La meditación incluye diversas prácticas de entrenamiento mental cuyo objetivo es mejorar las capacidades psicológicas centrales de un individuo, principalmente en los ejes atencional y emocional (1). Dentro de estas prácticas, se ha descrito la meditación de atención plena o mindfulness, como aquella que desarrolla la habilidad de dirigir la atención sin prejuicios a las experiencias del momento presente (2).
Esta práctica tiene orígenes en la cultura budista, y en idioma pali, mindfulness traduce Vipassana bhavana, que significa “cosechar la conciencia interior” (3). Fue introducida en occidente por Jon Kabat-Zinn, quien comenzó a enseñar mindfulness en 1979 en un hospital asociado a la Universidad de Massachusetts. Kabat-Zinn implementó la técnica en un programa para la relajación y la reducción del estrés, y desde entonces se convirtió en un promotor de sus usos médicos y de la investigación científica alrededor de esta (4,5).
Para esta práctica se proponen como ejes fundamentales la atención en el aquí y en el ahora, y el no juzgar los pensamientos que lleguen a nuestra mente: simplemente apreciarlos, aceptarlos y dejarlos fluir. Se plantea que el objetivo es aumentar la conciencia interior y que esta tenga como fundamento el momento presente, para no permitir que situaciones del pasado o del futuro (autorreferencia o prospección) nos perturben de forma excesiva. Metodológicamente, la meditación de atención plena puede incluir la observación detallada de imágenes, sonidos, sensaciones táctiles y propioceptivas, sensaciones viscerales, así como la atención sobre pensamientos o sentimientos con una disminución de la carga afectiva hacia ellos y sin quedarse totalmente concentrado en ellos, sino en una especie de devenir frecuente de ideas que se dejan pasar (4,6).
Los metanálisis más recientes han demostrado la utilidad de la meditación de atención plena para aumentar el bienestar psicológico y físico en adultos sanos y en entornos específicos, como el lugar de trabajo y los ambientes académicos (7,8,9). Este mismo tipo de estudios confirma la eficacia del mindfulness en el contexto terapéutico del cáncer, sobre todo en el tratamiento del cáncer de mama y de algunas enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión, la diabetes y la artritis reumatoide. Sin embargo, la máxima eficacia del uso de la meditación de atención plena como tratamiento se ha encontrado en la depresión recurrente, lo que ha llevado a que se use como manejo coadyuvante en contextos similares, como dolor crónico y adicción a sustancias (10).
Más de 300 millones de personas en el mundo sufren de depresión, y esta es la principal causa de discapacidad. Esta patología constituye un problema de salud pública en nuestro medio, con consecuencias que pueden llegar a ser devastadoras (suicidio, violencia interpersonal, etc.) y a generar altos costos socioeconómicos (11,12). Esto obliga a la ciencia a buscar métodos más efectivos para su manejo, cuyos cambios puedan ser reportados usando el método y las herramientas científicas, como es el caso de las técnicas meditativas.
La práctica del mindfulness ha despertado un gran interés en el campo de la neurociencia, la cual pretende abarcar la relación cuerpo-mente y ampliar la comprensión sobre cómo el estado mental y espiritual de un individuo afecta directamente el bienestar psicológico y físico (1). El avance tecnológico y su aplicación en investigación ha permitido una exploración de la función cerebral in vivo cada vez más detallada a través de técnicas de resonancia magnética cerebral y registro electroencefalográfico, de tal manera que en las últimas dos décadas se han desarrollado numerosos estudios que buscan explicar las bases neurofisiológicas de los beneficios de la meditación de atención plena.
Desde los primeros estudios se han encontrado cambios estructurales y funcionales en el cerebro en meditadores de larga data, lo cual se ha correlacionado con un mayor control sobre sus emociones y se ha manifestado positivamente en el manejo de la ansiedad, así como en el bienestar psicológico general, efecto que se mantiene en el tiempo, aun cuando el individuo ya no se encuentre meditando formalmente (6,13). En los estudios sobre fenómenos meditativos se han visto involucradas las funciones cognitivas superiores del cerebro, como el control de la atención, la cual es una de las características adquiridas y potenciadas mediante esta técnica (14,15). También se ha notificado una mayor interocepción, es decir, una mayor percepción del estado fisiológico interno del cuerpo, que influye en una mayor sensación de bienestar en general (16).
