en esta etapa evolutiva: aumentar el acceso a los servicios de salud, disminuir la morbilidad y el deterioro cognitivo, incrementar el bienestar y la participación social, entre otros aspectos a tener en cuenta en la planeaciones y ejecución de políticas públicas para los adultos mayores (García-Ramírez et ál., 2020; Gómez -Lugo et ál., 2016; Hernández Vergel et ál., 2021).
Expuesto lo anterior, el objetivo del presente estudio fue evaluar las relaciones entre la autoestima, el apoyo social, las emociones negativas y positivas, la resiliencia, el afrontamiento religioso positivo y los niveles de dependencia en adultos mayores de estrato bajo en la Costa Atlántica colombiana.
Método
Participantes
En este estudio participaron 115 adultos hombres y mujeres mayores con una media de edad de 77 años y de estrato socioeconómico bajo, todos residentes en el departamento de Córdoba, Colombia, específicamente en los barrios Pastrana y Policarpa de la ciudad de Montería. Fueron escogidos mediante muestreo no aleatorio de sujetos disponibles. Criterios de inclusión: mayores de 60 años, no ser institucionalizados, no presentar deterioro cognitivo o dificultades de lectoescritura y participación libre y voluntaria en el estudio. Criterios de exclusión: menores de 60 años, ser institucionalizados, presentar deterioro cognitivo o dificultades de lectoescritura, no participación libre y voluntaria en el estudio.
Instrumentos
Se usó el índice de discapacidad de Barthel, desarrollado originalmente por Mahoney y Barthel (1965). Para este estudio se utilizó la versión española de González et ál. (2018). Dicho índice permite calificar la posibilidad que tiene el individuo de realizar las conductas por sí mismo, con un nivel de medición ordinal que incluye 10 actividades cotidianas. La puntuación oscila entre 0 y 100, cada reactivo se califica con tres posibles respuestas 0 si es dependiente, 5 si lo hace con ayuda y 10 si es independiente. Presentando este estudio un alfa de Cronbach de 0.77.
Escala CD-RISC- La Connor-Davidson Resilience Scale (CD-RISC 10), desarrollada originalmente por Campbell-Sills y Stein (2007). Para este estudio se utilizó la versión colombiana de Riveros et ál. (2016). Esta escala mide los niveles de resiliencia de una persona, consta de 10 ítems en formato tipo Likert y de 5 opciones de respuesta (0 = en absoluto, 1 = rara vez, 2 = a veces, 3 = a menudo y 4 = casi siempre), la estimación de la escala indica que a mayor puntuación mayor resiliencia. La escala presenta un alfa de Cronbach de 0.82 en esta investigación.
Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresión (The Hospital Anxiety and Depression Scale [HADS]), desarrollada originalmente por Zigmond y Snaith (1983). La versión colombiana de la escala HADS fue realizada por Rico et ál. (2005) contando con un coeficiente alfa de Cronbach de 0.85. Comprende 14 ítems que se responden en un sistema tipo Likert con 4 opciones de respuesta que van de 0 hasta 3 puntos y cuenta con dos dimensiones que evalúan la ansiedad y la depresión en relación con el periodo actual. El rango para cada dimensión es de 0 a 21 puntos. A mayor puntuación, más altos niveles de ansiedad o depresión. El coeficiente alfa de Cronbach para este estudio fue de 0.81 para ansiedad y de 0.67 para depresión.
Escala de Autoestima de Rosenberg (RSES), desarrollada originalmente por Rosemberg (1965). Está constituida por 10 ítems cuyos contenidos se centran en los sentimientos de respeto y aceptación de sí mismo, la mitad de los cuales están enunciados positivamente y la otra mitad negativamente. En este estudio se trabajó solo con los 5 ítems positivos. Las opciones de respuesta se puntúan entre 1 y 4 puntos, lo que permite obtener una puntuación mínima de 10 y máxima de 40. En Colombia fue validada por Gómez et ál. (2016). El coeficiente alfa de Cronbach para este estudio fue de 0.74.
