Profesores
Alexander Duarte
Diego Moya
Diego Moreno
Cristian Rojas
Johan Forero
Karen Ballesteros
Nicolás Espitia
Cindy Suárez
Tatiana Contreras
Rubén Nausa
Angie Lorena Huertas
Fredy Páez
Nadia Bolaños
Jeferson Rodríguez
Cristian Castillo
Sergio Jiménez
Juan Carlos Lemus
Madres
Blanca Nubia Monroy Varela
Maryely Oviedo Monroy
Soraida Isabel Muñoz Barillo
Jacqeline Castillo Peña
María Doris Tejada
Gloria Astrid Peláez Martínez
Idali Garcera Valdés
Beatriz Méndez Piñeros
Ana Delina Páez
Ana Cecilia Arenas Garzón
Carmenza Gómez Romero
La violencia del conflicto armado interno en Colombia se manifiesta de distintas maneras, una de ellas, quizá la que más ha cuestionado la legitimidad de las instituciones del Estado, son las ejecuciones extrajudiciales. A este crimen de Estado se les asignan diversos nombres, el más conocido es el de falsos positivos, muy usado entre los medios de comunicación debido a que en el argot militar en Colombia cada baja del enemigo en combate se denomina positivo, y falso por tratarse de la muerte de un civil inocente reportado como baja enemiga (Ruiz et al., 2020). Otra denominación es la ofrecida por la Fiscalía General de la Nación: "Muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate por agentes del Estado" (JEP, 2018, p. 3).
No han sido pocas las entidades y organizaciones que han emprendido la tarea de denunciar estos crímenes de Estado y exigir justicia. Un buen ejemplo de lucha contra las ejecuciones extrajudiciales lo representan las Madres de Soacha y Bogotá, asociadas bajo el nombre de Madres de Falsos Positivos (Mafapo). Se trata de una organización de mujeres (madres en su gran mayoría) conformada hacia el año 2008, con la intención de juntar sus voces y luchar por el esclarecimiento de las causas de la desaparición y asesinato de sus hijos. Se trata de 19 jóvenes inocentes asesinados por el Ejército Nacional de Colombia, que bajo la presión del ejecutivo, quería mostrarle a los medios de comunicación que le estaba ganando la guerra a la subversión (Ruiz et al., 2020).
A pesar de las distintas formas de re-victimización de las que han sido objeto las Madres durante todo este tiempo -entre las que podemos mencionar: amenazas contra su vida, dilaciones y distorsiones en los procesos judiciales, constantes intentos de desprestigio a la memoria de sus hijos-, ellas han mantenido su lucha por la verdad, la justicia, la reparación y la construcción de condiciones de no repetición; a partir de los lazos de afecto y confianza construidos entre ellas y el apoyo, en distintos momentos, de organismos defensores de derechos humanos.
Su lucha hace énfasis en la necesidad que tiene toda sociedad de construir y sostener memorias alternativas. Su incidencia en momentos clave de la vida nacional no solo exige hoy mayor visibilización, sino, principalmente, reconocimiento.
Grabar en la memoria es como desde la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Pedagógica Nacional hemos establecido una relación explícita entre arte y memoria histórica. Se trata de un proceso formativo realizado, durante 2019, con las Madres de Soacha y Bogotá (Mafapo: Madres de Falsos Positivos), con la participación del semillero de investigación Creación Arbitrio.
Cuando los organismos de seguridad del Estado traicionan la misión constitucional de proteger a sus ciudadanos es necesario actualizar nuestras demandas de justicia. Ese ha sido, desde hace once años, el compromiso de las Madres de Soacha y Bogotá... pero en ello no están solas.
Su dolor ha sido el motor de su lucha, la fuente de su resistencia y, al mismo tiempo, la principal motivación de este proceso formativo.
Grabar en la memoria nos ha enseñado que no solo es posible sino también necesario narrar de otro modo.
Contar su propia historia deslizando suavemente, pero con gran determinación, la gubia sobre el linóleo y sobre la madera; con trazos cortos y largos, finos y gruesos, imaginativos y amorosos, les ha permitido a estas mujeres ejemplares sostener sus demandas de justicia, liberar su imaginación, disfrutar del acto creativo y reconciliarse con el pasado.
En este tiempo juntos nos han compartido su tristezas y alegrías; nos han brindado su amistad; nos han enseñado el autentico sentido de la persistencia, y nos han mostrado que no hay mayor solidaridad que la que emerge en el infortunio y se fundamenta en la dignidad.
No solo se producen trazos o se imprimen obras; se crean imágenes, palabras, recuerdos, deseos y esperanzas. Grabar es como tejer, pero sin puntadas... es como una caricia que hace marcas, al mismo tiempo, en una noble superficie y en el alma. Cuando se graba también se tejen sueños.
Enseñar a grabar no solo es instruir en el dominio de una técnica; es hacer del error maestro de la paciencia; es intentarlo una vez más y nunca darse por vencido; es aprender a hacer juntos, a ver de lejos y de cerca; es poner el corazón en cada trazo; es gritarle al mundo entero que la violencia se combate mejor con arte; que la paz siempre empieza en la imaginación y la reconciliación solo es posible en el respeto mutuo.
La paz solo tiene sentido si hacemos memoria de nuestros seres queridos, si reivindicamos la vida que les fue segada, si reclamamos el mundo justo que les fue negado, si nos atrevemos a crear. Memoria rima con paz; paz, con grabado; grabado, con memoria, y así vamos juntos rimando, grabando, haciendo memoria, construyendo paz.
Profesor: Cuando terminemos los grabados vamos a buscar financiación para exponer las obras, incluso fuera del país... así nos toque hacer y vender empanadas. Blanquita: No, profe, yo no sé hacer empanadas, yo solo sé grabar.