Este artículo tuvo como objetivo llevar a cabo una revisión de tema basada en artículos seleccionados desde el 2005 hasta la fecha, usando bases de datos como Pubmed y SciELO, que permita identificar y describir los cambios estructurales y funcionales en el cerebro de las personas practicantes de la meditación de atención plena o mindfulness, y que permita discutir esta visión como una posible causa de cambio en el procesamiento de tareas autorreferenciales y de prospección hacia estados de tareas cognitivas y tareas asociativas sensoriales generales, especiales y viscerales.
¿Cómo el mindfulness moldea el cerebro?
La meditación de atención plena es una práctica que cultiva dos aspectos del procesamiento mental: la conciencia de los procesos cognitivos, emocionales y somáticos (conciencia del momento presente) y la capacidad de experimentar estos procesos con una actitud no crítica y no reactiva (17). El descubrimiento de los beneficios de la meditación coincide con hallazgos neurocientíficos que muestran que el cerebro adulto todavía puede ser profundamente transformado a través de la experiencia: la ciencia de la neuroplasticidad. Esto ha despertado un gran interés científico por determinar los cambios neurológicos asociados con los procesos meditativos, tanto estructural como funcionalmente. Este artículo aborda algunos de los datos obtenidos con tres herramientas: la resonancia magnética nuclear (RMN), la resonancia magnética funcional (RMf) y el electroencefalograma (EEG).
Para empezar, en el 2005, Lazar et al. (18) publicaron un estudio que utilizó RMN y que relacionó la práctica meditativa de atención plena con cambios en la estructura cerebral. En este estudio se compararon 20 meditadores de atención plena budistas occidentales que incorporaron la práctica a su vida cotidiana: dos participantes eran profesores de meditación de tiempo completo, tres eran profesores de yoga o de meditación de tiempo parcial y el resto meditaba un promedio de una vez al día durante 40 minutos. Estos participantes fueron comparados con 15 personas que nunca habían practicado meditación. Los resultados evidenciaron un mayor grosor de la corteza prefrontal (CPF) en general (dorsolateral, medial y orbital) y de la ínsula derecha en su región anterior en el grupo de los meditadores.
La CPF humana se considera un sector fundamental para la emergencia de las llamadas funciones mentales superiores, como atención y aprendizaje, que incluyen las funciones ejecutivas (planificación, toma decisiones, establecimiento de metas, flexibilidad cognitiva, inhibición, etc.). Hay una diferenciación funcional y en conectividad entre las regiones dorsolateral, medial y basal de la corteza prefrontal, en que la primera es la que menor conectividad límbica recibe y la que más se ha asociado con tareas como la memoria operativa, la flexibilidad cognitiva, la atención y la teoría de la mente; mientras que la CPF medial y basal se han asociado funcionalmente mucho más con la cognición social, el establecimiento de juicios y la toma de decisiones en contextos morales (19).
Los cambios en estos sectores se propusieron inicialmente como aquellos relacionados con la mejoría, en general, de los procesos cognitivos encontrados en los meditadores (14,15). La ínsula, por su parte, es un sector cortical que se ha asociado funcionalmente con la integración de información sensorial, límbica y autonómica, que de forma común se describe como la corteza interoceptiva (20,21). La ínsula cuenta con varias regiones funcionales descritas en diferentes estudios y coherentes con su gradiente citoarquitectónico y con su conectividad. Se destaca la descripción del metanálisis de datos de neuroimagen funcional de Kurth et al. (22), en la cual se encontraron cuatro regiones funcionales distintas dentro de la ínsula. Estos autores describieron la parte anteroinferior de la ínsula como asociada con procesos socioemocionales: la parte anterior-superior con procesos cognitivos, un área sensorial-química en la parte media y una zona sensoriomotora en la parte posterior, con considerable superposición entre áreas funcionales, especialmente en la parte media de la ínsula. Según esto, los cambios documentados en resonancia de meditadores en el sector anteroinferior de la ínsula se correlacionaron inicialmente con la mejoría en atención e introspección y se ha propuesto que influyen en el impacto autonómico que tienen los estados emocionales sobre el cuerpo, porque reducen sus efectos deletéreos.