Cuestionario de Apoyo Social Funcional Duke-UNK-11 desarrollado por Broadhead et ál. (1988), versión española de Bellón et ál. (1996). Se trata de un instrumento autoadministrado de 11 ítems que utiliza una escala de respuesta tipo Likert de 1 (“mucho menos de lo que deseo”) a 5 (“tanto como lo deseo”). Evalúa cuantitativamente el apoyo social percibido. En este estudio se ha obtenido valores de consistencia interna, alfa de Cronbach para la escala total de 0.88.
Escala Abreviada de Afrontamiento Religioso Brief Measure of Religious Coping (B-RCOPE; Pargament et ál., 1998). Versión colombiana de Trejos et ál. (2023). Para la evaluación del afrontamiento religioso se utilizó solamente esta dimensión positiva de 7 ítems. La escala presenta un formato de respuesta tipo Likert con cuatro posibilidades de respuesta en función del grado de acuerdo de los participantes, entre 0 (de ningún modo) y 3 (mucho). Los valores de consistencia interna alfa de Cronbach encontrados para esta subescala fueron de 0.75
Procedimiento
El estudio se desarrolló en los barrios Pastrana y Policarpa de la comuna 2 de la ciudad de Montería, Colombia. Antes de iniciar con la fase de campo de la investigación, la cual comprendía la aplicación de los instrumentos, se seleccionaron 10 adultos mayores de 60 años, a los que se les realizó una prueba piloto, con el fin de identificar palabras o preguntas de difícil comprensión, conocer la respectiva comprensión en el sistema de respuestas y establecer el tiempo de respuesta para cada uno de los instrumentos. Culminado este proceso se ajustó la claridad y entendimiento con base en las respuestas de los participantes de la prueba piloto. Posteriormente, se seleccionaron 115 personas (85 mujeres y 30 hombre) mayores de 60 años, quienes cumplieron con las características principales y decidieron participar de forma voluntaria. El procedimiento de muestreo fue no probabilístico bajo la técnica de bola de nieve. Luego de una explicación de la investigación, los objetivos y los procedimientos a llevar a cabo, se procedió con la firma de los consentimientos informados por parte de los participantes. Posteriormente, se continuó con la escala de los datos sociodemográficos para conocer las características de la población y con la aplicación de los instrumentos en el siguiente orden: índice de discapacidad de Barthel, CD-RISC, HAD, RSES y BRCOPE. Todo el proceso duró alrededor de 2 horas. Los datos obtenidos se incorporaron a una base de datos y fueron analizados por medio del paquete estadístico SPSS-20.
El estudio fue proyectado en coherencia con legislación vigente en Colombia para la investigación psicológica con humanos (Ley 1090 de 2006; Resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud), la protección y tratamiento de datos personales (Ley 1581 de 2012) y la declaración de Helsinki (Colegio Colombiano Psicólogos, 2014; Congreso de la República, 2006).
Procesamiento de los datos
Para el análisis descriptivo de las variables sociodemográficas (edad) y psicológicas (resiliencia, ansiedad-depresión, apoyo social, autoestima, afrontamiento religioso), se utilizó como medida de tendencia central la media. Así mismo, se calculó la desviación típica (DT) y las puntuaciones mínimas (Mín.) y máximas (Máx.). Respecto a las variables nominales (sexo, estado civil, ocupación, con quién vive, sistema de salud) y discretas (estrato socioeconómico), estas fueron calculadas mediante porcentaje. Por otro lado, para el análisis de fiabilidad de las diferentes dimensiones y escalas totales de los instrumentos psicométricos se aplicó el coeficiente alfa de Cronbach. Y, finalmente, para el análisis de correlación se empleó el Rho de Spearman.
Resultados
En la tabla 1, se identifica que la muestra de este estudio estuvo conformada mayoritariamente por mujeres (73.91%), con una edad entre los 65-74 años (63%) y un nivel de educación primaria (61.14%); la mayoría de los participantes vivían en compañía de su esposo/a e hijos (95.7%), de estrato socioeconómico 1 (100 %) y afiliados al sistema de salud subsidiado Sisbén (100 %), con una autopercepción de salud buena.