Por otro lado, en un estudio transversal realizado en el 2013 se analizaron imágenes de RMN de 30 meditadores de larga data y 30 controles. En estas imágenes las formaciones del hipocampo se trazaron manualmente y se calcularon los volúmenes tanto del hipocampo izquierdo como del derecho, de tal manera que para determinar la morfología de la superficie se midió desde el núcleo del hipocampo hasta puntos de la superficie de este. Se concluyó que los volúmenes hipocampales eran mayores de forma significativa en los meditadores que en los controles de forma bilateral, y esto era más notorio en el hipocampo izquierdo. Además de los volúmenes, las distancias radiales también fueron mayores en los meditadores, con hasta un 15 % de diferencia, lo que mostró una mayor diferencia también en la cabeza del hipocampo izquierdo. Vale la pena anotar que, aunque ambos hipocampos han sido vinculados con la generación de mapas cognitivos que obedecen a una lectura del contexto espacial y social, hay datos que sugieren una asimetría funcional relativa, en la cual el hipocampo izquierdo se ha asociado más fuertemente con los elementos episódicos de la memoria y el derecho con los visuoespaciales. Estos cambios podrían sustentar un efecto positivo de la meditación de atención plena sobre el aprendizaje y, en general, sobre las habilidades cognitivas (23).
Estos no son los únicos estudios que refieren cambios en la ínsula, la CPF y el hipocampo que estén correlacionados con la meditación de atención plena. En un artículo realizado en el 2012 se mencionó que la práctica de la meditación se asoció con cambios en la estructura y el funcionamiento del cerebro, lo cual se evidenció mediante imágenes que mostraron específicamente una mayor concentración de sustancia gris en hipocampo e ínsula anterior derecha (20). Así mismo, usando morfometría basada en vóxeles (MBV), otro estudio detectó una mayor concentración de sustancia gris en el hipocampo derecho en meditadores, en comparación con los controles (24). Un segundo estudio que utilizó MBV investigó imágenes cerebrales de RMN de 20 practicantes de mindfulness (vipassana) con práctica media de 8,6 años (2 horas diarias), y se obtuvo como resultado que los meditadores presentaban un mayor volumen de sustancia gris en la región anterior de la ínsula derecha, la cual hemos mencionado que se encuentra involucrada en los procesos de conciencia interoceptiva, reconocimiento de estados fisiológicos asociados a emoción y empatía (23,25).
En otro estudio que se realizó en el 2020 se escaneó a un grupo de 38 jóvenes en las edades de 16,48 años ± 1,29 años, antes de participar en un entrenamiento de meditación de 12 semanas y después de este. Posteriormente, con MBV se evaluaron los cambios en el volumen de la sustancia gris y los sujetos mostraron una disminución significativa de este volumen en la ínsula posterior izquierda (implicada en tareas sensoriomotoras) y, en menor medida, en el tálamo izquierdo (centro de relevo de información hacia la corteza cerebral) y el putamen izquierdo (vinculado al control de funciones sensorio-motoras corticales) después del entrenamiento de meditación. No hubo cambios significativos en los sujetos control. Este estudio concluyó que la meditación afecta regiones asociadas con la conciencia física y emocional en los adolescentes, sin tener clara la repercusión funcional directa de estos cambios. Estos resultados son diferentes a los obtenidos con los estudios morfométricos que mencionamos previamente de adultos, en los cuales la práctica meditativa se asoció con aumentos estructurales (figura 1), lo cual puede asociarse con las diferencias entre el cerebro adolescente y el cerebro de un adulto, pues para el primero se ha descrito per se una tendencia a aumentos relativos de volumen en algunos sectores (23,25).
La imagen funcional del cerebro del meditador: menos “rumiación” y más “acción”
Los cambios descritos con resonancia estructural permitieron sugerir la influencia de la meditación de atención plena en los sectores descritos clásicamente como sustratos anatómicos de tareas cognitivas (CPF e hipocampo), y de tareas interoceptivas, emocionales y sensoriales (la ínsula). Sin embargo, la concepción actual de las funciones cerebrales las considera productos emergentes de una actividad coordinada entre diferentes sectores que se conectan tanto estructural como funcionalmente a través de redes dinámicas y flexibles.
La RMf es una herramienta que ha permitido relacionar áreas cerebrales con funciones específicas y vincular áreas que, aunque anatómicamente están separadas, funcionalmente están conectadas a través de las redes que permiten la integración de la información (26). La RMf ha permitido identificar, en meditadores de atención plena, cambios en la actividad de sectores cerebrales, como la CPF dorsolateral y medial anterior, la región anterior y la región posterior del giro cíngulo, la ínsula, el hipocampo, la corteza visual y el cuerpo estriado (13).
Estos cambios han sido contextualizados de una forma más específica según los paradigmas funcionales a los que se someten los sujetos de estudio y permiten un mayor análisis. Por ejemplo, hay dos formas estandarizadas (paradigmas que se usan en investigación) del entrenamiento en meditación de atención plena o mindfulness: la primera es la reducción del estrés basada en la atención y la segunda es la terapia cognitiva basada en la atención plena (27,28). La primera ha demostrado eficacia clínica como tratamiento coadyuvante para el control y la reducción de síntomas de ansiedad, depresión, dolor y otros asociados a estrés (28,29,30,31,32). Se ha reportado en estudios de RMf que este método aumenta la activación neuronal en la ínsula, la CPF en general y la región anterior del giro del cíngulo (33,34,35). Ya habíamos mencionado que la corteza insular se relaciona con funciones como la conciencia de la experiencia interoceptiva, y se asume que el incremento de su actividad durante la práctica meditativa se vincula con mayor conciencia del momento presente. Por ejemplo, un estudio del 2007 demostró que intervenciones como los ejercicios de respiración utilizados en mindfulness disminuyeron la reactividad a los estímulos negativos, lo cual se correlacionó inversamente con la mayor activación de la ínsula (36). En general, todos estos resultados sugieren un papel de la ínsula en la no reactividad ante las experiencias internas, al disminuir las respuestas emocionales automáticas. Esto complementa los datos reportados sobre aumento del volumen insular en meditadores y refuerza la idea de la entrada en conciencia sensorial tanto general como especial y visceral como elemento clave en los procesos meditativos del mindfulness.
Por otro lado, la terapia cognitivo-conductual basada en la atención plena es una adaptación de la reducción del estrés basada en la atención que se creó como una propuesta para prevenir la depresión recurrente. Su objetivo es permitir al practicante el reconocimiento de patrones de pensamientos devaluadores sobre sí mismo y el desarrollo de autoconciencia u observación de esos pensamientos y emociones asociadas. La propuesta es generar la capacidad de identificación de estos como ideas automáticas que son temporales y que no corresponden a hechos reales o constructos inmodificables, con el fin de fomentar la autocompasión (37,38). En el 2018, Huang et al. (39) publicaron los resultados de un estudio en el cual evaluaron a veintitrés participantes que estaban en proceso de duelo, con el fin de evidenciar el efecto de la terapia cognitiva basada en la atención plena sobre la regulación de las emociones y las funciones ejecutivas tras una intervención de ocho semanas. Después de esta se evidenció una disminución significativa del dolor, la ansiedad, la depresión y la dificultad para regular las emociones. El entrenamiento de la atención plena no solo benefició la regulación de las emociones, sino que también redujo las interferencias emocionales sobre las funciones cognitivas, probablemente al disminuir la actividad de la llamada red neuronal por defecto (RND), como explicaremos más adelante. Así mismo, se encontró un reclutamiento significativo de la red de atención dorsal, la cual abarca la circunvolución frontal medial y la circunvolución parietal superior, y se encarga del procesamiento de estímulos percibidos, que permiten seleccionar así los estímulos más relevantes.
En relación con el enfoque atencional, la meditación de atención plena incluye técnicas como la meditación de atención enfocada, en la cual se dirige la atención hacia objetos específicos, y la meditación de monitoreo abierto, que, como su nombre lo señala, monitorea de forma amplia la experiencia actual, al evitar juicios de valor (40). Hay evidencia de que estas dos técnicas reducen la actividad de sectores corticales que hacen parte de la llamada RND, un conjunto de estructuras que inicialmente se describieron como aquellas más activas en los estados mentales de no tarea o “reposo” y menos activas durante cualquier estado de tarea, por lo cual recibieron este nombre (41).