En la tabla 2, se presenta la confiabilidad de los resultados mediante el coeficiente alfa de Cronbach. Para la evaluación del grado de dependencia, en la cual se utilizó el índice de Barthel se identificó una puntuación total (0.77). En cuanto a resiliencia, para la cual se utilizó el CD-RISC10, se encontró una puntuación alta (0.91) y, por último, en la escala de depresión CES-D se encontró una alta confiabilidad (0.82). En relación con el HADS la subdimensión ansiedad tuvo un puntaje de (0.81), mientras que la de depresión tuvo un resultado no significativo de (0.67). Con respecto al apoyo social percibido, este tuvo un puntaje alto de (0.88) y en relación con la autoestima y el afrontamiento religioso en las subdimensiones positivas se presentaros puntajes aceptables de (0.74) y de (0.75). En general, las puntuaciones de confiabilidad de las escalas fueron altas. Al compararse las medias con los mínimos y máximos, los datos de la tabla muestran puntajes altos en el grado de dependencia, apoyo social autoestima y afrontamiento religioso positivos y medio alto en la escala de resiliencia y bajos en los niveles de emociones negativas como ansiedad y depresión.
En la tabla 3, se presenta el análisis de correlación de Sperman entre las variables índice de dependencia, resiliencia, ansiedad y depresión, apoyo social percibido, autoestima y afrontamiento religioso positivo y clasificación adulto mayor. Se encontraron relaciones positivas significativas entre resiliencia y autoestima y entre autoestima y afrontamiento religioso positivo y autoestima con apoyo social. Por otra parte, se encontraron correlaciones negativas significativas entre las variables depresión-ansiedad y las variables autoestima y apoyo social.
Discusión
En este estudio se buscó determinar y relacionar los niveles de grado de dependencia, la resiliencia, la ansiedad-depresión, el apoyo social, la autoestima y el afrontamiento religioso positivo en 115 adultos mayores de estrato socioeconómico bajo no institucionalizados de Montería, Colombia.
Respecto a la variable de grado de dependencia (índice de Barthel), que evalúa el estado funcional de los participantes, encontramos muy bajos niveles de discapacidad al comparar nuestros resultados con el estudio de Cano-Gutiérrez et ál. (2017) con una muestra de 2000 adultos mayores de Bogotá, Colombia, y los resultados del estudio de Velasco et ál. (2019) con una muestra de 635 adultos mayores de Villavicencio, Colombia, lo que sugiere que los adultos mayores en Montería presentan una alta capacidad para participar activamente en su entorno con nivel alto de independencia en sus actividades de la vida diaria.
En cuanto a la variable de resiliencia en adultos mayores, medida con el cuestionario CD-RISC 10, se compararon los presentes resultados con estudios desarrollados con población adulta mayor, véase (Hernández y Rodríguez, 2012 en Bogotá, Colombia; Levasseur et ál., 2017 en Canadá; Vinaccia et ál., 2021 en Montería, Colombia; Tourunen et ál., 2021 en Finlandia).
La muestra de nuestro estudio alcanzó una media (M = 26.5) superior a las medias en encontradas Bogotá (M = 22.35) e inferior a las de Canadá (M= 31.00 y Finlandia M = 31.43), lo que sugiere que en Montería los participantes muestran parcialmente una capacidad para afrontar situaciones adversas de forma autónoma, tolerancia a los efectos negativos y fortaleza frente al estrés, aceptación positiva de los cambios y relaciones seguras.
Por otro lado, con respecto a los niveles de ansiedad y depresión (HADS) a nivel general no se encontraron síntomas clínicos de depresión-ansiedad en nuestros participantes según los puntos de corte de su validación en Colombia (Rico et ál., 2005). Estos resultados son similares a los resultados encontrados con la medición de estas emociones negativas con el HADS hallados en los cortes para adultos mayores de 60 años con una muestra de 1500 personas de ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Pereira, Cartagena y Manizales por Hinz et ál. (2014) y con estudios desarrollados con muestras similares en el Reino Unido y Alemania (Crawford et ál., 2001; Hinz y Brähler, 2011).
Acerca de los puntajes de apoyo social percibido, medidos con el cuestionario DUKE UNC, tienen un puntaje superior a 32 puntos lo que indica un apoyo normal según los criterios de (Bellon et ál., 1996; Broadhead et ál., 1988; de la Revilla et ál., 1991). Una fuerte disponibilidad percibida de apoyo social aumenta la confianza de las personas para hacer frente a las situaciones estresantes diarias en personas mayores (Ayala et ál., 2012).