A medida que se avanza en la exploración de las redes neuronales, se ha demostrado que las estructuras que pertenecen a la RND aumentan su actividad durante la recuperación de la memoria episódica o autobiográfica, la navegación espacial desde una perspectiva de primera persona o la prospección en el futuro, es decir, cuando hay actividad introspectiva que incluye pensamientos, sentimientos, recuerdos y ensoñaciones durante la vigilia (42). Así mismo, se ha encontrado que la RND aumenta su actividad de forma contundente cuando los sujetos se someten a tareas de toma de perspectiva que evalúan el desempeño en la teoría de la mente (43).
Lo anterior amplía la comprensión funcional de la RND, respecto de la cual varios autores han comenzado a sugerir como un núcleo fundamental del procesamiento de información social en nuestro cerebro (44). Estudios con RMf han demostrado que —particularmente, la meditación de atención enfocada— reduce la actividad en la CPF medial y en la región posterior del giro cíngulo/precúneo, ejes centrales de la RND, lo cual permite sugerir que esta técnica facilita el paso desde “rumiación” o repaso de información social hacia los estados de tarea.
En ese sentido, bajo el entrenamiento con meditación de atención enfocada, se ha visto un aumento en la actividad de las regiones cerebrales involucradas en otras redes neuronales funcionales, más asociadas con estados de tarea, como el campo ocular frontal del área 8 (red de atención dorsal), la corteza visual primaria (red visual), la CPF dorsolateral (red frontoparietal o ejecutiva central) y la región anterior de la ínsula (red de saliencia/atencional ventral). Es de particular interés el hecho de que, en la técnica de atención enfocada, cuando los meditadores reconocen que entran en divagación mental (en una especie de metacognición), se activan la ínsula anterior, la región anterior del giro del cíngulo, la CPF dorsolateral y el núcleo caudado; mientras que disminuye la actividad de la CPF ventromedial (45).
Las dos primeras regiones —ínsula anterior y región anterior del giro del cíngulo— pertenecen a la llamada red de saliencia, que se activa cuando pasamos de estados de no tarea a estados de tarea, a través del reconocimiento de estímulos salientes o destacados en el contexto. Adicionalmente, esta red ha sido ampliamente reconocida como el correlato neural de los procesos empáticos, que implican la capacidad de emparejarse o simular neuralmente las experiencias afectivas y dolorosas de otros (46). Las otras dos estructuras, la CPF dorsolateral y el núcleo caudado, participan en estados de tarea plena.
Kral et al. (47) evidenciaron el papel de la meditación de atención plena en el fortalecimiento de las conexiones entre la amígdala y la CPF ventromedial. Esta conectividad, descrita como mediada por el fascículo uncinado, se ha relacionado funcionalmente con la regulación automática de las emociones y el control de la reactividad a estímulos afectivos. En este estudio también se evidenció cómo los meditadores de largo plazo tenían menor reactividad emocional que los novatos y cómo los cambios descritos en conectividad se daban solo en los primeros. Además, los meditadores experimentados tuvieron una regulación más automática de la reactividad a los estímulos afectivos e hicieron que el reclutamiento de la CPF ventromedial fuera menos necesario, lo cual es coherente con los hallazgos ya mencionados, de disminución de activación de esta última con la técnica de atención enfocada. Adicionalmente, durante la meditación de atención enfocada, se ha observado una mayor conectividad funcional entre el putamen rostroventral izquierdo con la corteza visual, y esta coactivación se presenta cuando hay un cambio de atención de un pensamiento interno a un objeto externo, lo que se asocia con la atención enfocada intencionalmente de esta técnica (45).
En el caso de la técnica de meditación de monitoreo abierto, se ha indicado que reduce la actividad de la RND, al igual que la atención enfocada; pero parece involucrarse más con los circuitos de memoria, al disminuir la actividad del hipocampo y de la corteza retroesplenial, muy conectados con las estructuras mencionadas de la RND y relacionados funcionalmente con la autorreferencia en sus aspectos episódicos y visuoespaciales (48). En relación con estas tareas, en el 2007, Farb et al. (49) consideraron dos formas de autorreferencia: la extendida o narrativa, que abarca vivencias, recuerdos del pasado e intenciones del futuro, y la autorreferencia momentánea o experiencial, que se realiza al centrarse en el presente. Los autores utilizaron RMN para estudiar las redes neuronales que se correlacionan con cada una de estas formas y determinar si la práctica de mindfulness podría incrementar la capacidad para desligarse de la tendencia a la autorreferencia extendida y objetivar cuáles son los sectores o redes neuronales que asocian funcionalmente con la autorreferencia momentánea. El diseño experimental incluyó tres grupos: un grupo control de no meditadores y sin expectativa de meditación, un grupo que llevaba ocho semanas meditando y un grupo que se encontraba a la espera de iniciar un entrenamiento. El segundo y tercer grupos fueron entrenados para asumir dos maneras de focalizarse en sí mismos: el foco extendido o narrativo, que se centra en la elaboración de eventos pasados o futuros, y así reducir la atención hacia sucesos sensoriales del presente, y el foco experiencial, llamado de esta manera debido a que se trata de inhibir la elaboración de pensamientos y atender más a los eventos sensoriales actuales. Los resultados obtenidos mostraron que al usar el foco narrativo, se redujo la activación de la CPF medial (que mencionamos como eje de la RND) para el grupo que recibió entrenamiento, pero no para los otros dos grupos. La utilización del foco experiencial o momentáneo no generó cambios en el grupo control, mostró reducción focal de CPF medial en el grupo expectante y evidenció aún mayor reducción en su actividad en el grupo entrenado, asociado adicionalmente a un incremento en CPF dorsolateral y lóbulo parietal inferior (red frontoparietal/ejecutiva central), ínsula (red de saliencia) y corteza somatosensorial secundaria, todas del hemisferio derecho (14,15). Al contrario de la técnica de atención enfocada, la meditación de monitoreo abierto reduce la conectividad entre el estriado ventral y la corteza visual, lo cual es coherente con la intención de cada técnica.
Dados estos hallazgos y considerando que el estriado se conecta con otras regiones cerebrales formando redes córtico-estriatales que permiten mejorar el control de la atención, la memoria, el autocontrol, las emociones y la autoconciencia, se ha relacionado la técnica de monitoreo abierto con la disminución de atención enfocada y el desapego de la memoria autobiográfica, los cuales son considerados importantes para asumir una actitud no crítica y no reactiva (14,45). Esta técnica se ha utilizado también como terapia para el abuso de drogas, pues se propone que al disminuir la actividad del estriado ventral y la corteza retroesplenial, que se asocian con recompensa, motivación y extracción de claves contextuales asociadas con el consumo, podrían modular los síntomas y los episodios de recaída (50,51). Como hemos descrito, tanto la técnica de atención enfocada como la de monitoreo abierto disminuyen la actividad de la RND, pero mientras la primera favorece un foco atencional, la segunda disminuye el enfoque atencional tanto a lo espacial como a lo episódico.
En general, los estudios de meditación de atención plena evidencian la RND como el conjunto de estructuras asociadas con el estado de divagación mental, cuya actividad disminuye cuando el meditador detecta que se encuentra en ese estado, a través de la activación de la red de saliencia/atencional ventral, y a otras redes neuronales funcionales como participantes en los estados meditativos de forma dependiente de la técnica: visual, somatosensorial y red frontoparietal/ejecutiva central (figura 2).
¿Aporta el trazado electroencefalográfico del mindfulness a esta perspectiva?