Por lo que corresponde a los niveles de autoestima positiva medidos con el cuestionario RSE presentan puntajes muy altos. Una persona desarrolla un sentimiento de autoestima como resultado de experiencias positivas y negativas en la vida (Ryszewska et ál., 2022). Cabe destacar que las personas mayores que tienen confianza en sí mismos presentan una mayor autoestima y son más capaces de afrontar los problemas psicosociales (Orth et ál., 2018). Además, la autoestima es un elemento importante en los procesos de adaptación y no depende de la edad, sino del nivel de integración social y de la capacidad para afrontar situaciones vitales difíciles (García et ál., 2018; Meira et ál., 2017).
En tanto a los niveles de la escala abreviada de afrontamiento religioso positivo los participantes de nuestro estudio presentaron puntajes altos. Estos resultados concuerdan con estudios en un país como Colombia donde el 82% de la población se considera religiosa (WIN-Gallup International, 2012). El afrontamiento religioso puede ser conceptualizado como estilo de afrontamiento significativo en personas religiosas y puede desempeñar un papel en el modo en que las personas revaloriza las pérdidas, el sufrimiento y los momentos adversos de la vida (Desmet et ál., 2022; Koenig, 2000), además, afirma que las creencias religiosas pueden ser un mecanismo de afrontamiento útil porque proporcionan un sentido y un propósito durante la existencia, especialmente en la vejez.
Con respecto al análisis de las correlaciones, se encontraron relaciones positivas significativas entre resiliencia y la autoestima. La resiliencia afecta positivamente a la satisfacción vital y al malestar psicológico a través de los efectos mediadores de la autoestima. La alta autoestima se ha considerado un factor protector de la resiliencia y, al mismo tiempo, la resiliencia se considera un factor promotor de la autoestima (Liu et ál., 2014). Además, las correlaciones positivas entre autoestima y afrontamiento religioso positivo concuerdan con estudios anteriores en esta área y un número creciente de investigaciones han planteado que la autoestima media la relación entre la espiritualidad y el bienestar (Gabova et ál., 2021; Joshanloo y Daemi, 2015).
Finalmente, relaciones positivas entre autoestima y apoyo social. La autoestima, por un lado, se refiere a la sensación general de un individuo de su valor o valía y, por otro, el apoyo social se describe como la interacción entre las personas que incluye la expresión de afecto, la afirmación de los comportamientos y la ayuda material. La investigación en el área ha sugerido que las personas con mayores habilidades emocionales pueden reconocer y gestionarse a sí mismos y, por tanto, son más propensos a mejorar su autoestima. De otro modo, el efecto mediador del apoyo social sugiere que los individuos pueden reconocer y gestionar las emociones de los demás, son más propensos a mejorar su apoyo social, lo que también contribuye a aumentar su satisfacción vital (Fernández y Manrique, 2010; Kong y You, 2011).
Mientras que las correlaciones negativas entre las variables depresión-ansiedad con las variables autoestima y apoyo social secundan los estudios que indican que la baja autoestima está estrechamente relacionada con la ansiedad y depresión en la vejez (Sare et ál., 2021), los niveles de apoyo social son inversamente proporcionales a los niveles de ansiedad-depresión (Gariepy et ál., 2016).
Estos resultados tienen puntos de contacto con las investigaciones de Curcio et ál. (2017) en relación con papel que desempeña la religión y autopercepción de salud como indicadores de envejecimiento exitoso. Por otro lado, creemos que fue significativo en los buenos resultados del estudio el trabajo sistemático llevado durante diferentes años por una fundación en estos dos barrios donde se trabajaron sistemáticamente factores asociados a la modificación de factores de estilo de vida negativos en los habitantes de estas comunidades, incluyendo adultos mayores. Futuros estudios deberán ser desarrollados para confirmar estos hallazgos teniendo en cuenta aspectos como la evaluación de adultos en otros contextos marginados, el tamaño de la muestra y la población de zonas rurales, además de estudios longitudinales con el fin de determinar si las puntuaciones encontradas en esta investigación se mantienen en el tiempo. Como limitaciones del estudio encontramos que la muestra no fue aleatoria y que el estudio fue de tipo transversal.