Con respecto a los estudios que valoran los cambios en el registro electroencefalográfico secundarios a la meditación de atención plena, hay cambios en dos ondas del EEG que destacan sobre el resto en la mayoría de los estudios: las oscilaciones alfa y theta tienden a potenciarse cuando un individuo realiza meditación de atención plena respecto a cuando está relajado con los ojos cerrados. Añadido lo anterior, un incremento en la sincronización de la onda alfa se ha visto consistentemente anclado a la meditación, independiente de la técnica o el nivel de experticia del practicante (52). Las ondas alfa (8 a 13 Hz) se caracterizan por su reactividad, pues disminuyen cuando se inicia la tarea sensorial propia de la región cortical que la genera, ya sea visual, somatosensorial o auditiva, por lo cual se cree que cumplen un papel importante en la regulación de estas tareas. Están vinculadas a procesos cognitivos superiores, como la memoria operativa y la atención (53, 54). Por su parte, las ondas theta (4 a 7,5 Hz) predominan en el hipocampo y estructuras límbicas adyacentes, involucradas en la codificación y recuperación de memoria episódica y espacial, y se observan cuando la persona está en fases 1 y 2 del sueño no-REM. También han sido descritas en otras estructuras, como la corteza frontal, en estados de tarea cognitiva (53,55).
Una revisión sistemática de la literatura, publicada en 2015 por Lomas et al. (56), y que incluyó 56 artículos que evaluaban los cambios del EEG durante el mindfulness, reportó que, de los 18 estudios enfocados en la onda alfa, 12 evidenciaban una amplitud mayor de dicha oscilación. Los cambios relacionados con la onda alfa fueron asociados por los autores con un aumento de la atención hacia el interior o conciencia de sí mismo, así como con mejoras en la resolución de tareas que involucran imaginación y memoria (52,57). Otro estudio tuvo resultados similares a los ya presentados: midió la actividad alfa en individuos practicantes de la técnica meditativa mindfulness cuando se les pedía que realizaran tareas que implicaran el uso de la memoria de trabajo y lo compararon con personas que no realizan la meditación. Este estudio concluyó que hay un potenciamiento de la onda alfa en la CPF, en las zonas precentral y poscentral (en la región de localización somatotópica del brazo) del meditador, y esto se vio asociado con una mejor capacidad resolutiva de tareas que requieran el uso de la memoria de trabajo (58).
Por otro lado, la banda theta también tiene evidencias de cambios interesantes. En la revisión de Lomas et al. (56), 14 de los 19 estudios hechos en torno a esta oscilación concluyeron que la amplitud de onda era mayor durante la práctica. Se sugirió que esto se podría correlacionar con el mejoramiento de las funciones ejecutivas, como la reorientación de la atención, el procesamiento de información y la memoria episódica (59). Otro estudio concluyó que la onda theta se manifiesta mayormente en la parte frontal cuando la persona ha alcanzado estados meditativos profundos; mientras que la onda alfa está presente al comienzo de la meditación, en estados de relajación y calma (60).
Un aspecto relevante es que la onda theta está asociada con la preservación del estado meditativo, pues se ha descrito que esta oscilación es más potente en meditadores experimentados en comparación con los novatos, y se sugiere que entre más experiencia se tenga como meditador de atención plena, más tiempo se podrá conservar un estado meditativo profundo y, así mismo, habrá una onda theta prevalente en el trazado (55,60,61,62).
La presencia de oscilaciones theta en la zona frontal se puede correlacionar con los resultados de los estudios de neuroimagen y las revisiones sistemáticas de la literatura, que evidencian que la CPF dorsolateral y la región anterior del giro del cíngulo tienen un aumento en su actividad en los practicantes de la meditación de atención plena (60,63,64,65). Un estudio publicado en el 2019 mostró una correlación importante entre la técnica meditativa de atención plena y las oscilaciones theta durante la recuperación de la memoria episódica. Se describió un incremento en la potencia de dicha onda, principalmente en los lóbulos cerebrales frontal derecho y parietal izquierdo (66). Otro estudio encontró que practicantes experimentados de la técnica meditativa tenían mejores resultados a la hora de resolver conflictos, lo cual se asoció con los hallazgos del EEG que tuvieron también con reportes de mayor oscilación theta en la corteza frontal (67). Los datos anteriores pueden también relacionarse con la actividad frontal incrementada que se ha observado en los estudios funcionales y con los cambios volumétricos en los mismos sectores, que de nuevo nos lleva a vincular el mindfulness y los estados de tarea, en este caso de tipo ejecutivo.
De forma particular, a una cohorte de enfermeras se les entrenó durante ocho semanas en la técnica de reducción del estrés basada en la atención. El objetivo era medir cómo la meditación de atención plena mejoraba la atención sostenida, y si existían cambios en el EEG que fueran correlacionables. Este estudio reportó que las participantes lograron tener una mayor atención sostenida, sobre todo para estímulos provenientes del interior, además de que lograron inhibir distractores externos de manera acertada, y se describió un aumento generalizado en la oscilación alfa en el trazado (68).
Así mismo, y respecto a la atención, en el 2017 se publicaron los resultados de un estudio con 34 pacientes entre los 11 y los 17 años que padecían de trastorno de déficit de atención e hiperactividad, población en la cual se ha reportado mayor actividad de la onda theta y menor actividad de la banda beta, así como un índice theta/beta mucho mayor en comparación con individuos sanos de la misma edad (69). A estos individuos se les introdujo en un programa de mindfulness llamado Integra Mindfulness Martial Arts. Se encontró una mejoría posintervención en tareas que implican el uso de la atención sostenida, y añadido a eso, un menor índice theta/beta en el EEG, por lo cual se sugirió que esta terapia podría ser efectiva en pacientes con este trastorno (70). Aunque hay evidencia clara que demuestra los grandes beneficios de la meditación mindfulness y su asociación con las ondas alfa y theta, queda faltando un largo camino para lograr dilucidar de manera más objetiva las bases fisiológicas detrás de estos resultados.
Conclusiones
Hay un creciente interés científico en torno a cuáles son las modificaciones neurológicas tanto funcionales como estructurales que sustentan los cambios positivos que experimenta el individuo durante y de manera posterior a practicar meditación de atención plena. Esto se evidencia en las curvas de número de publicaciones por año presentes en buscadores como Pubmed, donde a partir de 2010 hay una pendiente positiva.
Los hallazgos actuales registran cambios estructurales y funcionales importantes en el sistema nervioso central en practicantes de la técnica meditativa mindfulness, comparados con personas no practicantes. Muchos de estos cambios se relacionan con la disminución de la actividad de las estructuras que sustentan tareas prospectivas o de autorreferencia, y con un aumento en la actividad de las estructuras que facilitan la saliencia y el paso a estados de tareas visuales, somatosensoriales o ejecutivas. Estos cambios se han correlacionado, adicionalmente, con el mejoramiento de procesos como la interocepción, la regulación emocional, la atención, la memoria y el control cognitivo.
Estos hallazgos, en conjunto, permiten resumir los posibles cambios inducidos por el mindfulness, en términos de temporalidad y espacialidad, así: inicialmente un aumento de la actividad de saliencia o reconocimiento de estímulos sensoriales de cualquier dominio (con evidencia principalmente de lo visual y lo interoceptivo) para un paso posterior a estados de tarea plena, principalmente funciones ejecutivas. La prevalencia de oscilaciones alfa y theta en el EEG durante la meditación de atención plena, a la luz de los estudios actuales, respalda los cambios observados estructural y funcionalmente con otras técnicas y puede extrapolarse también a los beneficios observados en las pruebas neuropsicológicas.
Se hacen necesarios estudios que cuenten cada vez con mayor poder estadístico, aleatorizados y controlados, que alimenten los hallazgos ya existentes alrededor de los efectos de la técnica de meditación de atención plena sobre el sistema nervioso y sus principios emergentes. Sin embargo, la evidencia con la que se cuenta hasta el momento muestra un buen grado de consistencia entre los diferentes estudios, lo que ha permitido un análisis funcional adecuado, que deja ver el exceso de autorreferencia narrativa como un factor que disminuye con esta práctica, para dar paso a actividades sostenidas en sectores de tarea. A la luz de ello, la meditación de atención plena puede considerarse en el campo clínico como una terapia adyuvante en el campo neuropsiquiátrico y como un promotor de la salud mental, en términos generales.
Limitaciones
El presente artículo no pretende revisar de forma sistemática la evidencia alrededor de los cambios neurológicos globales estructurales y funcionales relacionados con el mindfulness, y se centra en la discusión, por interés de los autores, de los hallazgos en ambos campos que permiten discutir el paso de los estados de divagación mental a estados de tarea favorecidos por este tipo de meditación.